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TREINTA Y SEIS

Keira entró sigilosamente en casa de los Collingwood, miró su reloj y se dio cuenta que era la medianoche, bufó al ver el auto de Darragh aparcado frente a la entrada principal. ¿A qué hora había llegado a casa? Revisó de nuevo el móvil para comprobar las llamadas de Darragh, tenía una a las diez de la noche, después otra a las once y otra más a las once y media. No debió haberse ido con Aksel, no había sido una buena idea. Suspiró y abrió despacio la puerta de la alcoba. Todo estaba en penumbras y buscó el interruptor para encender la luz.

-Te gusta desafiar a papi, ¿verdad gatita? – La voz de Darragh resonó por toda la habitación, mientras la luz de la lámpara se encendía.

La chica se estremeció al escuchar esa voz y parpadeó un par de veces hasta que la imagen de Darragh fue completamente nítida. Keira tragó grueso al observarlo, sentado en uno de los sillones, con el torso desnudo, descalzo y llevando en su mano derecha un fuete que golpeaba rítmicamente la palma de su mano. El cuerpo de Keira se tensó y sus ojos verdes se abrieron ampliamente mientras recorrían la silueta de su marido. Darragh parecía imponente, en su rostro se reflejaba la molestia, pero en sus ojos había un brillo de lujuria y perversión.

-Yo... este – Suspiró – Fui a cenar con mamá, la charla se prolongó y...

-¡No mientas Keira! – Bufó Darragh – Tu madre me llamó preguntando por ti, me dijo que tenías varios días que no le llamabas, ¿a qué estás jugando?

Keira bajó la mirada, los ojos de Darragh le escudriñaban el rostro, el cual estaba pálido. Tampoco podía articular palabra alguna. Ella había mentido deliberadamente y toda su coartada se había venido abajo con la llamada de su madre.

-¿No vas a decirme nada? – Preguntó Darragh poniéndose de pie y caminando lentamente hasta donde se encontraba Keira.

La chica dejó escapar un gemido al observarlo andar. De pronto le pareció gigantesco y ella pequeña y sumisa. No tenía ni la mínima idea de qué responderle, tampoco podía decirle la verdad y verlo tan molesto, no la dejaba concentrarse para inventar una nueva excusa. Darragh se colocó frente a ella y deslizó su mano sobre el rostro de la joven, sujetándola por la barbilla.

-Me imagino que no me responderás – Murmuró el hombre – Así que como no te defiendes ni haces lo posible por explicar esto, no me dejar otra opción que darte un castigo ejemplar, ¿verdad, mi amada esposa?

-Fui a cenar con Blake, ¿de acuerdo? – Suspiró la chica.

Darragh se echó a reír ante esa respuesta y Keira se cubrió el rostro con ambas manos. Estaba claro que no sabía mentir.

-Mi pequeña mentirosa – Sonrió Darragh inclinándose para rozar la boca de Keira con sus labios – Creo que será mejor que te quedes callada, porque tu amiguita pasó a recoger a mi hermano a la oficina.

El hombre se apartó bruscamente de la joven y cerró la puerta con seguro. Keira apretó los labios y tiritó cuando Darragh la rozó con su brazo. El ambiente se sentía tenso, pero a la vez excitante y erótico. Keira respiraba rápidamente en espera de alguna otra reacción por parte de Darragh, pero él sólo la observó fijamente. La chica lamió sus labios y dejó escapar un gemido, esas miradas tan intensas del hombre la estaban poniendo al límite. Necesitaba que él hiciera o dijera algo; ya fuera para romper el encanto o aumentar la temperatura en su cuerpo.

Darragh le dedicó una sonrisa perversa aproximándose un poco más. Keira dejó escapar un tímido suspiro y cerró los ojos, pero volvió a abrirlos bruscamente cuando las manos de Darragh abrieron de golpe su blusa. Los botones saltaron ante los ojos atónitos de la joven, quién también dejó escapar un pequeño grito.

-¡Shhh! – Exclamó Darragh cubriéndole la boca con la mano – No estaría bien despertar a los otros que están durmiendo, ¿no lo crees querida? – Susurró el hombre en el oído de la joven.

Keira asintió y guardó silencio cuando la mano de Darragh se retiró de su boca. Ella lo miró mientras el hombre acariciaba su cintura.

-Te voy a dar una oportunidad, Keira – Dijo Darragh mientras comenzaba a desabotonar los pantalones de la joven – Si me dices dónde estuviste hace un rato, te salvarás del castigo, pero si te niegas.... – Sonrió con malicia – No te salvarás de este porque, las niñas malas, mentirosas y traviesas deben ser reprendidas.

Keira gimió cuando sus pantalones se deslizaron hasta sus tobillos, pero no dijo nada. ¿Por qué iba a decirle? El día de su boda, Darragh nunca le dijo hacia dónde se largaba con su amante. De su boca no saldría nada respecto a Aksel, no en ese momento. Prefería que Darragh la castigara, que la sometiera... el sólo hecho de pensar en ello la excitaba y no pudo evitar soltar un nuevo gemido.

El hombre la contempló. Ella sólo se mordía los labios y apretaba las piernas, mientras se ruborizaba. De sus labios sólo se escaparan un par de gemidos entrecortados, pero nada de palabras. Darragh sonrió, de sobra sabía que Keira no le revelaría el secreto, por una parte, su renuencia a hablar lo excitaba, pero otra, la más oculta y oscura lo hacía sentir unos celos incontrolables.

-Bien, mi deliciosa esposa – Susurró Darragh en el oído de la joven - ¡Tú te lo has buscado!

La sujetó con firmeza, mientras la besaba con incontrolable pasión. Keira se aferró al cuerpo de Darragh para corresponder ese beso que comenzaba a subir de tono. Sus lenguas chocaron al igual que sus dientes. Las piernas de Keira comenzaron a flaquear cuando la pelvis del hombre se frotó contra sus muslos, revelándole su deseo. El cuerpo de Keira se pegó más a él y sus uñas se clavaron en la ancha espalda de Darragh. Él se apartó de su mujer y le dedicó una sonrisa perversa.

Keira jadeó y se mordió los labios hinchados. Deseaba otro beso, en poco tiempo se había vuelto adicta a los besos de Darragh Collingwood, así que se lanzó a los brazos de su esposo para poder besarlo de nuevo. Darragh le permitió otro beso igual de intenso que el primero, mientras que sus manos hábiles le desabrochaban el sostén de encaje color pastel y la despojaban de las bragas.

-Como me doy cuenta que no tienes ganas de hablar – Bufó Darragh – Y que no deseas responder a mi pregunta porque se nota que estuviste haciendo cosas malas y no quieres que yo me entere de ello... ¡De rodillas, ahora!

Keira se rió, pero lo obedeció arrodillándose tal y cómo él lo ordenaba. En realidad sus "cosas malas" no habían salido cómo ella deseaba porque, para empezar ni siquiera se había divertido. La verdadera diversión estaba a punto de comenzar a manos de Darragh Collingwood. La chica dejó de pensar cuando la punta plana del fuete rozó sus pezones endurecidos. Se estremeció cuando el objeto golpeó sus costillas, arrancándole un grito de dolor.

-¡No tan fuerte, que duele! – Gimió Keira.

Darragh hizo caso omiso de esas quejas y volvió a golpearla en las piernas. Keira gimió y cerró los ojos, entre tanto, el fuete se deslizaba lentamente por su espalda, sus hombros y sus brazos. La piel de Keira se erizaba y su cuerpo temblaba bajo el contacto de ese objeto. Un nuevo golpe sobre sus senos volvió a arrancarle otro grito.

-¡Por favor, Darragh! – Suplicó Keira – Ya basta.

-¿Me dirás qué estuviste haciendo? – Preguntó el hombre sujetándola del brazo para ponerla de pie.

-¡No! – Gritó la chica – No tengo porque darte explicaciones. En realidad no hice nada malo. Sólo fui a cenar... ¡es todo! – Suspiro – Pero, si me vas a castigar, ¡hazlo!

-Voy a creerte, Keira – Murmuró Darragh caminando lentamente alrededor de la chica – Pero si en verdad quieres el castigo... ¡te lo daré! Para que también así quede tranquila tu conciencia.

Darragh se rió y Keira también lo hizo. Él tenía razón, así acallaba su conciencia y no se sentiría tan mal por haberle mentido a Darragh y a sus amigos... ¡y su madre! Quién por cierto, le tendría preparado un buen regaño. El fuete continuó deslizándose por su piel, golpeando con suavidad su carne, mientras sentía el amplio pecho de Darragh muy pegado a su espalda. La rodilla del hombre le abrió un poco las piernas y continuó pasando la punta del fuete por su vientre hasta detenerse sobre su feminidad. Keira inhaló lentamente y cerró los ojos para gemir al momento que Darragh comenzó a descargar varios golpecitos sobre su monte de venus. Involuntariamente arqueó la espalda, abriendo un poco más las piernas a medida que esos suaves golpes se volvían más intensos. Su cuerpo vibró y se tensó, mientras su excitación crecía considerablemente, hasta que finalmente dejó escapar un grito cuando un no tan delicado golpe cayó de lleno sobre su clítoris.

Darragh sonrió mientras lanzaba el fuete a un rincón y contempló satisfecho el piso, sobre el cual, caían en pequeñas gotas los fluidos de Keira. La chica respiraba agitadamente ante ese nuevo e inesperado comportamiento de su cuerpo. Las manos de Darragh sustituyeron al fuete, rozando apenas la suave piel de la joven. De la boca de Keira brotó un suave gemido cuando él le apretó los senos mientras besaba su cuello. La chica recostó la cabeza sobre su hombro, dejándose llevar por el placer de esas fuertes manos estrujando sus senos.

Las manos del hombre bajaron por el vientre de Keira hasta detenerse sobre sus caderas. La espalda de la chica se arqueó y sus manos se posaron sobre las de Darragh para guiarlas sobre su feminidad. Él comprendió lo que ella deseaba y comenzó a tocarla con suavidad. Las nalgas de la chica comenzaron a frotarse sobre el pene erecto de Darragh, quién gruñó ante su contacto para después abrirle los muslos.

Keira comenzó a frotarse los senos, tirando con suavidad de sus pezones. Los dedos de Darragh jugaban con su intimidad, friccionando su clítoris, invadiendo su cuerpo con esa deliciosa descarga eléctrica que la hacía temblar. Él la penetró con sus dedos, moviéndolos con maestría en su interior. Las caderas de Keira cayeron con suavidad sobre la mano de Darragh, balanceándose o trazando suaves espirales sobre esta.

-¿Te gusta, gatita? – Preguntó Darragh en su oído y mordió con suavidad el lóbulo de su oreja.

-¡S-sí! – Gritó Keira - ¡Me encanta! – Jadeó y siguió moviendo la pelvis hacia adelante y hacia atrás.

Darragh sonrió al escucharla, sus dedos comenzaron a entrar y salir de ella con velocidad, mientras que Keira gemía aún más alto, agitando la cadera. Él le chupó el cuello y deslizó su lengua sobre él antes de retirar los dedos. Keira protestó, pues sentía que la culminación se aproximaba.

-Se supone que es un castigo – Gimió Darragh – Y no alcanzarás el placer hasta que yo lo diga... a menos que me digas que estuviste haciendo esta tarde.

Keira le clavó las uñas en la mano, pero su boca no se abrió. Darragh se inclinó delante de ella y le mordió el seno derecho. Keira ahogó un grito y volvió a guardar silencio. Su marido volvió a sonreír y comenzó un lento descenso sobre su vientre, dejando un camino de besos húmedos y sonoros hasta quedar de rodillas frente a ella.

-¿Te arrepientes, Keira? – Preguntó Darragh.

-No tengo nada de lo cual arrepentirme – Gimió la chica y cerró los ojos al sentir el aliento de su hombre contra su sexo húmedo.

Darragh la sujetó por las nalgas y adhirió la boca sobre el sexo de Keira, quién jadeó y arqueó la espalda al experimentar el roce de la lengua ancha de Darragh sobre su clítoris. Él le apretó las nalgas y continuó chupando con deleite. Su lengua se abrió paso entre sus pliegues mientras le arrancaba más y más gemidos entrecortados a su mujer. Keira colocó sus manos sobre la cabeza de Darragh, urgiéndolo a continuar y no detenerse. Ella estaba muy excitada y necesitaba tocar la cúspide del cielo, pero una vez más, Darragh se lo negó, haciéndose a un lado y poniéndose de pie

-¡Mierda, Darragh! – Gritó Keira llena de frustración – Eres un cabrón hijo de...

La mano de Darragh se movió con rapidez, apretándole las mejillas e impidiéndole que continuara hablando. Él se rió y la soltó, Keira abrió la boca para decir algo más, pero Darragh la besó con pasión. La chica se perdió en ese beso, respondiéndole con la misma intensidad. Continuaron besándose y acariciándose para excitarse más y más aún. Keira podía sentir la dura masculinidad de Darragh pegada a sus muslos, así que comenzó a frotarse contra él, hasta que, con un rápido movimiento, Darragh le dio la vuelta y la empujó sobre la cama.

Keira cayó de bruces sobre el colchón, pero no se movió. Darragh se colocó detrás de ella y comenzó a masajearle el trasero. La chica apoyó la cabeza contra las sábanas y se dejó llevar por las caricias de Darragh, quién se inclinó para besar su cuello y sus hombros. Las manos masculinas se posaron firmemente sobre las nalgas de la joven, masajeándolas. Keira gimió ante tales caricias y cerró los ojos para gemir de nuevo. ¡Lo quería sentir! Ya era momento de que le diera el placer que había estado negándole, aunque no negaba que esa actitud de su marido la prendía y la ponía al rojo vivo.

-¿Con esa boquita me la vas a chupar? – Preguntó Darragh – No me gustan que las princesas digan malas palabras, ¡merecen un par de azotes!

-¡Pendejo! – Se rió Keira al escucharlo hablar.

Darragh también se rió y con mano dura y firme descargó un par de azotes sobre el culo de Keira, dejándolo colorado. El cuerpo de la chica se sacudió y gimió de placer mientras apretaba las sábanas con ambas manos, ¡eso había sido doloroso! Pero muy placentero. Las grandes manos del hombre le apretaron las nalgas mientras sus labios dejaban un camino de besos sobre la piel de su espalda. Keira se estremeció cuando se apartó de ella y giró la cabeza para saber qué era lo que estaba sucediendo. Darragh terminaba de desnudarse y volvía a acercarse a ella. Su mano derecha empujó la cabeza de Keira hacia el colchón y con firmeza asió su cadera y, de una certera acometida, la penetró.

Keira dejó escapar un largo gemido de placer. Él la llenaba por completo, la espalda de la joven se arqueó y jadeó cuando la pelvis de Darragh comenzó a chocar contra su trasero, embistiendo con brío y gruñendo. Ella cerró los ojos embargada de delirio, ¡se sentía tan bien tenerlo dentro! Sus acometidas eran certeras y poderosas, el cuerpo de la joven temblaba cada vez que la penetraba y ambos gemían, entregándose al éxtasis. Darragh le acarició la cabeza y, de forma inesperada, la sujetó del cabello y tiró con violencia de este, echando su cabeza hacia atrás. Keira no tuvo tiempo de decir nada más, pues los carnosos labios de su marido presionaron los suyos en un beso lleno de lujuria, callando sus gemidos.

Cuando dejaron de besarse, la chica se aferró con fuerza a las sábanas y las mordió. Las embestidas de Darragh eran veloces y frenéticas. Su brazo la rodeó con fuerza de la cintura, apretándola a su cuerpo. Keira dejó escapar un alarido de satisfacción cuando las oleadas del orgasmo sacudieron su cuerpo. ¡Eso se había sentido tan bien! Darragh bufó y continuó embistiéndola mientras ella gritaba y gemía embargada de lujuria. Él se tensó y le estrujó las caderas, para después azotarla un par de veces más y dejando marcas en su piel. Keira empujó su cuerpo contra el de su marido, incitándolo a que se liberara e instantes después él estalló, estremeciéndose de placer y cayendo desfallecido sobre el cuerpo de la mujer.

Darragh se incorporó y observó a Keira, quién se encontraba perdida por el placer recibido. Ella se mordió el labio, sabía que él la estaba observando y agitó la cadera antes de levantarse y arrojarse a los brazo de Darragh para besarlo con frenesí. Darragh la recibió y le acarició la espalda, estrechándola con fuerza. Con un movimiento brusco de parte de la chica, Darragh cayó sobre la cama, mientras ambos comenzabas a reír. Él la miró a los ojos y le retiró el cabello de la cara, acariciándole las mejillas.

-¡Te quiero, mi niña bonita! – Suspiró Darragh - ¿Tú me quieres?

Keira gimió y suspiró, observándolo, ¡era muy tierno! Apasionado, sexual, dominante e impulsivo, pero también cariñoso y dulce. ¿Cómo carajos no sentir algo por ese hombre?

-Claro que te quiero, Darragh – Respondió Keira volviéndolo a besar.

Keira comenzó a repartir besos mojados por todo el pecho de Darragh y sonreía al ver cómo el hombre se estremecía con sus caricias y lanzaba gemidos de placer cuando sus manos y su boca tocaban su piel. La lengua de la chica trazó las siluetas de los tatuajes de Darragh, deteniéndose sobre sus pezones masculinos, en los cuales dibujó varios círculos. Los dientes de la mujer también entraron en el juego y lo mordisqueó a su antojo. Dar dejó escapar un par de maldiciones ahogadas mientras continuaba con su recorrido húmedo por su vientre, arrodillándose junto a él. El cuerpo de Collingwood reaccionó inmediatamente a esas caricias, dejándose llevar por ese torrente de sensaciones que los labios de Keira despertaban en él.

Ella lo miró complacida al darse cuenta de que su marido estaba bastante excitado otra vez y extendió su brazo para tomar delicadamente el pene de Darragh y comenzó a masturbarlo. Darragh gimió y maldijo, cerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior. El tacto de Keira era muy suave, casi etéreo y le estaba arrebatando el poco control que le quedaba. Ella lo observaba disfrutar y se lamió los labios, quería probarlo una vez más y sin decir una sola palabra, Keira se dio la vuelta y se inclinó para quedar frente al miembro viril de Darragh, volvió a tomarlo con ambas manos y lo recorrió de abajo hacia arriba. El hombre suspiró y dejó escapar un par de gemidos guturales. Keira acercó su boca y pasó la punta de la lengua sobre el glande, lo lamió varias veces, llenando sus oídos con los quejidos que Darragh dejaba escapar. Lentamente lo introdujo en su boca y volvió a sacarlo de ella para introducirlo una vez más pero hasta que casi tocara su garganta.

Darragh abrió los ojos y no pudo resistirse ante semejante visión, el blanco trasero de la mujer se encontraba delante de él, meneándose frente a su rostro, mientras que ella estaba entretenida haciéndole un blowjob. él se aprovechó de la situación y tomándola por las caderas acercó su boca hasta la feminidad. Keira dejó escapar un gritito de placer cuando la lengua de Dar se deslizó por su sexo húmedo y comenzó a succionarlo.

Ambos comenzaron una batalla cuerpo a cuerpo, brindándose placer con sus bocas sobre sus sexos excitados. Para los dos, se trataba de un delicioso tormento de puro placer, Keira movía su cabeza cada vez más rápido, arqueando la espalda al sentir que los dientes de Darragh atrapaban su clítoris, mordisqueándolo. Era un momento mágico y delicioso, tanto él como ella trataban de que ese instante se prolongara por mucho tiempo más, pero aunque lo intentaron, esto fue imposible. Sus cuerpos colapsaron ante el delirio y sucumbieron al magnífico orgasmo que los golpeó.

Darragh la tomó por la cintura haciéndola que se diera la vuelta y quedara sentada sobre su vientre y frente a él. Abrazó a Keira y la besó de forma desenfrenada, devoró su boca e introdujo su lengua para explorarla y saborearla. Keira correspondió a ese beso y, cuando se separaron para tomar aire, tomó el pene de Darragh y lo llevó a la entrada de su feminidad, Él la tomó por la cintura, clavando sus dedos en su blanca piel mientras entraba lentamente en ella. Keira se aferró a sus fuertes hombros y comenzó a moverse con violencia y premura mientras gritaban y gemían dejándose llevar por el placer que poco a poco los envolvía.

Las embestidas de Darragh se tornaron más salvajes y veloces. Sus besos fueron más y más brutales y desesperados, ambos se mordían y se lamían, sintiendo la enorme ola de placer que se aproximaba. Keira se apretó más a él para sentirlo hundirse hasta el fondo y cabalgó rápidamente mientras echaba la cabeza hacia atrás y sentía cómo la boca de Darragh se cerraba en uno de sus pezones. Las descargas eléctricas en su cuerpo se presentaron y ambos gritaron al sentir la llegada de la culminación, cuyas sensaciones fueron aún más intensas que las anteriores.

No bien se habían recuperado de ese orgasmo, cuando Darragh, sin perder la unión, invirtió la posición y comenzó a moverse y a excitarla nuevamente para llegar de pronto al siguiente orgasmo y después a otro... Se amaron por varias horas hasta que ya no podían más y dejaron caer sobre las sábanas sus cuerpos húmedos, empapados de sudor. Sin decir una palabra, el hombre la envolvió entre sus brazos mientras la llenaba de besos hasta que a ambos los venció el cansancio y se durmieron por un par de horas.

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Miles saludó con cortesía a la secretaria de Darragh Collingwood y llamó a la puerta de la oficina. Darragh lo había llamado muy temprano y le pidió que en cuanto llegará a Sterki Motors subiera inmediatamente a verlo. El grandulón espero unos instantes y la puerta se abrió lentamente.

-Buenos días, Miles - Lo saludó Darragh - ¿Ya desayunaste?

-Buen día, Dar - Respondió Miles - Aún no, ¿quieres que mande a Barton a la cafetería por café y rosquillas?

-Por ahora no, gracias - Respondió Collingwood - Tengo algo importante que decirte y cuando terminemos de hablar, envías a Barton por nuestro desayuno.

-¿Tienes una misión para mí? - Preguntó Miles mientras se dejaba caer en el sillón y encendía un cigarrillo.

-Así es - Dijo Collingwood sentándose junto a él - Se qué Keira no quiere un guardaespaldas, que se negó cuando le comenté que tú la seguirías de cerca, que te convertirías en su sombra. - Exclamó y tomó un cigarrillo que Miles le ofrecía - Pero estoy preocupado por su seguridad. - Dijo dándole una calada a su cigarro - Confío ciegamente en ella, pero en quienes no confío es en las personas que están a su alrededor. Por eso deseo que la vigiles de cerca y me informes de lo que hace cuando sale de aquí, que lugares frecuenta o con quien se ve.

-¿Estás seguro, Dar? - Preguntó Miles arqueando las cejas - Si ella se entera podría...

- No te preocupes - Respondió Collingwood - Me encargaré de Keira si se entera de esto y le explicaré el por qué lo hice.

-De acuerdo, espero que esto no te traiga problemas con tu esposa. Sé que te has esforzado mucho porque tu matrimonio funcione y por tratar de conquistarla. No me gustaría que todo se viniera abajo por esta situación. – Exclamó dando una calada a su cigarrillo – Pero si eso es lo que quieres, estoy dispuesto a ayudarte. - Murmuró Miles - ¿Cuándo comienzo a seguirle?

-Hoy mismo - exclamó Darragh - No la pierdas de vista y vela por su seguridad. ¡Síguela a todas partes como si fueras su propia sombra! Pero eso sí, vuélvete invisible a sus ojos, que para eso te pintas solo, amigo. – dijo Collingwood con una sonrisa – Sabes muy bien que Keira es lo más valioso que tengo y no quiero que nada malo le pase. No deseo que alguien quiera aprovecharse de ella al enterarse que es mi esposa y se les ocurra hacerle daño o atentar contra su vida. - Suspiró y estrechó la mano del grandote - Cuento contigo, sabes que a ti te confiaría mi propia vida y sé que no me fallarás. – exclamó para después darle otra calada a su cigarrillo y arrojar el humo por la nariz.

Miles apretó fuertemente la mano de Darragh y asintió. Iba a velar por el bienestar de la señora Collingwood y no le fallaría a su amigo que tanto confiaba en él.

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Parece que a Keira le encanta provocar a Darragh y que este la "discipline" a su manera. Quizá se parezca a Fifty Shades of Grey, pero tiene un toque mío y mi Darragh no se parece a el señor Grey de E. L. James. ¿Qué les pareció esta parte? ¿Les gusta que Darragh se comporte así con Keira? Quizá en los próximos capítulos conozcamos al Darragh más romántico y amoroso, en su intento de enamorar a su esposa y demostrarle que ella es la mujer que ama. ¡Porqué sí! Esta historia es romántica. Muchas gracias por leer.
Maria Decapitated

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