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12; La ruina de todas las versiones de mí.

Sólo quiero vivir en este momento para siempre, porque me aterra pensar que la vida no pueda ser mejor.

Empecé a renunciar a las palabras “para siempre” hasta que renuncies al cielo, así podamos estar juntos.

Eres mi ángel, cariño.

Angel baby - Troye Sivan.

Corea del sur, 19 de diciembre de 2022.

Querido nadie,

Es con un corazón pesado y un alma atribulada que me dirijo a usted en esta carta. Me veo obligado a reconocer la verdad que he estado evitando durante tanto tiempo, una verdad que ahora se presenta ante mí con una claridad abrumadora:

Me descoloca. Y lo que considero peor aún: me fascina que sea usted quien provoque eso en mí.

He sido un mentiroso, y sé que usted lo ha comprendido mejor que nadie. Mis palabras, aunque pronunciadas con aparente seguridad, han sido poco confiables y han resultado en mi propia exposición ante usted. Me veo ahora sumido en un estado de delirio, atormentado por la proximidad que compartimos este día, cuando estuvo tan cerca de mí, a milímetros, ofreciendo sus labios como una tentación irresistible, a la que quise caer sólo para hacer lo que se me antojara con ellos.

Me encuentro ahora en un estado de exasperación, atrapado en una situación desesperante que me juré a mí mismo evitar. No es fácil apartarme de usted, de su fragancia, de su mirada que despierta en mí una mezcla de lujuria y ternura, amor y desamor por lo efímero de nuestro encuentro, porque me rompe el corazón comprender de una vez que estos no volverán a verme en el momento que suba a un avión privado rumbo a su país, dando por finalizado este encuentro que hemos querido evitar para siempre.

No puedo negar que usted me hace sentir como una polilla atraída irremediablemente hacia la luz, y ahora me enfrento al tormento de sobrepensar cómo habría sido volver a sentir su exquisito sabor.

Es cierto que existe una línea imaginaria entre nosotros por el bien de nuestra reputación y nuestro deber como figuras públicas, pero también es cierto que he cruzado esa línea en el silencio de un salón vacío, deseando fervientemente perderme en su piel por unos preciosos minutos, aunque sea para compensar la década de su ausencia.

Usted está haciendo las cosas difíciles para mí, Alteza Real. ¿Cómo se atreve a provocar al monarca de una nación ajena? ¿Y cómo puedo permitir que sus caricias despierten emociones que he tratado de reprimir durante tanto tiempo?

Nos encontramos atrapados en un amor correspondido, correcto pero prohibido, y me pregunto si así será nuestra historia en el futuro, aunque espero que sí. ¿Será usted mi ruina? ¿Algún día aceptaremos que nuestra historia ha llegado a su fin y será enterrada para siempre?

Mientras tanto, continuemos fingiendo que nos contenta ser “amigos” de reinos vecinos, en tanto que nos aferramos a nuestra realidad:

Magnus Jordan Louis Benedict Windsor, Príncipe de Inglaterra; y Min Yoongi, Rey de Corea.

Es con lágrimas en mis ojos, por primera vez en muchos años, que termino esta carta. Sabrá usted cuándo fue la primera vez que esto ocurrió.

Con profundo pesar y una mezcla de emociones encontradas (que me atormentaron esta noche al sostener mi bolígrafo y estos papeles),

MYG.

P.D: Le agradezco sinceramente por su valiente enfrentamiento con la Reina Madre, mi abuela. Nunca antes había disfrutado tanto de un almuerzo como lo hice en su compañía, a pesar del silencio que lo envolvía todo.

Una vez dentro del salón, Yoongi aseguró la privacidad cerrando la puerta con llave, garantizando así que estuvieran a salvo de las miradas indiscretas y los oídos curiosos. Taehyung, al observar esta acción, giró sobre sus talones con una mezcla de nerviosismo y resignación.

En su mente, Taehyung se reprendía: «Mierda, mierda, mierda...» Se sentía ahogado por la presencia de Yoongi. Decidió mantener distancia y observar las consecuencias de haber abierto su boca. Se tomó un momento para encontrarse con la mirada furiosa de su hyung y pasó su lengua por el labio inferior, pensando para sí mismo: «¿Podría enfadarse más seguido, su Majestad? Mierda, no querría perderme esta imagen tan... ardiente y atractiva de usted por nada en el mundo

— ¿Por qué respondió de esa manera? —preguntó Yoongi con un tono firme y penetrante. Taehyung lo miró con incredulidad, anonadado mientras procesaba que el rey lo había llevado allí específicamente para recriminarle sobre ese incidente.

—Su Majestad, actué en defensa de su honor —respondió Taehyung con determinación, pero también con un dejo de incredulidad.

¿Así fue?

—No le pedí que lo hiciera, su Alteza Real —replicó Yoongi con seriedad, sus ojos brillando con intensidad mientras su expresión se mantenía grave. El avance de su propio cuerpo no pasó desapercibido para el príncipe—. Puedo hacerme respetar por mi propia cuenta, pero no me rebajaré a responder ante los comentarios desagradables de la Reina Madre. Conozco su forma de ser.

Taehyung se mantuvo firme, desafiante, y avanzó dos pasos para encontrarse cara a cara con el rey.

—No podía quedarme callado para escucharla. La Reina Madre carece de educación, yo no. Le estaba faltando al respeto —afirmó con serenidad—. Y usted es su Rey, eso significa que los roles han cambiado.

— ¿Cree que no lo sé? —farfulló Yoongi, acercándose peligrosamente a Taehyung, cuyo cuerpo no retrocedió, sino que avanzó hacia él sin considerar el riesgo que estaba tomando—. Pero le repito: Conozco la forma de ser de la Reina Madre, por lo tanto, no pensaba contestar y rebajarme a su nivel tan... miserable.

Taehyung se mantuvo derecho y rígido en su sitio, y en ese momento, después de aquellos pasos transitados, se percató de un detalle que añadió más desequilibrio a su ser: sus narices estaban casi a punto de chocar en su enfrentamiento silencioso con el rey.

El aire estaba impregnado de una tensión palpable mientras Yoongi olfateaba el aroma natural de Taehyung, mezclado con su perfume, y sentía cómo todo su ser temblaba de deseo por tocarlo. Era una lucha interna que le consumía, una batalla entre el deber y su propia lascivia. Abrió y cerró su palma con constancia, tratando de contener el impulso que lo embargaba.

—No se entrometa en asuntos referidos a mi familia, Alteza —advirtió Yoongi, su voz llena de autoridad, aunque en su interior sentía que la razón perdía terreno ante la atracción que sentía hacia el príncipe.

— ¿Que no me entrometa? ¿Eso es lo que desea? —murmuró Taehyung, su voz cargada de tensión e impulso contenido, mientras las respiraciones se volvían pesadas en el pequeño espacio que compartían. Cada movimiento del príncipe intensificaba los nervios de Yoongi, avivando el fuego que ardía en su interior.

Sus labios rozaron peligrosamente, y fue como la chispa que encendió el fuego en el corazón de Yoongi.

—Es una orden —insistió el rey, tratando desesperadamente de mantener su compostura, aunque su cuerpo no obedecía a sus indicaciones y avanzaba un paso más hacia Taehyung.

Pero el príncipe no retrocedió. Sus agitados pechos se rozaban en cada movimiento, y Yoongi no apartaba los ojos de sus labios, tentado por la acción inevitable que se avecinaba.

—Es la segunda vez que me da órdenes, creo que... me gusta —admitió Taehyung con osadía, desafiante, mientras el deseo se apoderaba cada vez más de ambos.

— ¿Le agrada? —inquirió Yoongi, luchando por mantener su compostura ante la tentación que representaba Taehyung. De tanto en tanto, cerraba los ojos para inhalar el dulce y masculino perfume que lo rodeaba, como si buscara refugio en su embriagador aroma.

Las manos del rey permanecieron firmes detrás de su espalda, manteniendo una postura erguida. Sus narices rozaban continuamente las mejillas del otro, incluso se permitían una suave caricia que les provocaba un escalofrío que recorría todo su cuerpo. Sus respiraciones se sincronizaban, cerraban los ojos, abrían las bocas, preparados para cualquier movimiento que el otro pudiera intentar. Yoongi temblaba, quizás por la tensión que los envolvía en ese momento que comenzaba a perturbarlo.

Taehyung asintió y se aventuró a rozar sus labios en la comisura de los de Yoongi, ambos aún con los ojos cerrados, absortos en el momento. Podían escuchar los latidos de sus corazones mezclándose con los pasos de los guardias y el personal del palacio que transitaban por el pasillo, lo que podría delatar lo que ocurría dentro de la habitación.

Todo estaba dispuesto para que sus manos se encontraran con las de Taehyung, para que sus labios acariciaran con ternura los suspiros y jadeos del príncipe, para que sus cuerpos se entregaran a una danza de pasión compartida. Lo tenía frente a él, ahora atrapado entre la pared y su propia anatomía, con los brazos elevados y sujetados por él. Si así lo deseaba, podría abalanzarse sobre su cuello, dejar su marca a pesar de saber que ya no le pertenecía; si así lo deseaba, podría morder el lóbulo de su oreja, o incluso despojarlo de aquel impecable traje para revelar por completo su piel canela que durante años había sido objeto de su obsesión...

Si así lo deseaba...

Pero no podía sucumbir a la tentación que Kim Taehyung representaba en su vida.

Bajó la cabeza, exhaló profundamente y se apartó, declarando con firmeza:

—Regresemos al salón.

Abrió la puerta y desactivó el seguro, pero Taehyung lo volvió a acorralar contra la pared, negándose a permitir que todo terminara allí.

Hyung... —susurró Taehyung, pero Yoongi le sujetó las muñecas y lo miró seriamente.

—Soy Su Majestad —recordó, con una determinación fría en su tono. Había vuelto a ser el hombre indiferente, el que destrozaba el corazón de su amado y lo dejaba sumido en la miseria.

Cómo dueles, Min Yoongi... me dueles hasta lo más profundo de mi alma.

— ¿Hasta cuándo mantendrá esta postura que tanto me ha irritado desde que llegué aquí? —preguntó Taehyung, con una mezcla de frustración y desafío en su mirada. Su respiración parecía haberse calmado después de plantear la pregunta.

—Hasta que usted regrese a Inglaterra y no volvamos a vernos —replicó Yoongi, con una firmeza que no admitía discusiones. Era una barrera que había levantado para protegerse a sí mismo y a su reino de los peligros que representaba Taehyung, un recordatorio que este último no dejaba de evocar, y aun así, no podía evitar que las lágrimas se acumularan en sus ojos.

Aunque el comentario de Yoongi le causó una leve incomodidad, también le resultó divertido saber que su mera presencia estaba perturbando y desestabilizando de tal manera que éste sentía la necesidad de mantenerlo alejado para preservar su compostura y evitar comportamientos inapropiados.

— ¿Es eso lo que verdaderamente desea, Your Majesty? —preguntó Taehyung con un destello de provocación en sus ojos, realizando un movimiento falso para besar a Yoongi, aunque tal acción no estaba destinada a suceder en ese momento.

—Lo que deseo es lo que menos importa en este momento —respondió Yoongi con exasperación.

Su réplica fue acompañada por una tensa mueca mientras apretaba los labios.

—Lo lamento, pero a mí sí me importa lo que usted desee —insistió Taehyung, mostrando una expresión más relajada en su rostro.

—No te quedarás aquí indefinidamente, esto es simplemente otro compromiso más —Taehyung sentía como si cada palabra pronunciada por Yoongi rompiera un pedazo de su corazón, preguntándose en silencio si el rey podía escuchar el latido desesperado de sus emociones—. Por favor, comprende —añadió Yoongi con un tono que denotaba tanto frustración como desesperación. El príncipe sacudió la cabeza en desacuerdo—. Tenemos que regresar al salón, hay periodistas esperando afuera, y ya nos hemos demorado demasiado.

Antes de abandonar la habitación, Taehyung detuvo a Yoongi con una mirada penetrante.

— ¿Se da cuenta de que no puede controlar esto, cuando incluso mi simple acercamiento casi hace que olvide la línea imaginaria que ha trazado para nuestra convivencia aquí? —inquirió desafiante.

—No es una línea imaginaria, se equivoca, es una realidad con la que ambos debemos lidiar. Jamás volveremos a ser los jóvenes despreocupados de hace una década —masculló Yoongi, con un tono indiferente, antes de apartar la mirada y dirigirse hacia la puerta para salir del salón. Mientras avanzaba hacia el gran comedor, intentaba recobrar la compostura, pero la tensión entre ellos aún resonaba en el ambiente.

A medida que el almuerzo fue fluyendo entre conversaciones acompañadas de cotilleo y risas, Taehyung regresó a su asiento para concluir su comida y retirarse en cuanto se lo permitieron, dejando a Jihyun y Hyori, y principalmente a Yoongi, con un sabor amargo en la boca.

Después de la cena tensa, Yoongi se retiró a sus aposentos en busca de un momento de calma. Sin embargo, al entrar, fue abordado por su abuela, cuya presencia inesperada lo sorprendió. Acompañada por Hyori y Geumjae, expresó su desaprobación hacia el príncipe Taehyung, momento había sido previsto por Yoongi.

—Taehyung es jovencito irrespetuoso que disfruta de desafiar constantemente la autoridad real.

—El príncipe Magnus sólo brindó una opinión, como nos tiene acostumbrados con habitualidad. Pienso que...

—Su Majestad —Y allí estaba aquella posición soberbia de su abuela. Yoongi optó por escuchar y presionó su propia mandíbula para no salirse de sus casillas—, realmente poco me importa su opinión sobre el príncipe Taehyung. En nuestra corte, está obligado a respetar y cumplir con nuestras tradiciones. Cometió un error al invitar a la familia real británica.

— ¿Perdón? —Frunció el ceño, sintiéndose ofendido por tal acusación. Se dirigió hacia la puerta y la cerró. Después de un resoplido, prosiguió—. Fui el primero en oponerme a la invitación para la familia real británica, pero simplemente estoy cumpliendo con el último mandato de mi padre. La Reina Hyori puede confirmar mis palabras.

—Es cierto —confirmó la mencionada, procurando mantener la calma ante el ambiente tenso que se percibía en el aire. Observó cómo Yoongi y su suegra se dirigían hacia el escritorio que adornaba la habitación y le echó un vistazo a Geumjae, preocupada por lo que pudiera suceder con su hijastro como testigo—. Fue un asunto que discutimos y llegamos al acuerdo de que debíamos respetar la voluntad de mi esposo.

Jihyun chasqueó la lengua, colocándose frente al escritorio una vez que Yoongi se sentó en su silla y cogió unos papeles y su bolígrafo, transmitiendo un mensaje claro: la iba a ignorar.

—Ustedes continúan comportándose de manera inapropiada, como los mismos jóvenes que tantos dolores de cabeza nos han causado. Aún no alcanzo a comprender cómo sus padres no han decidido excluirlo de la familia, considerando que es de conocimiento público que ese príncipe desafía a la Corona, desde que aprendió a hablar.

La palma de Yoongi impactó sobre la mesa, provocando un sobresalto en su hermano, en Hyori y en su propia abuela. Los objetos que descansaban sobre el escritorio dieron un pequeño salto; su bolígrafo rodó y cayó al suelo, evidenciando la ira que le consumía el cuerpo. Geumjae optó por ignorar la discusión aparentemente sin sentido que tenían su abuela y su hermano mayor. Observó cómo su madre y él se intercambiaban una mirada, y ella colocó su mano sobre su espalda, transmitiendo un gesto significativo para que Geumjae no se dejara influenciar por las palabras que escuchaba y restara importancia a los asuntos de los adultos.

—En mi presencia está estrictamente prohibido dirigirse al príncipe Taehyung de manera despectiva y cruel, Reina Madre.

— ¡Min Yoongi! —exclamó irritada.

—No voy a continuar creando una escena frente a mi hermano menor —interrumpió en un tono más bajo, inclinándose hacia ella—. Hubiera preferido que se quedara en su estancia en Daegu —su mirada se intensificó—, en lugar de volver aquí y pretender dirigirse a las personas como si aún tuviera derechos sobre este palacio. Aquí mando yo —le recordó sin titubeos, dibujando en la comisura de sus labios una sonrisa ladina mezclada con una expresión burlona, e incluso un tanto cínica, a la vista de ambas mujeres—, y disfruto mucho el odio que demuestra hacia esta realidad.

Yoongi se levantó de la mesa en un estallido de enojo, decidido a alejarse de aquel ambiente opresivo que envolvía toda la habitación. Sus pasos lo condujeron hacia las caballerizas, donde buscó la compañía de Luna y la sacó de su pesebrera, preparándola con sus correas para dirigirse hacia la zona trasera del palacio, con la intención de encontrar algo de calma en ese lugar.

Sin embargo, al llegar, se sorprendió al encontrar a Taehyung sentado en el césped, absorto en sus pensamientos. Sus rodillas estaban juntas, abrazadas por sus brazos mientras su mirada parecía perdida en la distancia. La escena conmovió a Yoongi de alguna manera, y por un momento, olvidó la disputa que habían tenido durante el almuerzo, que los había dejado más tensos e incómodos que antes.

El suave relincho de Luna llenó el aire, anunciando la presencia de Yoongi mientras se acercaba al lago. En silencio, bajo la mirada de Taehyung, permitió que la yegua explorara cerca, mientras él permanecía de pie frente al tranquilo reflejo del agua.

— ¿Está todo bien? —preguntó con cautela, decidiendo acercarse con lentitud.

Taehyung levantó la mirada hacia él, sus ojos reflejaban una mezcla de pesadumbre, sorpresa y vulnerabilidad.

—Sí, solo necesitaba un momento de tranquilidad —respondió con sinceridad, su voz apenas un susurro en la noche.

Quedaron en silencio por un momento, permitiendo que la quietud de la noche los envolviera. A pesar de sus diferencias, en ese momento compartido bajo las estrellas, Yoongi sintió una extraña conexión con él, una comprensión mutua que trascendía las palabras. Era como si compartieran una telepatía para coincidir en el mismo lugar, buscando aire y disfrutando de la calma que solo se experimentaba allí.

Ese maldito lago que poseía tantas historias guardadas en las profundidades que ninguno podía parar de contar.

— ¿No piensa sentarse? —inquirió Taehyung sin mirarle, rompiendo el silencio.

—Me iré pronto, no veo la necesidad —respondió Yoongi casi en un susurro, su voz resonando en el aire nocturno.

Taehyung rodó los ojos y se puso de pie, enfrentándolo directamente.

—Mis padres vendrán pronto —anunció, con una nota de ironía en su tono.

Una sensación de déjà vu invadió a Yoongi al escuchar esas palabras, recordando los encuentros secretos de su adolescencia en ese exacto lugar, tanto en las caballerizas de Inglaterra y Escocia como en las de Corea. Aunque cualquier punto del planeta Tierra era perfecto en compañía de aquel rubio de filoso perfil y ojos parecidos a los de un tigre salvaje.

—Lo sé —dijo, manteniendo su compostura intacta al notar la cercanía que el príncipe estaba teniendo hacia él.

— ¿En serio? —inquirió Taehyung, con evidente sarcasmo.

—Por supuesto. Estoy al tanto de todo lo que sucede en este palacio —aseguró Yoongi, su voz tranquila pero con un matiz sarcástico similar al del hombre que tenía frente a él.

Taehyung rió suavemente, como si recordara algo que solo ellos dos compartían. Una sonrisa se adueñó de sus labios, y con la poca luz disponible, Yoongi dio un paso, deseando poder apreciar más de cerca el peculiar destello sobre la piel de Taehyung.

—Es cierto, Su Majestad. Lo olvidé, ahora usted es el dueño de todo esto —susurró, apenas audible para Yoongi—. Pero la Reina Madre parece no estar de acuerdo con eso.

Una sensación de déjà vu invadió a Yoongi al escuchar esas palabras, recordando los encuentros secretos de su adolescencia en ese exacto lugar, tanto en las caballerizas de Inglaterra y Escocia como en las de Corea. Aunque cualquier punto del planeta Tierra era perfecto en compañía de aquel rubio de filoso perfil y ojos parecidos a los de un tigre salvaje.

—Lo sé —dijo, manteniendo su compostura intacta al notar la cercanía que el príncipe estaba teniendo hacia él.

— ¿En serio? —inquirió Taehyung, con evidente sarcasmo.

—Por supuesto. Estoy al tanto de todo lo que sucede en este palacio —aseguró Yoongi, su voz tranquila pero con un matiz sarcástico similar al del hombre que tenía frente a él.

Taehyung rió suavemente, como si recordara algo que solo ellos dos compartían. Una sonrisa se adueñó de sus labios, y con la poca luz disponible, Yoongi dio un paso, deseando poder apreciar más de cerca el peculiar destello sobre la piel de Taehyung.

—Es cierto, Su Majestad. Lo olvidé, ahora usted es el dueño de todo esto —susurró, apenas audible para Yoongi—. Pero la Reina Madre parece no estar de acuerdo con eso.

La mención de la Reina Madre provocó una reacción en Yoongi, quien se volvió hacia Taehyung con total seriedad después de asegurarse de que Luna aún estuviera cerca, ya que lo último que necesitaba era que su yegua se lanzara a nadar en las aguas poco profundas del lago cuando aún no estaba autorizada por su veterinario para hacerlo.

—Lo he escuchado —respondió con calma, aunque su mirada transmitía determinación.

— ¿Y qué? —cuestionó Taehyung, de manera provocativa.

—No hable así de la Reina Madre —advirtió Yoongi, con un tono que no admitía objeciones.

—¿Estamos hablando de la misma Reina Madre que siempre ha intentado desterrarlo de un puesto que ahora finalmente le pertenece? —replicó Taehyung, su tono impregnado de amargura—. No defienda lo que es indefendible, su Majestad.

La paciencia de Yoongi comenzaba a flaquear, pero se esforzó por mantener la compostura ante las provocaciones del príncipe.

—Por favor, ya lo hemos hablado, Alteza Real —recordó con calma, experimentando escasas ganas de afrontar otra posible discusión—. ¿O acaso lo ha olvidado?

Taehyung, aunque admitía haber comprendido la situación, parecía encontrar cierto deleite en la tensión que generaba.

—Lo sé —admitió, recordando ese tenso momento que marcó un cambio en su relación quebrada con el rey. Ahora ya lo sabía, había dejado atrás las dudas que supo tener antes con respecto a los sentimientos de Yoongi, los cuales estaban más que claros en ese momento. Le emocionaba haber recogido diferentes acciones y palabras de su almuerzo juntos para usarlas en su contra y enredarlo aún más.

Aún cuando el recuerdo de aquel tenso instante flotaba entre ellos, recordándoles lo erróneo que era encontrarse íntimamente a solas sin siquiera sus guardias de seguridad a unos metros, no pudieron evitar, en su individualidad, pensar en el excitante anhelo de probar, a si fuera una vez, lo que se sentía romper las cadenas que aprisionaban su libertad, saciando sus deseos con algo que ambos anhelaban: un beso.

Minutos después, Taehyung rompió el silencio con una confesión que captó la atención del otro:

—Hubiera preferido acabar con este compromiso sin ellos presentes —murmuró, con un dejo de descontento en su voz.

—¿Por qué? —indagó Yoongi.

—Son controladores, y no me agrada ser controlado —Arrugó su nariz, y Yoongi esbozó una leve sonrisa ante ello—. No me gusta recibir órdenes, ni de los reyes de Inglaterra, ni de nadie. Bueno —titubeó—, tengo algunas excepciones —explicó Taehyung, con una mirada significativa dirigida hacia Yoongi, quien rechistó y apartó sus orbes oscuros de él.

Yoongi comprendió de inmediato que Taehyung se refería a él con esas palabras, pero no iba a concederle ese placer.

Un silencio se instaló entre ellos mientras se alejaban y sincronizaban sus pasos hacia el comienzo del lago.

—Eso no es nuevo. Nunca le ha gustado —soltó Yoongi sin querer, dejando escapar un comentario que revelaba su conocimiento sobre la vida, la personalidad, los hábitos; todo lo que conformaba a Magnus.

Carajo.

Una sonrisa juguetona se dibujó en los labios de Taehyung.

—Parece que conoce de lo que habla, y no lo refuto. Tiene razón, Su Majestad —reconoció Taehyung al voltearle a ver, con una complicidad compartida entre ambos.

—Por supuesto que conozco de lo que hablo —Se volteó completamente y ladeó su rostro, sintiéndose perdido y tan absurdamente enamorado que no pudo evitar suspirar por ello—. Demasiado bien, para ser preciso con usted.

Mientras conversaban, Taehyung aprovechó la situación y se acercó con cautela a Yoongi, quien estaba tan absorto en sus ojos claros que apenas notó su peligrosa y arriesgada proximidad hacia su cuerpo. En el momento en que Taehyung estuvo lo suficientemente cerca, pronunció unas palabras que sacudieron la atmósfera entre ellos:

—¿Qué ha pasado con ese hombre que ha estado trazando una línea entre nosotros? —preguntó Taehyung, desafiándolo a romper esa barrera que bloqueaba el espacio y que aún, por acciones del rey, se respetaba, mientras deslizaba la yema de su dedo índice sobre el pecho contrario.

Yoongi abrió la boca ligeramente, sintiendo cómo la tentación y la pasión se agitaban dentro de él, luchando por mantenerse bajo control mientras su mirada se desviaba hacia un lado. Cada centímetro de su piel vibraba con la electricidad de la cercanía de Taehyung, y un susurro de deseo escapó de sus labios mientras experimentaba una oleada de escalofríos por el simple roce de sus dedos sobre la ropa.

Por su parte, Taehyung sintió un palpitar acelerado en su pecho, su corazón golpeando con fuerza contra su pecho al notar cómo Yoongi se inclinaba, anticipando un posible beso que nunca llegó. La frustración y la ansiedad se mezclaron en su interior, un torbellino de emociones que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Sin embargo, antes de que pudiera expresar su decepción y abrir sus ojos para enfrentar la realidad, Yoongi rompió con la distancia entre sus rostros, ladeando el suyo sin llegar a brindar un toque de labios, y con su dedo sosteniendo la barbilla de Taehyung, habló:

—Aún está ahí —murmuró Yoongi, interrumpido por el relincho repentino de Luna que resonó en el aire nocturno.

Al percibir la agitación de su yegua, Yoongi se apartó de Taehyung, el cual experimentó un sacudón en su cuerpo y siguió los pasos del otro para reclamarle, pero luego dirigió su mirada hacia los arbustos, imitando a Yoongi, donde detectaron un movimiento sospechoso. Taehyung mostró su disposición a investigar, pero fue detenido en seco por el mayor cuando este se colocó frente a él, cubriéndolo con su cuerpo. La mirada del pelirrubio se posó sobre las manos de Yoongi y notó los nudillos marcados al formar un puño.

—Quédate aquí —ordenó Yoongi, su tono firme y autoritario.

— ¿Usted cree que no puedo defenderme? —replicó Taehyung, ofendido.

—Yo nunca dije eso. Quédate aquí, es una orden —insistió Yoongi, reafirmando su decisión.

—Es la segunda vez en menos de un minuto que se dirige a mí dejando fuera las formalidades —observó Taehyung, señalando una diferencia en el trato del monarca.

Yoongi lo miró con disgusto e incredulidad.

— ¿Realmente va a fijarse en eso ahora? Quédese aquí un momento —pidió Yoongi, instándolo a obedecer.

Totalmente renuente, Taehyung se resignó y asintió, permitiendo que Yoongi se adentrara en la oscuridad para investigar. Tras una búsqueda minuciosa, no encontró nada que justificara el inquietante movimiento entre los arbustos. Entonces, regresó hacia el príncipe, pasó por su costado y cogió la correa de Luna.

—No ha sido nada, al parecer.

—Lo noté.

Taehyung se lamió los labios con parsimonia, convirtiéndose en el objeto de atención para los ojos gatunos —y poco disimulados— de Yoongi.

—Desde que te he vuelto a ver, tengo esa sensación —murmuró, con una mezcla de nostalgia y pesar en su voz.

— ¿Cuál “sensación”? —inquirió Taehyung, cruzando sus brazos con gesto inquisitivo.

—Esa sensación de ser una versión de mí que creí exterminada para siempre. Pero supongo que sólo es eso: una sensación —añadió Yoongi, con un tono de resignación.

¿Era realmente sólo una sensación? O tal vez era una verdad que se rehusaba a admitir en voz alta por el conflicto interno que conllevaría aceptarla. Podía ser simplemente una mentira que se había inventado para recobrar la compostura o incluso romper las ilusiones y el corazón de Taehyung por segunda vez aquel día. Esta última opción parecía mucho más creíble, puesto que había conseguido su objetivo y el príncipe lo maldijo una vez que lo vio partir junto a su yegua, dejándolo a solas frente a su reflejo en el agua.

Un título muy significativo, a mi punto de vista. Todos tuvimos a alguien que generó un impacto emocional muy grande en nosotros, que pudo ser para bien o para mal. En este caso, tanto Taehyung como Yoongi son la ruina de todas sus versiones, aún sin haberse visto en años, lograron afectar y perturbar al otro en cada faceta que han tenido en sus vidas. Son una cosa loca que ninguno puede revertir, y con esto quiero que se entienda el grado de conexión que han tenido desde el momento en el que se conocieron, y que reconocen en secreto que así continuará para toda la vida. 

Mi momento de señora reflexiva finalizó por hoy. 

Lluvia de memes malos:

Cada vez que hay una reunión familiar y Jihyun y su nieto Yoongi cruzan miradas:

La familia Min con la abuela Min cada vez que pretende abrir la boca para pelear:

La reacción de Taehyung cuando vio a Yoongi todo enojado gracias a él y su bocota y actitudes impulsivas para con Jihyun:

Qué tengan un bonito día<3

ALEX.

P.D: Les juro que no recordaba tener este capítulo en borradores esperando ser publicado 🧍🏻‍♀️.

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