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TREINTA Y OCHO

Keira revisó su teléfono. Tenía un par de mensajes de Aksel, la chica suspiró y los respondió rápidamente. Después de haber estado con Darragh, ahora se encontraba renuente a asistir al almuerzo con él. De cualquier manera respondió afirmativamente, aceptando su invitación. Miró el reloj que se encontraba en la pared y se puso de pie para salir de su oficina y dirigirse al lugar de su cita.

Al pasar por la oficina de Darragh, se detuvo momentáneamente, ¿estaría bien despedirse de su marido? Negó con la cabeza y abandonó el edificio sin percatarse que Miles no perdía detalle de sus movimientos y la seguía con sigilo. Keira entró en el restaurante y saludó a Aksel, quién como de costumbre, la recibió de manera muy efusiva, sin embargo, Keira volvió el rostro y el hombre sólo pudo besar su mejilla.

-¿Cómo estás, muñequita? – Preguntó Aksel - ¿Mucho trabajo? Te noto... distinta, ¡no sé! ¿Estás molesta conmigo?

-¡No, no! – Sonrió Keira – No estoy molesta, de hecho vengo agradecerte los detalles y la linda nota de disculpas... ¡las acepto de corazón! – sonrió y se acercó a Aksel para besarlo tiernamente en los labios.

Aksel aprovechó y la sujetó por la cintura y la besó con pasión, tomando a Keira por sorpresa quién, durante unos instantes no pudo reaccionar correctamente. Abrió los ojos y colocó sus manos sobre el pecho de Aksel para separarse de él. Sin embargo el hombre la ignoró y la ciñó aún más para profundizar el beso. Keira volvió a empujarlo y esta vez se separó de ella.

-Lo lamento, de verdad nena – Suspiró Aksel al ver la mirada de Keira – Pero es que no...

-Sólo contrólate, ¿quieres? – Respondió ella con sequedad – Me dijiste en tu nota que no deseabas arruinar nuestra amistad y parece que estás haciendo todo lo contrario.

-De verdad lo siento, muñequita...

-Mi nombre es Keira – Exclamó la joven – Pero olvidémoslo y almorcemos porque tengo hambre – Suspiró - ¿a ti cómo te ha ido?

-¡Lo que tú digas, Keira! – Sonrió Aksel – Estoy muy bien, he estado bastante ocupado con el entrenamiento y mi trabajo, pero trato de darme un tiempo para poder verte – Suspiró mientras sujetaba la mano derecha de Keira entre las suyas – Me gustaría que me acompañaras a uno de los partidos – Continuó - ¿Se podrá?

-Sabes que no puedo – Murmuró la chica – Este fin de semana está ocup...

-No en este fin de semana – Interrumpió Aksel – Para el otro y ¡no acepto un NO por respuesta!

Keira se quedó pensando un instante. Ya no quería mentirle a Darragh, pero tampoco quería quedar mal con Aksel... ¡estaba en gran lío! Y lo que no deseaba que sucediera, pasó. Las cosas se le estaban saliendo de control, pero quizá si salía esa última vez con Aksel y le dejaba las cosas en claro de que sólo buscaba una amistad, seguramente la dejaría en paz y podría librarse de él.

-Bien – Murmuró Keira – Asistiré contigo al partido. Me envías los datos en un mensaje.

-Por supuesto – Murmuró Aksel – Y te enviaré tu entrada – Exclamó y volvió a sujetarla en sus brazos para besarla.

Keira sólo lo besó por un brevísimo instante y se separó de él abruptamente, dedicándole una sonrisa inocente.

::::::

Miles entró detrás de Keira en ese restaurante y la siguió despacio deteniéndose a unos metros de ella, sin perder detalle de lo que la mujer hacía en ese lugar. Miró como Keira era recibida por un hombre rubio y bien parecido que la estrechó entre sus brazos y la besó con pasión. ¡No podía ser posible! La señora Collingwood estaba viéndose con otro hombre y estaba seguro que esa noticia iba a partir el corazón de su gran amigo Darragh.

El corpulento hombre tomó su celular y comenzó a tomar fotografías del encuentro entre Keira y Aksel, así como un par de videos. No le gustaba hacer ese tipo de cosas, pero Darragh se lo había pedido y era justo que su amigo supiera lo que su esposa estaba haciendo. Le dolía bastante llevar esas terribles noticias, sabía que ería un golpe muy duro para Darragh, quién se veía muy enamorado. Incluso estuvo tentado a no decirle nada, ¡pero eso era parte de su trabajo!

Se levantó de su asiento, pagó el café que ni siquiera tocó y salió antes de que Keira pudiera verlo para esperar su salida, oculto en el auto. Keira no tardó en aparecer, seguida de ese hombre, quién la acompañó hasta su auto. La señora Collingwood entró rápidamente en su vehículo, mientras el hombre le decía adió con la mano.

Miles se puso en marcha para seguirla y vio que tomaba el camino hacia Sterki Motors, ella regresaría al trabajo y él tenía también que regresar para dar esas malas noticias.

::::::

Greco tocó la puerta de la oficina de Darragh, la secretaria no se encontraba para anunciarlo, así que aprovechó para entrar sin ser anunciado, desgraciadamente, la puerta tenía seguro y no le quedó de otra más que llamar. La puerta se abrió y el hombre fue recibido por Alan, quién lo miró extrañado.

-¿Quién eres tú? – Preguntó Greco frunciendo el ceño.

-¿Qué desea usted? – Preguntó Alan con diplomacia – Mí nombre es Alan Rousseau y soy el asesor financiero del señor Collingwood.

-¡Patrañas! – Bufó Greco – Darragh no necesita ningún asesor financiero, ¡para eso estoy yo! SU ME-JOR A-MI-GO – Murmuró mientras empujaba al chico e irrumpía en la oficina - ¡Tú sólo eres un maldito ex convicto! Que seguramente te quieres aprovechar de él y, en la primera oportunidad, ¡le darás una puñalada por la espalda!

Alan abrió mucho los ojos, ¿quién se creía ese fulano? ¿El dueño de la empresa? Era un altanero y presumido. Pero seguro ya ajustaría cuentas con ese desgraciado y le partiría el hocico.

Darragh se levantó al escuchar la voz de Greco. ¿Ahora qué quería ese tipo? Se preguntó, acercándose. Greco lo miró y suavizó su expresión, dedicándole una sonrisa. A Darragh, esa actitud le pareció algo siniestra y retorcida. Greco fingía, de eso no había duda.

-¿Ahora qué se te ofrece, Greco? – Preguntó Darragh - ¿Necesitas algo?

-Vengo a invitarte una copa, ¿qué dices? – Murmuró abrazándolo con fuerza - ¡Salgamos cómo en los viejos tiempos! Divirtámonos y mandemos al demonio el trabajo.

-Lo siento, pero no – Respondió Darragh apartándose de él – En verdad hay un montón de trabajo por hacer y, ahora que lo recuerdo, ¿has terminado la nueva campaña publicitaria?

Darragh no se había quedado de brazos cruzados, el equipo de Greco estaba trabajando en la nueva campaña, pero lo habían excluido, en secreto, ellos habían hablado con Darragh exponiéndoles sus ideas y lo que tenían en mente para la nueva publicidad de su empresa. Cosa que Greco no les había permitido hacer.

-¡Estoy a punto de terminar! – Sonrió Greco con nerviosismo - ¡Pero es una sorpresa que no verás hasta su lanzamiento!

-¡Ah, no! – Bufó Darragh – Tienes que mostrármela antes, yo soy el dueño y debo estar al tanto de todo lo que sucede en mi empresa, y eso incluye...

-¡Pero yo soy tu amigo! ¡Tu hermano! – Interrumpió Greco – No debes tratarme así, siempre me pedias opinión para todo... ¡y ahora me tratas como un cero a la izquierda! Como si no valiera nada para ti.

-¡Ay, ya basta! – Gritó Darragh – Eso no tiene nada que ver, ¡sólo quiero que hagas tu trabajo! Y nos dejes a nosotros hacer el nuestro. Así es como funciona.

-O sea que me corres... - Gimió Greco – Yo pensé que...

-Pensaste mal.

-¡Pero no fuera yo tus amigos los delincuentes, Darragh! - Se quejó el hombre – Te van a dar una puñalada por la espalda y vendrás a buscarme, arrastrándote para pedir perdón. ¡Ya lo verás! Ahora que te codeas con esa gentuza has cambiado demasiado.

-¡Basta, basta! – Gritó Darragh – Ya lárgate y ponte a trabajar, me desesperas, me enfermas – Murmuró – En serio que, ¡yo no sé cómo te aguantaba!

Darragh empujó a Greco hasta la salida. ¡En verdad lo desesperaba y lo ponía de malas! Si no se callaba iba a partirle la cara. Greco no deseaba abandonar la oficina, pero debía marcharse, de lo contrario, Darragh se molestaría en verdad y lo correría a patadas de ahí. No le convenía, tenía que continuar vigilándolo y al parecer, aún no recobraba la memoria. La puerta se cerró en sus narices y él respiró aliviado, le convenía que se quedara así. Dentro de un par de días más le haría una visita para cerciorarse que las cosas se mantenían sin cambio alguno.

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Miles entró en la oficina de Darragh. Para su fortuna, su amigo se encontraba solo y así podría hablar con él con mayor libertad de ese tema tan delicado. Darragh levantó la mirada y lo contempló. Su amigo se notaba nervioso y un poco apenado, parecía que quería decirle algo, pero no sabía cómo revelárselo.

-¿Qué sucede, Miles? – Preguntó Darragh - ¿Quieres tomar algo? ¿Una soda... un whisky?

-No, nada. ¡Gracias! – Murmuró sentándose frente a su amigo – Lo que pasa es que... ¡seguí a Keira cómo me lo pediste!

-¿En verdad lo hiciste? – Preguntó y Miles asintió - ¡Genial! ¿Qué pasó?

-No son muy buenas noticias, Darragh – Suspiró el hombre – Quizá esto que te diga te romperá el corazón y... ¡mejor mira por ti mismo! Yo no sé cómo comenzar – Exclamó mientras le mostraba el teléfono móvil.

Darragh tomó el teléfono y observó las imágenes que este le mostraba. Sintió una gran opresión en su pecho y algo dentro de él se quebraba. La expresión en su rostro cambió drásticamente al mirar a Keira abrazando y besando a ese hombre. Suspiró un par de veces para ahuyentar las lágrimas, entregó el teléfono para después reposar su cabeza sobre sus brazos. Realmente no podía reclamar nada a Keira, no tenía cara para hacerlo. Ella siempre tuvo la razón, lo suyo fue un error y no debió pedirle esa segunda oportunidad. Quizá ella se sentía bien junto a ese hombre y él era el indicado para hacerla feliz. Pero, ¿por qué Keira no le habló con la verdad? En vez de hacerlo que se ilusionara... ¡bueno! Él tampoco le habló con la verdad.

-¿Estás bien, Dar? – Preguntó Miles - ¡Sabía que no debía mostrarte esto! Pero...

-Hiciste lo que te pedí y te lo agradezco mucho, Miles – Murmuró Darragh – Voy a hablar con ella, debemos dejar claros muchos puntos. Necesitamos abrirnos más, tener confianza y... voy a hacer lo que sea necesario para verla feliz.

-¡Lucha por ella, Dar! – Murmuró Miles – Ella es tu felicidad...

-Pero quizás yo no soy la felicidad de Keira – Exclamó Darragh – Tengo demasiadas cosas en que pensar ahora – Bufó pasando sus manos por la cabeza – No me siento bien, desde hace ya varias horas me duele la cabeza y no puedo concentrarme en mi trabajo – Suspiró – Creo que me iré a casa temprano para tomar un descanso y dejar que las ideas fluyan en mi cabeza. Después hablaré con Keira.

-Está bien, amigo – Respondió Miles - ¿Quieres que te lleve a casa?

Sí, por favor – Dijo el hombre – Voy a dejarle un par de tareas a mi secretaria y a Alan. Yo me iré. ¡Mañana será otro día!

Darragh dejó indicaciones para su secretaria y para Alan. No se sentía del todo bien, el dolor de cabeza ya se estaba volviendo insoportable y necesitaba descansar un rato, pensar y despejarse. Salió del edificio junto a Miles, subieron al auto y el grandulón condujo en silencio, pues no deseaba incomodar a Darragh con sus preguntas. Era mejor no decir nada, no en ese momento.

::::::

Keira salió del edificio de Sterki Motors. Había tenido bastante trabajo que hacer, ese día Alfie no se había presentado en la oficina, pues Darragh lo había enviado a la planta a supervisar la producción. Entró en el estacionamiento sólo para darse cuenta que el auto de Darragh no se encontraba ahí. ¿Dónde se podía haber metido? Se preguntó la chica y también pensó que debió haberlo llamado hacía un rato para que la esperara e irse juntos a casa.

-¡Hey, Alan! – Gritó Keira al ver que el muchacho también salía del edificio.

-¿Qué tal? – Saludó él - ¿Cómo te ha ido, Keira?

-Muy bien, gracias – Sonrió la joven – Aunque me siento un poco cansada – Suspiró y añadió inmediatamente - ¿Sabes en dónde está Darragh? No veo su auto.

-Se fue a casa temprano – Exclamó Alan – No se sentía bien desde la mañana. Le dolía mucho la cabeza.

-¿Por qué no me dijeron nada? – Preguntó Keira golpeando el piso con la punta de su pie.

-Él no quiso molestarte.

Keira suspiró, se despidió de Alan y subió a su auto. Necesitaba ver a Darragh, tenía un extraño presentimiento. ¿Y si Darragh ya hubiera recordado? Esa pregunta estaba dándole vueltas en la cabeza mientras conducía rumbo a su casa. Tenía que averiguarlo, condujo lo más rápido que pudo hasta llegar a Casa de los Collingwood. Al entrar en ella, tropezó con Greta, quién le dedicó una gran sonrisa.

-Hola, Greta – Exclamó Keira - ¿No sabes si Darragh se encuentra en casa?

-Está en su habitación – Murmuró su madrastra – No se sentía bien, tomó su medicamento y se acostó a dormir. De hecho, estaba a punto de ir a verlo para decirle que la cena ya está lista.

-¡No te preocupes! – Sonrió la chica – Yo le digo, iré a ver cómo está – Murmuró y subió corriendo las escaleras.

Abrió la puerta de la habitación y entró en ella. Darragh ya no estaba en la cama, si es que había estado durmiendo ahí. Avanzó un par de pasos y fue cuando notó la ventaba abierta y lo miró de pie en el balcón. Suspiró al mirar su amplia espalda.

-¿Darragh? – Lo llamó con suavidad - ¿Estás bien, cariño?

El hombre se dio la vuelta y la miró. Keira lo contempló, ¡se veía tan sexy! Le encantaba mirarlo vistiendo ropa informal. Sin embargo, había algo en él que la desconcertaba. Su mirada estaba triste y parecía un poco derrotado. Tenía esa misma aura de cuando lo vio en prisión.

-¿Te pasa algo? – Preguntó de nuevo la joven – Estás...

-No pasa nada, Keira – Suspiró Darragh – sólo no me sentía bien.

Keira no dijo más, sólo se lanzó a los brazos de Darragh y lo estrechó con fuerza, mientras recostaba su cabeza en su pecho. Darragh también la abrazó, besó su cabeza y lentamente se separó de ella. Keira estaba desconcertada ante ese gesto, generalmente él la besaba con pasión y la acariciaba. ¿Qué le estaba pasando a Darragh?

-¿Qué te pasa? – Insistió la joven – Porque aunque digas que "nada", te noto extraño.

-Me duele la cabeza, es todo – Murmuró él alejándose de la ventana para dejarse caer en el sillón que estaba junto a esta.

-¿Estás seguro? – Ella volvió a preguntar – Porque si te sientes bien, bajemos a cenar...

-No tengo hambre – Fue la seca respuesta de Darragh – Puedes ir tú y cuando termines de cenar, ¿puedo hablar contigo?

A Keira se le quitó el apetito con esa respuesta. ¡Era mejor hablar de una buena vez! Darragh parecía distante, e incluso molesto. Seguramente ya había recuperado su memoria y la echaría de su casa. ¡Ay no! Pensó y se mordió el labio en señal de angustia. No estaría tranquila si no hablaba con él en ese preciso momento.

-Yo tampoco tengo hambre – Murmuró Keira – Le diré a Greta que cenen sin nosotros y a mi regreso hablamos, ¿te parece bien?

Darragh asintió y ella salió rápidamente de la habitación. El hombre dejó escapar un suspiró y se frotó las sienes. Keira parecía asustada y un poco nerviosa, ¡pero él no iba a decirle nada malo! Ni siquiera sabía lo que lo iba a decir, ver a Keira le había puesto la mente en blanco. Se veía tan hermosa, pero le dolía recordarla en brazos de ese hombre. Evocar esa imagen volvía romper su corazón.

Ella regresó, cerró la puerta con seguro y se sentó rápidamente junto a Darragh sujetándolo de las manos. Le dedico una mirada suplicante y a la vez triste. Keira no comprendía esa nueva actitud, ¿se debía también a los regalos enviados por Aksel? Si Darragh estaba tan molesto por esos detalles, ella sería capaz de botarlos al cubo de basura o donar los muñecos a una institución benéfica.

-¿Y bien? – Preguntó Keira - ¿Qué es lo que quieres decirme? ¿Es algo grave?

-No, no es nada grave – Suspiró Darragh rascándose la cabeza – Pero quiero preguntarte algo, sólo prométeme que serás sincera conmigo.

-Te lo prometo – Murmuró Keira - ¡Pero habla ya, de una maldita vez! Porque me estoy muriendo de desesperación ante tanto misterio.

Darragh dejó escapar una suave carcajada y volvió a sujetarla de las manos, contemplando sus enormes ojos verdes que lo miraban suplicante. ¡Estaba tan hermosa! Que no pudo evitar acariciar su pequeño rostro y sujetarlo con ambas manos.

-Sabes que te amo, ¿verdad? – Preguntó él en un susurro y ella asintió – Pero no quiero que te sientas forzada a permanecer a mi lado – Continuó Darragh - ¡Sé que soy muy insistente con este tema! No obstante, yo quiero saber si en verdad quieres estar conmigo ya que en un principio fuiste muy clara con lo que deseabas y eso era el divorcio. Sé que me diste una oportunidad pero pienso que quizá accediste a estar conmigo dadas mis circunstancias, mi amnesia...

Keira guardó silencio, escuchando con atención las palabras de Darragh. Comprendía su insistencia respecto al tema, ¡El se había enamorado de ella! Y eso la conmovió hasta lo más profundo de su corazón, tocando sus fibras más sensibles. ¡Darragh la amaba! Y... ¿ella también lo amaba? ¡Por supuesto que sí! Se había enamorado de ese hombre, desde el primer momento en que lo vio, a pesar de su altanería y de que hubiera sido un patán. ¡Lo amaba! Y en el amor no existe lógica alguna. Creyó haberse sentido atraída por Aksel, porque era perfecto y caballeroso y también creyó que iba ser divertido vengarse de Darragh, ¡pero no era así! Ella había aprendido a amar a Darragh en esos tiempos un poco difíciles para él, ¡quizá no era perfecto y detallista como Aksel! Pero ella había aprendido a amarlo con todo y sus imperfecciones y sus manías, porque eso era el amor, amar a alguien imperfecto y encontrar esa parte perfecta que lo hace único. Suspiró y le dedicó una sonrisa antes de hablar.

-¡Yo quiero estar contigo! – Dijo Keira – En verdad quiero estar a tu lado, ¡no quiero separarme de ti! – Suspiró – Posiblemente, y debo ser honesta, en un principio lo vi como un compromiso, para ayudarte a sobrellevar tu estado. Pero estoy sintiendo un gran cariño por ti... ¡no, cariño no! Creo que ya es algo más fuerte – Y guardó silencio antes de continuar - Recuerdo que hace unos días te dije que cuando te recuperaras intentáramos llevar nuestra vida de casados y viviéramos juntos, en nuestro propio hogar... creo que ha llegado el momento de hacerlo, Darragh – Exclamó Keira mirándolo con intensidad a los ojos – Vamos a dejar la casa de tus padres y mudémonos, tengamos nuestro propio espacio, nuestra privacidad y tratemos de vivir como lo que somos, ¡marido y mujer! Y quizá con el tiempo lleguemos a agrandar nuestra familia.

Darragh la escuchó hablar, había mucha sinceridad en la voz de Keira, sin embargo estaba un poco confundido después de haber visto esas imágenes y el vídeo de Miles. Sin embargo, ella era quién le pedía seguir adelante con su matrimonio. ¡Lo iba a hacer! Aunque estaría pendiente de sus movimientos, ese tipo con el que se veía su mujer no le inspiraba ninguna confianza. Se daría a la tarea de averiguar de quién se trataba y cuáles eran sus intenciones para con Keira.

-¡Está bien! – respondió Darragh con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro y la abrazó con todas sus fuerzas – Sigamos como hasta ahora, nos mudaremos a nuestra casa e intentaremos salir adelante, como un matrimonio.

-Vamos bien, ¿no? – Preguntó Keira.

-¿Tú qué crees? – Exclamó Darragh mirándola a los ojos para después unir su boca a la de Keira en un beso muy apasionado.

::::::

Tal parece que el encanto de Aksel se ha terminado para Keira y que ella se ha enamorado de Darragh. ¡Ya estaba enamorada! Sólo necesitaba un empujoncito. A Darragh no le agradó mucho el verla en brazos de ese tipo, es obvio, está celoso. A ver qué se le ocurre a Collingwood para terminar de enamorar a Keira y así borrar del mapa a Aksel.
¿Qué les pareció este capítulo? Quizá en el próximo tengamos algunos avances respecto a la amnesia de Darragh. Es posible que recuerde algo que es muy relevante, ¡ya lo veremos!
No olviden dejar sus comentarios, sus estrellitas y, ¡muchas gracias por leer!
Maria Decapitated

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