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VEINTIOCHO

El taxi se detuvo frente al reclusorio y Darragh junto a Keira descendieron de este. Era día de visita y el hombre aprovecharía para pasar un rato con Alan, también en ese mismo día, pero por la tarde, Miles abandonaría ese lugar. Keira llevaba una pequeña canasta con algunos refrigerios y algunos regalos para Alan.

A Darragh se le notaba entusiasmado, el abogado le había llamado muy temprano por la mañana para comentarle sobre la situación de Alan, era posible que su amigo estuviera libre en menos de una semana, así que le pidió a Collingwood que le transmitiera la noticia a su amigo.

La pareja entró en el lugar y al verlos, Alan les hizo una seña y los llamó a grandes voces para que se unieran a él, Darragh lo saludó con otro grito, mientras que Keira sólo agitó su mano y le sonrió.

-¡Qué sorpresa! – Dijo Alan abrazando con fuerza a Darragh – Realmente no pensé volver a verte – Sonrió y después miró a Keira - ¡Señora Collingwood! También me da gusto volver a verla.

-¡Nada de "señora Collingwood"! – Murmuró la chica – Sólo llámame Keira – Y le sonrió con amabilidad.

-¿Qué cosa? – Preguntó el hombre con molestia - ¿Acaso creíste que yo me iría así como así? ¡Me ofendes, en serio! He estado al pendiente de ti.

-No me dejas terminar – Se defendió Alan – Pensé eso en un principio, pero después que me visitó tu abogado, pensé todo lo contrario. Y te agradezco infinitamente todo lo que estás haciendo por mi – Suspiró el chico - ¡Prometo que te pagaré todo, hasta el último centavo!

-¡Shhh! – Murmuró Darragh – De eso nada, sabes que te aprecio mucho y ¡eres como un hermano para mí! Además, tú fuiste el primero que me ayudó cuando llegué a este lugar.

-Creo que Darragh no haría eso – Intervino la rubia – Estaba impaciente por venir y por verte de nuevo, Alan. No se cansa de hablar de ustedes y de lo maravillosos que son.

-¡Gracias! – Sonrió Alan y se puso colorado – Realmente aprecio sus palabras.

Después de intercambiar los saludos, se acomodaron en la mesa para almorzar y continuar con la charla, aunque en realidad sólo Darragh y Alan hablaban, Keira escuchaba con atención y se reía de los comentarios del amigo de su marido, quién se la pasó contando chismes y burlándose de sus compañeros de la prisión.

-¿Entonces le aparecieron a Oscar dos mujeres el mismo día de visita? – Preguntó Darragh sin parar de reírse.

-Así es – respondió Alan –Ambas llegaron con un par de niños cada una, ¡hubieras visto! – exclamó entre risas – Fue un momento muy divertido, pues las señoras se agarraron a golpes y Oscar exigía que le aumentaran la condena. Levantaba los brazos al cielo y le rogaba a Dios para que lo desapareciera.

-Me hubiera encantado ver todo eso – dijo Darragh sin dejar de reír - ¿Qué otras cosas han pasado durante mi ausencia?

-Creo que eso ha sido la más relevante – respondió Alan rascándose la cabeza – Y bueno, que hoy Miles dejará este lugar para volver a ser libre. – exclamó con un suspiro – Ahora estaré solo y tendré que esperar a que vengan a visitarme.

Darragh sonrió y miró fijamente a Alan. Podía notar la tristeza y la amargura en su rostro. También el miedo se hacía visible en su mirada, pero no tenía porque sentir temor ya que pronto él también sería libre.

Keira también observaba a los dos amigos. Darragh le había comentado que Alan era un excelente asesor financiero y que era el hombre que estaba buscando para que se uniera al equipo de Sterki Motorcycles. Su marido tenía mucha fe en Alan y estaba seguro de que él podría encargarse de investigar el desvío de fondos de la empresa. Algo le decía que el gerente de finanzas no estaba haciendo bien su trabajo y que necesitaban ayuda en ese campo. Ahora que la chica observaba a Alan y veía como el chico y Darragh hacía una gran mancuerna, era posible que descubrieran quien se encontraba detrás de ese fraude que ella misma había descubierto.

-El abogado me ha dicho que en menos de una semana tu también podrás dejar este lugar – dijo Darragh mordiendo un sándwich – La fianza se ha pagado, sólo falta que firmes algunos documentos y no recuerdo que otros trámites más, y en menos de lo que canta un gallo te reunirás conmigo y Miles.

-¿Estás hablando en serio? – preguntó Alan con un poco de desconfianza – La última vez que vi a tu abogado me dijo que tenía que permanecer aquí al menos tres meses más.

-¡Exageró! – respondió Collingwood – Estarás fuera de este penal a mitad de esta semana, eso te lo aseguro. – exclamó con una enorme sonrisa – Y dime, ¿qué harás ahora que seas libre?

Alan se quedó pensando por un buen rato. Ahora tenía muy mala reputación y dudaba que alguna empresa transnacional deseara contar con sus servicios. Iba a ser difícil para él volver a adaptarse a la sociedad, pues sabía de antemano que sería rechazo por todos aquellos a los que alguna vez llamó amigos. Con sus antecedentes sólo lograría encontrar trabajo en alguna empresa constructora o lavando platos en un restaurante. Quizá barriendo las calles de París o lavando albercas en las villas lujosas de Les Sablettes. Con suerte su madre le pediría que le ayudara atendiendo su librería o fuera el amo de casa.

-¡No lo sé aún! – por fin respondió Alan – Con mis antecedentes dudo que encuentre un trabajo que esté a mi nivel profesional, pero ya me conformo con tener un trabajo decente que me dé para comer y traer algunas monedas en el bolsillo. – suspiró con tristeza – Espero que pueda ser útil en casa y ayudar a mi madre en las tareas del hogar o atendiendo la librería, es a lo que aspiro.

Darragh lo escuchaba con atención, ¡no era posible que su amigo pensara de esa forma! Alan era un as de las finanzas, pero se estaba dando por vencido. Él tenía que demostrarle que era útil y que lo necesitaba como su asesor financiero en Sterki Motors.

-¿Por qué no le dices a Alan que tienes una propuesta para él? – exclamó Keira que se había mantenido aislada de la conversación – Darragh, dile a Alan lo que estuvimos hablando el día de ayer – dijo la rubia mirando a su esposo y besando su nariz – Te notabas muy entusiasmado cuando me lo dijiste, ¡debes decírselo!

-¿De qué se trata, Dar? – preguntó Alan con curiosidad - ¿Qué clase de propuesta tienes para mí?

-¿Recuerdas que pediste ser mi asesor financiero? – Preguntó Darragh esbozando una sonrisa.

-¡Por supuesto! Pero lógicamente te lo decía en broma – Dijo Alan encogiéndose de hombros.

-He decidido darte empleo como asesor financiero en Sterki Motors – Sonrió Darragh – Creo que serás de mucha utilidad allá.

-En serio, Darragh – Exclamó Alan – Sabes la clase de hombre que soy y que si estoy encerrado en este lugar es porque cometí un fraude...

-¡No empieces! – Lo interrumpió Collingwood – En primer lugar, tú no me harás algo así, ¡somos amigos! – Dijo el hombre apretando la mano de Alan – Además, no creo que seas tan tonto como para cometer el mismo error.

-¡Por supuesto que no, pero...! – Respondió Alan - A lo que yo me refiero es que con mi reputación...

-Sólo dile que sí – Comentó Keira - ¡Te necesitamos, Alan! ¿Qué otras opciones tienes? ¡Ninguna! – Dijo la joven posando su mano en el hombro del chico – Alguien ha estado desviando fondos de la empresa a cuentas fantasmas y...

-Que mejor que un defraudador para descubrir un fraude, ¿no lo creen? – Sonrió Alan - ¡Cuenten conmigo! – Exclamó - Y muchas gracias.

Alan estrechó la mano de Keira y Darragh. Se veía contento, su amigo Darragh le estaba dando una nueva oportunidad de destacar y confiaba en sus capacidades. Él y su esposa confiaban en él y no iba a defraudarlos. ¡Los ayudaría!

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Miles miró a Alan que estaba sentado en el patio, el chico estaba solo, como siempre. Alan se caracterizaba por ser un tipo solitario y que hablaba poco. Sonrió al recordar las veces que él mismo lo había molestado, sólo para demostrar su superioridad. Alan levantó el rostro al sentirse observado y se levantó para ir al encuentro de Miles.

-Sólo vengo a despedirme – Murmuró el hombre – Aunque creo que nos veremos muy pronto.

-Sí, en unos días – Exclamó Alan estrechando la mano de su amigo – Aunque creo que nunca pensé decirlo pero, ¡voy a extrañarte! Mi nuevo compañero de celda es un asco.

Miles se echó a reír, conocía perfectamente al nuevo compañero de Alan, era un tipo sucio y maloliente que se la pasaba picándose la nariz o rascándose las patas apestosas. Compadecía a su amigo, aunque no se quedaría ahí por mucho tiempo.

-Pues te toca aguantar – Murmuró Miles – Sólo un poco más.

-Como tú no lo hueles durante toda la noche – Bufó Alan – Pero, dime, ¿trabajarás con el Señor Collingwood? – Preguntó el chico.

-Claro, me ofreció trabajar como su escolta y yo no me negué – Sonrió el hombre – Darragh es un gran tipo y confía en nosotros, así que no debemos quedar mal con él, porque dime, ¿quién va a confiar en unos ex convictos?

-Nadie – Exclamó Alan – Tienes razón, hay que apoyarlo ya que él no dude de nosotros y de nuestras capacidades.

-Ahora debo irme, Darragh y su linda esposa me están esperando – Sonrió – Pero vendremos por ti, te lo prometo.

Alan abrazó a su amigo y sonrió. Esos días ahí encerrado le iban a parecer interminables ahora que estaría solo. Vio que su amigo se alejaba y suspiró, ya era hora de regresar a su celda.

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Miles se llevaba a la boca un enorme trozo de papa al horno, cubierta con queso gratinado. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de una comida decente como esa. Collingwood era muy buen cocinero y le había preparado una cena digna de un rey. Debía dejar de comer o no quedaría espacio para ese delicioso flan de ron que la señora Collingwood había preparado para esa ocasión.

Estaba tan feliz, por fin dormiría en una cama blanda y tomaría una ducha caliente. Darragh le había pedido que se hospedara con ellos, ya que en cuanto Alan estuviera libre partirían a Londres a comenzar una nueva vida.

-¿Le gustaría otro trozo de filete, señor Blanc? - Preguntó Keira esbozando una sonrisa - Aún hay mucho en el horno

-Muchas gracias, señora Collingwood - Exclamó Miles - Pero ya he comido suficiente... y por favor, llámeme Miles.

-Entonces llámame Keira - Sonrió la joven.

-Reservaremos el postre para más tarde si no te molesta, Keira - Intervino Darragh - Por ahora me gustaría hablar a solas con Miles.

-Está bien - sonrió la chica - Aprovecharé este receso para llamar a mi amiga Blake. - dijo al momento que abandonaba la cocina.

Darragh se levantó y Miles lo siguió para entrar juntos en un pequeño despacho debajo de las escaleras. Darragh le ofreció un habano a su amigo quien lo aceptó gustoso y lo saboreó lanzando varias bocanadas de humo. Darragh permaneció en silencio, fumando y pensando en lo que iba a preguntarle a su amigo

-Y bien - Comentó Collingwood - ¿Estás listo para mudarte a Londres?

-Si estuviera en mis manos, ya me hubiera largado desde hace mucho tiempo - Exclamó Miles - Sabes que si dices rana, yo salto Collingwood. – dijo el grandulón – Conozco Londres como la palma de mi mano, así que espero ser de mucha utilidad para ti.

-¡Lo serás! – respondió Darragh con una sonrisa – Necesito que estés al frente de mi equipo de seguridad. – exclamó – En muchas ocasiones me negué a llevar detrás de mí a un guardaespaldas, pero debido a todos los sucesos que han pasado en los últimos dos años, para mi es primordial tener quien me cuide las espaldas. – suspiró – Pero sobre todo, que estén pendientes de mi esposa.

-Es muy comprensible – murmuró Miles – Después de lo que te pasó me imagino que tu enemigo o tus enemigos querrán atacarte ahora que sepan que has regresado a Londres. – exclamó Miles – Tu dime ¿qué es lo que tengo que hacer?

-Quiero que te encargues de la seguridad de Keira – exclamó Darragh – Quiero que cuides de ella, ¡mi esposa es mi bien más preciado! – dijo con fuerza – No me perdonaría si algo malo le pasara. – suspiró – El asesino de mi amante Carmina Brülh está suelto y estoy seguro que nos volveremos a ver las caras y que podré reconocerle. Pero antes debo recordarlo todo, ya que por el momento sólo estoy recordando por partes. Diferentes etapas de mi vida, especialmente mi niñez y adolescencia.

-No te presiones, Darragh – comentó Miles – Cuenta conmigo, yo voy a protegerlos a ambos, te debo muchas. – dijo el hombre y estrechó la mano de su amigo – Juntos vamos a dar con ese maldito asesino, yo voy a ayudarte.

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Keira aprovechó la ausencia de los hombres para subir corriendo las escaleras y encerrarse en su habitación. Tomó su móvil y marcó el número telefónico de Blake, se dejó caer sobre la cama y esperó hasta que escuchó la voz de su amiga del otro lado de la línea.

-¡Hola, Kei-Kei! – Saludó la castaña - ¡Estuve esperando esta llamada desde hace un par de días! ¿Cómo has estado? – Preguntó – Yo estoy feliz porque Alfie ya está en casa.

-Perdón – Se excusó la rubia – He tenido muchas cosas que hacer – Suspiró - ¿Y qué tal le ha ido a Alfred con sus exámenes?

-Ya los terminó todos, ahora sólo esperamos los resultados de las calificaciones – Comentó Blake – Aunque creo que no le fue mal, ¡Alfie es un flojo!

-¡Sí, un flojo pero no un tonto! – Se rió Keira.

-¡Pero no me has respondido! – Intervino Blake con urgencia - ¿Cómo te ha ido a ti? ¡Quiero detalles sobre la vida de casada de mi mejor amiga!

-¡Ay si te contara! – Suspiró Keira – No creí que estar casada con Darragh fuera tan maravilloso... ¡es que es un dulce! – Gimió – Me trata muy bien y... no quiero adelantarme pero, ¡creo que me estoy enamorando!

-¡Ay por Dios! – Gritó Blake emocionada - ¡No puedo creerlo! Pero, ¿estás segura?

-De acuerdo – Bufó Keira – No lo sé aún... te dije que me estoy enamorando, no es un hecho, pero voy en camino – Murmuró y dejó escapar otro suspiro – Pero te soy sincera, ¡tengo miedo! No quiero ir más lejos porque sé que al final terminaré con el corazón roto y no creo poder superarlo.

-¡Ay, Kei! – Gimió Blake – No te precipites, llévalo con calma y...

-¿Teniendo a Darragh Collingwood cerca? No, no me pidas que lo tome con calma, ¡es imposible! Si me entiendes, ¿no? – Dijo Keira dejando escapar una risita nerviosa.

-O sea que ¿tú y él ya...?

-¡Obvio sí! – Exclamó Keira sin ocultar su emoción – Y todo fue tan maravilloso, tan fantástico e insuperable. No creí que yo fuera así de apasionada...

-Todo depende del hombre con el que estés, mi reina – Cometó Blake estallando en carcajadas – Y según lo que se decía de Darragh Collingwood, ¿te acuerdas de lo que leímos?

-Pero se quedaron cortas – Murmuró Keira echándose a reír – Me resultó ser todo un daddy dom...

-¿Quééééééééééé? – Gritó Blake - ¡NO ME JO-DAS!

-Te explico – Rió Keira – Darragh y yo quedamos en salir a pasear, pero llegó el abogado y ¡puff! Lo jodió todo – Bufó la chica – Y entonces me llamó Aksel, el chico que te dije.

-¡NOOOOOOOOOO!

-Así que mientras Darragh estaba hablando con el abogado, yo salí con Aksel y regresé un poco tarde – Suspiró Keira - ¡Darragh estaba furioso! Porque no le avisé que iba a salir...

-Con justa razón, ¡eso no se hace, Keira! Y memos para verte con tu amante – Se rió Blake.

-¡No seas boba! – Se quejó Keira – No es mi amante, no puedo ni llamarlo amigo... ¡además sus besitos no cuentan!

-¡Cabrona! – Murmuró Blake - ¿Y luego?

-Darragh me estaba esperando.... ¡y me dijo que me castigaría por ser una niña mala! – Gimió Keira – El castigo ya no te lo cuento. ¡Porque fue uno de los mejores castigos que he recibido en mi vida! – Murmuró la chica – Así que me portaré mal de vez en cuando para que mi "papi" me castigue – Y finalizó estallando en carcajadas.

Blake también se rió, ¡no podía creerlo! Parecía que a Keira le había afectado pasar tanto tiempo con Darragh Collingwood y estaba segura que empeorará porque se notaba que ese asunto del divorcio ya se le había borrado de la cabeza.

-Entonces ¿no te vas a divorciar? – Exclamó Blake después de que las risas cesaran.

-Darragh me pidió una oportunidad y yo he decidido dársela – Respondió su amiga – De ambos va a depender si nos divorciamos o caemos rendidos en las redes del amor – Suspiró Keira – Porque déjame decirte que Darragh es muy romántico... aunque no lo creas.

-Pues yo te deseo suerte, Kei-Kei – Exclamó Blake – Sólo no andes jugando con fuego y ¡disfruta a tu esposo! Y por favor, tampoco le des ilusiones a Aksel, un error te puede costar caro, Keira.

-¡Ay! – Fue lo único que respondió la rubia antes de terminar la llamada.

Quizá Blake tenía razón, no debía andar jugando con los sentimientos de nadie, pero de momento, ese juego le parecía divertido. Se dijo a sí misma que se mantendría alerta, si notaba que las cosas comenzaban a descontrolarse, se retiraría del juego. ¡Era una promesa!

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¡Pinche Keira es perrita! No entiende, ¿por qué no se dedicó a jugar antes de reencontrarse con Darragh y decidir darle una oportunidad? ¡En fin, lo hecho, hecho está y por lo que acabamos de ver, la chica no planea dar marcha atrás. ¡A ver si no la caga! ¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus comentarios y gracias por leer.

No publiqué el día lunes porque me encontraba con los ánimos por los suelos, aún están un poco caídos pero ya me siento un poco mejor. Una de mis lectoras y gran amiga murió el domingo y la noticia me cayó como bomba, por eso me sentía devastada y sin ganas de nada. Decidí no actualizar ninguno de mis libros al menos por un par de días. Espero el viernes, si nada lo impide, traerles otro capítulo de este fanfic. Gracias por su comprensión.
Maria Decapitated

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