02. call me
ᨳ᭬ ⸝⸝ 🕷️◞ ◜₉
capítulo dos;
❛ llámame ❜
El sonido de la lluvia azotando las ventanas era lo único que rompía el silencio en la pequeña habitación de Delilah. El resplandor de la luz azul de la pantalla de su computadora iluminaba su rostro, reflejando una mezcla de concentración y ansiedad. Estaba sola, pero no le importaba. La soledad siempre había sido su compañera, la única que entendía la complejidad de su mente. Mientras observaba la pantalla, el nombre "Samantha Carpenter" apareció en los titulares de las noticias locales. Delilah apretó los dientes.
Samantha. Su amiga, su amante, su traidora. La había abandonado sin explicación alguna, como si nunca hubiera existido. ¿Cómo había podido hacerle esto? ¿Después de todo lo que habían compartido? Esa sensación de abandono había sido lo peor que Delilah había sentido, peor incluso que el miedo que le causaban las sombras de su propia mente. Y ahora, estaba dispuesta a hacer todo lo que fuera necesario para recuperarla, y esta vez, no la dejaría escapar.
"Voy a hacer que me necesites, Sam. Voy a hacer que desees volver a mí."
Delilah había pasado semanas investigando cada movimiento de Samantha desde que la dejó atrás, desde su implicación en algunas peleas, hasta su reciente aparición en las noticias. Pero había algo que Delilah había descubierto: Samantha tenía miedo. Un miedo que Delilah podía manipular, un miedo que podría usar a su favor.
Con una sonrisa torcida, Delilah deslizó su dedo por la pantalla táctil, buscando el contacto que necesitaba. Había alguien que podría ayudarla, alguien que tenía sus propios deseos retorcidos, pero que también deseaba lo mismo que ella: caos y control.
La pantalla se iluminó con el usuario de Amber. Desde el primer encuentro, había visto en ella una chispa peligrosa, algo que encajaba perfectamente en sus propios planes. Amber era impulsiva, cruel y, lo más importante, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para obtener lo que quería. Pero lo que Delilah no esperaba era que Amber tuviera algo más que una simple admiración por ella.
-Necesito que hagas algo por mí,
Escribió Delilah en el teléfono, su rostro frío y calculador.
La respuesta no tardó en llegar, cargada de una energía inquietante.
-¿Qué es lo que necesitas, Lilah?
La respuesta de Amber era corta, como si estuviera disfrutando del misterio que la rodeaba.
Delilah respiró hondo, dejando que el plan comenzara a tomar forma en su mente.
-Quiero que me ayudes a recuperar a alguien. La quiero de vuelta. Pero no quiero que sea solo porque lo desee... Quiero que se sienta obligada.
Hubo una pausa, y Delilah respiraba más pesadamente, como si disfrutara de la oportunidad que se le presentaba.
-Hacerla vulnerable. Que no pueda escapar. Estoy dentro. Pero necesito saber qué me vas a dar a cambio. Porque lo mío no es gratis, cariño.
Delilah sonrió, sabiendo que Amber no era tan diferente a ella. Ambas buscaban poder, pero a su manera.
-Lo que quieras. Te lo prometo.
Amber no dudó en responder.
-Me gusta tu estilo. Juguemos a tu juego. Pero te advierto: no será fácil. Vamos a necesitar algo más que solo manipulaciones emocionales para lograrlo.
-Lo sé. Pero no te preocupes. Ya tengo todo planeado. Y cuando termine, estará a mis pies.
respondió, sus ojos brillando con malicia
Delilah se reclinó en su silla, dejando que las palabras se hundieran en su mente. El plan perfecto comenzaba a tomar forma, pero sabía que necesitaría algo más que solo astucia. Necesitaba a Amber para llevarlo a cabo. Y Amber, a pesar de sus propios deseos retorcidos, estaba dispuesta a seguirle el juego.
- Perfecto. Entonces, ¿cómo vamos a empezar?
Delilah miró por la ventana, observando la tormenta que arrasaba las calles de Woodsboro. Sabía que el caos se avecinaba.
-Primero, vamos a acercarnos a una persona cercana. Vamos a hacer que crea que todo está bien. Que las cosas pueden volver a ser como antes. Y cuando se baje la guardia... ahí es cuando comenzará la verdadera diversión.
Amber, por su parte, ya estaba saboreando la posibilidad de desatar su propia versión de caos.
-Lo que tú quieras, Lilah. Pero recuerda, este juego puede ser más peligroso de lo que imaginas. No todos sobreviven a las reglas que jugamos.
Delilah apagó la computadora y se levantó, su rostro iluminado por la luz tenue de la habitación.
-Yo no soy una niña tonta, A. Entiendo las reglas. Y esta vez, no podrá escapar.
La lluvia caía en cortinas delgadas, como cuchillas afiladas cortando la quietud de la noche. Las luces de las calles de Woodsboro parpadeaban, reflejando los charcos de agua que se formaban en las aceras desiertas. Nadie en la ciudad parecía saber lo que estaba por suceder, pero para Delilah, la espera había terminado. Esta noche, sus planes se activarían.
Amber no sabía exactamente qué estaba por suceder, pero no tenía dudas de que la chica tenía todo bajo control. En sus ojos, era una diosa, alguien capaz de hacer lo que quisiera, y no podía evitar sentirse atraída por esa fuerza, por esa oscuridad que emanaba de ella. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera por ella, sin importar las consecuencias.
- ¿Estás lista?
Preguntó Delilah, su rostro suave pero lleno de una tensión palpable.
-Lo que sea necesario.
respondió Amber sin dudar. Su mirada era fija, su respiración controlada. Estaba lista para seguir a Lilah hasta el final, sin importar lo que eso significara.
Delilah sonrió de vuelta, un gesto que no era de amabilidad, sino de pura satisfacción. Sabía que era su aliada perfecta. Era joven, dispuesta a todo, y eso la hacía aún más peligrosa. Juntas, lograrían lo que ninguna de las dos podría hacer por sí sola. Y ahora, con el plan en marcha, no había vuelta atrás.
- Vamos a hacer que lo pague.
Murmuró para si misma, su voz llena de determinación.
Samantha Carpenter, pronto se encontraría cara a cara con su peor pesadilla. Pero lo que no sabía, lo que nadie sabía, era que Delilah había estado mucho más cerca de ella de lo que pensaba. Ya no se trataba solo de una revancha; se trataba de un juego retorcido, uno que Delilah estaba ganando, y en el que Samantha sería solo una pieza más.
Con un último vistazo a la pantalla, Delilah dio la orden a Amber para que comenzaran a moverse. El plan estaba a punto de desplegarse, y lo que vendría a continuación sería algo mucho más peligroso de lo que Samantha podría haber imaginado. El regreso del asesino no era solo una amenaza de Ghostface. El verdadero peligro estaba mucho más cerca, entre las sombras, esperando a que el momento adecuado llegara para atacar.
El sol comenzaba a ponerse en pleno apogeo tiñendo el cielo de un azul ominoso, que no lograba calmar el nudo en el estómago de los chicos que se reunían en la banca del patio de la escuela. Los estudiantes se dispersaban por el patio de la escuela, algunos riendo nerviosamente, otros aún con el miedo palpable en sus ojos tras el ataque sufrido en la casa de Tara Carpenter el cual aún era el tema más caliente en Woodsboro, la atmósfera estaba cargada de preocupación y miedo.
La noticia de la agresión había sacudido a todos, pero lo peor era que nadie sabía si el asesino estaba aún cerca. Los murmullos de incertidumbre se desvanecían solo por unos segundos, y luego volvían a llenar el aire con preguntas sin respuestas. Aunque nadie lo decía en voz alta, todos se sentían atrapados en una pesadilla que parecía interminable.
Wes y Amber, estaban sentados juntos en la misma mesa, la pelinegra los observaba desde el extrema, jugando con la punta de su chaqueta, tratando de no dejar escapar ninguna emoción. Sabía lo que había sucedido con Tara. Sabía que era solo el principio, pero aún no entendía del todo cómo las cosas se estaban desarrollando. Estaba ahí, pero su mente estaba lejos. Si tan solo pudiera alejarse de todo esto o tal vez no. Frente a ellos, la presencia de Mindy.
-No puedo creer que esto esté pasando otra vez -dijo Wes, mirando al frente con la vista perdida. Mindy lo miró, un nudo de preocupación apretándole el estómago.
-¿Qué hay de Sam? ¿Dijo si vendrá? - Mindy preguntó, Wes asintió distraídamente.
-Mira cómo todo empeora -Amber murmuró, él desagrado evidente en su voz.
-Escucha, todo lo que estoy diciendo es que con todo lo que está pasando ahora mismo, creo que es hora de que llevemos nuestra relación al siguiente nivel, el más... íntimo - la voz de Chad se hizo presente.
Caminó hacia ellos con su brazo alrededor de los hombros de su novia, Liv. Se sentaron en las mesas frente a los tres.
-Quiere que acepte su petición de "Encuentra a mi familia" - explicó la chica irónicamente, ante la mirada confundida de los demás.
La respuesta de Chad se desvaneció mientras la atención de Amber, que hasta entonces había permanecido callada, se giró hacia Delilah, que acababa de llegar. Caminaba con paso seguro, una presencia que inmediatamente calmaba cualquier rastro de caos en el aire. Su mirada parecía captarlo todo, mostraba una expresión de preocupación, la misma que todos los demás tenían. pero ese día , había algo en ella que hacía que Amber sintiera una extraña mezcla de atracción y ansiedad.
La chica se sentó junto a ella, sin decir palabra, pero el roce de su muslo contra el de Amber fue suficiente para hacer que la tensión se volviera aún más palpable. Delilah la miró de reojo, esa mirada que solo ellas compartían, una mirada cómplice, aunque en la cabeza de Amber comenzaban a surgir dudas.
El grupo la miró, pero fue Amber quien la observó con más detenimiento. Durante un breve segundo, sus ojos se encontraron. Amber podía sentir el peso de esa mirada, como si estuviera haciendo un cálculo, analizando cada palabra, cada gesto.
-Hola - murmuró alzando su mano.
Chad devolvió el saludo con una sonrisa nerviosa, aunque sus movimientos indicaba una ligera desconfianza. Los últimos días habían sido extraños, y cualquier nueva cara parecía sospechosa.
-¿No hay saludo especial para mi? - la pelinegra cuestióno, colocando su mano sobre el muslo de Delilah.
-Lo siento, - una sonrisa apareció en sus labios mientras se inclinaba para depositar un beso en su mejilla. Amber sonrío.
-Saldrá por la segunda o tercera muerte - la voz de Mindy las volvió a la realidad, la rubia la miró.
-¡Jesús, Mindy! ¡No hubo un primer asesinato! Tara está viva - exclamó Amber.
La chica a su lado suspiró cuando noto la forma en que Amber apretó la mandíbula. Parecía molesta.
- Mh, quiero decir... ella todavía podría morir - la morena señaló.
-¿Tara está bien? ¿No?-preguntó Delilah con voz suave.
Los demás asintieron, pero su mirada era desconfiada. No había forma de que Delilah no supiera lo que estaba pasando, ¿verdad? ¿Por qué fingir? Amber la observó por un segundo, notando la forma en que sus ojos se posaban en cada uno de ellos, como si estuviera estudiando a los demás, buscando algo. O alguien.
-Está en el hospital... no sabemos si va a salir de esta -dijo Wes, su tono grave.
Delilah asintió, pero no parecía sorprendida. Como si ya hubiera esperado algo así. Nadie más lo notó, pero Amber sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si Delilah ya supiera todo lo que iba a suceder, y eso la inquietaba aún más
-¿Qué carajo? - Amber murmuró.
- O el asesino podría volver por ella- la chica continuó sin inmutar. -Seguro que el tipo no se detendrá aquí -comentó, como si estuviera analizando la situación, haciendo un esfuerzo por ocultar su miedo con su actitud de experta en películas de terror.
-¡Joder, Mindy! ¡Vamos! - su hermano la regañó.
-Solo digo: prepárense, ¿bien? ¿spray de pimienta? Comprobado. ¿Taser? Comprobado -dijo Wes.
- ¿Ahuyenta a la novia? Comprobado - la pelinegra se burló de él, tratando de imitar su bajo tono de voz.
-¿Y si el asesino tiene que tener un sentido del humor? Porque, vamos, ¿quién más se molestaría en hacer tantas preguntas antes de apuñalar a alguien? - Chad interrumpió on una sonrisa de medio lado, haciendo un gesto exagerado con las manos como si fuera un comediante en un escenario.
-¿De qué hablas? -respondió Mindy con un suspiro, aunque la esquina de su boca traicionaba una ligera sonrisa. -¿Y en qué parte del manual de sobrevivencia menciona que el asesino tiene que ser un comediante?
-Deberías escribir un libro sobre eso -dijo Liv, con un toque de sarcasmo en su voz. Sin embargo, sus ojos recorrían la escuela nerviosamente.
Sus ojos se detuvieron en la figura corpulenta de un hombre, Vince, a quien Delilah conocía gracias a su mejor amiga, los observó con burla mientras hacía algunas señas. Liv mencionó que habían salido durante el verano, Chad en un intento de ahuyentarlo siguió con una escena incómoda en la que decidió comenzar un concurso de testosterona con el tipo pero afortunadamente la chica lo detuvo antes de que pudiera meterse en problemas poniendo su mano alrededor de sus bíceps. Se estremeció debido a un moretón y se movió para cubrir el punto lesionado.
- Tara dijo que luchó duro. Y tienes moretones -Amber señaló, levantando una ceja -¿Cómo sabemos que no es alguien de aquí, entre nosotros?
Los ojos de todos se volvieron hacia ella. Los demás parecían preocupados, pero Delilah la miró con interés, como si le intrigara la pregunta. Amber se dio cuenta de que Delilah estaba observando demasiado detenidamente. Sin embargo solo levantó una mano a su pierna para apretarla ligeramente, tal vez más para tranquilizarla que para detenerla.
- Sí, de la práctica de fútbol -respondió, enderezando los hombros como si esperara que le creyeran.
-Es cierto... -comentó Wes, rompiendo el momento de tensión. -Este lugar tiene demasiados secretos. Y creo que la última vez que alguien dijo algo como eso... no acabó bien.
La broma del chico no logró aligerar el ambiente, y la incomodidad creció aún más. Amber trató de mantener una fachada tranquila, pero no pudo evitar sentirse observada por Delilah. Como si la chica supiera algo que ella no, o peor, como si Delilah estuviera jugando con ellos sin que ninguno se diera cuenta.
Mindy, en su característico tono sarcástico, trató de aliviar la tensión.
-Lo bueno es que ya sabemos qué hacer. Siguiendo el manual, no hay manera de que el asesino no caiga -dijo con una sonrisa forzada. Pero todos sabían que ni siquiera el "manual" les garantizaba sobrevivir.
-¿Qué tal si hacemos una apuesta? -propuso Chad, rompiendo el silencio, con una sonrisa traviesa. -¿Quién cree que será el siguiente en caer?
-¿De qué estás hablando? ¡Eso no es gracioso! -exclamó Liv, con el ceño fruncido, aunque en su tono también había una ligera diversión.
-No es una apuesta de verdad, solo una forma de mantenernos distraídos. Porque, si vamos a morir, al menos que sea con algo de emoción -contestó Chad, encogiéndose de hombros.
Mindy no pudo evitar rodar los ojos, pero no pudo evitar soltar una risa nerviosa.
-¿Quién será el siguiente en caer? Bien, si insisten... yo digo que será Wes. Tiene cara de ser el tipo que, sin querer, tropezaría con algo y el asesino lo agarraría de una vez -dijo, sonriendo de lado.
-¡Oye! -protestó Wes, dándose una palmadita en el pecho. -¿Por qué yo? ¡Yo soy el que siempre se escapa!
-Es un buen punto -bromeó Amber, con una sonrisa juguetona. No podía evitar disfrutar del momento, aunque el temor seguía acechando en sus pensamientos.
Delilah se inclinó ligeramente hacia Amber, su aliento cálido y cercano. Amber sintió esa chispa en su interior, esa conexión que solo ellas compartían. Era un juego, algo inocente para los demás, pero para ellas... tenía un peso mucho mayor.
-Si fuera una apuesta, diría que serías tú la próxima -susurró Delilah en su oído, haciendo que Amber se estremeciera, pero al mismo tiempo sintiera un impulso de alegría.
-¿Qué? -Amber se giró hacia Delilah, sorprendida por la afirmación. La risa nerviosa de los demás se desvaneció por un momento, mientras el silencio entre ellas las envolvía.
-Lo siento, me refería a que... eres demasiado evidente, cariño. -Delilah bromeó, su tono suave pero con una pizca de malicia.
Amber sonrió, aunque había una leve incomodidad en su interior. No era solo el hecho de que Delilah estuviera tan cerca. No era solo la broma o el desafío. Era que, por alguna razón, no estaba segura de lo que Delilah sabía... o lo que ella misma no sabía.
-No soy tan predecible, lo sabes -respondió, empujando juguetonamente el hombro de Delilah, como si la provocación fuera solo parte del juego. Pero en el fondo, un pequeño rastro de incertidumbre se filtraba en su mente.
-Claro que lo eres - contraatacó, mientras pasaba una mano por su cabello con una gracia inquebrantable. Su tono, suave pero firme, llenó el espacio entre ellas. -Pero está bien... ¿quieres una pista de lo que está por venir?
Amber no pudo evitar la curiosidad que brotó de inmediato. Sus ojos se encontraron de nuevo, y en ese pequeño espacio, parecía que todo lo demás desaparecía. La forma en que Delilah la miraba, de una manera que nadie más lo hacía como si en realidad estuviera viendo todo a través de ella.
-¿Qué tipo de pista? -preguntó, su voz bajando un poco más.
Pero antes de que Delilah pudiera responder, los demás intervinieron.
-¡Bien, ya basta de bromas! ¿Alguien va a ayudarme a encontrar una forma de sobrevivir a esto o no? -Chad hizo un gesto exagerado como si fuera el centro de atención.
-¿Qué hay de ti, Amber? -dijo Mindy, mirándola con una sonrisa maliciosa. -¿Tú qué opinas? ¿Quién caerá primero?
Amber se echó hacia atrás en la banca, pensativa. El ambiente se había aligerado, pero la tensión aún flotaba. Miró a Delilah, que la observaba con calma. Ambos sabían que nada sería tan sencillo como parecía.
-Yo diría... que ninguno de nosotros estará a salvo, no mientras estemos jugando este juego. -dejó escapar una risa tranquila, pero sus ojos permanecieron fijos en Delilah, sintiendo cómo la atmósfera se cargaba nuevamente de significado.
Delilah sonrió de manera enigmática, y Amber sintió que algo en sus palabras había cambiado, aunque no lograba identificar qué exactamente. ¿Era una amenaza velada o solo una broma más? No lo sabía.
A lo largo de la conversación, Amber sentía la presencia de Delilah más cerca de lo que le gustaría. El roce ocasional de sus piernas, la mirada furtiva entre ellas, algo estaba cambiando. Algo que no quería admitir.
-Tal vez tienes razón -respondió Delilah, tomando su mano con un gesto casual, pero su agarre fue firme. -Pero, ¿qué sería de la diversión si no tomamos algunos riesgos?
Se quedó en silencio, su corazón latiendo más rápido. Podía sentir el peso de la conexión entre ellas, la tensión que nunca se disipaba del todo. Delilah era impredecible, y Amber no podía evitar sentirse atraída por la intriga de su enigma.
La risa y las bromas del grupo fueron interrumpidas abruptamente por el sonido de un teléfono. El tono de la llamada era lo suficientemente fuerte como para que todos se giraran hacia Amber, quien, sin querer, había sido la causante de la interrupción. Era su celular, y al ver el nombre en la pantalla, su rostro palideció.
-Es Tara. Ella se despertó - dijo Amber, mirando la pantalla con una expresión que rápidamente pasó de la sorpresa a la preocupación.
Todos los ojos se fijaron en ella, y, aunque cada uno tenía su propio miedo acechando, sabían que esta llamada no era cualquier cosa. Amber tardó un segundo en tomar el teléfono, con las manos un poco temblorosas.
Chad fue el primero en levantarse, sin pensarlo dos veces.
-Vamos, no podemos quedarnos aquí. ¡Vamos al hospital! -dijo, con la urgencia de alguien que necesitaba sentir que podía hacer algo, aunque no supiera qué.
-Oh, eh... No puedo, pero los veré más tarde - Liv se disculpó, pero solo Chad estuvo dispuesto a escucharla.
Mindy y Wes asintieron al instante, aunque los rostros de todos seguían marcados por la ansiedad. Nadie quería ser el siguiente objetivo del asesino, pero la preocupación por Tara era más grande que cualquier miedo.
Amber se levantó de la banca, sintiendo que algo en su interior comenzaba a agitarse. Era extraño cómo algo tan cercano a lo que había estado planeando empezaba a sentirse fuera de su control. Mientras los demás se apresuraban a caminar hacia sus autos, Delilah se acercó lentamente a Amber.
-¿Vamos juntas? -preguntó Delilah con suavidad, su tono de voz un tanto más bajo y cargado de una calma inquietante.
Amber, sin pensarlo, asintió. La idea de estar sola, de enfrentar la situación sin Delilah a su lado, la descolocaba. Sentía una necesidad de mantener su cercanía, una comodidad en esa presencia tan segura y tranquila.
-Claro -respondió Amber, mirando a los demás que ya estaban a punto de subirse en sus autos. Aún sin palabras, los ojos de Amber y Delilah se encontraron, un entendimiento tácito fluyó entre ellas, algo más allá de lo que los demás pudieran imaginar.
Amber se adelantó un paso, tomando las llaves de su auto con una mano temblorosa. Delilah la siguió de cerca, sus pasos ligeros y silenciosos, como si no hubiera nada que temer. La conexión entre ellas parecía más fuerte en ese momento, como si solo importara lo que ambas compartían en secreto.
Ambas subieron al auto de Amber, y cuando Delilah se acomodó en el asiento del pasajero, el aire se cargó de una tensión palpable. El motor del coche rugió al encenderse, pero la sensación de estar al borde de algo mucho mayor hacía que todo pareciera estar a cámara lenta.
-No sé si debería estar tan tranquila -dijo Amber, mientras giraba la llave para poner el coche en marcha. Su voz temblaba un poco, aunque trató de disimularlo. -¿Y tú? ¿No tienes miedo?
Delilah, que estaba mirando por la ventana, se giró hacia ella lentamente, su rostro suave pero serio.
-No. Si tienes miedo, lo estás haciendo mal. Hay algo que aún no entiendes. No estamos aquí solo para sobrevivir, estamos aquí porque hay algo más que debemos hacer. Y lo haremos... juntas. -dijo esas palabras con tanta seguridad que Amber se sintió más confiada de lo que esperaba.
La miró fijamente, casi sin poder creer lo que había oído. La forma en que Delilah hablaba, como si todo fuera parte de un plan más grande, la intrigaba y la aterraba al mismo tiempo. Pero, por algún motivo, el hecho de que Delilah estuviera a su lado le daba una extraña sensación de protección. ¿Estaba ciega por su afecto hacia ella o realmente compartían la misma visión?
El coche comenzó a avanzar por las calles de Woodsboro, pero, mientras se alejaban del colegio y se acercaban al hospital, Amber no podía evitar sentir que el ambiente en el auto había cambiado. Las palabras de Delilah seguían retumbando en su cabeza. Algo más grande estaba en juego, y parecía que ambas eran parte fundamental de ese "algo".
-¿De qué estás hablando? -preguntó Amber, su tono intentando desentrañar el misterio en las palabras de su novia.
Delilah sonrió ligeramente, un gesto que mezclaba calma y misterio.
-De todo esto, Amber. Todos piensan que están jugando a un juego del que no tienen control. Pero tú y yo sabemos algo que ellos no. Lo único que queda es descubrir quién más está dispuesto a jugar... y quién es el primero en caer.
Amber sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Las palabras de Delilah sonaban demasiado ciertas. Y, al mismo tiempo, le daban miedo. ¿Acaso Delilah ya tenía todo planeado? ¿Eran ellas las que realmente controlaban todo este caos, mientras los demás solo jugaban sus piezas?
El coche giró hacia el hospital, y Amber se obligó a respirar hondo. Estaba a punto de enfrentarse a algo mucho mayor que el ataque a Tara, algo que ni siquiera ella entendía por completo. Pero con Delilah a su lado... sentía que al menos tendría la fuerza para enfrentar lo que viniera.
El hospital de Woodsboro estaba frente a ellas ahora. Y con cada segundo que pasaba, Amber sabía que nada volvería a ser igual.
El hospital de Woodsboro estaba lleno de un aire tenso y opresivo. Las paredes blancas, los pasillos interminables y el zumbido constante de las máquinas dejaban claro que algo no estaba bien.
Los ecos de lo que había sucedido la noche anterior aún se sentían en cada rincón, pero lo peor era la incertidumbre: nadie sabía quién estaba detrás de los ataques, ni si la amenaza seguía al acecho.
Tara estaba en una habitación aislada, rodeada de monitores que vigilaban cada uno de sus latidos. A pesar de las heridas, su mente estaba alerta, intentando recordar cada detalle del ataque, pero la imagen del asesino con la máscara de Ghostface la perseguía. Aquella figura oscura había desaparecido tan rápido como había llegado, dejándola casi muerta en el suelo.
Los amigos de Tara, Chad, Mindy, Liv y Wes, estaban dispersos en la sala de espera, esperando noticias. Aunque Tara se había salvado, el terror aún flotaba en el aire como una niebla invisible. La sensación de peligro inminente era palpable, como si una sombra no se apartara de la ciudad.
Fuera del hospital, cerca de la entrada principal.
El sol comenzaba a ponerse y la luz anaranjada que se filtraba entre los árboles daba un aire inquietante al exterior del hospital. Delilah caminaba lentamente hacia la entrada, su cabello largo y rubio moviéndose suavemente al viento. Llevaba una chaqueta de mezclilla que se veía casual, pero su mirada mostraba una calma inquietante.
Sabía que la clave para mantener el control de la situación era permanecer en las sombras, alejada del centro de atención, mientras manipulaba a todos desde lejos.
Su plan estaba funcionando perfectamente. Después de todo, Amber ya había demostrado ser un títere fácil de controlar. No necesitaba que ella supiera todo lo que estaba ocurriendo. De hecho, Delilah encontraba un extraño placer en la forma en que Amber creía estar al mando, mientras que en realidad era solo una pieza más en su tablero.
Al llegar a la puerta, Delilah se encontró parada detrás de Amber, quien abrió la puerta para ella, sus ojos llenos de una mezcla de duda y resentimiento. No estaba completamente convencida de lo que estaba sucediendo, pero sabía que no podía apartarse. Ella, al igual que todos, estaba atrapada en el mismo ciclo de horror.
- Esto eso no es lo importante ahora, ¿verdad?
-¿Qué quieres decir? - Amber frunció el ceño.
Delilah se acercó un paso más, bajando la voz.
-Lo importante es que este pueblo necesita volver a sentir miedo. Y necesitamos que todos sigan el juego, Amber. No puedes dejar que tu consciencia te frene ahora. ¿Entiendes?
Amber sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. A pesar de estar en la misma sintonía que Delilah en cuanto a los asesinatos, algo en las palabras de Delilah la incomodaba. Pero en su interior, sabía que era tarde para detenerse. Ya se había comprometido demasiado.
- Ya he hecho lo suficiente... No quiero más sangre en mis manos - Amber estaba cansada, aunque sabía que eso no la hacía menos culpable. Había matado, sí, pero siempre había sido la mano ejecutora de alguien más. Esta vez, sin embargo, Delilah parecía tener otros planes.
Delilah se acercó aún más, sus ojos fijos en los de Amber.
-Tú no eres la mente maestra aquí, amor. Estás jugando un papel. Y si no sigues jugando, todo esto colapsará. Nos necesitamos mutuamente, ¿recuerdas?
Amber apretó los dientes, el temor y la ira chocando dentro de ella.
-¿Y si quiero salir de esto?
Delilah sonrió, un gesto que heló la sangre de Amber.
-No puedes. Ya has probado lo que se siente ser parte de esto. Tú y yo sabemos que ya no hay salida. Solo tienes que seguir... y luego lo dejaremos todo en manos de los demás.
La amenaza era clara, y Amber sintió el peso de esas palabras.
-Está bien, Lilah- murmuró, más por miedo que por voluntad propia.
Caminaron hacia los demás desde el pasillo principal, en silencio. Su expresión era neutral reflejando la incomodidad de la conversación anterior. Delilah formó una sonrisa, la cual había perfeccionado a lo largo de su vida, con cuidado sostuvo el antebrazo de Amber.
Actuando como una feliz pareja.
-¿Cómo está Tara? - preguntó Delilah cuando entraron a la habitación, aunque no parecía demasiado interesada.
Sabía que Tara era un eslabón débil en todo esto, pero no podía evitar sentir una ligera culpabilidad por no haber sido capaz de protegerla.
-No lo sé. Aún está en observación, -dijo Wes con una sonrisa tranquila, cruzando los brazos.
Tara seguía recuperándose lentamente. Sus amigos, aunque visiblemente cansados, no la dejaban sola. De repente, la puerta de la habitación se abrió, y uno de los médicos entró con noticias que no hacían más que aumentar la ansiedad de todos.
--Tara está fuera de peligro, pero necesita descansar. Las heridas fueron graves, y no podemos predecir cómo se sentirá en los próximos días.
El grupo asintió, aliviado pero no completamente tranquilo. Algo en el aire seguía siendo extraño. Aunque no podían poner el dedo sobre el problema, todos sentían que la amenaza no había desaparecido, y que tal vez, en algún lugar cercano, el asesino ya estaba planeando su siguiente movimiento.
Delilah sonrió suavemente, saludando a la chica.
-Solo quería ver cómo estás, Tara. He oído lo que te pasó. No te preocupes, esas cosas nunca son fáciles.
-¿Y tú quién eres? - interrumpió , observando a Delilah con una mirada cautelosa. - No te había visto por aquí antes.
Delilah la miró unos segundos, casi desinteresada, pero con una chispa de inteligencia en sus ojos.
-Soy Delilah. No estudio en la misma escuela que ustedes pero bueno, como tenemos una amiga en común - señaló a Amber quien la sostenía por la cintura -, pensé que tal vez me permitirían unirme a ustedes. Aunque, claro, no quiero ser intrusiva.
Tara la miró con cierto aire de desconcierto, pero antes de que pudiera responder, Mindyintervino rápidamente.
-¿Sabías que son novias? - au tono era mordaz, aunque su inquietud era evidente. No confiaba en nadie, especialmente en una desconocida como Delilah.
Delilah no mostró ni un solo rastro de incomodidad. En cambio, dio un paso más cerca, su sonrisa amplificándose mientras levantaba la mano como si estuviera tratando de calmar a la situación.
-Era un secreto hasta hace poco. - su tono suavizándose como si estuviera haciendo un favor - Pero no es por eso que estoy aquí. Quiero ayudar. Si me permiten unirme, quizás podría hacer que este sitio se sienta un poco menos... peligroso.
La alusión a los eventos pasados de Woodsboro, las masacres que habían ocurrido durante años, hizo que todos los presentes se tensaran un poco más. Nadie quería revivir esos recuerdos.
- ¿Por que actúan así? - preguntó Amber con una ligera sonrisa, pero su voz sonó tensa.
Delilah se giró para mirarla, y sus ojos brillaron por un momento.
- Solo están preocupados, cariño.
Amber no sabía qué pensar. La tranquilidad con la que Delilah hablaba la desconcertaba.
-¿Qué estás haciendo aquí? - preguntó Tara nuevamente m, notando que algo no cuadraba.
- Solo quería ver cómo estaba todo después de lo que sucedió. Ya sabes, apoyo moral... y, si te soy sincera, me intriga cómo todos están manejando la situación. Es un juego peligroso, ¿no lo creen? - Delilah sonrió suavemente, como si la idea de una nueva masacre no fuera más que un juego del destino.
El grupo, desconcertado, miró a Amber en busca de una reacción. Tara, aunque cautelosa, se sintió incómoda por la forma en que Delilah parecía saber tanto sobre ellos.
- No lo sé... está bien, - dijo Tara, tras una larga pausa.
Delilah asintió con una ligera sonrisa observaba cuidadosamente a cada uno de ellos. Con cada movimiento, veía cómo sus corazones latían con miedo, cómo sus mentes estaban llenas de dudas, pero ella, como la autora de este nuevo juego, ya había tomado su decisión:Woodsboro sería su escenario, y ninguno de ellos lo sabría hasta que fuera demasiado tarde.
El sonido de la puerta de la habitación ser abierto hizo que todos pusieran su vista en ella.
El corazón de Delilah soltó al verla antes de que pudiera siquiera registrar su presencia, comenzó a latir violentamente, un sentimiento que fue muy lejano a emoción.
Chad, Mindy, Wes y Amber se pusieron de pie casi en el mismo orden en que estaban sentados, como si la sorpresa de uno pasara al otro y desapareciera en el momento en que se levantaron. Todos estaban demasiado sorprendidos, y si era honesta, incluso ella también lo estaba.
Delilah no podía evitar sentir un nudo en el estómago. La emoción y la furia que la habían impulsado durante tanto tiempo, por fin estaban a punto de materializarse. Había pasado algunos años desde que Samantha la había abandonado, desde que había decidido alejarse sin una palabra, sin un aviso.
A lo largo de ese tiempo, Delilah había planeado cada detalle de lo que haría cuando la encontrara nuevamente. Su obsesión por Samantha había crecido hasta límites peligrosos, alimentada por la idea de que, si no podía tenerla, nadie más podría. No se trataba solo de venganza, sino de una necesidad visceral, una necesidad de control, de recuperar lo que sentía que le pertenecía.
No era un secreto que Delilah había seguido cada uno de los movimientos de Samantha en los últimos meses. Sabía dónde vivía, dónde trabajaba, los lugares que solía frecuentar. Nada pasaba desapercibido. Cada movimiento de Samantha la acercaba más a su objetivo, y a pesar del miedo que esto pudiera generar, Delilah sentía una extraña satisfacción. Ahora, ella estaba en control, y nada la detendría.
Sam se deslizó por el lugar bajo la atenta mirada de Delilah, a la cual ni siquiera se dirigió, ignorando a los demás chicos, se arrodilló frente a la cama de su hermana, colocando su mano contra el hombro de Tara con extrema delicadeza.
-¿Cómo te sientes? - preguntó, mirando a Tara a los ojos.
- Viniste...- murmuró y por un segundo vio que su barbilla temblaba.
- Por supuesto que vine - respondió como culpa.
Sabia que sentía culpa, por haberla dejado. Deseo por un momento que Sam también se sintiera asi por ella. Pero sabia que no pasaría.
La joven no podía ignorar las cicatrices emocionales que Samantha había dejado en ella. Si bien no era ingenua, sabía que en el fondo de su corazón aún quedaba una parte que anhelaba la relación que habían tenido. Si no podía tenerla de nuevo como antes, la tomaría de una manera diferente, más oscura. La venganza no era solo una cuestión de dolor; era una cuestión de poder.
El silencio incómodo inundaba la habitación, el aire tenso daba una sensación de vacío. Amber sostenía su cintura en un fuerte abrazo, no era la mayor fan de Samantha. Para desviar la atención de su vergüenza, rápidamente presentó al chico que estaba allí con ella y al que ni siquiera me había dado cuenta.
Richie. Su novio.
Tara sonrió, moviendo la mano como forma de saludo. Mientras tanto, Sam caminó alrededor de la cama para poder saludar a los chicos. Cuando llegó a Wes, las piernas de Delilah casi temblaban. Amber, observaba en silencio. A pesar de su juventud, había probado ser una pieza clave en los planes de Delilah. Desde el momento en que se conocieron, Delilah supo que Amber era alguien que haría lo que fuera por ella. La admiración de Amber hacia Delilah, y su capacidad para obedecer sin cuestionar, las había unido en un vínculo que, aunque peligroso, era extremadamente efectivo.
Tan pronto como los ojos de ambas se encontraron todo el mundo alrededor parecía desaparecer. No quedaba nadie; ya no estaban en el hospital porque Tara casi había muerto. No estaba su novio que las miraba con confusión o su novia que las miraba casi con ira, Solo era ellas dos.
Justo como al inicio.
-Hola, Samantha - Lilah susurró con una sonrisa inquietante extendiendo la mano para que la mayor la tomara.
Sam solo asintió mientras dirigía la mirada a Amber, distanciándose, ya que debía haber entendido que el contacto no podía durar tanto.
-Gracias por llamarme - Sam murmuró hacía Wes.
-Por supuesto - respondió.
Delilah sonrió dulcemente viéndola irse. Se volteo hacia Amber, notando la forma en que miraba a Sam mientras la mujer se volvía hacia su novio, ignorándola por completo.
-Estos son Chad y Mindy; los gemelos, Wes, y Amber- comenzó a presentarlos, ellos saludaron a Richie con un movimiento de la mano casi sincronizado - y yo... solía cuidarlos a todos -finalizó.
Delilah tuvo que contenerse de rodar los ojos cuando no la mencionó, como si no fuese importante.
- Que es como siempre me gusta que me presenten - dijo Wes con ironía.
Delilah se rió, pero Amber sabia que lo hizo para llamar la atención en lugar de porque pensaba que era gracioso. Como si Sam no la hubiera mirado a los ojos momentos antes.
-Oh, Delilah, hola. Lo siento, no me di cuenta de ti- habló con un tono de voz seco; como si se hubiera visto obligada a saludarla.
Amber rodó los ojos con frustración, apretando inconscientemente la cintura de su novia. La mirada de la mayor se detuvo en ellas, lo que pareció ser demasiado tiempo.
-Oye - Amber dijo, usando el mismo tono de voz que Sam acababa de usar.
La figura de Samantha Carpenter seguía siendo una obsesión en la mente de Delilah, pero lo que más la consumía era el hecho de que había sido rechazada. Después de todo lo que habían compartido, después de las noches secretas, las promesas rotas, la había dejado sin una palabra, sin un gesto de arrepentimiento. Y eso no podía quedar impune.
Desde el primer día que Delilah supo que Samantha la había dejado, había comenzado a tejer su red. A lo largo de semanas y meses, había reunido información, hecho conexiones, creado situaciones en las que Samantha caería sin darse cuenta. No solo quería vengarse, sino también hacer que Samantha sufriera, que supiera lo que era vivir bajo el control de Delilah.
Y ahora, en esa noche lluviosa, con Amber a su lado, Delilah estaba más cerca que nunca de conseguir su objetivo.
hello, samantha
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