Capítulo dos.
Seguía a la intemperie, empezó a hacer un poco de frío pero me daba igual. En ese instante no tenía nada mejor que hacer. Tiempo después, me limité a guardar la libreta. Cuando más relajado estaba, cerré los ojos para dejar en blanco mi mente. Sin esperarmelo me imaginé una voz tan dulce que me hizo salir de mi órbita. Inmerso en mi pensamiento volví a escuchar la voz con la que había soñado la noche anterior. Todo terminó cuando de repente escuché un grito justo a mi lado.
—¡Jake! Despierta! ¿Estás bien? —empezó a zarandearme Erick, el dueño y jefe del hotel. Pero mas bien, era uno de mis mejores amigos.
—¡Joder! ¡Qué susto me has dado Erick! —abrí los ojos y me incorporé hasta quedar sentado sobre la hierba.
—Susto el que me has dado tu so cabrón —me dijo mientras que se sentaba a mi lado—. ¿Te encuentras bien? ¿Qué haces aquí? Si ya has terminado.
—Si, si estoy bien —se peinó el pelo con las manos—. Pareces una vieja con tanto grito —esbozó una sonrisa burlona y Erick le asestó un puñetazo leve en el hombro.
— Encima que me preocupo por ti.. ¿Por qué no te vas a casa? —me sugirió.
Jake miró a la hierba, suspiró y nuevamente miró al chaval que tenía al lado.
— Ya estaba a punto de irme. Quería relajarme un poco pero la verdad no tengo prisa por volver, Ian no está en casa —comenté.
—¿Y dónde está?
— Se fue ayer a pasar las navidades con su novia y la familia. Ya sabes, reuniones familiares, cenas, comidas etc —me froté la cara para espabilarme— . No vendrá hasta pasar reyes, lo más seguro.
—Ah si, anda que no es aburrido todo eso. Con tal de no aguantar esas reuniones, te juro que daría dinero —hizo una mueca— . Y qué decirte de los suegros y toda la familia de la novia. Con tal solo pensarlo me da un yuyu.
—Ay amigo, yo no pienso lo mismo.
— ¿Porqué? Además, tu puedes hacerlo. Tienes aquí en Vigo a tu familia —añadió.
—Porque al menos esta nochebuena y navidad quiero pasarla tranquilo. Si al menos viniese mi sobrino pues me esforzaría pero de verdad este año no me apetece —hice una pausa—. No es eso en realidad el motivo, tu sabes bien lo que es.
—Si, te gustaría tener lo que tiene Ian.
—Para serte sincero sí, pero cada vez lo veo más lejano. Tengo treinta y dos años, mi vida es un aburrimiento y todo demasiado monótono. Ni pareja y mucho menos hijos.. —suspiré.
—Para empezar eres joven, ya te lo tengo dicho. Es mejor divertirse que atarse, a la larga te aburrirás. Te lo digo yo que tengo experiencia en el asunto —comentó—. Y ya si te pones a hablar sobre hijos, ¡qué pereza!
—Uy sí, habló la voz de la experiencia —me burlé de él—. El que tiene que sentar la cabeza eres tu, ¿eh? Que tienes ya treinta y cinco tacos. Solo sabes vivir la vida loca a lo Ricky Martín.
—Gilipollas, eres peor que una niña de cuatro años soñando con el príncipe azul y el caballito multicolor —se metió conmigo y sonrió.
—Buf, qué asco me das —dije de broma poniendo cara de asco.
Erick me imitó y se empezó a reír.
—Cambiando de tema, ¿al menos te ha tocado la lotería?
—No hijo, ni soy afortunado en el amor ni en el dinero —me carcajeé.
—Bueno, a mi tampoco si te consuela —me sacó la lengua— . Por cierto no me contaste, ¿qué pasó con Karen? ¿Y cristina? ¿Laura? Recuerdo que te las presenté y empezaste a salir con ellas.
—Salir, salir tampoco. Karen solo iba en busca de la pasta, cuando vio que estaba pelado prácticamente se esfumó —me quede pensativo—. Salimos como dos veces pero ya corté por lo sano. No me interesaba.
—¿Y las otras? —se interesó—. Me llamó Cristina, cristina —empezó a tararear como si de Jquiles se tratara.
—Esa salió un elemento.
—Muy fogosa la verdad —puso cara de pícaro—. ¿Ya la cataste? Menudo cuerpo que tiene la señora, buf se me hace la boquita agua con tan solo imaginarmelo de nuevo.
—No, el primer día se bajó las bragas y la mandé a tomar por culo —lo miré con vergüenza ajena.
—Es decir, ¿no te la tiraste? —abrió los ojos como platos.
—No, pero por lo que veo. Tu sí —volvi a reír—. No se te escapa ni una, ¿eh? Picaron. ¿Qué te has acostado con todas las que me presentaste?
—Bueno con esas tres sí, pero también hay más —me guiñó el ojo—. Ya sabes como soy, caigo rápido en la tentación. Tu también eres muy tonto, si no las ves como para algo serio. Aprovecha el momento y si te llevas un casquete gratis, ¡eso que se lleva el cuerpo!
—Deja deja, no vaya a ser y se ilusionen —seguí riéndome— . Bueno, Laura era la más normalita. Con ella me lo pasaba bien y eso, quedamos varias veces pero volvió con su ex.
—Ay si, me enteré el otro día —miró a un lado y luego se volvió a dirigir a mí—. ¿Y con ella se hubiese dado si no fuese por eso?
—Tampoco, éramos muy diferentes. A ver, era mona y eso pero más bien la veía como una hermana pequeña.
—Da ternura si pero tío, no seas tan tiquismiquis. Tenemos claro que quieres algo serio, pero si a todas le pones peros... ¿qué pretendes hacer?
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