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CINCUENTA Y SEIS

-¿Alguna vez has pensado en ser abuela, mamá? – preguntó Keira a su madre quién se encontraba sentada a su lado tejiendo un suéter.

-¿Abuela? – exclamó Tessa muy sorprendida y dejando su labor – Keira, ¡no me digas que tú y Dar...!

-No, no, mamá – respondió la rubia – Aún no, pero no descarto tampoco la posibilidad de tener hijos algún día, pero no por el momento. – suspiró – Esta tarde que hablé con Blake, ella tocó el tema y ¡me emocioné! Darragh y yo hemos hablado de hijos, pero como tuvimos problemas, era mejor dejar de lado el tema. ¿Crees que se ponga bien?

-¡Por supuesto, hija! – dijo Tessa abrazando a Keira – Mira, ¡ahí viene el doctor! – exclamó su madre señalando al médico que se acercaba a ellas.

-¡Buenas noches! – saludó el hombre - ¿Qué parentesco tienen con el señor Collingwood?

-¡Buenas noches! – respondieron las mujeres.

-Yo soy su esposa – exclamó Keira - ¿Sucede algo?

-¡Les tengo buenas noticias! – respondió el galeno – Puede pasar la noche con su esposo, señora. Ha tenido una mejoría significativa y eso es muy bueno. Parece que la herida sanará rápido, su esposo es un hombre joven y muy sano. Ha respondido bien a los medicamentos que le administramos y es posible que el día de mañana salga de terapia intensiva. ¡Sólo es cuestión de esperar! Estas heridas por lo general sanan por si solas, aunque a su esposo lo tuvimos que intervenir debido a que tenía una bala alojada en su cuerpo y una hemorragia interna. Por fortuna el peligro ya pasó y el señor Collingwood se recuperará.

-Muchas gracias – exclamó Keira - ¿Mi madre puede acompañarme esta noche?

-Dejaré que estén las dos – dijo el médico – Les avisaré cuando puedan entrar en la habitación. – exclamó el doctor y se alejó.

Una hora después el médico regresó y entró en la habitación de Darragh. Salió después de unos minutos y caminó directamente hasta donde se encontraban Keira y su mamá. La rubia lo miró expectante, esperando sus indicaciones. El hombre las saludó y les entregó una tarjeta en donde autorizaba que ambas acompañarían al paciente durante la noche.

-Sobre la cama se encuentra un timbre – exclamó el médico – En caso de que el paciente presente alguna anomalía, presiónenlo e inmediatamente el médico de guardia los atenderá.

Keira y Tessa agradecieron las atenciones del médico y entraron en la habitación. Darragh aún estaba sedado y conectado al montón de aparatos. Keira se sentó cerca de él y lo tomó de la mano, acariciándola, mientras que Tessa tomaba asiento en un sillón. La chica no dijo nada, permaneció en silencio por varios minutos, contemplando a su marido y acariciando su mano y sus cabellos. Su madre sólo la observaba y no perdía detalle de su hija. No cabía duda que la joven estaba muy enamorada.

-Acabo de enviar un mensaje a tu padre y otro a Garrett – Exclamó la mujer – Les he dicho que pasaremos la noche con Darragh y que posiblemente, mañana, a la hora de la visita, todos podrán entrar a verlo.

-Gracias mami – Suspiró Keira – Me siento mucho mejor después de lo que dijo el médico y ahora que estoy con él, estoy menos nerviosa – sonrió – Ahora sólo espero que despierte, el papel del bello durmiente no le va.

-Quizá mañana despierte – Murmuró Tessa y esbozó una sonrisa – Si ya no le administran el sedante, despertará.

-Le va a doler – Exclamó Keira inclinándose para besar la frente del hombre.

-Lógico – Bufó Tessa – No es de hierro o algo parecido, así que prepárate, si es cómo tú, no sabes lo que te espera – Exclamó su madre y se echó a reír.

-¡Ay, mamá! – Se quejó Keira – No creo que Darrie sea quejumbroso – Exclamó pensativa.

-¡Pero recibió un disparo! – Dijo la mujer – Y no podrá respirar bien, ¡no hasta que sane! Así que puede quejarse todo lo que quiera.

Keira apretó los labios intentando no reírse, su mamá siempre regañándola. Suspiró y se acomodó en la silla, mientras jugaba con su teléfono móvil. No tenía sueño y estaba segura de que pasaría varias noches en vela. Pero eso era lo de menos, mientras estuviera cerca de Darragh y cuidándolo, cualquier desvelo valdría la pena. Después de un rato, la chica levantó la vista y se dio cuenta que su madre dormitaba en el sillón. Keira se puso de pie para caminar por la habitación, estirar las piernas y se acercó a la ventana, para mirar el panorama de la ciudad.

La chica se sobresaltó al escuchar que alguien se quejaba y de inmediato se acercó a la cama de su marido. Él aún dormía, pero notó que su sueño era inquieto. Quizá ya estaban pasando los efectos del sedante, volvió a sentarse y tomó su libro para seguir leyendo. No supo a qué hora se quedó dormida, pero el sentir un suave roce en su mano la hizo despertar sobresaltada.

Ya había amanecido, el reloj marcaba las cinco y treinta de la mañana. Keira se sentía un poco desubicada y se frotó los ojos. Sonrió ampliamente cuando se percató que Darragh tenía los ojos abiertos y la observaba. Él intentaba decirle algo pero no podía omitir sonido alguno.

-¡No amor, no hables! – exclamó la chica sentándose a su lado y tomándolo de la mano – Todo está bien, estoy aquí contigo. ¿Cómo te sientes, bebé? Yo creo que bien – Sonrió acariciándole la cabeza.

Darragh continuó observándola y Keira clavó su mirada en los ojos de Darragh. A través de ellos se lo decía todo, se sentía agotado, triste, decepcionado y con mucho dolor. El corazón de Keira volvió a romperse en miles de fragmentos, mirarlo en ese estado la llenaba de tristeza. Su rostro había perdido algo de color y estaba muy demacrado. Suspiró y lo besó en la frente.

-Llamaré al doctor, mi amor. – exclamó la chica y se acercó al timbre para hacerlo sonar.

Tessa escuchó el sonido y despertó de golpe. Miró a Darragh y sonrió aliviada, ¡su yerno estaba mejor! La mujer se puso de pie y abrió la puerta para que el médico y una enfermera pudieran entrar en la habitación. Inmediatamente el hombre tomó los signos vitales de Darragh y suministró un medicamento vía intravenosa.

-El efecto del sedante terminó – exclamó el médico – Pero le he aplicado uno menos fuerte – dijo el galeno – Lo necesitamos despierto, de esta manera podremos observar mejor su evolución.

-Gracias, Doctor. – respondieron las mujeres y después de hablar unos minutos más con el médico, este abandonó la habitación.

Tessa regresó a su sitio y Keira se sentó junto a la cama de Darragh. Su marido volvió a dormir y se notaba un poco más tranquilo, Keira también estaba tranquila, las horas críticas ya habían pasado y ahora sólo quedaba esperar un poco más hasta que Darragh quedara completamente restablecido y pudiera regresar a su vida normal, pero antes también debía enfrentarse de nuevo a Greco.

::::::

Los días transcurrían lentamente en el hospital para Darragh, quién poco a poco mejoraba notablemente. Todos los días, en horas de visita, desfilaban montones de personas hacia su habitación, amigos, familiares, empleados, conocidos y demás, pasaban a saludarlo. Los visitantes le llevaban flores, obsequios o cualquier otro presente, intentando subirle el ánimo ya que en los últimos días, Darragh se encontraba de un humor bastante agrio.

Keira no se separaba de su esposo, la rubia pasaba los días encerrada en esa habitación del hospital. Ella lo cuidaba, le leía, charlaba con él, le ponía música y lo alimentaba. Keira hacía de todo para que la estancia de Darragh en el hospital fuera más amena y no le pareciera eterna.

Esa mañana, mientras lo alimentaba, la rubia frunció el ceño cuando Darragh golpeó el plato avena con su mano, lanzándolo al piso de la habitación. Su esposa lo miró con enojo, ¡Darragh parecía un niño pequeño y caprichoso!

-¡Esto es imposible! – Bufó Keira arrodillándose en el piso para levantar el plato y los restos de avena - ¡Eres un grosero y maleducado! ¡Eso no se hace!

-No me gusta la avena – Murmuró el hombre – Detesto la avena, es asquerosa... tiene una consistencia babosa y ¡en agua es aún más asquerosa! – Exclamó y le dieron arcadas.

-¡No seas exagerado, Darragh! – Suspiró Keira – Además, ¡no tenías porque lanzar el plato al piso! Bastaba con decirme que si era avena, no te la diera. Últimamente no estás comiendo bien.

-¡Pues me asquea esta comida! – Se quejó Darragh – Quiero largarme de aquí y estar en mi casa.

-Pues mientras te pongas en ese plan de divo y no quieras comer, el médico te agregará una semana más en este lugar – Gritó Keira sentándose junto a Darragh y acariciándole la cara - ¡Anda, bebé! Come, te doy tu gelatina – Sonrió la chica mientras le ofrecía un poco de gelatina de naranja.

-Yo preferiría comer otro tipo de manjares – Exclamó el hombre antes de abrir la boca para comer un trozo de gelatina y miró a Keira con ojos lujuriosos.

-¡No, señor! Dijo el médico que no – Rió Keira – No puedes agitarte demasiado. Tendrás que esperar al menos tres meses.

-¡Maldito Greco! – Murmuró Darragh – Nada más vino a jodernos la vida – Suspiró y se recostó en el pecho de Keira – Lo único que deseo es regresar a casa, estar en mi cama, rodeado de mis gatos y contigo a mi lado, mimándome... ¡como debe ser!

-En unos días más, cariño – Comentó Keira acunándolo – Sólo prométeme que te vas a poner bien y que vas a quitar esa cara de amargado. ¡Porque no me gusta verte así! Me pone triste.

La puerta se abrió despacio y apareció el médico, quién saludó a la pareja y se acercó para revisar al paciente. Keira se hizo a un lado y esperó hasta que el médico hubiera terminado de auscultar a su marido.

-Les tengo muy buenas noticias, señores Collingwood – Comentó el doctor – En un par de días, el señor Darragh podrá abandonar este hospital y terminar su recuperación en casa – Exclamó – Me ha sorprendido mucho su evolución, aunque la herida fue aparatosa y de mucho cuidado, sanó rápidamente. Sólo tendrá que venir un par de veces por semana para revisarlo de cerca y, por supuesto, continuar con su terapia.

-¡Ya era hora! – Exclamó Darragh – Porque la verdad detesto estar en este lugar.

-¡Darragh! – Murmuró Keira – Lo siento doctor, pero Darragh...

-No se preocupe, señora – Sonrió el médico – Comprendo la desesperación de su esposo. Me pongo en su lugar y yo también estaría desesperado por salir de aquí.

-¿Y cuándo podré regresar a mi trabajo? – Preguntó Darragh – Dejé muchos asuntos pendientes y una campaña publicitaria a medias.

-En un mes más, señor Colingwood – Comentó el doctor – Pero puede trabajar desde su casa, lógicamente con moderación, nada de excesos. Debe descansar. Este tipo de heridas son muy delicadas y usted necesita mucho reposo. Además, su linda esposa se encargará de atenderlo, ¿no es así señora Collingwood?

-Si él quiere – Comentó Keira encogiéndose de hombros – Yo lo haré encantada.

-¿Qué te hace pensar que yo no quiero que me cuides? – La cuestionó Darragh.

-Tu actitud de ogro malas tripas – Respondió Keira y se echó a reír.

Darragh y el médico también rieron e instantes después, el galeno abandonó la habitación, dejando solos a la pareja.

::::::

Darragh entró a su casa, seguido de Keira y Garrett. Adentro lo esperaban sus amigos y el resto de su familia quienes le habían preparado una pequeña fiesta de bienvenida. El hombre estaba muy contento de estar de vuelta en su hogar e inmediatamente preguntó por sus gatos.

-¿Dónde están Hades y Pandora? – Preguntó mirando hacia todas partes.

-Durmiendo en tu habitación junto a Yo-Yo y Merlín – Respondió Tessa con una gran sonrisa – Bienvenido, Dar – Dijo la mujer y lo abrazó – Es bueno tenerte en casa.

-¡Darragh! – Gritó Alfred desde la cocina – Te extrañé, bebé – Exclamó y corrió hasta su hermano para abrazarlo.

-¡No tan fuerte! – Gritó Greta – Con cuidado o vas a lastimar a mi niño.

-Está bien, Ma – Dijo Darragh abrazando a Alfred y besándolo en la frente – No pasa nada, mejor ven acá y abrázame... ¡los extrañé a todos! – exclamó mientras abrazaba a Greta.

-¡Hijo! – dijo Hector Ackermann acercándose a su yerno para abrazarlo con fuerza – Nosotros también te extrañamos demasiado y estamos muy felices de tenerte de nuevo en casa. Te noto muy animado y eso es bueno, muy bueno.

-Siendo sincero, ¡me siento feliz! – respondió Darragh tomando un vaso de limonada que Greta le ofrecía y sentándose en uno de los sillones de la sala – Anhelaba tanto que llegara este día, el tiempo en el hospital no transcurre, ¡se queda estático! – suspiró – Y mi pobre Kei Kei llevaba la peor parte, cuidando de su gruñón esposo. Me he vuelto una carga para ella.

-¡Eso no es verdad! – lo reprendió Keira – Me gusta cuidarte y mimarte, y yo sé que lo disfrutas, sólo te gusta ser un poco exagerado.

-¿Un poco exagerado? – preguntó Alan que entraba en la sala llevando en sus manos una bandeja de sándwiches – Exagerado es su segundo nombre. – dijo el chico y todos se rieron de su comentario.

-¡Ven acá, enano! – exclamó Darragh – Ven para abrazarte, tu mirada me dice que deseas un abrazo de tu padre.

-¡Idiota! – respondió Alan acercándose a Darragh para darle un fuerte abrazo.

-¿Dónde está Miles? – preguntó Darragh mirando para todos lados - ¿Acaso es invisible?

-He estado aquí desde hace media hora y tú ni siquiera me has visto – se río el grandulón y se acercó a su amigo para abrazarlo - ¡Qué gusto verte! – exclamó – Esa sonrisa en tu rostro te hace ver muy seductor.

-¡Lo sé! – respondió Dar con una gran sonrisa – Recuerdo que cuando nos conocimos, lo que te cautivó fue mi sonrisa y caíste rendido a mis pies.

-¡Me enamoré a primera vista! – exclamó Miles y todos los presentes se unieron a su risa - ¡No olvidaré ese momento! – dijo el grandote sentándose frente a Darragh.

-¡Yo tampoco! – intervino Alan – Fue muy gracioso, pero también el comienzo de una gran amistad.

-¡Eso sin dudarlo! – dijo Darragh mientras tomaba a Keira de la cintura y la sentaba en sus piernas.

La charla se prolongó por un par de horas, se tocaron temas importantes entre ellos el lanzamiento de las nuevas motocicletas y que la publicidad para presentarlas al mercado ya estaba lista.

-Keira fue la encargada de revisar la nueva publicidad – exclamó Alfred – Aunque no pusiera un pie en la oficina, siempre se mantuvo pendiente de todo lo que concierne a Sterki Motors.

-¡El único holgazán fui yo! – bufó Darragh – Alan y Alfred estuvieron al frente de la empresa y Keira no descuidó su trabajo a pesar de que me cuidaba en el hospital.

-¡Pero estabas al borde de la muerte! – exclamó Alan - ¿Cómo querías estar al frente de la empresa? – dijo el chico dándole un puñetazo en el hombro – Ahora podrás estar pendiente de todo desde la comodidad de tu hogar.

-Les agradezco todo lo que han hecho, porque sé que sin ustedes esta empresa desde hace mucho tiempo se hubiera ido a pique. – respondió Darragh – Ahora, ¡hagamos un brindis! – dijo levantando su vaso - ¡Salud!

-¡Por la felicidad de Darragh! – exclamó Miles chocando su vaso con Dar.

Mientras todos festejaban y charlaban amenamente, poniendo a Darragh al tanto de varias cuestiones, especialmente chismes de la empresa que lo tenían riendo a carcajadas. Keira les pedía de favor que no lo hicieran reír demasiado, ya que no debía forzarse y tenía que mantener su respiración tranquila, sin agitarse.

Greta se levantó al escuchar que el timbre de la puerta sonaba, abrió inmediatamente y se encontró con la imagen de los detectives Thompson y Lewis. Greta disimuló su cara de fastidio al verlos. Se suponía que estaban celebrando, tratando de animar a Darragh y esos hombres llegaban a arruinarlo todo.

Thompson escuchó las risas en la sala y suspiró. Sabía lo que eso significaba, pero ellos sólo cumplían con su deber. No les gustaba llegar a molestar e interrumpir, pero era necesario.

-¡Adelante! – Sonrió Greta – Tomen asiento, ¿quieren beber algo?

Los hombres declinaron el ofrecimiento y tomaron asiento, esperando la presencia de Darragh. Geta entró en el salón y suspiró.

-Darragh, te busca la policía.

-¡Qué no me jodan! – Exclamó el hombre poniéndose de pie – Iré a hablar con ellos.

Darragh salió del salón y entró en la sala. Los detectives, al verlo, se levantaron de inmediato para saludar y preguntar por el estado de salud del hombre.

-Me siento de maravilla – Sonrió Darragh – Tengo un poco de dificultades para respirar y estoy tomando terapia. Todo estará bien en un par de semanas.

-Me alegro mucho, Darragh – Dijo Lewis – Todos estábamos muy preocupados por ti.

-Sé que está celebrando, señor Collingwood – Intervino Thompson – Pero no le quitaremos mucho tiempo.

-¿Es sobre Greco? – Preguntó Darragh sentándose frente a los policías.

-Después de que Greco te hirió – Comentó el detective Lewis – Fue trasladado a una celda, primeramente para que sus heridas también sanaran. A Greco no le hizo mucha gracia enterarse de que sus intentos por terminar contigo fueran infructuosos y unos días después, estuvo a punto de suicidarse.

-¿Tan mal está? – Suspiró Darragh - ¡Pobre Greco!

-Sí, está demasiado mal – Intervino Thompson – Su abogado ha alegado demencia y, quizá el juez, si lo ve en el estado en el que está, lo sentencie a una larga condena, encerrado en un siquiátrico. ¡Greco ha enloquecido!

-Comprendo – Dijo Darragh acariciando su barbilla - ¿Y cuándo se llevará a cabo el juicio?

-En cuanto estés completamente recuperado o tu médico te permita viajar – Murmuró Lewis – Greco aún no ha sido trasladado a Francia, especialmente por su estado de salud mental. Eso lo está complicando un poco.

-De cualquier manera va a estar encerrado, ¿no? – Exclamó Collingwood – No importa el país.

-Exactamente, señor – Dijo el Detective Thompson – Por tal motivo también seguiremos custodiando su empresa y su vivienda...

-Ya no lo considero necesario – Lo interrumpió Darragh – Ahora Greco está dónde debe estar.

-Tiene razón – Sonrió Thompson – Siga disfrutando de su fiesta, señor Collingwood, estaremos en contacto con usted.

Darragh se despidió de los policías y estos abandonaron la casa. Darragh permaneció sentado en la sala, meditando respecto a lo que los detectives acababan de decirle. Le dolía Greco, su situación, su estado mental, ¡todo eso! Greco había sido su amigo y él siempre le tendió la mano, lo apoyó y le brindó un cariño desinteresado. A pesar de todos sus arranques y su manera desenfrenada de vivir, Darragh nunca lo juzgó, sólo trataba de comprenderlo.

La reunión terminó luego de un rato. Darragh se sintió cansado y decidió ir a su habitación, recostarse y relajarse. Todos se despidieron de él, prometiendo regresar al día siguiente. Los únicos que permanecieron en la casa fueron Garrett y Greta. Los padres de Darragh se quedaron para apoyar a Keira y hacerles compañía durante la noche, en caso de cualquier complicación.

Al entrar en su habitación, Pandora y Hades saltaron de la cama y comenzaron a maullarle al hombre, paseándose entre sus piernas y escalando en sus pantalones hasta que él los tomó en brazos y los llenó de besos.

-¡Papá está en casa, pequeños! – Exclamó Darragh dejándose caer sobre la cama y suspirando con sonoridad.

Keira sonreía y acariciaba a Yo-Yo y Merlín, quiénes mantenían una distancia prudente, observando atentamente al hombre que acababa de entrar en ese habitación.

-Hace rato – Murmuró Keira - ¿Quién vino buscarte? – Preguntó – Duraste bastante en la sala y cuando regresaste al salón, tu rostro cambió, tenías una expresión muy sombría. Adquiriste un aire de tristeza, Darrie. ¿Qué pasó?

-Vino a verme la policía – Bufó Darragh cerrando los ojos – Me dijeron que Greco intentó suicidarse al saber que yo sobreviví.

-¡Ese bastardo quiso lanzarse desde el ventanal de tu oficina! – Bufó Keira - ¡Yo lo vi!

-¿También? – Preguntó el hombre

-O sea, ¿lo intentó una vez más?

-Me dijeron que unos días después de que lo trasladaron a prisión y al enterarse de que yo seguía con vida, intentó quitarse la vida – Suspiró – Greco está muy mal, ha enloquecido y eso me hace sentir mal... me entristece y siento pena por él – Murmuró Darragh.

Keira lo contempló, Darragh tenía una expresión de desamparo en su rostro. Parecía bastante afectado por lo sucedido, especialmente porque él en realidad quería a Greco. La chica dejó escapar un largo suspiro y lo abrazó con fuerza, besándolo en la frente.

-No deberías sentir pena por él, mi amor. – exclamó la chica – Greco construyó su destino y ahora está pagando las consecuencias de sus actos. Sé que fuiste un gran amigo para él, pero Greco tenía otras intenciones para contigo y no valoró la amistad y el cariño que tu le brindaste de manera desinteresada. – dijo la rubia besando las mejillas de su esposo – Greco y sólo Greco es el culpable de su situación.

-Yo intentaba ayudarlo, sabía que la situación en la que vivían sus padres no era la mejor. – dijo el hombre sin dejar de abrazar a su esposa – Quise ser su amigo y ayudarlo, desde que lo conocí. ¡Jamás quise hacerle daño! Esas nunca fueron mis intenciones, pero quizá, de manera inconsciente yo le hice daño. Le permití muchas cosas a Greco, cosas que pude haber detenido, ¡pero me cegué! Soy tan culpable como él.

-¡Pero tú si cambiaste, Darragh! – exclamó Keira besándolo suavemente en los labios – Reconoces tus errores y no culpas a terceros por ellos. Estás arrepentido y también estás dispuesto a remediar algo del daño que hiciste. – dijo la chica acariciando los cabellos de Darragh – En cambio Greco empeorará, no me imagino lo que pueda pasar con él estando en prisión.

-Yo tampoco y ¡no quiero imaginármelo. – respondió Darragh y recargó su cabeza en el pecho de Keira.

-Vamos a olvidarnos de Greco por ahora, sé que vas a tener que enfrentarte de nuevo con él, pero ahora deberías descansar. – dijo la chica separándose de Darragh – Voy a darte tus medicamentos y preparé la cama para que duermas. ¿De acuerdo?

-¡No sé qué haría sin ti, amor! – exclamó Darragh ayudando a Keira a preparar la cama – Voy a hacerte caso y descansaré.

Mientras Keira preparaba sus medicinas, Darragh se recostó en la cama junto a sus cuatro gatos. Keira le entregó un montón de pastillas y cápsulas junto con un vaso de agua. El hombre inmediatamente tomó sus medicinas y dejó escapar un suspiro, ¡le encantaba estar en casa! Momentos después, su esposa se recostó junto a él y lo abrazó mientras besaba sus labios con dulzura.

-¡Vamos a dormir, Keira! – dijo Darragh acurrucándose junto a la chica y suspiró – ¡Qué bien se siente estar entre tus brazos!

-¡Ya extrañaba dormir a tu lado! – exclamó Keira – Pero dormir en el sentido más inocente de la palabra, dándonos un beso de buenas noches, apagar la luz y apretarme junto a ti. Estar a tu lado y escucharte respirar el mismo aire que yo, compartiendo la cobija y el calor mientras nos quedamos dormidos. Compartiendo el mismo espacio en la cama, abrazarte y sentir tus brazos a mi alrededor, escuchar tus ronquidos cada noche... - dijo y lanzó una sonrisa pícara – Me gusta ser lo último que ves por las noches y lo primero que ves en la mañana. Me gusta empezar y terminar cada día diciéndote lo mucho que te amo. – suspiró y tomó su rostro entre sus manos para rozar sus labios con los de Darragh - ¡Te quiero para mí, Darragh! Sólo para mí y podría pasar una eternidad dando mis razones de por qué te amo tanto.

-Y yo te amo a ti, mi amor. – murmuró el besándola con más pasión - ¡Y cómo no voy a amarte! Si con un simple "Hola", me alegras el día. – exclamó y la volvió a besar.

::::::

Cómo verán, estos ya son los capítulos finales.Las cosas comienzan a tomar su curso y parece que la relación de Keira y Darragh se hace más fuerte. Ahora sólo queda volver a enfrentarse con Greco en ese juicio. ¿Qué les pareció el capítulo? No olviden dejar sus comentarios y sus estrellitas, y ¿por qué no? Seguir recomendando la historia. Gracias por su apoyo, las quiero.
Maria Decapitated

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