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Darien llegó a casa y apenas cerró la puerta se dejó caer al suelo apoyándose en ella, estaba completamente exhausto, y de todas formas tendría que trabajar, Yulián lo miró desde el sofá.
El Alfa se puso de pie y caminó hacia él, Darien lo miró, sonrió alterándolo aún más, su aroma se disparó en una humareda enojada.
Yulián lo agarró de la ropa y levantó, sus colmillos estaban fuera, los ojos dorados tratando de intimidarlo, Darien no se inmutó, él le advirtió lo que haría si no accedía, esta situación era totalmente su culpa.
—No puedo creer que hicieras esto —Darien se soltó de su brusco agarre y lo miró con burla.
—Te dije que iría a buscarlo con algún otro Alfa.
—Eres mi Omega, Darien —gruñó mirándolo con reproche, Darien apretó la mandíbula, ese hecho le molestaba muchísimo aun ahora.
—Sólo en ese estúpido papel y lo sabes.
Yulián sonrió sin gracia alguna, sus colmillos seguían sobresaliendo mientras lo tomaba del mentón y acercaba su rostro de forma despectiva.
—Si tanto querías que te follaran sólo debías decírmelo y te hubiese follado hasta que no pudieras caminar.
—Cuidado con tus palabras.
— ¿Por qué? —preguntó con sorna—. Te fuiste a revolcar con algún otro Alfa como si fueses una ramera.
Darien lo miró con cansancio, las palabras de este Alfa ya no le afectaban en nada, esa etapa ya había pasado hace mucho tiempo, no volvería a caer en esa situación, ya no era un chiquillo.
—¿Has terminado? Porque en realidad no me importa lo que pienses Yulián, estamos en páginas totalmente diferentes.
—Esto es una maldita vergüenza —gruñó mirándolo de arriba abajo, Darien presionó un dedo índice en su pecho.
—Te lo pedí a tí, y no estuviste de acuerdo.
Yulián negó con desesperación.
—En caso de estar esperando, ¿cómo vas a llevar a término esa gestación? Sabes bien que necesitas un vínculo y las feromonas del padre.
—Puedo hacerlo solo —afirmó.
—Que testarudo eres. ¿Qué van a pensar todos cuando te crezca el vientre?
—Lo que cualquiera obviamente pensaría, que es nuestro hijo —dijo con un encogimiento de hombros.
—¿Ves en que posición me dejas?
—Yulián, sólo debes hacer una cosa si no te gusta esta situación —Yulián arqueó una ceja mirándolo.
—¿Qué quieres que haga ahora?
—Divórciate de mí y se arreglará todo —él lo tomó de la ropa y zarandeó.
—¿También quieres que le deje mi puesto a tu próximo Alfa? No me hagas reír, estoy aquí, y aquí me quedo —Darien lo empujó y fulminó con la mirada.
—Quédate con tu maldito puesto si eso quieres, pero déjame ir.
—Sabes muy bien la cláusula que pusieron tus padres para tenerme ahí, para tenerte aquí —especificó.
—Puedes hablar con ellos, Yulián, diles que me dejen ir, estoy cansado de... —Yulián puso un dedo sobre sus labios, sus ojos no daban oportunidad a seguir hablando.
—Callado, Darien, no puedes salir de esta, antes de perder mi maldito lugar te mataré a ti y a esa cría que tanto quieres.
Era una locura que Yulián ni siquiera necesitara intimidarlo con su voz Alfa, ya temblaba con sus amenazas, Darien sabía que no amenazaba en vano, después de todo, tarde o temprano heredaría el puesto de su padre.
—¿Cuándo te convertiste en esto?
—¿Cuándo dejaste de notarme, Darien? —devolvió con cinismo, Darien resopló—. Ve a bañarte, ese aroma está cabreándome.
Yulián salió de casa dando un portazo, Darien mordió su labio inferior y acarició su vientre, esperaba haberlo conseguido o esta pelea no serviría de nada. Sabía que sería difícil que ocurriese a la primera, al menos se había asegurado de hacerlo cuatro veces, ese alfa tenía una resistencia excelente.
Darien caminó al baño y se quitó la ropa, el aroma de Misel aún permanecía en su cuerpo y era una pena tener que deshacerse de él, abrió la ducha y suspiró en cuanto el agua caliente comenzó a mojarlo.
Su piel estaba sensible, cada parte de su cuerpo en realidad, sus pezones maltratados, su abdomen y pectorales llenos de marcas y mordidas.
Misel hubiese estado en problemas si tuviese un matrimonio real, los Alfas tendían a ser territoriales.
Al menos se aseguró de que no hiciera marcas visibles, Darien suspiró y llevó los dedos a su trasero, estaba dolorido, Misel iba más allá de la media y lo hicieron por un tiempo. Estaba adolorido y sólo limpiarse dolía horrores, pero no se quejaría, hizo esto por lo que quería y no se arrepentía de nada.
Tendría a ese cachorro pasara lo que pasara.
Darien se envolvió en una toalla y olfateó, necesitaría un inhibidor en spray que escondiera el olor del Alfa o tendría muchos problemas.
Luego de vendar la herida en uno de sus brazos causada por los colmillos de Misel se colocó uno de los trajes y entró al auto, puso la cabeza contra el volante, luego suspiró.
No sabía si estaba haciendo lo correcto, hacía esto en contra de Yulián, si todo salía como quería estaría esperando una cría, un cachorro que no era de su Alfa.
Estaba haciendo todo lo que siempre le dijeron que no podía hacer, pero no se arrepentía, si esperaba por el Alfa que sus padres escogieron para él nunca tendría un cachorro.
Darien tocó su abdomen plano, esto resultaría, tenía que hacerlo.
Condujo a su edificio, no sin antes pasar por una farmacia y comprar el spray, Darien lo roció, gracias al cielo parecía ser bastante efectivo y caminó a la entrada, el ascensor lo llevó a su destino.
Karl le asintió mientras caminaba delante de él e iba directo a su oficina.
Darien se sentó y miró a su ventana, quizás construir este maldito edificio tan cerca de un parque lo tenía con esta ansiedad respecto a un cachorro, sólo veía Omegas jugando con sus crías.
Karl entró para sentarse frente a él de forma despreocupada, era su secretario, y en realidad, el único amigo que tenía, su cabello rubio estaba recogido el día de hoy en una pequeña coleta y sus ojos eran de color miel, era un Omega también.
—¿Algo que contarme?
—¿A qué te refieres? —preguntó haciéndose el tonto.
Karl hincó un codo en el buró, puso los dedos índice y pulgar debajo de su mentón en una pose divertida, parecía pensativo.
—Tengo un presentimiento, además, vienes caminando un poco incómodo —Darien se carcajeó y negó mirándolo.
—Eres un maldito radar —Karl sonrió, luego su sonrisa desapareció y sus ojos se abrieron de par en par.
—No me digas que te acostaste con ese imbécil —con eso se refería a Yulián, Karl estaba muy ofendido cada vez que veía a ese Alfa, sabía todo lo que pasaba en su vida.
—Con ese no, con otro, puede ser.
Las mejillas de Karl se colorearon, sus ojos brillaron con emoción.
—Maldición. ¿Es en serio?
—Ujum... —murmuró.
Karl sonrió como un niño.
—¿Cómo se lo tomó Yulián?
—¿Desde cuándo nos importa lo que piense él?
—Cierto —dijo a carcajadas—. ¿Qué cambió?
Darien suspiró antes de decirlo, estaba preparado para otra negativa como la de Yulián, nadie lo veía como padre.
—Quiero tener un cachorro.
—¿Qué dijiste? —preguntó Karl acercándose más a él como si hubiese escuchado algo extraño.
Darien hizo una mueca poniéndose a la defensiva, sólo era un cachorro, todos los Omegas estaban hechos para esto, no era extraño quererlo.
—Un cachorro.
—¿No te protegiste con el Alfa?
—No, y espero que funcione —Darien no pudo evitar la pequeña sonrisa que asomó en sus labios, estaba emocionado por esto.
—No pensé que quisieras tener cachorros.
Su sonrisa murió y lo miró con el ceño fruncido.
—No vengas con la misma mierda de Yulián, no estoy aburrido, esto no es un simple capricho.
Karl gruñó.
—No me compares con ese estúpido Alfa, estoy sorprendido, eso es todo, nunca tuvimos esta conversación.
—Lo pensé por unos meses, y ayer finalmente me decidí, le conté a Yulián, pero...
—¿Le pediste que se acostara contigo? —preguntó haciendo una mueca de hastío—. ¿En serio no te importa que tus hijos tengan los genes de ese tipo?
—Ya no importa, me rechazó.
Karl se puso de pie enseñando sus colmillos, sus manos dieron un rudo golpe sobre el buró haciendo saltar la pluma encima de los documentos.
Darien sonrió, se ofendía si se lo pedía, también si lo rechazaba.
Era extraño.
—Para colmo se atrevió a rechazarte, ese estúpido debería tener un poco de su propia medicina algún día, lo quiero ver completamente humillado por un Omega.
Darien se encogió de hombros, sabía perfectamente en que página estaban él y Yulián sin problema, sólo era un contrato matrimonial.
No había compromiso alguno y lo demostró al no marcarlo, al humillarlo teniendo otro Omega, al decirle que no a su proposición.
Estaba bien con eso, no quería una marca si no sentía nada por el Alfa, así sólo tendría sufrimiento, estaba bien con su Omega y más que bien a que dijera que no a la oferta de acostarse con él, su cachorro tendría unos genes excelentes si todo salía bien.
—No soy suficiente para él y eso está bien.
—¿De dónde sacas todas esas tontas inseguridades? Ese Alfa es muy poco para ti, no te merece —Darien resopló.
—Pero es lo que tengo, y voy a tener —Karl torció los ojos con cansancio.
—¿Al menos vas a tener contacto con el padre?
—No. ¿Estás loco? Si ocurre el milagro ese cachorro será de Yulián, nadie puede enterarse de esto —Karl lo miró con reproche.
—Estoy seguro de que lo sabes, pero hacer esto solo es muy riesgoso —Darien tocó su abdomen con inseguridad.
—Ni siquiera sé si va a pasar, primero esperemos, luego ya veremos qué hacer.
—Bien. ¿Con quién estuviste anoche?
—No sé si sea buena idea decirte —pensó en voz alta, Karl hizo un puchero—. Mejor no, ahora ve a trabajar, no podemos chismorrear en el trabajo como dos señoras.
—Si me dices quien es me voy.
—No —Karl se puso de pie y le dio la vuelta a su escritorio, él agarró su brazo con fuerza y puso ojos de cachorro.
—Darien, soy tu mejor amigo, tu más leal confidente.
Darien lo miró por un momento y suspiró dejándose convencer.
—Misel, anoche estuve con él.
—Misel... —repitió Karl soltándolo, el Omega frunció el ceño—. Ese nombre me suena... — Karl abrió los ojos en cuanto se dio cuenta de quien hablaba —. Espera... ¿El chico de la pasantía? Darien, te has vuelto loco.
—Lo sé, ahora vuelve al trabajo.
Karl sonrió mirándolo con malicia.
—Más tarde quiero detalles.
—Vete.
Darien trabajó en sus planos toda la tarde, eran complicados y aún no los terminaba a pesar de estar con ellos más de seis semanas, las mediciones no cuadraban y estaba en un aprieto.
Suspiró mirando al techo, no podía concentrarse pensando en Misel, ese Alfa engreído que entró a la oficina y tuvo que corregir a pesar de ser sólo unos años mayor se convirtió en un Alfa increíble.
Sus besos lo tuvieron más de dos veces al borde del orgasmo, sus manos exploraban su cuerpo sin duda alguna, pero lo que más le gustó fueron sus palabras.
El Alfa era más tierno de lo que aparentaba, le dijo en varias ocasiones lo increíble que era y todo lo que le gustaba de él, quizás le decía lo mismo a todos los Omegas que pasaban por su cama, pero de alguna forma se sintió especial.
Nunca nadie le dijo dulces palabras, en realidad si lo hicieron, pero estaba seguro de que todas ellas fueron una mentira con tal de llegar al final.
Darien no confiaba en Yulián.
Estuvo comprometido desde el mismo instante en el que se presentó como Omega, ya que él no podría llevar los negocios de la familia buscaron a un Alfa fuerte capaz de hacerlo.
Yulián fue ese Alfa.
Juntos descubrieron lo que era tener un novio, la primera vez, y por un tiempo estuvo bien.
Ninguno sentía nada más que cariño el uno por el otro, y a estas alturas estaba seguro de que sólo sentían odio, estaban cansados de lo mismo de todos los días, de verse por los últimos siete años, de pelear, de no poder hacer lo que querían.
Darien suspiró y recogió, quedaban quince minutos para la hora de irse, pero decidió salir antes, sus pies lo llevaron automáticamente al parque que se cansaba de ver por la ventana. Era bonito y había varios juegos para los niños, incluso una caja de arena, traer a su cachorro aquí sería buena idea.
—¿Tienes cachorros? —Darien miró hacia arriba viendo al Alfa con el que estuvo toda la madrugada.
Misel sonrió de esa forma tan atractiva suya haciéndolo casi gemir.
—No —murmuró alejando la vista de él, Misel tocó su hombro.
—Lo siento, no quería tocar un tema delicado.
Quizás su rostro se vio más oscuro de lo que pretendía, haciéndole pensar a Misel que el tema era doloroso porque no podía tener cachorros.
—Puedo tenerlos, Misel, simplemente no ha pasado.
—Ah, qué alivio —dijo con una sonrisa.
Darien arqueó una ceja, en realidad no supo si Misel se refería a que era un alivio que pudiese tener cachorros o que no los tuviese.
Decidió ignorar eso y concentrarse en lo importante.
—¿Qué haces por aquí?
—Vine para hacer negocios contigo —dijo con encogimiento de hombros.
Darien se puso de pie y suspiró, no podía estar cerca de este hombre o sabría que pretendía engañarlo.
—Es mejor no involucrarnos más.
Misel lo detuvo tomándolo de la muñeca.
—Darien, hay un cliente que quiere pagar por un gran proyecto, tiene mucho dinero y quiere el mejor de los trabajos.
—Pues hazlo, y no me involucres —replicó con molestia.
—Estoy aquí a pedido de él, no por lo de anoche, él quiere que trabajemos juntos y me pidió que te convenciera.
—No tengo cabeza para esto ahora mismo, ven mañana luego del almuerzo y hablamos.
—Bien, nos vemos mañana, Darien —dijo el Alfa con una pequeña sonrisa rozando su mejilla, Darien se alejó casi al instante, ese era un contacto innecesario.
Darien condujo a casa y cerró la puerta en cuanto entró, Yulián estuvo frente a él más rápido de lo normal, sus ojos estaban dorados y los colmillos alargados, sus feromonas eran tan salvajes que casi lo hacen desmayar a pesar de estar acostumbrado.
—Te dije que ese aroma me irritaba.
—¿Qué? —preguntó como un idiota, Yulián lo fulminó con la mirada.
—¿Viste a ese Alfa de nuevo? No me hagas repetirlo, eres mío, Darien, y no dejaré que te alejes de mí.
Darien suspiró mirando a este idiota, ahora comprendía los toques innecesarios de Misel, él simplemente lo marcó con su aroma y Yulián estaba fuera de sí por ese motivo.
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