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TREINTA Y NUEVE

Darragh dormía, pero su sueño era intranquilo, sin embargo no podía despertar. Se miraba a sí mismo haciendo el amor con Carmina, de pie frente a un ventanal. Su acto sexual era salvaje, violento y lleno de lujuria. Después del sexo, vino una discusión, una muy fuerte, ella, en un arranque de celos y al sentirse desplazada por Keira, lo había traicionado entregándolo a su enemigo... ¡Greco Alessio!

Carmina le suplicaba perdón por su traición, pero Darragh estaba muy molesto, así que la había echado y, justo en el momento en que la mujer estaba a punto de irse, Greco apareció, amenazándolos con un arma. Alessio estaba celoso de Darragh, de su triunfo, su buena fortuna y su carisma. Él como un ciego jamás quiso ver, ni escuchar las advertencias de su hermano, de su padre y hasta de la propia Carmina que le intentaba abrir los ojos respecto a Greco. Él mismo vio toda la podredumbre que Greco dejaba a su paso y como un estúpido le ayudaba a cubrirla, al final de cuentas, Greco jamás había sido su perro, sino todo lo contrario... ¡él fue el perro de Greco!

Greco deseaba quedarse con todo lo que él poseía, era su albacea y eso lo convertía en el dueño de la fortuna de Darragh, si a él le sucedía algo... como su muerte, por ejemplo. Por eso Greco deseaba desaparecerlo, pero antes Darragh había hecho su última jugada, sacándolo del juego.

Su supuesto amigo, furioso y lleno de odio, en su afán de venganza, disparó el arma que llevaba en sus manos. Pero Carmina, veloz como un rayo se interpuso entre él y la bala, recibiendo el impacto. A él lo arrojó con todas sus fuerzas al piso salvándole la vida... ¡Ahora Darragh lo recordaba todo! Él no asesinó a Carmina Brülh, ¡fue Greco!

El hombre se incorporó de la cama, jadeando y bañado en sudor. Ahora todo en su mente estaba esclarecido y ese rompecabezas de ideas y recuerdos había sido armado y cada una de las piezas estaba en su lugar, especialmente aquella parte del asesinato de Carmina. Él lo vio todo, la cara de Greco deformada por una mueca de odio aparecía clara delante de sus ojos. Alessio era el asesino, pretendía matarlo a él, pero Carmina, en un acto de amor o redención se interpuso, siendo ella la mártir.

Darragh estaba descompuesto ante todo ese montón de emociones que salieron a flote ahora que había recuperado sus recuerdos. Se levantó de la cama y comenzó a caminar en círculos por la habitación con las manos en la cabeza. Keira también se despertó junto a él y observó su ir y venir. ¡Su esposo se encontraba demasiado alterado, murmurando incoherencias! Ella también se levantó y caminó hacia él, sujetándolo por la muñeca.

-¡Darragh! – Murmuró la joven - ¿Qué sucede, amor? – Le preguntó.

Darragh se sobresaltó al sentir el roce de la mano de la chica y la miró, frunció el ceño pero no le respondió. Sólo se dejó caer sobre el sillón y se recostó en el respaldo de este.

-¿Estás bien? – Insistió Keira – Te noto muy alterado, has estado muy inquieto en sueños y...

-¡No te preocupes! – Bufó Darragh – Estoy bien... - Suspiró – Simplemente tuve una pesadilla – Exclamó y la tomó de la mano para acercarla a él y estrecharla entre sus brazos.

Keira también lo abrazó y comenzó a acariciarle la cabeza. Darragh estaba demasiado alterado y su respiración estaba muy agitada. Darragh cerró los ojos y apoyó la cabeza en el vientre de la mujer. La imagen de Carmina empujándolo y recibiendo el impacto de bala, así como el rostro de Greco al jalar del gatillo, aparecían una y otra vez en su mente.

Él estaba alterado, se notaba y Keira intentaba tranquilizarlo. Estuvo a punto de abrir la boca para decirle la verdad a su mujer, pero la cerró de inmediato. Decidió guardar silencio y no decir nada. Esperaría para hablar con Miles, Alan y su hermano Alfred, a ellos les diría la verdad y juntos armarían un plan para atrapar a Greco. Lógicamente hablaría con el detective Fayole, era su deber decirle la verdad ahora que estaba lúcido y con su memoria fresca y renovada.

-¿Seguro que estás bien, Darragh? – Dijo Keira mientras sujetaba el rostro del hombre y lo miraba a los ojos – Te noto muy alterado.

-No es nada – Murmuró poniéndose de pie para servirse un poco de agua – Fue una pesadilla, ya te lo dije. Vamos a dormir, ¿quieres? – Sonrió antes de apurar el contenido del vaso.

Keira asintió, tomó la mano de su marido y se acostó junto a él en el lecho. Darragh recostó su cabeza en el pecho de Keira y cerró los ojos. Ella suspiró y besó varias veces su cabeza, acariciando su pecho para comenzar a susurrar una nana. Darragh la escuchaba, pero no quería dormir, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para poder conciliar el sueño. Al poco rato, Keira se durmió, pero él permaneció despierto, pensando en la forma de tenderle una trampa a Greco y librarse para siempre de él. Pero sobre todo, debía hacer que pagara por los crímenes que había cometido.

::::::

Una suave brisa se colaba por la ventaba abierta. Las cortinas se movían suavemente en gráciles ondas. Keira sintió el frío de la mañana y se acurrucó entre las sábanas, buscando el calor de Darragh, pero para su sorpresa, su marido ya no se encontraba ahí. Ella abrió los ojos y se incorporó a medias en la cama, mirando la almohada vacía. Suspiró y cuando estaba a punto de levantarse se encontró con una rosa roja sobre la almohada y un trozo de papel doblado a la mitad.

La chica tomó la rosa y la olió mientras esbozaba una sonrisa. ¡Darragh comenzaba a tener detalles con ella! Aunque no le agradaba mucho despertarse sola por las mañanas, tomó el papel y lo desdobló para leer las líneas escritas en este.

"Tú haces especiales mis días, uno tras otro, desde el momento en que me despierto y apareces en mi mente.... ¡Buenos días, amor mío!

P. D. Perdón por dejarte sola de nuevo, ¡prometo que lo voy a compensar! Pero necesitaba estar temprano en la oficina. Espero verte para almorzar.
Siempre tuyo... Darragh C.
"

Keira sonrió y suspiró mientras se levantaba de la cama y caminaba hasta la ducha. Ya no era muy temprano, llegaría tarde, como siempre... debía perder esa mala costumbre. Al momento que se encontraba bajo el agua, recordó lo sucedido con Darragh. Lo había notado muy afectado y él se negó a decirle la verdad. Eso la preocupó porque estaba segura que Darragh le estaba ocultando algo. Desde el día anterior, Darragh se había comportado de una manera extraña, recordó la charla que sostuvieron por la tarde y... ¿sería posible que Darragh ya se hubiera enterado que estaba saliendo con Aksel Taylor? Una sensación de pánico la invadió de pronto. Suspiró tratando de serenarse y se repitió a sí misma que eso no podía ser. Darragh jamás hizo mención de que sospechara algo, ni le recriminó nada. En ese aspecto tenía que estar tranquila.

La chica se miró en el espejo y dejó de maquillarse para observar su reflejo. Debía dejar esa tonta relación con Aksel y hacerle saber que solo serían amigos. Era lo mejor, ella no podía darle algo más. Le había prometido a Darragh que estaría con él, porque ella así lo quería. Darragh se estaba convirtiendo en parte esencial de su vida y ahora caía en la cuenta de que estaba enamorada de él. Suspiró al darse cuenta que había metido la pata con lo de Aksel y aunque sus amigos trataron de hacerle ver las cosas desde otra perspectiva, ella se dejó llevar por su "calentura".

-Es definitivo, Keira Collingwood – Murmuró sin dejar de mirarse en el espejo – La próxima vez que veas a Aksel Taylor le dirás toda la verdad y le harás saber que lo único que te interesa con él es una amistad y punto – Suspiró – También le dirás que eres una mujer casada y que estás locamente enamorada de tu esposo – Exclamó.

La situación no era justa para nadie, no tenía porque darle falsas esperanzas a Aksel haciéndole creer que ella era una mujer libre y que podía cortejarla ya que eso era lo que él pretendía. Aksel había sido muy claro con ella desde el principio. La joven bufó y terminó de maquillarse... pensándolo bien, no sólo debía hablar con Aksel, ¡también debía hacerlo con Darragh! Y eso la llenó de pánico, ¿cómo reaccionaría él cuando ella le dijera que había estado saliendo con otro hombre? Trató de no pensar en ello, pero también debía ser sincera con Darragh.

::::::

Colingwood esperaba la llegada de su hermano. Miles había llegado junto con él a la oficina, pero había salido en busca de Alan. El hombre no dejaba de pensar en ese sueño que lo había perturbado desde la noche del día anterior. En verdad estaba preocupado y necesitaba encontrar una la forma de hacer caer a Greco Alessio sin que este notara que él ya había recuperado la memoria. Además, existía el asunto del fraude y esa era una carga más a su larga lista de problemas. Tenían la sospecha de que Greco estaba detrás de ese fraude, pero también era muy lógico que hubiera un cómplice, Alessio tenía acceso a muchas cuentas bancarias y tenía capacidad para mandar dentro de la empresa, así que podía hacer mal uso de su poder para beneficio propio.

Imaginaba quién estaba detrás del fraude, se trataba de alguien inteligente, un as en las finanzas que conocía al derecho y al revés la situación financiera de la empresa. Tenía en mente un nombre y Alan ya se lo había confirmado. Ese era el señor Anderson.

-¡Maldita sea! – Murmuró Darragh golpeando el escritorio con el puño – Fuiste muy estúpido, Collingwood – Se dijo frotando su barba con la mano - ¡Pero ya no más!

Interrumpió sus pensamientos cuando la puerta de la oficina se abrió y Miles, Alan y Alfred entraron en el despacho. El hermano menor de Darragh de inmediato se acerco a él y lo abrazó con fuerza, sonriendo ampliamente.

-¡Hey! – dijo el chico – Hace mucho que no te veo - ¿Vamos a salir este finde?

-Sí, sí – Suspiró Darragh – Pero no los cité aquí para hablar de nuestros planes de fin de semana, es algo muy importante.

-Lo supuse – Lo interrumpió Alfred – Tampoco me llamas y, recibir una llamada tuya a las cinco y media de la mañana me pareció muy raro. Por eso estoy aquí, ¿qué sucede?

-Tomen asiento – Dijo el hombre invitando a sus amigos a acercarse – Anoche tuve un sueño.

Miles, Alan y Alfred se miraron unos otros. El semblante de Darragh traslucía su preocupación y estaba visiblemente alterado. ¿Qué cosa debió haber soñado que lo puso en ese estado? Se trataba de algo grave y a la vez importante.

-¿Es sobre el fraude? – Preguntó Miles.

-Sí y no – Fue la respuesta de Darragh – Hay algo aún más importante que el fraude y ese asunto es el primero que trataremos.

-¿Aún más importante? – Exclamó Alan cada vez más intrigado - ¡Pues anda! Desembucha – Murmuró y sonrió.

Darragh permaneció de pie, caminando lentamente por la habitación. Instantes después se dio la vuelta y miró a los tres hombres que no le quitaban la vista de encima.

-Ya recordé lo que sucedió en la cabaña de Les Sablettes – Murmuró Darragh – Ya recordé lo que pasó esa maldita tarde, ¡sé lo que sucedió realmente! ¡Lo recordé todo! Incluso pude ver con claridad el rostro del asesino de Carmina Brülh.

-¿Qué? – Gritaron los tres al unísono.

-¿Cómo sucedió? – Preguntó Alfred poniéndose de pie - ¿Quién fue? ¡Greco! ¿Verdad?

-No debemos adelantarnos a los hechos, Alfie – Intervino Miles.

-Dejemos que Darragh termine de hablar y él nos lo explicará todo, ¿no es así amigo?

Darragh asintió y sujetó a su hermano del brazo para obligarlo a que tomara asiento. Parecía que Alfred estaba incluso más alterado que él. Además, Alfie no se equivocaba, ¡había acertado con su conclusión!

-Como se los dije, tuve un sueño – Continuó Darragh – Pero más que sueño, se trataba del recuerdo nítido y detallado de los sucesos de esa tarde – Comentó el hombre para comenzar a contarle a su hermano y sus amigos lo sucedido en ese terrible día.

Los hombres lo escuchaban atentamente, sin perderse ni una sola de las palabras de Darragh. Lo que acababa de decirles les heló la sangre en las venas. Darragh corría peligro teniendo tan cerca a ese hombre.

-Greco jaló del gatillo – Exclamó Darragh – Pero Carmina me lanzó fuera de la trayectoria de la bala. Por ese motivo perdí el equilibrio y caí, golpeándome la cabeza. Fue Carmina quién recibió el impacto, pero las intenciones de Greco eran asesinarme.

-¡Yo lo sabía! – Gritó Alfred saltando de su silla - ¡Yo sospechaba de ese maldito! – Bufó el chico – Él fue quién nos dio la terrible noticia, prometió que te buscaría hasta el cansancio y no nos permitió inmiscuirnos en el caso. Pero nosotros no nos quedamos de brazos cruzados, ¡no señor! – Exclamó con furia - ¡Ese hijo de perra me las va a pagar!

-¡Hey, hey! – Comentó Alan sujetando al joven Collingwood que estaba a punto de lanzarse hacia la puerta - ¡Con calma!

-¡Detente, Alfred! – Gruñó Darragh – Como dice Alan, ¡con calma! – Exclamó – Si los llamé y les revelé todo esto es porque quiero que me ayuden a desenmascarar a Greco.

-Un paso en falso puede echar todo abajo – Comentó Miles – Greco cree que Darragh no recuerda nada de su pasado.

-¡Y así debe permanecer! – Exclamó Darragh – No quiero que por nada del mundo se entere de que yo he recordado todo... ¡tampoco quiero que se lo comenten a Keira! Y va para ti, Alfred – Dijo mirando fijamente a su hermano – No por ahora, cuando yo lo considere necesario, le revelaré la verdad. Por ahora quiero que guarden silencio.

-¿Y qué hay con Fayole? – Preguntó Alan.

-Lo llamaré, ¡por supuesto! Él tiene que saberlo y también nos tiene que apoyar – Suspiró – Además, hay otra cosa – Bufó Darragh llevándole las manos a la cabeza - Sospecho también que tanto Greco como Anderson están detrás del fraude y no debemos perderlos de vista.

-¿Anderson? – Preguntó Alfred con sorpresa – Él era alguien muy confiable, no creo que sea capaz de traicionarte, ¡papá confiaba totalmente en sus capacidades...!

-El poder y la ambición corrompen, querido Alfred – Exclamó Alan – Supongo que no pudo dejar pasar la oportunidad de obtener un puñado de dinero fácil. Sospeché de él desde el primer momento, aún sin conocerlo – Continuó el chico – Él es quién se encarga de las finanzas y al comenzar a analizar los estados de cuenta, los recibos y los demás documentos que me proporcionaron ustedes, con los que él me envió, me di cuenta que sus balances estaban alterados. Nada cuadra en realidad.

-¡Esos hijos de puta! – Rugió Alfred - ¡Van a pagar! De eso estoy seguro, ahora que se ha descubierto su engaño, con toda seguridad se van a podrir en la cárcel.

-¡Exactamente, hermano! – dijo Darragh posando su mano sobre el hombro de Alfie – Por ahora lo que me interesa es ponerme en contacto con los auditores, es obvio que no llamaré a la empresa que siempre contrata Anderson. – exclamó Collingwood – Me pondré en contacto con las personas que hicieron la auditoria en Ackermann Airlines. – suspiró – Anderson y Alessio no van a enterarse de lo que vamos a hacer.

-¡Eso es una muy buena idea, Darragh! – intervino Miles – Esos dos se frecuentan mucho, los he visto.

-No los pierdas de vista – dijo Alfred mirando su reloj – Yo debo irme, no es buena idea que nos vean a los cuatro reunidos a muy temprana hora, podemos dar de que hablar.

-Tienes razón, Alfie –exclamó Alan – Yo iré a comprar algo para desayunar, los veo más tarde.

-Gracias por su apoyo, chicos – dijo Darragh caminando hasta la puerta – Ahora a esparcirse.

Todos lanzaron una carcajada y tomaron su camino, aún no llegaban los empleados de las oficinas, así que nadie pudo verlos salir del despacho de Darragh Collingwood. Alfred y Alan salieron juntos del edificio, se despidieron con un apretón de manos. Alfie subió a su auto para dirigirse a la planta ensambladora de motocicletas y Alan entró en una pequeña cafetería que estaba a un costado del enorme edificio de Sterki Motors.

-¡Pero mira quién ha entrado! – se escuchó la melosa voz de Greco y posó su mano en el hombro de Alan – Si es Alan, el amigo ex convicto de Darragh.

Alan observó a Greco y su sonrisa burlona. El chico frunció el ceño y no transmitió emoción alguna, no valía la pena. Prefirió ignorar al hombre y dirigirse al mostrador para ordenar su desayuno. Una vez que su orden fue atendida, se sentó en una mesa pequeña y alejada del resto, esperando a que el idiota de Alessio no se le acercara.

-¿No me invitas a desayunar, Alan? – preguntó de nuevo Greco, parecía que no se iba a dar por vencido.

-No me vas a dejar en paz, ¿verdad? – Respondió Alan corriendo la silla para que Greco tomara asiento, ¡no tenía otra alternativa! Así se enteraba de lo que planeaba Alessio y después podría hablarlo con Darragh - ¿Quieres un café y unas rosquillas? ¿O prefieres un capuccino y un trozo de pastel? – Dijo el muchacho – Pide lo que quieras, ¡yo invito! – Y sonrió.

Greco sonrió y se sentó frente a Alan, pidió algo para desayunar y comenzó a entablar una charla con el chico. En un principio, la conversación tomó un rumbo trivial, temas como el clima, los deportes y las últimas noticias de la semana fueron abordados. Alan respondía, bromeaba y adoptó una actitud más o menos abierta, dispuesto a tenderle una trampa a Greco y que este se ganara su confianza.

-Por cierto, ¿cómo era Darragh como jefe antes de que se pusiera crazy? – Preguntó Alan echándose a reír – Porque ahora, ¡créeme! Es una verdadera pesadilla. ¡Me ha esclavizado!

-¿Un maldito negrero? – Respondió Greco - ¡Siempre lo ha sido! Pero, en ocasiones era muy blando, al menos conmigo lo fue. ¡Pero ahora!

-Detesto que tenga a su familia en puestos importantes – Comentó Alan - ¡Eso es poco ético! Su esposa y su hermano, vicepresidentes. Su papá el albacea y fue el gerente ejecutivo y ahora a Miles, lo tiene como escolta personal. ¡Sólo yo estoy encerrado en esa oficina!

-¿Y qué es lo que haces ahí? – Preguntó Greco – Casi no te veo como a los demás, te la pasas encerrado.

-Te digo que soy su esclavo – Bufó Alan – Me tiene ordenando su papeleo – Mintió Alan – Soy el tipo del archivo, ¡ya sabes! Además de que la paga es pésima. Pensé que me iba tratar mejor, ¡pero con tristeza me doy cuenta que no! Apenas me va a alcanzar para pagar todos mis gastos aquí. ¡Mejor me hubiera quedado en Francia!

-¿Y si yo te ofreciera un mejor empleo? – Preguntó Greco dándole un par de palmadas en su espalda.

-¿Qué tengo que hacer? – Preguntó Alan de inmediato - Y ¿de cuánto estamos hablando?

-Lo único que vas a tener que hacer es traicionar a Darragh... - Murmuró Greco - ¡Traición no! Digamos que tú serías nuestro informante. Nos dirías todo lo que está planeando hacer este idiota.

-¿Nos? – Preguntó Alan - ¿Tú y quién más?

-Anderson y yo – Comentó el hombre – Los tres seríamos muy ricos y poderosos, sólo quiero que me hagas saber si Darragh ha recobrado la memoria... ¡Ah, y que lo hagas firmar unos documentos que después te daré!

-¿Tan fácil? – Exclamó Alan - ¡Trato hecho! Yo hago lo que me digas con tal de librarme de ese patán de Darragh Collingwood – Dijo Alan estrechando la mano de Greco Alessio.

Lo que acababa de hacer pondría muy feliz a su amigo Darragh.

::::::

Ese Alan es listillo y lo que acaba de hacer les será de mucha ayuda para desenmascarar a Greco y atraparlo con las manos en la masa. ¡Yo espero que pronto lo refundan en prisión! Como pudimos ver, Darragh ha recobrado sus recuerdos y ya sabe quién fue el asesino de Carmina, así que quizá muy pronto, Greco Alessio va a pagar por lo que ha hecho. ¿Qué les pareció el capítulo? Déjenme sus comentarios al respecto y nos leemos en el siguiente capítulo.
Maria Decapitated

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