15; El milagro que he estado soñando.
Como una abeja mielera tomaste lo mejor de mi, ahora no puedo borrar esos recuerdos. Como un cuento de hadas eras tan irreal. Dejaste una cicatriz que es tan difícil de curar. Cuando tuviste un sabor del paraíso; de vuelta a la Tierra puedo sentirlo tan frío como el hielo.
(...)
Dando todo el amor que siento por ti, no podría hacer que cambies tu punto de vista. Te vas.
Ahora estoy sentándome aquí, perdiendo mi tiempo. No sé lo que debo hacer.
I’m Gonna Miss You. Milli Vainilli.
21 de diciembre de 2022, Corea del Sur.
Querido nadie;
Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. No merecías eso, y es tarde para corregirlo.
A veces me encuentro en diálogos con Cupido, intentando comprender si posee argumentos válidos para justificar la falta de acierto al disparar sus flechas entre usted, un espléndido príncipe inglés, y yo. En ocasiones, alzo la voz y le exijo que me explique cómo es posible que amarlo a usted pueda doler tanto, cuando él, con tanto fervor, proclama al amor como el más noble de los sentimientos.
Me consume la incertidumbre de si este sentimiento, este doloroso amor que fluye en mi, me acompañará hasta el final de mis días. Teníamos tantos sueños compartidos, tantas ilusiones construidas juntos, que ahora el vacío de su ausencia es una punzada constante. Y, querido nadie, me carcome la culpa por actuar como se espera de mí, y no como realmente deseo. Detesto que ellos, los demás, pretendan imponerme a alguien que jamás conquistará mi corazón, cuando usted ya ha plantado bandera en cada rincón de mi alma.
Cada día que pasa, siento que pierdo el control. Soy vulnerable frente a usted, y lo sabe. Se aprovecha de ello, y, en un retorcido giro del destino, me cautiva que lo haga. No logro olvidar el sabor de sus labios, la forma en que cada beso pareció sincronizarse con el latido de su corazón, como si fuésemos un solo ser. Esta noche no puedo apartarlo de mis pensamientos, y temo perder la razón. Somos conscientes de que este amor nos consume, que esta pasión prohibida es cruel, pero por una vez quiero ser egoísta, quiero poseerlo. La piel me arde, mis manos ansían rodear su cintura esta noche. Estoy hechizado por un beso que no debió ocurrir, pero que ambos sabíamos inevitable, porque no podía soportar un momento más sin ti, Kim Taehyung.
Magnus Jordan Louis Benedict Windsor, no sé cómo dejarte ir, así que te hago una petición: rechazame, porque yo no soy capaz. Podría intentar convencerme de que ya no es bienvenido en mi vida, no después de tantas ausencias, no después de tantas lágrimas inútiles. Pero estaría mintiendo, y tú conoces bien cuánto aborrezco las mentiras, aunque resulte irónico en este preciso momento.
Compartir ese beso fue peligroso, y, para mí, absolutamente perfecto. Y sé que no volverá a suceder, pues su resentimiento, provocado por mis palabras necias, traspasa la barrera de mi puerta como un veneno.
Y sin embargo, en efecto, me casaré. No con quien imaginaba, pues en mis sueños más dulces y tristes éramos usted y yo quienes intercambiábamos anillos y promesas. Fantaseé con una ceremonia íntima, rodeados únicamente de aquellos que nos comprenden y jamás nos juzgarían. Me veía besándolo con ternura, bailando con nuestra canción favorita, saboreando ese instante, sabiendo que siempre sería usted quien me haría el hombre más feliz del siglo. Imaginé la envidia en los ojos de quienes presenciaran nuestro amor, exhibido sin vergüenza alguna. Aunque, para nuestra desgracia, no seré yo quien le jure amor eterno, porque el mañana para nosotros no existe, y, peor aún, la opinión del mundo me importa.
Quisiera poder rodearlo con mis brazos y no soltarlo jamás, pero eso ya no es posible.
Le ama, irremediablemente y con vergüenza,
MYG.
P.D.: Buscaré la manera de reponer el ron que usted sustrajo descaradamente de la estantería privada de mi difunto padre. Admito que fue un momento bastante cómico. Me encantaría poder verlo ebrio con mayor frecuencia, pues esa faceta suya logra conmoverme y enternecerme en profundidad. Ni siquiera se esfuerza, pero me enamora aún más.
P.D.D.: Me siento indignado, aunque no sorprendido, de haber tolerado, con exactitud, una semana en poseerlo entre mis labios y mi cuerpo.
El sol de la tarde iluminaba los jardines de la residencia real con su luz cálida y dorada. El murmullo de varias conversaciones se esparcía por el aire, mientras los miembros de la familia real británica se reunían para disfrutar de un momento de calma antes de la llegada de Taehyung y Jungkook, cuyas presencias, ausentes en el desayuno familiar, se hallaban en algún lugar desconocido para sus padres, quienes, ante la negativa de ambos príncipes a acompañarlos, ignoraban su paradero.
Hyori, vestida impecablemente con un traje de tonos pastel que resaltaba su figura elegante, observaba el entorno con mirada perspicaz, buscando la presencia de Yoongi, quien tampoco había asistido al desayuno. Pese a la incertidumbre que esto le generaba, consideró la circunstancia un alivio momentáneo. Esbozó una ligera sonrisa, consciente de que era el momento ideal para abordar un tema delicado que había rondado su mente desde la confesión de su difunto esposo.
Con determinación, se acercó a Seojeong y Louis, quienes conversaban animadamente, disfrutando de la libertad que les permitía romper la rigidez protocolaria de su reino. Se encontraban en una escena íntima, observándose con miradas soñadoras bajo la sombra de un antiguo roble. Aquella imagen de ternura despertó en Hyori una ligera envidia, fruto del anhelo de compartir una complicidad similar e imposible para ese entonces.
—Este lugar es realmente encantador, ¿no creen? —comentó Hyori, captando la atención de Seojeong y Louis mientras lanzaba una mirada disimulada hacia el camino de entrada, comprobando que Taehyung y Jungkook aún no habían llegado a los jardines principales.
—Without a doubt, it is. —respondió Louis, levantando su copa de vino blanco con elegancia—. My dear, maybe we should visit your country more often. —sugirió, y Seojeong asintió con una sonrisa.
[Sin duda, lo es. Querida, tal vez deberíamos visitar tu país con más frecuencia.]
—I agree, Louis. —dijo Seojeong, con su característico tono de voz suave—. Creo que todos sabemos por qué estamos aquí.
[Estoy de acuerdo, Louis.]
Hyori asintió y tomó un pequeño sorbo de su bebida antes de continuar, midiendo cada palabra.
—Sí. Aunque me encantaría mostrarles más lugares encantadores como este, debo admitir que hay algo que me inquieta —confesó la Reina con un aire de preocupación—. He estado observando de cerca y debo decir que la situación entre Yoongi y Taehyung me tiene preocupada. Al principio, sus miradas, sus gestos... eran tan difíciles de leer. Por un momento llegué a pensar que... —hizo una breve pausa, buscando las palabras adecuadas—. Que quizá aún quedaba algo entre ellos, alguna conexión que no se ha roto del todo.
Louis frunció el ceño, su expresión se ensombreció brevemente antes de responder.
—Es indudable que ambos mantienen un comportamiento extremadamente distante cuando están en presencia del otro, lo cual, debo admitir, es una excelente señal —murmuró Hyori con calma, su tono impregnado de una serenidad que pretendía apaciguar cualquier preocupación—. Nadie de nosotros desea que las cosas vuelvan a ser como antes.
—Sin duda, es un gran alivio —intervino Seojeong, asintiendo con lentitud mientras la Reina les indicaba seguir con el paseo a través del jardín—. Siendo franca, me angustiaba pensar en lo que podría ocurrir si, después de una década de separación forzada, llegaran a encontrarse nuevamente. Me aterraba la idea desde que decidimos que Magnus representara a la Corona aquí. Pero, por lo visto, Yoongi ha mantenido una actitud distante, casi glacial. Taehyung, por otro lado —continuó con una mirada evaluativa—, parece más... intrigado. Pero no podemos culparlo. Es comprensible después de tanto tiempo sin contacto alguno.
Hyori asintió con una sonrisa.
—Así es. Parecía tener esa chispa en la mirada, como si intentara redescubrir a la persona que una vez significó tanto para él —reflexionó—. Pero, por fortuna, Yoongi ha sido firme en mantener la distancia. Y, al parecer, ahora tiene otros intereses —añadió, con un matiz de satisfacción en su tono.
— ¿You mean Miss Kim Yoonjung? —preguntó Louis, con una expresión de interés al intentar pronunciar el nombre coreano lo mejor que pudo—. I noticed a certain... affinity between the two.
[¿Te refieres a la señorita Kim Yoonjung? Noté cierta... afinidad entre ambos.]
—Es encantadora —asintió Hyori, aprobando con una ligera inclinación de cabeza—. Sin duda, es una de las mejores opciones que ha considerado. Es inteligente, cortés, y lo más importante, parece genuinamente interesada en él.
Seojeong cruzó los brazos, observando a su esposo con aire complacido.
—Y, lo más relevante, Yoongi parece interesado en ella. Los he observado detenidamente durante los preparativos para la coronación, y me atrevería a decir que hay una atracción genuina. Eso es lo mejor que podría ocurrir, ¿no lo crees?
Louis, reflexionando sobre el asunto, asintió lentamente.
—Of course. No one here wants any kind of connection between them to persist. Their relationship was always a challenge for both crowns. I remember the sleepless nights, thinking about the consequences that could bring, especially when that journalist tried to blackmail Daehyun and me with compromising photographs of Yoongi and Magnus. Separating them was a difficult decision, but a necessary one.
[Por supuesto. Nadie aquí desea que persista cualquier tipo de conexión entre ellos. Su relación siempre fue un desafío para ambas coronas. Recuerdo las noches en vela, pensando en las consecuencias que aquello podría acarrear, especialmente cuando aquel periodista intentó chantajear a Daehyun y a mí con fotografías comprometedoras de Yoongi y Magnus. Separarlos fue una decisión difícil, pero necesaria.]
—Exactamente —confirmó Hyori—. Después de todo el esfuerzo y las decisiones difíciles que tomamos para asegurar que ninguno de los dos se viera comprometido, es reconfortante ver que Yoongi está avanzando. De hecho, creo que su vínculo con Yoonjung podría convertirse en algo verdadero y especial.
Seojeong, visiblemente emocionada, aplaudió con moderada alegría, dejando escapar un suspiro de alivio.
—Esperemos que así sea. No podría soportar ver que todo nuestro esfuerzo se pierda si ambos deciden volver a caer en las mismas trampas del pasado. Lilibeth enloquecería.
—I am convinced that they will not. Both have grown and evolved. —respondió Louis con determinación—. In addition, Yoongi now has other priorities, such as his career and, who knows, maybe a future with Yoonjung.
[Estoy convencido de que no lo harán. Ambos han crecido y evolucionado. Además, Yoongi tiene ahora otras prioridades, como su carrera y, quién sabe, tal vez un futuro junto a Yoonjung.]
El silencio se instaló entre los tres mientras reflexionaban sobre sus palabras. ¿Acaso habían actuado de manera egoísta y malvada? Quizás sí, pero ninguno de ellos habría permitido que el romance infantil de dos jóvenes arruinara los imperios que se habían construido con sudor y esfuerzo. La tensión en el ambiente era palpable; se percibía un atisbo de esperanza, una expectativa de que el pasado no interfiriera en el presente. El suave sonido de pasos sobre el césped rompió la quietud, llevando las miradas de todos hacia la entrada de los jardines.
—Parece que nuestros jóvenes príncipes finalmente han decidido unirse a nosotros —anunció Hyori con un tono jovial.
—Se han tardado demasiado —observó Seojeong, mostrando ligera impaciencia.
—¡Buenos días, Sus Majestades! —exclamó Jungkook mientras se apresuraba hacia ellos, trotando y acortando la distancia en los pocos pasos que le quedaban. Al detenerse, ajustó su corbata e inclinó la cabeza, saludando respetuosamente a todos.
—Buenos días, querido. ¿Qué han estado haciendo?
—Magnus y yo fuimos a visitar las caballerizas. El adiestrador de caballos nos presentó a sus mejores corredores. Aunque, me quedé con el anhelo de montar uno, porque Magnus nos arrastró fuera sin explicación alguna.
Al observar la mueca de descontento de su hermano menor, Taehyung entrecerró los ojos al cruzar miradas con los ajenos y, posteriormente, con los de su madre, quien sonreía al anticipar que sus hijos pronto entablarían una disputa trivial, como había sido habitual desde su infancia. Dirigió una mirada a su esposo, que respondió con una sonrisa y un leve movimiento de cabeza.
—Tenían que limpiar las caballerizas, y él estaba interrumpiendo con su fascinación por los caballos.
—Es comprensible. Has estado practicando mucho polo últimamente, ¿no es así, Aidan? —comentó su madre con orgullo.
—That's right. He has accompanied me on horseback riding on several occasions during my recovery. —añadió su padre, tomando la mano de Seojeong después de haber dejado sus copas en la bandeja que un sirviente acercó—. We have another son who is passionate about polo and horses in the family.—bromeó, con el mismo orgullo que reflejaba su esposa, provocando la risa de Taehyung.
[Así es. Me ha acompañado a cabalgar en varias ocasiones durante mi recuperación. Tenemos otro hijo apasionado por el polo y los caballos en la familia.]
—¿Te gusta jugar al polo? —preguntó Hyori, observando a Taehyung con curiosidad.
—Es prácticamente un requisito para los príncipes ingleses —respondió él con un tono de sarcasmo fingido, observando a sus progenitores sonreír.
—Te ofrecimos diversas opciones, y solo elegiste el polo por decisión propia —argumentó Seojeong.
—And I'm not complaining. Es un deporte serio, y no cualquiera logra un desempeño perfecto como yo —presumió sonriente—. Por algo fui el capitán de mi equipo durante muchos años, madre.
[Y no me quejo.]
—¿Es realmente tan bueno como dice, Alteza? —intervino una nueva voz, profunda y segura, mientras unos pasos fuertes se acercaban junto con una fragancia distintiva que Taehyung reconoció al instante. Aunque su corazón latía con fuerza al verse sorprendido, giró la cabeza hacia el Rey y asintió lo mejor que pudo—. Me gustaría comprobarlo en alguna ocasión —añadió, manteniendo la mirada fija en el príncipe, con las manos detrás de la espalda para ocultar su deseo de tocarlo al notar las ondas de su cabello y el ligero maquillaje que lucía.
—Magnus is really talented in the sport. ¿Do you intend to be embarrassed in that way? —preguntó Louis, bromeando para aliviar el ambiente que se había vuelto tenso desde la llegada de Yoongi, quien parecía decidido a no apartar la mirada de Taehyung. Ya no sabía cómo detenerse a sí mismo.
[Magnus es realmente talentoso en el deporte. ¿Pretende avergonzarse de esa manera?]
—My father is right. ¿Desea que todos lo vean haciendo el ridículo, Majestad? —acotó Taehyung, eliminando el tono bromista de la conversación al ver al mayor con una expresión desafiante, como si... deseara algo más.
[Mi padre tiene razón.]
—Querido Taehyung... —murmuró Seojeong, angustiada por la necesidad de apartar a su hijo de Min Yoongi, al percatarse de que se estaban coqueteando descaradamente en presencia de todos.
—Solo bromeaba —intentó calmarla, apartando por un momento la mirada de Yoongi, quien, consciente de las miradas inquisitivas de Hyori, empezó a sentirse incómodo. Parecía que Taehyung no había notado la incomodidad, pues volvió a dirigir su atención al Rey y se acercó con una sonrisa. Yoongi, aprovechando el momento, aspiró con fuerza la fragancia que emanaba de la colonia extranjera que embotaba sus sentidos—. Su Majestad me ha dado la confianza para hacerlo.
A él no le importaba estar rodeado de testigos; le devolvió la sonrisa, completamente entregado a aquel príncipe de grandes ojos que parecían adentrarse en su alma. Estaba consciente de que cruzaba ciertos límites, pero en ese instante no era significativo para él, ya que Taehyung, con su naturalidad, lograba que olvidara los protocolos y cualquier otra regla que dictara su conciencia.
—Eso es cierto —dijo Yoongi, ladeando la cabeza mientras se perdía en las profundidades de las pupilas ajenas.
—Algún día me gustaría poner a prueba sus habilidades de equitación.
—Le sorprenderán mis habilidades —murmuró, manteniendo la mirada fija en él, notando que Yoongi lo observaba con atención, como si quisiera grabar a Taehyung en su memoria—. Con su permiso —dijo Taehyung, carraspeando y alejándose, recibiendo miradas desaprobatorias de los presentes—, me retiro a mi habitación; tengo una conversación pendiente con el príncipe Andrew.
—Send him my greetings and tell him that I would like him to return for the Christmas festivities. —le dijo Louis, intentando recuperar la compostura tras haber presenciado la escena entre ambos hombres audaces que habían puesto sus nervios a flor de piel.
[Envíale mis saludos y dile que me gustaría que regresara para las festividades navideñas.]
—También dile que le envío mis saludos, si es que la señal no se corta antes de que termine la conversación.
—Lo haré, madre.
Cuando estaba a punto de retirarse, levantó la quijada y la vio llegar... Tan elegante, tan hermosa, tan ideal y perfecta.
«La detesto, y ella ni siquiera tiene la culpa de que yo esté enamorado de su futuro esposo.»
Se giró sobre sus talones, colocando su mejor sonrisa, que más parecía una mueca, y esperó pacientemente a que ella se acercara. Yoojung saludó con respeto a todos con una reverencia, y Taehyung la observó mientras ella se posicionaba junto a Yoongi, quien dejó de mirarlo para enfocarse en la recién llegada, dedicándole la misma sonrisa que le había ofrecido a él momentos antes. La rabia de Taehyung comenzó a crecer.
—I am sorry for my discourtesy. Miss Kim Yoojung. Yoojung, perhaps it is not necessary to introduce them, but they are Their Majesties, King Louis and Queen Seojeong, and their sons, Princes Magnus and Aidan.
[Lamento mi descortesía. La señorita Kim Yoojung. Yoojung, quizás no sea necesario presentarlos, pero ellos son Sus Majestades, el rey Louis y la reina Seojeong, y sus hijos, los príncipes Magnus y Aidan.]
—A pleasure to meet you, Your Majesties. Their Royal Highnesses. —respondió Yoojung, saludando con tanto encanto que fue objeto de halagos por parte de los reyes de Inglaterra. Jungkook también la elogió, y al intentar comentar sobre la joven con su hermano mayor, se percató de que este se retiraba de los jardines con rapidez, como si algo lo hubiera asustado. Hizo una mueca y miró a Yoongi, quien ya no sonreía y parecía haber perdido la compostura. También notó que él lanzaba miradas casi imperceptibles hacia Taehyung, cuya anatomía se alejaba cada vez más.
[Un placer conocerles, Sus Majestades. Sus Altezas reales.]
Lo que había percibido durante el ensayo de la coronación se hacía cada vez más evidente. No encontraba, sin embargo, la manera adecuada de abordar el tema con su hermano mayor, pues lo conocía bien y anticipaba que no dudaría en rechazar cualquier intento de entrometerse en sus asuntos.
El ambiente en el jardín trasero del palacio era sereno. La luna se reflejaba en la superficie del lago, iluminando tenuemente el entorno. Yoongi se encontraba observando el reflejo del cielo estrellado en el agua, y la quietud del entorno lo invitaba a sumergirse en sus propios pensamientos. De repente, una figura se delineó en la distancia, acercándose con paso ligero y decidido. Yoongi alzó la vista y, en cuanto sus ojos captaron la silueta de su amigo, sintió cómo algo en su pecho se relajaba, como si la presencia de Hoseok tuviera el poder de disipar, aunque fuera por un tiempo breve, las nubes oscuras que rondaban su mente. Su mejor amigo avanzaba con la gracia propia de alguien que, a pesar de las circunstancias, mantenía intacto su espíritu jovial. Al verlo acercarse, Yoongi no pudo evitar preguntarse cómo lograba aquel hombre, en medio de tantos desafíos que implicaba hacerse cargo de la vida de un soberano, conservar una actitud tan luminosa y despreocupada.
Hoseok se detuvo a pocos metros de él, permitiendo que el destello lunar resaltara los rasgos apacibles de su rostro. Su sonrisa se amplió al cruzar su mirada con la de Yoongi, quien, pese a sus esfuerzos por mantener la compostura, dejó entrever una leve curvatura en sus labios, como si la alegría de su amigo fuera, en cierto modo, contagiosa e inevitable.
— ¿Qué es lo que te tiene tan contento esta noche? —inquirió Yoongi con genuina curiosidad, alzando una ceja mientras observaba a su mejor amigo. Había notado el brillo peculiar en los ojos de Hoseok durante todas las actividades y eventos pequeños a los que lo acompañó ese día, una alegría que, a todas luces, resultaba imposible de ocultar.
Hoseok vaciló por un instante antes de encogerse de hombros.
—Nada en particular, Su Majestad.
El monarca frunció el ceño, evidentemente escéptico. Conocía demasiado bien a Hoseok para no darse cuenta de que aquella sonrisa escondía algo más. Dio un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos, en un gesto que revelaba tanto su insistencia como su interés.
—Vamos, Hoba —le insistió Yoongi—, dime la verdad, ¿qué es lo que realmente está ocurriendo?
Hoseok suspiró, aunque la sonrisa no desapareció de sus labios.
—Tomé su consejo, Su Majestad. Eso es todo. El señor Park y yo... bueno... me temo que he desarrollado cierta adicción por él.
Por un breve instante, el semblante de Yoongi reflejó desconcierto, pero pronto se transformó en una mezcla de sorpresa y diversión.
—No, no puede ser... ¿En serio? ¿Te atreviste a coger con el guardia real de un príncipe de otra nación? —El tono de su voz tenía un matiz casi acusador, aunque también se percibía una sutil chispa de diversión en sus palabras—. ¡No tenías que tomar tan en serio mis palabras!
Hoseok, sin embargo, no dijo nada más. Su teléfono móvil vibró en su bolsillo y, tras echar un vistazo a la pantalla, su sonrisa se ensanchó aún más. Dirigió una última mirada a su mejor amigo, hizo una reverencia discreta y se retiró apresurado, dejando al monarca con la palabra en la boca. Yoongi soltó un suspiro, observando cómo su guardia real se alejaba con prisa, plenamente consciente del destino hacia el cual se dirigía.
«Directo a la cama del Capitán Park Jimin. Qué insensato, ¿acaso no te enseñaron que cuando se inicia un chisme se debe contar completo?», pensó con un deje de enfado y resignación.
—No puedo creerlo —murmuró para sí mismo, volviendo su atención al lago, mientras la tranquilidad del entorno lo envolvía una vez más.
Fue en ese preciso momento cuando escuchó unos pasos que resonaban a sus espaldas, unos pasos que reconoció al instante.
«Estoy obsesionado. Mierda, esto es grave; es una condición. ¿Será hora de que me interne en un psiquiátrico?», se cuestionó en la mente.
Al volverse, sus ojos se encontraron con los de Taehyung, quien se quedó estático al percatarse de su presencia. Al girarse, sus ojos se encontraron con los de Taehyung, cuyo cuerpo se quedó paralizado al notar su presencia. El monarca frunció el ceño. Había algo en la forma en que el príncipe sostenía su postura, algo en sus ojos ligeramente vidriosos que le dio una pista a Yoongi.
—Disculpe, no sabía que Su Majestad se encontraba aquí. Le deseo buenas noches —se excusó Taehyung apresuradamente, dando media vuelta con la intención de retirarse de inmediato, mareándose con aquella acción.
—No, por favor, quédese —replicó Yoongi con prontitud, levantándose del césped. La súplica en su voz hizo que Taehyung se detuviera, aunque la indecisión seguía reflejándose en su expresión. Parecía claramente incómodo, y Yoongi notó cómo un leve rubor comenzaba a teñirle las mejillas.
—Yo... realmente creo que debería irme —insistió Taehyung, intentando sonar firme, aunque su vacilación era evidente. Dio un paso hacia atrás, decidido a marcharse, pero Yoongi reaccionó rápidamente, tomando con suavidad su muñeca, como si temiera que se esfumara en cualquier momento.
—Le ruego que permanezca aquí. Si mi presencia le resulta incómoda, me marcharé de inmediato —ofreció Yoongi, soltando con delicadeza su muñeca, aunque sus ojos no se apartaban de él.
Taehyung lo miró en silencio, y una ligera sonrisa sarcástica se dibujó en sus labios.
—Al menos es consciente de que su presencia puede ser molesta, Su Majestad —respondió con ironía, aunque el brillo en su mirada delataba una vulnerabilidad que contradecía su tono.
Fue entonces cuando Yoongi percibió un aroma peculiar emanando de Taehyung, un tenue rastro a ron que, aunque sutil, era inconfundible. Frunció el ceño otra vez y se acercó un poco más, inclinando la cabeza para confirmar sus sospechas.
— ¿Su Alteza Real ha estado bebiendo?
Taehyung dejó escapar una risa breve, casi avergonzada, antes de asentir con suavidad. Las mejillas se le tiñeron de un rojo más intenso, dándole un aire casi inocente.
—Sólo un poco de ron —confesó, encogiéndose de hombros como si fuera un asunto trivial.
Yoongi exhaló un suspiro de resignación y, sin decir más, lo guió hacia las escaleras situadas junto al lago que conducían a un pequeño puente, instándole a sentarse en uno de los escalones. Luego tomó asiento a su lado, manteniendo cierta distancia, pero sin dejar de observarlo con una mirada cargada de inquietud.
— ¿Dónde consiguió ron? —preguntó al fin, aunque su tono era más de curiosidad que de reprimenda.
—Su padre —respondió Taehyung, esbozando una sonrisa traviesa, como si compartiera un secreto cómplice.
— ¿Perdón? —Yoongi parpadeó, incrédulo—. ¿De qué está hablando?
—Tenía gustos refinados, debo reconocerlo —contestó Taehyung con un matiz de burla en la voz, como si disfrutara viendo la expresión de asombro en el rostro del rey.
— ¡Taehyung! —exclamó Yoongi, alzando la voz sin poder evitarlo, su tono reflejando una mezcla de sorpresa, por intentar entender cómo ese hombre descubrió la colección de bebidas de Daehyun, y desaprobación, por el descuido.
El príncipe hizo un puchero, cruzando los brazos sobre su pecho en un gesto infantil que contrastaba con su porte habitual.
— ¡No me grites! —protestó, su actitud desafiante desmoronándose en una muestra de fragilidad que desarmó completamente a Yoongi. Ante aquella imagen, no pudo evitar esbozar una sonrisa tierna, entretenido y enternecido por la inesperada vulnerabilidad que el príncipe dejaba entrever en ese momento tan peculiar.
—Mis disculpas —pronunció Yoongi, con un tono más sereno y una sonrisa ligera—. No era mi intención levantar la voz. Es solo que... me preocupas, Taehyung. A veces actúas de manera imprudente, como en esta ocasión y en la mañana —citó, suspirando después—. Pero debo admitir que no has sido el único.
El príncipe mantuvo la mirada fija en el lago, sus facciones se suavizaron mientras un suspiro escapaba de sus labios, resonando en la quietud de la noche. El silencio que se instauró a continuación no fue incómodo, sino más bien revelador, lleno de un entendimiento implícito entre ambos. Yoongi lo observaba con atención, sumido en una maraña de recuerdos y sentimientos que se empeñaba en mantener bajo control. Sin embargo, allí estaba, una vez más, enfrentándose a la verdad de su propio corazón, incapaz de ignorar lo que este le susurraba.
—Yoongi... —la voz de Taehyung rompió el silencio, teñida de una vulnerabilidad que dejaba entrever en sus ojos y el mayor sintió un nudo en la garganta—. ¿Alguna vez has sentido que todo te supera? Que, sin importar lo que hagas, siempre estás fuera de lugar.
Las palabras de Taehyung golpearon a Yoongi como un eco de sus propios pensamientos. Conocía demasiado bien aquella sensación, esa inquietud que parecía devorarle el alma. Sin dudarlo, extendió una mano hacia él y, tras un instante de vacilación, la colocó sobre la de Taehyung, apretándola con suavidad, como si quisiera transmitirle su comprensión a través de ese sencillo gesto.
—Sí, Taehyungie —susurró con sinceridad, su voz apenas un murmullo, casi provocando que el príncipe se soltara a llorar tras oírlo llamarle por aquel apodo—. He experimentado esa sensación en innumerables ocasiones. Pero créeme, siempre hay una manera de encontrar el camino de regreso, por oscuro que parezca el sendero.
Taehyung alzó la mirada, sus ojos oscuros reflejaban el resplandor de la luna mientras contemplaba a Yoongi con una mezcla de gratitud y algo más, una emoción latente que ambos reconocían, pero que ninguno se atrevía a verbalizar.
Yoongi mantuvo su mano sobre la de Taehyung durante unos instantes adicionales, sintiendo la cálida textura de su piel bajo la yema de sus dedos. No obstante, era consciente de la necesidad de actuar con cautela. Sus ojos recorrieron el jardín con discreción, sabiendo que la privacidad en el palacio era un bien efímero, frágil como el cristal. Con un movimiento cuidadoso, retiró su mano y se puso de pie, extendiendo el brazo hacia Taehyung.
—Vamos, Alteza Real, lo acompañaré a sus aposentos antes de que alguien más lo vea en esta situación.
Taehyung dirigió su mirada a la mano que Yoongi le ofrecía, y luego sus ojos encontraron los del monarca, como si buscara descifrar los sentimientos que se ocultaban detrás de aquella máscara de serenidad. Tras un breve momento de vacilación, aceptó la ayuda, permitiendo que Yoongi lo levantara. Sin embargo, su equilibrio no fue tan firme como esperaba y, apenas se incorporó, sus rodillas flaquearon, haciéndolo tambalearse hacia adelante. Yoongi reaccionó con rapidez, rodeando la espalda y cintura de Taehyung con sus brazos, sosteniéndolo con firmeza contra su pecho, evitando así que cayera y corriera el riesgo de golpear su cabeza con la madera.
—Tenga cuidado —murmuró Yoongi, su voz teñida de una preocupación genuina.
Taehyung, incapaz de contener una risa suave, dejó escapar un sonido tan dulce que hizo que Yoongi se estremeciera. Recostado contra el pecho del monarca, con sus antebrazos apoyados sobre el torso firme del otro, alzó la cabeza. Sus miradas se encontraron nuevamente, y la cercanía se volvió asfixiante.
—Eres tan... —susurró Taehyung, interrumpiéndose con otra risa delicada, como si la situación fuera tanto absurda como conmovedora. De repente, tomó la camisa de Yoongi con ambas manos, tirando de él con una determinación desesperada. Antes de que Yoongi pudiera reaccionar, sintió el roce urgente de los labios de Taehyung sobre los suyos.
Yoongi quedó paralizado, con los ojos abiertos por la sorpresa mientras intentaba asimilar lo que ocurría. El beso comenzó suave, casi vacilante, pero luego la barrera de contención en su interior se derrumbó. Cerró los ojos, dejándose llevar por el calor y la familiaridad de aquellos labios que tantas veces había soñado con volver a sentir. Sus manos, firmemente aferradas a la cintura de Taehyung, comenzaron a deslizarse con desesperación y una necesidad urgente por su espalda, atrayéndolo más cerca, como si su propia existencia dependiera de no dejarlo ir jamás.
Taehyung se estremeció al sentir las manos de Yoongi recorriendo su cuerpo con una intensidad que lo dejó sin aliento. Un jadeo escapó de sus labios, interrumpiendo el beso por un breve instante, pero no retrocedió. Al contrario, inclinó su cuello hacia atrás, entregando su piel como una ofrenda silenciosa al monarca, quien no tardó en aceptar la invitación con fervor. Los labios de Yoongi dejaron un rastro de besos ardientes a lo largo de la línea de su mandíbula, descendiendo lentamente hasta su cuello. Podía sentir el pulso acelerado de Taehyung bajo su boca, cada latido vibrando en perfecta sincronía con el tumultuoso ritmo de su propio corazón, que parecía desbocarse en el torbellino de emociones que lo envolvía.
El contacto era casi insoportable en su intensidad, cada caricia encendiendo un fuego que se extendía por su piel. Los dedos de Taehyung se aferraron con más fuerza a la tela de la camisa de Yoongi, como si temiera que en cualquier momento el hechizo pudiera romperse y todo aquello se desvaneciera. Los recuerdos de los años de separación se disolvían en el roce de sus labios y la calidez de sus cuerpos tan desesperadamente unidos. Sus labios buscaron de nueva cuenta los de Yoongi, encontrándolos en un beso aún más profundo y demandante, como si trataran de compensar todo el tiempo perdido.
El beso se volvió frenético, cada vez más apasionado, casi doloroso en su urgencia, como si ambos estuvieran intentando recuperar con cada segundo todo aquello que les había sido arrebatado. Las manos de Yoongi, guiadas por un deseo desbordante, exploraron el cuerpo de Taehyung con una avidez que lo sorprendió incluso a él mismo. Sus dedos delinearon la forma de sus costillas, acariciaron el contorno de su abdomen con una intensidad casi devota, como si tratara de grabar en su memoria cada detalle, cada curva, cada temblor bajo su piel. No había nada más en el mundo que esos momentos compartidos, el aliento compartido, la desesperación compartida. Y en esa unión casi desesperada, ambos se encontraron a sí mismos, liberando todos los sentimientos reprimidos, toda la pasión contenida.
Sin embargo, como un balde de agua fría, la realidad lo golpeó cuando la imagen de YooJung y la desaprobatoria mirada de sus padres y de su pueblo inundaron su mente. La sensación de rechazo lo invadió de manera brutal y desgarradora. Sus labios, que instantes antes ardían de pasión, se detuvieron abruptamente, y sus manos, que recorrían con avidez el cuerpo de Taehyung, se congelaron en el aire. Con un esfuerzo sobrehumano, se separó de él, su respiración irregular mientras luchaba por recuperar la compostura que el deseo le había arrebatado.
Taehyung, aún atrapado en la nebulosa del deseo que los había envuelto, lo observó con incredulidad y confusión. Sus labios, enrojecidos y ligeramente hinchados por la intensidad de los besos, temblaban con levedad. Sus ojos, que apenas segundos antes resplandecían con anhelo, ahora reflejaban una mezcla de desconcierto y tristeza, como si no pudiera comprender por qué aquel momento que tanto habían ansiado se había desvanecido con tanta rapidez.
—Esto está mal —musitó Yoongi, con la voz quebrada por el dolor y la culpa que se apoderaban de su ser. Sus palabras apenas fueron un susurro, como si en realidad estuviera hablándose a sí mismo, intentando convencer a su propio corazón de una verdad que lo desgarraba.
— ¿Por qué? —replicó Taehyung, su voz temblorosa, cargada de una desesperación que casi lo ahogaba. Sus ojos, ahora nublados por lágrimas que amenazaban con desbordarse, se clavaron en los de Yoongi—. ¿Porque te gusta un hombre? ¿Es eso?
Yoongi sintió que su corazón se rompía ante aquella pregunta. Tragó con dificultad, el nudo en su garganta creciendo hasta casi asfixiarlo. No, no era eso. Sabía que sus sentimientos por Taehyung trascendían cualquier convención o etiqueta. Lo que realmente le laceraba el alma, lo que lo hacía sentir como si estuviera a punto de desplomarse, era algo mucho más profundo y cruel. Cerró los ojos un instante, buscando la fuerza necesaria para pronunciar las palabras que temía destruirían cualquier esperanza que Taehyung pudiera albergar.
—No... —susurró con un dolor que apenas podía contener. Abrió los ojos, encontrando la mirada herida de Taehyung—. No es eso, Taehyung. Es porque me tengo que casar con la señorita Kim YooJung. Estoy comprometido con ella. Yo debo hacerlo y... y lo lamento tanto.
El silencio que siguió fue devastador. Taehyung lo miró, sus ojos abiertos de par en par, como si le costara asimilar lo que acababa de escuchar. Las lágrimas que había intentado contener cayeron lentamente por sus mejillas, y su respiración se volvió errática, un sollozo ahogado escapando de su pecho. Yoongi, instintivamente, levantó una mano, deseando secar esas lágrimas, pero se detuvo a mitad de camino, consciente de que no tenía derecho a aliviar el dolor que él mismo había causado.
—Lo siento —repitió, su voz quebrándose bajo el peso de su propia angustia—. Soy un idiota egoísta de mierda, y no debimos... y yo lo siento tanto.
Taehyung dio un paso atrás, llevándose una mano temblorosa a los labios, como si tratara de evitar que el dolor que sentía se convirtiera en un grito. Negó con la cabeza, como si quisiera rechazar la cruel realidad que los rodeaba, pero no pronunció una sola palabra más. Simplemente se dio la vuelta y comenzó a alejarse, sus pasos resonando en el silencio de la noche, cada uno de ellos como un eco que repercutía en el corazón destrozado de Yoongi, dejándolo solo con su arrepentimiento, su impotencia y la certeza de que acababa de perder lo único que realmente había deseado.
A Taehyung junto a él.
Este capítulo, al menos en el cambio de escena entre Hoseok y Yoongi, va dedicado a brunosailsbury. Te quiero, gracias por continuar existiendo ✨🌼
Creo que estoy presenciando la primera vez que me siento satisfecha al escribir la escena de un beso entre los protagonistas 😭, aunque no es la mejor carta que he escrito en mucho tiempo —estoy decepcionada—.
Estaba tan inspirada que lo acabé en 4/5 horas aproximadamente (entre modificaciones, traducciones, corrección de errores).
Quiero agregar como dato adicional que Louis, el rey, entiende coreano más no lo habla porque su pronunciación, como he mencionado levemente en otros capítulos, es bastante mala. Así que, la conversación entre Hyori, Seojeong y él sí la entendió.
Y si llegaste hasta acá, te invito a releer la escena pre-beso y el beso con "Die With The Smile" de Bruno Mars y Lady Gaga (Sí, yo también estoy obsesionada).
¡Qué tengan una excelente semana!
ALEX.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro