CINCUENTA Y DOS
Darragh salió del cuarto de baño y le echó un ojo al reloj empotrado en la pared. Aún era tempano, podía acostarse un rato más y dormir o quizá podía recostarse junto a Keira, mimarla y... Se detuvo a un costado de su cama, Keira acababa de acomodarse sobre su almohada, invadiendo su lado de la cama. La chica aún dormía plácidamente, completamente desnuda. En el rostro apacible de la chica se dibujaba una pequeña sonrisa. Darragh suspiró al verla y sonrió, ¡era bellísima! Y demasiado sexy como para no darse cuenta de lo que provocaba inmediatamente en él. Se inclinó mientras su mano recorría lentamente la pierna de Keira. La piel de la joven se erizó y ella se estremeció ante las etéreas caricias, se dio la vuelta y abrió los ojos.
-¿Qué estás haciendo, travieso? – Preguntó dejando escapar un suspiro y haciendo un puchero - ¿No tienes sueño?
Él no le respondió, se recostó junto a ella y pasó su mano sobre su vientre. Keira rió y cerró los ojos. Darragh se inclinó para besarla suavemente en los labios al tiempo que su mano recorría sus pechos, apretándolos. Ella arqueó la espalda y lo sujetó por la nuca. Su beso se hizo más intenso y ardiente. De manera casi instantánea, la temperatura de ambos aumentó peligrosamente y su deseo se despertó.
Las manos de Keira acariciaron la espalda de Darragh, sus dedos dibujaron los músculos en tensión y se clavaron en su carne. El hombre gimió con fuerza, apartándose de los labios de la chica, comenzando a trazar un camino de besos húmedos y sonoros sobre la piel de su pecho y su vientre. Keira apretó los ojos y se retorció sobre el colchón cuando el tibio aliento del hombre rozó su pubis y los pelos de su cara hicieron cosquillas sobre sus blancos muslos.
-¡Tú barba me pica! – Gimió Keira – Pero me encanta cada vez que la pasas por mis nalgas y mi espalda.
Darragh gimió, separándole las piernas, su dedo índice y medio tocaron sus labios vaginales y recorrieron su sexo, abriéndose paso entre su humedad aterciopelada. Su marido sonrió cuando el cuerpo de Keira vibró y su sexo se humedeció aún más. Darragh se acomodó sobre la cama mientras que Keira colocaba su pierna izquierda sobre el hombro de Darragh, cuya lengua recorrió la intimidad de la chica, quién jadeó y le apretó la mano al experimentar ese íntimo roce.
Los labios del hombre succionaron los labios de la chica, ella gemía cada vez que esa lengua ancha y caliente se deslizaba por su intimidad, presionando su clítoris hinchado y cada vez más sensible. Darragh cerró los ojos, disfrutando del olor dulzón del sexo de Keira, de ese olor que lo llenaba y lo enloquecía, excitándolo cada vez más. Darragh continuó lamiendo y chupando, brindándole placer a su mujer, que no dejaba de gemir y de tocar sus pechos y su vientre. Darragh masajeó la pierna de Keira y ascendió hasta uno de sus senos, lo apretó mientras que su lengua golpeaba velozmente ese botón rosado en donde el placer se concentraba y se irrigaba por todo el cuerpo de Keira, quién subía y bajaba las caderas con frenesí, hasta que soltó un chillido agudo, apretando sus manos sobre la cabeza de su marido. Él se levantó, lamiendo sus labios, su lengua limpió la comisura de estos y se inclinó sobre la joven para besarla con pasión, mientras que la lengua de su mujer penetraba en su boca, explorándola con lujuria.
Darragh se arrodilló sobre la cama, tomó la pierna de Keira, colocándola de nuevo sobre su hombro y sus labios le besaron la pantorrilla. Ella lo miró con adoración, su pecho subía y bajaba, sin reponerse del primer asalto, y le acarició el abdomen marcado y tenso. Él le devolvió la mirada devota y a la vez llena de pasión. Sus miradas se conectaron cuando él la penetró con una potente embestida. Keira ahogó un gritito de placer y apoyó su mano sobre el amplio pecho del hombre quién comenzó a embestir con suavidad. Keira no dejaba de tocar a Darragh, tocaba su pecho o su pierna, embriagada de placer, gimiendo el nombre de su amado y diciéndole cuanto lo amaba.
Darragh gruñía y jadeaba sin perder el ritmo de sus acometidas, gozando de la deliciosa vista que le proporcionaba el bamboleo de los senos de Keira cada vez que él empujaba su pelvis. De esos ojos verdes, brillantes y perdidos en los de él, de esos labios rojos y carnosos. El hombre no perdió las ganas de besarla de nuevo y apoyando su mano en el colchón, se inclinó sobre Keira para besarla de una forma arrebatadora y urgente. Keira correspondió a su beso, lo abrazó con firmeza y levantó su otra pierna para rozar la cadera y el muslo de Darragh.
Keira gemía a pesar de que la boca de su marido estaba unida a la suya. Podía notar que él se estremecía a medida que las acometidas se intensificaban y aumentaban en velocidad. Ella lo urgió a seguir con ese ritmo violento, bajando su mano hasta su trasero y apretándolo y golpeándolo con fuerza. Darragh bufó y unió su frente a la de su mujer, le dedicó una sonrisa, acelerando las embestidas. Keira comenzó a gritar, presa del gozo, el orgasmo comenzaba a hacerse presente y la violencia de su acto sexual se acrecentó para dejarse envolver por el placer.
La chica se acurrucó contra Darragh, él la besó tiernamente y con dulzura, envolviéndola entre sus brazos mientras que ella le acariciaba la espalda, suspirando con sonoridad.
-¡Te amo! – Murmuró él – Voy a quererte hoy, siempre... eternamente. Tú sabes cómo – Sonrió besándole los hombros – sin límites ni condiciones. Te querré con tiernas palabras que endulcen tu vida. Con hechos que te alegren el día para demostrarte así cuánto vales para mí – Dijo y volvió a besarla.
Keira lo apretó contra sí y se aguantó las ganas de llorar. Todo era perfecto hasta ese momento, pero sabía que de ahora en adelante, su relación sería así, tal y cómo ella siempre lo soñó. Un amor intenso, apasionado, salvaje y a la vez tierno y romántico. Ella se enamoró a pesar de que él era una persona difícil de tratar. Un hombre con un carácter agrio y con actitud de ogro. Se arriesgó sabiendo que su amor no iba a ser fácil, que tendrían miles de obstáculos, como sus dudas, sus inseguridades y sus terribles errores. A pesar de todo eso, ambos se enamoraron.
-¡Y yo te amo a ti! – Sonrió Keira cuando se apartó de él – Estoy enamorada y si tuviera la oportunidad de conocerte en otra vida, ¡te elegiría a ti! - Suspiró - Quizá no pueda darte lo mejor del mundo, Darrie, ¡pero te prometo que siempre te daré lo mejor de mí!
Darragh suspiró para besarla varias veces en el rostro y hacerle cosquillas. Keira comenzó a reír con ganas hasta que sus ojos se posaron en el reloj de pared. Quedaban menos de cuarenta minutos para alistarse y así no llegar tarde a la oficina. Darragh notó su cambio repentino y miró con fastidio ese maldito reloj.
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La alarma del despertador sonó con fuerza muy cerca de su oído. Golpeó el aparato con brusquedad para que este se callara y miró con atención los números rojos que marcaban las 7:30 AM. El hombre hizo a un lado las sábanas y contempló el techo por unos instantes antes de levantarse de la cama y caminar al cuarto de baño para orinar.
¡Era el gran día! Y al mirarse en el espejo observó su rostro, era la cara de un hombre triunfador, decidido y muy motivado. En su boca se había dibujado una sonrisa de victoria y no pudo evitar lanzar una sonora carcajada.
-¡Hoy todo se teñirá de rojo! - dijo con aire triunfal - Hoy veremos correr sangre y la muerte lo cubrirá todo. Hoy es el gran día - exclamó emocionado y apretando los puños - El día de hoy Darragh Collingwood morirá y mi felicidad será completa. - gritó eufórico - Pero necesito un disfraz para poder salir de aquí, nadie debe reconocerme. La policía me busca como si fuera el peor de los delincuentes, pero he sido más inteligente que todos esos detectives idiotas. - exclamó feliz - Llevaré a cabo mi venganza y esos tarados no podrán detenerme.
Era más que obvio que Greco ya no se encontraba en sus cinco sentidos. Su obsesión por Darragh y su idea de querer matarlo sobrepasaban todos los límites de la razón y su odio injustificado carecía de lógica. Estaba perdido y su envidia y sus celos terminaron por cegarlo, enloqueciéndolo por completo.
Salió del cuarto de baño y caminó hasta la cama. Debajo de esta se encontraba su mochila y de ahí sacó una máquina para cortar el pelo. Iba a sacrificar su hermosa cabellera, pero su pelo siempre había sido un distintivo y Greco Alessio era reconocido y admirado por su maravillosa cabellera color azabache.
Regresó al cuarto de baño y encendió la máquina. Quiso llorar al ver como los mechones de cabello negro caían sobre el piso del lugar. Pero sin su pelo, era más difícil que lo reconocieran. Además, también había dejado crecer un ridículo bigote en su rostro, que le daba un aspecto cómico.
Greco se miró de nuevo al espejo. Con la cabeza rapada y ese estúpido bigote parecía otro. De hecho tenía un aspecto bastante ridículo. Pero era mejor que se viera mal y así pasaba desapercibido a los ojos de las personas. Entró en la ducha y se aseó a la velocidad de un rayo. Miró de nuevo el reloj, ¡sólo había pasado media hora! Se vistió a prisa y se colocó una gorra y unos lentes oscuros.
El hombre suspiró y volvió a reír con ganas antes de abandonar ese horrible cuartucho y caminar por esas callejuelas olorosas a estiércol y cuerpos descompuestos. Tomó el autobús y observó su reloj de pulsera. Eran las 8:10 AM, tenía tiempo para llegar y reunirse con el hombre que Greyson le había dicho.
Después de media hora de recorrido, el autobús se detuvo en una parada donde subieron varias personas y Greco pudo descender sin ser notado. Continúo andando por varias cuadras hasta detenerse frente a una gran bodega. Un enorme perro mestizo se acercó a él y meneó la cola en señal de saludo y lanzó un par de ladridos. Greco buscó en sus bolsillos y sacó una galleta que el can recibió. El hombre acarició la cabeza del animalito y le dio otra galleta. El perro ladró de nuevo y corrió al encuentro de un hombre corpulento y de mediana edad que se acercó a Greco con pasos agigantados.
-¿Es usted el señor Alessio? - Preguntó el hombre - Mi nombre es Ashley Todd - dijo extendiendo su mano.
-Es un placer, señor Todd - Respondió Greco apretando la mano de hombre - Soy Greco Alessio.
-Sígame por favor - Exclamó Todd.
Greco asintió y caminó detrás del hombre. Entraron en una especie de oficina y en ese lugar abundaba el desorden.
-Disculpe por el tiradero, señor Alessio - Dijo Todd y tomó una bolsa que entregó a Greco - Greyson me pidió que le entregara este uniforme, debe ponérselo. Cuando esté listo, le daré el resto de las indicaciones. - Finalizó y abandonó la oficina.
Greco se quitó la chaqueta que llevaba puesta y rápidamente se puso ese horrible overol amarillo. Se dejó la gorra y los lentes y esperó a que Ashley Todd volviera para decirle las últimas indicaciones. Consultó de nuevo su reloj, ¡ya eran casi las diez de la mañana! Tenía que estar en Sterki Motors antes de que Darragh fuera a tomar el almuerzo.
La puerta se abrió despacio y apareció Ashley Todd seguido de su enorme perro mestizo. El hombre espero a que Greco notara su presencia. Le parecía raro que ese sujeto quisiera esconderse dentro de una caja y así poder acceder a las instalaciones de Sterki Motorcycles. Le daba mala espina lo que ese tal Alessio y su amigo Greyson estuvieran planeando, pero él no podía negarle nada a Greyson, así que sólo se había limitado a acatar órdenes y a mantenerse callado para no entrar más en detalle.
-¿Está listo, señor Alessio? – preguntó Ashley – Es hora de irnos.
Greco se dio la vuelta al escuchar la voz de Todd y asintió. Caminó de nuevo detrás del sujeto corpulento hasta detenerse frente a un grupo de camiones que estaban siendo cargados con un montón de cajas y artículos de papelería.
-Usted irá en el camión número uno – exclamó Ashley Todd y lanzó un estridente estornudo – Esa caja de madera que ve ahí – dijo señalando un enorme cajón de madera que estaba en el centro de la caja del camión – Es ahí donde se esconderá – añadió el hombre – Por ahora le recomiendo permanecer fuera del mismo, pero yo le indicaré cuando usted pueda entrar en la caja de madera. Así que, cuando lleguemos a las bodegas de Sterki Motorcycles, nadie notará su presencia.
-¿Greyson me estará esperando? – preguntó Greco con nerviosismo, estaba entrando en un grado elevado de desesperación.
-El señor Greyson es el encargado de abrir las cajas de los camiones y el resto de su equipo comenzará a descargarlos. – exclamó Todd – No debe preocuparse, Greyson sabe lo que hace y creo que usted también. – añadió el corpulento sujeto – Ahora suba al camión, yo cerraré la puerta y en cinco minutos partiremos.
Greco obedeció y subió a la caja del camión con ayuda de Todd. Este último cerró la puerta y momentos después, el camión arrancó. ¡En menos de una hora estaría en Sterki Motors!
El hombre se acomodó en un rincón del camión y cruzó los brazos. Tomaría una siesta para relajarse. Los nervios se estaban apoderando de su entusiasmo y estaba comenzando a dudar de su plan. Pero ya era demasiado tarde para echarse para atrás. Cerró los ojos y en instantes se quedó dormido.
-¡Señor Alessio, señor Alessio! - Dijo la voz lejana de Ashley Todd - Estamos a pocos metros de llegar, entre en la caja por favor.
Greco se sobresaltó al escuchar la voz de Todd. Se incorporó a toda velocidad y caminó hasta el cajón para entrar en él y cerrar la puerta. Afortunadamente no tuvo problemas para respirar y permaneció en silencio hasta que sintió que el camión se detenía y la puerta se abría despacio.
-Esa caja de madera bájenla con cuidado - escuchó decir a Greyson - Van a llevarla al área de mantenimiento y por favor, no vayan a abrirla, yo me encargaré de ello.
-Como usted diga, señor. - respondieron varios hombres.
Greco pudo sentir como la caja era levantada y que era llevada dentro del lugar.
-Esta caja pesa mucho – se quejó uno de los hombres de Greyson - ¿Y si vemos que es lo que tiene dentro?
Al escuchar ese comentario, la piel de Greco se erizó de miedo. ¡No debían abrir la caja! Greyson les había dicho que por nada del mundo abrieran esa caja. Si esos desgraciados abrían el cajón, todos sus planes iban a venirse abajo.
-Recuerda que Greyson nos prohibió abrir este cajón – dijo otro hombre – Yo no voy a ir en contra de sus órdenes, ¡no quiero meterme en problemas! Mucho menos quiero perder mi trabajo. Sabes muy bien que Greyson se encargará de esta caja y lo que lleva dentro no es asunto nuestro.
-¡Está bien! – respondió el primer sujeto – Dejemos esto en el piso y salgamos de aquí.
Greco se sintió aliviado cuando sintió que la caja era colocada sobre el suelo y que instantes después, la puerta se cerraba de golpe. No pasó mucho tiempo cuando la puerta de ese lugar volvió abrirse y escuchó varios pasos acercarse hasta la caja donde se mantenía escondido.
-¿Estás bien, Greco? – escuchó la voz de Greyson – Voy a abrir la caja para que puedas salir, ya no hay nadie alrededor.
-Ábrela ya, por favor. – gritó Greco – Estoy muriendo de calor.
-Vale, vale – exclamó Greyson abriendo la caja con mucho cuidado – Ya puedes salir, Alessio.
Greco respiró profundo y tomó la mano que Greyson le ofrecía para poder levantarse. Estiró los brazos y las piernas y después dirigió su mirada al hombre que lo observaba con atención.
-¿Qué tanto miras, idiota? – gritó Greco - ¿Hiciste lo que te pedí?
-Te ves ridículo con ese bigote y ese corte de cabello – se burló Greyson – Y no, no hice lo que me pediste. Ya hice mucho con dejarte entrar al edificio, si me descubren perderé mi trabajo y eso es lo que menos quiero.
-¡Eres un imbécil! – bufó Alessio y tomó su mochila para sacar un par de pistolas y guardarlas entre el overol amarillo - ¿Collingwood ha salido a almorzar?
-No deberías arriesgarte, Greco – Murmuró Greyson – Y no, el jefe no ha salido a almorzar, se encuentra en su oficina junto a su esposa y su hermano – le respondió Greyson – Es mejor que te entregues, no tiene caso que salgas y cometas una tontería. ¿Qué pasará si te atrapan?
-¡Eso es lo que menos me importa! – dijo Alessio frunciendo el ceño - ¿Dónde está la caja con los explosivos?
-Ahí – dijo Greyson señalando una caja – Pero me tomé la molestia de desarmarla, espero no estés molesto.
-¡Eres un...! – Greco no terminó la frase, lanzó un fuerte puñetazo sobre el rostro de Greyson, pero el hombre alcanzó a detenerlo.
-Te lo repito, Greco – dijo Greyson con seriedad – Ya hice mucho con dejarte entrar, ahora ve a hacer lo que tengas que hacer y aléjate de mi vista. Y por cierto, si te atrapan no menciones mi nombre, sabes que tengo contactos en la cárcel y estos te harán pedazos antes de que termines de decir hola.
-¡Ya basta! – gritó Alessio y tomó un carrito de limpieza para salir de la bodega y dirigirse al último piso.
Greyson lo vio alejarse y se llevó las manos a la cabeza. Había hecho muy mal en no decir nada a la policía. Pero Greco lo había amenazado con violar y asesinar a su única hija. Lo único que el hombre deseaba era el bienestar de su familia y por eso había accedido a cumplir las órdenes de Greco. Sin embargo, sólo lo había dejado entrar, pero se había negado a colocar una caja llena de explosivos en la entrada del edificio. Decidió desarmarla y deshacerse de los explosivos, ¡no deseaba que Greco dañara a más personas!
Greco caminó un poco encorvado y empujando el carrito de limpieza. Subió al elevador y marcó el último piso. Para su buena suerte este se encontraba vacío y en ningún momento se detuvo. Suspiró antes de abandonar el ascensor y caminar directamente hasta la oficina de Darragh Collingwood. Se paró frente a la puerta, aguzando el oído. Pudo distinguir las voces de Darragh, Keira y el estúpido de Alfred. Respiró profundo y soltó el aire, ¡había llegado la hora de su venganza!
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-¡No puedo creerlo! – exclamó Alfred Collingwood mostrándole a su hermano los últimos porcentajes de venta – En tan sólo un par de meses hemos superado todas nuestras expectativas, ¡estamos haciendo pedazos a la competencia!
Darragh tomó la carpeta que Alfred le mostraba y analizó las ventas del año pasado con las de los últimos dos meses. Parecía que el público estaba interesado en adquirir sus vehículos y eso lo llenaba de orgullo. Suspiró y se llenó de tristeza al mirar los porcentajes de venta de todo el tiempo en el que estuvo desaparecido. ¡Eran demasiado bajos! Keira notó la amargura en el rostro de su esposo y posó sus manos en sus hombros.
-¿Qué es lo que sucede? – preguntó la mujer - ¿No estás contento con todo lo que hemos logrado? Nuestro esfuerzo ha valido la pena, ¡todos hemos puesto nuestro grano de arena para que Sterki no caiga! – exclamó la chica - ¡Yo estoy muy feliz! Y sé que ahora que mostremos los resultados a todos los trabajadores de la empresa, se llenarán de gusto. Las ganancias son muy elevadas y Sterki, como lo ha dicho Alfred, ¡está arrasando con todos! Creo que no deberías preocuparte por nada, sino todo lo contrario, alegrarte por todo lo que se ha logrado y lo que se logrará con el paso de los días.
-¡Por supuesto que estoy contento! – Sonrió Darragh – Hemos hecho un excelente trabajo. Nos esforzamos, entregamos lo mejor y aquí están los resultados – Suspiró – Todo ha valido la pena, estoy muy orgulloso de lo que se ha logrado. Sin embargo, sé que podemos dar más, estoy consciente de que estos no son nuestros límites.
-Entonces, ¿tienes cosas nuevas en mente? – Preguntó Alfred.
-Absolutamente – Dijo el hombre – He decidido trabajar en mis viejos diseños. Ahora que me mudé, me encontré con varios bocetos que creía perdidos y me concentraré en ellos. Quiero darle un giro a esta empresa, renovarla y, expandirla – Comentó Darragh.
-¿Expandirla? – Exclamó su hermano.
-¿Estás seguro, Darragh? – Preguntó Keira – Una expansión lleva...
-Años, lo sé – Comentó Darragh – Y demasiado esfuerzo, pero creo que ha llegado el momento de hacerlo. Pero, todos estos puntos los trataremos con los inversionistas en la próxima reunión – Dijo mientras tomaba a Keira entre sus brazos -¿Qué les parece si lo celebramos en un rato? Sólo nosotros tres. Vamos a almorzar y ¡soy todo oídos! Acepto ideas nuevas y frescas para comenzar con la renovación de nuestra empresa.
-Yo he pensado en algunas ideas – Murmuró Keira apretándose al cuerpo de Darragh – En el almuerzo podemos analizarlas y ver que tan factibles son.
-¡Claro, me parece perfecto!
-Yo he pensado en algunas cosas también – Dijo Alfred cruzándose de brazos – Me parece buena idea hablarlo entre los tres, así podemos preparar los planes, nuestros objetivos a futuro y presentarlos a nuestros inversionistas en la junta. ¿Qué dicen?
-¡Excelente! – Exclamó Darragh – Sólo hago unas llamadas y nos vamos a almorzar.
-¡Y yo entraré al baño! ¿Me acompañas Keira? – Preguntó Alfred con burla.
-¡Ve tú solo! Está a unos metros de aquí.
-Eso no le dices a Blake.... – Bufó Alfie y caminó en dirección al cuarto de baño.
-¡Payaso! – Se rió Keira sentándose frente a Darragh y tomó su teléfono para leer y contestar algunos mensajes de texto, dando vueltas en la silla.
Unos minutos después, Darragh, su esposa y su hermano caminaron junto a la salida. Keira se adelantó para abrir la puerta y frente a ella apareció uno de los encargados de la limpieza. El sujeto no esperó a que ellos salieran de la oficina, incluso empujó a la chica, impidiéndole la salida.
-¡Oiga! – Murmuró Keira con molestia – Aún no es hora de limpiar las oficinas.
-¿Algún problema? – Preguntó Darragh mirando fijamente a ese hombre.
-¡Por supuesto que sí! – Gritó Greco sujetando a Keira y haciéndole daño - ¡Tú eres el puto problema, Darragh Collingwood! – Exclamó mientras sacaba una pistola para apuntar directamente en la cabeza de la joven.
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¡Por Thor! Se viene lo bueno. Sabemos que Greco quiere matar a Darragh, conoce el punto débil del hombre y Collingwood hará lo posible para salvar a su amor de las manos de ese loco. Pero, ¿qué va a pasaren realidad? No se pierdan los últimos capítulos de esta historia.
Maria Decapitated
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