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06•

El hombre sonrió —  Otra vez será.

Sonrió sin ganas y se acercó a su asiento sintiendo que llegaba una verdadera tormenta. Se sentó disimulando pero Jungkook estaba a punto de explotar, así que decidió mirarlo con valentía.

— ¿No sigues trabajando?— preguntó al ver que lo miraba con los ojos entrecerrados.

Él no dijo palabra mientras la seguía mirando — ¿Qué?

— Nada— molesto volvió la vista a la pantalla cuando las azafatas pasaron a preguntar lo que querían de cenar. Recogió el ordenador de mala manera y se dio cuenta de que necesitaba relajarse un poco.

— Jungkook— susurró él llamando su atención.

— ¿Qué?

— Tengo un picor en la espalda y no llego— dijo muy serio.

— ¿Qué?— preguntó él sorprendido.

— ¿Crees que puede ser un bicho?

Jungkook se echó a reír— Tú sí que eres un bicho.

Sonrió porque había logrado su objetivo y cuando la azafata llegó a él , le dijo que quería un bistec. La azafata lo miró confundida y negó con la cabeza — Lo siento joven, pero sólo hay pato.

Jungkook se rió entre dientes sin poder evitarlo— Oh, pues entonces pa...to— dijo él sonriendo — con patatas fritas.

— No lleva patatas fritas, solo puré de patatas.

Se encogió de hombros — Vale, pero con guisantes.

— No lleva guisantes — dijo la pobre mujer nerviosa.— creo que lleva zanahorias.

Arrugó su preciosa naricilla— No me gusta la zanahoria.— la azafata parecía contrariada.

— Hermoso...

— Vale, se las come él .Y una coca cola...— la azafata se alejaba cuando gritó sobresaltándola— ¡Light!

Miró a Jungkook que puso los ojos en blanco — ¿Qué?— preguntó divertido— ¿Qué clase de primera clase es esta que no tienen patatas fritas?

Después de cenar vio otra película. My fair lady. Se quedó dormido a la mitad con los cascos en los oídos mirando hacia Jungkook. Sintió como le quitaba los audífonos y lo cubría con una manta pero no abrió los ojos.

Suspiró cuando bajó el asiento arropándose con la manta. Una turbulencia lo despertó. La cabina estaba a oscuras y miró hacia Jungkook que lo observaba fijamente. La excitación lo recorrió al verlo tumbado a su lado sólo con el pasillo en medio. Sus ojos reflejaban que lo deseaba pero no se atrevía a hacer nada pues como le había dicho, era cuando él quería y como quería.

Suspiró de alivio cuando se levantó lentamente y lo cogió de la mano. Jimin se levantó mirándolo a los ojos y se dejó llevar por el pasillo hasta el baño. El pasillo estaba desierto y nadie se fijaba en ellos. Jimin lo metió en el baño y entró detrás cerrando la puerta.— Quítate los pantalones — susurró él apartando su pelo.

Se los quitó rápidamente mientras Jungkook se desabrochaba sus pantalones. Gimió al ver lo excitado que estaba y puesto que casi no tenían espacio lo rozó con su miembro al quitarse sus pantaloncitos y dejarlos a un lado del lavabo. Le miró a los ojos y le abrazó por el cuello pero él lo apartó dándole la vuelta mirando hacia el espejo— Ni se te ocurra abrir la boca— le susurró al oído abriéndole las piernas y acariciándolo íntimamente. Gimió intentando no hacer ruido y se tuvo que apoyar con ambas manos en el espejo para mantener el equilibrio mientras Jungkook acariciaba con la otra mano su pecho por debajo de la camisa. Entró en él lentamente mirándolo a los ojos a través del espejo y tuvo que morderse el labio inferior mientras arqueaba su cuello hacia él. Jungkook lo besó en el cuello hasta llegar al lóbulo de la oreja lamiéndolo, provocándole un estremecimiento. Salió lentamente de él para volver a entrar de un fuerte impulso que lo hizo gemir suavemente— Si sigues así tendremos que dejarlo— dijo él con voz ronca mirándolo a los ojos.

Jimin llevó una mano hacia atrás agarrando su cintura— No— rogó él clavando sus uñas en su espalda. Jungkook gruñó y repitió el movimiento pero Jimin no pudo reprimir el gemido. Kook llevó una mano a su boca y se la tapó repitiendo el movimiento más fuerte ahogando sus gemidos de placer, provocando que Jimin se pudiera relajar disfrutando del momento todavía más— Eso, hermoso — dijo él contra su oído.— Córrete para mí.— dijo aumentando el ritmo mientras Jimin se apoyaba en el espejo por la fuerza con la que entraba en él . Su cuerpo se tensó mientras Jungkook enterraba su cara en su cuello reprimiendo un gemido mientras sus cuerpos se estremecían de placer. Jungkook lo agarró por la cintura para que no se desplomara contra el lavabo. A Jimin le costaba volver a la realidad mientras seguía teniendo pequeños estremecimientos. Le dio la vuelta lentamente sujetándolo de la cintura mientras se reía entre dientes— Jimin no podemos quedarnos aquí para siempre— dijo divertido al verle todavía intentando recuperarse.

— Unnn— dijo cuando le acarició el trasero. Jimin cogió sus pantalones y se los puso en la mano.

— Te veo fuera. ¿Puedes tenerte en pie?

Le miró con sus ojos marrones sin comprender del todo hasta que lo entendió— Sí, claro— susurró él con una sonrisa.

Cuando Jungkook salió del baño, cerró la puerta con el pestillo y suspiró.

Jimin se miró al espejo sonriendo tontamente pensando que en esos seis meses lo iba a hacer en los sitios más interesantes. Al volver a su asiento él estaba trabajando y ni lo miró. Volvían a la guerra fría hasta que quisiera sexo otra vez. No se quejaba, era un amante excelente, era generoso, tenía un guardarropa nuevo e iba a visitar Hong Kong. Sonrió mientras cogía la revista. Lo único que tenía que superar era esa necesidad que empezaba a sentir de que le hablara.

En cuanto aterrizaron, un chofer se hizo cargo de todo. Habían sido seis horas de vuelo y estaba algo cansado. Iba sentado a su lado en la limusina mirando por la ventana mientras él hablaba por teléfono. Aquello era fascinante. Esa manera de vivir era increíble y disfrutaba de todo. Como no había soltado el teléfono, no pudo hacerle ninguna pregunta de lo que podría ver mientras él trabajaba pues pensaba visitar todo lo que pudiera. Cuando llegaron al hotel, Jimin se quedó con la boca abierta por el lujo que lo rodeaba— Cierra la boquita, hermoso— dijo él muy serio aunque sus ojos no demostraban lo mismo.

— ¿Has visto eso?— preguntó mirando un enorme elefante dorado con los ojos rojos. — ¿Eso es oro?

— No creo — respondió firmando algo que le dio el recepcionista.— Vamos, tengo una reunión.— sin esperarlo fue hasta los ascensores de puertas doradas.— ¡Jimin !

Se sobresaltó mirando las enormes lámparas de cristal y sujetando bien su enorme bolso echó a correr tras él. Cuando se cerraron las puertas, él miró el mapa del hotel — Tiene piscina en la azotea.

— Estupendo— murmuró Kook mirando el móvil— Acuérdate de ir al spa. Hacen unos masajes estupendos.

— ¿De veras?— preguntó sonriendo— Nunca me han dado un masaje.

Jungkook lo miró y arqueó una ceja— Aprende todo lo que puedas para que pueda probarlo yo.

— ¿Quieres que te dé un masaje?— preguntó divertido.

— Sí.

Eso sí que lo desconcertó, pues hablaba en serio. ¿Cómo iba a aprender a dar un masaje en tan poco tiempo? Se encogió de hombros saliendo del ascensor detrás de él y jadeó al ver la suite. — Dios mío ¿en qué piso estamos?

— En el cuarenta y seis— dijo quitándose la corbata. — Aquella es tu habitación. — dijo entrando en la otra. Otra cosa que lo desconcertó. ¿No iba a compartir la habitación? Estaba claro que no.

— Que derroche— murmuró para sí acercándose a la ventana.

Estaba claro que le cobraba poco. Entonces sonrió. Decidió darse una ducha y se quitó el cinturón yendo hacia su habitación y de paso cogiendo una de las maletas. Se desvistió después de echar un vistazo a su lujosa habitación y fue hasta la ducha. Estaba enjabonándose cuando Jungkook entró en el baño — Son las nueve de la noche. Descansa, porque sino mañana sufrirás el cambio de horario. Pide lo que quieras al servicio de habitaciones.

— ¿Son las nueve de la noche?— preguntó sorprendido lavándose el cabello.

— Sí, son pocas horas menos que en Seúl, así que todavía estamos en el mismo día.

Jungkook lo observaba a través de la puerta de cristal y apretó los labios— Tengo que irme .He quedado para cenar.

— Bien. — se giró hacia la alcachofa dándole la espalda dejando caer el agua sobre su cara para aclararse y ni se dio cuenta de que él lo seguía mirando. Cuando cerró el grifo se giró retorciendo el pelo para escurrir el agua. Sorprendido lo miró— ¿No tenías prisa?

Él parecía enfadado— ¿Estarás bien?

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