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10🍼

Yulián gruñó mirando a sus padres, ellos hicieron este negocio sólo para quedarse con el de los Withman, también querían abarcar lo militar y parte de la mafia, no tenían límites, no les importaba nada vender a su propio hijo con tal de tener más poder.

No estaba de acuerdo con esto, en realidad no importaba su opinión, ya estaba por conocer al Omega con el que tendría que vivir a partir de ahora, así que tenía que callarse y sólo acatar órdenes.

Esto era tan ridículo, no pensaba acercarse a él para nada.

—Siento la espera, él es mi hijo, Darien Withman —Yulián achicó los ojos mirando al chico frente a él.

¿Realmente era un Omega?

Maldición, era intimidante para ser sólo un Omega, tenía su tamaño y se atrevía a decir que quizás le llevase unos centímetros, era ancho como los jugadores de fútbol americano en el colegio.

Estaba alucinando, era una total locura y exquisita belleza, el cabello negro lacio caía por encima de sus cejas pobladas, largas pestañas oscuras que enmarcaban unos bonitos ojos grises y sus labios eran provocadoramente finos.

Se sentía ridículo ahora mismo por estar babeando viendo a este chico cuando dijo que no se acercaría a él, siempre tenía oportunidad de retractarse ¿verdad? Llevaba una camiseta y un abrigo rojo, un jean negro enmarcando sus caderas, el Omega lo estaba viendo con bastante molestia.

—Él es Yulián Clive, espero que logren llevarse bien —el Omega ni siquiera pestañeó ante su nombre, Yulián tragó.

Al carajo el orgullo, quería a ese omega, no lo haría por el negocio de sus padres.

Darien fue transferido de colegio a los dos días de presentarlos, Yulián prefería que lo transfirieran a él, después de todo, le precedía cierta reputación acerca de sus conquistas.

Sólo puro cuento, por supuesto, pero quizás el Omega no estaría muy cómodo escuchando sus hazañas inexistentes.

A penas pisó el colegio Darien fue el tema candente durante semanas, Omega con ese aspecto y recién llegado, era carne fresca para lobos hambrientos.

Yulián fue ese primer día de clases directamente a su casillero donde estaba colocando algunos libros, sólo para situar una mano en su cintura y besarle la mejilla, cabe decir que Darien estuvo muy enojado con su acción. 
 
—Si ya terminaste de actuar como un animal marcando sus pertenencias, déjame ir a clase y no me hagas perder el tiempo —luego de sus palabras Yulián lo soltó al instante, pero su aroma quedó en él entremezclándose con su aroma a jazmín.

Darien no era nada fácil, el Omega era orgulloso y en ocasiones malcriado, pero Yulián notó que siempre estaba solo, no tenía amigos en el nuevo colegio, pero tampoco en el antiguo.

Darien iba muy adelantado en todo para tener sólo diecisiete años recién cumplidos, incluso estaba haciendo el tercer año de su carrera universitaria mientras estaba ahí.

Darien era un genio entre los genios y según decían, sus buenos padres querían que se relacionara con chicos de su edad, aunque tuviese otro nivel académico, lo cual era completamente absurdo, él no lo hacía para nada.

A penas se relacionaba con él.

Una semana después de la entrada al colegio sus padres firmaron los papeles y los hicieron oficiales, ellos quisieron un beso de celebración, Yulián no quería otra cosa que besar sus labios, pero el Omega se veía tan asustado por eso que simplemente dejó un beso en su mejilla.

Darien le murmuró un simple gracias y eso le hizo calentar el pecho con orgullo.

El apartamento que rentaron sus era para una pareja y obviamente tenía sólo una cama, el primer día fue el más difícil, a pesar de girarse de espaldas y no hacer ruido, ninguno de los dos durmió mucho, el aroma de ambos se mezcló y para cuando llegaron al colegio ya todos comentaban.

A Yulián no le molestó para nada que dijeran que era su Omega, estaba orgulloso de ello, además ningún otro Alfa se atrevería a mirar lo que era suyo otra vez, Darien le dio un golpe en el pecho y lo fulminó con la mirada.

—Quita esa maldita cara de idiota creído —Yulián le sonrió tomando su mano y dejando un pequeño beso.

—¿Por qué no puedo presumir de mi Omega?

—Porque te recuerdo esto no es cierto —dijo con cierto ácido, Yulián estaba comenzando a acostumbrarse a sus duras palabras, así que lo ignoró y siguió sonriendo.

—Podemos hacer que funcione.

—¿Y darle la satisfacción a nuestros padres? No gracias —Yulián se encogió de hombros.

—¿Por qué tenemos que sufrir nosotros para molestarlos a ellos? Te seré sincero, no me molesta nada este negocio, me gustas, así que intentaré conquistarte —Darien resopló con una sonrisa.

—No pierdas el tiempo, Alfa.

—Ya veremos, Omega.

Como dijo antes, Darien era terriblemente orgulloso y cuando convivían en casa estaba prácticamente todo el tiempo estudiando, Yulián aprendió a cocinar por esos días, Darien intentó hacerse una merienda y casi terminó quemando el apartamento.

Era un desastre en la cocina, por lo que lo había vetado por completo de ella.

A Yulián le encantaba verlo en la cama leyendo sus libros y luego de un mes y medio intentando cortejarlo, Darien empezó a notarlo, incluso a veces lo hacía sonreír con sus ocurrencias.

Yulián le dejaba flores todos los días en su casillero y Darien sonreía tenuemente al verlas, luego intentó con cartas y Darien comenzó a responderlas dejando la respuesta en su casillero.

Yulián tenía que admitirlo, estaba enamorado de ese omega y no veía la hora de que fuese suyo, aunque aún no tenían la edad suficiente para un vínculo.

Darien estuvo llorando cuando ya llevaban tres meses de casados, el Omega limpió su rostro en cuanto lo vio, pero sus ojos estaban inconfundiblemente hinchados debido al llanto.

Yulián sintió su pecho oprimirse mientras se acercaba a él y le había preguntado la razón, haría cualquier cosa para evitar que su Omega se sintiese triste.

Esa razón eran sus padres, Darien estaba desesperado por salir de sus garras y Yulián prometió sacarlo de ahí en cuanto tuviese el poder para hacerlo.

Darien lo besó ese día, fue un toque de labios, al principio con la timidez característica de la primera vez, Yulián acarició su rostro y profundizó el beso, no fue uno, sino varios besos que sólo se quedaron en eso.

Al menos podía tomar su mano y besarlo en el colegio, Yulián estaba tremendamente orgulloso de enseñar a su Omega, era suyo, por fin suyo y aunque Darien a veces ponía cara molesta sabía que también estaba feliz.

La primera vez que intimaron no fue nada como en los libros eróticos, Yulián se informó de ello y tomó las medidas correspondientes, incluso compró preservativos.

Leyó mucho, lo que tenía que hacer, lo que no y decir que fue un desastre se quedaba corto, sólo tenía experiencia besando a pesar de lo que dijeran los rumores, así que cuando el día llegó estaba completamente nervioso, y apenas atinaba a un pensamiento coherente.

Darien inició los toques y le pidió llegar hasta el final, Yulián a esas alturas ni siquiera sabía si estaba bien tocarle el cuello, por Dios, parecía un idiota dando toques temblorosos e inexpertos.

Darien no parecía muy seguro al principio con su cuerpo, pero luego de un par de palabras nerviosas de su parte Yulián creyó arreglar el problema, le encantaba ese Omega y debido a su nerviosismo necesitó ayuda para ponerse la protección.

Fue absoluta y completamente vergonzoso estar en esa situación e incluso se había corrió primero que Darien.

Al final por lo menos tuvo la gentileza de darle placer después del fracaso, Darien quedó satisfecho y él descubrió que era realmente bueno para los dotes orales.

Yulián no quedó satisfecho debido a su mala praxis. Darien parecía haber leído su mente mientras estaban en silencio esa noche después del suceso, él le acarició el pelo y sonrió. 

—Está bien, practicaremos —Yulián se sintió mejor luego de escucharlo y por fin durmió sin problemas.

La práctica hace al maestro, la segunda vez fue mejor y la tercera incluso mejor que la segunda, Yulián amaba sus gemidos, la forma en que se entregaba a él, cada gesto de Darien, cuando era atrevido en algunas ocasiones y su cara satisfecha después del sexo.

Adoraba poder darle lo que quería cuando llevaban sólo seis meses de casados, Darien estaba por obtener su título de arquitecto del que no dejaba de hablar y él estaba por cumplir los diecisiete años en diciembre de ese mismo año, justo antes de noche buena.

El día de su cumpleaños fue el último día de clases por desgracia ya que tenían que hacer un examen y nada  fue según sus planes. Sólo quería salir con su Omega y disfrutar del día, nada más lejos de eso cuando pudo ver a Darien.

—¿Nos vemos esta noche? —Yulián preguntó sólo como broma ya que acostumbraban a verse todas las noches, Darien hizo una mueca.

—Lo siento, necesito terminar algo de mi proyecto, no puedo equivocarme en esto —Yulián lo entendió, por supuesto, Darien no tenía las mismas prioridades que él.

—Por supuesto —Darien besó su mejilla y se retiró.

Yulián salió ese día sólo para toparse con su Omega dándole un beso en la mejilla a otro Alfa y hablar animadamente él, su corazón se puso frenético viendo la escena, las sonrisas que solía dedicarles sólo a él ahora estaban dirigidas a esa persona.

Odiaba sentirse de esta forma, tan inadecuado, ese Alfa era por mucho mejor que él, tenía más edad, Yulián apenas había desarrollado por completo y creía que aún no era bueno en la cama.

Yulián tragó cuando le llegó un mensaje a su teléfono, era Darien avisando que ya se iba, sólo eso, ni siquiera una explicación sobre ese Alfa o un simple felicidades.

—¿Ese no era Darien?

—Sí —murmuró aun mirando el mensaje, sus amigos empezaban a reunirse a su alrededor, Yulián comenzaba a sentirse fatigado.

—¿Y ese quién era?

—No lo sé —uno de ellos negó.

—¿Te engaña incluso el día de tu cumpleaños? —Yulián se encogió de hombros y dijo la mentira más grande de toda su vida.

—No me importa, vayamos a mi casa, quiero tomar algunas cervezas.

Esa definitivamente no fue una buena idea, el enojo y el alcohol no eran una buena combinación, mucho menos cuando te reúnes con tus amigos Alfas que sólo saben hablar sobre tonterías.

—¿Con cuántas te has acostado hasta ahora?

—No lo sé ¿tú tienes la cuenta? Han sido demasiadas y ninguna experiencia memorable —mintió como estaba acostumbrado a hacer—. ¿Por qué me miran así?

—¿Qué hay de Darien?

¿Qué le preguntaban exactamente? ¿Si Darien tampoco era una experiencia memorable? Yulián no lo entendía para nada, además no diría absolutamente nada sobre sus intimidades con Darien, no quería a estos estúpidos Alfas escuchando sobre qué tan buena era esa experiencia con él.

No los quería apuntando a él como solían hacer.

— ¿Darien? ¿Por qué sería memorable?  — resopló con una sonrisa — Es sólo Darien ¿Qué tiene de especial? Simplemente es ridículamente grande para ser un Omega, si no fuese por ese estúpido negocio entre nuestros padres ni siquiera hubiese podido encontrar pareja.

Yulián estaba enojado, Darien no recordó su cumpleaños y para colmo se fue con otro Alfa justo delante de sus narices haciéndolo quedar como un maldito hazmerreír.

Lo odiaba por hacerlo sentir así y sus palabras no era más que lo que quería pensar, porque en realidad le gustaba todo de él, sobretodo que no fuese pequeño y delicado.

Amaba su sonrisa, aunque no la enseñaba regularmente y se la enseñó a ese Alfa, amaba sus toques y la forma en que se entregaba a él. Odiaba que otros Alfas se le acercaran, que él no los rechazara, que se fuese con ese estúpido sin decirle nada.

No lo odiaba para nada, dolía.

Su pecho dolía al sentirse rechazado por su Omega, al decir cada una de esas palabras hirientes.

Todo seguiría igual mañana, Darien estaría ahí para él y odiaba admitir que, aunque se hubiese ido con otro Alfa hoy, el día de su cumpleaños, mañana lo recibiría de igual forma porque dolía admitirlo, pero lo amaba y no le importaba que no fuese suyo por completo.

Sólo por hoy iba a permitirse estar enojado con él.

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