09•
El cuerpo íntegro de Jimin sufría por el inquebrantable choque de su dorso contra la madera y el insensible vidrio del tocador. El ritmo crudo, constante de embestidas simuladas por arriba del ropaje estaba ahogándolo, de su boca no salían más que lloriqueos intermitentes y faltos de aliento debido al peso de Jungkook , que suplicaba por abatirlo; el aire entre besos era insuficiente, tan ardiente, tan jugoso que calentaba, escasamente entraba en contacto con su nariz.
Difícilmente era capaz de ventilarse.
Quedaba tembloroso, debilitado, en constante disputa contra la dificultad, pretendiendo con todos sus impulsos no derrumbarse de aquel estúpido aparador donde era incrustado una vez tras otra pretendiendo realmente acoplarse al ritmo furioso, tosco que le era impuesto, forzándose a responder del mismo modo, pero era improbable. No sólo era sensible ante al carácter arbitrario que Jungkook utilizaba para someterlo, también escaseaba de práctica en el trato bruto del cual no estaba acostumbrado.
La intimidad para él siempre fue igual, sabía concretar un punto de inicio y un final, pero con Jungkook ... con él no podía distinguir ni su propio seudónimo. Era tan inestable e impredecible y le tocaba con tanto apremio, tanta urgencia que parecía bestia necesitada agrediendo a su presa; rasguñaba, rezongaba de la misma forma mientras tiraba enérgicamente de su ropa, pretendiendo arrancársela de un tirón mientras sus manos grandes y toscas ejercían intensa presión, comprimiendo sus extremidades.
Era una tempestad de emociones discordantes donde sufrimiento, recelo y codicias se entremezclaban para dar lugar a una extraña emoción de delicia y gozo. La avidez con la que ese hombre probaba su piel, relamiendo con destemplanza la inexistente manzana de adán que poseía, arañando y mordiendo de forma inclinado del cuello hasta sus hombros semidesnudos, olfateando y humedeciendo la esencia de su cuerpo, aun por encima de la ropa como si intentara memorizarla o interpretarla, era algo realmente impresionante.
— Por f— avor. — Se las ingenió para articular, apenas un instante antes de perder la cabeza.— Llévame a la cama. — gruñó en repetidas ocasiones, moviendo trivialmente cuando la presión ejercida sobre él resultó demasiada y le hizo sentir que agrietaría el espejo si Jungkook continuaba empujando sus caderas hacia atrás, pero aquello era lo de menos.
Lo que verdaderamente hizo estallar a Jimin en pánico y suplicar de aquel modo, fue la imagen del otro hombre arrodillándose a la altura de su entrepierna, para sucesivamente enterrar el rostro ahí. Más que simple vergüenza por la evidente excitación aprisionada entre sus pantalones, Jimin no podía soportar la imagen de Jungkook mirándole sonriente desde abajo, con toda la perversión del universo tatuada en el rostro mientras rozaba tentativamente a los alrededores de su ingle, torturándolo a posta. No se requería de un alto grado de experiencia o inteligencia para suponer el rumbo de sus intenciones, bastaba verlo delinear con la punta de la nariz el penoso bulto existente entre sus piernas para adivinar lo que pretendía hacer.
Siendo completamente honesto, una parte de él no lo creía capaz, es decir, Jungkook no parecía ser la clase de hombre que hiciera aquello por nadie, pero la sórdida sonrisa que este le dedicaba mientras creaba un camino de besos en el bulto de su erección junto a sus ojos ennegrecidos de lujuria fijos en él, decían que sí era capaz, muy capaz.
Y Jimin palpitaba de ganas, porque aquel fragmento oscuro, lleno de descaro y curiosidad, quería también, en verdad quería a Jungkook en él. Sin embargo, la idea de admitirlo en voz alta o permitirlo siquiera, resultaba impensable ya que, nadie nunca le había hecho aquello.
— Aquí no — insistió una vez más en medio de un bramido, arqueándose y negándose a ver como aquellas hábiles manos alzaban sin dificultad alguna sus caderas y le bajaban el pantalón con envidiable prontitud, poniendo su estabilidad física y emocional en apuros, porque la tela deslizándose suavemente sobre su piel mientras desaparecía quemaba, raspaba como el infierno. — Por favor.
Pero ninguna de sus peticiones fue atendida.
En primer lugar, porque Jungkook estaba actuando por instinto propio, bajo su propio placer, influenciado por el egoísmo y la codicia de poseer todo, absolutamente todo de Jimin; de verlo estremecerse, de escucharlo jadear. Y segundo, porque no había ningún sentido racional en su mente capaz de detenerlo o cambiar el rumbo de sus acciones pues ahí, a su merced yacía la que a sus ojos era la más sublime obra de arte.
Resultaba impactante, casi doloroso para su orgullo admitirlo, pero nunca a lo largo todos esos años existió hombre o mujer capaz de encender un sentimiento tan repulsivo y enfermo como Jimin lo hacía, transformando hasta la última gota de su sangre en lava ardiente, enloqueciéndolo.
Era abrasivo, repugnante y lo odiaba, Jungkook odiaba a Jimin tanto como lo deseaba, finalmente se daba cuenta. No sólo era una herida, una mancha, una perpetua obsesión para él, también era la presea más hermosa, importante y deseada por todos sus demonios.
Tal vez por ello, la idea de arrodillarse ante él, desnudarlo y abrirle las piernas para hacerse espacio entre ellas resultó más erótico que humillante. La piel nevada de sus piernas era toda una odisea: tersa, tibia, deliciosa. Comenzó frotando su mejilla una vez tras otra en la zona por debajo de los muslos, memorizando la textura; lamió y mordisqueó, primero suave, luego fuerte, maravillándose con lo blando de esa carne, así como de las marcas rojizas en forma de media luna que resultaban de sus mordiscos. Eventualmente, sin darse cuenta, terminó enredando por completo las piernas de Jimin en su cuello, sumiéndose más y más en medio de estas, cada vez más cerca de la entrepierna.
Por la forma en que el otro ondeó la columna entera, restregando inconscientemente su excitación cerca de él, dio por hecho que ansiaba un movimiento de su parte, lo necesitaba. Logró advertirlo, Jimin estaba diciéndoselo desde arriba con ese gesto tan impaciente y lleno de sufrimiento, pero
Jungkook quería torturarlo un poco, sólo un poco más.
Así que, frotándose una vez más contra la delicada zona, fue subiendo y bajando, desviándose una vez tras otra de forma casi enfermiza, deteniéndose cada que llegaba demasiado arriba. No obstante, los jadeos irregulares de Jimin se transformaron en gimoteos agudos e incisivos que lograron destrozar la determinación de Jungkook ya que, esa voz suave, melodiosa, corroída por la urgencia era la viva reencarnación del pecado y él, como el más grande de los pecadores, no podía pasarlo por alto.
Después de todo, el anhelo de Jimin era su suyo también, porque ambos albergaban el mismo deseo egoísta.
Listo para dar tregua y un poco de alivio, Jungkook empezó un nuevo recorrido de besos desde la ingle hasta la polla semi erecta de Jimin que yacía apretada lastimosamente bajo la ropa interior. Estaba empapado, gloriosamente mojado, empujándose al frente con sus propias caderas en busca de alivio, un poco de fricción capaz de aligerar su tormento.
Jungkook , que era misericordioso, pasó la lengua por encima de la tela, a lo largo del falo hinchado y palpitante para después tomarlo por completo, dando un apretón experimental con los labios, simulando una especie de mordida blanda que hizo a Jimin sacudirse escandalizado, muerto de vergüenza ante el gemido lleno de satisfacción que escapó de su garganta.
— ¡Para! — chilló alto y ronco, posando una mano sobre la cabeza de Jungkook , buscando empujarlo— Para, para, para. — manoteó histérico, sintiendo como su equilibrio y estabilidad emocional colapsaban— Por favor, para.
— ¡Pft! — bufó Jungkook en medio de una pausa, apenas alejándose de donde estaba, posando su mirada en el rostro enrojecido de Jimin— ¿En verdad quieres eso? — ronroneó y sonrió como bastardo para luego frotar la mejilla ahí, usando descaradamente el miembro de Jimin como almohada, riéndose de la reacción única que este tuvo, ahogándose con su propia respiración— Lo supuse. — concluyó triunfante una vez comprobó, Jimin no era lo suficientemente capaz de articular alguna otra queja, no sin que la voz se le quebrarse de gozo a mitad de oración.
Y le encantaba que fuera de esa manera, que bastara una acción suya; una mirada, una palabra para someterlo y reducirlo a un sujeto sumiso incapaz de negarse a nada que él impusiera.
— Probablemente no lo sabes o nadie te lo ha dicho antes, ni siquiera yo. — habló con calma, valiéndose de ello para comenzar a deslizar fuera el bóxer esponjoso y molesto de Jimin, desnudándolo, exponiéndolo en su zona más sensible. — Pero eres perfecto. — prosiguió, sintiendo como la voz se le hacía más y más grave, según el pene de esa persona se alzaba húmedo, duro y necesitado justo frente a su cara— Mereces recibir placer. — murmuró bajando el volumen, hasta transformarlo en un murmullo distraído mientras daba ligeros toques con su lengua desde la base hasta la punta, ganándose un fuerte tirón en el cabello. Jimin había enredado los dedos ahí en un acto reflejo de defensa, pero lo ignoró. — Lo mereces todo. — reiteró por última vez, apenas un segundo antes de tomarlo en su boca.
Sin ninguna barrera de por medio.
Engulló todo de una, creando un sonido obsceno de gorgoteo que hizo a Jimin chillar y tirar más fuerte mientras se retorcía abrumado por la sensación viscosa y caliente de saliva cubriéndolo por completo. Jungkook nunca había hecho aquello, siempre era quien recibía, pero el instinto guiado por el aliento y su propia morbosidad le decían qué o cómo moverse si quería obtener determinada reacción. Afortunadamente para él, Jimin era sensible, demasiado a decir verdad y bastaba con masajear o succionar con fuerza para escucharlo gemir complacido; para verlo incapaz de canalizar los estremecimientos de placer que sacudían su cuerpo con violencia y forzaban a su boca a apretarse más.
Era un hecho irrevocable que Jimin jamás podría mirarse de la forma en que Jungkook lo hacía, era un hecho que nunca podría ver la belleza sutil, única que poseía; esa que nadie conocía y todos se empeñaban en negar. Jimin respiraba agitado mientras se mordía los labios y sus mejillas se tintaban en el más exquisito y brillante rubor; retorciéndose bajo su aliento caliente, revelando la sombra extraordinaria, sublime de su figura.
Jamás verían la cara del placer en su punto más álgido. Y estaba bien, para Jungkook estaba bien de ese modo, porque gracias a una tirada del destino, de la suerte, de lo que fuera, estaba disfrutando del edén que creyó perdido, una vez más.
Así que, si estaba fallecido y aquello era una ilusión, estaba bien también.
Demasiado pronto para su gusto, la saliva en boca de Jungkook comenzó a tornarse viscosa y más abundante, entremezclándose con un sabor agrio que le indicaba, alguien estaba cerca de la liberación; el pene endurecido comenzó a ponerse más caliente de lo que estaba en un principio, palpitando sobre su lengua de forma notoria, casi abrupta, pero contrario a lo que debía, que era detenerse, continuó, acrecentando el ritmo hasta un punto frenético que llevó a Jimin hasta el borde de un precipicio.
Su cuerpo ardía, ardía de la peor forma posible y no podía controlar las contracciones involuntarias que lo sacudían con vigor. Podía, escuchar, ver y sentir todo con excesiva nitidez, desde el constante, sucio gorgoteo de Jungkook subiendo, bajando a lo largo de su miembro, hasta la saliva escurriéndose más abajo de sus testículos, empapándolo por completo y era incómodo, penoso a un punto deplorable, pero se sentía gloriosamente bien.
Tanto que de su propia boca no salían más que incoherencias.
Estaba casi rozando con la punta de sus dedos el fuego precioso del orgasmo, cuando Jungkook se detuvo abruptamente, liberándolo con un vulgar que retailandés hasta lo más hondo de sus oídos y le hizo chillar de auténtica frustración porque había estado cerca ¡demasiado cerca!
— Lo siento. — le dijo Jungkook con voz pastosa, poniéndose en pie mientras se limpiaba el exceso de saliva en la boca con el dorso de la mano y le mostraba una expresión oscura, sensual de él sacándose la camisa y lanzándola a algún punto de la habitación— Pero no puedes ser el único divirtiéndose aquí.
Jimin apenas fue capaz de entender o racionalizar las palabras dichas, sus oídos zumbaban, todo en su interior, incluido su raciocinio estaba nublado por un manto vidrioso de lujuria que le mantenía flotando, temblando. Siquiera se quejó cuando volvió a la postura inicial, con Jungkook empotrando con fuerza contra el tocador mientras se bajaba la bragueta con urgencia y tomaba su pene erecto con el puño, liberándolo.
Por inercia o quizá no tanto, Jimin se relamió los labios secos, observando atento como el otro se masturbaba un par de veces, gruñendo aliviado, como si llevara mucho aguantándose las ganas de hacer aquello.
Esperó, miró y esperó, realmente esperó cualquier cosa a partir de ese punto, excepto la violencia con la que una vez más, a pesar de parecer imposible, fue azotado contra la superficie lisa del espejo, haciéndolo crujir de forma estrepitosa mientras Jungkook se restregaba contra él, amenazando con penetrarlo de un todo, sin contemplación.
— ¿Qué vas a...? — graznó, entrando en pánico apenas sintió la punta gruesa y febril del miembro de Jungkook abriéndose paso en su entrada, generándole el más insoportable dolor punzante que jamás había experimentado.
A pesar de intentarlo, no logró concluir su pregunta, un grito seco brotando desde lo más profundo de su garganta se lo impidió y por instinto, quizá en medio de la búsqueda de alivio, enredó los brazos alrededor de Jungkook , abrazándose a él en un gesto inconsciente.
— Lo siento. — le escuchó decir a la vez que, una lengua áspera recorría de forma indecente el hueco entre sus clavículas, avergonzándolo en sobremanera. Ascendía y descendía por su cuello hasta llegar a sus pezones, los cuales mordió y raspó con sus dientes, tirando impetuosamente de ellos, produciéndole aún más dolor. — Lo siento. — repitió, pero no sonaba en absoluto apenado, al contrario. — Pero tenemos que apresurar esto. — entonó y acto seguido, volvió a empujar dentro, pero sin llegar a penetrar por completo— No puedo aguantarme.
De nueva cuenta, Jimin gimió, mitad adolorido, mitad confundido. ¿Cómo se suponía que debía responder a aquello? ¿Qué se suponía que hiciera?
Nada.
Claramente en medio de toda esa brutalidad, Jimin no podía hacer mucho, por no decir nada, salvo aguantarse, cerrar los ojos y dejarse hacer como desde el principio, porque aunque Jungkook estaba lastimándolo, llenándolo de la más tormentosa inquietud con embestidas a medias y un montón de golpes resultado de su poco tacto, la sensación picante de su agujero expandiéndose sin cuidado, no era tan desagradable para sus sentidos.
Porque Jungkook estaba ardiendo de ansias, insoportables, terribles ansias por poseerlo.
A él, sólo a él.
Y eso le hacía sentir algo especial, debía admitirlo, quizá un poco orgulloso también por lograr encender un fuego tan destructivo en esa persona que solo veía como un objeto sexual . No obstante, y sin importar cuanto tratara, Jimin simplemente no conseguía ajustarse al furor del otro, siquiera podía creer del todo que un sujeto tan dominante e imponente como Jungkook actuara con tanta urgencia por alguien tan simple como él.
Pero esa forma de pensar poco a poco, según la rapidez con la que Jungkook metia y sacaba la punta, aumentando gradualmente la presión y fuerza, dilátandolo, fue esfumándose, hasta que de forma natural, no existió nada que no fuera la constante expectativa de cuándo sería el momento en que Jungkook decidiera meterlo todo una vez por todas.
Aunque no pasó, por lo menos no tan rápido.
Ya que, incluso si Jungkook moría de ganas, la visión hipnotizante que tenía al frente se lo impidió. Porque le gustaba: su pene contrayéndose mientras liberaba chorros y chorros de liquido preseminal, humedeciendo la entrada de Jimin mientras este, al sentir el líquido caliente y espeso se contraía también, llenándose de espasmos orgásmicos, provocando una imagen obscena, erótica difícil de ignorar.
Pero estaba cerca del borde y a menos que quisiera empezar desde el inicio, tenía que apresurarse, apresurarse aún más de lo que había hecho hasta ese punto.
No quería lastimar a Jimin, pero tampoco podía aguantarlo más, por lo que valiéndose de su fuerza, afianzó en agarre que mantenía por debajo de los muslos, obligando al otro hombre a enredarse contra él con sus piernas para de inmediato aprovecharse de la distracción del momento y concluir con el tortuoso preludio.
Y penetrarle de golpe, rápido, duro.
Lo escuchó bramar y de inmediato sintió que algo en él se desgarró, porque era la causa de su sordo lamento, pero la exquisita, maravillosa sensación de finalmente estar dentro de él, estaba por encima de cualquier culpa. Porque era apretado, caliente, un maldito milagro cada que conseguía deslizarse apenas un milimetro más, hasta el fondo.
Jimin lo absorbía de lleno y las contracciones en su interior no eran más que incentivos para comenzar a moverse, sin importar que no estuviera listo o que pudiera estar desgarrándolo por dentro, porque él se encargaría de compensar hasta el último gramo de dolor con placer.
Era un maldito animal, Jungkook lo tenía claro, pero la necesidad era tanta que no podía reprimirse, por lo que tan fuerte como era posible, arremetía contra Jimin, creando indecentes sonidos de choque piel contra piel. Todo eso, más la gloriosa sinfonía de gimoteos, incluso arañazos que recibía por parte de Jimin, más el constante crujir del mueble, hacía del encuentro una experiencia pecaminosa que no tenía equiparables.
La satisfacción era enorme, pero ese mismo deseo que lo enardecía, también lo consumía y sentía que no era suficiente, porque sin importar cuando besara, lamiera u olfateara, sin importar el nivel de desesperación con la que se enterrara en él, sin tregua o descanso, no sentía saciedad, ni siquiera un poco.
Seguía hambriento, sediento.
Estaba tan cegado, en medio de las tinieblas retorcidas de la pasión que ni siquiera era capaz de notar cuan difícil estaba resultando para Jimin, que no pasaba de asimilar el placer para intentar adaptarse al dolor y del dolor a sincronizar su capacidad de equilibrio y de respirar, todo al mismo tiempo.
Fracasando irremediablemente en todo.
Porque se sentía bien, pero dolía, dolía muchísimo y apenas era capaz de tomar suficiente aliento que lograra reponer el que perdía mientras gemía y soportaba el peso aplastante del cuerpo de Jungkook aplástandolo. Aunado a todo eso, estaba lo bochornoso y sucio que estaba siendo aquello, podía escuchar el constante chapoteo creado por el flujo de abundante semen mientras Jungkook lo penetraba sin descanso.
Y no importaba a donde mirara, en donde tocara, no era capaz de crear un equilibrio, sin mencionar que su orgasmo frustrado comenzaba a emerger de entre el olvido una vez más, creando una punzada, un ardor corrosivo que se anudaba en su vientre y esparcía agujas punzantes por todas partes, enroscándolo hasta la punta de los pies.
Era magnífico, bestial, pero Jimin no podía sobrellevarlo, no sin ahogarse.
— Aguarda. — se las ingenió para pedir entre jadeos, buscando empujar a Jungkook , que en ese punto, no había hecho más que morder y lamer el lóbulo caliente de su oreja izquierda— Jungkook , aguarda. — graznó un poco más fuerte, pero sin seguía ser suficiente— Jungkook no puedo respirar. — chilló, ahora alto y agudo, arañando con fuerza los hombros desnudos del otro, poniendo énfasis a su desesperación.
Fue la dureza con la que clavó las uñas en aquella zona de piel, quizá la súplica impregnada o tal vez el significado de sus palabras, pero consiguió que el brusco golpeteo contra él cesara. Aunque apenas lo suficiente para tranquilizar la sensación ardiente y de desaliento en su pecho.
Y fue un error enorme hacer aquella pausa, pues por primera vez desde que todo empezó, se miraron a los ojos, en un momento íntimo y único que dejaba un montón de sentimientos y preguntas mudas, sin respuesta a la deriva. Respecto a ellos, respecto a lo que hacían, respecto a todo.
Jimin incómodo, de inmediato giró la cabeza, centrándose en respirar y normalizar su pulso; en controlar el ardor de su rostro. Notando cosas que no había notado, como la capa de sudor que cubría su frente y la sequedad de su boca.
— Gírate. — ordenó Jungkook de repente, pasado poco más de un minuto, en medio de un gruñido, cesando todo movimiento y saliendo abruptamente de Jimin, haciéndolo quejarse. — Hazlo. — insistió, empujándolo hacia delante, creando un choque seco y firme entre sus labios mientras bajaba las manos y tomaba sus caderas, clavándole los dedos de forma hasta dolorosa.
Pero Jimin no se movió, no pudo hacerlo, de hecho, apenas logró racionalizar la orden. Su cabeza era un garabato, los oídos le zumbaban y era como si no fuera dueño de sus movimientos. Afortunadamente para él, Jungkook con un simple tirón y un movimiento astuto de manos, consiguió bajarlo de la repisa para inmediatamente girarlo de una con impaciencia.
Obligándolo a apoyar las manos contra la base de aquel tocador.
Hasta ese momento, no había notado lo débil de sus piernas ni la sensación peligrosa de vértigo que amenazaba con desplomarlo si no se sujetaba bien. Antes de optar por un plan de emergencia, la respiración caliente y rápida de Jungkook acompañada de jadeos roncos sobre su nuca le erizó hasta la punta de los pies, haciéndolo sisear cuando besos rápidos en forma de mariposa revolotearon por ahí.
— Observa. — demandó Jungkook , forzándolo a levantar el rostro y mirar frente a ellos.
Jimin , sin embargo, jamás esperó encontrarse con el reflejo de su rostro tan de cerca junto al de Jungkook olfateando con apremio su cabello, hambriento, deseoso, como si quisiera absorber su aroma o memorizarlo. De hecho, había olvidado por completo que ahí en el tocador existía un espejo capaz de exhibir la expresión lasciva de su rostro disfrutando de todo lo que recibía en primera fila en, una prueba manifiesta de su pecado.
— A— así no. — recriminó, buscando un modo rápido de dar la espalda y ocultarse, siendo detenido por Jungkook , que no dudo ni un poco en ejercer resistencia y empotrarlo de nuevo al frente. — ¿Por qué aquí, teniendo una cama allá atrás? — insistió, agachando la cabeza, siendo el único método que halló para no mirar arriba, para olvidarse del hecho de Jungkook intentando penetrarlo de nuevo.
— ¿Por qué no? — ronroneó Jungkook , valiéndose de la posición para frotar su erección contra la espalda de Jimin, golpeándolo varias veces, tentándolo — Sólo mírate. — gruñó, creando maravillosa vibración entre voz y la piel tersa, tibia de su cuello, hundiéndose de nuevo en él, lento, disfrutando como no lo hizo antes, consciente de lo apresurado que estaba siendo— Eres asombroso.
La única respuesta a su declaración, fue un gemido agudo de Jimin, a quien le temblaron las piernas y se puso rígido. Probablemente consciente del cambio en el modo de actuar.
Jungkook no estaba seguro de lo que resultaría de ese nuevo intento, ni lo que buscaba, sólo sabía que daría rienda suelta a su deseo con el cuerpo de Jimin. Quería meterse entre sus piernas, en su mente, de tal forma que no olvidara lo que iba hacerle, quería estar en su vida.
Todo al mismo tiempo y con la misma intensidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro