Primera Parte
Si tan sólo alguien le hubiera advertido.
Volvió a leer incrédulo, la decorada y elegante tarjeta entre sus manos. No podía ser posible.
¿Cuatro meses era acaso demasiado tiempo?
¿Por qué Tony no le había comentado nada?
Las dudas seguían rondando por su cabeza sin la más minúscula intención de detenerse.
Al llegar a su departamento no esperaba en absoluto ser recibido con esa noticia. De haber sabido, ni siquiera revisaba la correspondencia.
Steve se repitió que tarde o temprano igual se enteraría.
Depositó el sobre con la invitación en una esquina de la mesa ante la marcada frustración del momento.
Se supone que debería sentirse inmensamente feliz, es lo que haría cualquier mejor amigo al enterarse de algo así. Sin embargo, él no puede experimentar lo mismo.
No cuando está perdidamente enamorado de Tony.
Su mente viaja al día en que lo conoció. Ni en sus más remotos sueños pudo haberse imaginado que caería rendido ante Tony Stark.
El hombre no sólo era físicamente atractivo, era una completa caja de sorpresas. Steve podía hacer una amplia lista de las virtudes y defectos del multimullinario. Su inteligencia y bastos conocimientos dejaban impresionados a muchos, pero sobre todo, ese gran corazón siempre dispuesto a ayudar a los demás fue lo que terminó por conquistar al Capitán.
Con el tiempo comprendió que Tony no era como lo pintaban los medios. Detrás de toda esa finta de mentiras y engaños se encontraba el verdadero Tony. El que sólo conocían sus más allegados.
El impulso de romper a llorar lo golpea fuerte, la impotencia de perder a la única razón para luchar día con día, lo tiene en el suelo al borde de perder la cordura.
Se maldice cuando escucha sonar su teléfono. No es momento para sostener una conversación; está cansado, melancólico y su humor no es el mejor de todos.
Su mundo se viene abajo al ver ese nombre marcado en el registro.
Tony...
Decide calmarse y dejarlo sonar un poco más hasta que logre estabilizar su ritmo cardíaco. Creyó que dejaría de insistir ante su evidente y claro rechazo, pero Tony era necio. Lo conocía tan bien como para saber que persistiría hasta obtener respuesta de parte suya.
—Hola, hojalata.
—¡Al fin!—exclamó contento del otro lado de la línea.—Steve, he tratado de contactarte durante todo este tiempo. ¿Ya te enteraste?
Miró hacia la mesa en donde permanecía intacta la invitación.
—¿Cuándo planeabas decirme?—intentó no sonar disgustado.
—Fue muy de improvisto, además ya te dije que me fue imposible comunicarme contigo.
—Pudiste habérmelo comentado antes de partir. —le reprochó, recordando con exactitud ese día.
—Es que aún no estaba seguro, todo pasó en un abrir y cerrar de ojos.
—Si tienes dudas entonces no deberías hacerlo.—sentenció con voz firme.
Escuchó la risa de su amigo.
—Tienes que venir a ayudarme, Steve. Te necesito.
—Yo... no sé si pueda en esta ocasión.
—¿Estás bromeando? Hoy me toman las medidas para el traje, quiero, más bien, requiero de tu presencia en el lugar.
Sostuvo con fuerza el teléfono, ver a Tony sin duda no era una buena idea.
—Lo siento, Tony. —suspiró derrotado.—No me siento del todo bien, quizás puedas marcarle a Rhodey o a Bruce, pero no cuentes conmigo.
Hubo un prolongado silencio de parte del castaño.
—Perdona, ni siquiera te pregunte cómo habías llegado de tu misión o si estabas herido. Fue desconsiderado de mí parte, ¿estás bien?
Fuera de que mi corazón se rompió en mil pedazos, todo en orden.
—Sí, sólo un poco exhausto.
—Descansa entonces. Más no pienses que te vas a salvar, pospondré la cita con el modista para mañana.
—Tony, no...
—Te voy a enviar un mensaje con la dirección, te veo allí. Bye.—colgó.
¿Cuándo le he dicho que no?
Ahora mismo quería desaparecer de la faz de la Tierra e irse lejos. Nunca fue de darse la vuelta o huir de los problemas. Así no era él.
Pero el pensar en Tony jurándole amor eterno a otra persona lo hacía querer dar marcha atrás y evitar ese fatídico acontecimiento.
No sería capaz de resguardar todo el dolor por mucho tiempo, ni la certeza podía tener de presenciar la ceremonia.
Tan feliz que estaba. La paz y emoción de regresar a la ciudad después de una agotadora misión con SHIELD, se esfumó en el preciso momento en que vio esa invitación.
Y lo peor de todo, tenía menos de una semana para hacer cambiar a Tony de parecer.
No podía perderlo.
El principal problema era tratar de descifrar los sentimientos del menor.
¿Y si en verdad anhelaba empezar una vida junto con Pepper?
¿Sería él un impedimento para tal unión?
Su corazón le inducía a realizar una acción y su cabeza, por el lado razonable, otra totalmente contraria.
Unos toques en su puerta lo hicieron ponerse en pie.
No tenía idea de quién podría ser a esas horas. El sol apenas daba rastro de sus rayos, indicando por ende que el anocher comenzaría pronto.
Se aseguró de lavar su cara para disimular su mal estado, seguido corrió a abrir la puerta.
Natasha lo recibió con una sonrisa ladina. Llevaba una bolsa sujeta a su mano derecha en la que se podía apreciar como resaltaban unas botellas de vino.
—Nat, qué...
—Tranquilo, supuse que necesitarías compañía después de la noticia. ¿Cómo te encuentras?—cerró la puerta detrás de ella.
—Yo...—inclinó su cabeza a la vez que se llevaba una mano a la nuca.
La espía lo reconfortó con un fuerte abrazo. Steve no pudo agradecer más el tener de amiga a alguien como Natasha.
A pesar de que desconfió de ella en un principio, ahora le era imposible imaginarse sin la amistad de la pelirroja.
—Está bien, cariño.—lo miró con ternura, como una madre acogiendo a su hijo —Sé por lo que estás pasando. —los guió hasta un sillón cercano para poder sentarse.
—Nat, esto es horrible. No sé que voy a hacer.
—Tony es un idiota por no darse cuenta de lo mucho que lo amas. —se levantó y regresó con dos vasos de vidrio.
—No es su culpa.—lo defendió.—Nunca debí enamorarme de él.
—Steve, perdona que te lo diga pero la mayoría del equipo sabe lo que sientes por él. No es novedad, y para serte sincera a todos nos dejó desconcertados el anuncio de la boda.
Avergonzado, aceptó el vaso con vino que acababa de servirle. Y él que creía que disimulaba bien.
—No hay nada que pueda hacer.
—¡Claro que sí!—dió un trago a la amarga bebida.—Tú impedirás esa boda.
—Estaba considerando esa opción, pero a la vez no sería tan cruel como para hacerles eso a Tony y a Pepper.
Y era cierto. Por mucho que tratara, jamás lograría armarse de valor para hacer algo de tal magnitud. Lo que importaba era que Tony fuera feliz, y él no le arrebataría esa dicha aunque eso implicara acabar con la suya.
De un solo trago dejó vacío el contenido de su vaso, haciendo que Natasha le sirviera de nuevo.
—Estoy segura de que Tony miente, su relación de noviazgo muy apenas y era notable y lo sabes. Casi ni mencionaba a Pepper, ¿por qué querría casarse tan repentinamente?
—Ya no importa, supongo la ama de verdad para querer pasar el resto de su vida a su lado.
Natasha formó una mueca poco convincente, negándose a creer lo que escuchaba.
—Por favor no me digas que te presentarás a la boda. —reclamó con voz molesta.
—Es mi deber como su amigo acompañarlo.
—No tienes que hacerlo si no quieres, estás en todo tu derecho de no asistir, Tony lo entenderá. No quiero verte sufrir.
Sonrió sin ánimos, tomando la mano de su amiga.
—Gracias por preocuparte tanto por mí, aprecio lo que haces, pero no tengo de otra.
—No puedes torturarte de este modo Steve, entiende. —quería hacerlo entrar en razón y que viera que al final del día él sería el que terminaría destrozado. —Ambos sabemos aquí que no eres para nada un buen actor, y no creo que sea lo mejor para ti asistir a esa boda.
No quería admitir que Nat decía la verdad, aunque así lo fuera. Él también podía ser muy obstinado y terco cuando se lo proponía.
Dio un leve asentimiento hacia ella.
—Lo pensaré, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.—repitió satisfecha, porteriormente posicionó una segunda botella enfrente de ellos.—Hoy ingerirás todo el alchol posible hasta que el cuerpo te lo permita, y no, no tienes permitido negarte.—amenazó autoritaria.
—¿Esta es tu forma de hacer que me sienta mejor?—sonrió, viendo como la pelirroja servía otra ronda de vasos.
—Bueno como dijo Baudelaire, “El vino se parece al hombre: nunca se sabe hasta qué punto se le puede apreciar o despreciar, amar u odiar; ni cuantos actos sublimes o crímenes monstruosos es capaz de realizar. No seamos, entonces, más crueles con él que con nosotros mismos y tratémosle como a un igual”.—finalizó con una sonrisa arrogante.
Su fascinación por lo acertada que solía ser Natasha con sus comentarios crecía cada vez más.
Steve raras veces bebía alcohol, sólo en situaciones de fiesta o extrema tristeza se atrevía a abusar de esta sustancia. Bien sabía de las consecuencias en su exceso, el fantasma de su padre era una prueba. Tony también fue una viva representación de este caso. Y no por nada se desgastó y se pasó noches en vela al cuidado del castaño. Ayudarlo a atravesar esa difícil etapa no fue fácil, sin embargo los resultados se fueron dando poco a poco.
Estaba tan orgullo de Tony por haber erradicado su adicción.
Olvidándose de todos esos recuerdos por un rato, se volvió a concentrar en Natasha.
—Supongo que unos tragos no hacen mal a nadie siempre y cuando se midan.
Haría una excepción por esa noche.
...
Su mirada viaja en lo perfecto que lucía ese traje en Tony. Después de pensárselo por unos segundos, el traje no era nada excepcional, lo que indudablemente hacía que resaltara era el sonriente castaño que figuraba frente al espejo.
—Steve, tienes que medirte un traje también. No quiero que mi padrino de bodas vaya vestido con unos harapos cualquiera.
Le devolvió la sonrisa a Tony a través del reflejo del espejo.
—Antes quiero saber algo.—se irguió, manteniendo su atención en él.—¿La amas?
Tony entendió perfectamente lo que trataba de decirle. Se dio media vuelta para encarar al rubio.
—¿Por qué me preguntas eso?, no estaría a punto de casarme si no amara a Pepper. —expresó con cierto enfado.
—Sólo era curiosidad, no te alteres. —posó sus manos en los bolsillos de su pantalón, incómodo.—Es que... Me resulta sorprendente que estés por contraer matrimonio. Bien sabes que es un paso muy importante en la vida de cualquier persona.
—Lo sé, Steve. Eso ya lo sé.—lo miró directo a los ojos.—No tienes de que preocuparte, sé lo que hago.
—Confío en ti, siempre lo he hecho.—Le pareció interesante ver que Tony había reaccionado tan a la defensiva.
Casi como esquivando el tema.
—¿Realmente crees que no estoy listo para casarme?—el cambio en su voz fue notable. Ahora se veía más pensativo que enojado.
Estaba perdiendo la respiración por el repentino acercamiento entre Tony y él. Si se inclinara apenas unos cuantos centímetros, casi podría robarle un beso.
Su corazón latía desesperado por confesarle a Tony de una vez por todas su verdadera angustia.
Constantemente se regañaba por querer cometer alguna imprudencia.
No lo hagas, Rogers
—No estoy diciendo eso, sólo quiero asegurarme que haces esto por amor y no por otra situación.
Tony no respondió al instante.
—Lo hago, todo lo que estoy haciendo es precisamente por amor. —la seguridad con la que dijo esas palabras, terminaron por matar la esperanza en Steve.
Qué sentido tenía seguir luchando, el amor de Tony ya estaba reservado para alguien, y ese alguien no era él.
—No te ves bien, ¿te pasa algo?—le cuestionó Tony.
El capitán desvió su mirada de la suya. No podía seguir mirándolo a los ojos mientras le mentía.
—No es nada.—fingió una sonrisa, amortiguando el creciente dolor en su pecho.
La presencia del sastre en la habitación aligeró el ambiente que se había creado entre ambos super héroes. Trabajó en unas últimas correcciones en el traje según le instruía Tony y terminó por darle el precio a pagar por sus servicios.
Steve aguardó callado mientras su amigo le agradecía al amable señor.
Salieron juntos de la tienda ya acordados los atuendos para la fecha de la boda.
Steve ahora podía confirmarlo, salir de la tremenda depresión que lo esperaba después de la boda de Tony sería por mucho, la peor de sus misiones por cumplir.
Acompañó a Tony a todos sus pendientes, fueron a dar un anticipo del pastel, confirmaron la asistencia del juez a la boda, y por último se pasaron por las oficinas encargadas del los jardines para eventos reservados, en dónde se festejaría la ceremonia.
El encargado los dejó ir a inspeccionar los alrededores para que supieran con exactitud qué terrenos abarcarían y hasta que áreas tenían permitido el acceso.
—Es muy hermoso este lugar—Steve observó los verdes y extensos campos. Era sin duda un aura más natural y en la que el aire se respiraba más puro.
—Lo es, ¿verdad?—concordó con el Capitán. —A Pepper le encantó desde la primera vez que se enteró de estos jardines.
Steve había soportado mucho durante todo un día. Demasiados sentimientos encontrados, recuerdos latentes reproduciéndose en su mente, tal cual un filme estructurado para hacerlo sentir peor. Lo único que imploraba con todo su corazón era que todo su sacrificio realmente valiera la pena, en pocas palabras; que Tony fuera inmensamente feliz.
Nadie más que él se merecía ser feliz. Y que mejor manera de hacerlo que al lado de la persona que amaba.
Se detuvieron a sentarse en una pequeña colina que se alzaba entre los campos, desde allí se observaba mejor todo el panorama.
—¿Te molesta si te dejo solo? No me he estado sintiendo bien. No es nada grave, presiento que me dará una fuerte gripe.—Steve se sintió mal por mentir. Practicamente era la única salida que veía para salir de su compromiso con su amigo, y a la vez una muy buena razón para justificar sus ojos rojizos.
—Sabía que algo te ocurría, estuviste como apagado durante todo este tiempo. —arrancó con su mano un puñado de pasto y lo esparció de nuevo a la tierra como si no hubiera cometido tal acto.
Steve se encogió de hombros no dándole importancia.
—Debiste habérmelo comentado de todas formas. —le reclamó el menor.
—En fin, había cosas más importantes que aclarar, y agradezco que lo hayamos resuelto.—sonrió, levantándose y sacudiéndose su ropa.
Tony siguió sus movimientos aún desde su posición. Aún ni si retiraba Steve y él por algún motivo se sentía inquieto.
—Nos vemos, Tony.—posó una mano en su hombro. —Siento dejarte, y también disculpa si no me notaste muy animado... Quiero que sepas que siempre estaré allí para ti, pese a todo.
Tony sonrió inconsciente. Con la ayuda de Steve se levanto igualmente, y le dio un corto abrazo.
—Gracias, Cap. —dijo en respuesta.—Me da gusto que hayas podido venir, sabes que eres muy importante para mí, te aprecio mucho. Faltan unos días para la boda, tienes tiempo suficiente para reponerte, ¿eh? —lo empujó a manera de juego mientras caminaban de regreso.
—Allí estaré.—prometió, enfocando sus claros ojos azules en el perfil del castaño.
Una sonrisa de por medio le bastó para sellar la conversación.
Tony le insistió en llevarlo a su departamento, más los planes del Capitán eran otros. Necesitaba despejar su mente, caminar, mantener su mente ocupada en cualquier cosa que no fuera la boda y sobre todo en Tony Stark.
No fue sencillo hacer que Tony desistiera, tuvo que idearselas para engañarlo y pretender que tomaría un taxi.
Deambuló un rato por la ciudad, se tardó más de lo que normalmente haría para ganar tiempo y distraerse. Las calles estaban como siempre muy transitadas, el tráfico era un verdadero terror, las personas muy ocupadas en sus propios asuntos como para prestar atención a lo que acontecía a su alrededor. Una historia que se repetía día con día en una ciudad que no paraba ni con los primeros rastros del amanecer, ni cuando el cielo se había teñido de estrellas y el azul era más intenso mezclado con una oscuridad que sólo lograba ser opacada por las veces en que resplandecía el astro de la luna.
Una vez dentro de la seguridad de su hogar, no resistió más y liberó las lágrimas que tanto se había esforzado por retener.
Podría ser muy fuerte por fuera, inspirar respeto y confianza en miles de personas, y aún así, por dentro se desmonoraba lentamente al punto de sentir su corazón oprimido.
Las palabras de Natasha llegaron a su mente como en una corriente de viento, tomándolo desprevenido.
—No tienes que hacerlo si no quieres, estás en todo tu derecho de no asistir, Tony lo entenderá.
El problema es que había hecho una promesa. Y jamás rompería una, por mucho que se fracturara, por mucho que no quisiera hacerlo.
Después de años de experiencia y con el tiempo constantemente pisándole los talones, entendió una cosa: Amar dolía y enamorarse era definitivamente una locura que valía la pena vivir.
¡Hola, amores!
Espero haya sido de su agrado esta primera parte.
La siguiente será la definituva y última que cerrará con esta mini historia.
Como ven quise abarcar este tema de la boda de Tony con Pepper, tal vez no siguiendo la misma línea de tiempo que en el UCM, pero que al final de cuentas representa mi sentir y desahogo ante tal acontecimiento dentro de este universo de películas.
Tenía que hacerlo, eso o algo dentro de mí estallaría. Así que he aquí esta creación.
¿Hará algo Steve al respecto de la boda?
No lo sabemos, bueno yo sí, pero ustedes no.
Gracias por su apoyo y lectura.
PD: La canción de multimedia me sirvió como inspiración, es hermosa. (Además amo esos momentos Malec😍)
With all my love,
—Missmarvel17
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro