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v.

CHAPTER FIVE.

jungkook despertó en su antigua habitación en casa de sus padres y se quedó mirando al cielo azul afuera de la ventana. su corazón latió rápidamente contra sus costillas, mientras su mente se movía a través de los acontecimientos del día anterior.

rodándose de costado, se acurrucó en una bola mientras una fuerte avalancha de insoportable alegría y añoranza lo golpeaba. había sido dosificado la noche anterior con tranquilizante alfa. un fármaco creado para ayudar a los alfas a comportarse civilizadamente antes del emparejamiento, en caso de que fueran incapaces de firmar el contrato con su omega inmediatamente.

no era una experiencia desagradable el sentirse drogado, aunque no tan divertida como con el sutil alucinógeno que yu-gyeom había conseguido con un compañero de último año durante un par de veces en la preparatoria. había sido gracioso y raro, con las pequeñas flores danzarinas siguiéndolo, y aves que le hablaban en el idioma italiano del viejo mundo.

por el contrario, el tranquilizante alfa era como una pacífica y fresca brisa en sus venas. hacía que el mundo fuera menos intenso ahora que sus hormonas de alfa se habían disparado, pero no lo volvía un inútil como el supresor utilizado por los guardias de seguridad en la biblioteca. sólo relajado. definitivamente le había ayudado a apartar su entusiasmo y miedos durante la noche anterior para poder conciliar el sueño, pero ahora se estaba perdiendo el efecto.

energía palpitó dentro de él. se preguntó qué estaba haciendo su omega, donde estaba en ese momento, cómo se sentía respecto a lo que había sucedido.

el rector bae no había lucido muy optimista el día anterior, y el policía que había tomado su declaración, pareció tenerle lástima aunque no comprendía totalmente por qué. luego estaba el susurro cálido y urgente de sus padres durante la noche anterior. había querido permanecer despierto para escuchar su conversación, pero después de que le dieron el tranquilizante alfa y una extraña copa de vino, había estado tan somnoliento que dejó que su padre lo llevara a la cama.

recordaba la forma en que el apuesto rostro de su padre denotaba el agotamiento repentino mientras lo colocaba en su cama con su gentileza habitual.

—todo estará bien, hijo —le había dicho su padre, pasándole una mano por el pelo y dándole un beso en la frente, de la misma forma en que lo hacía cuando era un niño pequeño—. haremos lo correcto para ti.

su papá había aparecido en la puerta con una copa en la mano, whisky, lo que significaba que estaba estresado. su padre se levantó y fue junto a su pareja. ambos se le habían quedado viendo desde la puerta abierta, en un par de siluetas negras iluminadas por las lámparas del pasillo. había luchado por mantenerse despierto, con ganas de salir de la cama y seguirlos a su recámara, y escuchar afuera de su puerta.

incluso en su estado aturdido, había sabido que era un alfa enfrentando una situación inusual, y no podía dejar que lo trataran como a un niño. a ningún omega le gustaría eso. en especial, no a uno mayor. tenía que ser fuerte y estar listo para regir. pero para hacer eso, tenía que saber las cosas, y sus padres no le estaban dando todos los hechos. sólo los que pensaban que necesitaba oír.

pero el sueño lo había engullido con avidez y lo escupió en la luz de la mañana. la misma luz que ahora se arrastraba por el piso de su habitación. sombras de ramas de árboles siendo sacudidas por la brisa otoñal, se filtraban a través de la ventana abierta y enfriaban la habitación.

se incorporó con cautela, aunque el vino y tranquilizante alfa no lo habían dejado tan mareado como la botella de brandy que yu-gyeom había robado del gabinete de licores de su padre, y colado en su dormitorio el primer día de clases. se lo habían tomado todo, luego tuvieron sexo, y después tuvieron un poco más. a jungkook se le había dificultado el venirse después de consumir tanto alcohol, pero yu-gyeom se había comportado tan obscenamente como algunos de los omegas lo hacían en los videos educativos.

pero a la mañana siguiente había sido incómodo, con yu-gyeom vomitando por todas partes y la cabeza de jungkook con una contusión en el costado.

por no hablar de la culpa habitual de yu-gyeom...

se giró hacia su buró y descubrió un vaso con agua y otros cuatro tranquilizantes alfa. brillaban en la luz del sol, eran azules, y como del tamaño de las pequeñas cuentas de un collar de un niño. primero se humedeció la boca con el agua y luego agarró las pastillas para estudiarlas.

¿qué pasaría si no las tomaba? ¿se sentiría muy abrumado por la imprimación, por el deseo de estar con su érosgápe, que cometería una locura? ¿se saldría por la ventana y atravesaría todas las calles hasta llegar a la avenida roble para tocar la puerta de jung hoseok, hasta que ya sea le fuera permitido entrar o diera un espectáculo de sí mismo?

¿o la policía vendría de nuevo?

cerró los ojos, apretando las pastillas en su puño. dejó que la sensación cayera sobre él, el tirón del deseo, la necesidad de copular y emparejarse. ¿era dolor o placer? ¿ambos? se sentía como una herida abierta, algo que necesitaba tratamiento, y el único ungüento era la presencia de hoseok.

hoseok.

¿de todos modos, quién era él? ¿qué sabía realmente sobre él? un profesor.

un hombre de pelo negro.

un hombre con ojos verde musgo.

una voz que se curvó dentro de él y se agarró con fuerza, pero de forma dulce.

aunque no todo eso era real. era el instinto, las feromonas y la imprimación.

¿quién era hoseok? ¿qué tipo de persona era? había estado solo desde hacía mucho tiempo.

hoseok no sería como un joven omega que acababa de salir de monte jurado. el tipo de omega que jungkook había asumido que sería su érosgápe, y cuyo único obstáculo por superar sería tener diferentes opiniones sobre equipos deportivos y planes vacacionales.

no, hoseok tendría opiniones de acuerdo a su vida y experiencias que no compartieron juntos, y que jungkook necesitaría conciliar.

agarró una de las pastillas y se la tomó. esperó unos minutos, curioso de cuán rápido le haría efecto y si una dosis más pequeña le haría algo en absoluto. su mirada siguió las sombras cambiantes de las ramas de los árboles.

en algún lugar de la avenida roble había un hombre que era suyo. un hombre del que no sabía nada.

un hombre a quien sus padres veían como una amenaza. el murmurante instinto alfa lo buscaba incesantemente.

«¿dónde, dónde, dónde está, estaba aquí ayer por la noche, a dónde se fue?»

a medida que el tranquilizante alfa hacía efecto, la urgencia disminuyó un poco. como bajar el volumen de la nueva radio de su papá. ¿realmente necesitaba las cuatro pastillas? ¿era tal esclavo de la fisiología, que necesitaba tomarse las cuatro?

tal vez sólo una más.

se tomó una segunda pastilla azul y luego se terminó el vaso de agua.

se levantó de la cama y se dirigió al baño adjunto a su habitación. una puerta daba hacia el pasillo y otra a su dormitorio. cerró ambas con seguro, orinó, se duchó y afeitó.

se tomó su tiempo, lavando hasta su último pelo, a pesar de que sus entrañas estaban temblando mientras un pequeño plan crecía en su mente. sabía que la parte más importante de cualquier plan, era tener en mente un resultado deseado, y su resultado era muy simple: obtener más información sobre jung hoseok.

esperar a que sus padres llamaran a hoseok e hicieran arreglos para reunirse, a que su padre descubriera cualquier suciedad por medio del investigador privado que sin duda habría contratado la noche anterior, o esperar como un pequeño conejito tímido, una reunión cuidadosamente dispuesta con sus abogados y familia presentes, no iba a darle la información que necesitaba ahora mismo.

sólo había una manera de conseguir eso.

alació su pelo rubio en una caída más ordenada sobre su frente, deseando tener una capa de músculos que no poseía, y luego se vistió rápidamente con la ropa que tuvo más a la mano: pantalones color caqui, una camiseta azul claro, y tenis.

hizo el menor ruido posible al regresar a su habitación. luego se acercó a la ventana, la deslizó para abrirla y salió por ella hacia el inclinado techado, antes de precipitarse hacia la enredadera en el enrejado.

las suelas de sus tenis retumbaron en el suelo y estuvo fuera, caminando por la acera al otro lado de la calle, en dirección norte y hacia la avenida roble y jung hoseok.

no le hacía falta una dirección. aun así de medicado como estaba, reconocería el aroma de su omega a ciento cincuenta metros de distancia.

el tranquilizante alfa fluyó a través de él con suavidad, haciéndolo sentir seguro de que sería capaz de contener sus impulsos con la mitad de la dosis que sus padres le habían dejado. de todos modos, sólo para estar seguro, había echado una de las píldoras adicionales en su bolsillo.

mientras caminaba admiró la mañana. las calles estaban recién barridas por los nuevos camiones que la ciudad había comprado para aplastar y recoger basura. las personas iban deprisa hacia su trabajo o escuela, con lo que tardíamente le hicieron razonar que faltaría a clases. tendría que pedirle a yu-gyeom sus apuntes.

la última moda para los omegas comprometidos, era traer un broche circular dorado en los cuellos de sus camisas, una señal para cualquier alfa de que no estaban solteros, disponibles para subrogación, ni para simple y llana diversión. notó que algunos llevaban un broche dorado, otros uno plateado, y un omega adinerado llevaba uno de diamantes en su camisa de vestir bien almidonada, fajada con un grueso cinturón de cuero y un estilizado pantalón hecho a la medida.

jungkook asintió hacia el hombre mientras pasaba a su lado. sabía que su papá no usaría uno y que los encontraría ofensivos, pero desechó la idea cuando sus ojos captaron a una pareja riendo en la panadería.

estaban en la misma sintonía, ambos vestidos casualmente, como si estuvieran de vacaciones y acabaran de salir de la cama para comprar los cafés calientes que llevaban humeando en sus manos. se pasaron entre ellos una bolsa blanca con panes azucarados.

—¡es mi favorito! —exclamó el moreno, sacando un empalagoso pan de canela.

su alfa se estremeció por la declaración y acercó a su omega, besándole la frente. —como si pudiera olvidarlo.

¿cuál era el postre favorito de hoseok? ¿o color? ¿a dónde le gustaba ir de vacaciones?

las entrañas de jungkook se retorcieron, con un extraño pánico agrupándose dentro de él. ¿qué si a hoseok no le gustaba la playa? ¿qué pasa si la casa donde jungkook había pasado la mayor parte de los veranos de su vida, era dejada abandonada por hacer viajes aventureros a montañas cubiertas de nieve y acampadas congelantes, solamente para complacer a un hombre que acababa de conocer?

¿quién era hoseok? ¿qué era lo que tenía ser érosgápe, que se sentía tan visceralmente desesperado por complacerlo? ¿qué es lo que él le haría hacer?

apretó sus manos en puño y luchó contra el torbellino de emoción.

«eso es lo que vas a averiguar, idiota. cálmate.»

la avenida roble era una calle linda, aunque era de clase media y promedio en comparación con la descomunal de una cuadra de longitud en la que sus padres habían hecho su hogar. aun así, la de hoseok estaba muy bien construida, con un porche techado por el frente, un caminito pavimentado a la entrada, y un abundante y espeso jardín descuidado que se alcanzaba a ver en la parte posterior. los tablones de madera estaban pintados de azul marino, lo cual calmó su pánico sobre lo de la cabaña. un hombre que vivía en una casa del color del océano, no podía odiarlo, ¿o sí?

había grandes ventanas en la parte delantera de la casa, abiertas al aire fresco de la mañana. la puerta principal estaba pintada de un color café tierra y había una larga y estrecha ventana al lado de esta. al costado de la casa había otra ventana, también abierta, y una en la planta superior, también con una ondulante cortina de encaje blanco siendo movida de adentro hacia afuera por la brisa.

pero la parte trasera fue lo que lo detuvo. desde la esquina de la propiedad podía oler con la brisa, el aroma de la piel de su omega, el cual inhaló profundamente. las ventanas a lo largo de la parte posterior de la casa, eran impresionantes y parecían indicar que el jardín alguna vez fue un lugar presumible. ahora era un desastre, pero un glorioso rojo, amarillo y naranja, formaban una alfombra en el suelo, y el aroma de las rosas marchitas se mezclaba con el olor omega de hoseok, que incluso lo hizo pensar que se desmayaría por la lujuria.

se armó de valor para acercarse.

«debiste haber tocado la puerta frontal como una persona decente.»

el pensamiento desaprobatorio rodeó su mente conforme avanzaba hacia las ventanas en la parte trasera de la casa, llegando al jardín y pisando ríos de menta que emanaban perfume.

no estaba aquí para ser una persona decente.

eso es lo que sus padres estaban siendo por él en casa. harían que su abogado se contactara con el de hoseok, y todos se reunirían en algún incómodo e insulso lugar, donde actuarían como si esto fuera un negocio y nada más.

en este momento él estaba allí para averiguar quién era hoseok en un nivel primario, antes de que los abogados y los contratos intervinieran.

las ventanas traseras también estaban abiertas, por lo que oyó una voz mientras se aproximaba. la voz era áspera y con rabia. los vellos del cuello de jungkook se le erizaron. ¿por qué estaba tan enojado su omega? ¿a quién tenía que desafiar?

—¿así que yo tengo que salir perdiendo?

escuchó otra voz y tuvo que reprimir un gruñido hasta que se dio cuenta de que provenía del moderno altavoz del teléfono situado sobre el muy desordenado escritorio de hoseok. jungkook parpadeó notando sus manos temblorosas. este era el estudio de hoseok. estaba mirando hacia el interior de la casa de este.

montones de papeles se agitaban por la brisa, siendo sostenidos por los libros y tazas de café colocados estratégicamente. un sillón de piel estaba cubierto con una manta tejida y una almohada, como si hoseok hubiera dormido en el estudio en lugar de su cuarto. un sillón orejero y estanterías llenaban el resto de la habitación, al igual que las cenizas carbonizadas llenaban la chimenea.

¿dónde estaba hoseok?

—este no es un castigo. —retumbó el altavoz, y jungkook reconoció la voz del rector bae—. sólo que no es posible que te quedes en el campus siendo un érosgápe sin emparejarse. un movimiento en falso de uno los jóvenes, podría terminar desastrosamente. tienes que entenderlo. eres lo suficientemente mayor como para haber visto cuán violentas se pueden poner las cosas. hasta que hayas firmado el contrato y consumado la unión, no puedes seguir trabajando en el campus.

hoseok se levantó del sillón orejero, habiendo estado oculto allí. se dirigió hacia el escritorio y se apoyó en el borde cerca del altavoz, con los puños apretados. —¿qué quieres que haga? ¿morirme de hambre?

—aunque tengo serias dudas de que debido a tu herencia, siquiera necesites tus ingresos, tu alfa es bastante rico. los jeon nunca permitirían que sufras económicamente. te concederán una cantidad razonable, estoy seguro.

las pálidas mejillas de hoseok palidecieron aún más, y jungkook deseaba golpear al rector bae aunque no tenía ni idea de por qué. era cierto que nunca permitiría que hoseok sufriera algo que él pudiera evitar.

—soy un hombre adulto, acostumbrado a cuidar de mí mismo. no quiero caridad.

—no es caridad, hoseok. es tu derecho como su omega.

—me gusta mi trabajo, bae. ¿no lo entiendes?

—lo entiendo perfecto. es desafortunado, pero es así como debe ser. tu puesto estará esperándote para cuando se hayan emparejado, o él se haya graduado, lo que ocurra primero.

—¡esto es ridículo! no puedo ser protegido de alfas sólo porque él podría molestarse. hay miles de alfas en las calles. basta con que salga de mi casa y habrá uno allí mismo, delante de mí.

—esos no son alfas a mi cargo. nadie me demandará o encarcelará si jeon jungkook se pone barbárico y los hace picadillo. y la mayoría de los alfas en las calles son mayores, con experiencia, es poco probable que den un paso en falso si entras en celo inesperadamente.

—¡tengo treinta y cinco años! nunca en mi vida he entrado en celo inesperadamente.

—tampoco nunca antes habías estado expuesto a las feromonas de tu alfa. eso cambia las cosas.

la respiración de hoseok era irregular, y el pulso de jungkook se aceleró.

—lo siento, hoseok. de verdad. —hubo una pausa, y cuando hoseok no habló, el rector bae continuó—: le diré a alguien que se ponga en contacto contigo para que te pida tus planificaciones y las calificaciones que tienen hasta el momento tus estudiantes. esto realmente no tiene por qué ser tan malo, viejo amigo. disfruta tus vacaciones.

—¿durante dos años?

hoseok se encogió cuando el rector bae resopló con asombro.

—¿así que planeas hacerlo esperar?

—¡no conozco al chico! estuve menos de diez minutos con él la tarde de ayer. ¿esperas que me postre a sus pies y me le ofrezca en nuestro primer encuentro real?

—algunos lo hacen.

—los jóvenes. chicos con anhelo en sus ojos, sin pasado o futuro previsto, excepto tenerse el uno al otro.

—ay hoseok. —suspiró pesadamente el rector bae.— ¿te agrada más como suena tiempo sabático?

—en realidad no.

—escribe algunos poemas. publícalos. tómate el tiempo para conocer a tu alfa y para ti mismo. el mundo puede esperar.

hoseok colgó la llamada, tomó un pisapapeles plano y redondo de su escritorio, y lo lanzó contra la pared frente a él, dando un grito áspero. el pisapapeles dejó una profunda marca redonda en la pintura color coral y aterrizó en el suelo con un ruido sordo.

—¿el mundo puede esperar? —gritó hoseok—. ¡jódete! tenía una vida, por todos los cielos.

jungkook miró a su omega, hipnotizado por el ardiente enrojecimiento encima de sus clavículas, que alcanzaba a percibirse por el cuello abierto de su camisa.

hoseok se dio la vuelta, mostrando sus centellantes ojos y cabello oscuro despeinado salvajemente en sus sienes, como si hubiera tirado de este. su jadeo de sobresalto era hermoso, como una muestra de los ruidos que estaban por venir, algún día, con suerte no hasta dentro de dos años.

era delgado, alto, hermoso y fuerte. su camisa verde acentuaban aún más sus ojos verde musgo, y sus pantalones negros combinaban con su cabello oscuro. era impresionante.

—llamaré a la policía —susurró hoseok, viéndolo con los ojos muy abiertos y avanzando poco a poco hacia su escritorio.

con un sobresalto, jungkook se dio cuenta de que hoseok estaba viéndolo directamente, hablando con él, y que sonaba espantado.

—no voy a hacerte daño —dijo jungkook, alzando las manos—. lo siento. no fue mi intención asustarte.

—el acecho es ilegal. incluso entre érosgápe. —su mano estaba extendida hacia el teléfono.

jungkook sintió atragantarse. ¡dios lobo, era el érosgápe de este hombre! pero no dejaba de ser impresionante, espectacular y extremadamente surrealista. —no —susurró—. no estoy acechándote.

—¿entonces qué?

—yo... —se calló jungkook.

había ido allí para husmear. para tratar de averiguar quién era jung hoseok, pero no había tenido un plan de acción claro. sólo había sabido que tenía que verlo de nuevo, escuchar su voz, ver lo que sus propios sentidos y cerebro podrían decirle de él, y ahora estaba tan avasallado, que no sabía qué hacer.

—escuchar llamadas telefónicas privadas también es un crimen.

—yo estaba...

—¿estabas?

—quería verte.

—y estoy seguro de que lo hiciste. —la condescendencia envenenaba la melosidad de su voz—. el abogado de tus padres llamó esta mañana para hacer los arreglos. así es como se hacen las cosas, jungkook.

«jungkook.»

dijo su nombre. el sonido de la "J" zumbó y explotó en la base de su cráneo, llenándolo de chispas.

—di mi nombre de nuevo.

hoseok suspiró, pellizcando el puente de su nariz. —deberíamos llamar a tus padres para que vengan por ti antes de que esto se salga de control.

la dicha interna chispeante se apagó, con los fuegos artificiales volviéndose flotantes cenizas frías.

—tú no querías verme —dijo jungkook en voz alta, llegándole el entendimiento junto con las palabras—. pensé...

¿qué había pensado? en realidad había actuado sin mucho análisis.

hoseok soltó el puente de su nariz, y su brazo cayó sin fuerzas a su costado. —por supuesto que quería verte. después de todo no soy inmune a ti. —levantó la mano para detener cualquier movimiento por parte de jungkook para intentar treparse por la ventana abierta—. pero esto... venir aquí solo, es peligroso, jungkook. y va en contra del protocolo.

—el protocolo no nos dice nada real acerca del otro.

—¿real?

—sí. como... —escudriñó su cerebro, buscando las palabras para explicarlo—. sabes que quería verte, pero ¿sabes por qué?

—estás impulsado por el instinto de buscar a tu omega.

—¡sí! ¡exactamente eso! ¿y sabes lo aterrador que es? ¿cuán extraño me siento? ¡no siendo yo, ansioso y titubeante por dentro, desesperado por complacerte, cuando ni siquiera te conozco!

sonaba como un loco, y estaba tirando todo por la borda. una baraja completa de cartas para ser jugada contra él en cualquier momento. eso era lo que esta aventura era y en el fondo lo sabía desde el principio, pero no había sido capaz de detenerse, ni negarse a tener esperanza.

hoseok lo miró fijamente. sus oscuras pestañas enmarcaban sus ojos con color, como el maquillaje que algunos omegas y alfas mayores usaban para salir a clubes de jazz locales. había visto fotos de ellos en la sección de sociales de los periódicos. pero hoseok no llevaba ningún maquillaje encima, es sólo que él era naturalmente vibrante.

o que sus feromonas lo hacían verlo de esa manera. otra cosa que no podía saber a ciencia cierta.

—¿estás aterrado? —preguntó hoseok.

—¡sí!

—eh. —las comisuras de la boca de hoseok se curvearon con amargura—. admito que no lo consideré desde tu punto de vista. es difícil recordar nuestra naturaleza animal. nos gusta creer que estamos por encima de todo. siendo tan inteligentes. guiados solamente por nuestras brújulas morales, pero en realidad, en el fondo somos esto. —hizo un gesto entre ellos—. el primer celo hace un trabajo increíble en dejarlo abundante y aterradoramente claro para los omegas. tiene sentido que el encontrar pareja, afecte de la misma manera a los alfas.

—quería saber algo de ti —susurró jungkook—. algo por mí mismo. no la información que me den en un informe por parte del investigador privado de mi padre, o la escrita en algún contrato.

—podrías haber intentado usar el teléfono. tus padres tienen mi número. o bien, le podrías haber pedido al operador que te comunicara conmigo. no hay ningún otro jung hoseok en la ciudad.

—también necesitaba verte.

—¿por qué?

—no podía acordarme de como eras —confesó jungkook—. no realmente. nuestro encuentro fue tan rápido. fue toda una sensación, y mi mente no pudo contenerte por completo.

hoseok levantó los brazos. —y ¿qué opinas?

la garganta de jungkook se contrajo. —eres hermoso.

—soy mucho mayor de lo que debiste haber estado esperando.

—eso no hace tu aspecto menos perfecto para mí.

hoseok sonrió suavemente, formándose arrugas en las esquinas de sus ojos. —eres dulce.

—¿y qué hay de mí? —jungkook alzó los brazos al igual que hoseok lo hizo—. soy escuálido y apenas un niño. debes estar decepcionado.

hoseok pasó saliva y apartó la mirada hacia el agujero en la pared que dejó el pisapapeles. —eres un chico guapo. sé que te has visto en el espejo. no necesitas mi aprobación.

—sí, la necesito.

dios lobo, claro que la necesitaba. casi como respirar.

—entonces quiero que sepas que te encuentro atractivo de una manera que nunca pensé que fuera posible.

el alivio y una oleada de deseo fluyeron en él. buscó en su bolsillo y sacó otra pequeña píldora, tomándosela rápidamente.

hoseok frunció el ceño. —¿qué es eso?

—un tranquilizante alfa —admitió con timidez.

—bien. —hoseok vaciló y lo miró como si fuera un animal salvaje—. ¿está funcionando?

—sí.

hoseok asintió lentamente, y luego se apoyó en su escritorio, cruzándose de brazos. —quédate afuera y hablaremos.

—¿en serio?

—por un ratito. no eres el único que siente el tirón de érosgápe.

deseaba creerlo, pero hoseok se veía tranquilo, y él se sentía tan a flor de piel. quería atraerlo a sus brazos y no soltarlo hasta que estuviera pegajoso por el sudor, saliva y semen. no tenía la impresión de que hoseok quisiera lo mismo en absoluto.

—¿cómo estuvo tu mañana? —preguntó jungkook en voz baja, yéndose por algo básico.

—perdí mi trabajo. tengo que decir que no fue un gran comienzo del día.

—te prometo que no tendrás que "salir perdiendo" por esto —dijo jungkook—. no es tu culpa que me tomara tanto tiempo el encontrarte.

—ni siquiera habías nacido.

—en realidad, sí. tú tenías dieciséis cuando yo nací, lo que significa que tenía seis cuando me necesitabas.

la mano de hoseok se agitó como si fuera a estirarse para alcanzarlo pero lo pensó mejor. —¿y qué habría hecho un jungkook de seis años por un hoseok de veintidós?

—darte esperanza de tener un futuro.

las cejas de hoseok se juntaron y jungkook deseó poder recuperar las palabras echadas al aire. sus hombros se encorvaron y bajó la mirada.

—tenía un futuro. todo lo que pasó antes de que aparecieras de la nada ayer por la tarde, era ese futuro. era mi vida.

—lo siento. —jungkook alzó la vista, con la esperanza de que lo entendiera—. sólo quería decir que a lo mejor hubiera sido menos doloroso para ti. no sé nada acerca de tu vida. no debería hacer conjeturas. mis profesores siempre están diciendo que el aprendizaje está en escuchar. mejoraré, lo prometo.

los labios de hoseok se torcieron. —eres joven, pero si esa es tu actitud, nos las arreglaremos.

—¿sí? —jungkook sintió que el corazón casi se le salía por la garganta.

—hay mucho que tratar y arreglar, pero parece que tienes un buen corazón, jungkook. —el cuerpo de hoseok se relajó, y le sonrió genuinamente—. eso me alegra.

—quiero que te alegre todo sobre mí.

—persuasión omega —susurró hoseok, con cierta burla.

jungkook parpadeó por el término ofensivo que salió de la hermosa boca de su omega, al igual que por la acusación de que tal vez no le decía en serio esas cosas.

—tal vez. ¿pero no es así cómo se supone que debe ser? —preguntó.

—ay, eres tan joven.

había ido allí para conocer mejor a su omega, pero ahora hoseok se volvía más y más distante con casi cada frase que salía de su propia boca.

—¿cuál es tu color favorito? —preguntó con desesperación. no iba a irse de allí con las manos totalmente vacías.

hoseok le siguió la corriente. —verde.

—¿cualquier verde? ¿o hay un tono en particular?

hoseok inclinó la cabeza en consideración, metiendo el labio inferior en su boca. —espera. tengo un pedazo de tela, un viejo separador de libros.

se adentró más en la habitación y jungkook se apoyó en el alféizar de la ventana, con la tentación de ir tras él para mantener la distancia entre ellos, los metros tolerables que habían tenido antes. pero se controló y esperó, con la mirada pegada a él mientras este rebuscaba en un desordenado cajón de su escritorio, y sacaba una tira de cinta verde estampada con una estrella de oro por un lado y palabras por el otro.

hoseok la llevó a la ventana, levantándola en el aire. —este verde.

—es más fuerte que el escabeche, pero no como el pino.

—es esmeralda.

—¿sí? —jungkook estiró la mano para tomar la cinta de él y hoseok se lo permitió, evitando cuidadosamente el contacto con la piel. la cinta era suave y raída, pero el color seguía vibrante. leyó las palabras "poeta del año", y las trazó con el dedo—. ¿ganaste esto?

—sí. en mi último año en monte jurado. —rió hoseok, y dulzura subió por la columna vertebral de jungkook—. el poema se titulaba "cuando el sol se pone en tu piel". era terrible.

—¡no, ganaste! —argumentó jungkook.— debió haber sido bueno.

—fue hecho por un estudiante.

jungkook sonrió, con su corazón acelerándose. así que hoseok era duro consigo mismo y un poco arrogante. podía lidiar con ello. eso era bueno. esa era información que podía utilizar para conseguir más. —y ahora eres profesor.

—era, al parecer.

demonios. otro paso en falso. era un idiota. a este ritmo, hoseok nunca creería que jungkook era realmente inteligente.

—volvamos a lo de la poesía —dijo rápidamente.

—sí, es mucho más seguro —dijo hoseok, en un tono sarcástico pero con diversión removiendo sus palabras.

—el rector bae dijo que deberías escribir poemas y publicarlos. 

hoseok torció los ojos. —he estado publicándolos durante años.

—¿entonces podría comprarlos?

las mejillas de hoseok palidecieron un poco. —no puedo evitar que lo hagas, pero preferiría que no lo hicieras.

—¿por qué?

—son personales.

—¿por?

—prefiero no decirlo.

los pies de jungkook estaban empezando a doler, y quería meterse en la habitación y echarse en una de las sillas que lucían confortables. se apoyó en el alféizar, cambiando su peso al otro pie. —¿por qué?

—dios lobo, eres una molestia persistente.

—quiero leerlos, pero si tú no quieres... entonces me siento destrozado. quiero saber más de ti, pero también quiero complacerte. uno de ellos es el verdadero yo. el otro es el instinto. dale al verdadero yo, una razón para no ir a la librería de camino a casa.

hoseok apretó y aflojó la mandíbula de la misma forma en que lo hizo cuando estaba al teléfono con el rector bae y y este había sido especialmente molesto. —he escrito y publicado poemas acerca de mis experiencias con el celo, jungkook. he pasado por muchos celos desde que cumplí la mayoría de edad. y rara vez fue solo.

jungkook inhaló y dio un paso hacia atrás de la ventana.

ya lo sabía. de acuerdo, no lo sabía, pero hoseok tenía treinta y cinco años. no podía negarse lo que ello implicaba. por no hablar del alfa con el que había estado el día anterior y que había estado cubierto en el aroma de hoseok. no había manera de que ellos no hubieran... incluso cuando no existía un celo que sosegar.

—ah —dijo.

hoseok se le quedó viendo con frialdad, analizando su respuesta.

—¿y?

—¿y qué?

—¿entiendes lo que eso significa?

—sí.

—¿y por qué no deberías leer mis poemas?

—puedo con ello.

—luces como si fueras a desmayarte o huir.

jungkook alzó la barbilla. —soy de mente abierta. creo en los derechos de los omegas.

hoseok suspiró y volvió a apretar el puente de su nariz. —eres tan joven. ¿qué voy a hacer contigo?

—y tú eres tan condescendiente, ¿qué voy a hacer contigo? —rebatió, con la irritación saliendo fácilmente de su boca.

hoseok lo observó un momento y luego echó hacia atrás la cabeza, riendo.

jungkook medio quería hacer lo que le sugirió y huir. —¿qué?

—si ambos podemos ver más allá de lo increíblemente extraño que es esto, creo que podríamos aprender a gustarnos, jeon jungkook.

jungkook cruzó los brazos sobre su pecho y se mantuvo firme. el aroma a menta flotó hacia él desde abajo de sus pies. —¿cuál es tu postre favorito?

—la tarta de cereza. ¿y el tuyo?

—el pay de ruibarbo.

—guau. ese es amargo. debes tener un corazón muy dulce. es lo que mi papá siempre decía: el gusto por comida agria, revela el corazón más dulce.

—¿tu papá está...?

—ambos ya murieron. estoy solo en el mundo.

—ya no es así. —jungkook volvió a acercarse a la ventana para meter una mano con la palma hacia arriba—. estoy aquí ahora.

hoseok avanzó lentamente hacia él desde su escritorio, no despegándole la vista, como si no le tuviera confianza, y luego le retiró suavemente la mano hacia afuera de la ventana.

—sí. estás aquí y no debería ser así. —sonrió amablemente—. debes ir a casa ahora. o de lo contrario voy a tener que llamar a tus padres, y ninguno de nosotros realmente quiere eso.

a continuación bajó la ventana y cerró las cortinas, dejando a jungkook solo en el jardín.

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