Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

TRECE

Greco llegó a su casa después de la reunión, estaba enfurecido y a punto de estallar. Cerró la puerta y comenzó a gritar y a llorar de rabia, después lanzó todo al piso; adornos, ceniceros, cuadros, marcos con fotografías, muebles... ¡todo lo que encontró en su camino!

-¿Por qué, por qué? – Gritó cayendo al piso - ¿De qué me sirvió matarlo? – Se preguntó tirando de su cabello – Jamás me imaginé que fuera a jugar sucio... ¡te odio, Darragh! Siempre estás a un paso delante de todos.

Se levantó del piso y comenzó a caminar alrededor de la sala, buscando la manera de solucionar su problema. Para empezar, se había quedado en la calle, vilmente degradado, muy por debajo de su posición social. Segundo, necesitaba ganarse la confianza de Garrett y de esos chiquillos que lo habían dejado sin trabajo... pero ¿cómo? Se preguntó. Si al menos tuviera una pista del paradero del cuerpo de Darragh.

-¿Por qué no visitas ese lugar, Greco? – Se preguntó en voz alta – Quizá pudiera encontrar una pista o alguien podría decirme algo sobre lo que pasó después. Debí haberme quedado unos días más, para averiguar si realmente murió y recuperar su cuerpo.... ¡diablos! ¿Por qué eres tan impulsivo? – Se reprendió a sí mismo - ¡Ahora te jodiste para siempre! Y volverás a ser el perro faldero de los Collingwood, ¡de esos mocosos!

El hombre volvió a gritar, haciendo una nueva rabieta. Detestaba su estupidez y su falta de planeación. Si tan sólo hubiera escuchado a Carmina, ella era menos impulsiva, más analítica... ¡pero no! Las cosas tenían que hacerse su modo, siguiendo sus instintos y ¡ahora estaba en la calle! Aunque tenía que redactar un informe falso respecto a la búsqueda de Darragh para calmar las aguas y así los Collingwood estuvieran más tranquilos y eso le diera un poco de tiempo para poder averiguar más respecto al paradero del cuerpo de Darragh. No confiaba en la viuda ni en el hermanito, esos mocosos no confiaban en él y podrían traerle muchos problemas. Greco tomó una botella de brandy y bebió un largo trago de ella para dejarse caer sobre el sillón de la sala. Necesitaba pensar por un buen rato, seguramente encontraría una solución práctica y sencilla, algo que lo ayudara a salir del atolladero.

::::::

Darragh se sentó sobre la cama, y se miró en el espejo que la enfermera sostenía. Se veía pálido y demacrado, pero su cabeza ya no estaba tan inflamada y ese vendaje había sido retirado. Su cabeza estaba sin pelo, pero no lucía tan mal en ese estado, a pesar de esa horrible costura que tenía en la parte trasera de su cráneo... ¡iba a ser una fea cicatriz! El hombre suspiró y le dedicó una mirada bondadosa a la mujer que tanta paciencia había mostrado con él.

-Hoy se ve mucho mejor – Murmuró la enfermera – Todos estos días ha estado bajo los efectos de los sedantes. ¡No debería alterarse! Es malo para su salud y en su condición es peligroso.

Darragh dejó escapar otro suspiro y se miró una vez más al espejo. Ni siquiera podía reconocer su propio rostro, si es que ese era su rostro. Lleno de una espesa barba que casi le tapaba los ojos. La cabeza le dolía, pero el dolor se soportaba, apenas una pequeña molestia. Aunque si se esforzaba demasiado por recordar, el dolor incrementaba hasta hacerse insoportable.

-¿Hoy no va a decir nada? – Preguntó la enfermera – Le dejaré la merienda para que coma un poco y después se recueste por un rato más.

-Y-yo... ¡lo siento! – Exclamó Darragh con timidez – Esta situación es desesperante para mí, ¿sabe? – Preguntó – Es horrible no saber absolutamente nada, es una pesadilla que se repite cada vez que intento echar un vistazo en mi mente. ¡No me acuerdo de nada! No sé mi nombre, mi edad... ¡nada! No tengo una identidad – Suspiró apretándose las manos – Tengo miedo... ¡un miedo terrible! No sé que vaya a pasar conmigo.

-Trate de calmarse – Murmuró la enfermera apretándole las manos – Sé que es muy difícil y que su recuperación puede tardar meses... ¡años quizás! Pero la esperanza aún no se ha perdido, los médicos le harán más pruebas y recibirá un buen tratamiento. Pronto estará bien, recordará y podrá decirle la verdad a la policía – Sonrió la mujer – Porque yo no creo que usted sea un asesino.

-¿Asesino? – Preguntó Darragh con los ojos bien abiertos – Ellos creen que yo...

-Sí – Asintió la enfermera – Desgraciadamente así es, no hay pruebas suficientes, usted fue encontrado en la escena y... - Se detuvo - ¡No debería estar diciendo esto! Sólo he escuchado cosas aisladas, será mejor que ellos le expliquen – Murmuró – Están aquí afuera y desean hablar con usted.

-Hablaré – Exclamó Darragh – Necesito que al menos ellos me digan qué fue lo que sucedió y cómo fue que terminé en este lugar.

La enfermera se puso de pie y salió de la habitación. Darragh colocó su cabeza entre sus manos, dejando escapar un hondo suspiro. Los ojos le ardían y un nudo atravesaba su garganta. ¡Tenía ganas de llorar! Deseaba que alguien lo consolara y le dijera que todo iba a estar bien. Se sentía desprotegido y tan solo... una gruesa lágrima resbaló por su mejilla y aterrizó sobre su rodilla, él se limpió los ojos de inmediato cuando escuchó que la puerta se abría, levantó la vista y miró al detective, acompañado de un par de oficiales.

-Buenas tardes – Dijo el detective y tomó una silla para sentarse frente a Darragh - ¿Cómo se siente hoy? – Le preguntó – Espero me recuerde, soy el detective Matthieu Fayolle

-Buenas tardes – Murmuró Darragh – Lo recuerdo – Suspiró – Y respecto a lo que me pregunta, creo que un poco mejor en cuestión física, el dolor de cabeza es soportable... pero por lo demás; desesperado.

-Recibí los resultados de sus pruebas médicas del día de ayer – Comentó el detective – Ha sanado rápidamente y lamento decirle que tendremos que trasladarlo a una celda. Estará aislado...

-¿Por qué? – Preguntó Darragh transmitiendo su desesperación – No me acuerdo de nada, no sé lo que sucedió – Exclamó casi gritando.

-¡Tranquilo, tranquilo, señor! – DijoMatthieu – Por favor, no quiero que se altere. Sé que es difícil y muy duro para usted. Pero tómelo por el lado bueno, no tenemos otro lugar a donde enviarlo y aquí al menos tendrá un sitio para atenderlo como se merece. Hasta que este misterio se esclarezca y se compruebe su inocencia o culpabilidad, ¿me comprende? – Preguntó el detective tratando de tranquilizar a Darragh, quién asintió, pero no dijo nada – La escena del crimen es confusa – Siguió el detective – Nosotros lo encontramos inconsciente, en un charco de sangre a unos pasos del cuerpo de la señorita Carmina Brülh, quien recibió un impacto de bala en la espalda que atravesó su corazón y se alojó en su cuerpo. Murió desangrada.

-¿Quién? – Preguntó Darragh - ¿Carmina? No la conozco... no la recuerdo, más bien.

-¿No tiene ni siquiera una noción de lo que pasó ese día? – Preguntó el detective Fayolle – Según testigos, usted y la señorita Bühl tenían una relación amorosa...posiblemente ella fuera su esposa porque esas pequeñas cabañas, por lo general son rentadas para recién casados.

-Recuerdo algo – Comentó Darragh cerrando los ojos – Una discusión...

-¿Con la mujer? – Preguntó el detective haciendo anotaciones.

-No, ¡no! – Exclamó Darragh abriendo los ojos de golpe – Con otro hombre.

-¿Un hombre? – Murmuró Fayolle cada vez más interesado - ¡Ahora entiendo todo! Hay un tercero en el crimen, aunque me resulta muy raro, porque el arma homicida tiene sus huellas y... - Se quedó callado - ¿Recuerda cómo era el hombre? ¿Algún conocido? ¿Un ladrón? – Preguntó el detective.

Darragh se quedó en silencio, pensando, pensando y pensando. ¡Nada! No había nada, su mente estaba en blanco y sentía la cabeza hueca y pesada. Comenzó a marearse; todo le daba vueltas.

-¡Es todo por hoy! – Dijo el médico que entraba en la habitación – Este hombre debe descansar – Exclamó acercándose a Darragh – Y creo que no es conveniente que lo traslade a una celda. ¡No ahora! Necesito hacerle más estudios y descartar cualquier otro problema.

-Como usted diga, doctor – Murmuró el detective poniéndose de pie – Lo veré pasado mañana, señor – Dijo apretando la mano de Darragh – Por ahora, más que sospechoso, es un testigo, pero no puedo dejarlo en libertad. Le asignaremos un abogado para que hable con usted y pueda defenderlo en caso de presentarse un juicio.

-Gracias – Exclamó el rubio mirando como los policías abandonaban la estancia.

-No ha probado bocado – Lo reprendió el doctor – Y eso no está bien, necesita alimentarse adecuadamente, ha perdido peso, señor.

-Comeré, comeré – Murmuró Darragh destapando la bandeja. No le gustaba esa comida, no tenía buen sabor. Pero debía comer, el médico tenía razón.

Darragh comió su merienda y dejó la charola sobre una mesa que estaba a un costado de la cabecera de la cama. En ese momento la puerta se abrió y apareció la bondadosa enfermera quién lo saludó con una cálida sonrisa.

-Buenas noches, señor. – dijo la mujer – Veo que ya ha comido y es momento de que tome un baño.

-Buenas noches – respondió el hombre – Muchas gracias, creo que lo necesito.

La enfermera lo ayudó a asearse y después lo ayudó a acomodarse en la cama. La mujer colocó otra manta sobre él y se sentó a su lado para continuar con la historia que había comenzado a leer hacía un par de noches.

-¿Va a quedarse de nuevo? – preguntó Darragh – Creo que ya no es necesario.

-El médico ha dicho que tiene que seguir en observación – respondió la mujer.

-Me siento como un inútil – exclamó el hombre – Ya puedo hacer muchas cosas por mí mismo.

-No diga esas cosas – respondió la enfermera – Lo cuidaremos bien y pronto se va a recuperar.

Darragh no dijo más, sólo sonrió y se acomodó sobre las almohadas, dispuesto a escuchar la historia que la mujer comenzaba a narrar, pero en realidad no escuchó ni una sola palabra. Su mente comenzó a divagar, intentando recordar algo, un vestigio de su pasado o al menos, el evento en el que asesinaron a esa mujer... Carmina, como el oficial dijo que ella se llamaba. Darragh cerró los ojos y se llenó de angustia y desesperación, ¿qué sucedería si no lograba recordar nada? Ni siquiera había un documento en dónde se revelara al menos su nombre, ¡no tenía nada! Y eso lo deprimía bastante.

No supo cuando se quedó dormido, estaba muy cansado y prefería dormir, al menos así no lo molestaban con todas esas preguntas. Quizá durmiendo, en algún sueño podría tener algún recuerdo. Durmió largo rato y soñó. En ese sueño veía a una mujer rubia y hermosa, con los ojos verdes y el rostro angelical, ella vestía de blanco y estaba junto a él, sonriéndole y mirándolo atentamente. Él realmente no recordaba ese rostro, ¡pero era bellísimo! No podía dejar de admirarlo. Después todo estuvo en penumbras, un espacio de oscuridad en sus recuerdos hasta que escuchó ese disparo, seguido de un grito desgarrador... ¿Qué fue lo que ella gritaba? ¡No!

Darragh se sobresaltó al escucharla gritar y se incorporó de golpe, mientras se quejaba del dolor de cabeza. Esperó a que alguien apareciera, pero estaba solo, la estancia se encontraba vacía. Se tocó la cabeza y limpió el sudor de su frente, su respiración estaba agitada. Se levantó y comenzó a caminar por la habitación.

-¿Quién es ella? – Exclamó en voz alta - ¿Carmina? ¡No, no! No puedo recordar... ¡con un carajo! – Gritó y lanzó la silla al piso - ¿Quién demonios soy yo? ¡Maldita sea!

-¡Tranquilo! – Dijo el doctor, quién entraba en la habitación - ¿Qué sucede?

Darragh no hizo caso, comenzó a gritar como loco, cada vez más exaltado. ¡Necesitaba respuestas! Ese sueño sólo lo había alterado. No sabía nada de él, ni un solo fragmento de su pasado.

-¡Enfermera! – Gritó el doctor – Un sedante.

-¡Ah, no! – Gritó Darragh – No va a dormirme, ¡no quiero dormirme!

La enfermera, acompañada de un par de hombres, entraron en el cuarto. Los hombres trataron de controlarlo, pero él se resistía. Tras varios intentos fallidos, pudieron contenerlo y la enfermera pudo aplicarle el sedante. Esperaban que pronto se restableciera o continuaría causando problemas.

-¿Cree que lo mejor será que vaya a una celda? – Preguntó la enfermera al doctor.

-No lo sé, cuando tiene esas crisis es muy agresivo – Suspiró el doctor – Pero supongo que le hará bien convivir con más personas, hacer ejercicio y recibir un buen tratamiento... Una terapia ocupacional.

-Entonces, ya es momento – Murmuró la enfermera.

-Después de la resonancia magnética y otras pruebas que le haga – Exclamó el doctor – Posiblemente lo envíe al área psiquiátrica...

-No creo que sea una buena idea – Lo interrumpió la enfermera – Este hombre no tiene ningún padecimiento mental.

-Pero estará más seguro ahí – Dijo el doctor saliendo de la habitación – Mañana vendré a verlo otra vez – Exclamó antes de cerrar la puerta – Descanse.

-Está bien, como usted diga – Murmuró la enfermera – Yo me quedaré con él. Hasta mañana.

::::::

Darragh se despertó ya muy tarde. Se sentía enfermo y asqueado, su visión aún era un tanto borrosa, con mucho trabajo se levantó de la cama y miró a su alrededor. Ese lugar no era la habitación de la clínica. Era una celda fría e incómoda; ahora comprendía su malestar.

-¿Te sientes bien? – Preguntó un hombre con preocupación – Te trajeron aquí y estabas inconsciente... ¿quieres que llame a un guardia? Podrían llevarte a la clínica.

-Sólo dame un poco de agua, por favor – Balbuceó Darragh – Por lo demás no te molestes.

El hombre le dio un vaso lleno hasta el borde y Darragh lo tomó, bebió con avidez, derramando un poco sobre él.

-Más por favor – Dijo regresándolo y el chico lo tomó para volver a llenarlo.

-¿Resaca? – Preguntó el chico muy intrigado.

-¡Son esos malditos medicamentos! – Bufó Darragh – Anoche me sedaron y supongo que me trajeron aquí para ya no lidiar conmigo.

-¿Cómo te llamas? – Preguntó el chico – Mi nombre es Alan Rousseau.

-Yo... - Murmuró Darragh - ¡No lo sé! – Dijo el hombre y Alan lo miró sin entender nada – Tengo amnesia – Suspiró – Así que puedes llamarme cómo se te dé la gana.

-Lo siento – Respondió Alan con una media sonrisa – Entonces te llamaré... ¿Tom? ¿Está bien? – Preguntó y Darragh asintió – Bien, Tom – Continuó el chico - ¿Por qué estás aquí?

-Asesinato... ¡o algo así! – Exclamó Darragh restándole importancia al asunto - ¿Y tú?

-Te veo muy calmado – Respondió Alan sin apartar su vista de Darragh - ¿Crees que saldrás pronto? – Continuó – Yo por ejemplo, estaré aquí por unos años más. Me acusaron de fraude y... ¡me declaré culpable! Lo hice, defraudé a esos bastardos y les robé su dinero... ¡me lo gasté todo y repartí un poco!

-Hiciste bien... creo – Suspiró Darragh sentándose en una desvencijada silla – Yo no tengo idea de lo que pasará conmigo. Ni siquiera me acuerdo de cómo sucedieron las cosas. Si no recuerdo mi nombre, ni quién soy. Quizá me pudra aquí para siempre.

-No digas eso – Exclamó Alan sintiéndose mal por ese desconocido que le había simpatizado – Seguro vas a mejorar, se aclararán las cosas y podrás salir de este sitio. Quizá tengas una familia que te esté buscando. Yo sé que saldré algún día y que si me porto bien, mi condena se reducirá. Sólo no pierdas la esperanza.

-¿En este sitio? – Preguntó Darragh con un toque de sarcasmo.

-Incluso en este sitio – Murmuró Alan.

-Gracias, creo que vamos a llevarnos bien – Dijo Darragh encogiéndose de hombros.

-Eso espero, Tom – Sonrió Alan y apretó con fuerza la mano de Darragh.

::::::

Pobre de Darragh, van a ser momentos muy duros para él ahora que ya está en prisión. Pero parece que su compañero de celda será quién le levante el ánimo y lo guíe durante su estancia en la cárcel. ¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus comentarios y ¡gracias por leer! Hasta el próximo lunes.
Maria Decapitated    

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro