DIECIOCHO
El detective Lewis y el detective Fayolle se encontraron en el penal para reunirse con Darragh. Matthieu logró conseguir un audiencia para que Lewis pudiera entrevistarlo y así saber si en realidad "Tom" era el hombre que él estaba buscando. Ambos fueron recibidos por el director del penal, quién los condujo de inmediato a una sala para que pudieran hablar con Tom.
Darragh estaba en su celda, escuchando música junto a Alan, quién cantaba a todo pulmón, mientras que el rubio se concentraba en su lectura y tomaba notas respecto a los motores de combustión interna.
-¡Deja eso y canta conmigo! – Murmuró Alan haciéndose el payaso.
Darragh no respondió, pues las puertas de la celda de abrieron y apareció uno de los guardias de seguridad.
-¡Tom! El director quiere verte, ¡tienes visitas!
-¡Pero hoy no es día de visita! – Comentó Alan - ¿Puedo ir?
-No, Rousseau. Este es un asunto importante que le concierne sólo a tu compañero.
Darragh miró a su amigo que se burlaba del guardia y movió la cabeza, caminando detrás del hombre. Tenía curiosidad respecto a esa visita, a él nadie lo visitaba, lógicamente, pero esta vez, ¿quién podría ser ese visitante?
-Tom, señor – Murmuró el guardia abriendo una puerta y mirando al director del penal.
Darragh entró detrás y miró al director que se encontraba con el detective Fayolle y un hombre desconocido que lo miraba con atención. Darragh se acercó con cautela, de momento, esa reunión le daba mala espina.
-Tom – Murmuró el director – Este hombre es el detective Franco Lewis – Exclamó señalando al hombre en cuestión – Él viene de Inglaterra y quiere hablar contigo de algo muy importante.
-¿Inglaterra? – Preguntó Darragh con curiosidad - ¿Acaso este hombre sabe algo de mí? – Lo cuestionó mirando fijamente a Lewis.
-No lo sabemos en realidad, Tom – Intervino el detective Fayolle – El detective Lewis está buscando a un hombre que se perdió hace dos años. Ese sujeto comparte varias características físicas contigo, pero necesita estar completamente seguro.
-¿El hombre que se perdió era inglés? – Preguntó Darragh sin apartar su vista de Lewis, quien a su vez no dejaba de analizar sus movimientos. ¡Ese hombre era Darragh!
-Los dejaremos solos para que hablen y quizá pueda ayudarte también a recordar – Comentó el director y dejó la habitación junto con el detective Fayolle.
Darragh se sentó frente a Franco, quién le sonrió de manera conciliadora, sin embargo no dijo nada. Darragh también permaneció en silencio, sintiéndose un tanto incómodo por la forma en que Lewis lo miraba.
-¿Se va a quedar todo el rato mirándome? – Preguntó Darragh de manera cortante - ¿Qué es lo que quiere preguntarme?
-Me gustaría que vieras esta fotografía – Dijo Lewis mostrándole una foto e ignorando las preguntas de Collingwood – Esta fue la última fotografía de Darragh Collingwood antes de que desapareciera.
-¿Así que se llamaba Darragh Collingwood? – Cuestionó el hombre tomando la imagen y mirándola con atención.
De inmediato, Darragh soltó el papel, como si este le quemara. ¡La visión había sido muy impactante! Ese sujeto era idéntico a él y ¡la mujer rubia! Esa chica que se encontraba al lado de ese hombre era la misma chica de sus sueños.
-¿Quién es la mujer rubia? – Preguntó señalando la imagen de Keira con el dedo índice.
-Ella es la esposa del señor Collingwood – Respondió Franco, atento a las reacciones de Darragh – Esta fotografía fue el día de su boda. Precisamente el día que desapareció.
Darragh volvió a tomar la foto y miró de nuevo a Keira, repasando sus rasgos con el dedo. ¡Se veía bellísima! Ella sonreía y parecía feliz, sin embargo, Darragh estaba serio, pero aún así la sujetaba con fuerza de la cintura. De nuevo miró el rostro del hombre y en él reconoció el suyo propio, ¡parecía que eran gemelos! O clones.... quizá él y Darragh Collingwood eran la misma persona. Su mente era una mezcla de ideas y pensamientos, de recuerdos borrosos que no podían revelarse. La cabeza comenzó a punzarle y cerró los ojos, intentando hacer caso omiso del dolor.
-¿Cómo se llama la mujer? – Preguntó una vez más.
-Keira Ackermann – Dijo Lewis - ¿Ha recordado algo, señor?
-¡A ella la he soñado! – Murmuró Darragh sin quitar su vista de la imagen – Pero dígame, detective Lewis ¿Darragh Collingwood tenía estos tatuajes? – Preguntó desabotonándose la parte de arriba del uniforme y abriéndola para mostrar el tatuaje del cuervo que portaba en su pecho.
Franco se hizo hacia atrás al ver ese tatuaje, ¡Darragh tenía uno idéntico! Si bien ahora en prisión había llenado su cuerpo con más diseños, ese tatuaje del cuervo era bastante antiguo, se trataba de uno de los primeros tatuajes de Darragh. Ya no había ninguna duda, ¡ese hombre era Darragh Collingwood!
Darragh se dio cuenta de la reacción de Franco. Tenía curiosidad de saber más acerca de sí mismo. Porque ya no le cabía duda, ¡él era Darragh Collingwood!
-¿Sucede algo? – Preguntó Darragh abotonándose la camisa.
-¡No puedo creerlo! – Exclamó Franco – Dos años estuve buscándolo, dos largos años sin tener una sola señal sobre su paradero o una pista, por mínima que fuera – Suspiró el hombre – Ahora te tengo frente a mí y... ¡debo notificarlo a tu familia!
-¿Qué? – Exclamó el rubio – Aunque hay un inconveniente yo...
-Lo sé – Sonrió Franco – Sé que estás aquí acusado del asesinato de Carmina Brülh. ¡Pero no te preocupes! Tu familia es muy poderosa y ellos encontrarán la manera de sacarte de aquí y llevarte casa para que puedas recuperarte – Murmuró – También conozco tu condición y créeme que tu gente va a ayudarte. Por ahora me voy, pero regresaré mañana para solicitar un permiso y tu familia pueda venir a visitarte.
Darragh asintió y se puso de pie junto a Franco. De momento tenía miles de dudas en la cabeza y necesitaba resolverlas.
-¡No se vaya! – Dijo sin querer – Tengo muchas preguntas que hacer.
-Mi tiempo está a punto de terminarse – Respondió Franco – Le aseguro que cuando te reúnas con tu familia, ellos resolverán todas tus dudas. ¡Eres un hombre muy querido, Darragh! – Comentó el detective – Tu padre, tu madrastra y tu hermano te quieren mucho.
-¿Qué hay con mi esposa? – Preguntó.
-Eso no lo sé – dijo encogiéndose de hombros – Fue un matrimonio arreglado. Pero cuando la veas, seguramente la señorita Ackermann te aclarará las dudas.
-Gracias – Respondió Darragh y extendió su mano para tomar la de Franco.
-Todo va a estar bien, Darragh – Finalizó el detective – Los llamaré en seguida y quizá mañana mismo los tendremos aquí.
Franco dejó la habitación mientras que Darragh permanecía de pie, mirando sin mirar cómo ese hombre se perdía al cerrar la puerta. Su cabeza era una maraña de pensamientos que no podía controlar. Pero había una pregunta que permanecía en su cabeza, ¿quién era en realidad él?
::::::
-Has estado muy callado, Tom – Dijo Alan sentándose frente al rubio – No has abierto la boca desde que llegaste de esa reunión y ni siquiera respondiste a mis preguntas. Pareces un zombie. ¿Qué sucedió allá?
-Para comenzar – suspiró Darragh sentándose en la orilla de la cama – Mi nombre no es Tom, me llamo Darragh.... Darragh Collingwood.
-¿Qué? – Preguntó Alan – No te entiendo.
-Vino un detective inglés – Exclamó Collingwood – Él había estado buscando a un hombre que desapareció en la noche de su boda, hace unos dos años – Dijo mientras Alan lo miraba con atención – Ese hombre soy yo, Alan. Mi familia me ha estado buscando.
-¿Por qué te fuiste el día de tu boda? – Preguntó Alan - ¿La mujer que supuestamente asesinaste era tu esposa? – Exclamó y se llevó las manos a la boca.
-¡No! – Gritó Darragh – No, no sé porque me fui, no me acuerdo. No sé de mí después de haber estado en el hospital – Gimió y se apretó la cabeza – Ahora este dolor no me ha dejado en paz, la cabeza me punza. Desde que llegó ese detective comenzó a dolerme la cabeza y no ha parado.
-¿Por qué no vas con el loquero y le dices? – Preguntó Alan acercándose a Darragh y masajeándole la espalda – Quizá él pueda darte un medicamento para que se te vaya el dolor.
-¡No quiero medicinas! – Rugió Darragh – Sólo quiero saber en realidad quién soy, ¿por qué estoy aquí y por qué dicen que yo maté a esa mujer? Tengo muchas preguntas en la cabeza y ese detective no me dijo nada más.
-Me imagino cómo te sientes – Murmuró Alan – Pero sabes que esa gente viene con el tiempo medido. Sólo ten paciencia, seguramente tu familia pronto estará aquí y ellos te sacarán de dudas. Como te dijo el psiquiatra, la cercanía de tus familiares te ayudará a curarte de esa amnesia.
-Pero hay algo más que no me he podido sacar de la cabeza – Dijo Darragh dejando escapar un suspiro.
-¿Qué cosa? – Preguntó su amigo con curiosidad.
-El rostro de mi esposa – Exclamó pasándose las manos por la cabeza – De hecho, ella era un sueño recurrente, sólo que no sabía de quién se trataba y ahora....
-¿Sientes remordimiento porque la abandonaste? – Exclamó Alan.
-¡No sé! – Gimió Darragh – Creo que sí... es que si la vieras, ¡parece un ángel!
-Realmente no sé qué decirte – Suspiró Alan – Pero estoy feliz por ti porque al menos tienes esperanza y sabes que tu familia te busca. – Suspiró de nuevo – Quizá pronto te vayas de aquí y yo volveré a quedarme solo. – dijo con tristeza.
-¡No digas eso! – respondió Darragh – Posiblemente puedas salir de aquí, me dijiste que debido a tu buena conducta te reducirán la condena. – exclamó – Además tienes a Miles, él ahora te va a defender. – dijo y lo abrazó – Te prometo que si puedo salir de aquí, lo primero que haré será ayudarte.
-Gracias Darragh – exclamó Alan y sonrió – Es raro llamarte así, pero es un buen nombre.
-¡Sí! – suspiró Darragh – Ya me había acostumbrado a que todos me llamaran Tom, pero ahora ya sé quién soy y pronto descubriré más cosas de mi vida.
-¡Y vas a reunirte con tu esposa! – dijo Alan con alegría – Lo que no me explico es ¿por qué la dejaste sola si dices que es tan bonita?
-No me lo explico, amigo – exclamó Darragh – Pero lo voy a averiguar.
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Alfred, Keira y Blake se encontraban en casa de los Collingwood, repasando para un examen final. Alfie se quejaba porque era demasiado material para estudiar, mientras que Keira y Blake tiraban de sus orejas, pues el chico era muy flojo y no le gustaba tomar apuntes. Su novia le extendió un puñado de hojas y lo miró con severidad.
-Como sabemos que eres un flojo de primera, Keira y yo te preparamos una guía de estudio, esperamos de sirva.
-¡Gracias! – Gimió Alfie besándolas a ambas en las mejillas – Ustedes son unos ángeles, siempre pensando en mi bienestar.
-Espero te sirva de algo, pero te recomiendo que le des un repaso a las notas en general – Murmuró Keira – Quizá pasamos algún tema por alto.
Alfred asintió y comenzó a repasar los apuntes. Sabía que Keira y Blake ya habían presentado esa prueba, obteniendo excelentes notas, mientras que él reprobó, pero el profesor había dado una segunda oportunidad de presentar la prueba, aunque lógicamente, con un valor menor. El chico ya no quería reprobar, así que lo mejor sería estudiar y dejarse de tonterías o de lo contrario sus padres y sus amigos estarían muy decepcionados.
Mientras Alfred estudiaba, bajo la tutela de sus amigas, su móvil comenzó a vibrar. Blake lo tomó alejándolo del chico antes de que él pudiera atender.
-¡Nada de llamadas, Alfie! – Dijo pasándole el aparato a Keira – No puedes atender, ¡lo prometiste!
Alfred asintió y Keira miró la pantalla, abriendo más los ojos y tendiéndole el celular a su cuñado.
-Es Franco Lewis – Murmuró la rubia con cara de angustia - ¡Atiende! Esta es una excepción.
Alfred tomó el teléfono y de inmediato atendió. Hacía tiempo que Lewis no llamaba y el hecho de que lo hiciera ahora le daba esperanzas al chico.
-¿Qué pasa, Lewis? – Preguntó Alfred - ¿Cómo estás hermano?
-¡Tengo muy buenas noticias, Alfie! – Dijo Franco con entusiasmo – Acabo de encontrar una pista grande, inmensa y muy importante respecto al paradero de Darragh.
-¿Cómo? – Preguntó el muchacho en un grito - ¿Ya encontraste a mi hermano? – Preguntó, mientras que Keira y Blake se abrazaban emocionadas.
-Hay un hombre en una prisión en Francia – Comentó Franco – Es la viva imagen de tu hermano... ¡es tu hermano!
-¿Darragh en una prisión? ¿Por qué? – Preguntó Alfred mientras su voz reflejaba angustia.
-Está acusado de asesinar a Carmina Brülh, aunque hay demasiadas cosas que no cuadran en el caso....
-¿Entonces, porqué está ahí? ¿Por qué no se ha comunicado con la familia? ¿Por qué guardar silencio por todo este tiempo? – Interrumpió el chico al borde de la histeria.
-¡Calma, calma! – Murmuró Lewis – En realidad, Darragh se encuentra ahí más como testigo que como culpable – Dijo el detective – Además, hay otra cosa que debes saber respecto a tu hermano y entonces conocerás el motivo del porqué no se ha puesto en contacto con ustedes.
-Debe ser un muy buen motivo – Bufó Alfred tratando de tranquilizarse - ¡Pero habla, no guardes silencio! – Lo urgió seguir.
-Tu hermano Darragh tiene amnesia – Murmuró Franco – No recuerda absolutamente nada; no sabe quién es, no sabe porqué está ahí. Su mente está en blanco.
-¡No jodas! – Gimió Alfred sintiendo ganas de llorar - ¿Y qué podemos hacer para ayudar a Darragh? ¡Podemos ir ahora mismo a Francia!
-Claro, claro – Murmuró Lewis – Ya solicité un permiso para que puedan hablar con el psiquiatra que lo atiende y también para que puedan ver a Darragh.
-Debo avisar a toda la familia – exclamó Alfie – Llamaré a papá y a todos, ¡deben saber que Darragh está vivo! – dijo – Gracias, gracias de verdad.
-No agradezcas, Alfred – dijo Franco – Es mi deber – exclamó y después de despedirse de Alfred terminó la llamada.
Blake y Keira lo miraron fijamente esperando una respuesta de su parte. Las dos chicas deseaban saber todo lo que Alfie había hablado con el detective Lewis. Keira era la más impaciente, así que tomó a Alfred por los hombros y le exigió una respuesta.
-¿Qué fue lo que te dijo el detective Franco Lewis? – exclamó la rubia - ¡Habla de una buena vez! Necesito saber que fue lo que te dijo. – gritó y comenzó a sacudirlo con fuerza.
-¡Tranquila, Keira! – dijo Alfred - ¿Me vas a permitir hablar?
-Está bien – dijo la chica y lo soltó – Dime de una buena vez que fue lo que te dijo ese maldito detective. – exigió Keira.
-Son muy buenas noticias – respondió Alfred – ¡No van a creerlo! – dijo con júbilo - ¡Darragh está vivo! – gritó emocionado.
¿Darragh vivo? Keira no podía creer lo que escuchaba. Observó a Alfred y a Blake que tomados de la mano brincaban llenos de felicidad. Para Keira esa era una gran noticia. Por una parte, porque con el regreso de Darragh las cosas iban a cambiar y por otro, ella podría divorciarse y alejarse para siempre de ese hombre.
-¿Y él está bien? ¿Por qué no se ha comunicado con nosotros? ¿Por qué se fue sin decir nada? – dijo la chica en un tono desesperado - ¿Cuándo piensas decírselo a los demás? – preguntó Keira de golpe – Tus padres deben saberlo.
-¡Guarda la calma, Keira! – dijo Alfred – Tengo que hablar con todos para decirles todos los detalles que me dio a conocer el detective Lewis – exclamó – Darragh está pasando por una situación muy complicada.
-¿Qué tan complicada? – preguntó Keira - ¡Dilo ya!
-Hablaré hasta que nos reunamos con mis padres – dijo el muchacho – Así que vamos a la sala, en estos momentos están tomando un café.
Keira lo tomó de la mano y lo condujo escaleras abajo, mientras que Blake los seguía de cerca. Los chicos irrumpieron en la sala y los padres de Alfred los miraron con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
-¿Qué sucede, niños? – Preguntó Garrett – Los noto muy preocupados y a la vez exaltados.
-Sí, ¿qué pasa? – Preguntó Greta – Estaban muy tranquilos estudiando y de repente los veo aquí como asustados.
-¡Diles Alfred! – Lo urgió Keira – Dile a tus padres lo que te acaba de comentar el detective Lewis.
-¿Qué? – gritó Greta - ¿Qué dijo?
-¿Hablaste con Franco? – Preguntó Garrett con emoción - ¡Habla ya, niño!
-Franco me llamó para decirme que acaba de encontrar a Darragh – Murmuró Alfie - ¡Mi hermano está vivo!
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¡Agárrate, Greco! Porque ya apareció Daragh y seguramente pronto va a recuperar la memoria y así podrá señalarte como el asesino de Carmina. ¿Qué pasará ahora que se reencuentre con Keira? ¡Uy, ya quiero saber! No se pierdan el próximo capítulo y ¡gracias por leer!
Maria Decapitated
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