CUARENTA Y SEIS
Miles entró corriendo en el hospital, por fortuna, sólo el automóvil en el que viajaban había sufrido daños, él y los ocupantes se encontraban ilesos. Desgraciadamente Greco había escapado y eso los frustraba bastante ya que no pudieron hacer nada para detener a ese sujeto. Miles buscó a Darragh en la sala de espera pero no pudo verlo y cuando estaba a punto de tomar el móvil para llamarlo y así poder ubicarlo, Collingwood lo interceptó.
-¿Qué sucedió? – Preguntó Darragh con preocupación - ¿Pudieron detenerlo?
El hombre apretó el hombro de su amigo y lo condujo hasta unos sillones. Darragh se sentó y Miles lo imitó, mientras suspiraba para comenzar a relatar lo sucedido.
-¡Estábamos a punto de darle alcance! – Bufó Miles – Pensábamos detenerlo y esperar a que la policía llegara para que lo detuvieran.
-¿Entonces? – Exclamó Collingwood.
-El desgraciado nos disparó – Suspiró el grandote – Tuvo suerte el hijo de perra pues la bala le dio a uno de los neumáticos delanteros. El auto se descontroló y... ¡escapó, Darragh! – Murmuró Miles con aire derrotado – El bastardo logró huir... lo lamento mucho.
-¡Tranquilo! – Bufó Darragh sintiéndose frustrado pero ocultando ese sentimiento – La policía lo encontrará, ¡no te preocupes, Miles! Por fortuna no hubo lesionados, ni pérdidas que lamentar. Eso es lo que es importante ahora – exclamó Collingwood palmeando el brazo de su amigo para tranquilizarlo.
-¡Gracias, Darragh! – Dijo Miles esbozando una amarga sonrisa – Pero dime, ¿cómo se encuentra Alan? ¿Fue herido de gravedad? – Preguntó alterándose de nuevo – Si ese hijo de puta le ha hecho algo de gravedad a Alan, te aseguró que no me importará pisar de nuevo la cárcel...
-¡Hey, no te alteres grandote! – Sonrió Darragh – La bala apenas rozó la pierna de Alan, estará bien en un par de semanas. Si lo deseas, puedes entrar a verlo.
-¿Llamaste a su madre? – Preguntó Miles asintiéndose y poniéndose de pie.
-Le pedí a mi padre que lo hiciera – comentó Darragh – De hecho, estará aquí hoy por la noche para cuidar de su pequeño.
-Ve a descansar Dar – Suspiró Miles – Te hará bien porque te noto muy alterado.
-Debo regresar a la oficina – Suspiró Darragh – Seguramente todo estará convertido en un caos y debo regresar para tratar de poner un poco de orden. Hay mucho por hacer todavía.
Darragh se despidió de Miles, quién entró en la habitación de Alan. Collingwood caminó hasta la salida del hospital cuando apareció Greta Collingwood. La mujer corrió a su encuentro y lo abrazó con fuerza al tiempo que trataba de buscar heridas o golpes.
-¿Estás bien mi cielo? – Preguntó su madrastra – Cuando tu padre me lo dijo, ¡no lo podía creer!
-Estoy bien, ma – Respondió Darragh besándola en ambas mejillas – Alan fue el chivo expiatorio. Desgraciadamente Greco se escapó – Murmuró ante la mirada preocupada de Greta – La policía lo busca ahora, aunque debemos andar con mucho cuidado.
-¡Lo sé, hijo! – Murmuró la mujer – Cuídate mucho, por favor – Exclamó al tiempo que lo santiguaba.
Darragh sonrió, abrazó a Greta quién ingresó a la clínica para cuidar de Alan. Darragh se alejó para tomar un taxi y regresar a la oficina. Al llegar al lugar, había un alboroto, incluso se encontraban los medios de comunicación y Keira trataba de lidiar con ellos, dando algunos detalles y poniendo énfasis en la huida de Greco.
-¡Por fortuna no hay pérdidas humanas! – Murmuró la chica – Pero por desgracia, uno de nuestros empleados resultó herido. ¡No puedo dar más detalles al respecto! – Continuó – Sólo puedo agregar que Alan Rousseau está estable. Ya ha sido atendido y pronto abandonará el hospital.
-¿Y qué hay con Greco Alessio? – Preguntó un reportero de la cadena BBC.
-Por desgracia huyó – Intervino Darragh y todas las miradas se posaron en él – Ahora mismo la policía lo está buscando – Suspiró – Si ustedes me lo permiten, debemos regresar a trabajar, ¡pueden retirarse! Si sabemos algo más respecto a Greco, ustedes serán los primeros en ser informados.
Darragh tomó de la mano a Keira y ambos se alejaron de ahí. De inmediato, el equipo de seguridad de Sterki Motorcycles condujo a la prensa fuera de la empresa y las puertas del edificio se cerraron. Keira seguía a Darragh, quién caminaba con grandes zancadas, la chica apenas podía seguirle el paso con esos zapatos de enorme tacón.
-¡Más despacio, Darrie! – Gimió la joven.
Darragh bufó y aminoró la marcha. Keira lo sujetó del brazo y lo condujo hasta su oficina, obligándolo a tomar asiento y sirviéndole un gran vaso de soda de limón.
-Descansa, Darragh! – Exclamó Keira – Te hace falta y, antes de que digas algo más, te informo que ya preparé la sala de juntas, pues en más o menos una hora, los auditores desean reunirse contigo y el resto de los accionistas.
-¡Gracias Keira! – Murmuró el hombre - ¿Alfred te lo dijo?
-Sí, tal y cómo se lo pediste – Suspiró la joven – Yo estaba casi a punto de llegar a la oficina cuando me llamó y me lo dijo todo. Si he llegado unos minutos antes, estoy segura que Greco me dispara a mí.
-¡Ni lo menciones! – Murmuró Darragh con preocupación y la rodeó por la cintura – Como sabes, Greco escapó y todos debemos andar con mucho cuidado. Si nos encuentra con la guardia baja, puede aprovecharse de eso... ¡él es capaz de todo!
-Lo sé, ¡él ya intentó matarte una vez! ¿Por qué no lo haría de nuevo? O peor aún, dañar a tus seres queridos – Suspiró Keira sentándose en el regazo de Darragh – Realmente pensé que te había hecho algo a ti – Dijo y le acarició el rostro– Entré en pánico, no sabía qué hacer, estaba demasiado asustada. No sé qué haría yo sin ti, bebé – Gimió y lo abrazó con fuerza - Por eso decidí esperar un rato antes de decidir venir a la oficina.
-Debiste quedarte en casa – Bufó Darragh.
-No iba a regresar – Se quejó Keira – Tengo obligaciones en esta empresa y voy a cumplir con mi trabajo. Ahora sólo te pido que te relajes para que puedas escuchar a los auditores – Exclamó y llenó de besos la cara del hombre – Estaré en mi oficina...
-Me acompañarás a la junta – Dijo Darragh con firmeza – Ahora voy a prepararme para la reunión.
-¡Está bien, cariño! – Dijo Keira quitándose los zapatos y recostándose sobre un sillón.
Darragh entró en el cuarto de baño para lavarse la cara y cambiarse el traje. Siempre tenía uno de repuesto para emergencias y en ese momento necesitaba verse más presentable, además su traje tenía manchas de sangre y de polvo. Salió después de un rato y encontró a Keira jugando con su móvil.
-¿Por qué juegas con mi teléfono? – Preguntó Collingwood – No te gustaría que yo tomara tu teléfono y me pusiera a jugar con él – Murmuró Darragh tomando el teléfono de Keira.
-No hay problema – Dijo ella encogiéndose de hombros – No tengo nada que esconder. Si tomé tu celular es porque me gusta jugar Emoji Blitz y yo no lo tengo.
-Te lo presto si me prometes que continuaras jugando en el evento de Star Wars, ¡quiero conseguir a Darth Vader!
-De acuerdo – sonrió la chica – Solo un rato más, faltan quince minutos para la reunión.
Darragh se sentó en su silla y no pudo contener la curiosidad de mirar en el teléfono de Keira y revisó sus mensajes de texto. Sabía que no estaba bien pero tenía una duda y deseaba cerciorarse de que Keira no hablaba más con el tal Aksel. La chica tenía miles de mensajes de texto de Blake, de Alfred, de sus padres, de otros compañeros de la universidad y hasta de él mismo. Todos habían sido respondidos, hasta que estaba por dejar el teléfono en su lugar, se topó con los mensajes de Aksel, esos no habían sido respondidos, ¡ni siquiera los leyó! Y en lo poco que podía leer, el hombre le rogaba a Keira por otra oportunidad. Sin embargo, Keira parecía no estar interesada en responderle.
Collingwood dejó el teléfono en su sitio, Keira estaba absorta jugando y ni siquiera se había dado cuenta de que su esposo tomaba el teléfono para revisarlo. Darragh miró la hora y se puso de pie, tenía que estar en la sala de juntas para hablar con los auditores.
-¿Ya es hora? – Preguntó Keira poniéndose también de pie para buscar sus zapatos. Darragh asintió y esperó a que la chica estuviera lista.
Salieron de la oficina tomados de la mano y entraron en la sala de juntas. Después de unos minutos aparecieron Alfred, Garrett y el resto de los accionistas. Darragh arqueó la ceja cuando Jason Anderson hizo acto de presencia en el lugar, sentándose en un rincón. Le dedicó una mirada a su padre, a su hermano y a Keira. Anderson se notaba demasiado nervioso, bastante pálido y parecía que estaba a punto de desmayarse.
Cuando los auditores estaban por exponer los resultados de su trabajo. Jason se puso de pie y caminó hasta el centro del salón. Los ojos de los presentes estaban puestos en el hombre, esperando a que dijera algo.
-Con el permiso de los señores Collingwood, quiero tomar la palabra – Balbuceó Anderson – Tengo algo muy importante qué decirles, aunque seguramente todos ustedes lo saben – Murmuró y guardó silencio.
-¡Hable, señor Anderson! – Dijo Darragh con severidad – Todos aquí lo escucharemos y prometemos no interrumpirlo. ¡Por favor! No vaya a omitir nada.
-Yo comencé a trabajar aquí cuando esta empresa comenzó a funcionar de manera más fuerte, hace aproximadamente seis años – Dijo el hombre – El señor Collingwood me pidió que dejara mi empleo en Mercury Airlines e ingresara a las filas de Sterki Motors para que apoyara a su hijo. El señor Garrett me creía capaz y confiaba plenamente en mí para ayudar a su hijo en su nueva cruzada – Suspiró – Todo marchaba de maravilla, todos los que laboramos en esta empresa la vimos crecer y convertirse en una de las más importantes del país y del mundo. Desgraciadamente ¡yo me dejé corromper! Greco Alessio supo lavarme el cerebro y como yo estaba pasando pon un mal momento en mi vida, él se aprovechó de esa situación y me llenó de falsas esperanzas, lo que desembocó en un fraude y un asesinato.
Todos estaban escuchando lo que Anderson decía. Algunas personas estaban visiblemente sorprendidas. No imaginaban que él fuera capaz de eso. Pero desgraciadamente el hombre había sido fácil de corromper, dejándose llevar por la ambición y la sed de poder. Jason continuó hablando respecto al fraude, de cómo él se encargó de manipular los balances e informes que se le presentaban a Darragh sobre las finanzas de la empresa. Y que durante los dos años en los que Darragh estuvo ausente, ellos hicieron de las suyas.
-Sobre el asesinato de Carmina Brühl – Continuó Anderson – Recuerdo una conversación en la que Greco estaba demasiado ebrio. Fue unos días después que se confirmó la desaparición del señor Darragh Collingwood, en esa charla, Greco me habló del odio hacia Darragh y me dijo que lo había asesinado a sangre fría, al igual que a su amante Carmina. Alessio confiaba en que Darragh estaba realmente muerto y que toda la fortuna del señor Collingwood pasaría a sus manos, pero no contaba con el nuevo testamento de Darragh y los hechos que acontecieron después de esto.
-¡Eres un desgraciado! – Gritó Alfred lleno de ira – Maldito ladrón, ¡te dimos nuestra confianza, malnacido! ¿Y así es como nos pagas?
-¡Alfred! – Gruñó Darragh quién también estaba iracundo, pero se mantenía sereno – Por favor, ¡le prometí que no habría interrupciones! Continúe, señor Anderson.
-¡He venido a entregarme! – Dijo Anderson con voz temblorosa – Estoy arrepentido por lo que hice, pero sé que con arrepentirme no ganaré nada. Sólo deseo que se haga justicia y que tanto Greco Alessio como yo, paguemos por todo el daño que le hemos causado a esta empresa, así como a la familia Collingwood.
-Te agradezco que hayas sido sincero con nosotros y que no hayas ocultado nada. – exclamó Darragh poniéndose de pie – Llamaremos a la policía para que ellos se hagan cargo de ti, Jason. – dijo Collingwood – Puedes llamar a tu abogado o la empresa te proporcionará uno. No te preocupes por tu familia, yo me encargaré de tu esposa y de tus hijos, pero dime algo ¿sabes dónde está Greco?
-¡No lo sé! – respondió Anderson – Greco no tenía dinero, todo estaba depositado en cuentas y ustedes cancelaron todas ellas. No puede ir a su casa porque sabe que lo buscarán ahí. – exclamó el hombre – Tiene contactos, pero yo no los conozco. Lo único que puedo proporcionarles es un número de celular alterno.
-Gracias, Anderson. – dijo Darragh y caminó hasta la puerta de la sala para abrirla.
Dos oficiales de policía entraron en el lugar y caminaron hasta Jason Anderson. El hombre no opuso resistencia y caminó junto con los oficiales. Por lo menos su conciencia estaba tranquila aunque le preocupaba el hecho de que Greco estuviera desaparecido. También temía por su familia, no porque quedara desamparada sino por lo que Greco pudiera hacerles más adelante.
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Darragh y Keira dejaron la empresa a regañadientes. Garrett y Alfred se habían ofrecido a hacerse cargo de todo y a ellos los mandaron a descansar. Un grupo de hombres los custodiaba, estarían alrededor de la casa durante las próximas veinticuatro horas. Los Collingwood no querían llevarse una sorpresa desagradable, así que movilizaron a todo su equipo de seguridad para que custodiara tanto Sterki Motors, Mercury Airlines y las mansiones de la familia.
El hombre entró en su casa, lanzó el saco, los zapatos y la corbata al piso y se dejó caer sobre uno de los sillones y se recostó sobre el respaldo. Keira caminó hasta la cocina y le preparó un té para calmar sus nervios, dejándolo sobre la mesa. La chica se sentó a su lado y le preguntó si deseaba comer algo o si quería irse a descansar. Darragh ni siquiera le respondió. Su esposa estuvo insistiendo por varios minutos, pero él ni siquiera se inmutó.
Keira se levantó del asiento. Darragh estaba visiblemente afectado por lo sucedido hacía unas horas. Era completamente comprensible su situación, pero a Keira le dolía mucho verlo así. ¡No se daría por vencida! Se levantó de su asiento y caminó directamente a la alcoba para darse una ducha rápida, como únicas prendas eligió un bralette de encaje en color lila y una diminuta tanga a juego, además de unas pumps en color negro, Bajó caminando de manera sensual las escaleras y entró en la sala.
Darragh desabotonó su camisa y se la quitó, estaba cansado y fastidiado, necesitaba sacudirse el estrés y pensar en lo que debía hacer en los siguientes días. Trató de incorporarse para dejar la sala e ir al dormitorio, darse una ducha y tratar de dormir cuando unas manos tersas y tibias recorrieron su pecho desnudo al tiempo que unos labios dejaban besos sensuales por todo su cuello.
Collingwood suspiró y su piel se erizó. ¡Keira! Él se recostó sobre el respaldo y la miró. Se veía tan sensual en ese delicado conjunto de lencería. Sonrió a medias y acarició la piel de su cintura mientras que la chica le devolvía la sonrisa. Ella masajeaba sus hombros y su pecho, intentando relajarlo y hacerlo sentir un poco mejor. Poco a poco se inclinó para besarlo salvajemente en los labios, él le correspondió inmediatamente, enredando su lengua con la de Keira y sujetándola por la nuca.
-¡Kei Kei! – Bufó Darragh una vez que se separaron.
Keira rió de manera coqueta y volvió a besarlo con ímpetu, sin dejar de deslizar sus manos sobre el pecho de Darragh.
-Sólo relájate, ¿quieres? – Dijo la chica paseando su lengua sobre el lóbulo de su oreja – Deja que yo me encargue y te haga sentir mucho mejor.
Darragh asintió, dejó que Keira continuara tocándolo, friccionando sus hombros y pasando sus manos por su pecho y abdomen. Los senos de Keira le rozaban la cara y Darragh los besaba, mientras que echaba su brazo hacia atrás para apretar el trasero de su mujer. Keira gritó cuando Darragh le levantó la pierna y la puso sobre el respaldo del sillón. La chica se sostuvo como pudo del mueble, mientras que su marido hacía a un lado la prenda de encaje. Keira jadeó con sonoridad al sentir el roce de los labios de Darragh besando su feminidad y de su lengua abriéndose paso entre sus pliegues.
Keira echó la cabeza hacia atrás cuando Darragh comenzó a succionar y a lamer su sexo, el cual de inmediato se humedeció ante el roce veloz de esa lengua ancha y caliente. Ella cerró los ojos y gimió con fuerza al momento que balanceaba su pelvis sobre la boca de su marido. La lengua de Darragh se movía lentamente, rozando el clítoris de Keira, arrancándole gemidos cada vez más profundos y sonoros. Le apretaba los muslos y la cadera, penetrándola con su lengua mientras que la mujer reía y movía velozmente su cadera.
-¡Ah...ah...Darragh! – Gimió Keira apretándose uno de sus senos – Sí, bebé... ¡oh, sí! – Gritó cuando él movió su lengua con más velocidad en suaves círculos sobre su clítoris.
Esos roces incrementaron su velocidad y Keira gritó con mayor fuerza, llevando la mano hasta el pecho de Darragh y aferrándose a él. El hombre apretó su boca contra la feminidad de la chica, succionando y apretando con sus labios los pliegues de Keira, quién se convulsionaba y tiritaba ante las sensaciones que se intensificaban hasta que con un profundo grito alcanzó la cúspide del placer.
Keira bajó su pierna y se inclinó de nuevo para besar a Darragh y volver a tocar su pecho, bajando hasta su abdomen y así desabrochar sus pantalones e introducir su mano entre su ropa. Darragh dejó escapar un ronco gemido cuando la delicada mano de la chica tomó su pene y comenzó a acariciarlo. Él ya estaba más que excitado, sólo bastaba con un beso o una caricia de su mujer para que se encendiera en él la llama del deseo. Keira rió al notar su excitación y comenzó a masturbarlo.
-Deberías venir acá y sentarte en las piernas de tu papi – Murmuró Darragh y después le mordió el labio inferior – Pero antes, quítate la ropa.
Keira lo obedeció sin chistar y caminó contoneándose mientras se desabrochaba el sujetador, dejándolo caer con picardía. Darragh no le quitaba la vista de encima, eso lo estaba prendiendo más y comenzó a desnudarse. Keira sonrió y se quitó la tanga, lanzándola al rostro de su marido. Él se carcajeó y le dio la vuelta, colocándola de espaldas a él y le azotó el trasero. Keira gimió y rió junto con él.
Darragh abrazó a su mujer y la sentó sobre su regazo al tiempo que le apretaba los senos, besando con delicadeza su cuello. Keira comenzó a mover su cadera, rozando el pene de su marido con su trasero, haciéndolo jadear. El hombre la sujetó de la cintura y la levantó un poco, mientras que Keira tomaba el miembro de Darragh y lo introducía lentamente en ella. Ambos gimieron al lograr la unión, la chica apoyó sus manos en los hombros de Darragh y comenzó a moverse con suavidad de arriba hacia abajo, mientras que él permanecía aferrado a su cintura empujándola y dictándole el ritmo.
Keira rebotaba con delicadeza sobre Darragh, llenándose de él, sintiendo como la excitación del hombre crecía dentro de ella. Él gemía y bufaba presa del placer, acariciándole las costillas o apretándole los senos. El vaivén de Keira tenía un ritmo acompasado, pero poco a poco se tornó más violento, ella cabalgaba con fuerza, dejándose caer sobre Darragh, quién repartía suaves besos sobre su espalda o gemía de manera ronca, urgiéndola a balancearse con mayor velocidad.
Keira dejó escapar un suave grito y cambió el ritmo, ya no rebotaba, sino que su pelvis se movía en círculos sobre Darragh. Su espalda se arqueaba y echaba la cabeza hacia atrás, gimiendo y jadeando. Sus manos buscaban desesperadamente apoyo sobre el respaldo del sillón, deseando sentir más y más a Darragh, quién no la soltaba, sujetándola con fuerza, friccionando sus palmas contra sus pezones endurecidos. Keira Deseaba besarlo, sentir esa apetitosa boca contra la suya, moviéndose salvajemente, apretándose contra ella hasta causarle dolor. La chica se recostó sobre el hombro de Darragh y continuó con sus balanceos salvajes para que él la besara cómo lo deseaba.
Darragh comprendió de inmediato lo que ella deseaba y la besó con desesperación y ansias. Sin dejar de empujar su pelvis, el hombre bajó sus manos hasta el trasero de Keira y de ahí la sostuvo. El cuerpo de la mujer se movía sólo por instinto, deseando llenarse de Darragh, experimentando esas violentas embestidas. Del sexo de la mujer manaban los fluidos que se deslizaban sobre el miembro del hombre. Keira gritó una vez más sintiendo cómo el orgasmo se avecinaba. Darragh le acarició el vientre, deteniéndose en su clítoris y con un par de veloces movimientos de sus dedos, logró que Keira se liberara, explotando por completo.
Ella jadeó y se convulsionó sobre el regazo de Darragh, pero él apenas le dio tiempo de reaccionar, pues la empujó sobre el sillón y la sujetó por las nalgas, para volverse a hundir en su sexo ardiente, embistiéndola con ganas. Keira apenas pudo apoyarse sobre sus codos y levantó el culo para que Darragh pudiera tener mayor libertad. Ella empujaba las nalgas, una nueva oleada de placer la invadió y gritó cuando Darragh la sujetó del pelo y tiró de él, arremetiendo con más potencia.
-¡Así, Keira! – Gimió Darragh apretándole las nalgas - ¡Joder eres una diosa! Me tienes loco.
Keira chillaba de gozo y arqueaba la espalda. Un nuevo orgasmo estaba a punto de llegar, uno más violento. Se recostó sobre el sillón y gimió con fuerza mientras que Darragh continuaba penetrándola de manera brutal. Hasta que bajó la velocidad y la abrazó, levantándola y susurrándole dulces palabras en el oído al tiempo que sus manos la acariciaban con ternura. Keira cerró los ojos, dejándose llevar por esas perfectas emociones y se entregó al placer junto a su marido, quién aumentó la velocidad de sus embestidas y se liberó con un grito.
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La mano de Darragh acariciaba el platinado cabello de Keira, mientras que la chica llenaba de besos el amplio pecho de Darragh. Después de haber hecho el amor por varias horas, ahora ambos reposaban sobre su lecho. La luz de la luna llenaba la habitación y un viento fresco se colaba por la ventana moviendo lentamente las cortinas de encaje.
-¿Cómo te sientes ahora? – preguntó Keira mordiendo suavemente el pezón de Darragh - ¿Mañana visitarás a Alan en el hospital?
-Me siento mucho mejor – respondió el hombre levanto el rostro de Keira para rozar sus labios con los suyos – La madre de Alan llegó hace unas horas y está junto a él, así como Miles. A primera hora lo estaré visitando en la clínica, parece que no es algo de mucho cuidado, pero si necesitará algo de reposo.
-Entonces... ¿me acompañarás a la ceremonia y al baile de graduación? – preguntó la chica mordiéndose el labio inferior.
-¿Cuándo es? – exclamó Darragh mirándola con seriedad.
-¡Pasado mañana! – suspiró la chica – Sé que...
-¿Qué? ¡Estás loca! – fue la respuesta del hombre – No, no voy a acompañarte. – dijo secamente – No puedo, lo siento. Tengo un compromiso previo, debiste decírmelo con días de anticipación.
-¡Lo olvidé! – exclamó Keira – Lo siento mucho, han pasado tantas cosas en los últimos días que mi cabeza estaba fuera de su sitio y pasé por alto ese "insignificante detalle".
-¿Segura que lo olvidaste o pensabas llevar a alguien más? – respondió Darragh frunciendo el ceño- Tal vez a tu amante o ¿también está molesto contigo, brujita?
-¡Eres un...! – gritó Keira pero se contuvo y un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas.
-¿Un qué? – gritó Darragh tomándola por el cuello – ¡Suéltalo cariño!
-¡Olvídalo! – gimió Keira y trató de incorporarse, pero la fuerte mano de Darragh no se lo permitió.
-Deberías buscar al tal Taylor y que él te acompañe, ¡yo no lo haré! – gruñó soltándola y abandonó rápidamente la habitación.
Keira se dejó caer sobre la cama y comenzó a llorar con fuerza. Sabía que Darragh iba a seguir reprochándole su error, ese pequeño desliz que hasta el momento le estaba trayendo graves problemas.
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¡Han pasado tantas cosas! Espero que pronto den con Greco y este no pueda hacer algo que dañe a Darragh o a alguien más.
Bueno, la situación de Darragh y Keira empeora. Primero hacen el amor salvajemente y todo es lindo y color de rosa. Después se torna gris y ¡todo se va por el caño! Pero Keira ya está sintiendo el desprecio de su marido. ¡A ver si esto no termina en una separación definitiva!
¿Qué les pareció el capítulo? No olviden dejar sus comentarios y muchas gracias por leer.
Por cierto, estamos estrenando portada. Quiero agradecer infinitamente a luckymadliz por la maravillosa edición. ¡Eres genial nena! :* :* :*
Maria Decapitated
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