Las semanas habían pasado y se le habían hecho largas, pero de una manera agradable, pues volvió a recuperar su vida, ahora ocupaba su tiempo en cosas que le gustaban y finalmente había dejado atrás esos momentos difíciles que atormentaban su mente cada que los recordaba.
Había conocido al novio de Seungmin y padre del bebé que esperaba, su nombre era Seo Changbin, quien verdaderamente era un hombre muy gentil, guapo y bastante ejercitado, sin contar que estaba atemorizada por el embarazo de su novio.
Desde que los vio de inmediato supo lo mucho que se amaban, y le deseó mucha suerte a la hora de conocer la familia, sobre todo a MinAh, con quien más la iban a necesitar.
En otras noticias, Jeongin había comenzado a trabajar junto a Jongsuk y le estaba yendo muy bien, había sabido compenetrarse lo suficiente con él e incluso pasaban mucho tiempo juntos, tanto, que ya habían comenzado una pequeña relación amorosa.
Pequeña en realidad porque aún lo estaban intentando, la verdad es que eran dos adultos aun conociéndose y que se atraían mutuamente, pero sin pensar en una relación a futuro, por lo menos Jeongin no lo veía así. No era el motivo de que no le gustase lo suficiente o que no se sintiera extremadamente bien con él, era simplemente Hyunjin, esa garrapata indeseable que aún no salía de su cabeza y yo sencillamente no podía cometer el mismo error que él.
Sus tiempos de compartir con Chan se habían reducido en más de la mitad de un porcentaje, ya que tener dos trabajos, administrar su empresa y la de su padre, había provocado que casi nunca se vieran y solo se comunicaban por teléfono, pero no era lo mismo.
Era viernes por la noche, Jongsuk había salido de la ciudad y después del trabajo había ido a encerrarse en su habitación, pero obviamente la idea de verse con Chan no se hizo esperar, así que lo había llamado para ir a visitarlo y en este momento caminaba por el pasillo de su casa mientras se dirigía a su habitación, donde tocó tres veces para así llamar su atención.
—¡Pasa, Jeongin! —exclamó, sabiendo que quien tocaba su puerta era yo y así lo hizo, encontrándolo con el teléfono en su oído mientras conversaba muy sonriente. —Dame un segundo que estoy hablando con Mariela —susurró.
Se quedó parado en medio de la habitación mientras lo observaba hablar con Mariela, a quien de hecho aún no conocía, pues siempre que intentaba conocerlo estaba trabajando, de viaje en Júpiter o de viaje en Marte, pues según Chan él era una mujer independiente muy ocupada, pero a Jeongin en realidad se le hacía que esa ocupación era una completa farsa de su parte para despistarse, pues cada vez se convencía más de la teoría que se había creado.
Se acercó a la cama y se sentó a su lado mientras la escuchaba hablar muy feliz con Mariela, y frunció el ceño al ver como la pantalla de su celular se había prendido quizás en un brusco movimiento de esos que él estaba haciendo en la cama por la emoción al hablar, pero rio burlesco cuando se percató de que en la pantalla no había ninguna llamada en línea, así que decidió sacárselo de las manos.
—¿Sabes? Pienso que deberías tener un poco más de cuidado cuando finges que estás hablando por teléfono —comunicó, tirando el aparato sobre la cama después de bloquearlo con sus propios dedos. —O Mariela te cortó la llamada, o estabas fingiendo que hablabas con tu supuesta princesa.
—La llamada se cortó, es normal —contestó de lo más natural.
—¿Quieres dejar de mentir, Chan? —le preguntó por infinita vez.
—Es que yo no estoy mintiendo en nada, dime ¿Qué ganaría con fingir que estaba hablando con alguien? ¿Y más si no tenía idea de que ibas a venir?
Se levantó de la cama ofuscado mientras se tiraba en el pequeño sofá que había en su habitación.
—Sabías perfectamente que yo iba a venir, y el hecho de que supieras que era yo al tocar la puerta me hace pensar que fingiste esa llamada para que yo creyera que de verdad existe Mariela.
—O sea ¿ahora insinúas que yo inventé a Mariela? —preguntó en reclamo, apoyando su barbilla entre las palmas de sus manos y mirándolo atentamente.
—Claro que lo inventaste —le dijo con delicadeza, aun sentado en la cama también con su mirada fija en el rubio. —Dime la verdad de una vez por todas, ¿Eres gay?
Suspiró con frustración, mirando el techo de la habitación mientras acariciaba su cabeza con sus manos.
—¿Qué tiene que ver el hecho de que estuviera fingiendo una llamada con que sea gay?
—Sabes que no me baso sólo en esa llamada para creer que lo eres —le recordó, parándose entonces de la cama y acercándose a él. —Chan, eres mi mejor amigo y me siento terrible al pensar que nunca te he conocido realmente. Pienso cada noche en ti y en el hecho de que quizás hay veces en las que has estado pasando por momentos difíciles y yo sencillamente no me he dado cuenta, no he prestado atención, y mucho menos he sabido ver más allá de sus ojos para entenderte y entender lo que posiblemente vives.
—No digas eso, tú eres un excelente amigo, Innie —susurró, y pudo ver las lágrimas acumularse en sus ojos, algo poco usual en el mayor.
Le dio un pequeño abrazo mientras cerraba sus ojos, y la soltaba en segundos para sostener sus manos y entrelazarlas junto a las mías.
—Chan, dime la verdad —pidió, mirándolo directamente a los ojos. —¿Sientes algo por Félix? —esperó su respuesta, que nunca llegó, sin embargo, sus lágrimas ya derramándose hablaban por sí solas. —Está bien —siguió, conversando en susurro. —Comencemos por el principio... ¿Eres gay?
—Sí, lo soy —confesó, y Jeongin cerró los ojos.
No era el hecho de que no le gustara su confesión, era la rabia que lo consumía por dentro al nunca haberse dado cuenta por sus propios medios, algo que debía ser obvio.
Sin pensarlo dos veces volvió a estrecharlo entre sus brazos, abrazándolo fuerte y haciéndolo sentir querido mientras él lloraba, y se contagiaba, le hacía añicos ver a su amigo desvanecido en llanto.
—Tranquilo —susurró, deshaciendo el abrazo y volviendo a quedar frente a él, aun hincado en el piso. —No es nada malo que seas gay, Channie, eres igual que yo y que todos.
—Las cosas no son tan fáciles, Innie —anunció, limpiando su cuello mojado debido a las lágrimas, y yo negó con la cabeza.
—Lo son cuando te aceptas como eres —se levantó del piso mientras la arrastraba conmigo y volvía a envolverla con sus brazos. —No es malo que seas homosexual, Channie, lo malo es en quien pusiste los ojos —bromeó mientras lanzaba una carcajada y él le seguía los pasos.
Por lo menos lo estaba haciendo reír.
—Félix no es tan amargado y superficial como crees o como parece —espetó, mientras su risa se hacía más fuerte gracias a su comentario.
—Es que eso es porque lo ves con otros ojos, amigo.
—No, en realidad lo conozco muy bien.
—¿Okey...? —dejó de reírme en el instante en que su semblante cambiaba de alegre a serio. —¿A qué te refieres con eso?
Lo miró varios segundos sin especular palabra en los que se creaba una hipótesis, o más bien le partía la cabeza porque ahora sí que no podía creer lo que se estaba imaginando.
—Félix y yo tuvimos una relación —confesó, sorprendiéndose a tal punto en el que cayó sentado a la cama sin poder creerlo.
—Félix y tú juntos —susurró extremadamente confundido, mirándolo a los ojos. —¿Entonces Félix es...?
—Gay —contestó por el menor, rompiendo más su cabeza de lo que ya estaba. —Félix también es gay, Jeongin.
—Pero ¿Cómo así? ¿Cuándo estuvieron juntas, Chan? —indagó, necesitada de respuestas.
—Fue cuando su familia vino a vivir a la ciudad, todo comenzó antes de que regresaras de Rusia, siempre intenté convencerme de que mi preferencia sexual eran las mujeres hasta que conocí a Félix, e inició mi dulce tormento.
—Pero ¿Ya no están juntas? —preguntó, aunque eso era obvio.
—Obviamente no, hace tiempo nos dimos cuenta de que no funcionaría.
Negó con la cabeza, sabiendo que el hecho de que no funcionaran las cosas se debía al miedo de los comentarios que surgirían por su relación, como siempre.
—¿Y por qué él está ahora con una mujer si es gay? —preguntó, sumándole una pregunta más a su cabeza de las que no tenían respuestas.
—Que adivine el adivinador —susurró.
—¿Tú o yo?
—Yo tonto, ¿No ves que fui yo el que estuvo con Félix? Jeongin presta atención.
—Bueno perdón, no tengo culpa de aun no poder digerir que mi mejor amigo es gay y tuvo una relación con el rubio teñido del hermano de mi exesposo, quien resulta que también es gay.
—Ya Jeongin, no lo insultes —pidió en un susurro, y no pudo evitar mirarla con cierta pena, así que suspiró, y habló:
—¿Aún lo quieres? —preguntó cariñosamente, y sintió un vuelco en el corazón cuando asintió levemente, bajando su rostro. —Chan... —corrió a abrazarlo. —Lamento que las cosas no hayan funcionado entre ustedes.
—No te preocupes, he sabido superarlo y sobrellevarlo —aun abrazados caminan alrededor de la habitación y juntó su cabeza con la suya. —Pero como dice el dicho amigo, ni contigo ni sin ti, tienen sus males remedio.
—No digas eso Chan, mira que no sabes ni siquiera lo que te tiene preparado el destino, y estoy seguro de que vas a ser feliz con alguien más.
—Bueno ya, dejemos este tema, trato de superarlo y así no lo haré nunca —expresó, haciéndolo reír por un momento de sus mágicas reposiciones, fingiendo ser el más fuerte aun cuando podía ser la más débil de todos. —Quería decirte algo que pasó esta tarde aquí.
—¿Qué ocurre? —preguntó confundida, deteniéndose en medio de la habitación.
—Es Jennie —admitió, y rodó los ojos. —Llamó esta tarde para avisar que regresa mañana de su viaje.
—¿Y qué?
—¿Y qué? ¿Es enserio, Jeongin?
—¿Qué me importa eso a mí? —indagó, a pesar de que le daba poca importancia.
—Innie, si ella de verdad anda con Hyunjin, es probable que él también regrese mañana a la ciudad.
Se paralizó al pensar en esa posibilidad por unos segundos, y también en el hecho de que si en realidad regresaba lo iba a ver con Jongsuk, y viceversa, él lo iba a ver con Jennie, y ambos se verían con sus nuevas parejas.
Iba a ser un largo fin de semana.
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