II. Tiempos y creencias.
Desperté en medio de una oscuridad abrumadora.
Al abrir los ojos y no poder vislumbrar nada, temblé. La oscuridad me traía malos recuerdos, memorias que había bloqueado por mucho tiempo y que me azotaban cuando el color negro abundaba alrededor de mí.
— ¿Layne? —llamé, mi voz sonando desesperada y temblorosa— Layne —repetí, ¿dónde estaba? ¿Me había dejado?
Tanteé alrededor de las sábanas pero no encontré un celular o algo que pudiera ayudarme a disipar el color oscuro que me estaba afectando de sobremanera.
Mis piernas hicieron esfuerzos para bajarme de la cama, pero un movimiento en falso hizo que cayera de bruces al suelo y que gritara por el dolor en mis rodillas.
Luz, sólo quería un poco de luz.
Abracé mi cuerpo por instinto, no estaba Layne, pero sólo necesitaba sentir un poco de protección.
Entonces la puerta se abrió de repente y las luces se encendieron, Drew estaba caminando hacia mí con el rostro lleno de preocupación.
—Ax, ¿te encuentras bien? —Me levanté del suelo con su ayuda y me senté en la cama aún con la respiración errática, él puso su mano en mi hombro— ¿Te hiciste daño?
Fue cuando me di cuenta de que no estaba en mi departamento sino en casa de Drew, y de que estaba aquí por huir de Layne de alguna u otra manera.
—No, yo... Sólo me golpeé, no es nada, estaba intentando encender la luz para ir al baño, estaba muy oscuro —le expliqué, asintió con la cabeza.
—Perdón por dejarte la luz apagada, lo olvidé —se disculpó, le resté importancia con mis manos—. Iré a acostarme, llámame si ocurre algo —asentí con la cabeza.
Caminó a la puerta para salir de la habitación, pero antes de que atravesara el marco lo llamé.
—Drew.
— ¿Si?
— ¿Aún tienes la camisa de Layne que dejé la última vez aquí? —inquirí, él asintió y la buscó en cuestión de minutos.
Cuando la tuve puesta se sintió como si el peso de los momentos anteriores disminuyera un poco, sólo respirando el olor a vainilla que era una de sus características que me enloquecía.
—Le llamaré en la mañana —comenté, él asintió orgulloso.
—Espero que todo esté bien luego. Duerme bien, Ax —deseó Drew antes de salir, sin apagar la luz, cosa que agradecí grandemente.
Y claro que dormiría bien, si mis fosas nasales estaban empapadas de su olor.
Mi segundo despertar había sido mucho mejor, la luz del sol se estaba colando por la ventana. Amaba la claridad de la mañana cuando no me jodía el sueño.
Me cepillé y bajé con el cabello atado en un moño, según el reloj de la habitación eran las ocho de la mañana, así que no estaba mal.
—Buenos días, señora Glen —saludé a la mamá de Drew, ella me sonrió con sorpresa.
—Hola, Ax. No sabía que habías venido ayer, te ves adorable con ese moño —halagó, yo sonreí—. Les preparé desayuno, está en la mesa.
—Miles de gracias —agradecí, caminando a la mesa. Andrew estaba sentado desayunando—. Hey.
— ¿Dormiste bien? —preguntó, le dije que si mientras me sentaba.
Me preguntó sobre la universidad mientras comía, contesté calmadamente, le hablé sobre lo estresante que era idiomas a veces, él se rió. Drew se había graduado dos años atrás en diseño gráfico y trabajaba como el CEO de diseños de una cadena de comida conocida.
—Deberías ir a Francia a encontrarte una de esas bonitas chicas francesas —sugirió, yo reí—. O un chico alemán, joder, los alemanes son divinos.
—Sería genial si estuviera aprendiendo uno de esos idiomas —comenté—, lo siento, Drew, sólo español, italiano, griego, irlandés y mandarín para mí —encogí los hombros, él se rió.
—Por algo a muchos dioses griegos se les dota de gran belleza, ¿no? Cuando viajes tráeme uno de ellos.
—Lo pensaré.
Al terminar de comer me encargué de lavar los platos mientras Drew limpiaba la mesa. Cuando ya no tuvimos ocupaciones, subí a la habitación donde había dormido la noche anterior, tomé mi celular y le marqué.
Me asustaba un poco que no contestara, y es que al oír su tono de voz sabría mejor las cosas que con sus palabras, podía decirme que me amaba durante horas enteras, pero si su voz sonaba rasposa y un poco más exagerada sabría que mentía.
Luego de un buen rato en el repique constante, contestó. Creí haberle despertado, pues tardó un poco.
—Hey —saludó monótonamente. Si hay algo que a veces no podía descifrar era cuando usaba esa voz monótona que me dijo había practicado mucho en la primaria.
— ¿Te he despertado? Si es así lo siento, puedo llamar luego —ofrecí.
—No, estaba ayudando a mi hermana con algo, tranquilízate —pidió— ¿Desayunaste ya?
—Sí, ¿tú lo hiciste?
—Sí.
Un incómodo silencio se apoderó de nuestro ambiente, aún así sólo estuviéramos comunicándonos mediante una línea telefónica.
— ¿Podemos hablar? —Pregunté, hizo un ruido nasal aceptando— ¿Por qué el departamento está sin muebles?
— ¿Qué? —Su exclamación estaba llena de confusión— ¿De qué estás hablando? El departamento no está sin muebles, Ax.
—Anoche llegué y el eco que se oía en la estancia no fue normal, no me atreví siquiera a encender la luz, si se oía vacío se vería peor.
—Los muebles están en el pasillo de las habitaciones, están allí pues había ido a limpiar el piso en la tarde y necesitaba espacio libre para llevar a cabo mi cometido. Una vez más, sacando conclusiones apresuradas —renegó, bufé.
—Una vez más, haciendo las cosas sin avisar —usé mi propia versión, un sonoro quejido salió de sí.
De nuevo el silencio siendo intermediario entre lo que éramos, una parte de la historia que hacía que pensáramos de sobremanera a veces.
— ¿Crees que estamos bien? No ahora en este momento, más bien siempre. ¿Crees que estábamos bien incluso antes de pelear y que me fuera? Responde con sinceridad, porque de esto depende lo que va a pasar —dijo, yo pensé durante unos segundos antes de responder.
—Creo que no tenemos una dirección fija y eso nos pone en duda casi siempre. Porque somos una pareja seria que comparte residencia, que comparte sus gastos, que lleva dos años saliendo. Pero al mismo tiempo tú haces cosas que nos afectan a ambos y no lo dices hasta que nos damos cuenta. Y yo suelo sacar conclusiones apresuradas que nos ponen en aprietos y hacen los problemas ver más grandes de lo que son. Entonces tú sales y no me avisas donde estás, y me preocupo. Entonces yo desaparezco de repente y no sabes de mí a menos de que sea por mis amigos. ¿A qué dirección vamos si no nos dedicamos de lleno?
—Nos falta responsabilidad con la relación la mayoría del tiempo, no nos decidimos por lo que queremos, nuestras decisiones cambian como si fuéramos colegiales que no pueden elegir su carrera universitaria.
Layne y yo cuando decidíamos hablar sobre nuestra relación poníamos las cartas sobre la mesa. Allí no cabían insultos, gritos u ofensas graves, ya habíamos pasado por ello antes como para castigarnos severamente en vez de buscar cambiar. Podíamos mantener una conversación sobre las problemáticas sin estar a la defensiva.
—Deberíamos darnos un tiempo —sugerí, inmediatamente se negó.
—He oído eso muchas veces, Ax, cada vez que las parejas se dan un tiempo acaban terminando con las relaciones. Es sólo un término dulce para que duela menos. Si quieres que terminemos, dilo sin más, las ilusiones falsas no van conmigo y lo sabes completamente bien.
—Es que no quiero terminar contigo. Es que a veces no sé lo que quiero y no sé la manera en la que quiero estar contigo. Y no mereces una estadía de a ratos, Layne. Tú mereces estabilidad. Pero me he acostumbrado tanto a ti y al tiempo que compartimos que acabar con esto de golpe es impactante. Porque me gustas, te amo, te respeto y te valoro. Me gustas como amistad, como persona, como pareja, creo firmemente en que si nos decidimos por lo que queremos y le ponemos el empeño necesario a la relación podemos elegir una vía.
— ¿Pero estamos preparados para hacerlo? Ax, también te amo y adoro los aspectos en los que te desenvuelves, y estoy de acuerdo contigo en lo de decidirnos. Pero no es algo que podamos hacer si estamos en constante contacto como lo hemos estado siempre, porque seremos afectados por las actitudes que hemos traído desde que empezamos juntos, y creo que para tomar una decisión como pareja primero debes tomarla contigo al igual que en mi caso.
— ¿Qué sugieres entonces, Layne?
—Sonará idiota y bastante contradictorio —rió, yo reí también.
— ¿Quieres un tiempo? —pregunté.
—Definitivamente. No tomarnos un tiempo de la relación en general, sino solo para decidir, ¿me entiendes?
—Lo hago. ¿Te seguirás quedando donde tu madre?
—Estaba pensando en que nos mantuviéramos alejados del departamento mientras decidimos.
—Me parece bien. Espera... hay algo que no entiendo, ¿Seguimos en una relación?
—Creo que hasta que tomemos esa decisión.
—Si piensas que está bien, lo está.
— ¿Te hablo luego?
—Vale —aceptó— Ten un buen día.
—Tu igual, Ax.
Al momento de finalizar con la llamada, salí de la habitación, Drew estaba sentado en el pasillo leyendo un libro.
— ¿Hablaron? —me preguntó, asentí.
—Nos estamos dando un tiempo para tomar una decisión sobre nuestro futuro.
— ¿Sobre si seguirán juntos o no?
—Sobre si seremos una relación seria o sólo dos personas que pasan el rato de vez en cuando.
— ¿Estás bien con esto?
—Me alegra que nos estemos dando cuenta de nuestros errores y que por fin hagamos algo por nuestro futuro como pareja.
—Piensas con profundidad cuando sientes que perderás algo, ¿no? No cambias, Ax —comentó haciendo referencia a la cantidad de veces por las que pasé por situaciones parecidas.
—Perder cosas importantes por estupideces mías es algo que me asusta, y no me doy cuenta hasta que me acerco al abismo.
—Regular las estupideces que haces es parte de crecer y madurar. Tienes 22, Ax, te falta camino por recorrer.
—Espero no arruinarlo, ¿imaginas que sea alguien de la tercera edad sin gente alrededor por haber sido tan cabeza hueca?
—Lo dudo, me tendrás a mí gritándote a cada rato, lo verás.
—Espero tener también a Layne volteándome los ojos. Me encantaría.
—Hallaste el placer en el castigo, ¿eh? —rió golpeando mi hombro con su puño, yo reí.
—Con Layne, claro que sí.
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