Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Parte única

Desea vivir, no estaba listo para ver a la muerte. El latido de su corazón intenta sobrevivir al veneno del ser inmortal que lo sostiene como si fuera un diamante y él tuviera los dedos sucios, el órgano vital golpea, resuena, al final se detiene. La sangre fue drenada por aquellos despiadados alfileres pálidos con éxito, el tiempo se detuvo, la oscuridad le cubrió por completo.

Pero el reloj volvió correr cuando la gota oscura cayó sobre aquellos labios rojos buscando volver a hacer correr el tiempo, más no la vida, eso ya no volvería, el corazón permanecería quieto y frío por la eternidad, la inmortalidad sería quizás una condena por los pecados que aún no recordaba haber cometido o por los que cometería en un futuro.

Dijo adiós a las únicas personas que amó en su mortalidad, deseando que aquello en lo que se convertiría esa noche de noviembre, ante el caer de la blanca nieve, jamás se atreviera a visitarlos. Ahora amaría a otra persona, ahora su amor le pertenecía a un ser que siempre le ha buscado y que al encontrarlo, al fin, lo aferró en sus firmes brazos.

Las pupilas negras se movieron frenéticamente al cabo de unos minutos, manchas negras, luz azul y muchos rostros, la realidad se volvía confusa. Intentó gritar al sentir como sus venas se contaminaban bajo la piel pálida, pero el sonido quedó opacado por unos fríos labios. Podía oír el tintineo de la copa de vino que pronto él buscaría desbordar para saciar su incontrolable sed animal.

El beso se rompió y ese día, Do KyungSoo se convirtió en un monstruo, uno que él creó tiempo atrás.

Kim JongIn lo llamó su vínculo, único en todo el mundo. No existía nadie como Do KyungSoo, nació para ser su compañero en la cruda eternidad, amante en las noches dónde la soledad le haría recordar las atrocidades que cometía para poder comer, KyungSoo es su valioso tesoro.

JongIn había permanecido en ese mundo solitario por mucho tiempo, condenado por un amor del pasado para brindarle grandeza, necesitaba de una cálida compañía que no acabara fría entre sus brazos al calmar el dolor de su garganta maldita. Lo decidió una noche de verano, fría como todas las demás desde hace más de quinientos años, decidió que debía buscarlo, ya era tiempo de que volvieran a encontrarse. Su pareja perfecta, su súbdito más fiel.

Entonces nació, un niño que acompañaría por la eternidad a ese ser inmortal, una promesa del pasado, la cual era hora de que se cumpla. Do KyungSoo llegó junto a sus padres a ese país americano entre tormentas y llantos, no recordaba mucho del mareo en barco o de la comida fea que tuvo que comer hasta que sus padres obtuvieron un mejor trabajo. Solo recuerda que su vida acabó en invierno y que, por eso, jamás volvió a sentir el calor del verano.

Cierra la puerta de la habitación, son los últimos días en esa casa, en esa vida falsa que crearon ambos para esa década. Se mudarán a la ciudad, el avance del mundo humano fue abrumador, los edificios planeaban llegar al cielo y la naturaleza que tanto se apreció en un pasado lejano, ya no era más que una bella imagen en fotografías de moda. Se quita la campera de cuero negro, los zapatos y las cosas de los bolsillos en una silla, no se quita más, él se encargará de ello.

Se recuesta en las sábanas blancas, él las llama impuras porque ya no existe pureza alguna ante sus ojos negros. Quiere dormir, pero ya no puede hacerlo, no existen sueños para los que no están vivos. A veces se concentra demasiado en cerrar sus ojos y tratar de dormir como lo haría siendo humano, cree ver recuerdos de una vida muy lejana, pero no está seguro.

La puerta de la habitación se abre, sabe quien es, y no porque es capaz de olerlo debido a sus sentidos agudizados, si no, porque es el único en esa enorme casa donde los gritos de las víctimas jamás son escuchados y porque nadie además de él puede tocarlo.

El tacto es suave, él siempre le ha tratado de esa manera. Incluso cuando le gritó y golpeó los primeros días en que se conocieron, jamás se alejó.

—¿Por qué finges dormir? —le preguntó mientras le dejaba un suave beso en la nuca fría.

—Dijiste que hay que fingir ser humanos.

Puede sentir unos dedos jugar en su cintura, están pidiendo permiso para poder tocar más de aquella muñeca que él creó, KyungSoo accede moviéndose un poco y apretándose más contra el cuerpo en su espalda. Le gusta, él le hace sentir vivo, quizás es porque en las manos del inmortal está la vida que le quito o por el famoso vínculo que dice compartir.

—Fuera de casa, no aquí.

—¿Por qué? —KyungSoo se gira, el rojo de sus ojos demuestra su sed y el brillo por comprender a la bestia frente a él es cada día más evidente.

—Aquí no quiero fingir algo que no soy, tú tampoco.

KyungSoo observa los rasgos del inmortal, es asiático al igual que él y habla varios idiomas, aun así su coreano es muy fluido y tiene cierto acento pueblerino, además de tener un nombre y apellido de ese país originalmente, por lo que es posible que haya nacido allí hace varias décadas. Pero es solo una suposición, como todo lo que sabe de él.

JongIn no revela su pasado, espera que algún día KyungSoo pueda recordarlo.

Toca los cabellos negros, son suaves como las plumas de un ave, pero hace nada más unas horas estos habían estado despeinados y algo secos debido a la terquedad de los humanos fuera de aquel castillo que ambos habían construido, problemas de mantener siempre un cascarón joven. Observa entonces los ojos negros, la sed había sido saciada hace poco y se mantenían neutrales, un mar en calma.

—Necesitas beber, dolerá más después, ya lo sabes.

El chico gruñe. Claro que lo sabe. Se volvería un ser abominable que dañaría a cualquiera para calmar el ardor de su garganta. Se originaría un fuego imparable de culpa y remordimiento en su pecho que aún intentaba ser mortal, lo cual era imposible porque se secaba con cada década que pasaba sin latir.

—No quiero, no me hagas hacerlo.

—KyungSoo, necesitas alimentarte.

Entonces el chico besa aquellos labios fríos, no quiere escuchar más, no lastimará a otros para alimentar a la bestia dentro de él. Deja salir los colmillos del escondite en que los resguarda, provocando que la gruesa piel de los belfos ajenos se rompa por unos segundos, antes de sanar como era algo natural en el inmortal, puede saborear la sangre de JongIn y siente a su garganta reírse de él.

Sabe que aquellos besos son una debilidad para el hombre, que le permitirá beber de él y no lastimar a nadie, que es todo lo que tiene en ese reloj de arena vacío en el que ambos permanecen con el correr de la humanidad.

A KyungSoo le costó entender que él es todo para Kim JongIn. 

KyungSoo se acerca al cuello ajeno, besa la piel y siente las venas debajo. Hay veneno, un vino impuro y lo desea. Mueve sus caderas para invitarlo a tocarlo, son parejas destinadas, o eso le ha dicho el mayor cuando esa lujuria despertó dentro suyo a comienzo de los 80', el deseo sexual en ambos al drenar la sangre del otro es natural debido al vínculo que les une. KyungSoo está a punto de clavar sus colmillos, cuando es apartado suavemente, impidiendo así su deleite.

—¿Te mordiste? —cuestiona mientras levanta el brazo ajeno, varias marcas se dejan ver como estrellas en el cielo, él no sana tan rápido como JongIn— Odio que hagas esto.

JongIn lo toma en brazos como si fuera una dama de esos libros románticos que a veces leen o un pequeño niño que se cayó del árbol haciendo una tontería. El chico se acomoda en el firme pecho e intenta escuchar algún latido, pero no hay nada, está silencioso y apacible allí dentro. Al llegar al baño, es dejado en una silla y a medida que la tina se llena, JongIn le quita la ropa con cuidado y respeto.

KyungSoo le toca el rostro y sonríe.

—Trescientos tres.

JongIn toma aquella dulce mano y la coloca en su mejilla, besa un poco de esta con tanto cariño que hace sentir un escalofrío al más bajo, el inmortal niega.

—Aún estás lejos —escucha a KyungSoo bufar como un niño— La edad ya no es importante para nosotros, Soo.

—Sigues celebrando mi cumpleaños.

JongIn se aparta y verifica que la tina esté lista, deja caer dentro un jabón e inmediatamente se llena de espuma. Al chico le gustaba eso, todo lo que a su pareja le guste, él se lo brindaría. Le extiende la mano al chico y este la toma con confianza, lo ayuda a entrar dentro, luego se sienta a un lado para ayudarlo a bañarse.

—Lo celebro porque aún no llegas a tu primer siglo —retoma el tema, mientras pasa una esponja suave por los brazos de KyungSoo—. Luego si quieres, podemos olvidarlo.

—¿Cuándo es el tuyo? Quiero celebrarlo.

Un suspiro llega a la nuca del menor. Si algo de lo que incluso la inmortalidad no podía escapar era del olvido, JongIn ya no recordaba la fecha de su nacimiento, eso fue hace demasiado tiempo y en la soledad de la humanidad, ese día se convirtió en uno que ya no merecía recordar.

Con cada nueva identidad que tomó para no llamar la atención, perdió mucho de lo que algún día fue.

—Celebremos el tuyo y el mío el mismo día, ¿Que te parece?

KyungSoo giró de forma brusca, el agua casi se sale por los bordes, pero a ninguno de los dos les importó. Los belfos regordetes en forma de corazón mostraban una sutil sonrisa, JongIn pudo sentir a su seco y viejo corazón latir por un segundo ante aquella belleza.

—¿De verdad? ¿Podemos celebrarlo el siguiente mes?

JongIn asintió. KyungSoo salió de la tina y se colgó del cuello del inmortal, este no dudó en agarrarlo y recibirlo entre sus brazos. Ambos cayeron al suelo, no les importó debido a que ya no sentían dolor o frío, se besaron con avidez, buscando encender la llama de la diversión y la pasión.

Las manos del chico le abren la camisa blanca que JongIn siempre lleva, pasa sus manos por el cuerpo ajeno sin tapujo y rasguña aquellas zonas que a su pareja le gustan, el beso sigue y los colmillos se asoman. JongIn coloca sus manos en las caderas ajenas, KyungSoo en los hombros anchos, se separan y se obervan, rojo y negro, sangre y veneno.

Entonces KyungSoo incrustra los colmillos en el monstruo, en su amante y el vínculo que los une se vuelve más fuerte. Ambos sienten como el corazón lleno de polvo en sus pechos vuelve a latir, es solo la sensación de estar con vida, no es real. La sangre llena la boca del chico, JongIn deja escapar un suspiro placentero ante la pérdida de sangre y los sentimientos que siente, o más bien, que KyungSoo siente.

Los recuerdos son capaces de transportarse en la sangre involuntariamente, JongIn le brindó un poco de los suyos a KyungSoo el día en que lo convirtió en suyo. Pero fueron pocos, días en los que ya era inmortal, incluso luego cuando se comenzó a alimentar de él, los recuerdos nunca pasaban de un ser vacío y sin más que ver todo nacer, vivir y morir.

Pero está vez es diferente, está vez KyungSoo ve algo que no ha visto antes. JongIn viste ropas antiguas, alguna dinastía que desconoce pero que identifica como coreana, sonríe y está orgulloso de su vida. Es humano, cálido y feliz. Todo lo que actualmente no es. Luego todo se torna oscuro, guerra que se busca ganar a cualquier precio, alguien está dispuesto a sacrificarse por él, lo paga y se gana la guerra dándole la eternidad al rey.

KyungSoo es apartado, el rostro del inmortal parece feliz.

—¿Lo viste? —le pregunta.

KyungSoo ya no tiene los ojos rojos, ahora hay un negro intenso. Un oscuro lago donde el agua muestra tu reflejo y engaña.

—JongIn, ¿Eres mío?

Entonces el reloj de arena en que ambos están atrapados se convierte en una pecera, no pueden salir y tienen la sensación de estar ahogándose en todo momento y es en ese momento en que se desborda que por fin son libres. El agua, son todas aquellas mentiras que ambos se han dicho para no lastimar al otro, las que le llevaron a estar malditos ahora.

No importa, nada importa ya. Ambos están ahí, el tiempo no avanza en sus cuerpos físicos y el olvido de aquel pasado en que ambos se prometieron ser eternos solo es un latido lejano, de una vida lejana que ya no volverá.

JongIn se acerca, toca el rostro de KyungSoo y sonríe, como en el recuerdo de la sangre maldita.

—Nací para serlo.

KyungSoo acaricia la marca que dejaron sus agujas venenosas, él rogó para que su rey fuera eterno, los dioses le escucharon y le dieron un precio, años atrapado en el vacío hasta volver a reencarnar. Pagó con gusto, pero olvidó a la persona que amó al volver a nacer. Ya no importa, abraza a JongIn y el frío en su cuerpo se convierte, después de mucho tiempo, en un calor abrazador.

Nota de autora:

¡Está historia participa del Kaisoo fest: Retro Love!

No estoy segura de que haya quedado muy bien en cuanto a las épocas, pero es la historia que me inspiró la canción y la cuál está en el título de esta historia (0 original soy, lo sé) y es de la banda KISS.

Por favor denle una oportunidad a las demás obras que se estarán publicando durante este mes, si son amantes del Kaisoo les invito a pasarse por el perfil de -dkilxo para encontrar ahí la lista de lectura con los fics del fest.

¡Muchas gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro