16•
Namjoon x Jin.
Minho era el recepcionista, encargado, sobre todo, de filtrar llamadas y visitas.
— Pasa algo Minho— Preguntó Nam luego de ver al chico deambular por el pasillo.
— ¡Que es la hora de irse, eso es lo que pasa!— contestó él, con su habitual sentido del humor— . Pensé que habias dicho que tendríamos un fin de semana tranquilo.
— Y así es. ¿Qué ocurre?— sonrió Nam.
No solía bromear con sus empleados, pero Minho era una fuerza de la naturaleza. Además de encargarse del teléfono y las citas externas, era el payaso de la empresa y el organizador de fiestas. Un par de años atrás incluso había añadido en su descripción de actividades: Alegrar la vida de los empleados. Y merecía la pena haberle dado un aumento de sueldo, pensó Nam. En la oficina había un ambiente estupendo y sus empleados formaban un buen equipo que solía llevarse bien a pesar de tener personalidades diferentes.
— Es el cumpleaños de Jin por si nadie se acuerda— siguió Minho— . Y vamos a invitarlo a cenar. Así que, a menos que tengáis que hacer algo horriblemente urgente, nos vamos. De hecho, ¿Por qué no te relajas un poquito y vienes con nosotros?
— No, gracias— contestó Nam automáticamente — .Eso podría inhibir a la gente.
— Qué tontería— replico Minho— .Si cambias de opinión, estaremos en el pub woon. Hemos quedado a las ocho.
— Diviértanse — sonrió él.
El cumpleaños de Kim Seokjin, Nam sacudió la cabeza. Llevaba años trabajando para él, desde que abrió la agencia. Era su persona de confianza...y ni siquiera sabía que fuera su cumpleaños. Nam se encogió de hombros. Eso era parte del trabajo de Minho, recordar los cumpleaños de todos sus trabajadores. Enviaba tarjetas de la agencia en las que él ponía su firma cuando Minho se las colocaba bajo la nariz y organizaba comidas o cenas para celebrarlos. Aunque él nunca había ido…
El intercomunicador volvió a sonar.
— Dime.
— El señor Min ha puesto dinero en la cuenta de la agencia. Empezará Taehyung a trabajar el lunes, a las nueve. — le dijo Jin— . Si no necesitas nada más, me voy.
— No, gracias. Nos vemos el lunes.
— Que tengas un buen fin de semana, nos vemos el lunes.
— Oye, Jin.
— ¿Sí?
— Feliz cumpleaños.
— Ah— parecía sorprendido y contento. Nam agradeció que Minho se lo hubiera recordado— .Muchas gracias, señor Nam.
— Te cantaría el cumpleaños feliz, pero lo lamentaríamos los dos.
— Haremos como si ya me lo hubieras cantado— Sonrió Jin— A ver…Oye, qué bonita, gracias por la hermosa serenata— Río, con aquella risa suya, tan ronca, tan sexy.
Le gustaba hacerlo reír, aunque lo hacía en raras ocasiones. Jin era una de las personas más serias que había conocido nunca. Cuando había un problema en la agencia, se concentraba por completo. Y en su trabajo, solía haber muchos problemas.
— Qué te diviertas.
— Gracias, tú también.
Namjoon se quedó un momento mirando el intercomunicador, deseando que Jin no tuviera que, marcharse. Pero era una tontería. No seas ridículo, Namjoon, no pensarás liarte con un empleado tuyo. Eso, asumiendo que Jin estuviera interesado, claro. Que él supiera, nunca había salido con nadie de la agencia. De hecho, no recordaba que hubieran hablado nunca sobre su vida personal, de modo que no sabía si salía con alguien o no. Era soltero cuando lo contrató y estaba casi seguro de que seguía siéndolo. Ningún hombre aguantaría que trabajase tantas horas. Estaba con él más tiempo del que estaba en su casa, suponiendo que realmente fuera homosexual.
Iba camino a su casa cuando la idea apareció en su cabeza. ¿Por qué no? Minho te ha invitado, se recordó a sí mismo. Iría aquella vez para ver por qué todo el mundo hablaba tanto de los cumpleaños que organizaba Minho. Y porque era Jin. Después de todo, era la segunda de a bordo y debía reconocer de algún modo el buen trabajo que hacía. Decidido, Namjoon se dirigió a la avenida Seuíl, donde sabía que estaba el pub Jiminwoon. Mientras estaba parado en un semáforo, miró su reloj. Las nueve y cuarto. Llegaba muy tarde, pero era mejor. Así, sus empleados verían que solo había pasado por allí un momento a felicitar a Jin, no para estropearles la fiesta. Además, ya habrían terminado de cenar. Aparcó frente al pub y acababa de entrar por la puerta cuando los vio. Los empleados de KN ocupaban tres mesas.
Era como si le hubieran pegado un puñetazo en el estómago en cuanto vio a Jin, nunca lo había visto vestir trajes.
— Hola, Jin. – Lo saludó, haciendo un esfuerzo sobrehumano para actuar con normalidad— Feliz cumpleaños. Otra vez.
— Te has perdido la tarta.— dijo alguien.
— No pasa nada.
Nam seguía mirando a Jin, incapaz de entender como su eficaz y serio asistente se había convertido en aquel pedazo de hombre tan guapo. Y estaba irresistible, en lugar de la típica camisa ancha, llevaba un traje negro. Jin lo llenaba a la perfección y estaba seguro de que no hacía ejercicios.
— ¿No tienes nada que decir sobre la transformación de Jin?— preguntó Minho— Nosotros hemos pasado a su lado sin reconocerlo.
— Yo habría hecho lo mismo— consiguió decir Nam, apartando los ojos de las caderas de Jin.— Menos mal que no va a la oficina así o tendríamos a los clientes haciendo cola para verlo.
Cuando él le devolvió la mirada, había un brillo de burla en sus ojos y Nam casi podía traducir lo que estaba pensando. Entonces empezó a sentirse un poco más cómodo. Había cambiado su exterior, pero seguía siendo el mismo; la persona con la que tenía una increíble para comunicarse sin palabras.
— Tal vez deberíamos irnos ya, es tarde.— Murmuró Jin al ver el reloj de su muñeca.
— Jin, hay algo que necesito decirte.— Nam sostuvo su brazo por poco tiempo, la persona que pasó por detrás de Jin lo empujó con brusquedad haciéndolo caer sobre el pecho de Nam.— ¿Te puedes disculpar al menos?— Cuestionó furioso a la otra parte.
— Ya déjalo, no pasa nada.— Dijo Jin aun sobre él.— Creo que deberías soltarme, tus manos no han agarrado mi espalda precisamente. — Nam no entendió lo que Jin decía hasta se percató de que sus manos agarraban las nalgas de Jin.
— L— lo siento.— Se alejó rápidamente de él.
— Ok, ya me voy.— Jin se volteó en cuanto sintió sus mejillas arder.
— Entonces, nos vemos el lunes…— Nam no pudo ni siquiera decir lo que quería. Aquel chico había salido corriendo literalmente de su lado.
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