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VEINTE

La camioneta se estacionó frente al reclusorio. Era un lugar sombrío y gris, Keira sintió un escalofrío en su espalda. ¿Cómo era posible que Darragh hubiera terminado en ese lugar? Se preguntó mientras bajaba del auto y a su mente acudieron muchas preguntas más. ¿Acaso Darragh tenía la sangre tan fría para atreverse a asesinar a Carmina Brülh? Negó con la cabeza, el hombre podría parecer cruel y frío, pero no lo era. Al menos su familia no lo veía de esa forma, tampoco los trabajadores de su empresa, ni la gente a la que solía ayudar. Debió haber estado muy desesperado para cometer ese crimen, si es que él lo había cometido. Lo curioso de todo, es que el propio Darragh había dejado protegida a su amante en caso de que algo malo le pasara. Era muy raro, todo lo que había sucedido estaba descontrolado. Ahora que Keira volvía a analizar la situación, llegaba a la conclusión de que había un tercero involucrado. Darragh sabía que tenía un enemigo y este quizá fuera el asesino de Carmina. Pero sólo eran suposiciones, el único que podía decir la verdad era Darragh pero ¡no tenía memoria!

Caminaron por un largo pasillo hasta detenerse frente a la puerta de una oficina. Ahí los estaba esperando el director del penal y el detective Fayolle. Incluso se encontraba el psiquiatra que atendía a Darragh y el encargado del taller en el que Collingwood trabajaba. Cada uno hablaría respecto al hombre, sobre sus avances, su comportamiento entre otras cosas.

Las mujeres tomaron asiento y saludaron a los hombres que se encontraban dentro de la habitación. Franco Lewis hizo las presentaciones correspondientes y el primero en hablar fue el Detective Fayolle.

-¡Bienvenidas señoras! – saludó el Detective – Por una parte me alegro que Darragh se reencuentre con su familia, pero por otro lado, lamento mucho la situación en la que se encuentra él. – exclamó y se pasó una mano por el cabello – El caso aún no se ha cerrado, existen demasiadas inconsistencias en el, pero estamos haciendo todo lo posible por esclarecerlo y poder resolverlo. – continuó – El único testigo que existe es el señor Collingwood, pero para su mala fortuna recibió un fuerte golpe en la cabeza que le provocó amnesia. Pensamos que esta sería temporal, pero ya han pasado dos años y Darragh no ha presentado muchas mejorías. El psiquiatra cree que reencontrándose con su familia y con acontecimientos de su pasado, cosas que lo hagan recordar, podrá recuperarse en poco tiempo.

-Desgraciadamente Darragh es un hombre muy necio – intervino el psiquiatra – Y en ocasiones se ha negado a tomar sus medicamentos. El no llevar un seguimiento ha traído un retraso en su recuperación, pero ahora que se reencontrará con ustedes, yo estoy seguro que tendremos avances.

-¿Qué tipo de avances ha tenido mi esposo? – preguntó la chica y la palabra "esposo" retumbó en su cabeza - ¡Sí, mi esposo! – murmuró y sonrió.

-La recuerda a usted, señora Collingwood – respondió el médico y los ojos de Keira se abrieron como platos al escucharlo – Su imagen física estaba presente en los sueños de Darragh, pero él no recordaba exactamente quien era usted. – dijo el hombre y continuó – Los conocimientos sobre su oficio no los olvidó, es un maestro de la mecánica automotriz.

-Yo me sorprendí con su habilidad para reparar motores de combustión interna – intervino el jefe del taller mecánico – Su conocimiento en la ingeniería mecánica automotriz es sorprendente. Estamos muy contentos con su desempeño y ahora que sabemos cuál es su profesión, lo comprendimos todo.

-Mi esposo es bueno en lo que hace – respondió Keira – De hecho, Sterki Motorcycles se encuentra entre las mejores del mundo. Sus diseños son muy apreciados por nuestros clientes, tenemos altas ventas. – dijo la mujer – Por desgracia, su desaparición provocó un poco de caos dentro de la compañía, pero hemos logrado estabilizarla. Con su regreso, seguramente las cosas se pondrán mejor. Yo me comprometo a ayudarlo en su recuperación.

-Creo que toda la familia estaremos comprometidos en ayudarlo – intervino Greta Collingwood – Y les agradecemos todo lo que han hecho por Darragh en todos estos años. ¿Cuándo podremos verlo? – preguntó la mujer colocando sus manos sobre el regazo.

-Por el momento – Comentó el director del reclusorio – Sólo la esposa de Darragh podrá verlo. Me apena mucho que tenga que ser de esta manera, pero el asunto se estuvo discutiendo con el psiquiatra y llegamos a la conclusión que quizá el hecho de ver a muchas personas al mismo tiempo le pueda causar alguna especie de shock emocional.

-Es bastante comprensible – Murmuró Tessa Ackermann – Mi hija está deseosa de volver a ver a su esposo y creo que a él le va dar gusto reencontrarse con ella.

Keira frunció el ceño al escuchar las palabras de su madre. En realidad, ella no quería estar a solas con Darragh. Se había puesto aún más nerviosa al saber que Darragh sólo la recordaba a ella, si ni siquiera habían convivido. Keira pensaba que Darragh podría tener más recuerdos sobre sus padres o su hermano, ¡qué equivocada estaba!

-¿Cuándo podré verlo? – Preguntó la joven.

-Si gusta, ahora mismo – Sonrió el Director – De hecho, he enviado a un guardia por Darragh y se reunirán en un pequeño salón en dónde podrán hablar con comodidad – Murmuró el hombre.

-¡Perfecto! – Dijo Keira poniéndose de pie.

Las piernas de la chica temblaron, esas mariposas en su estómago revolotearon con más fuerza, mientras que la sensación de vértigo se intensificaba. El director de la prisión le pidió que lo siguiera. Keira no supo cómo fue que pudo mantener ese paso firme, mientras seguía a ese hombre a través de los pasillos del lugar hasta que se detuvieron frente a una puerta que era custodiada por un par de guardias.

-Collingwood está dentro – Exclamó el custodio – Los está esperando.

Un escalofrío sacudió a la joven cuando la puerta del salón se abrió y el director le hizo una seña para que entrara.

-No tema, señora Collingwood – Dijo el hombre – Darragh no es agresivo, sólo es algo temperamental – Murmuró – Pero supongo que eso ya lo sabe – Sonrió – De cualquier manera, si necesita algo, hay un timbre en la pared, puede hacerlo sonar y de inmediato los guardias la auxiliarán – Finalizó.

Keira asintió y entró en la estancia. Inhaló y exhaló un par de veces para controlar esos terribles nervios. Ni siquiera estaba segura del porqué, pero estos la atormentaban. Bufó y caminó lentamente, buscando la imagen de Darragh Collingwood en el lugar.

La chica se detuvo a una distancia prudente, tratando de no hacer ruido y lo analizó a detalle. Contuvo el aliento al mirarlo. Darragh conservaba su porte arrogante y soberbio, a pesar de portar ese feo uniforme de prisión lucía impecable. Él era esa clase de hombre que emanaba elegancia e incluso vistiendo un saco de patatas encima, hacía que esa prenda luciera elegante. Llevaba el cabello al ras de la cabeza y se podía notar una gran cicatriz en ella. Keira dejó escapar un sonoro suspiro y de inmediato, él se dio la vuelta y la miró con intensidad.

Keira se tambaleó un poco, ¿por qué la miraba así? Era una mirada intensa y sincera, como diciéndole que la necesitaba. A diferencia de las otras veces, la mirada del hombre era de súplica. La chica volvió a suspirar y permaneció petrificada, sin poder moverse o articular palabra.

Darragh escuchó que suspiraban y se dio la media vuelta. ¡Ahí estaba ella! La contempló detenidamente, ¡era bellísima! Un rostro hermoso de tez nívea, parecía una muñeca de porcelana. Sus labios tentadores temblaron ligeramente y sus hermosos ojos verdes estaban muy abiertos. La chica parecía sorprendida. Su esposa era muy joven, no muy alta, pero de formas armoniosas y perfectas. Él caminó a paso veloz para encontrarse con ella, sin embargo, la mujer dio un paso atrás.

Keira se tensó y retrocedió un poco. Definitivamente se le notaba muy cambiado, se había dejado la barba, lo que lo hacía verse más masculino e irresistible. Él comprendió y se detuvo unos pasos de ella.

-Hola Darragh – Susurró la chica – Soy Keira Ackermann... ahora Collingwood – Suspiró – Soy tu esposa – Dijo y bajó los ojos, ¡no podía sostenerle la mirada! – Realmente me alegra volver a verte... ¡yo, no sé qué decir! – Rió y negó con la cabeza – Sólo hablamos un par de veces, nada relevante, de hecho, nos casamos por un interés y tú te fuiste el día de nuestra boda, ¡todo pasó tan rápido! – Continuó Keira, mientras lo miraba detenidamente.

Darragh la escuchaba atentamente y no le quitaba la vista de encima. Ver a Keira era como si el sol saliera después de una furiosa tempestad para iluminar el cielo. De momento no le respondió, esa chica parecía una revelación divina y de pronto, en su mente apareció un recuerdo. Unas vacaciones en el Mediterráneo junto a su madre, la puesta de sol mientras caminaba de la mano de la mujer, un mar incandescente y la brisa golpeando su rostro. Su padre los seguía llevando a su perro que ladraba cada vez que una gaviota se cruzaba en su camino. Y de nuevo, esa punzada en la cabeza.

-¿Te encuentras bien? – Preguntó Keira con curiosidad al ver que Darragh se llevaba las manos a las sienes – Si te sientes mal yo puedo llamar al doctor.

-¡No, estoy bien! – Exclamó Darragh – Padezco dolores de cabeza, pero no son frecuentes. El médico me dijo que se debían al esfuerzo que hago por recordar.

-Dijo el psiquiatra que quizá estando junto a tu familia puedas recordar – Murmuró Keira acercándose a Darragh y tomándolo de la mano.

El contacto físico provocó un estremecimiento en ambos. El la miró a los ojos y la chica se sonrojó. No podía evitarlo, Darragh le provocaba eso. Tenía ganas de estrecharlo entre sus brazos, besar su frente y acariciar su espalda, para decirle que todo iba a estar bien, que ella lo protegería y lo cuidaría. Darragh parecía un niño extraviado, sus ojos transmitían desconsuelo y desesperación.

Por su parte, Darragh se tensó. No estaba seguro de cómo reaccionar ante esa especie de descarga eléctrica que lo sacudió. Fue una extraña sensación provocada por un simple roce. La mano de Keira era muy cálida y su mirada era dulce y conciliadora.

-Yo... - Murmuró Darragh – Creo que te debo una disculpa – Exclamó pensando en lo que ella le había dicho hacía un rato – Supongo que me odias, ¿no es así?

-¿Odiarte? – Preguntó Keira con sorpresa – No, no te odio – Dijo encogiéndose de hombros – A pesar de que eras un patán engreído, no, no te odié. Dicen que sólo se puede odiar lo que se ama y en nuestro caso, nunca hubo amor – Exclamó – No tuvimos una historia, sí eso es lo que quieres saber – Sonrió la chica – Nuestro matrimonio, como te lo dije, fue sólo un asunto de negocios. Nunca estuvimos de acuerdo, especialmente tú.

-¿Entonces nuestra relación era muy mala? – Preguntó Darragh.

-No creo que lo nuestro fuera una relación Darragh – Suspiró Keira – Las únicas dos veces que intentamos acercarnos, ¡tú las echaste a perder! En la primera me dijiste que no te interesaba tener una amistad con una mocosa y en la segunda intentaste seducirme... ¡realmente eres un hombre muy difícil! ¿Sabes? Creo que te gusta tomar el control de la situación y estabas acostumbrado a que todo el mundo hacía tu voluntad.

-¡Joder! – Bufó molesto – ¿Entonces soy un maldito bastardo?

-Posiblemente para muchos lo parezcas y lo seas – Murmuró Keira – Quizá para otras personas no lo seas. Así cómo hay gente que te odia, hay gente que te quiere. ¡Tu hermano, por ejemplo!

-¡Alfie! – Dijo Darragh en un susurro.

-¿Recuerdas a Alfie? – Preguntó Keira entrecerrando los ojos.

-Es mi hermano menor – Suspiró el hombre y ella asintió – Por ahora son sólo recuerdos vagos, escenas poco nítidas. Yo anhelaba tener un hermano, siempre cuide de Alfred, lo protegí y lo quise.

-Él también te quiere – sonrió Keira - ¡Y mucho! Tú eres como una especie de héroe para tu hermano, un ejemplo a seguir. Lamentablemente él no pudo venir debido a la escuela, pero se reunirá contigo el fin de semana, ¡estaba tan emocionado de tener noticias tuyas!

-¿Y tú me quieres? – Preguntó Darragh acariciando la mejilla de Keira, quién se ruborizó al escuchar esa pregunta.

-No puedo responder afirmativamente – Murmuró la joven – Es una pregunta difícil... ¡para querer a una persona, primero hay que conocerla! Y tú y yo somos unos completos desconocidos.

-¿Pero me querrías? – Volvió a preguntarle, esta vez dibujando la silueta de los labios de Keira con el dedo pulgar.

-¡No, sé! – Gritó Keira apartándose bruscamente - ¿Por qué me preguntas eso?

-Quizá quiera llevar a cabo mi papel de esposo, ahora que nos hemos encontrado podríamos intentar llevarnos bien y conocernos – Sonrió Darragh.

-Creo que la amnesia te afectó demasiado – Exclamó Keira.

-¿Por qué no dejaste de buscarme? – Continúo Darragh con sus preguntas.

-Necesitábamos saber qué había sido de ti – Murmuró la chica – Dejaste una especie de testamento, quizá presentías que algo malo iba a pasarte. Por ejemplo; a tu padre lo nombraste tu albacea y Garrett ahora es el presidente de tu compañía, Alfred y yo somos los vicepresidentes de la misma. A tu supuesto mejor amigo y socio, Greco Alessio, lo degradaste – Dijo sin evitar sonreír.

-¿Cómo dijiste? – La cuestionó – ¿El nombre de ese hombre cuál es? ¿Por qué dices que lo degradé?

-Greco Alessio – Murmuró Keira – Por lo que dijo Alfred, él es tu mejor amigo, se conocieron en la universidad, tú lo ayudaste de manera incondicional, porque el tipo es un don nadie. Lo nombraste vicepresidente y tu albacea. Greco era vicepresidente de Sterki Motorcycles, pero no servía de nada. De hecho, gracias a él, la empresa estuvo a punto de colapsar. Afortunadamente actuamos a tiempo y pudimos mantenerla a flote – Suspiró – Y cuando digo que lo degradaste fue porque lo enviste al departamento de publicidad y tal parece que detesta su nuevo puesto. ¡Te jugaste tu última carta, Darragh! Antes de desaparecer junto a tu amante – Bufó – Incluso a tu amante la dejaste protegida, pero lamentablemente ella murió.

-¿Tú crees que yo la maté?

-No – Dijo Keira inmediatamente y lo tomó de las manos – Podrás ser un patán, altanero, soberbio y grosero. ¡Pero jamás un asesino! Creo que no podrías hacerle daño ni a una mosca.

-¡Auch! – Exclamó Darragh y se echó a reír.

Keira también se rió, contagiada por la risa de Darragh, la cual era horrible. Él parecía una tetera al fuego y también tenía algo del perro llamado Lindo Pulgoso. No era la mejor risa que ella hubiera escuchado, pero era agradable y sincera. La contagió de inmediato. Ambos rieron por un buen rato, hasta que comenzaron a quejarse del dolor de estómago. A Darragh, reír de esa manera le calmó las ansias y lo hizo sentir mejor, como nunca se había sentido. La presencia de Keira lo llenaba de buena vibra, le daba esperanzas. Él le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.

-Creo que debo irme ya – Exclamó la chica – Dijo el psiquiatra que no debíamos cansarte.

-¡Pero si sólo has estado aquí por un rato!

-¡Ha pasado casi una hora! – Murmuró la joven – Es lo único que puedo permanecer aquí. ¡Pero tu padre ha enviado a un abogado! – Comentó de inmediato – Él se quedó hablando con el detective y el fiscal, eso creo – Sonrió – Franco nos dijo que había muchas inconsistencias en tu caso y quizá puedas irte de aquí muy pronto.

-¿Mañana vendrás? – Preguntó lleno de esperanza.

-Sí – Sonrió Keira – Quizá mañana también tu madrastra y mi madre puedan pasar saludarte. Y este fin de semana es un hecho que tanto tu padre como Alfred estén aquí y mientras se arregla esto, yo permaneceré en este lugar.

-¡Gracias! – Exclamó Darragh y le sonrió.

-No me agradezcas – Murmuró Keira – Yo sólo quiero que estés bien y que muy pronto recuperes tus recuerdos y así también puedas tener tu libertad y no estés atado a mí.

-¿A qué te refieres? – Preguntó Darragh - ¿Acaso deseas divorciarte?

-¡Por supuesto! – Exclamó Keira con firmeza – No es justo para ambos. Esta relación no tiene ningún futuro – Suspiró la joven.

-¿No vas a darme una oportunidad? – Preguntó Darragh bastante confundido – Quizá me equivoqué al irme y dejarte sola, pero es que yo...

-Eso lo dices ahora – Lo interrumpió Keira – Porque no recuerdas nada de lo que sucedió antes de este lamentable incidente. ¡No te agrado! Y nunca lo haré, porque no soy la clase de persona con la cual tú te has relacionado, porque solamente soy una mocosa que jamás va a estar a tu altura, ¡créeme, Darragh! – Dijo la joven levantando el rostro – Que cuando recuperes tus recuerdos y te des cuenta del hombre que eres, vas a agradecerme el hecho de darte tu libertad.

Darragh miró a Keira, los ojos de la chica estaban húmedos, casi al borde de las lágrimas. Él suspiró, sintiéndose cómo el peor hombre del mundo. No podía dejarla que se marchara así, desconsolada y triste, ¡necesitaba hacer algo para reconfortarla! Collingwood no dijo nada, solo continuó mirándola. Keira era tan hermosa y lo llenaba con paz, lo hacía sentirse bien y completo. Ella podía ser la clave para recobrar su memoria y su pasado.

El hombre caminó lentamente hacia la chica y sin darle tiempo de nada, la tomó entre sus brazos y selló su boca con la suya. Fue un beso suave y tierno, no deseaba asustarla y que saliera corriendo del lugar, sin embargo, la joven opuso un poco de resistencia e intentó soltarse de los brazos de Darragh, pero él la sujetó con mayor firmeza, que le fue imposible zafarse.

Poco a poco, las fuerzas de Keira comenzaban a doblegarse ante ese beso, que aumentó en intensidad. La mente de la joven ya estaba en blanco, solamente centrada en ese beso indómito y posesivo que la estaba haciendo perder la cordura. El pecho firme de Darragh aplastaba sus senos, mientras que las enormes manos de Collingwood le acariciaban la espalda, descendiendo hasta su trasero. Ella tembló ante lo sensual y delicado de esas caricias y se dejó llevar, sucumbiendo bajo el hechizo de ese beso que se tornaba desesperado y pasional. La lengua de Darragh exploraba la boca de la joven, embriagándose con su sabor. Poco a poco, la timidez de Keira se estaba disipando y le correspondió con la misma intensidad, su lengua jugueteó con la de él, al tiempo que sus manos acariciaban la cabeza de Darrah.

Ella tiritó cuando la erección de Darragh se hizo notoria, rozando sus muslos. De los apetitosos labios de la mujer se escapó un gemido y su cuerpo se frotó contra el de él, quién le apretó las nalgas con fuerza, haciéndole saber cuán excitado estaba. Los pezones de Keira se endurecieron y volvió a gemir mientras la humedad se hacía presente en medio de sus piernas. Los brazos de Keira se aferraron al cuello de Darragh y éste gimió de manera gutural.

-¡No! – Murmuró Keira y lo empujó mientras su pecho subía y bajaba con velocidad – No, no está bien.

-¿Por qué no? – Preguntó Darragh acercándose a ella y susurrando las palabras en su oído – Yo lo estaba disfrutando y sé que tú también – Murmuró y sus labios le succionaron el lóbulo de la oreja.

-¡Se acabo el tiempo de visita! – Exclamó Keira apartándose de él.

-¿Vendrás mañana? – Preguntó el hombre sonriendo con satisfacción.

-Sí, estaré aquí junto a tu madrastra y mi madre. – dijo la chica sin voltearlo a ver – Cuídate, Darragh – finalizó y salió casi corriendo.

Darragh sonrió satisfecho mientras se lamía los labios. No entendía el porqué la había rechazado, si le encantaba esa chica. Ella suponía un reto para él y tarde o temprano lograría hacerla suya.

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¡Se han reencontrado! Y como vemos hay atracción entre los dos. Keira no puede evitarlo, sucumbe ante los encantos de Darragh y él está fascinado con la rubia. Pero para ponerle un poco más de drama a este asunto, aparecerá un nuevo personaje que posiblemente conozcamos en el siguiente capítulo y que quizá ponga los sentimientos de Keira de cabeza. ¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus votos y comentarios. Muchas gracias por leer. Si la historia les gusta, no duden en recomendarla con sus amigos o contactos, me haría muy feliz tener más lecturas. De antemano, gracias por su apoyo. ¡Hasta el próximo capítulo!
Maria Decapitated

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