—Chan~ —el lindo y adorable omega de 26 años llamaba a su pareja para recibir más atención.

—¿Sí? —el alfa rubio de 31 años dejó el libro que tenía en manos para abrir sus brazos y poder abrazar a su pequeño esposo.

—Sabes que te amo, ¿verdad? —alzó su mirada para ver los oscuros ojos de su alfa.

—Me lo dices todos los días —sus manos bajaron hasta la cintura de su adorable pareja para levantarlo como un bebé.

—Esto es perfecto... ¿Pero sabes qué sería más perfecto? —se abrazó al cuello del alfa.

—¿Qué, mi amor? —besó su mejilla y después su naricita.

—Expandir nuestra familia —se separó mirando los ojos de su alfa.

—¿Quieres un... perrito? Porque puedo comprar uno, no, mejor adoptemos uno. ¿Sabes qué? Iré al refugio ahora —bajó delicada y rápidamente a su omega, escapando nuevamente de esa charla.

—¡Chan! —también quería un perrito... pero su alfa volvió a evadir el tema, cuando quiso seguirlo el alfa ya estaba en su automóvil yendo al refugio como se lo había dicho.

El adorable y pequeño omega no sabía la razón por la cual su alfa evadía tanto el tema, podía decirle que aún no es momento, pero ni eso se digna a decir, no dice ni sí ni no y eso es lo que más lo confunde.

—Amor~ —un poco nervioso Chan volvió a hacer aparición dos horas después.

—Dijiste que fuiste al refugio. ¿Por qué tardaste tanto si está a dos cuadras? —también lo confundía que haya ido en la movilidad.

—Pues... este pequeñito no va a dormir en el piso, ¿o sí? —mostró una cajita con agujeros arriba.

Jeongin la tomó y la abrió, un adorable y pequeño labrador retriever lo miraba y pronto movió su corta y pequeña cola.

—¿Cómo conseguiste una raza cara en un refugio? —sacó al cachorrito y lo acunó en sus brazos, amaba ese aroma a cachorritos.

—Me dijeron que los rescataron de un contrabandista, tiene una herida en su patita, así que cuidado —mientras Jeongin pensaba en un nombre para el perrito, Chan bajaba del auto una bolsa de comida balanceada, una cama grande para cuando crezca y una bolsa llena de juguetes además de un collar para cuando le consigan un nombre.

Jeongin veía atentamente lo mucho que Chan se esmeró buscando lo mejor para su, ahora, mascota.

Si, sucedió de la nada, Chan estaba tan nervioso que escapó de la situación y volvió con un perrito, lo normal.

Serías un gran padre...

Ahora Jeongin tenía un plan, Han Jisung, su mejor amigo omega desde la secundaria, 26 años, con un pequeño hijo de cuatro meses y un alfa de 32 años, Lee Minho.

Aquel amigo le contaba sus intentos de meter la idea de un bebé en la cabeza de Minho, bromas, indirectas, pinturas, Jisung intentó de todo hasta que, al fin, Minho tomó la iniciativa de la charla para tener un cachorro.

Seguiría los pasos de su sabio amigo que todo lo pudo para intentar que Chan al menos pueda afirmar o negar que quiere un cachorro.

Pero de que Jeongin tendría una respuesta, ¡la tendría!