— ¿Es en serio? Jamas oi un caso así. — Yeonjun negaba ante mis aclaraciones, parecía imposible — ¿Segura que no le gusta el pene?

— ¡Yeonjun! — lo regañe, golpeando su hombro, él rió mordiendo su pan.

Estábamos en la cafetería de la universidad, le contaba mis tragedias en mi nula vida sexual al lado de mi querida novia. Yeonjun es una persona genial, fue mi mejor amigo en la secundaria y se podría decir que es como un hermano, pero no es secreto para nadie que nunca le cayó muy bien Roseanne, dice que su amabilidad solo le da nauseas, que necesita un poco de maldad en ella para corromper su perfecta inocencia.

Puede que sea verdad, Rosé es tan buena que desespera, jamas la he visto hacer algo malo, ni siquiera puede matar a las moscas porque cree que tienen un futuro por delante, pero ahí estoy yo atrás de ella matándolas sin piedad alguna. No cabe duda que mi pareja es virgen al igual que yo, pero la duda de que tal vez, solo tal vez, este con otra...

Suena imposible pensando como es Rosé, pero esa inseguridad nace a cada segundo de ser rechazada por ella.

— Solo digo, ¿cómo puede no darse cuenta de que quieres sexo salvaje toda la noche?

— No lo se. — bufé — Puede que no la atraiga.

— ¿Bromeas? ¿Qué clase de persona no se siente atraída por ti? Tu trasero y pechos son grandes, deberia haber caído por eso hace tiempo.

— ¡Lo se! Soy muy genial, pero ella parece no darse cuenta, ya no quiero ser virgen Yeonjun.— lloriqueé, cansada de mi penosa vida — ¿Que haré si es así hasta que muera? Jamás podré estar con Rosé.

— Te queda una última opción... — me miro fijamente, trague saliva ante sus penetrantes ojos — atacala desprevenida.

— ¿Cómo?

— Noche con velas, lencería, y comida sobre el cuerpo. Te juro que si no le gusta el pito no se resistirá a ti.

Sonaba bien, tenia que intentarlo, y si no funcionaba, debería darme por vencida de una vez por todas.