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VEINTISIETE

Alfred entró al edificio de Sterki Motors. ¡Ya era tarde! Pero el tráfico le había impedido llegar a tiempo. Había intentado llamar a Keira durante el trayecto de la Universidad a la empresa, pero su amiga no le había respondido y él se imaginaba porqué. Empezó a reírse ante sus perversos pensamientos mientras cruzaba el umbral y se dirigió hasta su oficina. Una mano sobre su hombro lo hizo detenerse y girarse para saber quién se atrevía a detenerlo.

-¡Ah, eres tú, Greco! – Murmuró el chico - ¿Qué haces aquí? Deberías estar en tu área, no en la de presidencia, donde trabajamos la gente cumplida.

-Venía a buscar a la señora Collingwood, pero me han dicho que aún no regresa de vacaciones, ¡ya debería estar aquí! – Se quejó Greco – Esa niña se toma demasiadas libertades, ¡cómo es la viuda! Pues ya se cree la dueña y puede hacer lo que quiere – Continuó quejándose – Descuidando el trabajo y no está pendiente de los asuntos de esta empresa.

-¡El burro hablando de orejas! – Respondió Alfie rodando los ojos – Pues ya que acabas de darme la lección de la vida sobre la responsabilidad, deberías de irte a trabajar, como lo hace la gente productiva. En tu departamento te necesitan.

-¿Y tú por qué llegas tan tarde? – Preguntó el hombre - ¡Aquí también haces falta! Además me enteré de que te fuiste de vacaciones...

-¡No fueron vacaciones! – Gimió Alfred y se puso serio – Acá entre nos, ¿quieres saber la verdad? – Dijo el chico en un susurro.

-¡Dime! – Lo urgió Greco.

-Prométeme que vas a guardar el secreto, amigo Greco.

-Seré una tumba, querido niño...

-Lo que sucede es que ¡encontramos a Darragh! – Murmuró Alfie al oído de Greco, quién se tensó ante tales palabras.

-¿Cómo? ¿No había muerto? – Preguntó Greco cada vez más sorprendido al ver la expresión en el rostro de Alfred – Pensé que habían dejado de buscarlo, ¡cómo ya no volvieron a abordar el tema!

-Tú dejaste de buscarlo – Gimió Alfred fingiendo el llanto - ¡Nosotros nunca perdimos la esperanza de encontrarlo! Por eso viajamos, para recuperar sus restos y.... – no pudo continuar porque un nuevo "ataque de lágrimas" lo hizo cubrirse el rostro.

Greco esbozó una sonrisa de triunfo, al menos había hecho algo bien. Darragh estaba muerto y el asesinato de Carmina quedaba impune, ya no existía nadie que pudiera señalarlo como culpable. Afortunadamente Carmina lo había ayudado a terminar con Darragh y eso lo hacía querer saltar de gusto, aunque de momento no pudiera hacerlo. Otra cosa, se alegraba mucho de saber que aún no descubrían el fraude y con toda seguridad, las cosas se quedarían así.

-¡Pobre Darragh! – Gimió Greco y abrazó a Alfred – Comprendo tu dolor, ¡Qué pérdida tan grande! La vida nos ha arrebatado a un hombre maravilloso – gimió Greco – Seguramente ahora se encuentra en el reino de dios. Le han dado sus alas de ángel. Porque eso era Darragh Collingwood, un ángel y ahora ha vuelto al lugar donde pertenece.

Alfred lo escuchaba hablar y quería morirse de la risa. Así que fingió de nuevo el llanto para poder ocultar la enorme sonrisa de burla que se dibujó en sus labios. ¡Ya quería ver la cara de ese imbécil cuando Darragh regresara! Ese suceso no se lo perdería por nada del mundo.

-Tienes razón, Greco – Murmuró Alfred limpiándose las lágrimas – Mi hermano era un ángel... ¡Pero no le gustaban los holgazanes! Así que es mejor que nos pongamos a trabajar si queremos seguir en esta empresa y recibir un buen sueldo. ¡Buenas tardes! – Finalizó Alfred y entró directamente en su oficina.

Greco lo miró y partió rumbo a su oficina. Tenía ganas de ponerse a gritar y a saltar de contento y, al llegar ahí, cerró la puerta mientras saltaba y reía a carcajadas. ¡Darragh estaba muerto! Por fin había eliminado a ese estorbo, ya era todo un hecho y nadie descubriría sus sucios manejos. ¡Todo era perfecto!

-Está muerto – Gritó Greco - ¡Muerto! – Y comenzó a reírse - ¡Soy tan feliz! ¡Muy feliz! – Decía mientras bailaba por toda la oficina – Dime Darragh, ¿qué se siente arder en las llamas del infierno? Porque ahí es donde estás, en el averno. – gritó - ¿Verdad Darragh que es mejor reír al final? – exclamó Greco mirando una fotografía de Darragh la cual hizo pedazos y lanzó al bote de la basura – Se siente tan bien, ¿sabes? Mi plan resultó perfecto, de hecho la propia Carmina, quién según te amaba me ayudó a mandarte a la tumba. ¡Ahora si nadie va a humillarme! Ya no volverás a pisotearme, a burlarte de mí, a dejarme como un idiota frente a todo el mundo. – dijo lleno de rabia – Gracias a ti Darragh Collingwood, yo siempre fui un cero a la izquierda, un don nadie, un inútil... ¡pero ya no será así! Ahora estás bajo tierra y no volveré a verte – dijo triunfante – Ya nada podrá detenerme y seré inmensamente rico, gozando de toda tu fortuna porque ahora es mía, sólo mía – exclamó entre risas - Ahora sólo falta quitar a ese par de mocosos del camino y adueñarme de todo – Suspiró y pensó que eso iba a ser pan comido.

::::::

Keira miraba a Darragh, el hombre parecía una bestia en celo, nunca había visto ese brillo de perversión en su mirada, ni siquiera el día anterior cuando habían hecho el amor por primera vez. Esa noche él había sido todo un caballero, ella era una chica fina y delicada, él la respetó, se tomó su tiempo para recorrer su cuerpo, excitarla con caricias y cuando la poseyó, fue tierno y muy delicado. Pero ahora todo era diferente, ¿qué había pasado con ese Darragh dulce y tierno? Volvió a mirarlo, se le notaba muy molesto. Ella se mordió el labio inferior, ¡no tenía porque excitarse! Se suponía que tenía que estar asustada, pero era todo lo contrario, el hecho de verlo así, molesto, imponente y jodidamente irresistible le calentó la sangre en las venas y su temperatura aumentó considerablemente.

-¡Sólo fui a comprar algo de almorzar! – Murmuró Keira con voz queda – No quería interrumpir y me entretuve un poco mirando las tiendas y haciendo algunas compras.

-¡Pero se suponía que tú y yo saldríamos a hacer eso juntos! – Gritó Darragh sujetándola del brazo y apretándole la carne con fuerza – No tenías porque salir sin avisar.

-¡Estabas ocupado hablando con tu abogado! – Le gritó Keira – Pensé que tardarías horas hablando con él, arreglando tus asuntos.... – Gimió – Ahora suéltame que me lastimas.

Darragh bufó y la soltó con violencia. Keira le dedicó una mirada de confusión y suspiró frotándose el brazo. La chica se dio la vuelta para retirarse, pero la mano de Darragh volvió a sujetarla y la pegó a su cuerpo.

-No te di permiso para que te fueras, dulce esposa mía – Murmuró, después su lengua recorrió el cuello de Keira – Ahora, ¡quítate la ropa y ponte de rodillas frente la pared!

-¿Qué? – Preguntó Keira cada vez más confundida - ¡Yo no voy a hacer eso! ¡Estás loco si piensas que te obedeceré! ¡Ya no soy una niña! – Gritó soltándose - ¿Qué te estás creyendo?

-Guarda silencio, pequeña – Exclamó Darragh cubriéndole la boca con su mano – Vas a obedecerme porque eres mía, ¡solamente mía! ¿Me oyes? Soy tu dueño ahora, me perteneces – Dijo al tiempo que su mano libre se deslizaba sobre las suaves curvas del cuerpo de la joven.

Keira gimió y se estremeció. Darragh la tocaba de una manera única, con posesión, lujuria, sensualidad, erotismo y a la vez con amor, devoción y ternura. Eran bastantes contradictorios sus sentimientos. Por un lado, estaba un poco asustada, pero por el otro, muy excitada. Con un pequeño roce, Darragh la hacía vibrar y mojaba las bragas con el simple hecho de verlo, sentir el suave roce de sus manos sobre su cuerpo y olerlo. El haberlo escuchado hablar con ese tono autoritario y posesivo logró que estuviera completamente empapada y que quisiera arrojarse a sus brazos y pedirle que le hiciera el amor.

-¡Responde ahora! – Susurró el hombre quitando la mano de la boca de Keira - ¿Vas a obedecerme?

-¡Sí! – Murmuró - ¿De acuerdo? ¡Eres un idiota! – Le gritó y lo miró con desdén.

La mano firme de Darragh cayó de lleno sobre el trasero de Keira, quién se estremeció y dejó escapar un grito mezclado con dolor, sorpresa y un poco de placer. Se quejó e intentó protestar, pero la mano de Darragh volvió a cubrir su boca.

-¿Qué fue eso, princesa? – Preguntó Darragh cubriendo nuevamente la boca de Keira - ¿Acaso crees que puedes hablarme de esa manera? – Susurró en el oído de la chica - ¡Te equivocas! Yo estoy a cargo y harás lo que yo quiera, cuando yo quiera, ¿entendiste? – Exclamó y volvió a golpear el culo de la joven – Porque eres mía, ya te lo dije... ¡me perteneces! – Murmuró mientras su boca reemplazaba su mano para llenar de besos los labios de la joven.

El cuerpo de Keira se tensó y ella volvió a gemir de dolor y de placer. ¡Eso había sido muy erótico! Esos azotes en su trasero la llenaron de un placer indescriptible. Los senos le dolían, los sentía pesados y se moría de ganas de que él los acariciara. Sus pezones estaban muy duros y sentía cómo la humedad fluía cada vez con más intensidad de su entrepierna. Correspondió a los besos de Darragh con la misma intensidad, era increíble todo lo que él le provocaba con su sola presencia.

Darragh se separó de Keira y volvió a mirarla, esbozando una sonrisa traviesa. Ella lo contempló enajenada y sin que hubiera necesidad de repetirlo, comenzó a quitarse la ropa. Su marido la observaba lleno de satisfacción y sin borrar la sonrisa de sus labios. Keira quedó completamente desnuda delante de él; se sentía un poco vulnerable y un tanto avergonzada, sin embargo, su excitación crecía a medida que los ojos de Darragh la observaban detenidamente.

-De rodillas, querida – Susurró Darragh con la voz ronca – Y extiende tus lindos brazos hacia mí.

Keira lo obedeció arrodillándose y extendiendo sus brazos ante él. Había algo hipnótico en Darragh que no le permitía despegar sus ojos de los de su marido. El hombre volvió a sonreír y juntó las manos de Keira para atarlas con una corbata de seda. Ella observaba sus movimientos y respiraba con dificultad. Se sentía afiebrada, excitada y un poco asustada.

Darragh la miró después de terminar de atarle las manos, lo había hecho con firmeza, pero no le hacía daño. Ambos se miraron con deseo y él le sujetó la barbilla con su mano. Keira entreabrió los labios y levantó el rostro hacia él, a la espera de un beso, pero no fue así. Ese gesto la hizo sentirse un poco frustrada, pero no tuvo tiempo de protestar, de un tirón, Darragh la obligó a ponerse de pie.

Ambos quedaron frente a frente, muy juntos que sus bocas casi podían tocarse. El hombre tiró de la corbata para que Keira levantara sus brazos y de pronto, unió sus labios a los de ella mientras que su mano libre la sujetaba con fuerza de la cintura. Lentamente esta fue en ascenso hasta los senos de la chica y sin dejar de besarla, los frotó firmemente con la palma de su mano. Sus bocas se separaron para poder respirar adecuadamente, pero él no dejó de acariciarla, su mano masajeaba sus senos o su cintura y Keira gemía sin poder evitarlo.

-¡Eres tan hermosa! – Gimió el hombre pellizcando uno de sus pezones – Tenía razón al pensar que eras demasiado peligrosa para mí. Algo me lo decía, desde el primer momento que te vi en esa fotografía que me envió mi padre – Murmuró contra la mejilla de la joven.

-¡Lo recordaste! – Gimió Keira, estremeciéndose al sentir el tibio aliento del hombre cerca de su cuello.

-¡Silencio! – Exclamó Darragh y le apretó con más fuerza el pezón – No tienes permitido hablar... ¡sólo gemir!

Keira guardó silencio. Aunque no pudo evitar sentirse emocionada al saber que Darragh había recordado algo. Pero ya no pudo seguir pensando, Darragh la tocaba y la hacía olvidarse de todo. La mujer volvió a gemir al ver cómo Collingwood se lamía el dedo índice y lo frotaba suavemente sobre su pezón y continuó masajeándole los senos para volver a besarla con mucha pasión y deseo.

Darragh se separó abruptamente de Keira y tiró de la corbata mientras la conducía detrás de él. Caminaron un par de pasos y se detuvieron. Él volvió a levantarle los brazos y le ató los brazos a una argolla que colgaba del techo, en el lugar donde antes había estado una lámpara. La chica suspiró y buscó los labios de su marido para volver a besarlo, sin embargo él se negó y se colocó tras ella. Las manos de Darragh se apoderaron de los senos hinchados de Keira, los estrujó y los frotó a placer, mientras sus labios y su lengua recorrían la blanca piel de su cuello.

-Me excitas, Keira – Murmuró Darragh en su oído – Eres mi debilidad... - Jadeó – Tú me llenas; es imposible no caer rendido ante ti si eres ternura, pasión y placer a la hora de hacer el amor.

La piel de Keira se erizó al escucharlo. La voz de Darragh tenía un timbre erótico y esas palabras desataron el placer en su interior. Las manos de Darragh continuaron repartiendo caricias por todo el cuerpo de la mujer. Ella se retorcía, quería soltarse pero era imposible. Su espalda se arqueó y su trasero se frotó contra la pelvis de Darragh. Keira pudo notar su excitación por encima de sus pantalones y ella continuó frotando su trasero hasta que él se apartó y la sujetó por el cuello.

-Por favor, mi amor – Susurró – No seas traviesa – Exclamó y volvió a besarla con intensidad.

Fue un beso rudo y ardiente, sus lenguas chocaron, acariciándose y saboreándose. Keira no perdió la oportunidad para morder el labio de Darragh, quién gimió apartándose de ella. La chica protestó y giró el rostro sólo para darse cuenta que Darragh ya había comenzado a quitarse la ropa para mostrarse desnudo delante de su mujer. Volvió acercarse a ella sólo para besarle los pechos y chuparle los pezones. Keira gemía y se balanceaba, no estaba segura de poder aguantar por mucho. Jamás en su vida imaginó estar con un hombre tan apasionado y dominante como Darragh.

Una vez más, las manos de Darragh se apoderaron de los pechos de Keira para acariciarlos, sus palmas se frotaban contra los duros pezones de la chica, provocándola aún más. Lentamente su mano descendió por su vientre deteniéndose sobre la feminidad de la mujer, quién de inmediato abrió las piernas, pidiéndole que al menos con sus dedos calmara las ansias que la consumían. Él acarició suavemente su sexo, jugando con sus pliegues y Keira se mordió el labio inferior, tratando de no gritar. Los dedos de Darragh frotaron el clítoris de la chica, quién no pudo aguantar y lanzó un hondo gemido, él sonrió y volvió a frotarlo varias veces, cada vez más a prisa.

-D-Darragh – Murmuró Keira – Darragh...

Él no le respondió, sólo disfrutaba de su cálida humedad que empapaba sus dedos hasta introducirlos en ella. Keira volvió a gemir y abrió más las piernas, balanceando las caderas sobre la mano de Darragh. Los dedos del hombre entraban y salían de ella al tiempo que las caderas de Keira se movían en círculos.

-Darragh – Volvió a exclamar la mujer – Creo que voy a colapsar.

-¡Aún no, Keira! – Gimió Darragh – Recuerda que yo soy tu dueño y por lo tanto decido cuándo puedes terminar.

La besó de nuevo con desbordante pasión. Keira sólo se retorció entre sus brazos y se dejó llevar. No podía hacer nada más que entregarse al placer y disfrutar de esas caricias, aunque temía contradecirlo y recibir un castigo más severo. Sin embargo pensó, ¿qué se sentiría desafiar a Darragh Collingwood? ¿Qué tan lejos podría llegar su marido? Una oleada de placer la invadió, interrumpiendo sus pensamientos, los dedos de Darragh estimulaban su clítoris haciéndola vibrar. Estaba a punto de tener un orgasmo; gritó y se aferró a la argolla que sostenía sus ataduras.

La mano de Darragh golpeó su trasero y Keira volvió a gritar, ¡eso no se lo esperaba! Sin embargo, ese azote sólo aumento su libido. Otro gemido brotó de su garganta cuando se dio cuenta que Darragh se arrodillaba delante de ella, sentir el tibio aliento de la boca de Darragh sobre su sexo logró que se le erizara la piel. El hombre le besó los muslos, entretanto, Keira se balanceaba y abrió las piernas, ofreciéndole su sexo mojado.

Darragh la sujetó por las nalgas y comenzó a chupar, ella se retorció llena de gozo y lanzó un profundo suspiro, sus caderas trazaban suaves círculos sobre la boca de Darragh, quién no paraba de lamer y succionar. El cuerpo de Keira temblaba por completo, su sexo palpitaba y deseaba más que sentir la lengua de Darragh dentro de ella. La lengua de él le rozó el clítoris y sus dientes repartieron suaves mordiscos sobre sus labios vaginales. Keira apretó los puños y lanzó un grito más sonoro que los anteriores

Ella cerró los ojos y jadeó para tomar aire, se sentía sofocada y a punto de estallar, ni si quiera era consciente de cuánto más podría aguantar. Sus caderas volvieron a moverse sobre la boca de Darragh pero esta vez de forma más apremiante, deseaba llegar y liberarse por completo mientras él no paraba de chuparle el clítoris o de penetrarla con la lengua. En la boca del hombre se mezclaban su saliva y los fluidos de Keira, desbordándose por la comisura de los labios. El vientre de Keira se tensó y la chica abrió los ojos de golpe al sentir cómo su cuerpo vibraba y se dejaba arrastrar por las deliciosas ráfagas de ese orgasmo.

Darragh se puso de pie, jadeando y lamiéndose los labios. Ella aprendía rápido y se entregaba sin ninguna reserva. Su mujer le encantaba y lo tenía enajenado. El hecho de saberse el primer amante de Keira lo llenaba de orgullo, darse cuenta que ella obtendría su experiencia gracias a él lo hacía sentirse pleno. Sujetó a Keira por la nuca y la atrajo para besarla con arrebato y lujuria. La mantuvo apretada su cuerpo, acariciándole la espalda y las nalgas. Con ese beso, las ansias de Darragh aumentaron, ¡tenía que poseerla! Llenarla de él arrebatándole la cordura y arrancarle más gritos de placer.

Keira sintió que le faltaba el aliento, pero no quería separarse de Darragh, ese beso era increíblemente erótico y a pesar de apenas estar reponiéndose de un orgasmo, él ya planeaba regalarle otro. Aunque Darragh estaba siendo muy cruel con ella al impedirle tocarlo, acariciarlo y devolverle un poco del placer que él acababa de otorgarle. El estar atada se estaba volviendo una tortura... ¡pero una tortura deliciosa!

Darragh se separó para pararse detrás de ella. Sus manos le acariciaron los senos mientras le besaba el cuello, instantes después la sujetó por la cintura inclinándola un poco. Keira se afianzó a piso y buscó un poco de apoyo en esa argolla. El pene de Darragh rozó la entrada de su sexo y lentamente él la penetró. Comenzó a embestirla, tomándola por los pechos. Keira gemía sin contenerse aferrada a sus ataduras. Comenzó a moverse junto con él, siguiendo el ritmo que él le imponía.

Él le acariciaba la espalda y las nalgas o en ocasiones le daba un fuerte azote en su trasero. Keira gemía desbordando placer y continuaba empujando sus caderas hacia atrás. Todo era tan intenso, tan perverso, tan infinitamente erótico pero a la vez había algo de cariño y ternura en cada beso o cada roce de las manos de Darragh. Juntos mantuvieron el apasionado balanceo de sus cuerpos, esa danza erótica y primitiva que en ocasiones se tornaba acelerada, violenta y potente, pero que otras veces era suave, delicado y elegante.

Ya no sólo eran los gemidos de Keira los que inundaban la habitación, Darragh también dejaba escapar poderosos gruñidos y gemidos guturales. La culminación estaba por llegar y se hizo presente cuando él la sujetó con firmeza por la cintura para apretarla a él y embestirla con más vigor. Keira gritó entregándose al orgasmo y poco después él se liberó con un gruñido.

Rápidamente la soltó y la tomó entre sus brazos para recostarla en un sillón de la sala. Keira suspiró y se echó a llorar. Habían sido muchas emociones para un solo día y estaba abrumada por ellas, así que la mejor manera de confortarse era mediante el llanto. No lloraba de dolor, de hecho le había encantado y se emocionó al punto de las lágrimas.

-¡Ya mi gatita! – Susurró Darragh colmándola de besos suaves y tiernas caricias – Ya pasó, ¡eres fabulosa! Me encantas y me he convertido en tu esclavo – Gimió sujetando el rostro de la chica entre sus manos – Te quiero, princesa y no deseo lastimarte, sino todo lo contrario. Esto es parte del juego, ¿lo entiendes? – Preguntó y ella asintió esbozando una débil sonrisa – Pero recuerda, mi bebé que, cada vez que te portes mal o hagas algo que me moleste, papi tendrá que darte un castigo ejemplar, ¿lo entiendes?

-Por supuesto que sí, papi – Gimió Keira e inmediatamente unió sus labios a los del hombre. Quizá desafiarlo en algún momento podría ser divertido, con castigos como ese, nada podría salir mal.

::::::

¡Pobre de Keira! Así debió de haber terminado, pues Darragh no le dio ninguna tregua. Y Tal parece que con esto, el juego sexual entre Keira y Darragh ha comenzado. ¿Qué les parece esto?

También pudimos ver un poco más de Greco. Sinceramente Alfred se salió de control, pues esa noticia le cayó de perlas al señor Alessio que hasta festejó dando brincos por toda su oficina, pero pronto se le va a caer su teatro. ¿Cómo creen que reaccione ahora que Darragh se presente a su empresa?

Ahora díganme, ¿les gustó el capítulo? No olviden dejar sus comentarios y sus votos. Yo los aprecio mucho y se los agradezco desde el fondo de mi corazón. Sigan recomendando la historia con sus amigos, entre más lecturas tengamos, más lejos llegaremos. De antemano, gracias por su apoyo y nos leemos en el siguiente capítulo.
Maria Decapitated

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