Capítulo 1.
Desperté. Un ruido estridente había interrumpido mi sueño. Miré a mi alrededor desorientada sin entender nada. Fijé la vista en el techo y sentí algo caminando por mi tripa. Resoplé y miré hacia donde sentía un animal caminar.
-Estúpido gato, vete a molestar a otro. -Dije mientras le empujaba al otro lado de la cama.
-No te metas con el gato, él dormía en esta cama antes que tú. -Dijo una voz femenina.
Giré mi cuerpo en dirección a aquella voz y sonreí. Allí estaba ella, Clara, el amor de mi vida. Me acerqué a ella e intenté darle un beso, pero como siempre el maldito gato se puso en medio. Clara rió y dejó al gato en el suelo con delicadeza.
-Quiero desayunar. -Dije mientras me sentaba. -¿A que eres la mejor novia del mundo y...?
-No, lo siento. Yo me quedo durmiendo. -Dijo con una sonrisa en la cara.
No pude evitar sonreír al ver esos preciosos ojos grises que me miraban con ternura. Me di la vuelta y cuando ella no se fijaba en mí, me senté encima suya. Ella puso una sonrisa pícara y empezó a tocarme las mejillas. Quité sus manos de mi cara y empecé a hacerle cosquillas. Ella se revolvía sin parar hasta que consiguió librarse de mí, y entonces fue ella la que se sentó sobre mi cuerpo. Me sujetó débilmente las manos y me dio un lento beso. Después se alejó un poco de mí.
-No te quites. -Dije con los ojos aún cerrados.
Ella soltó una pequeña risa y volvió a besarme, aunque esta vez el beso duró más y se iba volviendo intenso por momentos. Ella soltó mis manos y puso sus manos en mis hombros a la vez que yo ponía las mías en su cintura. Estaba realmente enamorada de esa chica.
Clara empezó a besarme el cuello mientras me daba ligeros mordiscos que me excitaban cada vez más.
-¿No crees que es un poco pronto para esto? -Dije disfrutando cada beso que me daba.
-Son las 12 de la mañana. -Susurró.
Dicho esto mordió con fuerza mi cuello.
-Pero me acabo de despertar. -Dije entre ligeros jadeos.
Ella se apartó y me miró fingiendo enfado. Me dio un beso en la frente y se bajó de la cama. Cogió en brazos a su querido estúpido gato y se fue abajo. Sin dejar de sonreír, me quedé dormida de nuevo, deseando que aquel momento no hubiera sido un simple sueño. Y no lo era, ella estaba conmigo, y estaba tan enamorada de mí como yo de ella.
Al menos en aquel momento.
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