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SIETE

-O sea que vas a salir de nuevo con ese patán – Preguntó Blake caminando detrás de Keira por el largo pasillo de esa boutique.

-Me escribió una nota en donde se disculpaba y me envió flores – Murmuró la chica – Aunque yo pienso que la cena sale sobrando.

-¿Y cree que con eso vas a caer? – Preguntó Blake – Yo en tu lugar lo mandaba al demonio, ¡será muy mi cuñado, pero es un imbécil! No debió tratarte así – Dijo la muchacha mientras miraba unos vestidos – Las cosas no van a solucionarse con unas florecillas y una carta.

-Por eso es que iré a esa cena – Respondió Keira – Sólo quiero decirle que este compromiso y el matrimonio no es la solución a los problemas de mi padre y de su empresa. Que podemos hacerlo de otra manera y, si quiere seguir con esto, entonces lo manejaremos como lo que es, un simple negocio y nada más – Murmuró con seriedad – ¿Qué te parece este vestido?

-Tienes toda la razón, ¡eso debes hacer! – Exclamó Blake y sostuvo el vestido entre sus manos - ¿No crees que es muy corto? Aunque no deberías comprarte un vestido nuevo, ¡tienes montones en tu casa!

-Pero quiero uno nuevo para esta reunión – Sonrió Keira - ¿Te agrada este?

-¿Negro riguroso? – Cuestionó Blake admirando el vestido – Parece que irías a tu funeral, ¡pero puedes comprarlo!

-No, ¿qué tal este otro? – Preguntó Keira mostrando un vestido largo en color blanco, espalda descubierta y cuello halter, con un lindo detalle plisado en el busto – A mí me gusta.

-¡Es hermoso! – sonrió Blake – Pero lleva el negro también.

-Está bien, llevaré los dos y ¡vámonos que se hace tarde!

-¿Lo vas a besar? – Preguntó Blake con curiosidad.

-¡NOOOOOOOOOOO! – Rugió Keira – Ni se te ocurra pensarlo. Ese beso fue un error que no debió pasar.

-Yo en tu lugar sí lo hacía – Rió Blake – Hasta haría muchas otras cosas con él...

-¿Eres tonta o te haces? – Murmuró la chica – ¿Qué te dije hace rato? Son sólo negocios y, en la primera oportunidad que tenga me voy a divorciar de ese tipejo. ¿Crees que voy a tomar el rol de esposa abnegada y sufrida? ¡Claro que no! Si él cree eso, ¡se equivoca! – Bufó Keira – Yo quiero que mi matrimonio sea intenso, casarme enamorada con quién yo elija y cómo Darragh lo dijo: "Son sólo negocios" – Exclamó Keira imitando la voz de Collingwood – Y a mí eso me ha quedado muy claro.

Blake se encogió de hombros y ya no dijo nada más. Las mujeres salieron de la tienda y subieron al auto de Keira. Su tema de conversación dio un giro y Darragh Collingwood quedó en el olvido.

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-¿Así que Darragh te invitó a salir? – Preguntó la madre de Keira mientras le lavaba el cabello.

-Sí, mami – Murmuró la chica mirando sus manos llenas de espuma - ¿Crees que está bien que imponga mis límites con él?

-Por supuesto, hija – Dijo la mujer – Para empezar no lo conoces, y luego de esa amarga primera impresión – Suspiró la señora Ackermann que ya estaba enterada de todo – Me gustaría que no fueras sola, ¡yo podría acompañarte!

-No, mamá – Exclamó Keira – Iré yo sola, ¡debo ir sola! Lo escucharé y yo pondré también mis condiciones. ¡Te prometo que estaré aquí temprano! Antes de las once de la noche.

-Bien, pero si se pone pesado e intenta hacerte algo, envíame un mensaje inmediatamente – Le indicó su madre.

Keira asintió y le sonrió a la mujer, después se hundió en el agua de la bañera para enjuagarse el cabello. Tessa ayudó a Keira a terminar de arreglarse para su cena, le cepilló el cabello y la maquilló de forma discreta. La chica se miró al espejo y sonrió, tomó sus sandalias de tacón y se las calzó rápidamente.

-Te ves hermosa, mi niña – Murmuró Tessa y la besó en las mejillas.

-Gracias, mami – sonrió la joven y tomó su bolsa – Llegaré temprano.

Le chica salió de su habitación y bajó lentamente las escaleras. Su padre no se encontraba en casa, aún estaba trabajando y eso le convenía. No quería darle explicaciones, al menos no en ese momento. Keira caminó despacio hasta la salida, cuando se topó con su padre. Hector la miró detenidamente y frunció el ceño.

-¿A dónde vas, jovencita? – Preguntó el hombre.

-Voy a salir, ¡regreso a las once! – Respondió esbozando una sonrisa angelical.

-¡No me digas que ya tienes novio! – Exclamó Hector, muy molesto – Porque tú ya estás comprometida...

-Con Darragh Collingwood – Bufó la chica – De hecho es con él con quién saldré. Ayer por la tarde me envió un ramo de flores y una nota...

-Así que todo va viento en popa – Exclamó Hector con orgullo – Me gusta que sea detallista.

-Es un idiota, papá – Se quejó Keira – No me cae muy bien que digamos.

-¡Mejor partido no puedes encontrar, hija! – Dijo Hector - Ahora ve, ¡no lo hagas esperar!

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Darragh se acomodó la corbata y se miró al espejo. Todo estaba en orden y lucía bastante bien, esperaba impresionar a Keira... ¿impresionarla? ¡Ay, por favor! Se dijo a sí mismo, tenía que hacer algo más que esmerarse en su arreglo físico para impresionar a Keira Ackermann. Tenía que hacer algo para tratar de arreglar su metida de pata. De nuevo se detuvo y meneó la cabeza, ¿por qué de pronto le preocupaba esa chiquilla?

-¡Hey, te ves bien! – Murmuró Alfie entrando de pronto en la alcoba de Darragh.

-¿Qué no te enseñaron a tocar? – Preguntó el hombre levantando una ceja.

-¿A dónde vas? – Preguntó Alfred, ignorando la pregunta de Darragh.

-Tengo una cita con Keira...

-¿Otra? – Continuó su hermano pequeño - ¿Qué no fue suficiente con una?

-Le pedí disculpas a tu amiga – Murmuró Darragh dándose la vuelta.

-Es lo menos que puedes hacer – Dijo Alfie mirándolo con coraje – Lo que le hiciste no estuvo bien, ¡no es de hombres!

-¿Te lo dijo?

-Por supuesto, ella es mi amiga y me cuenta todo – Respondió el chico – Y cuando me refiero a todo, es TODO.

-O sea que eres su mejor amiga, pero con pene – Rió Darragh.

-Pues aunque te cause gracia, sí – Sonrió su hermano – Tú deberías de darte la oportunidad de conocer a Keira, ¡verás que es una chica grandiosa!

-Eso es lo que voy a intentar, conocerla y le pediré disculpas personalmente, por mi comportamiento bárbaro.

-Haces bien – Exclamó Alfred – No la hagas esperar.

Darragh se encogió de hombros y salió de la habitación, se despidió de su padre y su madrastra para subir a su auto y conducir rumbo al restaurante. El hombre miró el reloj y se dio cuenta que iba con el tiempo medido. Bufó al darse cuenta que la avenida estaba llena de autos. ¡Detestaba llegar tarde! Para hacer menos larga su espera, puso un poco de música.

https://youtu.be/B5jp3HwLdWA

Mientras avanzaba con lentitud, el móvil de Darragh vibró y él miró la pantalla haciendo una mueca de disgusto.

-¿Ahora qué? – Preguntó con molestia.

-¡Darragh, mi amor! – Gimió Carmina – Quedaste en venir a verme y ya es demasiado tarde y no apareces...

-Yo no quedé en nada – Dijo el hombre con sequedad.

-¡Por supuesto que sí! – Exclamó la pelirroja – Me enviaste un mensaje, ¿quieres que te envíe la captura de pantalla?

-¡Oh, sí, ya lo recuerdo! – Bufó Darragh – Me vas a disculpar pero tengo trabajo, lo siento, Carmina. No podré estar contigo esta noche.

-Eres un maldito – Se quejó la mujer – Y yo que ya había preparado las cuerdas, tal y como lo sugeriste.

-Esta noche no, ¡te prometo que lo compensaré! – Dijo Darragh y esbozó una sonrisa – Después te llamo y nos ponemos de acuerdo.

-Ya que, ¡me dejas con ganas nada más! – exclamó Carmina – Adiós Darragh – Y colgó.

Darragh estacionó su auto y le entregó las llaves al valet. Entró en el lugar y el anfitrión lo saludó con una reverencia y una enorme sonrisa.

-Bienvenido, señor Collingwood – Murmuró el hombre – Lo está esperando una señorita... Keira Ackermann

-¿Tiene mucho que llegó? – Preguntó Darragh echándose a andar.

-Como unos diez minutos.

-Demonios – Bufó con molestia y caminó a paso veloz hasta el lugar que había reservado.

Keira se encontraba sentada, bebiendo un vaso de jugo, admirando una escultura que se encontraba en el centro del salón. Darragh se acercó con lentitud, dándose el tiempo para contemplar a la mujer. Realmente era hermosa y deseable, ¡vaya que sí! Y ese vestido blanco le quedaba perfecto, resaltaba todas sus curvas. Parecía una diosa.

-¡Buenas noches, Keira! – Susurró Darragh en el oído de la mujer y apoyando sus manos sobre sus hombros desnudos.

La chica se tensó y su piel se erizó al sentir la cercanía del hombre. Cerró los ojos e intentó concentrarse y parecer indiferente ante Darragh, pero sus labios estaban demasiado cerca de su cuello. Podía sentir su aliento tibio y mentolado rozar su mejilla. Se estremeció y giró la cabeza. Los labios de Keira quedaron a escasos centímetros de los de Darragh. Él le dedicó una seductora sonrisa y la tomó de la mano para besar su dorso.

-¡Perdón por la tardanza! – Se excusó Darragh – No era mi intención hacerte esperar.

-N-no se preocupe, señor Darragh – Murmuró Keira poniéndose colorada.

Darragh le dedicó otra sonrisa, satisfecho de lo que provocaba en esa niña y se sentó frente a la rubia, quien se mordió el labio inferior y lo miró fijamente, esperando a que Darragh comenzara a hablar.

-¿Y bien? – Preguntó Keira un poco incómoda ante las miradas lascivas que Darragh le dedicaba – Me dijo que deseaba verme y hablar conmigo.

-Me gustaría que primero cenáramos, Keira – Dijo el hombre – Después hablaremos, ¿te parece bien?

Keira asintió y, momentos después apareció la cena. Ambos comenzaron a comer en silencio y durante un rato, la chica se dedicó a admirar a Darragh. Tenía sentimientos encontrados respecto a ese hombre; por una parte, había algo en él que la fascinaba y no podía dejar de mirarlo. Quizá eran esos labios apetitosos o esos hermosos ojos. Posiblemente serían sus diminutas pecas en la nariz. Darragh levantó la cabeza y miró a la mujer, quién de inmediato bajó la mirada y se puso colorada. Darragh no pasó por alto la reacción de Keira, sonrió y se limpió los labios con la servilleta.

-Háblame de ti – Dijo el hombre.

-¿Qué le gustaría saber? – Preguntó Keira dando un sorbo a la copa de vino.

-Estudias la Universidad, ¿no es así?

-Exacto, estoy en el tercer semestre de la carrera de Administración de Empresas – Sonrió la chica - Y, no es por presumir, ¡pero llevo excelentes notas!

-Algo me comentó Alfred – Murmuró Darragh – Tú y él son muy cercanos, ¿no es así?

-¡Por supuesto! Nos conocemos desde la infancia y nos hemos llevado muy bien desde entonces. Para mí, Alfred es como el hermano que nunca tuve.

-¿Sólo un hermano? – Preguntó Darragh enarcando una ceja.

-¿Por qué todo mundo piensa otras cosas? – Murmuró Keira con molestia – Toda la gente tacha de romántica la relación que hay entre Alfred y yo.... – Bufó - ¡Ay! Pero, ¿para qué doy explicaciones? Usted y el resto de la gente pueden creer lo que se les venga en gana al respecto. Por cierto, supongo que no estamos aquí para hablar de mí, ¿no es sí?

Darragh asintió y bebió lo que quedaba del vino, se sirvió un poco más y se inclinó un poco para quedar más cerca de Keira, quién de manera instintiva, se hizo más atrás.

-Tienes razón – Murmuró el hombre y suspiró - ¡Bien! Primero que nada, quiero pedirte una sincera disculpa por mi comportamiento de el otro día. Sé que te traté de forma grosera y que te ofendí.

-Y acepto sus disculpas, señor Collingwood - Dijo Keira esbozando una sonrisa – Lo mejor será olvidar ese trago amargo que, me imagino, no volverá repetirse.

-Te lo agradezco – Dijo Darragh devolviéndole la sonrisa – Me ha quitado un gran peso de encima.

-No hay de que – Exclamó la joven – Supongo que es todo, ¿no es así?

-No, no – Interrumpió el rubio – Hay algo más que quiero agregar... ¡deja de ser tan formal! Tengámonos confianza.

-¡Oh, no! Por favor – Murmuró Keira levantando la cabeza – Esta vez que hablamos, usted me despejó mis dudas, señor Collingwood, me hizo saber cuál era mi lugar en esto y creo que tiene toda la razón – Suspiró la joven – Ambos somos completamente distintos y...

-¡Vamos Keira! – Insistió el hombre y se puso de pie para sentarse justo a un lado de la joven - ¿No me darás otra oportunidad? En serio me gustaría que fuéramos amigos.

-No – Dijo la chica manteniéndose firme en su postura – Usted y yo no podemos ser amigos, ¡jamás lo seremos! Así que no insista por favor...

Darragh la miró en silencio. Keira tenía su carácter. Él había echado a perder las cosas y ahora que intentaba arreglarlo, la chica simplemente se negaba a hacerlo, portándose de la misma manera que él lo había hecho. Darragh suspiró y continuó contemplándola. ¡Definitivamente era hermosa! Los labios de la joven se habían unido en una mueca de disgusto y sus hermosos ojos intentaban proyectar una mirada fría. Darragh sonrió y se acomodó en la silla, rodeando con su brazo los hombros de la joven.

-¿Acaso ya no va a decir nada? – Preguntó Keira.

-¿Por qué no quieres intentarlo? – Preguntó Darragh rozando las yemas de los dedos sobre la suave piel del hombro de Keira – Después de todo, tú y yo vamos a casarnos, conviviremos todos los días y quizá también tengamos algo de intimidad.

-¡Ni lo sueñe! Señor Collingwood – Murmuró la joven - ¡Eso jamás! Yo no...

Keira se tensó cuando la mano libre de Darragh le acarició la rodilla, trazando suaves círculos sobre esta. La mujer suspiró y colocó su mano sobre la de él para alejarla.

-¡Por favor, señor Collingwood! – Gimió Keira – Guarde la compostura.

Darragh no hizo caso de las palabras de la joven y continuó acariciando, ascendiendo lentamente hasta su muslo. La chica tiritó sin poder evitarlo y cerró los ojos, respirando un poco más rápido de lo normal.

-Estoy seguro que tú también lo deseas – Murmuró Darragh contra la mejilla de la rubia – Porque yo te deseo – Susurró - ¡Joder! – Gimió apretando la carne de la joven – Eres una mujer muy sexy. Eres sensual por naturaleza, lo transmites con cada uno de tus gestos. Pero esa cara tuya tan angelical y hermosa te convierte en alguien peligroso... al menos para mí – Continuó, mientras seguía recorriendo la tersa piel de Keira - Me haces perder el control, Keira ¡y yo detesto perder el control!

La joven se puso colorada. No quiso mirarlo a los ojos porque de lo contrario, lo besaría hasta perder la cordura. Ella gimió suavemente y entreabrió los labios mientras el tibio aliento de Darragh le acariciaba la mejilla. La mano del hombre continuó acariciando con suavidad la pierna de la mujer y Keira suspiró. No debía permitir que él continuara tocándola de esa manera, pero las caricias de Darragh eran delicadas y sublimes. La joven cerró los ojos mientras su cuerpo comenzaba a reaccionar ante ese delicioso roce. Sus pezones se endurecieron, mientras que su sexo comenzaba a lubricarse y palpitar.

Darragh estaba muy pendiente de las reacciones de Keira, sabía que ella estaba inquieta, pero que le gustaban sus caricias. El rubor en el rostro de la joven la delataba, así como el acelerado ir y venir de su pecho, y esos suaves gemidos que se escapaban de su garganta. La mano de Darragh acarició la parte interna de los muslos de Keira. La joven abrió más las piernas y jadeó más profundamente, para después morderse el labio inferior.

El hombre dejó escapar un ronco gemido cuando acarició el sexo de Keira, por encima de las bragas. Ella estaba húmeda, pues la tela estaba empapada. Sintió cómo la mujer se estremecía y presionó suavemente. Keira sólo jadeó y apretó su mano sobre la de él.

-Darragh, por favor – Dijo Keira tratando de sonar firme, pero sucedió el efecto contrario. Parecía que suplicaba.

La lengua de Darragh se deslizó por el cuello de la joven hasta su mejilla. Keira temblaba por completo. Una parte de ella deseaba que se detuviera y salir corriendo del lugar, pero la otra deseaba que continuara con esas caricias.

Darragh hizo a un lado la tela que la cubría y sus dedos se abrieron paso a través de la aterciopelada humedad de Keira. Ella ahogó un gemido y arqueó la espalda. Darragh continuó acariciando el sexo tibio de la joven, trazando suaves círculos sobre su clítoris. Keira abrió los ojos de golpe y dejó escapar un sonoro gemido, cuando esa deliciosa, pero sorprendente descarga la sacudió por completo. Keira volvió a gemir, pero Darragh sujetó su barbilla con su mano libre, uniendo su boca en un beso apasionado. La chica se sintió transportada a un nuevo universo, dejó de pensar y sólo se concentró en esas caricias que despertaron el deseo que dormía en ella.

Keira se separó de golpe cuando Darragh hundió un dedo dentro de su sexo y lanzó un hondo jadeo mientras él lo sacaba y la volvía a penetrar. Gimió con fuerza y comenzó a mover sus caderas y arquear la espalda. ¿Qué diablos estaba haciendo? No tenía porqué portarse así, pero a ella le gustaba. Jamás había permitido que un hombre llegara tan lejos, pero las caricias de Darragh la provocaron y ahora necesitaba más.

Darragh sonreía, disfrutando de ese momento. Keira era una joven muy apasionada y verla así lo excitaba cada vez más. Si no se controlaba, ¡le haría el amor ahí mismo! Él continuó penetrándola, jugando con su sexo, mientras que los fluidos de la joven le empapaban la mano. Keira se retorcía sobre la silla y gemía cada vez más alto. Él se volvió a apoderar de la boca de la chica, callando esos gemidos que se habían convertido en gritos de placer. Con su lengua exploró su boca y la saboreó. Él continuó con sus íntimas caricias, penetrándola y presionando su clítoris con el pulgar. Keira respiraba con dificultad, embriagada por el placer. Ella estaba a punto de estallar, su cuerpo temblaba ante las oleadas del orgasmo y se separó de Darragh para dejar escapar un hondo gemino de satisfacción, liberándose completamente sobre la mano del hombre.

-¡Eso fue hermoso! – Murmuró Darragh retirando lentamente su mano – Eres muy intensa, ¿lo sabías? – Preguntó el hombre mientras lamía sus dedos, saboreando las mieles de la chica.

Keira estaba muda, respiraba rápidamente y estaba maravillada. Ese era su primer orgasmo y le había gustado. Deseaba más, quería pedirle a Darragh que salieran de ahí y se fueran a un sitio más íntimo dónde ella pudiera tocarlo, explorar su cuerpo y dar rienda suelta a la pasión. Darragh estaba como hipnotizado contemplando a Keira, se veía más hermosa que nunca con sus mejillas coloradas y respirando con dificultad. Se inclinó aún más y volvió a besarla con pasión y lujuria. Keira respondió ante ese beso, aferrándose con firmeza al cuerpo del hombre, acariciando su ancha espalda e intentando despojarlo del saco.

-¡Tranquila, princesa! – Jadeó Darragh – Creo que deberíamos irnos de aquí a un lugar más íntimo.

Esas palabras regresaron a Keira a la realidad. La chica lo miró como si no comprendiera y se puso de pie de un salto. ¡No debió permitirlo! Sin embargo dejó que pasara e incluso lo había disfrutado. Él también era un peligro para ella. Si no se alejaba de Darragh, iba a cometer una locura de la cual podría arrepentirse.

-¡No, basta! – gritó Keira tomando su bolsa - ¡Esto no debió pasar! – Gimió – No debí permitirlo – Exclamó y lo empujó – No quiero verlo de nuevo, no hasta el día de nuestra estúpida boda y... - tomó aire – tampoco quiero que vuelva a ponerme una mano encima, ¿lo oye? No se le ocurra volver a tocarme nunca – Gritó y salió corriendo del restaurante.

Darragh bufó frustrado y la miró alejarse. Se había propasado con esa chica, ¡no debió hacerlo! Todo había salido mal otra vez. Suspiró y vio como Keira se perdía entre la gente. ¿Ahora con qué cara podría volver a verla? Pasó su lengua alrededor de sus labios, aún conservaba el sabor de sus mieles. Se sirvió otra copa de vino y la bebió de golpe, ¡esa chica iba a volverlo loco!

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¡Y otra vez lo arruinó! Pinche Darragh caliente, ¿no se puede aguantar? Esto se va a poner bueno. ¿Qué les pareció esta parte? No olviden dejar sus comentarios y gracias por leer. ¡Hasta el próximo lunes!
Maria Decapitated    

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