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CUARENTA Y DOS

Darragh se tensó al escuchar la dulce voz de su esposa. De inmediato se puso a la defensiva, se levantó del sillón y miró directamente hacia el vestíbulo. La sombra que proyectaba la chica se encogía a medida que se acercaba hacia dónde estaba él. Collingwood tragó grueso y esperó a que ella estuviera frente a él.

Keira suspiró al entrar en la casa, sólo la luz de la entrada estaba encendida, el resto de la casa estaba en penumbras, arqueó las cejas y buscó en la oscuridad caminando lentamente. Lo escuchó suspirar y se detuvo unos instantes y encendió la luz.

-¿Darragh? – Volvió a preguntar al mirarlo de pie junto al sillón y con los ojos entrecerrados - ¡Estaba preocupada por...!

-¿Qué haces aquí, Keira? – Respondió el hombre.

-¡Quiero hablar contigo! – Dijo la mujer acercándose a Darragh - ¡Es necesario que hablemos!

-No creo que sea necesario, Keira – Suspiró Darragh – Me han quedado claras muchas cosas. Así que da la vuelta y vete de aquí.

-¿Qué cosas? – Exclamó Keira - ¡Al contrario! Nada se ha esclarecido, ¡todo es un lío! Y no me iré de aquí hasta que hablemos.

-¡Qué necia eres! No hay nada que decir – Intervino Collingwood cerrando los ojos – Es obvio que no deseas estar conmigo, que en realidad no tienes la más mínima intención de permanecer a mi lado. Que no te interesa nuestro matrimonio, a pesar de lo mucho que te pedí que te quedaras a mi lado. ¡No tiene caso intentar nada! Y lo comprendo – Bufó – Comprendo que si accediste a darme una oportunidad fue únicamente porque sentiste lástima por mí – Murmuró Darragh caminando lentamente alrededor de Keira, quién lo observaba con atención, cubriéndose la boca con las manos - ¡Y en verdad te agradezco que hayas permanecido a mi lado por este breve lapso! Pero tengo que hacer lo que debía hacer desde que nos volvimos a encontrar, ¡dejarte libre! Lo correcto hubiera sido anular nuestro matrimonio, ¡no retenerte a mi lado!

-¡Basta! – Gritó Keira interrumpiéndolo - ¡Ya basta! – Suspiró dejándose caer en el sillón y llevando sus manos al rostro - ¡Me equivoqué! – Exclamó después de un rato de silencio - ¡Así como tú también te equivocaste al dejarme sola en nuestra boda y largarte con Carmina! Cometí el mismo error que tú cometiste, el mismo error que nos llevó a firmar un acta de matrimonio a pesar de que ni tú ni yo deseábamos hacerlo. ¡Pero lo hicimos! - Murmuró mientras las lágrimas resbalaban por su mejilla – Y ¡aquí estamos! – Suspiró y trató de calmarse – Me enamoré, ¿sabes? – Continuó – Me enamoré de ti, del hombre nuevo que me encontré luego de dos años de búsqueda incansable. Me enamoré del hombre que me pidió que lo enseñara a amar... ¡pero también me porté como una tonta! – Y volvió a llorar – Me quise comer el mundo... ¡yo que nunca había tenido la atención de ningún hombre! Sólo la de mi padre y la de Alfie – Sonrió con amargura –Pero ellos no cuentan como tales... pensé que quizá podía... podía.... ¡podía conseguir tu reemplazo!

-¿Mi reemplazo? – Preguntó Darragh – Por favor, no digas tonterías. Esa respuesta es lo más estúpido que he escuchado.

-¡Sí, tu reemplazo! – Gritó Keira – Por un momento entré en pánico, pensé que al recuperar tus recuerdos ibas a rechazarme, como lo hiciste la primera vez que nos vimos. Tuve miedo de que me hicieras lo mismo que me hiciste cuando nos casamos – Y se cubrió el rostro con las manos – Cuando conocí a Aksel, pensé que sería divertido pagarte con la misma moneda – Suspiró – Pero todo cambió después de lo que pasó entre nosotros, cuando hicimos el amor por vez primera, cuando me encontré con un hombre renovado y.... – Levantó el rostro y contempló a Darragh, ¡tenía unas enormes ganas de abrazarlo y pedirle que la consolara! - ¡Te amo, Darragh! No sabes cuánto te amo... todo lo eché a perder. Herí a Aksel, sí. No estuvo bien la manera en cómo lo traté. Pero también te herí a ti, y eso es lo que me duele más.

Darragh la escuchaba atentamente y la miraba sin perder detalle de la reacción de la chica. Keira era tan frágil, se notaba arrepentida, triste, dolida. A él se le partió el alma verla así, con los ojos hinchados y llenos de lágrimas. No podía estar molesto con ella, Keira se lo había dicho, ¡ambos cometieron el mismo error! Y ambos estaban arrepentidos. ¡Pero también le dolía! Le dolió que ella quisiera pagarle con la misma moneda y que no hubiera sido sincera cuando él le preguntó si realmente deseaba estar a su lado.

La chica observaba a su marido. Se había quedado callado y únicamente la miraba con atención. Eso la estaba poniendo un poco incómoda, ¿qué era lo que estaba pasando por la cabeza de Darragh? Se preguntó, ¡necesitaba una respuesta! Necesitaba que Darragh hablara y le dijera algo.

Keira se levantó de su asiento y se acercó a Darragh. Ella extendió sus manos hacia él y las juntó.

-¡Castígame! – le pidió al hombre - Me he portado mal. – exclamó – Tu mismo me has dicho que a las chicas malas se les castiga y yo he sido muy mala. Así que aquí estoy, dispuesta a recibir el castigo que me tengas preparado.

Darragh la observó como si no la conociera. ¡Keira se había vuelto loca! ¿Por qué le estaba pidiendo eso? Cuando él la castigaba era parte de un juego sexual, para hacer más intenso el momento y alcanzar el placer. Lo que ella había hecho no merecía ese tipo de castigo, es más, ¡ni siquiera merecía un castigo! Lo que ambos necesitaban era guardar distancia, aclarar sus mentes y encontrar una solución a este problema. Y castigarla como ella se lo estaba pidiendo, no ayudaba mucho en ese momento.

-¿Por qué me pides eso? – exclamó Darragh sin quitarle la vista de encima - ¡Esto no es un juego, Keira!

-¡Me merezco el castigo, Darragh! – gritó la chica - ¡Lo sabes! – gimió – Debes atarme, vendarme los ojos y azotarme con tu cinturón por mi espalda y mis caderas... ¡por favor! – suplicó.

-¡No, Keira! - respondió Collingwood – No se trata de eso y no lo voy a hacer. – dijo el hombre y apretó los puños – Lo correcto es que te vayas a tu casa, con tus padres. – exclamó y la tomó de las manos – El estar separados nos ayudará a clarificar la mente y ver si realmente funcionamos como un matrimonio.

-¡Sí funcionamos, sí funcionamos! – dijo la chica arrojándose a los brazos de Darragh – Habíamos decido mudarnos, formar una familia y tratar de ser un matrimonio feliz, ¿por qué cambiar las cosas ahora?

-Porque así lo has querido tú y porque pienso que es lo mejor para ambos – dijo Collingwood de manera tajante – Es lo que necesitamos, además por ahora no quiero verte – Suspiró – Quiero que te vayas y me dejes solo.

-¡Pues no! – respondió Keira con firmeza – Voy a hacer que cambies de opinión. Me quedaré aquí hasta que me escuches y ¡me castigues!

Darragh intentó hablar, era verdad que deseaba que Keira se fuera a casa, pero una parte de él le decía que no la dejara ir, que la conservara a su lado y que la perdonara inmediatamente. Existía un conflicto interno entre su razón y esa voz necia que le hablaba y le hacía saber que amaba a Keira y que la necesitaba para siempre a su lado.

La chica lo estrechó con fuerza ente sus brazos para besarlo con ansias locas y desesperación. Darragh se sintió tan vulnerable entre los brazos de la mujer que esa voz necia triunfó ante su razón, la abrazó, dejándose llevar por ese beso, correspondiéndole con intensidad. La punta de la lengua de Keira le delineó los labios para después entrar en su boca y explorarlo, saborearlo.

-¿Te decepcioné? – Le susurró Keira contra sus labios - ¿O te dejé un mal sabor de boca? Parece como si nunca te hubiera dado amor, ¡pero te lo di! Lo sabes – Exclamó ella – Y ahora quieres que me vaya. Lamento decirte que esta noche es demasiado tarde para pedírmelo, para sacar a la luz el pasado – Murmuró y volvió a besarlo con pasión en la boca – Ahora somos uno, somos iguales no podemos estar uno sin el otro... ¡ya no! – Gimió.

Ella no le permitió responder, le sujetó el rostro con ambas manos para besarlo de nuevo y entregarse en ese beso. Los brazos de Darragh se asieron al delicado cuerpo femenino, estrujándolo con fuerza, apretándola contra su pecho. Las manos de Keira buscaron con urgencia el borde de la camiseta de Darragh y rápidamente, ella le quitó esa prenda que le estorbaba para sentirlo.

Las manos de Darragh descendieron lentamente por la espalda femenina, posándose sobre su trasero, estrujándolo, pegando su pelvis a la de ella. Keira dejó escapar un suave gemido al darse cuenta que Darragh ya estaba excitado, tanto como ella. Él también deseaba sentirla, piel contra piel. Rápidamente le bajó el escote de su vestido para liberar los blancos senos y acariciarlos. Ella dejó escapar un suave gemido y arqueó la espalda.

Darragh rió y comenzó a masajearle los pechos y jugar con sus rosados y endurecidos pezones. Él volvió a besarla con pasión y lujuria, bajando de a poco por su cuello hasta que sus labios acariciaron su areola. La piel de Keira se erizó y volvió a gemir con mayor sonoridad.

-¡Darragh! – Exclamó la joven ofreciéndose a él - ¡Darragh! – Gritó apretándose contra el cuerpo del hombre.

Keira invadía los sentidos de Darragh provocándole sus deseos más intensos. Cada nota de su voz encendía la pasión en él, llevándolo al punto máximo de la excitación.

La lengua de Darragh se paseó sobre los senos de Keira y sus labios succionaron sus pezones. La chica le acariciaba la cabeza, gimiendo con fuerza, los besos de Darragh eran intensos y en ocasiones le hacían daño, dejándole marcas rojas sobre su nívea piel. En esos momentos, la pasión los dominaba y el deseo aumentaba considerablemente. Keira volvió a besarlo en los labios, acariciando su amplio pecho y después recorrerlo con la boca y la lengua.

-¡Keira! – Dijo Darragh con un ronco susurro - ¡No sigas, por favor!

La mujer no le hizo caro, continuó besando y lamiendo la piel de su marido, bajando un poco más, arrodillándose delante de él. Ella le besó el vientre y escuchó como él gemía con sonoridad. Sin esperarlo más le desabrochó los pantalones, acariciando su sexo por encima de su ropa interior.

-¡Te he dicho que te detengas! – Bufó Darragh sujetándola del brazo y obligándola a ponerse de pie –No... ¡ve a casa de tus padres! – Murmuró él entre jadeos y se alejó de Keira.

Keira permaneció de pie, por un momento no supo qué hacer, solamente se cubrió los pechos con ambas manos y comenzó a llorar. No se esperaba esa reacción por parte de su esposo. Ella estaba segura de que él la tomaría entre sus brazos, la perdonaría y le haría el amor ahí mismo en la sala. Lloró por un rato hasta que se tranquilizó un poco y su temperatura corporal se normalizó. Se limpió las lágrimas poniéndose de pie y caminando rumbo a las habitaciones, ¡eso no se iba a quedar así!

Darragh subió corriendo la escalinata. Bufó debido a la frustración que sentía, pero no podía dejarse hechizar por Keira. ¡No esta vez! Entró en la recámara principal y se dejó caer sobre la cama, dejando escapar un suspiro. Estaba muy excitado, tanto que le dolía. ¡Amaba besarla! Le encantaba sentir a Keira entre sus brazos, sentir cómo el cuerpo de su mujer se estremecía con cada beso y cada caricia que él le brindaba.

Se levantó rápidamente para entrar en el baño, lavarse la cara y los dientes. Regresó a la alcoba y se quitó la ropa, apagando la luz y metiéndose rápidamente en la cama. Sabía que no iba a dormir, sólo esperaba que Keira se hubiera ido y no permaneciera en la casa. Por ahora no era conveniente verla, él estaba demasiado vulnerable que podía caer de nuevo ante el embrujo de sus ojos verdes que suplicaban el perdón.

Keira subió corriendo la escalinata. La chica llevaba sus pumps en la mano derecha y su vestido colgaba de su brazo izquierdo. Sabía que la alcoba principal estaba hasta el final del pasillo y hacia allá se dirigió. Abrió la puerta lentamente y la oscuridad la recibió, pudo distinguir la silueta de Darragh sobre la cama. Él dormía ya, así que no hizo ruido y entró en el cuarto de baño para quitarse el maquillaje y el resto de la ropa.

Después de asearse, Keira caminó sigilosamente hasta la cama y se sentó sobre esta. Levantó la punta de las mantas y se coló por debajo de ellas pegando su cuerpo al de Darragh y abrazándolo fuertemente por la cintura.

Darragh abrió los ojos al sentir la tibieza de la piel de Keira. El hombre no dormía, sólo había fingido hacerlo al escucharla entrar en la habitación. Se estremeció cuando ella lo abrazó y le besó la espalda. ¿A qué estaba jugando esa niña?

-¿Estás dormido, Darrie? – susurró Keira en su oído pero no obtuvo respuesta - ¡Te amo Darragh! – dijo y suspiró recargando su cabeza en la espalda del hombre – Y te lo voy a demostrar.

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Keira apretó con fuerza el cuerpo de Darragh y le llenó la espalda de besos, pero él permaneció inerte y sin mostrar ningún sentimiento. ¡Ahora él la odiaba! Keira abrió los ojos y se dio cuenta que el objeto que tenía entre sus brazos no era Darragh, sino su almohada. ¡Otra vez despertaba sola! Pero, ya debía acostumbrarse. Se levantó de la cama y negó con la cabeza, no tenía porqué, Darragh debía escucharla una vez más, no tenía porque negarle el perdón. ¡Ella lo había perdonado una vez!

La chica bajó la escalera y busco a Darragh por toda la planta inferior. No lo encontró por ningún lado, ¿acaso se había ido dejándola sola? Volvió a buscarlo hasta que miró por el ventanal que daba al lago, ¡ahí estaba Darragh! El hombre se encontraba en cuclillas y sonreía mientras jugaba con algo. La mujer se echó a correr abandonando la casa y dirigiéndose al lago. Se detuvo a escasos metros de Darragh sólo para darse cuenta que su marido jugaba con un par de pequeños gatitos.

Keira se llenó de ternura al verlo así. Darragh aparentaba ser un hombre imponente y despiadado, sin embargo, en el fondo tenía un gran corazón. En ese momento el rostro del hombre estaba relajado y en sus labios se dibujaba una hermosa sonrisa mientras ambos mininos, uno en color negro con blanco y uno gris atigrado colgaban de la mano del hombre, mordiéndole los dedos. Darragh los tomó entre sus brazos y los felinos le olieron la barbilla y después la lamieron. La mujer no pudo aguantar más y lanzó una exclamación de ternura ante la escena tan conmovedora

-¡Aaaayyy! – Gimió - ¡Pero qué bellezas!

Los gatos al escucharla, saltaron de los brazos de Darragh y corrieron a ocultarse detrás de unos setos. El hombre arqueó las cejas y dejó escapar un sonoro suspiro.

-¡Lo siento mucho! – Susurró Keira - ¡Pero es que no puedo contenerme!

-Acabas de asustar a Hades y a Pandora – Exclamó Darragh caminando rumbo a los setos y llamando a los gatos – Salí a dar una vuelta y los encontré correteando por ahí. Están muy sucios y flacos. Por fortuna llevaba un trozo de galleta, la desmenucé y corrieron hacia mí.

-¡Tenemos que llevarlos al veterinario! – Comentó la chica uniéndose a la búsqueda y...

-Planeo quedármelos – Dijo Darragh atrapando a ambos y acomodándolos en el cuello de su camiseta – No soy de gatos, pero estos me robaron el corazón. Además, lo estuve pensando y he decidido ocupar esta casa, así que ellos serán una magnífica compañía para mí.

-Bien... yo... - Gimió Keira - ¡Tenemos que hablar, Darragh! ¿Estás sugiriendo que nos mudemos?

-No por ahora – Bufó el hombre – Tú regresaras a casa de tus padres y...

-¿Me estás echando? – Gritó Keira y lo miró con furia.

-No, no lo estoy haciendo – Suspiró Darragh – sólo quiero que tomes tus cosas y regreses a la casa de tus padres. Nos hará bien alejarnos un poco y pensar. Tenerte cerca es un peligro para mí.

-Ya no me quieres, ¿no es así? – Preguntó la joven y comenzó a llorar – Lo entiendo, Darragh – Suspiró – Yo me lo busqué... ¡ya no te molestaré! Me iré ahora mismo.

-No malinterpretes mis palabras, Keira – Añadió Darragh inmediatamente - ¡Claro que te quiero! ¡Te amo, mi amor! Te amo como no tienes idea – Suspiró – El amor es un sentimiento que nos motiva y nos inspira, nos causa felicidad, pero también sufrimiento – Murmuró el hombre – También es un compromiso, pero todo esto en un porcentaje de 50-50, ¿no lo crees? – Exclamó y se acercó a la chica mientras la rodeaba con uno de sus brazos – Yo quiero recuperarte, Keira. Pero esta vez lo voy a hacer bien, así que dame tiempo, ¿sí?

Keira lo miró a los ojos y lanzó un gran suspiro. Posiblemente Darragh tenía razón. Ella había aprendido la lección, quizá eso que él le decía era parte del "castigo" que había comenzado a aplicarle. Sin embargo, ella no iba a dejar que él hiciera todo el trabajo. La chica tenía que reconquistarlo y ganarse de nuevo su confianza. Tendía que hablar con su madre y pedirle un consejo... Keira cerró los ojos al darse cuenta que también tendría que enfrentarse a sus padres y revelarles la verdad.

-¡Arghhhh! – Gruñó la joven apartándose de Darragh – Debo irme ya... ¡haré lo que me dices, Darrie! – Exclamó mientras le acariciaba el rostro - ¡Pero no te vas a librar tan fácilmente de mí! – Sonrió con coquetería – Por cierto, cuida bien de esos gatos... ¡te estaré vigilando, Collingwood! – Finalizó y se dio la media vuelta para alejarse.

Darragh la miró irse y suspiró. Él también la estaría vigilando, no la dejaría del todo. Pero también debía darle un escarmiento a esa niña. Ella le había pedido un castigo y que mejor castigo para ella que su indiferencia.

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Vamos a ver si Darragh es capaz de ser indiferente ante Keira. Porque ya pudimos notar que ella lo mira con ternura y él pierde toda capacidad de actuar coherentemente. Ella es una manipuladora y él un tonto enamorado. ¿Qué les pareció el capítulo? Espero sus comentarios y muchas gracias por su apoyo esta historia. ¡Las quiero!
Maria Decapitated

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