CUARENTA Y CUATRO
El matrimonio Collingwood y los Ackerman estaban visiblemente sorprendidos, sus mandíbulas casi habían caído al piso al escuchar la revelación de Darragh y lo miraban atentamente. ¿Desde hacía cuánto Darragh había recuperado sus recuerdos? ¿Por qué se los había ocultado? El asunto le competía a ambas familias, especialmente a Keira, quién lo miraba furiosa al darse cuenta que Darragh le había ocultado ese insignificante detalle.
-¿Desde cuándo? – Preguntó Garrett poniéndose de pie.
-¿Por qué no dijiste nada, hijo? – Intervino Greta sin quitarle la vista de encima.
-Supongo que Darragh tuvo sus motivos, ¿no es así muchacho? – Comentó Hector intentando darle la razón a su yerno.
-Es verdad, Hector – Respondió Darragh – Tuve mis motivos, primero necesitaba asimilar todo esto y, lógicamente, comunicarme con las autoridades competentes para que me ayudaran con este caso. No puedo hacer justicia por mi propia mano – Suspiró – Primero hable con Miles, Alan y mi hermano Alfred. ¡Necesitaba un consejo! – exclamó y miró al detective Fayole – Después me puse en contacto con el detective Fayole. Él estuvo aquí hace un par de días y estuvimos discutiendo sobre este asunto. Además, tenía que estar preparado para revelarles a todos la verdad. No ha sido fácil para mí asimilar todo con detalle y caer en la cuenta de que he cometido muchos errores de los cuales me arrepiento, pero que estoy dispuesto a enmendar.
Los ojos de Keira estaban posados en su marido. Se sentía triste, molesta y decepcionada. Tenía ganas de llorar y abandonar la sala en ese mismo instante. Pero también deseaba conocer la verdad y el nombre del asesino de Carmina. Ese hombre que había llevado a Darragh a la desgracia y a permanecer perdido durante dos años sin recordar absolutamente nada. La mujer frunció el ceño y aclaró su garganta poniéndose de pie.
-¿Y por qué no me lo dijiste a mí? – Refunfuñó Keira acercándose a Darragh - ¡Soy tu esposa!
-Perdón, querida – Sonrió Darragh con sarcasmo – Pero estabas demasiado ocupada en tus propios asuntos con el polista. Yo prefería no molestar.
Keira entrecerró los ojos y bufó, pero no dijo una sola palabra. No quería entrar en polémica por ese motivo. Darragh tenía ganas de pelea, pero no se la iba a dar. No delante de todas esas personas. Cuando la junta terminara, se acercaría a él y le pediría una explicación. Lo mejor era regresar a su lugar y seguir escuchando todo lo que Darragh tenía que decirles.
-Como sea – Continuó Darragh al ver que Keira volvía a sentarse – He recuperado mi memoria, tengo todos mis recuerdos y, en parte, estoy feliz por ello. Pero también tengo miedo de lo que se pueda desatar ahora que sé quién asesinó a Carmina.
-¿Pero quién es el asesino, Darragh? – Preguntó Tessa Ackermann - ¡Por favor, hijo! Ya no nos tengas con esta ansiedad.
Collingwood guardó silencio durante unos instantes. Revelar el hombre de Greco a sus familiares lo entristecía. ¿Por qué? Porque todos le habían advertido sobre ese hombre, porque todos habían intentado abrirle los ojos y hacerle ver que detrás de esa cara mustia, de esa sonrisa fingida, se escondía un terrible y abominable ser que iba a destruir su vida. Y qué él, Darragh Collingwood, le había dado el poder y la fuerza a Greco Alessio para destruir a aquellos que se oponían a su voluntad. Pero todos debían conocer la verdad y esta ya no tenía porque ocultarse.
-Greco Alessio – Murmuró Darragh con tranquilidad – Él fue quien tiró del gatillo...
-¡Yo lo sabía! – Gritó Garrett – Hijo, yo sabía que esa amistad con ese hombre era peligrosa y...
-¿Greco? – Exclamó Hector - ¡Ese desgraciado! Era de esperarse...
-En el fondo teníamos nuestras sospechas – Intervino Greta – A cada uno de nosotros, ese nombre cruzó por nuestra mente, sin embargo no quisimos hacer caso a nuestra intuición.
-Pienso que debemos dejar que Darragh nos explique cómo ocurrieron los hechos – Comentó Tessa, quién estaba más que sorprendida.
Darragh asintió y narró a grandes rasgos lo sucedido esa tarde en Les Sablettes, la tarde en que murió Carmina y cuando él perdió su memoria. También le hizo saber que esa bala en realidad estaba dirigida a él, pero que Carmina se interpuso, salvándole la vida.
-¿Así que Carmina Brülh fue una mártir? – Preguntó Keira arqueando la ceja - ¡Interesante! Ahora resulta que esa mujer se sacrificó por amor. – dijo llena de molestia - ¡Era algo que yo no hubiera esperado! – exclamó frunciendo el ceño – Deberíamos construir un altar en honor a esa santa mujer.
Darragh le dedicó una mirada de fastidio a Keira ya que su tono había sido muy mordaz. Parecía que su esposa estaba molesta y quizá su molestia se debía a que él le ocultó que había recobrado la memoria. Pero también podía sentir sus celos y su rabia, el odio que sentía hacia Carmina. Miró como Keira se llevaba las manos al rostro y suspiraba, ¿había hecho bien en ocultarle la verdad a su mujer? Quizá sí, ella no había sido sincera con él y en esos momentos, le estaba pagando con la misma moneda.
-¿Y cómo piensas revelarle a Greco que has recuperado la memoria y que estás consciente de que él es el asesino de Carmina? – preguntó Garrett Collingwood - ¿Has ideado algún plan para hacerlo caer?
-Por supuesto, padre – Sonrió Darragh – Tenemos un plan y Alan se ha encargado de ayudarnos con ello. Él forma parte del equipo de Greco Alessio – Dijo y amplió su sonrisa – Porque Greco no sólo es un asesino, también es un asqueroso ladrón...
-¿Acaso Greco es quién está detrás del fraude en Sterki Motors? – Preguntó Keira interrumpiendo a Darragh - ¿Has confirmado nuestras sospechas?
-¿Fraude? ¿Qué fraude? – Preguntó Greta con sorpresa - ¿Desde cuándo?
-Desde hace aproximadamente cinco años – Murmuró Alan – Él mismo se encargó de confirmarlo. Greco es un hombre vil, pero muy flojo de lengua. Le gusta hacer alarde de sus "travesuras" – Sonrió encogiéndose de hombros – Pero tiene un cómplice: Jason Anderson.
-¡No es posible! – Bufó Garrett – Anderson es un hombre de confianza, nosotros mismos lo tuvimos unos años como parte de nuestro equipo en Mercury Airlines. Después Darragh se lo llevó a trabajar con él, porque confiaba mucho en ese hombre.
-Eso de la confianza creo que no se me da bien, padre – Dijo el hombre con amargura y miró fijamente a Keira.
La chica se puso colorada y sacó un abanico de su bolso para cubrirse el rostro y bajó la mirada para que sus ojos no se encontraran con los de Darragh. Si se trataba de reprochar las cosas, ¡ella tenía mucho que reprocharle! Pero no era el momento indicado para hacerlo.
-¿Y qué es lo que hará el detective Fayole en este caso? – preguntó Hector Ackermann – Si mi memoria no me falla, él estaba a cargo de la investigación sobre el asesinato de Carmina Brülh.
-Es por eso que me acompaña mi colega, el detective Thompson. – respondió Fayole – Hemos puesto sobre aviso a la policía de Londres. – exclamó – Darragh ha decidido llevar a cabo una auditoría para confirmar de manera legal el fraude dentro de Sterki Motors. Sabemos que el señor Alessio es un hombre cobarde y que al enterarse de esto, intentará huir.
-Hemos analizado el caso a conciencia – Comentó el Detective Thompson – Tenemos la declaración del señor Collingwood y, gracias a una pequeña parte de una huella dactilar encontrada en el arma homicida, descubrimos que el señor Alessio es el dueño de esa arma.
-Encontré unos viejos registros de compras de armas por parte de Greco – Murmuró Lewis – Ya que Darragh me encargó investigarlo. Hay muchas cosas turbias en torno a este hombre, especialmente varias denuncias de maltrato físico, violación y muchas cosas más.
-Greco está embarrado de mierda hasta la cabeza – Sonrió Alfie chasqueando la lengua - ¡Está perdido!
-Pero puede que trate de huir – Intervino Thompson – Por ese motivo, nosotros estaremos vigiándolo y una vez que lo hayamos atrapado, será extraditado a Francia para que cumpla su condena allá – Dijo el hombre con orgullo.
-Alan ha estado trabajando a marchas forzadas – Dijo Darragh palmeando el brazo de su amigo – Y Miles no los pierde de vista, está pegado a ellos como una sombra.
-De momento no han hecho nada sospechoso – Sonrió Miles – Creo que mantienen un bajo perfil para moverse entre las sombras y hacer creer a todo el mundo que son hombres rectos y de confianza. ¡Lo digo por Anderson!
-También cancelamos todas sus cuentas bancarias – Continuó Alan – Y desviamos los fondos de sus cuentas de vuelta a Sterki Motorcicles. Aunque les hacemos creer, gracias a la ayuda de los bancos que esas cuentas aún están en vigencia.
-¡Ustedes chicos, son unos genios! – Dijo Tessa y los miró a todos.
-Greco tiene que pagar por todo el daño que le ha causado a Darragh – Exclamó Greta – Ya es hora de que mi niño sea feliz y se quite ese estorbo de encima.
-No solamente a mí – Sonrió Darragh – Creo que a todos nosotros y lamento tener que informarles que seguramente algunas de esas fechorías que ha cometido han sido por mi culpa. Porque yo, en lugar de tratar de frenarlo, le solapaba sus malas acciones y lo ayudaba a lavarse las manos – Suspiró – También yo estoy lleno de mierda, pero intentaré corregir esos errores y por eso, así como ustedes, también quiero que Greco pague y cumpla una condena en prisión. El tiene miedo de terminar preso, ¡le aterran las cárceles!
-Y qué mejor castigo que estar encerrado en una celda por un buen tiempo – Exclamó Keira – Ese es el castigo que se merece el degenerado de Greco.
-Por eso quiero pedirles a todos que guarden este secreto – Murmuró Darragh – Y que me sigan tratando como si aún tuviera amnesia.
-¿Es todo? – Preguntó Alfred poniéndose de pie – Porque yo tengo una cita sexy con mi novia.
-¡Largo! – Le gritó Darragh y ambos se echaron a reír – Es todo – Dijo el hombre dirigiéndose a los demás – Les agradezco su presencia y su atención, y les pido disculpas por mantenerles esta información en secreto. Pero reitero que sólo fue por unos días y ahora ¡ya saben la verdad!
-No te preocupes, hijo – Comentó Garrett – Sabíamos que tenías tus motivos para mantenerte en silencio. Ahora nos apegaremos al plan y lo seguiremos al pie de la letra. Si necesitas algo, cualquier cosa, ¡cuenta con nosotros!
-¡Gracias! – Sonrió Darragh y abrazó a sus padres.
-Y también cuenta con nosotros – Murmuró Hector – Sabes que te queremos y que te apoyamos en TODO – Comentó haciendo énfasis en la última palabra – Nos retiramos.
Darragh se despidió de todos y los acompañó hasta la salida, al día siguiente volvería a reunirse con los detectives. Por ahora sólo deseaba subir a su habitación y recostarse en cama para descansar un poco. Le extrañó no ver a Keira entre el resto de la gente, pero imaginó que quizá ella había salido justo en el momento en el que hablaba con la policía.
El hombre apagó las luces y subió a su alcoba. Al día siguiente iría a la clínica veterinaria para saber los resultados de los exámenes de Pandora y Hades. Esperaba no estuvieran enfermos de algo grave o que tuvieran que ser sacrificados. Tenía la esperanza de que fueran una gran compañía para él.
Entró en su habitación, y se sorprendió al ver las luces encendidas. Arrojó el saco y la corbata sobre la cama y se quitó los zapatos. Escuchó ruidos en el cuarto de baño, lo que le pareció aún más sospechoso, así que no dudó en entrar y lo que vio, lo dejó muy sorprendido.
Ahí estaba Keira envuelta en una bata de satín negro. La prenda estaba ceñida a su cuerpo, dejando ver el contorno de sus senos redondos y turgentes. La mujer había soltado su cabello y este caía sobre sus hombros, como una cascada de oro. En el rostro de la chica estaba dibujada una sonrisa coqueta y una de sus manos jugaba con la cinta que estaba atada a su cintura mientras se contemplaba en el espejo del baño. A Darragh se le secó la boca y por el momento no pudo hablar, simplemente se limitó a contemplar esas piernas blancas y bien torneadas, su cintura estrecha y su trasero respingón.
Él inhaló profundamente para después dejar escapar el aire en sus pulmones. Deseaba pararse detrás de la chica, sujetarla por la cintura mientras le besaba el cuello y su pelvis se friccionaba contra sus glúteos. El pensar en ello logró que sus instintos despertaran, excitándose inmediatamente. Rápidamente sacudió la cabeza para alejar todo aquello de su mente y carraspeó antes de exclamar.
-¿Qué haces aquí, Keira? – preguntó deslizando la mano por su cabeza – Te dije que te quedaras con tus padres.
Keira se había dado cuenta de su presencia, pero se hizo la disimulada, volvió a sonreírle al tiempo que se daba la vuelta y su mano ascendió hasta el escote de la bata abriéndolo un poco para revelar el nacimiento de sus senos, caminando lentamente hacia Darragh.
-Sólo vine a saber cómo estaban los pequeños gatos – Murmuró acariciándose las clavículas, pero no los veo por ninguna parte.
-Están en la clínica, mañana me reuniré con el veterinario para conocer su estado de salud – respondió Darragh presionando su tabique nasal con los dedos índice y pulgar – Pero, ¿a qué se debe esa mentira tan descarada?
-¡No es mentira! – Murmuró Keira poniendo cara de inocencia – Yo sólo quería saber cómo estaban.
-¡Bien! – bufó Darragh – Ahora que ya sabes cómo están, puedes ir a casa de tus padres. Mañana hablamos, ¿está bien?
-¡No! – Gimió Keira – Yo no me voy de aquí, ¡esta es mi casa también!
Darragh rodó los ojos y trató de guardar la calma. Parecía que Keira no estaba dispuesta a ponérselo tan fácil y que cumpliría su amenaza de no dejarlo en paz. ¡Pero existían otras maneras de hacerlo! No pasearse por su habitación con sólo una bata de satén encima. Lo que Keira deseaba era provocarlo y hacerlo caer en la tentación, ¡pero él no iba a caer en su jueguito!
-¿A qué estás jugando? – preguntó Darragh sin apartar la vista del escote de la rubia – Te pedí un poco de tiempo pero pareces no comprenderlo. Estás haciendo las cosas más difíciles.
-¡Estás exagerando, Collingwood! – respondió Keira acercándose peligrosamente – Yo no estoy haciendo las cosas difíciles, ¡eres tú! – dijo la chica recargándose en el lavamanos – Me ignoraste durante toda la reunión y parecías echarme en cara algunos de nuestros problemas. Además me ocultaste que había recuperado la memoria, ¡eso no se hace Darragh!
-Tú también me has ocultado cosas, Keira. – respondió Collingwood quedando frente a ella y apoyando sus manos sobre la base del lavamos - ¡Te acostabas con Aksel Taylor! – le recriminó el hombre - ¡Me fuiste infiel!
-¡Yo nunca me acosté con Aksel Taylor! – gritó la chica – Jamás he estado con ningún otro hombre que no seas tú, Darrie. – exclamó Keira – Yo te entregué mi virginidad, ¿ya no te acuerdas? – dijo alzando el tono de su voz – Parece que no recuperaste todos tus recuerdos, ya te olvidaste de ciertos detalles, como el día de nuestra boda por ejemplo. Ese día me dijiste que te ibas de luna de miel con tu amante, me lo restregaste en la cara y después ¿qué pasó? ¡Oh si! Una desgracia, ella murió... ¡pobrecita Carmina! Fue una mártir, te salvó la vida porque te amaba. ¡Te entregó a tu verdugo, Darragh! – gritó otra vez y lo empujó contra la pared del baño.
-¡No cambies el tema, Keira! – dijo Darragh lleno de coraje.
-Lo dices porque no te conviene, ¡tú si tienes derecho a equivocarte pero yo no! – gritó la chica y lo abofeteó – Tú has sufrido, pasaste momentos muy difíciles y llenos de desesperanza pero, ¿acaso me preguntaste todo lo que yo sufrí durante esos dos años? ¡Jamás! Eres un egoísta, Darragh y ahora me juzgas porque me equivoqué. ¡Yo si te di una segunda oportunidad! Me entregué a ti, te entregué mi amor y tú, ¡te niegas a darme una nueva oportunidad porque te sientes ofendido! No te queda el papel de hombre recto, porque no lo eres. – le recriminó y volvió a abofetearlo.
Darragh la sujetó del brazo, pero la chica forcejeó y logró liberarse de él para tratar de abandonar el cuarto de baño. No había sido una muy buena idea ir a buscarlo y provocarlo. Pero necesitaba sacar todo lo que sentía y en verdad deseaba una segunda oportunidad. Sin embargo, parecía que él no quería dársela y que estaba muy resentido con ella y también dispuesto a hacerla sufrir.
-¿A dónde vas? – Murmuró Darragh deteniéndola a mitad de su huida.
-¡A casa de mis padres! – Gritó Keira – Ya que tú no me quieres aquí – Suspiró – Me está quedando claro que me odias – Murmuró con tristeza – Y que lo que yo más temí se ha convertido en una realidad. Recuperaste tu memoria y ¡resulta que me detestas! Como antes lo hiciste – sollozó - ¡Y yo te amo, Darragh! TE AMO.
-Con esta actitud, niñita – Murmuró Darragh con voz ronca - ¡Te estás ganando unas buenas nalgadas! Y creo que es justo que te dé el castigo que tanto me rogaste...
-¡Y un cuerno! – Exclamó Keira a punto de salir del baño.
Darragh la detuvo con firmeza, aferrándola a su cuerpo. Keira pataleó y gritó como una niña cuando su padre está a punto de darle una reprimenda. Darragh la mantuvo pegada a su cuerpo para que la chica no huyera, la sometió y después la recargó sobre la base de los lavamanos. Keira se quejó y trató de soltarse, pero no pudo, él la tenía bien sujeta por la cintura, mientras que la otra le levantaba la bata y dejaba al descubierto su trasero.
-¡Ni se te ocurra, Collingwood! – Gritó Keira
-Ya sabes lo que le pasa a las niñas que se portan mal, Keira – murmuró Darragh mientras su mano acariciaba su redondo trasero - ¡Suplica por tu perdón, esposa mía!
Keira gritó y se retorció de dolor cuando la mano de su marido golpeó fuertemente sus nalgas. Ella no dijo nada, ¡también tenía su orgullo! Y no iba a doblegarse ante unas cuantas nalgadas. Cerró los ojos al sentir el segundo azote y su piel hormigueó.
-¿Dejarás a ese idiota, Keira? – Preguntó Darragh dándole un tercer azote.
Keira dejó escapar un gritito al experimentar el dolor que le causó el tercer azote, seguido de ese sensual cosquilleo en su bajo vientre que le recorrió todo el cuerpo logrando que sus pezones se endurecieran. Gimió con suavidad al darse cuenta que esas nalgadas estaban provocándola.
-¿Me pedirás perdón? – Preguntó Darragh volviendo a golpear su culo.
El cuerpo de Keira tembló y volvió a gemir. Levantando aún más el trasero. Darragh se daba cuenta de las reacciones de su mujer, sabía que Keira estaba excitándose, pues la escuchaba gemir con suavidad. La palma de la mano del hombre acarició la piel enrojecida de su esposa, quién gimió con más fuerza. Keira aprovechó que Darragh bajaba la guardia y se dio la vuelta, echándole los brazos al cuello.
Darragh ya no pudo contenerse ante esos labios tentadores que se entreabrieron y a esa lengua sensual que se deslizaba sobre ellos. Asaltó la boca de su mujer con desesperación, mientras que sus manos hambrientas del calor de su piel, soltaban el nudo de la bata que cayó al piso para acariciarle la cintura y las caderas. Keira se frotó contra el cuerpo de Darragh y gimió con suavidad, tocándole el pecho y buscando ansiosa los botones de la camisa, desabrochándola con premura y sacándola de su cuerpo.
Ambos se volvieron a besar con voracidad, chocando lenguas y dientes, mordiéndose o chupándose los labios. La mano derecha de Keira descendió por el pecho de Darragh hasta su vientre y un poco más abajo, palpando su hombría por encima del pantalón. El hombre dejó escapar un gemido gutural cuando Keira aplicó un poco de fricción sobre su pene y abandonó la boca de su mujer para besarle el blanco cuello y mordérselo.
Keira gimió mientras la boca de Darragh descendía hasta sus senos y los besaba a placer, deslizando de vez en cuando su lengua sobre sus pezones erectos.
-¡Te amo, Darragh! – Gimió Keira ofreciéndole sus pechos.
-Y yo a ti, Keira – Murmuró Darragh para después succionar el botón sonrosado – No me importa que te hayas acostado con Aksel... ¡Tú eres mía! Siempre vas a ser mía... ¡Tú cuerpo me lo dice!
Keira no pudo creer lo que estaba escuchando, ¿Darragh aún creía que ella se había acostado con Aksel? ¡Era el colmo! Con un poco de trabajo lo empujó con firmeza y lo miró a los ojos. Darragh se sorprendió al ver esa mirada centelleante y esos maravillosos ojos verdes despidiendo fuego.
-¡Eres un completo imbécil, Darragh Collingwood! – Gritó Keira y lo abofeteó - ¡No puedo creer que sigas pensando eso! YO JAMÁS ME ACOSTÉ CON AKSEL TAYLOR... - Dijo y se echó a correr para escapar de su marido.
Darragh gruñó y corrió detrás de Keira. ¡Pero no podía sacarse de la mente esas imágenes! Estaba demasiado celoso y los celos, así como su excitación lo habían puesto como una bestia y le nublaban el pensamiento.
-¡Keira! – Exclamó Darragh tratando de sonar calmado – Ven acá, ¡por favor!
-Esto fue un error – Dijo la chica sin voltear.
-No vas a ir a ningún lado así, desnuda...
-¡Me importa un carajo! – Dijo Keira levantando el dedo medio de su mano derecha – Eres un tarado...
Collingwood bufó y corrió tras Keira para alcanzarla a mitad del pasillo, la tomó de la mano, apretándosela. Keira gruñó y forcejeó con él. Darragh la tomó entre sus brazos y la besó de manera salvaje. La mujer se defendió, pero él era demasiado fuerte y pesado para ella. Una de las manos de Darragh la acariciaba, mientras que la otra se mantenía aferrada a la cintura de su mujer. Keira le mordió el labio inferior, Darragh la soltó y maldijo entre dientes, viendo cómo la joven corría escaleras abajo.
Darragh la alcanzó de nuevo en el segundo descanso. Keira estaba muy molesta. Gritaba y le lanzaba manotazos y él estaba perdiendo la paciencia. Gruñó y bufó al tomarla entre sus brazos, dándole la vuelta e inclinándola sobre el barandal para volver a azotar su trasero.
-¡Estoy cansado que te comportes como una niña! – Murmuró al tiempo que su palma caía sobre las nalgas de Keira - ¡Ya basta! Necesito que te calmes.
Keira gritaba y se retorcía entre los brazos de Darragh, quién dejó de golpearla y comenzó a acariciarla de nuevo, masajeó los senos de su mujer y su vientre, tocando con delicadeza su monte de Venus. Ella se estremeció y poco a poco comenzó a calmarse; su ira se transformó en deseo y se dejó llevar, disfrutando de esas caricias y de esos suaves besos sobre su espalda desnuda.
La mano de Darragh jugueteaba con el sexo de Keira, sus dedos exploraban su interior, llenándose con su húmeda calidez. Ella cerró los ojos y dejó escapar un suave gemido cuando el índice de Dar presionó su clítoris y sus manos se aferraron al barandal de la escalera. Darragh apenas podía contenerse, estaba demasiado excitado y deseaba hundirse dentro de Keira, de tomarla y de poseerla como sólo él podía hacer. Ella era su mujer... suya, sólo de él.
Al darse cuenta que Keira estaba un poco más relajada, Darragh desabrochó su pantalón y lo bajó un poco, liberando su erección, empujando un poco a Keira y apretándole los senos la penetró con intensidad. De los labios entreabiertos de la mujer se escapó un grito de placer al sentir cómo él la llenaba y arremetía sin piedad.
Keira lo deseaba, ¡lo necesitaba! Ella quería que la perdonara y que le creyera. Que se diera cuenta que lo amaba y que, si bien cometió ese error, jamás pudo ir más allá con Aksel. Nunca se acostó con él y nunca le pasó por la cabeza hacerlo. ¡El polista ni siquiera la excitaba! Todo lo contrario le sucedía con Darragh, quién despertaba sus más oscuros deseos, el simple hecho de verlo la excitaba y en ella nacían las ganas de arrancarle la ropa y saltar sobre él.
La chica no pudo continuar pensando, estaba embargada de placer. Las manos de Darragh se aferraban a sus senos, apretándolos, pellizcando sus pezones mientras la embestía una y otra vez sin piedad. Ella le respondía, empujando su trasero, balanceándose junto a él; aferrada al barandal de la escalera. Los labios de Darragh besaban el cuerpo de Keira y gruñía cada vez que la penetraba. La chica podía experimentaba la respiración agitada de Darragh en el oído, sintiendo cómo él también se estremecía con cada empujón.
-No puedo odiarte – Susurró Darragh con voz temblorosa – No puedo enojarme contigo... Eso lo sabes, ¿no? – Preguntó entre jadeos – Si hubieras sido otra yo te hubiera mandado al demonio al enterarme de tu engaño... ¡Pero eres tú, pequeña bruja! – Suspiró sin dejar de penetrarla
Keira respondió con un gemido y con un poco de dificultad giró el rostro, buscando ansiosa la boca de su marido. Ella lo besó, unió su lengua a la de él. Fue un beso profundo y erótico; Darragh continuaba tocándola, repasando sus curvas una y otra vez, llenando su tacto con la tersura de la piel de Keira mientras que ella se sentía dentro de una hoguera a punto de explorar.
Darragh se separó abruptamente de Keira, quién trató de protestar, un poco sorprendida por esa reacción de él. Pero Dar volvió a besarla con pasión y la apoyó contra la pared para volver a penetrarla con mayor vigor. La joven gimió y se aferró a su cuello enredando las piernas en su cadera para comenzar su balanceo desesperado y urgente, deseosa de alcanzar la cúspide del placer.
-¡Vamos nene! – Murmuró sin dejar de besarlo - ¡Así, así! – Gritó al sentir cómo Darragh embestía de manera enérgica.
Collingwood dejó escapar un gemido gutural al experimentar la culminación, Keira lo siguió casi al mismo tiempo, gritando su nombre y volviéndolo a besar.
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¡Joder con este par! Les gusta hacer mucho drama, definitivamente son los reyes de lo exagerado. Aunque, bien sabemos que las cosas no funcionan así en la vida real... ¡Pero como esto no es la vida real,vamos a seguir fantaseando y llenándolo de drama!
Por otro lado, Darragh le ha dado a conocer a su familia que ha recuperado su memoria y quién fue el asesino de Carmina (¡finalmente!) ¡Por fin se hará justicia! Yo digo que ya estamos alcanzando los últimos capítulos de este fic.
¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Déjenme sus comentarios y ¡gracias por todo!
Maria Decapitated
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