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Cap.19.: ¡Hemos ganado!

Soltándose de ellos, ya los tenía en frente. Eran unos diez contra uno. ¿Quién ganaría? Que pasase lo que tuviese que pasar.

Los nueve soldaditos que respaldaban al mamonazo este fueron todos a por ella. Se lanzaron encima suya y, creyendo que ya la habían vencido, se levantó furiosa y los tiró a todos al suelo.

Aquí fue que el primero trató de golpearla. Le dio un puñetazo y le tiró al suelo. Sin cansarse, volvió a atacarla, ahora con su rifle, pero de un sólo movimiento se lo quitó de los brazos y le golpeó en la cara con éste. Sin detenerse, tiró el arma lejos y le pateó en la barriga. Todavía con fuerzas para atacarla, se lanzó a su pecho tratando de embestirla y, sin saberlo, ella le empujó al suelo y, una vez de espaldas, tomó ambo brazos y los estiró hasta romperlos. Uno menos.

El segundo, ni fuerza le bastó para vencerle. Sin que lo supiese, le tomó de las piernas y los brazos y le alzó al cielo arqueándole hasta romperle la columna. Otra bolsa de basura que tirar.

El tercero, se lanzó a su cuello cayendo ambos al suelo. De un sólo gesto, tomó su cuello entre su brazo y presionó con fuerza hasta dejarle sin aliento y torcérselo hasta romperle el cuello y matarle.

El cuarto fue más agresivo. Le dio una patada en la espalda que la mandó directa al suelo una vez más. Pero en la que sacó su navaja, la muchacha la tomó entre su brazo arrebatándosela y, tembloroso, él trató de levantarse. Se echó hacia detrás a medida que ella avanzaba. Al caerse al suelo, lo único que nuestra compañera hizo, fue clavarle el arma en su pierna dejándole inmóvil en el suelo.

Con el quinto lo tuvo menos difícil. Éste se lanzó ante ella haciendo gestos patéticos para intentar meterla miedo. Pero al acabar, intentó golpearla con el puño y ella le dio una patada en sus partes de tal forma que le tiró al suelo.

El sexto era el más corpulento. Le costó más esfuerzo derrotarle, pero no se le hizo imposible. Embistió contra su pecho dejándola herida y, al siguiente ataque, sin ella poder verlo, la tiró de nuevo al suelo. Pero como a esta chica le sobraban ovarios, al tratar de patearla, ella usó sus pies como muelle y le lanzó al suelo. Se levantó y le dio una patada en su cráneo que dejó inconsciente al bola de sebo.

El séptimo era un pobre pringado al que ni ella tocó. Su propia víbora se encargó de morderlo y matarlo al instante. Darko sonrió pícaramente a la serpiente y le señaló uno de los soldados muertos para señalar la recompensa del animal.

El octavo y el noveno eran gemelos que solitos se dejaron vencer. Pelearon por quién la atacaba primero y ella tomó las cabezas de ambos y las chocó haciendo que los dos quedaran igual de malheridos que el resto.

Ya sólo quedaba uno... A ese le teníamos ganas ella y nosotros.

-Ahora que tus soldaditos no están para protegerte, vamos a dejar las cosas claras-Empezó haciendo crujir sus nudillos, por mientras, su ofidio se acercó a mí y me dio mi ropa y la de los otros la cual había conseguido localizar, la acaricié la cabeza agradeciéndoselo.

-Tranquila que si crees que te temo, estás equivocada. Puedo vencerte sin necesidad de esos idiotas. No tengo problemas contra una veinteañera como lo eres tú-Le dijo, cómo se contradecía él solito, si sus piernas estaban temblando... Menudo personaje.

-Entonces, pelea. Lucha si de verdad no necesitas la ayuda de nadie y acabemos con esto de una vez por todas-Un frente a frente épico, memorable, histórico... Vamos, Darko, acaba con él de una vez.

-Cómo tú desees, querida aliada-Ahora sí, hora de decidir quién muere y quién sobrevive.

La tomó de la camiseta y la lanzó al suelo. Se avalanzó sobre ella y la tomó fuertemente del cuello, intentando estrangularla, ella se defendió con un puñetazo que le tiró al suelo. Se sentó sobre su pecho y comenzó a golpearle en la barriga. Tomó al malnacido entre sus manos y lo tiró fuertemente contra el suelo, causando que su cabeza se golpease fuertemente. Se levantó y se dirigió hacia nosotros pensando que ya había finalizado.

Pero entonces la tomó del tobillo derecho y la tiró al suelo. Agarró sus muñecas y comenzó a estirar sus brazos intentando romperlos. Como pudo, ella se defendió e intentó quitárselo de encima. Pero falló y sólo se quedó boca arriba en frente suya. Cubrió su rostro de ser golpeado con los brazos pero él los retiró con brusquedad haciendo que ella sintiese dolor en los hombros.

Aprovechó y sacó de su bolsillo una navaja para tratar de acuchillarla. Ella trató de hacer lo mismo, mas no le dio tiempo y el machete, mucho más grande que el suyo, atravesó su estómago.

Intentó quitárselo de encima, pero no tenía fuerza suficiente. Al conseguirlo, se dio la vuelta para tratar de levantarse. Ésto hizo que el otro aprovechara y la rajase en la espalda de lado a lado, ocasionando que se cayese en el suelo boca abajo. Malherida, volvió a ponerse con sus ojos mirando a ese puñetero y pidió piedad. Pero él no escuchó y alzó su gigantesca hoja apuntando a su corazón. En ese momento, creíamos que estaba muerta...

Pero un sentimiento en mí de valor y odio se apoderó e hizo que, vestido únicamente con mis pantalones, me lanzase a él.

Aún con las cadenas, intenté quitarle de encima suyo pero él me empujó fuertemente. Tuve el tiempo suficiente para levantarme y, con la cadena que unía mis muñecas, tomarle del cuello. Le sostuve fuertemente sin dejarle escapatoria.

-¡Ahora, Darko!-La llamé para que fuese ella quien le diese la sentencia, tenía un buen presentimiento.

Y entonces, con el cuerpo del coronel agarrado por mis cadenas, Darko se arrastró hasta él y, con el mismo arma que ese idiota usó... La llevó directa a su corazón.

Ella rajó fuertemente hasta hacer que agonizase y no le quedasen más fuerzas. Le dedicó una última mirada de odio sin soltar el arma.

-Heil... Hitler... Mein... ¡Führer!-Dijo como mensaje final, apartó el cuchillo de ahí y, al fin, este imbécil se marchaba al infierno.

Le solté y, con un objetillo metálico que había en el suelo, me solté yo sólo. Nos miramos y pude notar cómo su ojo se humedecía y se achispaba.

-James... Me has salvado la vida... Eres mi héroe...-Me dijo, la dediqué una sonrisa y tiré las cadenas lejos sin dejar de mirarla.

-No, Darko. Eres tú la que de verdad nos has salvado. Gracias a ti, estamos vivos-La dije, dejó escapar una lágrima y la tendí mi mano izquierda para que se levantase.

Se limpió su lágrima y me tuvo en frente. Me miraba con ese ojo tan avivado y reluciente. Yo me encogí sintiéndome avergonzado por cómo me miraba.

-Bueno... Esto es raro...-Comenté con una risa nerviosa, me sentía intimidado y no sabía por qué, pero... No me incomodaba, la verdad.

-Siempre me ha gustado lo raro-Me dijo, y tras unos segundos de volver a mirarla... Me besó.

No me lo creía, mis ojos aún seguían abiertos y yo no respondía. Finalmente, la devolví el gesto y nos separamos. Yo sonrojado y ella todavía mirándome de esa forma tan viva y alegre.

-No lo habría conseguido sin ti. Eres increíble, James-Me dijo, aquí fue que soltó mis manos y se dirigió a los chicos.

Los soldados que aún seguían allí la miraron aterrorizados. Ella les sonrió maléficamente y justo su cobra apareció para ahuyentarlos una última vez y dejar que se marchasen de allí.

-Buena chica-Dijo acariciando sus escamas, el animal acarició dulcemente su mejilla, qué tiernos-Vamos a casa-Concluyó soltando a los muchachos.

Y así fue, como la batalla, por fin, había finalizado...



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