EPÍLOGO
Jungkook
Tres años y medio
—Jeanggu-yah.
—¿Mm?
Le enseño el envase de Yogurth vacío, frunce los labios queriendo darme un beso de disculpa que claramente lo delata, niego con la cabeza.
—¿Por qué lo comiste si ya habías comido uno hace un ratito? Sabes que tienes que esperar, puede hacerte daño en el estómago tanto dulce.
—Quería. Hambre.
—Acabamos de desayunar.
—Hambre.
Al menos no da excusas y es honesto, pero aún así, pondré estos fuera de su alcance otra vez.
—Vamos a salir, recuerda que te dije a dónde iríamos.
—Casa de tío.
—Y cuando vamos a salir...
—Frío, cambiarme.
—¿Quieres escoger que ponerte o lo hace papá por ti?
Toma mi mano, bueno, dos de mis dedos y jala comenzando a caminar hasta mi habitación, Jeanggu no habla mucho, básicamente solo usa las palabras que recuerda y solo conmigo, cuando alguien más le habla solo usa señalamientos o gestos como respuesta, no le gusta expresarse en palabras con nadie más que conmigo.
—Primero— me señala y yo entiendo.
—Lo que papá use, quieres igual, ¿Cierto?— vuelve a afirmar con la cabeza—Bueno, papá irá cómodo, con ropa grande.
Su guardarropa está lleno de prendas que a petición suya se parecen a las mías, por alguna razón le gusta parecerse a mi en todo y no miento, me llena de alegría porque siento que es feliz conmigo.
—Llegamos— aviso, escucho los pasos de alguno venir a recibirnos— fuera zapatos.
Me pone un poco triste que a Jeanggu le de tanta vergüenza jugar o hablar con los demás niños, con los hijos de Namjoon no puede ni verlos porque llora, le da pena y me preocupa que no se sienta con la confianza de ser sociable o hacer amigos, obviamente no lo obligo a juntarse con los demás, pero aún así me gustaría que fuese más seguro.
—Llegó el favorito— saluda Seokjin— Y Jungkook, por supuesto, pasen.
—Siempre tan chistoso.
—Debo aprovechar que llegas para molestarte— tengo entendido que solo está el menor de Namjoon, no hay más niños porque todos estudian y sus parejas, bueno, atendiendo a sus familiares, hoy es día de Bangtan— Jeanggu, dime hola.
Niega, se esconde en mi cuello y solo sacude la mano, Seokjin aprieta los labios y pucherea, triste.
—Es un avance, tiene más gestos— le animo.
—Bueno, es cierto.
El proceso de saludar es el mismo con todos, el hijo de Namjoon siempre ha querido jugar con Jeanggu, pero entiende que al parecer no está listo para ello y solo sacude su mano al verlo, mi bebé le devuelve el gesto y eso me hace un poquito más feliz, vamos poco a poco.
—Se ven muy bonitos ambos igualitos— Jimin se acerca, le sonríe y en su intento número mil de que Jeanggu se deje cargar, le extiende los brazos— ¿Vamos? Ayuda a tu tío a contar zanahorias.
Me mira, luego a Jimin, después a sus manos y parece ser su día de suerte pues por fin acepta, le extiende los bracitos, Jimin lo carga, su cara de impresión lo dice todo. Me observa anonadado.
—Voy a contarle esto a todo el mundo.
—Creo que fue solo porque dijiste zanahorias y a él le gustan mucho.
—No importa, le contaré a todo el mundo. Vamos por esas zanahorias, pequeño conejito.— va hasta la cocina— Namjoon hyung, mírame.
Me mantengo visible para él, solo por si acaso. Llamarlo conejito me hizo recordar, como siempre.
Serás papá de un pequeño conejillo.
Diablos. No entiendo cómo alguien puede ser tan inolvidable, aunque Jeanggu se parece mucho a mi, tiene ciertas cosillas que me hacen pensar tanto en Kang-ryul. El color de su cabello, su naricita.
No, no la he visto, solo hemos hablado por llamadas o mensajes, tal y como acordamos. Sé que está pasando la temporada con sus padres en otra ciudad porque se lo he preguntado incontables veces hasta que me lo ha dicho y aunque no me gusta ser intenso, era necesario preguntar.
Qué horrible es no olvidar a alguien que jamás fue realmente tuya. No me explico cómo puede pasarme esto.
Amo que seamos solo Jeanggu y yo, puedo asegurar que es lo que más feliz me hace de ser papá, mi hijo lo es todo para mí y he disfrutado cada segundo con él, aprendí muchísimas cosas, tantas, que soy un experto en Jeanggu, casi se siente como si fuésemos uno mismo.
Y juro que soy muy feliz, tengo todo lo que quiero y más. Simplemente hay una pequeña parte de mi, una mínima, que se cuestiona si las cosas pudieron ser mejores si las hacía de otra manera, es una locura, porque nunca toqué a Ryul románticamente, nunca la besé, nunca hubo nada y aún así estoy pensando en lo que pudo haber sido y no fue.
Niego, peino mi cabello hacia atrás y me muevo a la cocina, me he quedado quieto en medio de la sala pensando en mis cosas.
Jeanggu está muy concentrado escuchando a Jimin contar, seguro aprenderá y memorizará algunos de los números para decirmelos luego, sonrío, mi bebé es simplemente hermoso.
Hoseok llega, aunque parece ser que hace rato llegó pero estaba arriba seguramente durmiendo, me observa a mi y luego abre sus ojos sorprendido por ver a Jeanggu lejos de mí.
—Impresionante.
—Lo sé, está intentándolo.
—Cada avance es importante.— asiento, es cierto—¿Podemos hablar afuera?
Acepto, extrañado por eso, le digo a mi hijo que estaré allí y aunque duda, me da un movimiento de cabeza que me asegura está bien, así que me voy con Hoseok un rato hasta la puerta.
—¿Pasa algo?
—Eso te pregunto yo, llevas un mes de un ánimo dudoso.
Ah, fue hace un mes que empecé a extrañar más a Ryul. Él lo sabe.
—Ya se me pasará.
—Llámala. Escucharla te hará bien, hace rato quería decirte que está bien si casi cuatro años atrás solo querías ser papá sin necesidad de tener una pareja— encoge los hombros— pues ahora quiero decirte que también está bien que hayas cambiado de opinión, sé que no te arrepientes de haber criado a Jeanggu tú solo, lo has hecho excelente, pero quizás ya es tiempo de que te des un pequeño gusto viendo a Kang-ryul, al menos para saber si aún es igual.
Arquea ambas cejas y las mueve, sonríe y entra con el resto apenas huele la comida. Bueno, tiene razón, solo necesito verla y se acabó. Me animo y saco mi teléfono, busco su contacto, le marco y le pego a mi oreja.
Ya me arrepentí.
—¿Hola?
Diablos.
—Ryul.— ya lo hice, ya qué— ¿Cuando regresas a Seúl?
—Eh... en dos días, creo.
Cuelgo, no soy capaz de hablar mucho más. Pasan los minutos y recibo su mensaje.
“Dijiste que siempre ganabas. Algún día, Kook, aún no lo es.”
Tienes miedo, por eso nunca será el día. Haré que sea el día, Seo Kang-ryul, así tenga que forzarlo, será.
Fin
No acepto piedrazos a mi persona, tal vez luego.
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