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VEINTINUEVE

Greco caminó por los pasillos de Sterki Motors, había pasado otra semana sin que Keira apareciera, ¿en dónde diablos estaba? Darragh ya estaba muerto y no había que hacer mucho por sus restos, ¿acaso eran tantos trámites? Se preguntó mientras se detenía de golpe al mirar cómo la oficina que había pertenecido a Darragh era remodelada y ampliada. ¿Por qué estaban haciendo eso? ¡Y sin consultarlo! ¿Qué tramaban esos malditos Collingwood? Especialmente el imbécil de Alfred, quién ahora se pavoneaba sintiéndose el dueño de la empresa.

Al regresar de Francia, Garrett le había dado el control total de la empresa a su pequeño hijo y sólo lo había visto por ahí un par de veces, mientras que Alfred se la pasaba todo el día metido en la empresa, ya fuera en la planta o en las oficinas. El hombre se aproximó para mirar de cerca el trabajo de los obreros que cargaban un par de escritorios y los acomodaban en las oficinas.

-¡Ponte a trabajar en lugar de andar de chismoso! – Exclamó Alfred y Greco se sobresaltó.

-¿Pero qué demonios están haciendo? – Preguntó Greco sin quitarle los ojos de encima al menor de los Collingwood.

-¡Cómo eres chismoso, en serio! – Se rió Alfred pero se puso serio al ver la mueca de desprecio que Greco le dedicaba, aunque volvió a sonreír mientras una idea malévola se atravesaba en su mente - ¿De verdad quieres saberlo? – Preguntó.

-Lógicamente, Alfred – Exclamó Greco - ¿Por qué veo a todos haciendo preparativos y bastante activos? ¿Viene algo bueno para esta empresa?

-¿Qué no lo sabes? – Preguntó Alfie haciéndose el sorprendido - ¡Sterki Motorcycles tiene nuevo dueño! – Murmuró el muchacho aguantando la risa al ver la mueca de sorpresa en la cara de Greco.

A Alessio casi se le cae la mandíbula al piso, ¿cómo que un nuevo dueño? ¿Por qué nadie le había dicho nada? Eso era un atentado deliberado en su contra. Con un nuevo dueño y una nueva administración, sus planes iban a venirse abajo. Necesitaba poner pies en polvorosa y alejarse cuanto antes de ese sitio.

-¿Qué? – Preguntó - ¿Por qué nadie me había dicho nada? ¡Yo era el mejor amigo de Darragh! Yo vi a esta empresa crecer y prosperar. Yo trabaje hombro a hombro con tu hermano para que este proyecto diera frutos...

-¡Ya, ya, ya! – Lo interrumpió Alfred – Como sabes, Darragh ya no va a regresar y papá piensa que es mejor vender esta empresa a una persona capaz de mantenerla en la cima, tal y como Darragh... que en santa gloria esté – Y se persignó, siendo imitado por Greco – Lo hubiera querido, ¿me entiendes?

-Sí, sí, lo entiendo muy bien – Se quejó Greco – Pero, con un nuevo dueño, ¿qué va a pasar con la gente que trabaja en esta empresa?

-Llegamos a un acuerdo con el comprador – añadió Alfred – La empresa mantendrá su actual posición, al igual que los que laboran aquí. El nuevo dueño prometió no despedir a nadie.... a menos, claro está, que no cumpla con sus deberes correspondientes.

-¡Pues hace bien! – exclamó Greco – Porque en esta empresa hay muchas personas que no cumplen con su trabajo y se pasan las reglas por el arco del triunfo.

-¿Eso crees? – preguntó el chico arqueando las cejas – Deberías cuidar bien tus palabras, porque pareciera que te estuvieras describiendo. – exclamó Alfred – Mejor regresa a trabajar, sino quieres terminar sin trabajo.

-¡Eso lo dudo! – dijo Greco con tono triunfal – Voy a ganarme la confianza del nuevo dueño. – murmuró con una gran sonrisa – Nadie más que yo conoce perfectamente cómo trabaja Sterki Motors. Voy a acercarme a él y verás que en poco tiempo me convertiré en su asesor y amigo.

-¿Estás seguro? Porque yo no creo que le agrades al nuevo dueño, eres patético – respondió Alfred aguantando la risa al mirar las muecas de fastidio en el rostro de Greco. – Pero en fin, harás tu mejor esfuerzo con tal de no ponerte a trabajar como dios manda. – dijo el muchacho – Pero aún el nuevo dueño no se hace presente y yo me encuentro a cargo en estos momentos, te ordeno que te pongas a trabajar en lugar de estar perdiendo el tiempo en tus fantasías. – gritó Alfie y levantó las manos - ¡Fuera de aquí!

-¡Qué insolente! – bufó Greco y caminó a toda prisa hasta su oficina para encerrarse ahí.

Ese chico Alfred era un fastidio, pero pronto iba a deshacerse de él. Con la llegada del nuevo dueño, era seguro que ese muchacho dejara la empresa y se uniera al equipo de trabajo de Mercury Airlines, la empresa familiar. Él tendría el camino libre y de esta manera intentaría fingir interés en su trabajo al frente del área de publicidad. Viendo su interés y la enjundia con la cual se esforzaba para presentar un trabajo digno, se iría ganando la confianza del nuevo líder. Tenía que buscar la forma de que nadie notara ese desvió de fondos que desde hacía un par de años había mantenido muy bien oculto.

-Nadie debe saber que he estado robando a esta empresa – murmuró mientras se servía un vaso de whisky – Tengo que buscar la forma de que me envíen al departamento de finanzas y así seguir ocultando el fraude. – exclamó mientras bebía un gran sorbo de su vaso – Hasta el momento el gerente del departamento financiero está de mi parte y con la ayuda que recibe por su excelente trabajo, ha sabido manipular las cifras para que nadie note el faltante de dinero. ¡Yo soy un genio! – dijo triunfante – Pero por ahora debo ser cauteloso y no dejar cabos sueltos, ¡no quiero terminar en una prisión! – suspiró y apuró el contenido de su vaso mientras lanzaba un dardo y este se quedaba clavado en una enorme fotografía del rostro de Darragh Collingwood.

::::::

Keira abrió los ojos y bostezó con sonoridad, incorporándose a medias sobre la cama, ¿dónde rayos estaba Darragh? Todas las mañanas despertaba sola y siempre terminaba encontrándolo en la cocina, nadando o en el gimnasio. Tomó la bata que estaba sobre una silla, se la puso y salió corriendo de su habitación para buscar a su marido. Entró en la cocina y ahí no había nadie, salió al jardín, pero tampoco lo encontró en ese sitio. Así que sin perder tiempo, caminó rápidamente hasta el pequeño gimnasio y abrió lentamente la puerta para no interrumpir a su marido.

https://youtu.be/If9VmBlp82c

La música sonaba a un volumen moderado y Keira permaneció de pie, observando embobada los músculos de la espalda ancha de su marido. Que ella recordara, él no era así de grande, más bien su complexión era delgada, más fina y sutil, pero ahora parecía un toro y se cubrió el rostro con ambas manos al darse cuenta que era una boba y no haber notado ese grandísimo detalle.

Darragh no se había percatado de la presencia de Keira, él estaba concentrado en su rutina de ejercicios, levantando unas mancuernas con varios kilogramos de peso y escuchaba la música. Necesitaba mantenerse en buena forma, estando en la prisión, el ejercicio se había convertido en una vía de escape, así como su trabajo en el taller. Y como de momento no estaba trabajando, mantenía su cuerpo y mente ocupados en las rigurosas rutinas de ejercicio o haciendo el amor con Keira.

La chica no podía apartar la vista del trasero y de la espalda de Darragh. El cuerpo del hombre estaba cubierto de sudor y sus músculos en tensión la tenían como hipnotizada. Se mordió el labio para no gemir y así poder continuar observando ese hermoso monumento que se encontraba frente a sus ojos.

Collingwood se sintió observado y se detuvo, dejando las mancuernas sobre el piso del gimnasio, se dio la vuelta y esbozó una enorme sonrisa al mirar a Keira que se encontraba de pie en la entrada, descalza y cubierta únicamente por una delgada bata color de rosa. Ella lo observaba con detenimiento, mordiéndose el labio inferior y en sus ojos se reflejaba un leve brillo de lujuria. Darragh caminó hasta ella y la sujetó con fuerza por la cintura, mientras besaba su mejilla.

-¡Buenos días, Keira! ¿Cómo amaneciste?

-¡Sola! Como todos los días – Le reprochó la mujer - ¿Cuándo va a ser el día que me despierte entre tus brazos? ¿O que tus labios besen mis mejillas? ¡Me despierto sola y anhelando un abrazo de mí esposo! – Exclamó y se apartó de Darragh.

-¡Wow, wow, wow! – Murmuró Darragh - ¿Estás molesta conmigo? – Le preguntó, pero Keira no le respondió y se dio la vuelta dándole la espalda - ¿Quieres desayunar? – Preguntó acercándose a su mujer y besando tiernamente su cuello – Puedo prepararte algo.

-¡Quiero que regreses a la cama conmigo! – Gritó Keira dándose la vuelta y echándole los brazos al cuello mientras besaba tiernamente sus labios.

Darragh posó sus manos sobre el trasero de Keira y lo masajeó mientras ese beso se hacía más y más profundo, sus manos ascendieron un poco para deshacer el nudo de la bata, abriéndola para revelar la desnudez de su mujer. Él suspiró y se separó un poco de ella para contemplar el perfecto cuerpo de Keira. Ella se sonrojó ante esa intensa mirada, su piel se erizó y sus pezones de inmediato se endurecieron. Darragh se lamió los labios antes de inclinarse para tomar un rozado pezón entre sus labios y comenzó a succionar suavemente. La espalda de Keira se arqueó y dejó escapar un suave gemido.

-¡Darragh! Creo que deberíamos regresar a la habitación, ¿no lo crees?

Por respuesta, él le acarició la cintura y el trasero, estrujándolo con firmeza y continuó besándole los senos. Las manos de Keira acariciaron su cabello húmedo y descendieron hasta sus hombros mientras volvía a gemir con sonoridad....

-¡Oye Darragh yo....! – Se escuchó la voz de Miles en el gimnasio.

Keira se apartó rápidamente de Darragh y se arregló la bata, mientras salía corriendo del lugar....

-¡Perdón señora Collingwood! – se excusó Miles cuando la chica pasó corriendo junto a él – No fue mi intención interrumpir – Murmuró cubriéndose la cara - ¡Por eso yo decía que era mejor vivir bajo un puente!

-¡Ay ya! – Exclamó Darragh – No es para tanto... fuimos descuidados y ¡lo siento! – Suspiró el hombre - ¿Qué me decías?

-Que preparé el desayuno – Comentó Miles – Hice los panqueques de banana que te gustan – Dijo encogiéndose de hombros – ¿Desayunas ahora o regresas con tu esposa?

-Voy a darme una ducha y en seguida bajamos, ¡gracias Miles! – Sonrió Darragh y salió del gimnasio.

Collingwood subió corriendo las escaleras y entró en la habitación. Keira no se veía por ninguna parte, estaba a punto de comenzar a buscarla cuando escuchó el sonido de la ducha. Sonrió y se desnudó rápidamente para unirse a su mujer en el cuarto de baño.

La chica terminaba de enjabonar su cuerpo, abrió las llaves del agua y comenzó a quitarse el jabón. ¿Por qué Miles los interrumpió? Se cuestionó mientras el agua fría caía sobre su cuerpo. Al menos eso calmaría sus ansias, pero por más fría que estuviera el agua, la imagen de Darragh no se iba de su cabeza y ella estaba ardiendo como el infierno.

Unas manos fuertes y firmes se pasearon con delicadeza sobre su espalda, haciendo que se estremeciera. Los labios suaves de Darragh recorrieron su cuello al tiempo que el cuerpo del hombre se pegaba al de ella. Keira gimió y empujó un poco las caderas para rozar el pene de Darragh, quién gimió con fuerza. Collingwood le acarició los senos y los estrujó con ganas.

-¿Por qué no me esperaste? – Susurró en el oído de su mujer.

-Por un momento sólo pensé en desaparecer – Suspiró Keira - ¡Qué pena con Miles!

-Te aseguro que Miles está más apenado que tú y yo juntos – Jadeó Darragh llenando de besos la espalda de Keira – Pero olvídate de Miles – Gimió el hombre – De hecho, olvídate de todo y ¡hagamos el amor!

Keira cerró los ojos y asintió. Darragh tomó la esponja y la llenó de jabón para pasarla sutilmente sobre la espalda de Keira, deslizándose por su trasero, hasta sus piernas. Ella gimió un par de veces y abrió los ojos cuando él le dio la vuelta y comenzó a enjabonarle el pecho, deteniéndose un buen rato sobre sus senos para masajearlos y estrujarlos a su antojo. La chica jadeaba y se arqueaba mientras su deseo aumentaba. Se mordió el labio al sentir el roce de la virilidad de Darragh entre sus piernas. Él la sujetó entre sus brazos para besarla lentamente, recorriendo cada rincón de su boca con la lengua.

La rubia le arrebató la esponja de las manos y tomó más jabón mientras comenzaba a lavar el cuerpo de Darragh. Él la miraba y sonreía mientras que Keira, con un poco de timidez lo enjabonaba frotando la esponja contra su piel.

-Me gustan tus tatuajes – Murmuró ella recorriendo con su dedo la silueta del cuervo que se encontraba sobre el pecho del hombre.

Darragh le sonrió y besó la punta de la nariz de la chica. Ella continuó lavándolo y abrió de nuevo las llaves del agua para que esta se llevara la espuma. Darragh se estremeció, el agua estaba fría pero esa sensación duró poco, estar tan cerca de Keira lo ponía a cien grados. Darragh acarició la entrepierna de su mujer, explorando su feminidad y ella gimió con sonoridad, mirándolo fijamente, deseando penetrar en sus pensamientos.

-Te quiero así como tú me miras – Murmuró Darragh - Así como yo te beso, con intensidad y con esa insaciable hambre de quererte, de poseerte, de tenerte sólo para mí.

Keira suspiró para responderle, pero Darragh no la dejó hablar, volvió a asaltar su boca con un beso erótico y ardiente. Su joven esposa le respondió de igual manera, acariciando su espalda, deseosa de que la poseyera, con esa manera tan suya y única de tomarla y arrebatarle su cordura. Las manos de Darragh la tomaron por la cintura y Keira se dio la vuelta, apoyándose contra la pared del baño.

Darragh la penetró sin ninguna ceremonia, arrancándole un hondo gemido y comenzó a embestirla, mientras que Keira se acoplaba de inmediato a sus movimientos salvajes. La mano de la chica tomó la de Darragh para llevarla hasta sus senos, él rió y tomó con firmeza uno de ellos, mientras continuaba arremetiendo contra la mujer. Keira gemía y reía llena de dicha, entre tanto, sus nalgas golpeaban contra la pelvis de Darragh. ¡Aquello se sentía tan bien para ambos! El hombre le sujetó la barbilla para besarla de nuevo, fue un beso furioso y ávido, haciéndole saber a su mujer cuán deseoso se encontraba de ella.

Durante un tiempo, las acometidas de Darragh fueron violentas, mientras que Keira no paraba de gemir, empujando las caderas con frenesí. Pero lentamente, el ritmo de ambos bajo, transformándose en un suave y cadencioso balanceo. Keira soltaba suaves gemidos que hacían eco de los gruñidos guturales de Darragh, quien no dejaba de masajear los senos de su mujer con una mano, mientras que con la otra la llenaba de caricias.

El brazo de la rubia se enredó en el cuello de Darragh y en ese momento, el sonido de los gemidos que brotaban de la garganta de la mujer aumentó, lo mismo que las embestidas de Darragh. Keira buscó apoyó en la pared, inclinándose más para que la penetración fuera más profunda y certera. Su marido la tomó fuerte mente por los senos y continuó arremetiendo con brusquedad. Ella jadeaba, gemía y lanzaba uno que otro chillido de gozo. Por una parte, eso la hacía sentirse plena, feliz y dichosa, pero por el otro, también le asustaba pensar que todo eso podría convertirse en una adicción.

Darragh continuó con su frenético vaivén, mientras que Keira arqueaba la espalda y gemía, entregándose completamente. Collingwood la sujetó por el cuello, enderezándola para gemir junto a ella y besarla con ferocidad. Keira deseaba liberarse y cuando la mano de Darragh se coló entre sus piernas y sus dedos le acariciaron la feminidad, la cuerda que sostenía su cordura se rompió y ella se dejó llevar por ese explosivo orgasmo que la hizo temblar completamente.

-¡Darragh! – El nombre de su marido brotó de sus labios y luego dejó escapar una carcajada de satisfacción.

El hombre la embistió un par de veces más y también se entregó al orgasmo, estallando dentro de la joven. Rápidamente salió de ella y le dio la vuelta para asaltar sus labios con un beso posesivo y urgente, Keira le acarició la ancha espalda y arrastró las uñas sobre su piel. Darragh la tomó en sus brazos, sacándola del baño y colocándola sobre la cama mientras la llenaba de besos y caricias.

::::::

Alan estaba ansioso y a cada minuto miraba el reloj que colgaba de la pared de la cafetería. El abogado le había informado que quedaría libre al mediodía y el paso del tiempo se tornaba lento. Apenas el aparato marcaba las diez y treinta y cinco minutos; y eso para Alan era una eternidad. Se levantó de la silla y caminó rumbo al patio. Tenía que hacer algo para que los minutos se fueran volando o de lo contrario se iba a volver loco.

Durante todos esos días se había dedicado a pensar en la propuesta de Darragh. Trabajar en Londres era una gran oportunidad para él, además ¿qué otras opciones tenía? ¡Ninguna! Nadie daba a trabajo a ex convictos, por eso muchos volvían a delinquir y lo que menos quería Alan era volver a pisar la cárcel. No le importaba el puesto de trabajo, le hubiera dado lo mismo que Darragh le ofreciera el puesto de Jefe de Mantenimiento o Guardia de Seguridad de su empresa. Pero... ¿Asesor financiero? ¡Eso era más de lo que Alan hubiera imaginado! El hombre volvió a consultar el reloj y ¡aún faltaba una hora! No era posible que el tiempo transcurriera tan lento. Necesitaba hacer algo para que la espera no fuera tan desesperante, así que se concentró en dibujar sobre una servilleta, después tomó otra y continuó dibujando, hasta que escuchó que alguien lo llamaba.

-¡Rousseau! – Dijo uno de los guardias – Ya no tienes nada que hacer aquí, ¡lárgate! Ya te están esperando.

Alan se puso de pie como impulsado por un resorte y casi se echó a correr, pero el guardia lo detuvo y él lo miró con el ceño fruncido.

-¿Qué diablos? – Preguntó Alan.

-Primero ve por tus cosas – Sonrió el hombre.

Alan asintió y caminó a su celda para tomar sus pocas pertenencias. Suspiró y caminó rumbo a la salida. Ahí lo esperaba un guardia para conducirlo fuera de la prisión en donde su madre, Miles, Darragh y Keira lo estaban esperando. El chico pudo verlos a lo lejos y agitó su mano para saludar, su madre fue la primera en distinguir su imagen y la mujer caminó veloz para encontrarse con su hijo.

-¡Bebé! – Dijo la señora Rousseau abrazando a su hijo y besándolo en la mejilla.

-Hola ma – Suspiró el hombre - ¡Ya estoy fuera! Por fin.

Darragh caminó hasta Alan y lo abrazó, después Miles hizo lo mismo, pero lo levantó un par de palmos del piso, estrujándolo con fuerza mientras Alan se quejaba y se retorcía. Después de que Miles lo dejara en paz, Keira le tendió la mano y lo abrazó besándolo en las mejillas.

-¡Esto merece una celebración! – Exclamó Darragh – Así que es hora de irnos, Keira, Miles y yo te hemos preparado un pequeño banquete en tu honor.

Alan sonrió feliz y se retiró con sus amigos. ¡Se sentía tan bien estar fuera de ese sitio! Y todo se lo debía a Darragh y a su familia, quienes le tendieron la mano para agilizar su salida de la prisión ya que de lo contrario, el inútil de su antiguo abogado lo hubiera dejado podrirse en la cárcel.

El trayecto a casa de Darragh fue corto, estuvieron charlando animadamente, gastándose bromas para que Alan se sintiera un poco mejor. Keira permanecía en silencio, le encantaba observar reír a Darragh y aunque su risa no fuera la más perfecta del mundo, le encantaba escucharla. Al llegar al lugar, Alan se sorprendió al ver el "pequeño departamento" en el que su amigo vivía. Suspiró y recordó que alguna vez el había podido adquirir un sitio similar, pero que gracias a su "obra de caridad" todo se había perdido, aunque no se arrepentía de lo que había hecho.

-Pónganse cómodos – exclamó Darragh señalando una mesa en el centro del jardín – Keira y yo iremos por unas bebidas para hacer un brindis.

Darragh tomó de la mano a Keira y entraron en la casa, mientras que los demás se sentaron en la elegante mesa de jardín. Momentos después, la rubia y su esposo salieron de la casa llevando algunas bandejas de bebidas y comida. Alan agradeció el detalle de sus amigos y después de su discurso dieron comienzo al banquete.

Keira esta vez estuvo participando más de la charla y haciendo reír a todos con sus bromas, sin embargo, fue interrumpida por el sonido de su móvil. Darragh frunció el ceño cuando Keira tomó su celular y lo revisó.

-¡Ay, es Blake! – murmuró Keira levantándose – Voy a responderle – dijo y caminó a grandes zancadas para entrar en la casa.

¡Pero no se trataba de Blake! Quién llamaba a la rubia era Aksel Taylor.

-¡Hola Aksel! – saludó la chica en tono festivo - ¿Cómo estás cariño?

-¡Hola mi amor! – respondió Aksel lleno de emoción – Estoy muy bien, he comenzando con los entrenamientos y la pretemporada. – dijo el hombre – Aunque estoy muy ansioso por saber cuándo regresarás a Londres, ¡te extraño mucho, mi muñequita!

-¡Ay, cosita! – dijo Keira con ternura mientras se mordía el labio, ¡se iría al infierno por ello! – En un par de semanas o poco menos, mi familia tiene que arreglar unos asuntos aquí, pero yo me estoy divirtiendo mucho en estas vacaciones.

-Me alegro por ti, sweetie – exclamó Aksel – Pero dime, ¿habrá alguna manera de vernos el día que regreses?

-¡Por supuesto, cielo! – dijo Keira – Yo te llamaré en cuanto regrese, porque también quiero verte.

-¡Eres un dulce, mi muñequita! – respondió Aksel Taylor – Ahora tengo que dejarte, pero prometo llamarte pronto. – suspiró – Te quiero mi preciosa niña.

-Yo también te quiero, Aksel. – exclamó Keira - ¡Hasta pronto!

La chica terminó la llamada y se recargó en la pared mientras lanzaba un hondo suspiro. Se emocionaba al recibir las llamadas de Aksel y le encantaba pasar tiempo con él. Parecía un buen tipo, pero tenía que decirle la verdad aunque no sabía cómo. Tampoco deseaba que Darragh se enterara, no podía imaginarse cuál sería la reacción de su marido si este se enteraba de su "affair".

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Darragh está por regresar a Inglaterra, en el siguiente capítulo tendrá su regreso triunfal y hay una persona a la que no leva a agradar esto, especialmente porque Darragh estará acompañado de sus amigos. Regresar a sus raíces hará que Darragh vuelva a ser el de antes y por supuesto a recordar. Ver la cara de Greco le ayudará a revelar lo que sucedió hace dos años y lo que lo mantuvo en la cárcel durante todo ese tiempo.
Por su parte, Keira se sigue ilusionando con Aksel pero adora estar con Darragh. Ya lo pudimos notar, especialmente en la cuestión sexual. Pero su relación no será sólo de sexo, también habrá amor. ¿Qué les pareció el capítulo? No olviden dejar sus comentarios y muchas gracias por leer.
Maria Decapitated

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