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j e r k

En el momento en que Jongdae se detiene frente a la puerta de Junmyeon en serio piensa en darse la vuelta y largarse, en primer lugar ni siquiera sabía la razón por la que había acudido al llamado del mayor, se supone que se había prometido no volverlo a ver pero ante la voz de Junmyeon diciendo "por favor" no podía negarse. ¿Desde cuando decía eso? Se supone que es solo un bastardo maleducado. 

Creo que de verdad estaba enamorado de Junmyeon, se recuerda porque no encuentra algún otro motivo bueno por el que se tenga que encontrar frente a la puerta de Junmyeon a las 12 de la noche. 

Suelta un quejido que es más un regaño para si mismo y se decide a tocar la puerta de una buena vez. Solo un par de golpes es suficiente para que la puerta se abra mostrándole a su ex novio. Jongdae se le queda observando molesto, sin realmente tener palabras para él, sintiéndose tremendamente avergonzado por dentro por venir corriendo hacia él en la primera llamada. El mayor sonríe de forma forzada y levanta las cejas haciendo que Jongdae quiera desviar la mirada pero lo cierto es que no puede dejar de reparar en cada detalle del rostro de su ex novio. Se encuentra decorado ahora con grandes ojeras y sus labios están rotos, pero la sonrisa y los ojos de idiota creído siguen ahí, solo que no se ven verdaderos.

—Te habías tardado demasiado ya —dice Junmyeon en tono de queja y Jongdae rueda los ojos.

Antes de que el menor pueda soltar alguna palabra Junmyeon se adentra en su departamento nuevamente pero de forma rápida sale y le arroja a Jongdae a los brazos un bolso que en primer momento sostiene y después deja caer al suelo. 

—¿Qué carajos te pasa? —pregunta mientras le da una patada al bolso, dejándolo en los pies de Junmyeon. 

—¿Viniste en automóvil, no? ¿Todavía tienes la camioneta desastrosa que te dio tu padre? ¿Aun te detesta tu padre? 

—Si vine en mi auto y mi padre no me detesta.

Claro que si, el auto que te dio lo demuestra. 

—Me largo —anuncia cansado el menor y se da la vuelta. Junmyeon sigue siendo muy Junmyeon, eso no es bueno para él, no se puede hacer eso. 

Sin embargo antes de dar un paso Junmyeon lo toma de la mano con fuerza. Jongdae quiere soltarse pero Junmyeon se lo impide y lo envuelve en un torpe abrazo. 

—No me dejes solo. 

El menor se deshace por fin del agarre y empuja a Junmyeon. No puede dejar de verlo con  molestia aunque sabe que su expresión está a un suspiro de convertirse en una diferente, se encuentra confundido y dolido. 

—¿Qué es lo que de verdad quieres Junmyeon? ¿A qué vamos a jugar esta noche? Me siento realmente estúpido frente a ti. 

El mayor se rasca la cabeza apenado, Jongdae tiene todos los motivos para actuar así frente a él. Después de todo solo era un idiota en su relación. Él convirtió a Jongdae en un estúpido. 

—De verdad no quiero que juegues conmigo esta noche, en realidad no quiero que juegues conmigo más nunca. Realmente, realmente te amaba y tú solo me buscabas cuando estabas solo, cuando querías acostarte o malgastar dinero. De verdad soy estúpido, ni siquiera sé la razón por la que vine, que patético. 

Jongdae levanta su mirada y la enfoca en la opaca bombilla que ilumina el pasillo, espera que ella evapore las ganas de llorar que se le acumulan detrás de los ojos o que borre el nudo de palabras que se le forma en la garganta. 

—Necesito un favor, no quiero más nada de ti, solo ese favor. 

—¿Qué clase de estúpido favor quieres? —pregunta Jongdae colocando un dedo sobre el pecho ajeno—. ¿Por qué yo? 

—Porque me gusta tu horrorosa camioneta. 

—Junmyeon. 

—Llévame al hospital —pide y esta vez deposita con cuidado sobre los brazos del menor su bolso.

—¿Estás enfermo? —pregunta Jongdae, queriendo golpearse por dejar que su voz suene preocupada. 

Junmyeon se encoge de hombros y se acerca al ascensor para llamarlo. 

—Algo así. 

—¿Que tienes? —cuestiona el menor llegando a su lado. 

—Creo que intenté matarme —dice bajito y calmado el mayor, luciendo de igual forma calmado.

La sorpresa por lo horrible no encuentra como escaparse de los labios de Jongdae. Siente que le acaban de dar un golpe que lo deja sin aire y no puede caminar y no puede procesar el cómo Junmyeon camina tan tranquilo hacia el interior del ascensor. Camina tranquilo mientras se cae a pedazos. El menor se las arregla para entrar al ascensor también y comienza llorar en cuanto repara en el rostro de ojos cerrados de Junmyeon. 

—Tus bromas son horribles —exclama mientras lo toma por el cuello—. Te odio. 

—No es una broma —dice Junmyeon y coloca una mano sobre las delgadas del menor—. No me odias. 

—¿Por qué dices "creo"? ¿Cómo puedes decir "creo"? ¿Cómo puedes pedir tan tranquilamente que te lleve al hospital? —Jongdae arroja todas las preguntas con una furia sumamente triste—, ¿por qué yo? 

Junmyeon envuelve a Jongdae en otro abrazo y lo deja llorar sobre su pecho. Eso lo hace sentir fatal, volver a ver a Jongdae y hacerlo llorar como la última vez. 

—Creo que intenté arrojarme de la azotea, estaba sentado ahí y de verdad sentía ganas de dejarme caer hacia adelante, me imaginé destrozado en el suelo y aún así todavía sentía unas inmensas ganas de caer, estuve minutos contemplando la idea, me costó muchísimo regresar a mi piso y llamarte. Realmente creo que intenté matarme. Realmente creo que lo voy a volver a intentar si no hago algo de inmediato, no tengo tiempo para agendar una cita de mierda con un psicólogo, me quiero internar ya, porque me quiero matar —explica Junmyeon con una simpleza que asusta—. Te llamé porque no sería capaz de intentar matarme estando a tu lado. Lo siento, soy egoísta pero eso lo sabes. 

Cuando el ascensor se abre en el recibidor Jongdae se separa del mayor y lo toma por la mano, arrastrandolo rápidamente todo el camino hacia su camioneta. En el momento en que abre la puerta del copiloto arroja el bolso de Junmyeon y luego lo empuja dentro del carro. 

—Te odio —le dice y cierra la puerta con todas sus fuerzas. 

—No me odias —le recuerda al menor cuando este ingresa en el auto y lo enciende. 

—Pero ya casi, ya casi, bastardo –dice y Junmyeon ríe con ganas que hacen que Jongdae se eche a llorar sobre el volante. 

—No llores Jongdae, estaré bien en el hospital, realmente espero que mis ganas de morir se quiten —dice con esa calma que asusta y que hace que Jongdae se arroje sobre él a golpearlo. Una vez, dos veces, tres veces sobre el rostro hasta que le hace sangrar la nariz al mayor. 

—¿Por qué actúas así? —le pregunta trastornado—. Tan calmado a pesar de que te querías lanzar de un maldito edificio de 10 plantas. 

—Creo que me estoy volviendo loco de tanto odiarme —responde Junmyeon mientras conecta su teléfono al equipo de música del auto—. De verdad me preocupa querer matarme, pero hey, al menos busco ayuda, si me curo a lo mejor puedo salir de nuevo contigo —dice a modo de broma y Jongdae lo golpea otra vez. 

El mayor no se queja y limpia su sangre con las mangas de su suéter azul celeste, bueno, él detalle es que no es su suéter. 

—Eres un idiota, tú tenías mi suéter y lo llenaste de tu sangre ahora. 

—Sé que estás preocupado por mi y detestas que tal vez tú estés más preocupado por mi de lo que yo mismo lo estoy y a la vez te odias por estar tan preocupado porque yo fui muy malo contigo, eh, lo siento por eso, vayamos a comer sushi, yo invito ya sabes, por haber sido malo contigo. Puedes seguir descargando tu ira en mi, no me molesta, pero no más golpes, quiero decir, no destroces mi cara. 

—¿Comer sushi? —pregunta Jongdae confundido—, ¡íbamos al hospital! 

—Quiero pasear y comer sushi antes de ingresarme en el hospital. No creo que me vayan a dar sushi y no creo que un chico sexy vaya a comer conmigo tampoco —dice guiñandole un ojo—. Y escuchar música, escuchar música es fundamental. 

Jongdae no dice nada y coloca en marcha el auto. Su cabeza está tan llenas de pensamientos, todos llegan a la misma conclusión que lo atormenta. 

Ah, de verdad sigo enamorado del bastardo de Junmyeon y estoy destrozado por él. 

Lo mira un par de veces y decide dejar de actuar tan terrible con él. Lo hará pasar una mejor noche, es lo que tiene que hacer. En el fondo, en las noches solitarias a veces piensa que Junmyeon también lo amó de verdad aunque fuera un poco, puede hacerlo pasar una bonita noche trayendo el recuerdo de ese Junmyeon a su mente. El que tal vez se enamoró un poco de él. También piensa en el niño interno que alguna vez Junmyeon le mostró estando ebrio, aquel que seguía asustado dentro de él después de haber tenido una vida no tan grata. 

Yo haría todo por ti, porque soy un juguete, un juguete —canta Junmyeon de pronto, fuerte y alto, mirando a Jongdae—. ¿Cuando tendremos una platica sincera? Será después de que me acaricies, cuando sonrías. Pronto seré puesto en la esquina, pero mi fe está en tus manos, úsame mientras puedas, soy todo tuyo. No quiero nada más, puedo verte llenandote de mi. Puedo darte todo ¿tomarías todo de mi? Si el amor es un juego entonces úsame rudamente, lo sabes, todo lo que necesitas soy yo, soy tu juguete. 

—Junmyeon, estoy a tres segundos de dejarte tirado en una esquina de la ciudad —dice Jongdae cambiando la canción—. Debería ser yo quien te cante eso. 

—Perdón. Pongamos otra —dice Junmyeon y busca una canción más acorde con él—. Te va a gustar que te cante esta. 

—De hecho, quiero escuchar la voz de los cantantes no la t-

Soy el chico malo, porque tu eres un chico bueno, soy el chico malo, porque tu eres un chico amable —canta a todo pulmón Junmyeon y Jongdae se siente avergonzado—. Me aceptaste con mi personalidad de porquería, sin nada a cambio. 

—Otra canción —dice Jongdae y cambia tan rápido como puede la que le está dedicando Junmyeon. 

—Ya no hay tiempo para serenatas improvisadas, gira aquí, mi nuevo restaurante de sushi favorito queda aquí, está siempre abierto. 

—¡Haberlo dicho dos calles antes! no puedo hacer una vuelta en U aquí. 

—No hay nadie que nos mire y en esta zona no hay cámaras —dice Junmyeon y mete sus manos al volante haciendo que giren bruscamente. Por suerte Jongdae logra hacer que el carro no se vaya directo a una vidriera. 

—¡Te odio! —grita Jongdae fuertemente y Junmyeon se ríe. 

—No me odias. 

Eso hace gruñir a Jongdae y también lo hace recordar que hizo sangrar la nariz de Junmyeon por lo que lo mira nuevamente preocupado pero al parecer  solo fue un poco de sangre lo que logró sacarle con el golpe. 

—¿Te bajaras con el suéter lleno de sangre? 

—Si, a nadie le importará. Al menos que tú quieras que me quite la camisa —dice sugerente y en serio, en serio Jongdae lo quiere golpear una vez más. 

—Cállate —espeta cuando se estaciona frente al dichoso restaurante de sushi. 

Junmyeon baja de la camioneta casi de un salto e inhala el aire de la ciudad como si estuviera encantado con él, incluso levanta los brazos al cielo y los mueve al ritmo de una melodia que se escucha saliendo de uno de los locales de la zona. 

—Sigues siendo tan tú —que duele. 

—De eso se trata la vida.

—Vamos, se te quedan viendo Junmyeon —dice tomándolo por la mano y sintiendo un extraño calor cuando Junmyeon le da un apretón. 

La cena es tal vez lo mejor de la noche para ambos. Junmyeon ordena tanto sushi como para diez personas y se come un 70% de él con la alergia más grande. No se dedican a conversar de cosas que duelen, se dedican a bromear y a hablar de música, a recordar algunos de los viajes de fin de semana extraños que Junmyeon improvisaba. Hablan de la universidad y del trabajo en caso de mayor, se ríen de algunas anécdotas de los amigos en común que conservan y en algunos momentos simplemente disfrutan de verse comer, no hay silencios incómodos y parece una cita muy casual. 

—En serio, te lo digo Jongdae, la chica quería que le diseñara un logo para un campamento de una iglesia, e insistía en que colocara de alguna forma todos los colores de la bandera gay, claro ella no pretendía que esa fuera la intención del logo pero era torpe. Pero en serio casi me caigo de la silla cuando me dijo que diseñara el logo de esa forma.

Jongdae ríe y sin querer termina ensuciando su rostro ya que estaba por meterse un bocado de comida. Junmyeon inmediatamente lo limpia con una servilleta y por unos segundos sus miradas se cruzan otra vez, de una forma algo intensa que Junmyeon vuelve ligera con una sonrisa pero Jongdae no puede dejar de ver su rostro con ojeras, sus labios rotos y notar que su sonrisa es cansada. 

—Iré a pagar —dice Junmyeon levantándose y el menor asiente. 

—Te espero en la camioneta. 

Aunque Junmyeon no toma mucho tiempo para pagar, se tarda lo suficiente como para que Jongdae piense demasiadas cosas en pocos minutos otra vez. 

Él de verdad se intentó matar y de verdad todavía me gusta. Lo odio. 

En el momento en que Junmyeon vuelve a subir a la camioneta Jongdae le regala una sonrisa como si no hubiera estado pensando en su intento de suicidio. 

—¿A dónde quieres ir ahora? 

—Al hospital, Dae. 

Dae, que le diga Dae destruye mucho al menor. 

—¿Esto es todo? 

—Sip. 

—Ya es d-de madrugada —dice el menor con la voz inestable. 

—Es un hospital, Dae. Tal vez tenga que esperar hasta que sea de mañana para hacer el ingreso correctamente, pero estaré ahí lo que queda de la madrugada, alguien me verá, que sé yo. Es la cosa más segura que puedo hacer —dice tranquilo el mayor, con los ojos cerrados—. Además, me quiero bajar de tu camioneta de porquería ya. 

—Dijiste que te gustaba. 

—Y me encanta pero tengo que ser objetivo, es una mierda con ruedas.

—Bastardo —le insulta el menor y arranca la camioneta. 

El trayecto hasta el hospital es silencioso y ya no hay miradas, Jongdae prefiere perderse en las luces de los semáforos y Junmyeon contempla la ciudad como si esperara pasar mucho tiempo dentro del hospital. 

La verdad es que le duele todo por dentro. Pero junto a Jongdae puede resistir.

La verdad es que le duele haber sido un estúpido con Jongdae. Y en serio, en serio se odia demasiado, le pica vivir en su propia piel y tener que levantarse en las mañanas y repetir su día. Los días le pesan tanto que anhela estar en sus sueños repletos de pesadillas, está completamente fragmentado por dentro y le da miedo seguir pensando en ello porque sabe que quería fragmentarse cayendo de un edificio, para que su realidad combinara con su cabeza, para no despertar y tener que cepillarse, ponerse zapatos, comer, respirar, caminar, sin sentido son todas sus acciones ahora. 

El momento en el que Jongdae para frente al hospital se niega a observar a Junmyeon, porque lo quiere golpear, le quiere gritar, lo quiere besar, le quiere decir que le rompió el corazón, le quiere decir que lo va a esperar y que está dispuesto a que le rompa otra vez el corazón, le quiere decir que viva para poder seguirle diciendo que lo odia mientras enmascara un te amo. 

Desde afuera Junmyeon asoma su cabeza dentro del carro y le sonríe cálido a Jongdae. 

—Está bien si me odias —le dice y Jongdae tiene que poner toda su fuerza en evitar observarlo—. Gracias por lo de esta noche. 

—No te odio —dice rápidamente Jongdae, con un repentino miedo de no volver a escuchar a Junmyeon—. Y no quiero que te mueras. 

—Yo espero que se me quiten las ganas. 

—Y te quiero —confiesa asustado, tratando de mantener a Junmyeon frente a él. 

—Yo también, quisiera que me pudieras esperar, quiero aprender a amarte bien cuando me ame primero, pero eso no es justo, vamos a ponerlo así, si no tienes pareja cuando salga de aquí, te buscaré, e iremos a hacer vueltas ilegales en U y a comer sushi, pero comprate otro auto antes. 

—Vive, estúpido. 

—Eso voy a intentar —dice y se para recto para luego dar la media vuelta y por fin entrar al hospital. 

Jongdae se queda frente al hospital hasta que el reloj marca las 5 am y cuando arranca de nuevo el auto se convence de que a Junmyeon le irá bien.

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