8; Qué rabia me da el amor.
“Solo quiero abrazarte cerca, pero hasta ahora todo lo que tengo son sueños de ti.
Así que espero por el día y el valor de decir cuánto te amo.”
Dreaming of you by Selena Quintanilla.
Corea del sur, 17 de diciembre de 2022.
Querido nadie,
Una sola mirada fue suficiente para trastornarme, recordándome la decisión de desviarme de mi ruta habitual para desayunar en solitario en medio de un silencio que siempre me ha parecido abrumador. Y, en verdad, lamento profundamente haberme expuesto en esa enorme sala que se erguía majestuosa e inmensa sólo para nosotros dos.
Usted se acercó, y aunque lo consideré brevemente, me recordé a mí mismo nuestra lamentable realidad. A pesar de mi frustración por los últimos acontecimientos, no pude aprovechar la oportunidad para confrontarlo por nuestras indebidas interacciones nocturnas. Consciente de las miradas ajenas, era inevitable que mi compostura adecuada y de protocolo saliera a relucir antes de que fuera demasiado tarde, y no tengo intención de disculparme por mi rigidez de pensamiento. Pues ellos no saben cuántas noches, en las horas más tardías, mientras casi todo el mundo dormía, usted y yo nos quedábamos junto a un lago que aún susurra los deseos que le pedíamos a las estrellas, con las manos entrelazadas y nuestras almas aferradas a la esperanza de que algún día no seríamos juzgados por nuestras preferencias.
¿Y sabe qué? Anoche reflexioné, como su visita me ha acostumbrado últimamente, y llegué a una conclusión interesante: Qué rabia me da el amor.
¿Y para usted?
Atentamente,
MYG.
P.D: Observé su evidente intento de acercamiento, y me resulta imperdonable para mi propia conciencia no poder corresponder.
P.D.D2: Mañana tengo programada mi primera cita con una mujer, y me siento totalmente reacio a asistir por diversas razones que, sin duda, son conocidas por usted. Sin embargo, también comprenderá que mis opciones son limitadas. En verdad siento que estoy traicionándolo.
— ¿Ha visto avances? —Fue su primera pregunta después de contestar a la llamada del veterinario tras los mensajes de Hoseok mientras sus pies avanzaban cual memoria muscular al comedor—. Recuerde que tiene mi autorización para tomar decisiones y accionar como usted lo vea conveniente para la salud de Luna y los demás caballos.
—“Los medicamentos están funcionando notablemente a la perfección. Luna se recuperará pronto y durante su revisión noté que despertó con más energía y buen humor. También he hecho una visita por las demás caballerizas y todo se encuentra en orden. Despreocúpese, su Majestad.” —Le explicó bajo un tono lleno de esperanza y satisfacción por tener buenas noticias.
— ¿Usted piensa que está en condiciones para su caminata nocturna? —Quiso saber con una mueca torcida, con la vista enfrente divisando la puerta, luego explicó—: Sólo intento asegurarme porque creo que entenderá que Luna nos meterá a todos en problemas si no cumplimos con su rutina habitual.
—“Quizás unos veinte minutos no estarían mal —Opinó el hombre—, pero le haré un pedido especial: Intente no sobrepasar su límite, mucho menos permita que galope con demasiada fuerza. Aún se encuentra débil a pesar de su buen humor, ¿lo entiende?” —indicó el veterinario Lee, Yoongi asintió y los guardias que custodiaban el comedor le cedieron el espacio para poder adentrarse al lugar y rápidamente sus labios no podían formular palabra alguna ante lo que veía.
El sentimiento de huida se apoderó de los poros de su piel y pensó: «No, no, por favor.» Porque para él era suficiente controlar sus impulsos de traspasar las tres habitaciones que lo separaban de Kim Taehyung durante la noche para tocar su puerta y explicar su comportamiento para no amanecer topándose con su expresión decaída que le encabronaba más que producirle alguna dolencia.
No se esperaba que las primeras horas de su pacífica mañana transcurrieran con una solemnidad inusual en el ostentoso comedor del palacio. Notó que Hyori, que acostumbraba a llegar a horario para disfrutar de un cargado desayuno antes de acompañar a Geumjae al jardín de niños y las pláticas de ambos traspasaban las paredes al punto que Yoongi podía oír sus risas por el pasillo, ahora brillaba por su ausencia de manera que muchos consideraron insólito en ella, dejando a un príncipe inglés cargado de energía e incertidumbre por la gran carga de pensamientos que le invadieron la mente apenas despertar y a un rey con pocos ánimos y los músculos tensos tras su extraordinario encuentro fortuito, solos en una mesa que parecía excesivamente espaciosa para solo dos personas y en la que, sin prudencia alguna, mantuvieron el contacto visual por varios minutos hasta que el carraspeo de un hombre que formaba parte de la servidumbre les llamó la atención.
Fue entonces que Yoongi se avergonzó en el momento que también oyó la voz del veterinario llamándole.
—Doctor Lee... Huh —Se vio en la obligación de carraspear y recuperar la voz después de perderla a causa de su impresión—, nos comunicaremos más tarde. Cumpliré con sus indicaciones, tiene mi palabra. Hasta luego.
Taehyung parpadeó y mantuvo un semblante sorprendido, boquiabierto por la presencia frente a él y concluyó en su mente con una pregunta: «¿Es que acaso no me otorgarás más opciones y deberé adaptarme a tu lejanía? Quizás no lo sepas jamás, pero he dormido tan poco anoche sólo por pensar si algún día seremos lo opuesto a lo que la sociedad espera de mí y de ti; si algún día nosotros dos tendremos lo que injustamente nos arrebataron sin explicación: un... final feliz.»
Ninguno tuvo la oportunidad de anticipar que, luego de una larga noche de conversaciones que debido a un negado monarca no lograron llegar a ninguna parte más si les produjeron una ligera dolencia o molestia en sus almas, tuvieran una segunda oportunidad de verse después de lo ocurrido. Pero era sencillo entender que no estaban en posición de comportarse descorteses con el otro, principalmente Yoongi como el anfitrión de aquel príncipe británico que durante su tiempo de escritura en papel él no lograba ahuyentar de sus más profundos pensamientos.
—Buenos días. —Lo saludó con gentileza, inclinando su cabeza de manera reverencial.
—Buenos días, su... Majestad —Taehyung respondió de la misma manera, sin embargo, perdió su mirada en cuestión de segundos.
Con una elegancia natural, vistiendo un traje pulcro y con el color negro predominando incluso en su camisa, Yoongi ocupaba el asiento central como le era habitual, a la par le siguió Taehyung, que decidió situarse a su lado derecho con una expresión apagada y sin vida que perturbó el ser del mocarca, aunque también lograron percibir una discreta distancia parecía separarlos más de lo deseado.
El servicio trajo el periódico matutino, depositándolo con un gesto respetuoso frente a cada uno de los hombres. El príncipe inglés, con su habitual porte espléndido, tomó el periódico y comenzó a hojearlo para evitar cualquier tipo de interacción que lo hiciera sentirse fuera de lugar e incómodo más de la cuenta, deteniéndose ocasionalmente en algunas secciones de interés que estaban dedicados a la familia real. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en un artículo que captó su atención de inmediato: una fotografía en la que Yoongi aparecía sonriendo, rodeado de niños en lo que parecía un comedor popular de la provincia de Ilsan, e incluso había más, pero su favorita era una en la cual el rey cargaba en sus brazos a una niña de siete u ocho años y se observaban con ternura y genuinidad.
Por un minuto, se le rompió el corazón al imaginar a su hyung en esa misma situación, aunque cargando entre sus brazos a una primogénita que le igualara su color de piel, sus ojos gatunos o sus labios. En definitiva estaba hecho para convertirse en padre, le bastaron dos momentos de su estadía para llegar a su conclusión final:
1) Las fotografías en el comedor popular.
2) Las interacciones que ha podido observar a través de su ventana entre él y su hermano menor, el pequeño Geumjae.
Con una expresión curiosa, Taehyung rompió el silencio que había envuelto la mesa:
—No tenía conocimiento de que hubiera fundado su propio comedor popular, Majestad.
Los ojos de Yoongi, aunque sombríos por las preocupaciones que lo aquejaban sobre los asuntos que su padre había dejado pendientes y los próximos que se le fueron avisados que debería cumplir por toda la nación e internacionalmente, mostraron un destello de orgullo al recordar aquel proyecto.
—Presenté el proyecto ante mi padre tan pronto como solicité mi baja del servicio militar —respondió con serenidad, depositando su taza de café en la mesa con un gesto pausado.
A pesar de la solemnidad del momento y de la nueva expresión sorpresiva de Taehyung tras la contestación inesperada que sin culpa le provocó una sonrisa mediana, también era cierto que había una repentina aunque acogedora pizca de calidez en el aire, una sensación de haberse reencontrado por unos pocos segundos con lo que alguna vez fueron, que conformaba parte de su historia y que decidieron transformar hasta dejar por completo atrás en sus vidas personales.
Realizó un movimiento de cabeza como manera de asentir a sus palabras y le respondió de vuelta:
—Qué precioso proyecto. Me alegro por usted.
—Gracias, príncipe.
Taehyung se vio obligado a utilizar el periódico como máscara ante la contestación que alteró sus sentidos cuando fue acompañada de una sonrisa genuina del mayor, cuyos ojos se desviaron hacia el desayuno, invitándolo a degustar aquellas delicias que en Inglaterra había echado de menos por muchos años.
En ese breve instante compartido en el comedor del palacio, parecían haberse puesto de acuerdo para cambiar las sensaciones de pesadez, miedo, tensión, que percibieron al encontrarse en ese lugar. Era un momento simple, pero significativo, que reflejaba que la distancia impuesta a veces no podía ganar. Taehyung, mientras se impartía un silencio confortable, cada cierta cantidad de tiempo le echaba vistazos a su Majestad y éste algunas veces le correspondía el contacto visual para terminar formando una sonrisa ladeada que podría pasar desapercibida en dirección al príncipe de cabellos rubios.
En un momento dado, los tazones vacíos fueron levantados de la mesa en compañía de los periódicos y no hubo más objetos sobre la mesa que ocultaran sus rostros para ese entonces.
—Me han informado que usted durante los últimos días estuvo ocupado realizando un recorrido por nuestras instalaciones en compañía de su guardaespaldas —Taehyung lo observó con atención y cogió una servilleta de algodón suave y asintió—. Entonces, me pregunto: ¿Qué le ha parecido el cambio? —ladeó el rostro, apoyando sus codos sobre la mesa y utilizando ambas manos como soporte para que su mentón descansara allí.
Taehyung copió su acción por segunda vez y lo pensó un momento, rememorando imágenes de todo aquello que había podido visitar hasta ese entonces y luego de unos segundos más generaron más expectativas en Yoongi, él contestó:
—Desde un punto de vista estructural, pienso que era necesario para este palacio —Sus ojos no lo perdían de vista—. Pero genuinamente sentí mucha... nostalgia. Tengo maravillosos e increíbles recuerdos en este lugar, por lo que es natural. Aún así, permítame decir que no he acabado mi recorrido.
—Hmm... ¿Aún no? —preguntó, extasiado por la mirada ajena, aún cuando sabía que estaba dándose otorgándose a sí mismo más libertad de la que podía manejar al expresarse a través de su lenguaje corporal.
—Todavía tengo el deseo de visitar un lugar del cual no tengo certeza de que aún exista —Una mueca se adueñó de sus labios.
Con seguridad, Yoongi ya tenía en mente el lugar al que Taehyung tanto se refería, pero necesitaba una confirmación antes de avergonzarse al anticipar sus tonterías. Pero en el fondo su corazón ya se lo dictaba.
— ¿Qué lugar, exactamente?
—El lago —respondió y los dos tragaron saliva a la misma vez—, y las hectáreas de bosque que lo rodean.
La confirmación de lo que ya irónicamente sabía fue un punto crítico dentro de Yoongi, sin embargo, no imaginó que podría impactar como una flecha envenenada directo en el corazón para hacerlo trizas y mantener entre sus pensamientos los recuerdos tormentosos de su adolescencia y que se repetían cual bucle interminable. Sus sospechas, aunque temidas, se materializaron frente a él, y la realidad se mostró ante sus ojos de manera implacable y lamentable por segunda vez en los primeros tres días de Taehyung recorriendo los mismos lugares que Yoongi de manera temporal.
A su vez, ya dispuesto a pensar con la mente fría, le resultó gracioso comportarse mezquino con un sitio que alguna vez también fue parte de la vida de Taehyung.
—Sí, esa zona aún existe, pero no se encuentra disponible en estos momentos.
En ese momento, una mezcla de emociones y sentimientos se apoderó de él. El enfado consigo mismo, la vergüenza por sus propios actos y la frustración se reflejaron en su rostro, endureciendo su mirada y alterando el ambiente cálido y cómodo que había reinado en el comedor del palacio. La incomodidad flotaba en el aire, palpable y densa, como una nube oscura que amenazaba con desatar una tormenta y que creó aún más malestar en Taehyung.
—Qué pena. Ese sitio en particular era mi favorito. —Le sostuvo la mirada, una que significaba tantas cosas a la misma vez y Yoongi optó por cerrar sus ojos momentáneamente para que los propios mecanismos de su cerebro no comprendieran los mensajes escondidos a través de aquellos ojimiel que adoró desde el primer segundo en el que se atravesaron en los suyos.
—Lamento eso —Tosió y ambos estuvieron de acuerdo en adentrarse a un nuevo silencio por un par de minutos hasta que Yoongi, un poco más calmado y con sus emociones controladas a duras penas, lo rompió para poder decir—: ¿Me puede conceder un favor, su Alteza real?
Taehyung asintió, aunque con poca predisposición a hacerlo porque no era el estilo de joven que pasaría por alto situaciones como las que estaba atravesando encerrado en ese comedor, pero incluso su hyung se percató de algunas miradas expectantes de su servidumbre y fue por tal motivo que inclinó su cuerpo, disponiendo su rostro a unos cuantos centímetros que él mismo consideraría peligrosos, y sin más espera le dijo:
—Elimine mi número de teléfono de sus contactos cuanto antes —exigió sin tapujos y agregó—: Considero que es inapropiado e irrespetuoso recibir mensajes de usted a altas horas de la noche, peor aún cuando su predisposición me indica que busca formar una discusión conmigo por temas de menor y absurda importancia a estas alturas.
Con un movimiento brusco, se levantó de la mesa, dejando atrás las conversaciones suspendidas en el aire. Cada paso resonaba en el salón, cargado de determinación y una pizca de desesperación. Se sentía atrapado en un torbellino de emociones, incapaz de contener la avalancha de pensamientos que lo invadía.
La decisión de retirarse fue impulsiva, pero necesaria. Necesitaba alejarse, darle espacio a sus sentimientos tumultuosos y encontrar la calma en medio de la tormenta emocional que lo envolvía. La puerta se cerró tras de él con un sonido sordo, dejando tras de sí un silencio cargado de incertidumbre, fundido en los ruidos de la respiración profunda y acelerada de Taehyung, cuyos párpados cubrieron sus pupilas para controlar de inmediato el repentino mar de lágrimas que quiso salir a la luz y exponerlo frente a todos.
Sin embargo, una vez que consiguió recomponerse, se sentó correctamente y cogió su teléfono que descansó durante todo ese tiempo sobre la mesa y buscó en la aplicación de Kakaotalk su conversación con Yoongi y se dedicó a leerla hasta que sus ojos quemaron por la exposición a la luz de la propia pantalla y eliminó cada mensaje. Luego, terco a permanecer con el sentimiento amargo en la boca, Taehyung comenzó a teclear:
Tras una exhalación profunda y de haber depositado su teléfono en la mesa, pensó en voz baja:
— ¿Qué ocurrió con usted, huh?
Un feliz cumpleaños al hombre que logró transformar sus canciones en abrazos para el alma.
ALEX.
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