Capítulo Diez
Un par de días habían pasado desde que TaeHyun y BeomGyu tuvieron la pequeña dolorosa charla acerca de sus sentimientos.
El mismo día el Alfa se recuperó un poco y se fue. Al día siguiente, BeomGyu no llegó a casa, y el Omega se martirizó con el pensamiento de que por su culpa este ya no quería verlos nunca más.
El lunes en la mañana, SooBin apareció un poco más tarde de lo usual. El mayor se veía realmente mal: tenía ojeras y su vestimenta era desprolija, cosa que le extrañó a TaeHyun, puesto que el Omega siempre era muy cuidadoso con cada prenda colorida que se ponía y cada zapato que calzaba.
— Pensé que no venías, Binnie. Ya iba a llevar a JinYounggie a casa de mi mejor amigo.
— Disculpa, TaeHyun — solo agachó la cabeza arrepentido, y se perdió en la cocina.
Al menor le pareció muy raro su comportamiento, pero, si no salía de su casa en ese instante, iba a llegar muy tarde a clases.
Volvió a subir a la habitación para marcar a su bebé con su olor y evitar que JinYoung tuviera mal humor durante la mañana. Dejó varios besos en sus mejillas, deteniéndose un segundo para verlo, con amor, dormitar. Su bebé extrañaba a BeomGyu, el día anterior lo descubrió mirando con anhelo la puerta de la entrada, y no había podido dolerle más el corazón con aquella escena.
Se acercó a la cocina, asomando la cabeza por la puerta, SooBin estaba mirando por la ventana mientras una olla con agua hervía a su lado.
— Binnie... — lo llamó con tono preocupado.
El aludido ni se inmuto, simplemente volteó un poco su cabeza. — ¿Sí?
— ¿Estás bien?
Tras un largo suspiro, SooBin negó, mordiendo su labio. Y no dejó que el Omega se acercara a él, se concentró en su labor de lavar las frutas que le daría de desayunar a JinYoung.
— Solo tengo que resolver unos... asuntos. No te preocupes, Tae.
No muy convencido, Kang asintió. Podría preguntarle en la tarde y brindarle su ayuda si fuera necesario. Parecía que el tierno Binnie había perdido su brillo en un fin de semana.
— Si BeomGyu viene, por favor, dile que se quede hasta que yo regrese.
— Lo haré. Ten un buen día.
TaeHyun salió prácticamente corriendo de su casa hacia el auto de su madre, pero una cabellera rubia –bastante conocida– le llamó la atención.
Definitivamente, iba a llegar muy tarde a clases.
YeonJun le regaló una gran sonrisa mientras abría los brazos para que TaeHyun corriera y se refugiara en ellos, y eso hizo el Omega, saludándolo.
— ¿Qué haces aquí tan temprano? — preguntó una vez se separaron.
— Yo... realmente, no lo sé — rascó su nuca, luciendo nervioso. — Mi lobo quería... me obligó a venir aquí.
El cerebro de TaeHyun pareció haber encendido una bombilla. Su mente se iluminó.
— Hyung, creo que deberías entrar a conocer al niñero de JinYoung — se puso un poco de puntillas para dejar un beso en la mejilla de su mejor amigo. — Ve. Nos vemos luego.
Volvió a correr en dirección al auto de su progenitora, tirando la mochila al asiento del copiloto una vez se acomodó en el asiento, encendió el motor, pitándole a un confundido YeonJun, y se fue.
La marca de TaeHyun ya no picaba como antes, ni tampoco le ardía, y su lobo estaba evidentemente más tranquilo y relajado. Pero aún sentía el tirón del lazo en su pecho, la necesidad de buscar a BeomGyu y refugiarse entre sus brazos.
Sonrió al recibir un mensaje de SooBin, avisándole que el Alfa aceptó esperarlo en casa. Los ojos de TaeHyun se iluminaron mucho más de lo normal al leer esas palabras, al menos podría verlo un momento.
Volvió a casa unas horas más tarde ya que tuvo que recoger un par de libros en la Biblioteca. Cuando entró a la casa, tiró su mochila por algún lugar del piso, quitándose su abrigo y colocándolo en los ganchos que tenía en la entrada. Se acercó despacio a la sala, sin pensar que sería recibido por tal hermosa escena.
JinYoung y BeomGyu se encontraban sentados en la alfombra. El cachorro reía con entusiasmo, estirando un juguete en forma de hamburguesa a su padre, quien tomó la hamburguesa y la llevó a su boca, haciendo sonidos graciosos, simulando comerla.
No pudo evitar reír en voz alta cuando su pequeño soltó una aguda carcajada. Dos pares de ojos se posaron en él, haciendo que se cubriera la boca con ambas manos porque estaba demasiado avergonzado.
El infante aplaudió con sus dos manitos para luego estirarlas en dirección al Omega. TaeHyun no dudó ni un segundo en acercarse para tomar a su hijo en brazos, repartiendo besos por todo su rostro y abrazándolo con ansias.
— Hola, cachorrito. Papi te extraño mucho — JinYoung estaba escondido en la curva de su cuello, respirando su aroma de cerca. — Veo que también me extrañaste.
Pudo notar de reojo a BeomGyu observarlos, atento y, bajo su mirada, se sentó en el sofá grande con JinYoung en sus piernas. El bebé sonreía y balbuceaba, porque el Alfa le tiraba besos volados.
— Ayer no viniste.
Esta vez BeomGyu lo miró fijamente, y TaeHyun sintió el calor escalar en sus mejillas.
— Estaba resfriado, no quería contagiar a JinYoung.
— ¿Te sientes mejor ahora? — Vio un atisbo de sonrisa en los labios del Alfa, que hizo que su corazón palpitara más rápido.
— ¿Ahora? — BeomGyu jugaba con los dedos del cachorro, sus ojos aún sobre el Omega. — Sí.
La sutil declaración hizo que TaeHyun desviara la mirada, sonriendo poquito. Miró hacia la cocina; SooBin seguía allí, cabizbajo.
Dejó un beso en la mejilla de JinYoung y lo estiró en sus brazos para que BeomGyu tomará. Se levantó, dirigiéndose hasta donde estaba el otro Omega.
— Hola, Binnie.
— Hola — respondió muy bajo.
— Uh, ¿mi mejor amigo vino? Es un Alfa de cabello-
— ¿Rubio? Sí, estuvo aquí, pero se fue en cuanto le abrí la puerta.
TaeHyun frunció el ceño ante aquella declaración. ¿Qué? —. ¿Estás seguro que su cabello era rubio?
SooBin asintió lentamente. — Sí, TaeHyun.
Joder, eso no salió como esperaba.
Cuando encontró a YeonJun, y este le dijo que su lobo lo obligó a ir hasta su casa, supo de inmediato que se trataba de que, tal vez, en su casa, había un lindo Omega muy triste, y el lobo de YeonJun necesitaba consolarlo.
TaeHyun creía en los destinados, porque, de hecho, su Alfa y él lo eran, reconociéndose desde el primer momento en el que BeomGyu se acercó a la caja del supermercado para pagar por unas bebidas heladas.
— Binnie... ¿Por qué estás tan mal?
SooBin se dio la vuelta para que TaeHyun no pudiera ver la mueca decaída que habían dibujado sus facciones, y apagó las hornillas de la comida que ya estaba lista.
— Mi papá enfermó hace un par de días... Ahora está en el hospital.
El Omega, más que triste, sonaba muy preocupado. TaeHyun pensó que lo mejor sería que se dedicara a cuidar a su padre.
— Pudiste llamar y decir que no venías hoy — murmuró comprensivo.
El mayor negó. — Necesito el dinero, TaeHyun. Y no tienes con quién dejar al cachorro.
Eso era cierto, pero los siguientes días tal vez podría pedirle a BeomGyu que cuidara de JinYoung. Dejaría todo preparado para que el Alfa atendiera a su bebé.
— Hagamos algo: tú irás ahora con tu papá y regresas el lunes. Le diré a BeomGyu que se encargue de JinYoung mientras estoy en clases, ¿está bien?
— Pero...
— Silencio — TaeHyun lo miró serio, haciendo que el otro Omega se encoja. — Si quieres recuperar esos días, trabajarás los fines de semana y, si no quieres, no habrá ningún problema.
Vio un pequeño brillo encenderse en la mirada del Omega. SooBin se acercó, envolviendo a ambos en un cálido abrazo, habían lágrimas en sus orbes cuando se separaron.
— Muchas gracias, Tae — besó sus manos. — Gracias, gracias. Prometo que el lunes vendré media hora más temprano.
TaeHyun rio, alzando una mano para dejar una caricia en la mejilla suave del contrario. — Cuídate, Binnie. Y no vengas media hora más temprano.
— JinYoung ya comió. Hay suficiente comida para ti y BeomGyu. Adiós — Sonrió, viéndolo recoger sus cosas e irse.
Regresó a la sala, en donde ahora BeomGyu se encontraba sentado en el sofá con JinYoung a su lado; ambos veían entretenidos como el peludo Hobak lamía su pelaje quitando la suciedad.
La sangre Choi es poderosa.
Sacó su celular y mandó un mensaje al número de YeonJun, debía hablar con su amigo antes de que terminara el día. Estaba seguro que no era así cómo debían salir las cosas.
— TaeHyun — Miró al Alfa, que ahora también lo veía. Dejó su celular a un lado para prestarle atención. — El sábado regreso a Daegu.
TaeHyun alzó las cejas. — ¿Te vas?
— Ven conmigo.
Mordió su labio, entrelazando sus dedos nerviosos, y al final terminó cediendo a los deseos de su lobo. Se acercó hasta estar frente a BeomGyu, el Alfa levantó la cabeza ya que estaba sentado y TaeHyun de pie. Sus miradas se conectaban ahora, chispeantes, con manos ansiosas por tocar la piel ajena.
TaeHyun miró los muslos ajenos, y se encontró anhelando acomodar su cuerpo encima de ellos. Y BeomGyu tuvo que haber leído sus pensamientos, porque sus largos dedos se envolvieron en torno a su muñeca, tirando de él hasta dejarlo sentado sobre sí. El menor soltó un pequeño suspiro, en lo que acomodaba sus piernas flexionadas a cada lado de la cadera del otro, sosteniéndose, con las manos apoyadas en el pecho de este. Sus párpados se cerraron por voluntad propia cuando una mano se instaló en su espalda baja.
Si esa era la táctica que BeomGyu estaba usando para persuadirlo, le estaba funcionando muy bien.
— Sé que no quieres ver a mi familia...
TaeHyun miró su cuello mientras hablaba. Si ponía su mano ahí, podría sentir la vibración de su voz.
El Omega negó con la cabeza al entender sus palabras, y se mordió el labio, evitando que un jadeo escapara de ellos al sentir los dedos de BeomGyu trazar círculos, el calor de su tacto casi traspasando la ropa y llegando a su erizada piel.
Era momento de decirle la verdad, por su cachorro y por él.
— Gyu, hay algo que tengo que decirte.
¡Gracias por leer!
Muchas gracias por sus palabras tan lindas en todos los capítulos; en serio, me motivan mucho para seguir. <3):
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