13; Ojos vemos, corazones no sabemos.
Alguien me dijo: “Hoy te veías triste”, yo le respondí: Estoy triste todos los días, hoy simplemente no tuve la energía para ocultarlo.
MARIO BENEDETTI.
Corea del sur, 20 de diciembre de 2022.
Querido nadie;
Me he equivocado muchísimo tiempo al apostar parte de mi vida a un sentimiento que es difícil de explicar y también de experimentar con total plenitud en éstas circunstancias, y hoy finalmente enfrenté que, aunque duela, sin usted es mejor.
Suenan más y más, cada vez un poco más, estos recuerdos de usted y yo que se niegan a desvanecerse. Suenan tanto que no me puedo acostumbrar a la idea de que ya no somos esas personas que melancólicamente mi mente aún conversa con nitidez en lo más profundo de ella, mucho menos me acostumbro a la idea de que nuestras vidas han tomado caminos distintos y que las promesas susurradas al oído ahora permanecen impresas sobre aquel lago testigo de esta locura. Me duele aceptar que esos momentos son resonancias de un amor que ya no existe en el presente, o quizás sí, pero ninguna máquina sería capaz de notarlo.
¿Sabe? A veces, en las noches más silenciosas —como hoy—, cierro los ojos y permito que esos ecos me envuelvan. Me aferro a ellos, aunque sé que no es saludable, porque son lo único que me queda de ti. Son fragmentos de un tiempo en el que éramos inocentes, aventureros y felices, cuando el mundo, la luna y el sol parecían girar en torno a nuestros sentimientos mutuos. Me pregunto, con un dolor sordo, si estos ecos también lo alcanzan, si en algún rincón de su ser, en usted todavía resuenan nuestros momentos compartidos.
Recuerde:
Yo aún lo amo, definitivamente.
Usted es mi mitad, pero no tiene todo lo que ellos tanto me piden.
He cometido errores y sé que aún me esperan muchos más, pero no considero un desperdicio compartir mi vida al lado de una mujer como Kim Yoojung.
Sólo es una vaga posibilidad, príncipe.
Atentamente,
MYG.
P.D: Gracias por cuidarme esta noche.
El sonido incesante de su teléfono causó que gruñera.
Quizás no tomó una decisión sensata al insistir en permanecer fuera de su cama, robándose de la cocina Real un pequeño bote de helado de menta con chocolate, vaciándolo al mismo tiempo que se escabullía para lograr encontrarse con la puerta que daba paso hacia la parte trasera del palacio, también congestionándose por tomar asiento sobre la madera húmeda de aquel puente que creaba una conexión directa hacia el lago y pasarse dos horas allí como si no tuviera responsabilidades que cumplir a la mañana siguiente.
Sin embargo, pese a su terquedad y su manera de actuar a lo largo de la madrugada, Taehyung sentía una incontrolable necesidad de estar a solas, encontrarse consigo mismo en el reflejo que el lago le brindó y que lo hipnotizó por mucho tiempo. Allí, rememoró los últimos acontecimientos; su boca entrometida y difícil de cerrar, los malentendidos que causó en el transcurso del almuerzo con la familia de Yoongi, su intercambio poco amable con el rey y...
Mierda, el profundo anhelo que brotó desde lo más recóndito de su ser por que el honorable y aclamado rey de Corea lo confinara en esa habitación vacía. Taehyung se encargaría de llenar ese espacio con sus gemidos ahogados y sus jadeos, silenciados por la enorme palma de Min Yoongi, mientras su cuerpo temblaba incontrolablemente. Este deseo intenso, nacido de una pasión inconfesable, transformaba sus pensamientos y lo sumergía en fantasías prohibidas demasiado temprano en la mañana, donde la autoridad de Yoongi y la travesura de Taehyung se mezclaban en un torrente de emociones irresistibles para ambos. Imaginó que cada momento en esa oscura y aislada estancia se convertiría en una sinfonía de placer y desesperación, una lucha entre la razón que dominaría al pelinegro y el deseo que controlaría su conducta, con Taehyung entregándose por completo a sus caricias y dominio, su cuerpo sacudiéndose en respuesta a cada toque, a cada susurro de su nombre.
«Carajo, no puedo presentarme en el desayuno con una erección. Magnus, no es apropiado, contrólate.» Se reprendió a sí mismo, con la sangre acumulándose en sus pómulos.
Sin abrir sus ojos, se quitó una cuarta parte de la manta que lo cubrió durante las pocas horas que pudo conciliar el sueño, sorprendentemente sin ayuda extra devenida de sus pastillas para dormir. Aunque la calefacción ambientara a una temperatura lo bastante confortable para olvidarse de las heladas mañanas de Corea, una fría brisa todavía se percibía y el vello de su brazo se erizó mientras cogía el teléfono y deslizaba su dedo sobre la pantalla para finalizar de una vez por todas con aquel sonido tortuoso.
—Alteza real —Llamaron a su puerta y se sentó sobre su cama, frotándose los ojos y dejando en evidencia sus rubios cabellos desordenados más de lo común—. Alteza real, soy el Capitán Park. Permiso para entrar.
—Concedido.
La imponente puerta se abrió, el seguro del pestillo se colocó con una velocidad que generó cierto interés y preocupación sobre el príncipe inglés, cuyo cuerpo acabó sacudiéndose en el momento que Jimin decidió abalanzarse sobre su cama y tomar sus hombros mientras repetía incesantemente:
—Taehyung... —empezó sin ninguna clase de formalidad dirigida hacia el príncipe, su voz apenas un susurro ahogado por la urgencia—. Los... los reyes de Inglaterra... tus padres... ¡han llegado al castillo!
Jimin, con el rostro desencajado y el sudor perlándole la frente, quizás por haber corrido, irrumpió en la habitación del príncipe. Sus ojos, amplios y llenos de pánico, buscaban desesperadamente los de su mejor amigo, tratando de encontrar las palabras adecuadas para transmitir la gravedad de la situación. Su respiración era irregular, casi entrecortada, como si cada palabra que iba a pronunciar cargara con un peso monumental.
— ¿Mmh? —murmuró entre adormilado.
Su voz temblaba, cada palabra impregnada de un temor palpable. Era como si anunciar la llegada de los reyes fuera dar la peor noticia imaginable. Jimin dio un paso hacia adelante, sus manos temblorosas se apretaron en puños a su lado, intentando mantener la compostura.
—No estaban previstos, no había aviso desde Londres... —continuó, sus palabras acelerándose mientras trataba de mantener la calma. En el fondo, pensaba en lo ridículo que estaba comportándose sólo por temer que volvieran un infierno los pocos días que aún quedaban en curso en Corea—. They have arrived in the country without warning, Your Royal Highness.
*Han llegado al país sin previo aviso, su Alteza Real.
La desesperación en su voz era inconfundible, sus ojos reflejaban una mezcla de alarma y preocupación profunda. Jimin sabía que la inesperada llegada de los reyes no sólo trastocaba los planes del día, sino que también podía traer consigo implicaciones mucho más serias y personales para Taehyung si notaban cualquier clase de acercamiento inadecuado con Yoongi hasta que finalizara el día de su coronación.
Carajo.
— ¿Quiere explicarme qué hace aún metido en la cama? —Le cuestionó, conduciendo hacia el armario de su mejor amigo—. ¡You need to get ready as quickly as possible to go to the main hall and receive Their Majesties! ¡Get up, damn it!
*¡Usted necesita prepararse lo más rápido posible para ir al salón principal y recibir a Sus Majestades! ¡Arriba, carajo!
—Jimin, your mouth... Don’t curse, they can hear you.
*Jimin, tu boca... No maldigas, ellos pueden oírte.
— ¿Why are you looking at that right now? Están esperándolo en el salón principal del palacio, Alteza Real.
*¿Por qué estás fijándote en eso ahora mismo?
—No quiero presentarme ante ellos aún —balbuceó, acostándose mientras sus mantas regresaban a cubrir su cuerpo de extremo a extremo—. Excúsame por esta ocasión, por favor.
—Me temo que no puedo hacer eso —expresó desanimado y la mirada puesta sobre el cuerpo que yacía aún sobre la cama ignorándolo. Entonces, detuvo un momento su ansiedad para pensar en alguna alternativa que pudiera impulsar a Taehyung a salir de la cama, y cuando la obtuvo, simplemente lo anunció—. Su Alteza Real, el príncipe Aidan, también se encuentra aquí junto a ellos.
—Carajo... —Bingo—. Mierda —maldijo por los aires, y con un sobresalto, se levantó rápidamente de la cama, su corazón latiendo desbocado ante la mención de su hermano menor—. Right —Lo oyó suspirar al mismo tiempo que ingresaba sus manos al perchero donde sus trajes se hallaban colgados sin ninguna clase de arruga, luego ladeó el rostro hacia Jimin con sus ojos claros sobresaltados—, ¿what the fuck is Aidan doing here?
*Bien. ¿Qué mierda está haciendo Aidan aquí?
El guardia real levantó ambas palmas con las palmas hacia arriba y encogió los hombros ligeramente, reflejando una evidente falta de comprensión ante la situación. Taehyung apretó los dientes y negó con la cabeza, poniendo fin a la incertidumbre que lo invadía. Con rapidez, seleccionó un traje gris impecable, acompañado de un pañuelo con un sencillo estampado en color crema que complementaba perfectamente el conjunto.
Acto seguido, se dirigió al salón principal acompañado de Jimin. Ambos intercambiaron una mirada significativa antes de ingresar, preparados para enfrentar a las cuatro personas que más conflicto interno generaban en el príncipe. Exceptuando a Hyori, quien siempre se mostraba como una mujer encantadora y afable, los demás presentes eran motivo de tensión para Taehyung.
Al entrar, fueron recibidos por la mirada inquisitiva de los reyes de Inglaterra y su hermano menor, cuyos labios se estiraron formando una sonrisa genuina por estar junto a él luego de varios días sin verse. La atmósfera en la sala era densa, y la mirada de su madre le generó sentimientos extraños. Hyori, con su gracia habitual, intentó suavizar la situación con una sonrisa cálida, pero el ambiente seguía siendo tenso.
«De acuerdo, acabemos con esto», pronunció en sus adentros en el momento que, posterior a un intercambio de reverencias, su madre se acercó con ambos brazos extendidos para envolver su cuerpo con ellos, y Taehyung por cortesía no se lo negó, aunque el afecto brindado por sus padres no fuera algo común.
La familia Windsor nunca había cultivado una relación afectuosa entre sus miembros. Al contrario, aprendieron a recibir y ofrecer afecto muchos años después, con la llegada de Sejeong. Ella, una mujer espontánea y amorosa, desbordaba alegría allí donde iba, aunque siempre manteniendo su elegancia y calma. No fue una sorpresa para nadie que enseñara a sus tres hijos la importancia de expresar sus sentimientos y su afecto hacia sus seres más queridos. Sin embargo, haber crecido con estas lecciones no garantizaba que las aplicaran con regularidad dentro del círculo familiar. De hecho, Taehyung no experimentaba incomodidad al abrazar a sus hermanos o a su mejor amigo, pero la situación era distinta cuando se trataba de sus padres o del resto de sus innumerables parientes.
— ¿Cómo estás? —Le preguntó en coreano mediante un susurro una vez que tomaron cierta distancia, seguidamente notó que sus cejas se juntaron en tanto que prestaba atención a su rostro—. ¿Traes maquillaje, Magnus?
—Sí. Insomnia, you know.
*Insomnio, ya sabes.
Un nuevo ingreso irrumpió en el gran salón, ofreciéndole un respiro momentáneo a Taehyung.
—Sus Majestades, Altezas, el desayuno está puesto sobre la mesa. Pueden pasar al comedor.
Su anunció produjo un rugido en el estómago de Taehyung, un ruido ligero que alcanzó a ser oído por los presentes. Inmediatamente después sus mejillas comenzaron a hervir, con sus manos frías sobre la zona intentó apaciguar el cierto ardor que sentía y se disculpó, posando la mirada sobre unos ojos que estaban puestos sobre él y sus acciones, también se dio cuenta de su expresión suave y la sonrisa divertida aunque pequeña que milagrosamente le dejaba ver.
Una vez allí, los reyes de Inglaterra, siempre atentos a cada bendito detalle que colocaba los pelos de punta a Taehyung, no pudieron evitar notar las miradas furtivas que Yoongi y Taehyung intercambiaban en el transcurso de la conversación que Hyori sostenía con Jungkook en el inicio del desayuno. La tensión era palpable, aunque no fastidiaba del todo; era una tensión suave, como una cuerda tensada a punto de vibrar.
Durante el transcurso de los minutos, las conversaciones entre los mayores fluyeron con naturalidad, abarcando temas de política, cultura y anécdotas personales. Estos temas, aunque de gran interés para los adultos, provocaron bostezos en un príncipe que no había descansado lo suficiente. Yoongi, también constantemente atento a los detalles a su alrededor, no pasó por alto el cansancio de Taehyung. Aprovechando que estaba sentado a su izquierda, se inclinó con levedad y le dijo en voz baja:
—Veo que no ha sido una buena noche para usted —observó Yoongi, lanzando una mirada fugaz hacia su madrastra, quién continuaba manteniendo una sonrisa mientras conversaba y reía con los padres de Taehyung—. Sería prudente que se retirara a descansar una vez que concluya con estas formalidades; no se esfuerce más de lo necesario.
—No puedo hacer eso —replicó él con firmeza.
— ¿Por qué? —inquirió Yoongi, con un tono grave. Su mirada intensa perturbó a Taehyung, quien sintió la presión de sus ojos penetrantes mientras se esforzaba por mantener la compostura.
—Usted no lo entiende —murmuró el pelirrubio entre dientes—. Mis padres...
—Magnus, ¿remember that? —preguntó Louis, interrumpiendo la conversación. La rapidez con la que se produjo la interrupción de su padre causó un leve sentido de diversión en Jungkook, y Yoongi y Taehyung rompieron el contacto visual de inmediato. Esto último acabó por confirmar las sospechas que el menor de la familia Windsor tenía.
*Magnus, ¿recuerdas eso?
—Sorry, ¿what?
*Perdón, ¿qué?
—The day you and Yoongi competed when you were kids and you tried so hard to beat him that you then suffered a fall —relató entusiasmado, aclarándose la garganta después—, even though you won.
*El día que Yoongi y tú compitieron cuando eran unos niños y te esforzaste tanto en ganarle que luego sufriste una caída, aunque ganaste.
Hyori esbozó una sonrisa, la cual fue replicada por Yoongi. Este último se sumergió en sus recuerdos, evocando la naturaleza competitiva que caracterizaba a Taehyung en ciertos eventos de su infancia, en los cuales ambos disfrutaban participar. Yoongi reflexionaba sobre cómo esta cualidad había sido un rasgo distintivo de su relación en sus primeros encuentros, lo que inicialmente les permitió llevarse muy bien. Sin embargo, había aprendido a comportarse como un buen perdedor tras convivir durante ciertos periodos con el príncipe inglés. Reconocía que, en ocasiones, aunque le había costado herir su ego, había permitido que el pelirrubio ganara solo para evitar sus irritantes berrinches y llantos desmedidos a todos los presentes en ese entonces, incluido él mismo.
—Oh, yes, of course I remember. —dijo Taehyung, mordiendo ligeramente su labio mientras desviaba la mirada hacia su plato para disimular un bostezo.
*Oh, sí, por supuesto que lo recuerdo.
—You were crying in pain as you received your award.
*Estabas llorando mientras recibías tu premio.
—Aidan, don’t exaggerate. —reprendió Sejeong, dirigiendo una mirada severa hacia su hijo menor y la botella de vino tinto que él sostenía, siendo esta la cuarta copa que había servido en menos de media hora.
*Aidan, no exageres.
— ¿Did you like the wine, Aidan? —preguntó Yoongi con un tono distintivo de burla, buscando también incluirlo en la conversación y que su madre lo dejara tranquilo.
*¿Te gustó el vino, Aidan?
Jungkook sonrió, dejando su copa en la mesa sin poder hacer nada cuando Sejeong la sostuvo para depositarla lo bastante lejos suyo, así él no tuviera ninguna oportunidad de tomarla de nuevamente.
—Hyung, habló coreano muy bien, así que, llamame Jungkook —pidió el príncipe, implementando su idioma materno en un perfecto acento y una impecable pronunciación—. Pero, respondiendo a su pregunta, es excelente, como todo en este lugar. Oí que en Gyeongsang del norte se produce vino hecho de bokbunja. ¿Usted aún es propietario de la granja que se encuentra cerca de varias hectáreas de viñedo?
—Por supuesto, aún soy propietario de esa granja, aunque no le he sacado provecho tanto como la reina Hyori y Geumjae, mi hermano menor —repuso, intercambiando un par de miradas con las personas a su alrededor.
—Y... ¿Usted ve posible que pueda o todos podamos visitar la granja? Tenemos tiempo de sobra; imagino que Magnus le comentó que nos quedaremos más de lo previsto para visitar a la familia de mi madre.
Louis, Sejeong y Hyori intercambiaron una mirada rápida, conscientes por enésima ocasión de las sutiles interacciones silenciosas y el contacto visual cargados de algo que aún no lograban interpretar entre Yoongi y Taehyung tan pronto Jungkook mencionó aquel detalle. Aunque el pelinegro no comentó nada, era demasiado evidente su disgusto por la inesperada noticia, descifrando y comprendiendo un poco tarde qué fue la causa principal de la expresión malhumorada y fatigada que decoraba el rostro del príncipe.
—Temo que el príncipe Magnus y yo no hemos tenido la oportunidad de sentarnos a conversar y a tomar el té; mis responsabilidades como monarca me han acaparado completamente. Pero no veo inconveniente alguno de que puedas visitar nuestra granja, incluso la Reina Hyori podría servir como tu guía; ella conoce mucho mejor las instalaciones que yo.
Estaba mintiendo.
A Taehyung le disgustó la mentira, aunque comprendía que era lo mejor en esa situación. Sin embargo, nada le impidió afianzar bruscamente el agarre de sus cubiertos debido a su enojo. Jimin observó la escena con impotencia, mientras tanto, Hoseok fruncía el ceño y suspiraba profundamente.
Los últimos días, conviviendo con la realidad de que el hombre de sus sueños más prohibidos se resumían en su esfuerzo interminable por escapar de la tentadora manzana en el árbol, privándose de su aroma y sabor, eran una tortura. Se llenaba de actividades y citas a ciegas aburridas sólo para impedirse a sí mismo un segundo innecesario donde pudiera perder el control de su impecable conducta. Ya le había ocurrido con anterioridad en la cocina, en ese salón vacío durante el almuerzo con su familia, y en su escondite junto al lago. Allí supo que no toleraría por mucho más tiempo la presencia de Taehyung rondando como si nada por el castillo. Absolutamente todo en ese hombre gritaba «peligro», y Yoongi temía no ser cuidadoso ahora que más ojos se sumaban a custodiar sus movimientos.
¿Qué más querían de unos jóvenes aún enamorados?
—Será un placer acompañarle y guiarle por las instalaciones de la granja y sus alrededores, príncipe Aidan —acotó la mujer, dando por finalizado el almuerzo.
— ¡Finalmente he acabado! —celebró Yoongi, estirándose luego de bajar de la camioneta que se encargó de su traslado durante el día.
—Su Majestad, lo lamento, pero aún debe cumplir con una reunión privada —mencionó Hoseok, posicionándose a su costado una vez que Yoongi interrumpió su caminar y se giró a observar incrédulo a su mejor amigo—. Lo lamento —repitió.
— ¿Por qué?
—Porque no puede escapar de esto. Se trata de una cita —Con un tono de voz marcado por cierta exasperación, Hoseok comentó, evidenciando su propio cansancio ante las innumerables citas a ciegas organizadas con el propósito de apresurar un matrimonio entre su mejor amigo y alguna mujer que la familia Min aprobara. Ésto a pesar de que todos sabían, desde el reinado del difunto rey Daehyun, que los monarcas estaban autorizados para coronarse incluso solteros.
— ¿Quién es?
—Kim Yoojung, tiene veinticuatro años y es la heredera absoluta del grupo Shinhwa —respondió de memoria. Aquella información se la habían repetido infinidad de veces durante la mañana, pero agregó una vez que verificó la hora en su reloj—: Se reúnen en cinco minutos.
—En mi próxima vida quiero reencarnar como una roca.
—En ese caso, lo buscaré y llevaré conmigo a todas partes, su Majestad —aseguró su mejor amigo, invitándole a continuar el camino hacia los jardines del castillo con un gesto con la mano.
—Gracias por eso; estoy conmovido.
Aunque no tenía grandes expectativas, dado que sus citas anteriores habían resultado ser una pérdida de tiempo, decidió afrontar esta con la misma cortesía y formalidad que lo caracterizaban.
Yoongi llegó puntualmente, como siempre, y fue recibido con una cálida bienvenida. Kim Yoojung ya estaba esperándolo, destacando con una elegancia inigualable que capturó por primera vez la atención del monarca. Llevaba una blusa blanca con mangas abullonadas y lazo en el cuello, que aportaba un aire de sofisticación clásica que le recordó por escasos segundos al estilo de... Taehyung. La combinación perfecta de esta prenda con unos pantalones negros de corte recto alargaba su figura esbelta y realzaba su porte distinguido. Los tacones negros completaban su atuendo, otorgándole altura y un toque de formalidad.
Quiso evitar a toda costa suspirar, pero le fue inevitable mientras se acercaba. Si tenía el propósito de generar una buena impresión, había conseguido su objetivo sin mucho esfuerzo.
Yoongi no podía quitar sus ojos de ella.
Su cabello negro estaba recogido en una coleta baja, dejando ver sus delicadas facciones. A su lado, una pequeña bolsa blanca colgaba de su brazo, complementando el conjunto, ganándose la aprobación instantánea del hombre que ahora se encontraba posicionado enfrente suyo momentos después de haber tachado en su lista imaginaria los aspectos que él tenía en cuenta a la hora de sumirse a sus citas.
—Buenas tardes, señorita Kim Yoojung —dijo, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.
Yoojung respondió con una sonrisa cálida y una ligera inclinación de su propia cabeza.
—Buenas tardes, Su Majestad —respondió, su voz melodiosa llenando el espacio.
Tras aquellos saludos, Yoongi le ofreció algo de comer o beber, pero ella negó.
—Entonces, ¿qué le parece dar un paseo por estas instalaciones? Le fascinarán, se lo prometo —sugirió Yoongi con una sonrisa.
Yoojung asintió, y ambos comenzaron a caminar juntos. Yoongi mantenía las manos detrás de la espalda en una posición rígida, pero a pesar de la formalidad, había una comodidad palpable entre ellos.
—Ha sido un día agitado en el palacio, ¿sabe? Pero pasear por estos jardines es un verdadero alivio. Cuénteme, ¿cómo ha sido su día? —preguntó, volteando ligeramente la cabeza para encontrarse con su mirada.
Yoojung lo observó sin intimidarse.
—Oh, Su Majestad, ha sido un día ocupado pero gratificante, financieramente hablando —liberó una risa sutil—. He estado ocupada con los asuntos de Shinhwa porque pronto abriremos un campo de Golf, pero siempre es un placer escapar a la naturaleza. Gracias por este ofrecimiento.
—Entiendo perfectamente. Los deberes reales también pueden ser abrumadores a veces —acotó, encogiéndose de hombros mientras sonreía sin enseñar sus dientes.
—Me encanta cómo los jardines del palacio están tan bien cuidados. ¿Tiene alguna pasión por la jardinería? —preguntó Yoojung, con genuino interés.
Yoongi negó.
—Debo admitir que no soy precisamente un experto en jardinería, pero la Reina Hyori sí lo es, y siempre he admirado la belleza de la naturaleza que ella le otorga en su tiempo libre con sus toques personales.
Continuaron caminando, conversando con facilidad, percatándose que los rodeaba una atmósfera de perfecta armonía. Tal vez eran una combinación maravillosa.
—Estos jardines son realmente impresionantes —comentó Yoojung, su mirada recorriendo los vibrantes colores a su alrededor—. No puedo evitar preguntarme si hay algún rincón secreto aquí que aún no he descubierto.
Yoongi sonrió, notando el brillo en los ojos de Yoojung.
—Bueno, hay algunos lugares que son solo para los más curiosos —respondió con un tono misterioso—. Pero tal vez, si usted está interesada, podría mostrarle uno de mis favoritos.
Ella levantó una ceja, divertida.
— ¿Ah, sí? ¿Y qué tiene que hacer una chica para que usted le revele sus secretos?
Yoongi se detuvo un momento, fingiendo pensar con cuidado su respuesta.
—Tal vez solo tiene que pedirlo con una sonrisa —dijo finalmente, su voz apacible, mientras mantenía su mirada fija en ella.
Yoojung se rió de manera suave, y con un destello en sus ojos, replicó:
—Entonces, espero que mi sonrisa sea lo suficientemente convincente.
Ambos rieron, y Yoongi la guió hacia un pequeño sendero que se adentraba más en los jardines.
—Cuénteme, señorita Kim —dijo Yoongi después de un momento—. ¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo en Shinhwa?
Yoojung lo miró, y por un instante, su mirada reflejó una seriedad profunda antes de volver a su tono juguetón. Tenía tanto por decir, pero temía un poco volverse exageradamente charlatana.
—Disfruto de los desafíos, Su Majestad. Me encanta encontrar soluciones creativas y ver cómo mis ideas toman vida. Pero debo confesar, a veces deseo poder dejar todo y perderme en un lugar tan hermoso como éste.
—Entiendo esa sensación. A veces, la vida en el palacio puede sentirse como una jaula dorada. Pero momentos como este, con buena compañía, hacen que todo valga la pena.
—Me siento afortunada de ser parte de uno de esos momentos.
— ¿Cómo sabes cuándo es el momento adecuado para comprometerte? —preguntó Yoongi, sus ojos reflejando una mezcla de curiosidad y anhelo mientras observaba a Yoonjung. Ella lo miró con una sonrisa serena y cómplice, sus labios curvándose en un gesto de sabiduría tranquila.
—Creo que el momento adecuado llega cuando encuentras a alguien con quien compartes una conexión genuina, alguien que te desafía, te inspira y te apoya en todas tus facetas. Y cuando encuentras a esa persona, sabes que estás listo para dar el siguiente paso —respondió Yoonjung con una voz que denotaba una profunda reflexión.
Yoongi se sorprendió ante la profundidad de sus palabras. La sagacidad de su respuesta le hizo pensar más allá de lo superficial, y su rostro se iluminó con una sonrisa genuina. Se detuvo y enfrentó a Yoonjung con una expresión de gratitud y asombro.
—Qué sabias palabras, Yoonjung. Me has dado mucho en qué reflexionar, siendo sincero —admitió Yoongi, sus palabras cargadas de aprecio.
Después de haber pasado al menor unas tres horas conversando sobre sus vidas y experiencias, ambos se dirigieron hacia las instalaciones donde se encontraban los demás. Al llegar, encontraron a la asistente de la heredera de Shinhwa esperando y a Hoseok tomando un papel que ésta le había tendido. Yoongi y Yoonjung se detuvieron ante ellos.
—Gracias por esta encantadora conversación y por acompañarme en este paseo —dijo Yoongi, su tono de voz reflejando encanto.
Yoonjung, sin dejar de sonreír y mirándolo con calidez, respondió:
—Ha sido un verdadero placer, Su Majestad —hizo una reverencia respetuosa—. Estoy ansiosa por continuar nuestra charla en el futuro.
—Recibirás noticias mías, te lo prometo —Y le guiñó un ojo tras aquella afirmación.
Momentos más tarde, Yoongi y su guardaespaldas avanzaban en silencio hacia la puerta principal del palacio. Hoseok, consciente del peso del silencio que los envolvía, se percató de la mirada ausente de Yoongi, la cual se perdía en la distancia. Aquel gesto era indicio claro de la lucha interna que el monarca estaba librando contra sus propios pensamientos. Decidido a aliviar la tensión, Hoseok rompió el silencio que se había apoderado de ambos.
—Siempre me intriga saber en qué reflexiona cuando lo veo tan absorto y distante, Su Majestad.
Yoongi, sin apartar la mirada del camino porque no se sentía lo suficientemente preparado para verle a los ojos, respondió con solemnidad:
—Te necesito como mi mejor amigo ahora.
Continuaron ascendiendo las escaleras, y al llegar a la zona solitaria de las habitaciones principales, Yoongi aprovechó el momento:
—Creo que es ella —murmuró, luchando contra su reticencia a admitirlo. Se detuvo, enfrentó a su guardaespaldas y prosiguió—. Ella cumple con todos los requisitos para convertirse en la reina de esta nación.
— ¿Kim Yoojung? —preguntó Hoseok, y al ver la consternación en el rostro de Yoongi, añadió—. Te gustó.
—Físicamente es muy hermosa.
— ¿Eso significa que sí? —inquirió Hoseok con los brazos cruzados—. Te gustó, admítelo. Incluso hubo coqueteos antes de que la señorita Kim subiera a su auto.
—Solo la estaba evaluando —explicó Yoongi, aunque Hoseok interpretó sus palabras como una excusa—. Y lo peor es que lo comprendió todo y siguió mi juego al instante sin ninguna clase de problema.
—Entonces, cásate con la señorita Kim Yoojung —sugirió entre dientes Hoseok con franqueza.
—La verdad es que nunca había incumplido una promesa, Hoseok, y eso me está atormentando —respondió Yoongi con pesar.
—Yoongi-ah, ¿genuinamente piensas que esa promesa de amor posee alguna clase de valor en la actualidad? —preguntó Hoseok con la mirada suavizada. Yoongi parpadeó repetidamente, desviando la mirada al sentir un escozor en sus ojos, y tragó saliva antes de que Hoseok continuara—. Al Parlamento y a tu nación no les importa en absoluto qué se prometieron el príncipe de Inglaterra y tú durante la infancia. Escúchame, Taehyung algún día también se encontrará en esta situación y se casará por conveniencia al igual que tú.
Hoseok tenía razón. Al fin y al cabo, esa era la vida que les había sido asignada.
—Necesito tomarme el día libre mañana y viajar a Daegu por unas horas.
—Lo que realmente necesita es rehacer su vida, Su Majestad —replicó Hoseok. La conversación se interrumpió abruptamente cuando el sonido constante de unos tacones, que pertenecían a Hyori y Sejeong, resonó en el corredor mientras se dirigían en dirección contraria. Yoongi y Hoseok se separaron en silencio; el primero se adentró en su habitación, sumido en una marea de conflictos que lo frustraron. Mientras cerraba la puerta detrás de sí, la sensación de aislamiento y la carga de su posición parecían intensificarse, dejándolo solo con sus dilemas y decisiones por tomar.
Cerciorándose de haber activado el bloqueo de seguridad, Yoongi desordenó sus cabellos azabaches con desesperación antes de acercarse a su escritorio. La tensión acumulada a lo largo de la jornada, junto con la frustración que había estado conteniendo, finalmente se desbordó. Con un gesto brusco y casi instintivo, comenzó a recoger los papeles esparcidos sobre la superficie de su escritorio.
Cada hoja, cada documento, cada informe que había sido minuciosamente organizado y clasificado en su lugar porque debía tenerlos preparados para entregarlos a su secretario, se convirtió en víctima de su furia. Con un desdén casi palpable, lanzó los papeles al aire, creando una tormenta de hojas que giraban y caían desordenadamente. Los informes oficiales, las cartas y las notas confidenciales se arremolinaron en el aire antes de precipitarse al suelo en un estruendo de papeles arrugados y rasgados.
El sonido del papel al caer era como una sinfonía de caos, un eco de su propia disolución interna. El escritorio ahora se encontraba desmantelado. Los papeles se mezclaron con el polvo y las migas de tinta, creando un desorden que parecía apoderarse de la sala misma.
Yoongi permaneció en medio del caos, respirando pesadamente, con las manos temblorosas y el rostro enrojecido por la rabia y la impotencia. Su furia, que había estado contenida durante tanto tiempo, ahora se manifestaba en cada rincón de la habitación, dejándolo con un sentimiento de vacío y desasosiego. Con un suspiro profundo, se hundió en la silla, rodeado por el mar de papeles, mientras la realidad de su situación y la impotencia de su posición lo envolvía en una densa niebla de desolación.
Yoongi recordó a su padre, cuya ausencia le desesperaba porque nadie más que él tendría las respuestas que tanto necesitaba. Recordó a su abuela Jihyun y cómo cabía la posibilidad de que enloqueciera o lo exiliara si le era franco con sus sentimientos hacia Taehyung, y a la dulce Hyori, su madrastra estaba atrapada en un mundo que tal vez nunca imaginó para ella, aunque consumida por él y por el amor persistente hacia su difunto esposo. También pensó en su propia nación, en las expectativas que le imponían y en las intrigas que minaban su estabilidad, y en un arrebato de ira y resentimiento, los maldijo a todos con una intensidad que él mismo desconoció.
—Su Majestad, ¿está todo en orden?
Esa voz...
Esa inconfundible y jodidamente atractiva voz.
«Taehyung.»
Por razones que Yoongi no lograba comprender del todo, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta, procediendo a desbloquear el mecanismo de seguridad. Esto le permitió acceder al único lugar en todo el vasto castillo donde sentía una auténtica conexión personal. Taehyung, observando el estado lamentable en el que se encontraba Yoongi, cerró la puerta con sumo cuidado y activó el seguro, reconociendo que el aspecto del monarca no era adecuado para que lo viera el personal. Luego, desvió la mirada hacia el completo desorden que había invadido la habitación.
—¿Qué ha sucedido aquí? —inquirió Taehyung, frunciendo el ceño con preocupación.
Sin embargo, Yoongi parecía completamente ausente, con la mirada fija en un punto indeterminado mientras mantenía sus labios entreabiertos.
—Por favor, Su Majestad —dijo Taehyung, sintiendo el pulso de la angustia latir en su pecho ante el estado evidente de Yoongi—. ¿Se encuentra bien?
La ausencia de respuesta sólo intensificó la inquietud de Taehyung. Tragando saliva, se acercó al monarca y colocó su mano sobre la frente contraria para medir su temperatura. A pesar de su evidente malestar, Yoongi continuaba observando cada pequeño detalle del entorno con una intensidad desconcertante.
—Parece que tiene fiebre —comentó Taehyung con preocupación, al mismo tiempo que se lamía los labios.
—Qué mala noticia —murmuró al fin, pero tomando inesperadamente sus mejillas con ambas manos—. ¿Me cuidará, príncipe Taehyung?
— ¿Le gustaría que eso hiciera, Su Majestad? —Le preguntó, con su pecho subiendo y bajando provocado por sus propios nervios.
Yoongi, completamente absorto en los ojos de Taehyung, asintió con parsimonia y se mordió el labio. Desde su regreso, no había tenido la oportunidad de contemplar el rostro del príncipe con tal proximidad.
—Muy bien —respondió Taehyung, separándose un poco—. Vamos a su cama para que pueda...
No pudo terminar la frase, ya que de repente, el rostro de su hyung reposó sobre su hombro. Taehyung, atónito, intentó mover a Yoongi sin éxito.
—¿Su Majestad? —murmuró Taehyung, sin obtener respuesta—. ¿Hyung? —Al notar la falta de estabilidad en el cuerpo del monarca, se dio cuenta de que Yoongi había perdido el conocimiento. Con toda la fuerza que pudo reunir, Taehyung lo sostuvo con cuidado—. Mierda —exclamó, mientras luchaba por mantener al mayor en una posición segura.
Tenía muchas ganas de escribir, así que, simplemente lo hice y casi estos dos se me salen de control.
Esta carta de Yoongi me rompió el corazón. Alguien necesita abrazar a ese hombre (y no voy a ser yo, porque soy la causante de su sufrimiento ahre).
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Outfit de Yoonjung.
ALEX.
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