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TREINTA Y SIETE

Keira caminó por los pasillos de Sterki Motors. Prácticamente no había dormido nada y se sentía un poco cansada, pero la sonrisa del rostro no se la borraba nadie, miró el reloj dándose cuenta que era tarde. Suspiró y abrió la puerta de su oficina, seguida de su secretaria. La joven abrió la boca sorprendida al mirar la cantidad de arreglos florales y los montones de muñecos de felpa que se encontraban dentro de la oficina.

-Llegaron desde temprano, señora Collingwood – Murmuró la mujer – Parece que el señor Collingwood está teniendo muchos detalles con usted – Dijo esbozando una enorme sonrisa.

Keira no le dijo nada, únicamente se limitó a sonreír y asintió. La secretaria abandonó la estancia y ella miró los presentes, tomando entre sus manos los animalitos de colores. Negó con la cabeza, Darragh no era de ese tipo de regalos, algo se lo decía. Los encontraba demasiado tiernos y un poco cursis para tratarse de un regalo de Darragh... y ahora que lo pensaba, ¡Darragh nunca había tenido un detalle para con ella!

Una nota cayó al piso y Keira se apresuró a levantarla y leer su contenido. Ya se lo imaginaba, se trataba de Aksel Taylor, quién se disculpaba por su comportamiento de la noche anterior.

"Preciosa Keira:
Quiero que sepas que estoy muy arrepentido por el fallo que cometí ayer. Este error es lo último que hubiera querido en la vida. Reconozco que tuve la peor actitud contigo y que mi comportamiento te ofendió en gran manera. Te pido perdón porque herí tus sentimientos y tienes toda la razón para estar enfadada conmigo.
Quiero pedir perdón con estas palabras y con estos pequeños detalles. Y si me das la oportunidad, pedirte perdón cara a cara, invitándote a almorzar. No me gustaría que esta hermosa relación que ha comenzado terminara por mi estupidez y mi mal comportamiento.

Te quiero
Aksel Taylor
"

-¿Mal comportamiento? – Preguntó Keira al terminar de leer - ¡Mal comportamiento el de Darragh! – Exclamó echándose a reír – Tú mi querido Aksel, eres un pan de Dios – Suspiró y tomó asiento mientras abrazaba un conejo en color azul – Aunque debo confesar que mi balanza se inclina cada vez más hacia el tipo rudo y dominante que es mi marido... ¿qué hago? ¿Qué hago? – Se preguntó cerrando los ojos - Piensa, Keira, ¡piensa!

Abrió los ojos e hizo a un lado los muñecos para ponerse trabajar. Tenía unas cosas pendientes por terminar y, si quería salir a almorzar con Aksel, debía ponerse al corriente. Tenía pensado aceptar las disculpas del hombre e irse rápidamente del lugar. Estaba claro que la relación entre Aksel y ella sólo se trataba de simple y pura amistad. No podía haber otra cosa ¡y ella no deseaba que hubiera algo más! Quizá en un principio si lo consideró, pero ahora que estaba conociendo más a su marido y experimentando más junto a él, despertando nuevos sentimientos y sensaciones; Aksel Taylor pasaba a un segundo plano, como un buen amigo y nada más.

Continuó absorta en sus labores y ni cuenta se dio cuando Darragh entraba en su oficina. El hombre la miró trabajar y sonrió, pero su sonrisa se borró del rostro cuando contempló el montón de arreglos florales y los muñecos de peluche. Frunció el ceño, levantando los juguetes y acariciando con sus dedos los pétalos de las flores, ¿quién le había enviado esos presentes a su mujer?

Keira se sobresaltó al darse cuenta que alguien se encontraba dentro de la oficina y levantó la vista. Miró a Darragh, le dedicó una sonrisa, pero después se puso seria al ver el rostro de Darragh, quién parecía un poco molesto.

-Parece que tienes un admirador secreto – Exclamó el hombre - ¡Pero qué malo gustos tiene!

-¿Perdón? – Preguntó Keira enarcando una ceja – Lo dices ¿por qué?

-Porque, mira – Respondió Darragh levantando un oso en color verde - ¡No existen osos verdes! Esas cosas molestan la vista, ¡pésimo gusto del muchacho!

-¡Al menos él me envía regalos! – Bufó Keira levantándose de su asiento y acercándose a Darragh – Porque hay esposos que no se toman la molestia ni de enviar un oso verde de vez en cuando – Murmuró la joven golpeando el pecho de Darragh con la punta de su dedo índice.

-Eso, querida ¿es un reproche? – Dijo el hombre estrechando a Keira entre sus brazos.

-¡Por supuesto! – Gimió – En lo que llevamos de casados, tú nunca me has regalado nada – Exclamó e hico un puchero – Ni siquiera una flor...

-¡Pero te he dado mi corazón, pequeña! – Dijo Darragh besando los labios de Keira - ¿Eso no es suficiente para ti?

-Sí y me siento feliz por ello – Suspiró Keira jugando con la barba de Darragh – Pero me gustaría que de vez en cuando fueras un poco romántico y cursi. ¡Así como eres dominante y posesivo! – Sonrió y acercó su frente a la del hombre – Porque ni siquiera te despides cuando te marchas al trabajo, no me despiertas con un beso o alguna palabra bonita... ¡ni una nota me dejas! – Y dejó escapar un hondo suspiro.

Darragh abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla. Quizá Keira tenía razón después de todo, necesitaba aprender y conocer las necesidades de su esposa. La estrechó entre sus brazos y también suspiró.

-No sabía que eso era importante para ti - Respondió Darragh.

-¡Obvio sí! – Gimió Keira – Es muy importante y significaría todo si viene de ti – Sonrió.

-Bien, ahora lo sé y te prometo que no lo pasaré por alto – Dijo Darragh devolviéndole la sonrisa.

Keira tomó el rostro de Darragh para inclinarlo un poco y unió sus labios a los de él. Su marido rodeó su cintura con ambos brazos y profundizó ese beso mientras sus manos descendían hasta las caderas de Keira para empujar su cuerpo contra el suyo. Se separaron un instante, mirándose a los ojos; la chica dejó escapar un suave suspiro y entreabrió los labios, haciéndole una invitación para que continuara besándola.

Darragh deslizó su pulgar sobre los apetitosos labios de su mujer y ella lo tomó, succionándolo suavemente. Darragh se lamió los labios y la besó una vez más, pero impregnándole más pasión al beso al introducir la lengua dentro de su boca. Sin dejar de besarla, la tomó por la cintura y la sentó sobre el escritorio, colocándose entre sus piernas. Lentamente le acarició los muslos y el cuerpo de la joven vibró bajo su tacto.

-Me encantaría besarte.... y besarte, hasta averiguar el sabor que tienen tus sueños – Suspiró Darragh – Pero sé que debemos parar, porque de lo contrario voy a terminar follándote sobre el escritorio.

Keira se puso colorada, pero no pudo ocultar la frustración de su rostro. Tiró de la corbata de su marido para besarlo intensamente. Darragh la sujetó por las nalgas y respondió ante ese beso apasionado. La mano de la rubia se deslizó por el torso de su marido, deteniéndose sobre el cinturón y trató de desabrocharlo.

-¡Keira! – Murmuró Darragh contra sus labios.

-Te deseo – Susurró ella lamiendo el lóbulo de su oreja.

-Yo también... - Exclamó él y comenzó a desabotonarle la blusa.

Tres golpes secos en la puerta de la oficina los obligaron a separarse abruptamente. Keira protestó, mientras que Darragh suspiraba y se acomodaba el saco y la corbata.

-¡Qué inoportunos! – Se rió Darragh y Keira hizo lo mismo, bajándose del escritorio.

Darragh abrió la puerta, se trataba de la secretaria, quién llevaba un nuevo arreglo floral.

-¿Uno más? – Preguntó el hombre con una sonrisa burlona – Permíteme ayudarte, cariño – Continuó y tomó el arreglo de manos de la secretaria – Son unas lindas flores, lástima que morirán en unos pocos días. En lo personal las prefiero en su hábitat natural.

Keira frunció los labios aguantando la risa. ¡Darragh estaba celoso! Podía verlo en la expresión de su rostro. Y eso le gustaba, la emocionaba y estaba a punto de saltar de alegría. Cuando la secretaria los volvió a dejar solos, Keira se acercó a Darragh y le susurró en el oído.

-¿Celoso, papi?

Darragh la miró con los ojos entrecerrados y, sujetándola por la cintura le plantó un beso desesperado y salvaje. Keira gimió al sentir su fuerte cuerpo muy pegado al suyo y se frotó contra él, experimentando el roce de la erección de Darragh entre sus piernas. Él se separó y jadeó mordiéndose el labio. Keira estaba colorada y muy excitada, suspiró y le dedicó una sonrisa traviesa.

-¡Muy celoso! – gruñó Darragh deslizando sus dedos por las mejillas de su mujer – Bastante celoso que, si conociera a ese fulano, lo hacía pedazos con mis propias manos.

-¿En serio? – Volvió a preguntar la chica mientras en su mente se imaginaba una pelea entre Aksel y su marido para ver quién se quedaba con ella - ¡Seguramente tú le ganarás! – Se carcajeó la joven volviéndose arrojar a sus brazos.

Darragh también se rió, le acarició el cabello y suspiró.

-Yo sabía que eras muy peligrosa para mí – Susurró Darragh acariciando con su aliento la mejilla de la joven, quién cerró los ojos y sonrió al sentir el cosquilleo que la barba del hombre le provocaba – Eres como una droga, Keira, la más deliciosa y adictiva de ellas – Gimió antes de volver a besarla, apretando el trasero de la chica, quién se estremeció -¿Y quién es el fulano? – La cuestionó apretando los puños. Si tuviera a ese hombre frente a él lo haría pedazos, pensó y se separó de ella.

Keira levantó la mirada, sonrió y volvió a besarlo con urgencia, acariciando su cabeza. Darragh estaba dejando crecer su cabello y eso le gustaba a ella. No iba a decirle nada, no de momento, encontraría la forma de revelarle la verdad, sólo esperaba que eso no tuviera graves consecuencias.

::::::

Darragh entró en su oficina, Alan se encontraba mirando atentamente la pantalla del ordenador y de vez en cuando revisaba algunos documentos que estaban apilados a su diestra. Alan suspiró y giró el rostro al escuchar que alguien se dejaba caer en la gran silla de cuero. El chico miró con fijeza el rostro de Darragh, quién tenía un aire reflexivo y taciturno.

-¿Problemas en el paraíso? – Preguntó Alan – Te veo callado, pensativo y ese ceño fruncido no me gusta para nada. Saliste feliz de eta oficina y regresas derrotado.

-No es para tanto – Exclamó Darragh recostándose en el respaldo de su silla.

-¡Se te nota! – dijo Alan señalándolo con la punta de un bolígrafo - ¿Qué te hizo Keira para que te sintieras tan decepcionado?

-Ella no me hizo nada – Murmuró Darragh – Es sólo que estoy celoso, ¿de acuerdo? – suspiró - ¿Sabes? ¡Tiene un jodido admirador secreto! ¡Bueno, para ella no es tan secreto! Pero...

-¿Pero qué tiene ese pelmazo que no tengas tú? – Preguntó Alan sin poder aguantar la risa.

-Le regala osos verdes, conejos azules y gatos violetas – Dijo Darragh sonriendo con burla – Además de arreglos florales... ¡le tiene tapizada la oficina con ellos!

-Por favor, ¿muñecos de felpa? Ils sont beaux cadeaux pour une fille – Exclamó Alan – A una mujer de verdad se le regalan joyas y...

-Por supuesto que son regalos para una niña, pero ¡a Keira le gustan! y de hecho me reprochó sutilmente el hecho que yo no tengo detalles para con ella.

-Pues creo que tendrás que ser más detallista con tu esposa... además de romántico – Murmuró el chico - Les femmes aiment les hommes romantiques.

-Especialmente aquellos con acento francés – Rió Darragh – Voy a intentarlo – suspiró - ¡Y tú me vas a ayudar!

-¿Yo? – Dijo Alan sorprendido - ¡Olvídalo! Ya te ayudo demasiado con otros asuntos... tus rollos matrimoniales ils ne me concernent pas.

-Pero de los tres, tú eres el que más sabe del amor. Estuviste a punto de casarte y....

-¡Ya cállate Darragh! No seas ridículo – Murmuró Alan – Perdón pero tendrás que arreglártelas solo en esa cuestión. A mí déjame los asuntos financieros de tu empresa y por cierto, debo preguntar algo – Dijo mientras Darragh asentía y se acercaba hasta dónde se encontraba Alan - ¿Por qué Carmina autorizó la compra de un mobiliario hace seis meses?

-¿Cómo? – Preguntó Darragh mirando atentamente el recibo extendido en el cual se encontraba plasmada la firma de Carmina – Para comenzar, ella murió hace dos años y ¡jamás estuvo involucrada en Sterki Motors! Esto está mal... ¡muy mal!

-¿Crees que Greco tenga que ver en todo esto? – Preguntó Alan quién ya había sido informado de todo gracias a Alfred y Garrett.

-¡No lo sé! – Gritó Darragh - ¡Carajo! Pero... creo que sí – Supiró – Fui un tonto y se aprovechó del poder que yo le di para hacer y deshacer en este lugar – Murmuró dejándose caer en la silla con aire derrotado – Aunque... los balances están muy bien maquillados, ¿no lo crees? – Preguntó tomando un puño de hojas y analizándolas con atención – Él sólo no pudo hacerlo.

-¿Crees que tenga un cómplice? – Preguntó Alan – Porque mira, según los informes de inventario proporcionados por Keira y Alfred, nada de lo que según se adquirió para la empresa se encuentra dentro de ella. O se compraba una cantidad menor y se decía que se adquiría una mayor.

-No podemos acusar a Greco sin más pruebas – Exclamó Darragh acariciando su barba – Lo que necesitamos hacer es...

-¡Una auditoría! – Intervino Alan – Es lo que tenemos que hacer, voy a terminar de revisar todos estos documentos para presentarte un informe y así poder hablar con los auditores para que ellos se encarguen del problema. Hay mucho faltante de dinero, Darragh y parece que tu amante aún está cobrando la pensión. Son cosas muy raras, si no los detenemos, puedes correr el riesgo de perder tu empresa.

-¡Eso jamás! – Gritó Darragh – Sterki Motors es mi vida, me ha costado mucho trabajo llegar al lugar donde estoy y no voy a perderlo sólo por un idiota que quiere hacerme daño... - Murmuró llevándose las manos a la cabeza, ¿sería posible?

-¿Te pasa algo, Darragh? – Preguntó Alan un tanto alarmado – Puedo llamar al médico o a Keira...

-¡No! – Respondió Collingwood tratando de serenarse – Es que me da coraje darme cuenta lo estúpido que fui al permitir que un aprovechado sacara ventaja del trabajo de muchas personas y que lo hiciera mientras yo estaba perdido.

-¡Ahhhh! Respecto a eso – Suspiró Alan – No es de hace dos años, tu empresa anda mal desde hace mucho tiempo. Como unos cinco o seis años.

-¡Jode, joder, joder! – Gritó el hombre apretándose la cabeza.

¡No podía ser cierto! En la memoria de Darragh comenzaron a hacerse presentes varias imágenes. Sucesos acaecidos hacía dos años y ello no lo dejaba pensar con coherencia. Su mente era una maraña de ideas y recuerdos que se acumulaban. Necesitaba tiempo para poder asimilarlos todos. La cabaña en Les Sablettes, Carmina y él en un acto sexual erótico y violento... y el sonido seco de un arma disparándose. Todo eso, unido a la noticia del gran fraude que se había estado cometiendo bajo sus propias narices. Era algo que no podía soportar.

::::::

¡Pobre de Darragh! Fue un tonto y un ciego por no ver que Greco se estaba aprovechando de él... que siempre tomó ventaja y ahora parece que pagará las consecuencias, aunque aún está a tiempo de salvar su empresa. Y parece también que quiere recordar, está a nada de hacerlo y quizá también podrá señalar a Greco como el asesino de Carmina y el causante de todo ese lío.
Por otro lado, también está el embrollo de su relación con Keira, ¿la descubrirá? ¡Se pone bueno! No se pierdan los próximos capítulos que está llegando a su clímax.
Gracias por todos los comentarios y los votos, son muy apreciado y, ¡les quiero mucho!
Maria Decapitated

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