11•
— Las armas ¿Llegaron en buen estado?
Preguntó Jungkook en cuanto entró a la oficina de su socio. Este se encontraba con las manos metidas en los bolsillos, señal de cierta molestia causada por algo ocurrido recientemente, algo que Jeon desconocía, ya que no se habían encontrado luego de que este regresara de su viaje de China, hace a penas dos días.
— ¿Con quién estuviste en China?
Quiso saber el hombre poniéndose de pie, aún manteniendo su mirada fija en Jungkook, el cual no la apartó ni un segundo de este, vio como sus manos hacían ligeros movimientos lejo de su arma y por un segundo podría sentirse tranquilo. Pero luego de que este se llevara a la boca una de fresas achocolatadas de su estante favorito, agarró de un ágil movimiento su pistola que se yacía a un lado de su brazo derecho, razón de más para hacer que Jeon también mostrara la suya en un intento de supervivencia.
— Oh vamos Yoongi. Nos conocemos desde hace años ¿Qué estás haciendo?
Min cerró los ojos con cierto grado de incomodidad, era cierto, Jungkook y él se habían conocido hace bastantes años atrás en un hogar de acogida, desde ese entonces, forjaron una buena amistad y no solo eso, también un negocio bastante turbio del cual ambos eran dueños y partícipes de esto. Jungkook se cortaría un brazo antes de traicionar a su amigo y viceversa. Una amistad tan oscura, pero basada en la confianza y la lealtad no sería quebrada jamás por nadie de afuera, se podría decir que ese particular aprecio que se tenían se debía a los lazos tan fuertes que los unía, el pasado, más un dolor mutuo que nadie podría descifrar y aún así, ellos lo compartían.
— ¿Con quién carajos fuiste a China?
— Con un chico de compañía. Lo contraté hace unos días como un falso novio. ¿Qué pasa con él?
Yoongi dejó el arma a un lado para nuevamente ocupar su lugar, se llevó una mano a la frente la cual golpeó con fuerza, algo que provocó en Jeon fascinación, este hombre no le temía a nada, mucho menos así mismo.
— Lu Han canceló el contrato con nosotros, las armas jamás llegaron al puerto coreano, según una de sus fuentes fuimos traicionados.
Jungkook literalmente enmudeció, él mismo se había encargado de firmar ese contrato con los chinos, personalmente, se había encargado de que sus hombres mantuvieran una amplia vigilancia mientras eso ocurría, así este tipo de contratiempos no pasarían jamás. Pero claramente tenían a un desleal trabajando para ellos.
— Escucha Yoongi, no hay manera de que ese prostituto pudiese decir nada. Él estuvo todo el tiempo en un lugar mientras yo acordaba todo con SongKan, te doy mi palabra de que está completamente limpio.
— Puedes hacer con tu vida lo que te dé la gana, pero nuestro negocio es intocable, sabes mejor que nadie el maldito esfuerzo que le hemos puesto, hay mucho dinero en juego y nuestras vidas.
— Ya cálmate.
Jungkook apoyó las palmas de su mano en el escritorio de Yoongi y con seguridad lo miró a los ojos. — Sabes que no confío en nadie, pero esta vez pongo las manos en el fuego por ese chico.
— ¿Ya lo traes loco?
— Algo me dice que estaría dispuesto a cualquier cosa por mí. — Lo dijo muy seguro de la misma confianza que tenía hacia Yoongi. — Solo debo asegurarme de que no le pasará nada, no puedo cargar con otra muerte.
— Es eso, o es que. ¿Te está gustando demasiado?
Jungkook sonrió de lado.
— Es una preciosidad. Oh dios, me encanta, pero nada más.
— Tienes que darme el contacto de esa agencia, quiero uno para mí.
— Sí claro.
***
Hace tanto tiempo que Jimin no dibujaba o preparaba unos planos para su antigua galería. Ahora que estaba desempleado tendría tiempo de sobra, y esa noche quería hacer lo que tanto amaba.
Miró sus planos, a pesar de todo había logrado terminarlos aunque estuviese hecho un manojo de estrés y desesperación.
Apagó las luces del comedor y sala para luego ir a verificar que la puerta principal y trasera estuvieran cerradas correctamente con pestillo. Aunque fue verificando esa última, escuchó sonidos extraños provenientes del patio trasero. Llevaba años viviendo en aquel apartamento y nunca había sentido un ruido antes, mucho menos le importaba salir al pateo viviendo en el segundo piso de aquel edificio de creación tan extraña.
Y no habría prestado la más mínima atención a no ser porque repentinamente un escándalo de cosas cayendo por montones se desató, casi de inmediato una ola de ladridos de los perros vecinos también estalló.
Jimin miró aquello como algo inusual y sumamente extraño, no quería ahondar mucho en el tema, no obstante la curiosidad picaba bastante. En especial porque sonaba demasiado cerca de su propio patio, también porque no tenía la más remota idea de quién podía hacer tantísimo bullicio a tales horas de la madrugada.
Siendo cauteloso en todo momento, abrió la puerta, tratando de no hacer el más mínimo ruido, de tal forma que si era algo peligroso, él pudiera salvaguardarse de vuelta en la seguridad de su casa.
Miró hacia fuera, poniendo especial énfasis en la zona de su terreno, pero al menos ahí, no había nada ni nadie. De hecho, el ruido venía más hacia la izquierda, así que manteniéndose cauto se animó a caminar hacia esa dirección.
Más seguía sin ver nada, únicamente podía escuchar el sonido de metal arrastrándose junto a un montón de siseos rabiosos, todo agudizado por el constante ladrido de los perros.
Una vez cerca pudo vislumbrar la silueta oscura de algo, mejor dicho de alguien caminando maniaticamente mientras desenredaba montones y montones de lo que parecía alambre de púas.
Su pésima vista y la escasez de luz no le permitía apreciar de quien se trataba, por lo menos hasta que se acercó más y alcanzó a escuchar lo que parecían ser frases incoherentes.
— Ah, eres tú… — murmuró más para si mismo que para Jungkook, que era el responsable de semejante escándalo.
Este estaba en un claro estado de histeria, montando filas y filas de alambre alrededor, o al menos lo intentaba ya que su evidente temblor en las manos no se lo permitía. Jimin por su puesto no notó ese detalle y terminó rompiendo aún más la distancia.
— Oye, son las tres de la mañana. Los vecinos puedes llamar a la policía, señor Jeon.
— ¿En dónde te encontrabas tú, en el momento que fui a hablar con un amigo? ¡Te hice una pregunta! —estalló Jungkook, sin motivo ni razón aparente, levantando la voz.
Jimin abrió los ojos enormes, sintiéndose algo más que escéptico, paralizado con semejante situación. Pronto en cuestión de segundos, Jungkook lo empujó más y más, de atrás hacia en frente sacudiéndolo con algo que únicamente podía describir como saña, mucha saña.
— ¡Responde!
— Oye, basta. —intentó zafarse, estaba siendo lastimado, lastimado en serio— ¿Qué le pa…?
— ¿Nos seguiste al balcón ese día? ¿Cierto? — atajó Jungkook, riéndose de una forma que heló la sangre de Jimin y activó todo sentido del miedo en él.
— No…—siseó, ejerciendo aún más resistencia— ¡N-no sé de qué me habla! —intentó empujarlo, pero la fuerza del otro hombre era malditamente descomunal— Por Dios, sueltéme.
— Más te vale que digas la verdad, tu vida puede estar corriendo peligro, así que habla de una maldita vez.
— ¡Sí, sí los seguí! Quería saber lo que pasaba pero no entendí nada de lo que hablaban y tampoco me importa saber su negocio señor Jeon, solo quiero seguir adelante con nuestro trato.
Jungkook lo miró a los ojos, aquel diminuto ser no sería capaz de delatarlo, a menos que quisiese morir.
— ¿Te creo?
— Le dije ¿No? Haría cualquier cosa por usted.
— ¿Qué parte de no te enamores no entendiste bien?
Jimin apretó la mandíbula con fuerza a la misma vez que tragaba en áspero.
— No estoy enamorado de usted, solo necesito el dinero.
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