CUARENTA Y SIETE
Darragh dejó correr el agua y entró en la ducha, recargó su frente en la pared del baño y soltó un hondo suspiro. ¿Había sido muy duro con Keira? Se preguntó. Antes de abandonar la habitación la escuchó sollozar, pero no quiso detenerse y regresar a consolarla. Si lo hacía, perdería todo su aplomo y terminaría de nuevo en sus brazos y eso no le convenía. Estar en los brazos de Keira lo hacía olvidarse de todo y perdía la capacidad de pensar con coherencia. Prefirió caminar hasta el cuarto de invitados y meterse en la ducha para refrescarse. Quizá el agua lo ayudaría a esclarecer su mente. ¿Por qué Keira olvidó algo tan importante como su ceremonia de graduación? Estaba muy entusiasmada con el evento, pero nunca le dijo nada al respecto. Alfred fue el único que lo invitó a la ceremonia y también a su baile. Eso era demasiado raro... Darragh cerró los ojos, ¡no quería pensar en eso! No deseaba tener esa idea de que posiblemente Keira decidió invitar a alguien más y por ese motivo no le dijo nada más al respecto.
El hombre volvió a suspirar, le dolía todo aquello por lo que estaba atravesando, le dolía la forma en que había tratado a Keira. Realmente ella no se lo merecía, pero todavía dolía recordarla en brazos de Taylor. Ver cómo ese hombre la estrechaba contra sí mientras besaba sus carnosos labios. Se llenó de rabia y apretó los puños mientras intentaba ahogar un grito.
Trato de calmarse y de reflexionar su situación. ¡Ya lo había pensado tantas veces! Y llegaba a la misma conclusión; para comenzar Keira no tenía la culpa de nada. El único culpable era él y nadie más. Su esposa sólo había hecho su parte, guiada por su propio ejemplo y eso lo golpeó duramente en su orgullo. Él tuvo la oportunidad de encararla, de intentar arreglar las cosas de otra manera, pero prefirió ignorar la situación y lo pasó por alto. Sin embargo, ahora Keira le demostraba que lo amaba, o al menos intentaba hacerlo, haciendo énfasis en que lucharía por él. Se había dado cuenta que Aksel formaba parte de un error del cual estaba arrepentida ya que al revisar el móvil de su esposa, descubrió que había estado ignorando los mensajes y las llamadas de ese tipo.
¡Pero el daño ya estaba hecho! Él únicamente apareció en la vida de esa chica para hacerle daño, para lastimarla y hacerla infeliz. ¡Estaba claro que ella era su felicidad! Sin embargo, él no formaba parte de la felicidad de Keira. Ahora lo entendía todo, amar significaba hacer sacrificios por la otra persona, sufrir también por esa persona y lo más importante, poner la felicidad de esa persona por encima de la propia. ¡Eran tantas las cosas que le quedaban claras!
Darragh salió de la ducha y regresó a la habitación. Hablaría con Keira de una buena vez pero al abrir la puerta, se dio cuenta que ella ya no estaba. Únicamente encontró una nota sobre la cama. La tomó y leyó.
"Decidí pasar la noche en casa de mis padres. La casa está bien custodiada, así que estás a salvo. No me necesitas... quizá nunca me necesitaste.
Descansa, buenas noches.
Keira"
Darragh se dejó caer sobre la cama y releyó la nota. La última frase no era nada alentadora. Todo lo que una vez soñó tener junto a su mujer se desvanecía en el viento. Ya no era justo retenerla a su lado, ¡debía dejarla ir! Una lágrima resbaló por su mejilla, pero él inmediatamente la limpió con el dorso de su mano, suspiró varias veces y se puso de pie. Estaba decidido a todo.
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El montón de billetes cayó de sus manos, ¡era muy poco dinero el que tenía! Esa cantidad no era suficiente para abandonar Londres y escapar a los Estados Unidos, ¿o por qué no? México también era una buena opción. Greco se llevó las manos a la cabeza, ¡estaba desesperado! Las opciones se le habían agotado y por más que pensaba no llegaba a idear un plan para poder escapar.
Ahora estaba solo, Anderson se había entregado y había asumido toda responsabilidad. ¡Ese bastardo lo había traicionado! Al igual que el idiota de Alan, por eso le había dado su merecido y esperaba que estuviera muy grave en el hospital, ¡pero lo dudaba!
Greco no había querido salir a la calle, la policía estaba custodiando todas las calles de la ciudad y era perseguido. Había encendido el viejo televisor de ese cuartucho y en lo opaco de las imágenes había alcanzado a leer su nombre. ¡Era un prófugo! Un fugitivo al que los medios estaban tachando de lo peor.
-¡Ay, por favor! – murmuró Alessio – Sólo le disparé a una pierna y dudo mucho que sea algo muy grave. ¿Por qué tuve que fallar ese tiro? – exclamó golpeando los puños sobre la pared – Es el segundo que fallo, el primero fue a dar directamente a la espalda de la estúpida de Carmina. – murmuró - ¿Por qué tuvo que interponerse entre la trayectoria de la bala y el cuerpo de Collingwood? Mis intenciones no eran matarla, al menos no en ese momento – gruñó – Yo deseaba acabar con el maldito de Darragh, ¡pero ella tuvo que dar su vida por él! – gimió y volvió a golpear el muro – Tengo que buscar la forma de abandonar este cuchitril y salir a buscar al pez gordo – se dijo mientras se dejaba caer sobre el viejo camastro – Mi idea de eliminar a Darragh sigue latente y tengo que llevarla a cabo. – dijo lanzando un silbido – Siempre he tenido miedo de ir a la cárcel, ¡pero eso ya no debe importarme! Debo tener mucho cuidado y entrar sin ser visto en las oficinas de Sterki Motors. No deseo que la policía me atrape antes de llevar a cabo mi cometido. Debo eliminar a Darragh y después... ¡puedo podrirme en la cárcel! Pero me iría feliz, pues por fin me desharía de ese desgraciado, de ese maldito que arruinó toda mi existencia. – dijo dándose la vuelta para ocultar su rostro entre la almohada.
No supo cuando se quedó dormido, pero al despertar, una película de acción se proyectaba en la pantalla. Greco se incorporó y miró con atención lo que se transmitía en ese canal. ¿Por qué no lo había pensado? Si iba a matar a Darragh lo haría con estilo, como ese Kamikaze árabe que tenía amedrentados a esos niños en el salón de juegos. Ya lo había decidido y era hora de comenzar a planear su ataque. Que Darragh Collingwood se preparara, porque él, Greco Alessio le tenía preparada una grata sorpresa.
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Desde el incidente en el restaurante con Keira y su esposo, Aksel Taylor no volvió a tener noticias de la chica. Su marido le había puesto una brutal paliza, que le había costado el juego de ese fin de semana, más una sanción de parte de su entrenador. ¡Eso había sido el colmo! Pero no era algo que no tuviera una solución, así que pasaba a segundo plano. Lo que realmente le preocupaba era la negativa de la rubia al no responder sus mensajes. También se negaba a responder sus llamadas y eso lo estaba desesperando.
La había esperado en el juego de polo, pero ella nunca se presentó al evento. Le envió algunos regalos, los cuales no aceptó y fueron regresados a su origen. ¿Acaso Keira pensaba deshacerse de él? ¿Acaso las cosas iban a ser como Darragh Collingwood lo había sugerido? ¡No, por supuesto que no! Él iba a luchar por Keira y primeramente tenía que hablar con ella. Debía demostrarle lo mucho que la amaba y lo importante que ella era para él.
Tomó su teléfono móvil y marcó el número de la rubia. Tenía fe en que en esta ocasión las cosas iban a ser diferentes y ella respondería a su llamada. El hombre espero unos momentos hasta que la voz de la chica endulzó sus oídos.
-¡Hola, Aksel! – dijo Keira con sequedad - ¿En qué puedo ayudarte?
-¡Por fin respondes a mis llamadas, muñequita! – exclamó el hombre con la voz cargada de emoción – Estaba tan preocupado por ti, pensé que...
-¡No me llames muñequita! – respondió Keira molesta – Detesto que me llames así.
-Lo siento preciosa, pero dime ¿estás bien? – insistió el hombre.
-No, no estoy bien, Aksel – Suspiró Keira - ¿Podrías llamarme después?
-Pero... - bufó Taylor - ¡Necesito hablar contigo, Keira! Basta ya, no me ignores.
-Debí ignorarte desde un principio y... ¡debí seguir ignorándote ahora! – Exclamó la rubia - ¿Acaso no lo entiendes?
-¡No, no lo entiendo! Nada me queda claro – Exclamó Aksel – No quieres hablar conmigo, ¿por qué? ¿Yo que te hice Keira? – La cuestionó – Aquí el menos culpable soy yo porque me ocultaste la verdad y me enamoraste.
- ¡Sí, ya sé que yo tuve la culpa de todo! – Gritó Keira – No es necesito que me lo eches en cara porque ya lo sé... - Suspiró intentando calmarse – Yo lo siento, ¿de acuerdo? Lo que hice contigo no estuvo bien, ¡por eso te ignoro! No quiero hacerte más daño, ¿no te queda claro? Ya no quiero verte, Aksel. Perdóname por favor, pero no quiero volver a verte. ¡Adiós! – Murmuró la joven y terminó con la llamada.
Aksel lanzó un gritó y se apretó los cabellos. No iba a darse por vencido tan fácilmente, la chica le debía una explicación y tenía que dársela costara lo que costara.
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-Señor, ¿va a salir? – preguntó la secretaria de Darragh al ver que el hombre acomodaba su portafolio y lo cerraba con fuerza.
-Iré a visitar a Alan – respondió Collingwood mirando la hora en su teléfono móvil - ¿Ya no quedan más pendientes?
-Por el momento no – dijo la mujer – Sólo necesitaba que firmara estos documentos, pero ya lo hizo. – exclamó la secretaria y se atrevió a preguntar - ¿Cómo sigue el señor Rousseau?
-Parece que la herida no es de cuidado – exclamó Darragh rascándose la punta de la nariz – En un día o dos quizá lo den de alta.
-He orado mucho por el señor Alan y lo que me acaba de decir me llena de felicidad – dijo la mujer tomando una carpeta entre sus manos – Dele mis saludos por favor. – exclamó la secretaria y caminó hasta la salida.
-Dígale por favor al señor Blanc que no se desespere – dijo Collingwood – Que sólo demoraré unos minutos en el baño.
-Como usted diga, señor Collingwood – respondió su secretaria y salió de su oficina.
Darragh entró en el cuarto de baño para asearse, se lavó las manos y la cara, después se acomodó la corbata y el saco, mirándose en el espejo. Su rostro estaba un poco pálido y un par de sombras oscuras se habían formado debajo de sus ojos. Últimamente no podía conciliar el sueño, despertaba a mitad de la noche y ya no podía volverse a quedar dormido. Tenía mucho en que pensar, especialmente ese día, en el cual no vio a Keira para nada. Quizá era lo mejor, alejarse un poco y recapacitar.
El hombre abandonó la oficina para dirigirse a la salida del edificio donde Miles y el resto de su escolta lo estaban esperando, Le parecía un poco exagerado llevar a tantos hombres detrás suyo. Greco no iba a aparecer, al menos no por ahora. Suspiró, de cualquier manera debía cuidarse las espaldas.
-¿Has visto a Keira? – Preguntó Darragh a Miles antes de subir al auto – Hoy no la he visto, ¿no vino trabajar?
-Que yo sepa no – Exclamó Miles echando a andar el auto - ¿Cómo van las cosas con ella?
-No estamos bien, Miles – Bufó Darragh – Esto va de mal en peor.
-¡No debí haberte dicho nada! – Se quejó el hombre – Lo lamento...
-No fue tu culpa – Suspiró Darragh palmeando el brazo de su amigo – En realidad, al final, el mismo Aksel se delató solo. Después te contaré.
-De acuerdo – Murmuró Miles echándole un ojo a Darragh. Realmente se le notaba muy cansado y triste.
El grandote condujo veloz por las calles de Londres, se detuvo en el estacionamiento del hospital y entró junto a Darragh en el lugar. Caminaron velozmente, buscando la habitación de Alan y llamaron a la puerta.
-Adelante – Exclamó la voz de la madre de Alan.
Darragh y Miles entraron en la habitación y saludaron con efusividad a la mujer, quién se excusó y salió del cuarto para dejarlos a solas. Miles tomó asiento en un gran sillón y Darragh se sentó en la silla que había ocupado la señora Rousseau.
-¿Cómo vas con esa herida, Alan bebé? – Preguntó Miles con una enorme sonrisa - ¿Ya no te duele?
-Me duele un poco – Exclamó el chico – La medicina me ayuda a mitigar el dolor y los cariños de mi madre también – Sonrió y miró a sus amigos, quiénes también sonreían – El médico me dijo que dentro de un par de días podré salir de aquí y que con ayuda de muletas podré desplazarme sin problemas. Así que en unos días voy a regresar al trabajo.
-No debes esforzarte tanto, Alan bebé – Exclamó Darragh – Tómate el tiempo que necesites para recuperarte.
-Lo que menos quiero es estar encerrado, Dar – Bufó al muchacho – Ya estuve muchos años encerrado en una prisión. Ahora sólo quiero disfrutar de mi libertad, trabajar y divertirme – Murmuró - ¡Esta herida no me lo va a impedir! Pero dime peludo amigo, ¿cómo estás tú? Te noto apagado – Exclamó - ¿Dónde está el viejo Darragh que parecía toro en brama?
Al escucharlo, Miles y Darragh soltaron una tremenda carcajada que casi hizo temblar el edificio. ¡Alan y sus ocurrencias! Durante un buen rato, todos rieron hasta que las lágrimas saltaron de sus ojos y la barriga les dolió. Las risas cesaron y Collingwood dejó escapar un profundo suspiro. Necesitaba hablar con alguien y sabía que sus amigos le darían un buen consejo y lo apoyarían en ese difícil momento.
-He pensado divorciarme – Dijo Darragh de golpe y sus amigos lo miraron estupefactos, con la mandíbula bien abierta – Y no, no es una broma. Ahora mismo lo que menos deseo es gastar bromas.
-¿Pero por qué? – Preguntó Alan – Keira y tú son tan felices, ¡se aman! Son una hermosa pareja... ¡sí tenían sus problemitas! Pero nada que no se pudiera solucionar.
Darragh suspiró y comenzó a relatarle a sus amigos los últimos sucesos, cómo el acontecimiento con Aksel Taylor en el restaurante y la forma tan dura en la que había estado juzgando a la chica, más los intentos de ella por tratar de no perderlo.
-Entonces ¿es definitivo? – Preguntó Miles poniendo cara de tristeza - ¡Me voy a lamentar toda mi vida por esto!
-Ni se te ocurra – Exclamó Darragh – No fue culpa tuya, ¡fue mi culpa! – Gimió el hombre – Todo ha sido culpa mía. Yo le di el ejemplo, ella sólo me imitó y yo simplemente me puse a juzgarla.
-¿Qué no es más fácil perdonarla? – Preguntó Alan - ¿Ya te pidió disculpas?
-Ya lo hizo... ¡la he perdonado! – Suspiró Dar – Pero no puedo hacerla sufrir más. Keira sólo ha sufrido estando junto a mí.
-¡Pues no se notaba! – Comentó Rousseau – Yo veía todo lo contrario. Parecía que ella estaba muy feliz contigo.
-Pero ¿qué no entiendes? – Intervino Miles – Se veía con otro, ¡le fue infiel a Darragh! Yo los vi, ¡nuestro amigo no era suficiente para ella!
-Yo tuve la culpa – Murmuró el rubio – Porque no le permití vivir su vida. A pesar de que yo estaba desaparecido, Keira nunca pudo tener contacto con otros hombres. Estaba atada a mí, por ese contrato matrimonial.
-Pero puedes perdonarla – Exclamó Alan – Arreglarlo todo, empezar desde cero. Darse un tiempo para que esa herida sane... ¡no puedes echarlo por la borda! La amas, ¿no es así? ¿O ya no más?
-La amo más que a mí mismo, sólo que... ¡me siento tan culpable!
-Es que no es fácil, Alan – Lo defendió Miles – Ella lo engañó, le rompió su corazón.
-Es de humanos equivocarnos – Murmuró Alan – Aprendemos de los errores, ¡yo me equivoqué! Y la vida me dio una nueva oportunidad para salir adelante. Darragh también se equivocó y Keira le dio una nueva oportunidad...
-¡A medias! – Bufó Miles – Se fue a refugiar a los brazos de otro tipo.
-Keira te ama, ¿no? – Exclamó Alan mirando fijamente a Darragh que se había quedado callado.
-¡Es que ya no lo sé! – Dijo el hombre con firmeza – Estoy tan confundido.
-Entonces no tomes medidas tan apresuradas, Dar – Dijo Alan apretando el brazo de su amigo – Piénsalo bien, recapacita y busca otra solución.
-Soy un fiasco para las cuestiones amorosas – Murmuró Darragh – Creo que esta es la primera vez que sufro por amor.
-¡Y ella también debe de sufrir! – Murmuró Miles – Debe recibir un escarmiento. ¡Una infidelidad no se perdona así como así!
¡Había sido un error hablar de ese tema con sus amigos! Uno estaba a favor de su divorcio y al otro no le parecía esa decisión. Ahora estaba más confundido que nunca, ¿acaso estaba tomando una decisión apresurada? Lo que tenía que seguir eran los impulsos de su corazón, la felicidad de Keira estaba en juego y él tenía que buscar la manera de que ella fuera feliz, porque la amaba demasiado como para hacerla sufrir de nuevo.
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YoYo mordía las manos de Keira quien estaba recostada sobre la cama. Ya eran más de las cuatro de la tarde y ella aún no se había levantado. Tampoco había querido comer, estaba demasiado deprimida para hacerlo. Lo único que la consolaba eran los mimos de sus gatos que se encontraban a su lado y felices de que ella permaneciera en la cama, pues a ellos les gustaba haraganear. YoYo estaba acurrucado en el edredón de plumas y mordía de cuando en cuando sus dedos y Merlín descansaba sobre el vientre de la chica, ronroneando de felicidad.
La puerta de la habitación se abrió lentamente y Tessa apareció. A la señora Ackermann le dolía ver a su hija en ese estado, pero no había logrado hacer que los ánimos de Keira mejoraran. Esperaba que su amiga Blake, quién acababa de llegar, pudiera lograr que al menos Kei se levantara de la cama y tomara su desayuno.
-¡Cariño! – dijo Tessa con una gran sonrisa – Blake ha llegado y quiere hablar contigo.
-¡Yo no quiero hablar con nadie! – respondió Keira – Dile que estoy dormida.
-¡No es cierto! – respondió su amiga irrumpiendo en su habitación y haciendo que YoYo y Merlín volaran por los aires – Te escucho hablar.
-¡Ya corriste a mis gatos! – se quejó Keira y la miró molesta - ¿Qué es lo que quieres Blake?
-Estamos preocupadas por ti – dijo la muchacha sentándose junto a Keira en la cama - Tus padres me llamaron, dicen que algo no está bien contigo y ya me di cuenta que no. ¿Qué es lo que pasa? ¿No has podido arreglar nada con Darragh?
-¡No! – dijo Keira y comenzó a llorar – Lo eché a perder de nuevo.
Blake la estrechó entre sus brazos y acarició sus rubios cabellos. Keira lloraba a lágrima viva y a la castaña le dolía verla sufrir. Tessa contemplaba la escena y también se acercó para abrazar a su hija que no paraba de llorar.
-¿Qué sucedió, mi amor? – preguntó la madre de Keira - ¿Nos lo vas a decir?
Keira se separó de Blake lentamente y miró a su madre. ¡No sabía cómo decirles las cosas! Lo único que deseaba era desaparecer y que todos la olvidaran, pero sobre todo, que Darragh la borrara de su memoria para siempre.
-Es que olvidé invitar a Darragh a la ceremonia de graduación y a nuestro baile – respondió la rubia entre sollozos – Tantas cosas pasaban por mi cabeza que olvidé ese insignificante pero a la vez importante acontecimiento. – dijo y continuó – Hace un par de días le pedí que me acompañara al evento, ¡pero se negó! Me dijo que ya tenía esa fecha comprometida y que seguramente yo no lo invité porque pensaba llevar a Aksel Taylor. Se fue molesto de la habitación y yo me quedó sola, llorando. – suspiró – Abandoné la casa y ya no he vuelto a verlo, pero mis intenciones no eran llevar a Aksel a la graduación, ¡yo quería que Darragh me acompañara!
-¡Pero sólo fue un malentendido! – exclamó Blake abrazándola de nuevo – Entiendo que lo hayas pasado por alto, ¡han pasado tantas cosas en tan poco tiempo! Es normal que no lo recordaras.
-¡Darragh no lo ve de esa manera! – dijo Kei sin dejar de llorar – Él ha estado echándome en cara mi error y creo que no me va a perdonar por ello. ¡Ya no sé qué hacer! He intentado muchas cosas pero ¡es imposible!
-¿Y lo han hablado bien? – intervino Tessa acariciando la cabeza de Keira - ¿Se han sentado a dialogar? ¿Han hablado de esto a detalle? ¿Verdad que no? – dijo su madre – Keira, el sexo no soluciona las cosas, es el diálogo y tanto tú como Darragh no saben hablar, quieren arreglar todo en la cama y así no funciona.
-¿Entonces tengo que hablar con él? – preguntó la chica y su madre asintió – Hacerlo con calma y sin molestarnos, dialogar con tranquilidad y poner las cartas sobre la mesa. – dijo Keira con un gran suspiro – Es una misión muy difícil...
-Pero no imposible, Kei Kei – añadió Blake – Verás que todo va a salir bien y Darragh te escuchará. Pon lo mejor de ti en esta cruzada. – dijo su amiga y añadió – Tienes que estar más tranquila, nuestra graduación es mañana y no puedo permitir que vayas con esa cara tan triste y cabizbaja. Sonríe un poco y tranquilízate, ya tendrás tiempo de arreglar tus cosas con Darragh.
-¡Es verdad! – respondió Keira limpiándose las lágrimas de sus ojos – No todo está perdido aún. – dijo mirando a su madre – Yo lo amo, en verdad lo amo y no quiero perderlo.
-Entonces lucha por él – exclamó Tessa - ¿Dónde está la Keira que hace unos días nos dijo que iba a jugarse el todo por el todo?
-Si Keira – dijo Blake – Levántate y come algo. – exclamó su amiga - Tengo una cita para las seis en el salón de belleza, tenemos que lucir muy guapas mañana. ¿Acaso no quieres dejar a Darragh sin respiración?
-¡Por supuesto! – respondió Keira levantándose de la cama para caminar a la ducha – Mami, por favor prepara mi sándwich favorito, estaré abajo en unos minutos.
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¡Qué cosas con Keira y Darragh! En lugar de arreglarlo, lo empeoran. Collingwood está pensando en el divorcio y Keira está decidida a hablar con él. ¿Creen que puedan hablar sin problemas? ¿Será posible que puedan salvar su matrimonio?
Pudimos ver que Greco quiere eliminar a Darragh y no se va a dar por vencido para verlo muerto, ¿creen que pueda llevar a cabo un nuevo plan para deshacerse de Dar?
También apareció Aksel Taylor y él está decidido en recuperar a Keira, ¿lo logrará?
Espero respondan a todas estas preguntas y también me dejen su comentario sobre este capítulo. Nos acercamos más al final de esta historia. Les agradezco todos sus votos, comentarios y lecturas, aprecio mucho su apoyo para con esta historia. Y a partir de esta semana aumentamos un día más de publicación, así que nos leemos el viernes para que sigan disfrutando de esta historia que está llegando a sus últimos capítulos.
Maria Decapitated
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