Hoy lloraste mucho. Quise acercarme a ti y consolarte al igual que siempre, pero algo me lo impidió... No sé qué fue, pero fue frustrante. No quiero que llores, tus ojitos son demasiado hermosos para estar irritados e hinchados. A ti tampoco te gusta que llore, me lo dijiste el día que aquellos chicos me molestaron y tu me defendiste. Ese día me compraste un helado y ese mismo día descubrí que te amaba demasiado, me dijiste: «Todo estará bien mientras tú estés conmigo y yo contigo.» Lo volviste a repetir hoy entre lágrimas, me dolió mucho así que acaricié tu espalda y me senté a tu lado, dejaste de llorar y me sonreíste, como cada vez que me decías «te amo» ...

¿Lo recuerdas?