treinta y tres
Cumpleaños.
Harry consideraba los cumpleaños como la fiesta más importante del año. Era el día en que había nacido una persona, el día en que un alma se había unido al mundo y esa persona se enamoraba, se casaba, conseguía un trabajo y creaba una vida por sí misma. Y todo empezaba un determinado día.
Por eso Harry estaba extremadamente emocionado por la Nochebuena, que también resultaba ser el cumpleaños de Louis Tomlinson.
Harry había empezado a contemplar las posibilidades de los regalos y las fiestas después de haber colgado el teléfono con Louis. Habían hablado de la gran noticia de Louis durante horas y horas. Una universidad le había ofrecido una beca para jugar al fútbol. Era el sueño de Louis, y Harry nunca se había sentido tan feliz por él.
Al principio, sacó su ordenador y abrió un documento vacío, listo para escribir toneladas de grandes ideas para regalarle a Louis. Pero su mente se quedó en blanco, y estuvo tentado de llamar a Louis y preguntarle qué quería.
No. Entonces no sería una sorpresa.
Y ahora, ahí estaba, acostado en su cama, cerrando los ojos y masticando algunos ositos de gominola, buscando en su mente desordenada algo que regalarle a Louis Tomlinson.
Louis Tomlinson.
Harry todavía estaba intentando averiguar todo sobre él. Sabía que Louis tenía mal genio, que ya estaba intentando evitar. Sabía que a Louis le gustaba desayunar un postre y dormía en el lado izquierdo de la cama. Sabía que su color favorito era el rojo y estaba obsesionado con leer y escribir, aunque no se lo había dicho a nadie. Sabía que le encantaba el olor de la gasolina, las hogueras y los pinos. Sabía que era un gran jugador de fútbol y era la persona con la que más fácil se puede hablar del mundo.
Y tenía un culo genial.
Pero, ninguna de esas cosas podría acercarse ni siquiera a lo que Harry quería para Louis. Quería que el regalo de Louis fuera el regalo de todos los regalos, para que todos los que lo vieran estuvieran celosos de no haber pensado en él. No quería que nadie más pudiera darle a Louis ese regalo.
Y justo cuando estaba investigando cachorros que sabían jugar al futbol, una idea apareció en su cabeza.
De miedo. Era una idea aterradora que le revolvió el estómago. Harry podía sentir su corazón acelerado con solo pensarlo.
No ayudaba que fuera medianoche y su imaginación pudiera volverse completamente loca. Así que puso la idea en sus notas, con cuidado de asegurarse de que fuera privada para que nadie pudiera verla, y cerró el ordenador con un suspiro apresurado. No se dio cuenta de que se estaba sonrojando hasta que se tocó las mejillas y las sintió arder.
Vete a la cama, se dijo a sí mismo, intentando calmar su mente y no retorcerse en su cama.
Así que se puso los auriculares en los oídos, convenciéndose de que una canción le iba a distraer de su interesante mente.
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Harry sintió como si la noche anterior a la Nochebuena fuera una de las más ocupadas de todo el año. Todo el mundo se estaba preparando para las fiestas salvajes, comprando regalos de última hora e intentando encontrar una forma más rápida de envolverlos.
Pero Harry no estaba preocupado por eso. Su regalo requería preparación mental, junto con mucho jabón.
"¡Harry, vete a la cama! ¡O mañana te vas a despertar bastante tarde!"
Su madre tenía razón. Eran las once en punto y aquí estaba él, en la ducha, frotando cada grieta de su pequeño y frágil cuerpo. Bueno, excepto por su barriga. Odiaba su barriga. La de Louis era adorable, pero la suya era simplemente asquerosa.
¡No estás listo! estaba gritando su mente.
Pero su corazón...
Respiró temblorosamente, dejando que el agua tibia le cayera sobre su espalda desnuda y le bajara por detrás de los muslos hasta el suelo blanco de la ducha.
Sabía que iba a ducharse otra vez por la mañana, por si acaso, pero estaba decidido a oler bien. Se echó un montón de champú en la mano y lo dejó caer sobre sus rizos que estaban rectos debido al agua. Luego lo restregó increíblemente fuerte, aunque su cuero cabelludo comenzaba a doler, y luego volvió a lavar todo su cuerpo por si acaso.
Cuando salió, el espejo estaba completamente empañado. Extendió su gran mano, limpiando la borrosidad para revelarse a sí mismo. Ahora tenía el pelo colgando hasta el cuello, los rizos deshinchados. Vio un verde claro, casi azul, y sus cejas estaban oscuras. Sus labios estaban húmedos y rojos, casi a juego con sus mejillas enrojecidas por el agua caliente. Ya tenía frío, el aire invernal aún no bloqueaba el calor que se encendía en la casa.
Envolvió una toalla azul alrededor de sus caderas, antes de salir del baño y entrar al aire fresco de su habitación.
Se secó rápidamente, colgó la toalla y se metió en la cama. Se estremeció cuando la fría sábana le rozó la piel desnuda, pero después de un rato, el calor de su cuerpo se apoderó de él y estaba caliente.
Se quedó dormido con un millón de escenas pasando por su cabeza y su corazón latiendo con fuerza.
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Harry no había sido el que había cambiado el tono de llamada de Louis.
Solía ser un perro ladrando, porque le hacía reír y le recordaba un poco a Louis.
Ahora, era la voz de Louis.
"Soy Louis Louis Louis. Responde. Responde. Responde. Responde"
Harry se rió cuando lo escuchó, a pesar de que acababa de despertarse y eran solo las cinco y media de la mañana.
"¿Hola?" murmuró en el teléfono, sus labios apenas se abrieron porque estaba demasiado cansado para hacer eso. Eso requería demasiado esfuerzo.
"Harry, adivina qué día es hoy"
Harry abrió los ojos como platos y se levantó de golpe en la cama. El cumpleaños de Louis. Era hoy. Tenía que prepararse.
Podía escuchar las risitas ansiosas y apresuradas de Louis por teléfono mientras esperaba que Harry respondiera.
"Feliz cumpleaños" dijo Harry en voz baja, agarrando su teléfono entre el hombro y la oreja mientras se abrazaba a sí mismo "Y feliz navidad" Harry miró por la ventana, y todavía estaba oscuro, la nieve brillaba blanca mientras caía al terreno.
"Navidad es mañana, ángel" Louis dijo suavemente "Pero gracias. Ahora tengo diecinueve"
"Lo sé" susurró Harry.
"¿Qué pasa, Harold?"
Harry se mordió el labio, ocultando una sonrisa. Había una mezcla de terror y emoción en su corazón.
"Nada"
"Louis no te cree" su voz era sospechosa, amable y preocupada y Harry le quería muchísimo.
"Nada, solo estoy pensando en tu regalo"
Prácticamente se podía escuchar a Louis sonriendo por teléfono.
"Estoy muy emocionado de verte, Harry. Solo ver tu cabecita rizada es un regalo suficiente para mí"
"Sol" fue todo lo que Harry susurró antes de colgar.
Y luego se distrajo con su madre entrando corriendo a su habitación y tirándole ropa. No tuvo el corazón para decirle que ya tenía un conjunto que había elegido con Zayn y Niall.
Así que dejó que le pusiera camisetas y le esponjara los rizos, y se probó unos vaqueros muy ajustados que, según ella, estaban de moda. Lo curioso fue que eligió el conjunto que Harry planeaba usar en primer lugar.
Era un jersey verde suave y mullido que hacía juego con sus ojos, y unos pitillos negros oscuros junto con sus botas.
Se peinó el flequillo rizado por la frente pálida y parpadeó un poco para verse mejor en el espejo de cuerpo entero.
Harry escuchó a Zayn y Niall entrar a su casa, podía oír la risa fuerte de Niall y la voz baja y ronca de Zayn desde su baño. Les ignoró, mordiéndose el labio y viendo aparecer el color.
"Harry, tus amigos están aquí!" Anne gritó, y Harry tomó una respiración entrecortada, tirando de su jersey un poco más por sus brazos y agarrando las mangas con sus dedos.
"¡Ya voy!" gritó, ignorando el nerviosismo en su voz.
Echó una mirada más a su pelo en el espejo, a los pequeños rizos que no pudo manejar, y sonrió. Una de sus cualidades favoritas de sí mismo eran sus dientes.
"¡H, mete tu maldito trasero en esta sala ahora mismo!" escuchó el grito de Niall, lo que provocó un ataque de risa en todo el grupo.
Harry dio pequeños pasos con sus botas, ignorando el dolor que sentía hasta la base de sus costillas y el latido nervioso de su corazón.
"Hola" murmuró, antes de que sus mejores amigos le atraparan y le tirasen en un gran abrazo de oso.
"Harry, ¿estás emocionado por el cumpleaños de Lou?" Zayn dijo en voz baja en su oído, y Harry asintió, antes de que Niall besara su mejilla y le diera una cálida sonrisa.
"Louis no ha parado de arreglarse en el espejo, amigo. Ha sido vergonzoso, ¿y quién no desprecia la vergüenza ajena?" para enfatizar su punto, Niall miró al cielo y fingió secarse el sudor de la frente.
Harry esbozó una sonrisa, sintiéndose un poco mejor ahora que sus amigos estaban ahí.
"Chicos, será mejor que os vayáis, pero primero dejadme que os saque una foto" Anne sonrió, y Harry dejó escapar un pequeño grito ahogado cuando se dio cuenta de que le había robado su cámara polaroid.
"Mamá, me la has robado" acusó, despeinando un poco su pelo.
Ella simplemente puso los ojos en blanco, haciendo un gesto a los tres chicos para que se pusieran frente a su pequeño árbol.
"¡Patata!"
Harry sonrió, lo más amplio que pudo, imaginando a Louis para hacerse sonreír más.
Finalmente, después de que Anne tenía unas veinte fotos en la mano, les echó por la puerta y le dio a Harry un beso rápido.
"¡Que os divirtáis!" los dijo mientras corrían hacia el calor del coche de Zayn.
Harry se frotó los brazos rápidamente para crear fricción.
"Hace frío" murmuró, sacudiendo los copos de nieve de sus rizos y viendo a Zayn intentar quitar algo de nieve del parabrisas.
"Es peligroso es lo que es" murmuró Zayn.
"¡Vámonos!" Niall gimió, recostándose en su asiento con calefacción y poniéndose sus gafas de sol, que Harry no entendió porque estaba oscuro fuera y no había sol en el cielo. Pero se encogió de hombros, se metió un chicle de menta en la boca y escuchó la música navideña en voz baja a través de la radio de Zayn.
Después de unos tres minutos, estaban entrando en el camino de casa de Louis, el largo, largo camino. Sorprendentemente, habían quitado la nieve de todo el camino de entrada, así que estaba suave, pero el estómago de Harry se sentía como si estuviera en una montaña rusa.
"¡Estamos aquí!" Niall chilló, abriendo la puerta en el momento en que Zayn aparcó.
"Sí, lo estamos" susurró Harry, cerrando los ojos con fuerza durante unos segundos y tomando una respiración profunda.
Corrieron a través del frío, apretando sus chaquetas alrededor de sus hombros, protegiéndose de la nieve que caía hasta que finalmente entraron en la casa de Louis y Niall.
"¡Estamos de vuelta! ¡Venimos con Harry!" Zayn gritó y Harry se sonrojó cuando Louis finalmente llegó.
Se veía maravilloso. Llevaba un jersey blanco que hacía juego con sus ojos y sus piernas se veían muy cortas y adorables con sus jeans ajustados rojos y sus playeras azules. Su pelo estaba peinado sobre su frente y tenía un gorro de Papá Noel y se veía como la luz del sol.
Harry pasó de una pierna a otra, nervioso al mirar a Louis a los ojos. Pero cuando Louis finalmente le saludó con un hola ángel, en tono casual, Harry quería arrancar su corazón y dárselo a los pájaros hambrientos. Respiró hondo, mirando a Louis de verdad y haciendo contacto visual.
"Hola Louis" respondió, y luego sonrió porque Louis se deslizó hacia él en sus pequeñas playeras azules y le levantó por la cintura, haciendo girar a los dos como si fueran los únicos allí. Harry dejó que la risa saliera de sus labios durante unos segundos antes de que Louis capturara los labios de Harry con los suyos.
Sabía a canela.
Harry pudo sentir los ojos de Zayn y Niall sobre ellos durante unos segundos, pero le devolvió el beso a Louis y respiró toda la luz del sol.
"Feliz cumpleaños" dijo Harry suavemente contra los cálidos labios de Louis.
"Feliz navidad" Louis tarareó en respuesta.
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Estaban en la mesa del comedor, sentados con Jay y Bobby y también con Liam, que se había unido.
"Entonces, Louis" comenzó Jay, comiendo un bocado de su jamón antes de continuar "¿Qué es lo que quieres para tu cumpleaños?"
"Mamá, esa es una pregunta difícil" dijo Louis con esa voz fuerte suya "Pero voy a decir que quiero un abrazo tuyo"
La mesa estalló en carcajadas. Bueno, excepto Harry, que estaba sentado nerviosamente con las manos en el regazo y los ojos desviados a la comida.
Sintió que alguien le empujaba y se dio cuenta de que era la rodilla de Louis.
Levantó la cabeza y se encontró con los ojos preocupados de Louis.
"¿Estás bien?" susurró, casi inaudible.
Harry asintió.
Cuando finalmente terminó la cena, Niall proclamó que los dos chicos necesitaban un tiempo a solas juntos, por lo que Harry estaba agradecido, pero al mismo tiempo quería morirse.
"Entonces, Harold, ¿qué me vas a regalar por mi cumpleaños?" Louis preguntó vacilante, mirando las manos vacías de Harry.
Harry podía sentir que le temblaban las piernas.
"A mí. Puedes tenerme a mí"
Los ojos de Louis se agrandaron.
"Harry, no tienes que-
Harry le interrumpió.
"Quiero" lo decía en serio.
Louis corrió hacia él, acunando su rostro y mirándole por un segundo antes de besarle suavemente.
Cuando se retiraron, Harry habló.
"Lo he envuelto yo mismo"
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