11; Departamento de los poetas torturados.
Corea del sur, 18 de diciembre de 2022.
Querido nadie,
En la quietud de la noche, mis pensamientos se entrelazan con la pluma que ahora sostengo entre mis manos, ansioso por transmitirle los turbios susurros de mi corazón. Es en esta cantidad de papeles que hallamos refugio mi verdad y yo, un lazo que libera a mi alma de la soledad que, voluntariamente, me he impuesto desde su partida a tierras inglesas.
Esta noche, he sostenido y abandonado este mi bolígrafo innumerables veces, meditando sobre los acontecimientos del día, especialmente aquellos que, apenas hace unos momentos, agitaron el mar de mi alma. Un pesar profundo anida en mi pecho, clamando en el silencio que se erige entre nosotros y que me abstuve con cansancio a decirle frente a esos ojos de cachorro: “¡Aún le amo, mi príncipe!”
Permítame expresarle que mis sentimientos por usted han adquirido una forma de dolor físico. Le he amado con tal intensidad que las fibras de mi ser arden, consumiéndose hasta convertirse en cenizas que se esparcen en la brisa que respiro cada día. Es una agonía que me desorienta, me consume, que me priva del sueño, como esta noche que ahora atravieso.
Vago por los pasillos de este majestuoso palacio, aparentemente perdido, pero en realidad, hallándome en su presencia, que me desorienta, me embriaga, que me transporta a fantasías donde mis manos se entrelazan con su cintura y sus susurros y jadeos acarician mi oído, llevándome a lugares donde deseo con fervor estar junto a usted.
Cada día se convierte en un desafío de riesgo para este monarca, y me permito realizar una solicitud (consciente de que se trata de la tarea más ardua que he emprendido en años): ¿Podría evitar todo contacto visual conmigo, como yo intentaré hacer a partir de ahora? Pues parece leer mis pensamientos, conocer mis sentimientos, desnudar mi alma como nadie más podría lograr.
Qué absurdo es que crea que en la oscuridad de nuestra soledad, yo me permita rendirme a usted por unos breves instantes para saciar mi anhelo por su presencia irrespetando mi espacio personal con su encanto y descaro natural.
Sepa que durante años he debatido entre procurar la felicidad de una nación entera o, mejor aún, procurar la suya. Ninguna de las opciones está exenta de consecuencias; pues amarle sería el mayor de los placeres, pero perder mi reino me sumiría en la culpa y la desesperación, para ser sincero. Una vez más, me encuentro ante el dilema que atormentaba mis quince años: ¿Corona o amor? ¿Tocar con mis dedos su amor o entregarme a las obligaciones impuestas desde el momento de mi concepción?
Usted es una locura amarga... que deseo abandonar. Porque lentamente pierdo la razón.
¿Cuándo llegará el fin de esta tortura, cariño?
Con la más profunda devoción,
MYG.
P.D.: Que Dios salve a este rey, cuyo corazón se consume en el fuego sagrado del amor, un pecado que esta sociedad no aprueba, pero que es el más dulce de los tormentos que un ser humano puede experimentar.
P.D.: Mientras permanezca en estas tierras, le ruego que no desbarate el honor que con tanto sacrificio he procurado mantener. Pues pende de un hilo mientras su colonia se convierte en el aire que respiro en cada instante que comparto su cercanía.
El silencio de la noche envolvía cada rincón, pero en una de las habitaciones, un hombre luchaba por encontrar el sueño que se le escapaba entre las sábanas. Llevaba dos horas internado en aquellas mantas hasta la cabeza, en un principio lleno de alegría, puesto que había tenido un largo día donde se ocupó de lo que él consideraba una de las tonterías más innecesarias dentro de las políticas de su reino: reunirse con cada candidata a ser su futura esposa. Una experiencia aburrida tras otra. Y ahora, incapaz de rendirse ante la inquietud que lo embargaba por una razón inexplicable, decidió abandonar su lecho, con lentitud y en silencio para que su hermano menor no despertara, y dirigirse hacia la tranquila penumbra de los pasillos de su palacio.
Caminó sin premeditar el lugar al que quería ir, sólo dejó que sus pies lo condujeran a donde fuera. Pensó que, como en las películas, un vaso hasta el tope de agua podría resolver sus problemas para conciliar el sueño y, tras haberse perdido por los corredores por varios minutos, condujo a la cocina.
Al adentrarse en aquel espacio, su mirada se posó sobre su inesperado hallazgo: el príncipe inglés, ése que abarrotaba los rincones del palacio con su alegría y curiosidad. Se detuvo de manera abrupta sobre la puerta, un poco perturbado por quien se encontraba solitario, sumido en la semioscuridad y compartiendo la cena con un pote de medicamentos a su lado. Intrigado por la presencia de aquellos fármacos, Yoongi se acercó con delicadeza y carraspeó.
— ¿No cenó esta noche? —inquirió Yoongi, observando sus mejillas adornadas con pequeños rastros de comida.
«Tierno, tierno, tierno.» Era en lo único que podía pensar luego de que sus miradas se encontraran y una ebullición se produjera sobre los pómulos del príncipe de piel acaramelada.
Con un gesto negativo, Taehyung explicó:
—Me mantuve ocupado resolviendo algunos problemas que hay en Londres con respecto a mis hermanos.
El resto de los “Kim-Windsor”...
Todavía tenía almacenados en su memoria algunas travesuras que Andrew y Aidan hacían en el palacio cuando todos eran unos niños. Consideraba que el heredero de Inglaterra era incluso peor que Aidan, aún conociendo a detalle por la prensa amarillista el famoso escándalo que los atacó a los miembros de la familia real británica cuando circularon fotografías de Aidan siendo partícipe de carreras de autos ilegales, repitiendo la misma historia de su hermano mayor. De todos ellos, Magnus, o mejor dicho, Taehyung era el miembro que menos escándalos, por no decir ninguno, ha tenido en su vida, lo cual era sospechoso viniendo de una persona que ha tenido opiniones de tipo controversiales respecto a la Corona Real.
Mientras Yoongi alcanzaba una botella de agua en el refrigerador, su atención se desvió hacia el pote de pastillas.
— ¿Qué son estas? —preguntó con curiosidad.
Taehyung, tras un suspiro, confesó:
—Son mis pastillas para dormir.
Recordando una conversación previa entre Taehyung y Hyori sobre el insomnio que escuchó durante su paso por los jardines, Yoongi formuló una pregunta cargada de inquietud:
— ¿Padece usted de insomnio?
Llevaba una expresión serena aunque perceptiblemente preocupada, mientras Taehyung, tras saborear de manera discreta un poco de arroz, percibía un aire de interrogación en la mirada penetrante del rey.
—Sí, desde la adolescencia —respondió Taehyung con calma, reconociendo la conversación como un interrogatorio velado, especialmente ante la observación detenida del mayor.
— ¿Ha sufrido de insomnio durante tanto tiempo? —prosiguió Yoongi, asimilando con naturalidad la confirmación por parte de Taehyung.
—Sí, aunque aún no comprendo del todo por qué —expresó Taehyung, alzando la vista con una leve expresión de frustración. Mientras tanto, Yoongi, visiblemente intranquilo, intentaba disimular su inquietud jugueteando con sus dedos—. Los episodios comenzaron días después de haber vuelto a Inglaterra. No las utilizo regularmente —Señaló el pote de pastillas—, sólo las uso cuando mis episodios son demasiado fuertes.
Después de estas palabras, un breve silencio se apoderó del ambiente. Yoongi reflexionaba sobre las posibles causas de ese trastorno, con la mirada perdida en algún punto distante de la cocina, mientras se mordía levemente la piel interna de los labios. Mientras tanto, Taehyung observaba atentamente al rey, almacenando mentalmente la imagen de su preocupación. Se preguntaba qué podría estar pasando en la mente del monarca, sin percatarse de que la conciencia de aquel soberano no estaba en paz al considerar las implicaciones del insomnio en la salud emocional del príncipe.
— ¿Qué hace usted aquí? ¿Tampoco ha logrado conciliar el sueño? —inquirió Taehyung, sosteniendo en su mano el pequeño frasco de pastillas y agitándolo ligeramente, lo que provocó una reacción nerviosa en Yoongi, quien segundos más tarde enfocó su atención en él—. ¿Le gustaría probar una de estas?
Bajo la luz cálida del candelabro que iluminaba la cocina, la expresión de Taehyung desató una sensación de vulnerabilidad en Yoongi, cuyos ojos se mantenían fijos en él, como hipnotizados, en el primer encuentro íntimo entre ambos. En ese momento, las voces de la razón que solían dictar sus acciones quedaron en silencio. ¿Qué importaba si lucía como un hombre común, cautivado por alguien que seguía desencadenando emociones en él incluso después de una década? Solo necesitaba capturar ese instante en su memoria y preservarlo para siempre.
—Intentaré resolverlo por mí mismo —declinó Yoongi, con firmeza.
—Le deseo suerte, su Majestad.
Taehyung decidió no insistir y tomó el vaso de agua que Yoongi había dejado sobre la mesa, llevándoselo a los labios en el mismo lugar donde el rey había bebido anteriormente. En ese momento, Yoongi anheló ser ese simple recipiente, una idea que le pareció absurda y sin sentido.
— ¿Cómo va su proceso de duelo, Majestad? —se aventuró a preguntar, dejando de lado el impulso que había tenido desde que había mantenido esa interesante conversación con la reina Hyori.
—Me estoy adaptando —respondió Yoongi, con una pausa reflexiva.
Taehyung titubeó, preguntándose si debía profundizar en el tema o retirarse para evitar que Yoongi se sintiera incómodo o presionado. Después de todo, situaciones como esa nunca serían fáciles ni fáciles de superar.
—He escuchado murmullos por los pasillos sobre la ceremonia que deberá presidir mañana temprano para recibir a su familia —comentó Taehyung, apoyando su mentón en la palma de su mano—. También sé que entre todos ellos, el encuentro con su abuela es el que menos espera.
El sonido de varias risas llenó la cocina, entrelazadas entre sí. Sus versiones más jóvenes parecían haber retomado el control de sus cuerpos y almas de manera sincronizada, reviviendo los sentimientos abrumadores que habían compartido en la adolescencia.
— ¿Aún la recuerda, príncipe Taehyung?
— ¿Cómo podría olvidarla? Lo que más destaco de su abuela es aquel enfrentamiento que tuvimos en total desacuerdo sobre... —hizo una pausa, bajando el tono de su voz— usted.
—Fue la primera vez que la escuché lanzar maldiciones al aire —añadió, entre risas compartidas con el príncipe—. Estoy ansioso por ver su reacción cuando te vea aquí durante la reunión, aunque sospecho que ya estará al tanto —sonrió, sosteniendo la mirada del otro durante un breve silencio que fue interrumpido por Yoongi, quien regresó a la realidad—. Creo que debería regresar —carraspeó, y Taehyung anheló que reconsiderara la idea para poder disfrutar de unos minutos más en su compañía—. Dejé a Geumjae solo en mi habitación y temo que despierte y note mi ausencia.
—Veo que tiene un fuerte vínculo con su hermano. Aún no he tenido el placer de conocerlo.
—Después de la reunión, tendrá la oportunidad de hacerlo, ¿le parece bien? —respondió Yoongi, mirándolo brevemente antes de cubrir un bostezo con la mano. Taehyung asintió, ocultando su propia fatiga.
—He perdido el deseo de tomar una pastilla para dormir —confesó en un susurro.
—No lo haga —respondió abruptamente.
Yoongi se dio cuenta de que había sido brusco sin tener intención real de serlo, pero no podía evitar sentirse incómodo ante la idea de que Taehyung continuara dependiendo de pastillas para conciliar el sueño, a pesar de haberle explicado previamente que solo las buscaba en casos extremos.
—Si no le molesta —murmuró avergonzado por su tono anterior—, me gustaría ir al lago y sentarme un rato.
—Lamento haberme expresado de esa manera ayer —cambió de tema, desconcertando a Taehyung, aunque sabía a qué se refería—. Me tomó por sorpresa. No es un lugar que comparta habitualmente, y por un momento olvidé que también lo conoce —liberó una risa nerviosa, pasándose la mano por la nuca—. Puede ir, no necesita mi permiso. Solo... tenga cuidado con los insectos.
— ¿Le gustaría acompañarme al lago, su Majestad? —preguntó, esperando una respuesta afirmativa.
—Tengo muchos asuntos que atender mañana, tal vez debería intentar dormir un par de horas —respondió Yoongi, desilusionando a Taehyung—. Vaya sin mí. Oh, casi lo olvido, también he ordenado que le proporcionen un gwanbok de su talla, al igual que a su guardaespaldas.
—Gracias, su Majestad. Buenas noches —se inclinó reverentemente y comenzó a retirarse—. Espere —se detuvo para enfrentarlo, notando un detalle que casi pasa desapercibido—, ¿cómo supo mi talla?
—Lo deduje —respondió sin mirarlo, agarrando firmemente la jarra de agua para devolverla al refrigerador antes de volverse hacia él, apoyando las manos en la mesada—. Soy observador.
A medida que las agujas del reloj se acercaban inexorablemente a la hora señalada, el ambiente en el palacio adquiría una solemnidad que se palpaba en cada rincón. Las vestiduras de luto, aunque portadoras de una tradición arraigada, eran para Yoongi más que un simple atuendo; eran un vívido recordatorio de una época pasada, de una era en la que las convenciones sociales y las jerarquías marcaban el destino de las personas según su linaje y no por su mérito propio. A pesar de la elegancia inherente a estas prendas, Yoongi no podía evitar sentir un ligero desagrado ante su significado, un regreso nostálgico a una Joseon que, para él, ya había quedado en el pasado, superada por los vientos de cambio que su abuelo y su mismísimo padre habían promovido.
El salón del trono del rey se convertía en el epicentro de esta solemnidad, donde los miembros de la corte y los allegados se congregaban para rendir homenaje al difunto y ofrecer sus condolencias a la familia real. Incluso Jimin y Taehyung se sumaban a la ceremonia vistiendo el traje de luto, respetando así las tradiciones y mostrando su solidaridad en estos momentos de duelo.
A pesar de la compostura que debía mantener como monarca, en el interior de Yoongi se desataban una serie de emociones complejas y contradictorias que lo mantuvieron alterado durante toda la ceremonia. La presencia de sus familiares, aunque necesaria en estas circunstancias, avivaba antiguas heridas y resentimientos. Especialmente su abuela, una figura imponente y a la vez despreciada —por él—, cuya influencia y desdén habían marcado el rumbo de Yoongi desde su juventud. Las miradas cargadas de expectativas fantasiosas y menosprecio que ella dirigía hacia él, las insinuaciones sutiles pero cortantes sobre su posición en la línea sucesoria, todo ello resonaba en la mente de Yoongi como un eco amargo de tiempos pasados..
Sólo podía generarle odio.
Y sin embargo, incluso en medio de este mar de sentimientos encontrados, Yoongi mantenía la compostura propia de su cargo. Con una calma que apenas ocultaba la tormenta interior, autorizaba la presencia de tres cámaras que capturaran ese momento, consciente del deber de mantener la transparencia y la solemnidad de la ceremonia ante los ojos de la sociedad.
Aunque eso no fue todo, puesto que la tolerancia de Yoongi fue puesta a prueba una vez que el almuerzo de bienvenida para su familia se llevó a cabo e iniciaron, consiguientemente, los comentarios despectivos e indirectos de su abuela.
—Es lamentable que mi hijo Daehyun no esté aquí para presenciar este momento familiar. Corea ya no será la misma.
Yoongi escuchó en silencio, concentrado en saborear la comida que sus chefs habían preparado para la ocasión, decidido a no caer en los juegos manipuladores de su abuela. No iba a rebajarse a su nivel. Sin embargo, había alguien en esa mesa que no compartía su actitud:
— ¿Por qué afirma eso, Reina Madre? —preguntó Taehyung, fijando su mirada en ella y ejerciendo presión al cortar su carne.
—Porque Corea ha perdido a un líder inigualable.
—Pero ha ganado otro —replicó con convicción, provocando una expresión exasperada poco disimulada por parte de la Reina Madre.
— ¿De veras cree eso, Alteza Real?
Min Jihyun parecía imperturbable a simple vista, pero tanto Taehyung como Yoongi sabían que estaba perdiendo los estribos, y que si la conversación continuaba en ese tono poco amistoso, perdería la compostura y sus comentarios irrespetuosos no tendrían fin. A diferencia del resto de los presentes en la mesa, su carácter afloraba ante cualquier provocación, contradiciendo su propia afirmación de poseer una educación y comportamiento superiores a los de Hyori, a quien consideraba carente de modales y personalidad por su origen humilde.
—Esa es mi opinión, Reina Madre —respondió sin alterarse. Contrario a lo que muchos podrían suponer, Taehyung estaba disfrutando de su intercambio verbal con aquella mujer arrogante y soberbia—. Desde mi perspectiva —prosiguió, dejando momentáneamente sus cubiertos para encontrarse con la mirada desafiante de la Reina Madre—, la historia de la familia real me ha enseñado que la grandeza no es un legado automático en todos los casos —notó la tensión en el ambiente, reflejo del tenso intercambio de palabras—, sino una virtud que se construye día a día.
Jihyun apretó sus manos sobre la mesa, gesto que no pasó desapercibido para nadie. Se recordó a sí misma que no podía permitirse una reacción exagerada mientras las cámaras estuvieran grabando en el gran comedor, pero su frustración era tal que su cuerpo se tensó, buscando una forma más sutil de expresar su evidente enfado y también de poner al príncipe Magnus en su lugar. No entendía por qué él estaba presente en esa reunión, cuando el acuerdo entre ella y la familia británica fue que se volverían a ver en otro momento.
Carraspeó para recobrar la compostura y respondió:
—Tiene usted toda la razón, Alteza. Pero a veces resulta difícil llenar los zapatos de un gigante.
—Sin duda —asintió con una sonrisa, llevando un trozo de carne a su boca antes de continuar—. Cada rey o reina deja una huella única en la historia. La princesa Diana de Gales es un claro ejemplo de mis palabras, Reina Madre.
Jihyun asintió y dirigió su mirada hacia su nieto para preguntar:
— ¿Cómo te han ido estos últimos días con esta inmensa responsabilidad?
Yoongi alzó la vista, esperando en su interior que ella no tuviera la intención de provocarlo con sus preguntas maliciosas. Sus ojos eran más elocuentes que sus palabras.
—Excepcionalmente, aunque un poco agotador.
—Menos de una semana y ya te sientes agotado. A este paso, ¿qué futuro le depara a nuestro amado país? —dramatizó.
Una risa nasal escapó de los labios de Yoongi, dispuesto a responder y terminar cuanto antes con esa interacción con su abuela. Sin embargo, Taehyung lo adelantó y, francamente, empeoró la situación. Hoseok intercambió una mirada con el rey, quien negó con la cabeza, indicándole que dejaran que las cosas siguieran su curso natural, aunque la sola idea de enfrentar al príncipe británico al día siguiente, expuesto tanto a los impulsos de su abuela como a los propios, le resultaba sumamente desagradable.
—Un futuro próspero, Reina Madre.
—Hubo una época en la que los herederos tenían que leer diez libros al día para nutrirse de sabiduría, eran entrenados con deportes específicos para desarrollar sus habilidades, preparándolos para enfrentar con coraje cualquier situación en su reinado. Ojalá eso aún continuara existiendo —suspiró con cansancio—, no solo para los reinos, sino también para las clases aristocráticas. ¿Saben? —observó a los miembros presentes de su familia—. En la actualidad, casi nadie habla sobre asuntos de Estado, cuando en la era Joseon era tema de cotilleo diario entre los ciudadanos y causaba una gran expectación en torno al Rey.
—Es comprensible. En estos tiempos hay otras tendencias, como los ídolos, grupos musicales, actores, entre otras cosas, que pueden resultar interesantes para nuestra sociedad —acotó Yoongi, dando un sorbo al vino de su copa de metal.
—Estoy de acuerdo con Su Majestad —Taehyung intervino en la conversación, respaldando al rey con una sonrisa radiante—. Creo que deberíamos dejar atrás el deseo de regresar a las costumbres antiguas de educación para los herederos de la Corona. Ahora son obsoletas, desde mi punto de vista, ya que nos encontramos ante una Corea diferente y más fuerte; las personas no deberían aferrarse a formas de pensar anticuadas —añadió con intención, observándola—. Es decir, los japoneses ya no tienen intenciones de invadir estos territorios, y los reinos vecinos no muestran desacuerdo con las prácticas culturales diversas en todo el mundo; ya no hay guerras que enfrentar.
Jihyun se contuvo para no proferir otro comentario mientras mantenía la mirada fija en el perfil de Taehyung, quien disfrutaba de sus platos con calma frente a los anonadados invitados. Por otro lado, Yoongi se mordía las mejillas internas para ocultar su sonrisa de satisfacción ante la manera en que el príncipe había puesto en su lugar a su abuela. Sin embargo, en el fondo, se sentía incómodo, pensando que su intervención podría haberlo hecho parecer irrespetuoso y maleducado. Decidido, tomó la palabra:
—Alteza real, ¿podría acompañarme un momento? —dijo, y Taehyung le devolvió la mirada con temor mientras veía cómo apartaba su servilleta y se ponía de pie.
Inicialmente, la invitación lo tomó por sorpresa, aunque, al reflexionar, vio en ella una oportunidad para acercarse a Yoongi antes de partir hacia Inglaterra en los pocos días que le quedaban en el palacio. Sabía que debía hacer caso omiso de que, en realidad, más que una solicitud, fue una orden de su madre, y Taehyung no podía objetar.
Con ilusión y muchas interrogantes, se levantó de su asiento bajo la mirada atenta e interesada de los demás, y una mirada en particular que sentía clavada en su nuca, perteneciente a Jihyun. Al dirigirle una ojeada, notó su incredulidad ante lo que estaba presenciando.
Al mismo tiempo, Jihyun intentó levantarse para impedir que su nieto y el príncipe tuvieran un momento a solas. Sin embargo, Hyori la detuvo con una mano en su muslo y una mirada significativa que le indicaba que mantuviera la calma, se relajara y permitiera que la situación siguiera su curso. Comprendió que, dadas las circunstancias y con las cámaras grabando el momento, debía dejarlo pasar esta vez. Lo último que necesitaban era convertirse en tema de cotilleo para las familias coreanas al día siguiente debido a las acciones de un joven que se atrevía a aceptar reunirse a solas con alguien con quien no debía estar, y fue inevitable que se hiciera un recordatorio mental para llamar a la familia británica esa misma noche y comentar sobre la situación.
Por otro lado, Hyori estaba visiblemente preocupada y no hacía ningún esfuerzo por ocultarlo. Aunque no había periodistas presentes, ya que estaban esperando afuera del palacio en la puerta de ingreso para capturar imágenes al finalizar el almuerzo, recordó que Yoongi y Taehyung estarían obligados a pasar por una zona donde podrían ser vistos juntos por todos ellos. La sola idea la aterraba e inquietaba, pues sabía que esto podría generar cierta curiosidad y dar lugar a especulaciones. La prensa coreana, como bien sabía, podía ser implacable en sus especulaciones y rumores.
Taehyung y Yoongi salieron del comedor con determinación en sus pasos, seguidos de cerca por Hoseok y Jimin, quienes parecían dispuestos a seguirlos porque especularon que a partir de que cruzaran la puerta, todo se volvería un completo caos entre el rey y el príncipe. No obstante, antes de que pudieran avanzar demasiado fuera del comedor, Yoongi giró sobre sus talones, cerró la puerta del comedor con firmeza para asegurarse de que nadie de los miembros de su familia oyera y ambos chocaron abruptamente:
—Ustedes dos se quedan aquí, es una orden. Volveremos enseguida —afirmó Yoongi con un tono autoritario, su voz resonando en el pasillo. Jimin se tensó, conteniendo la respuesta que estaba a punto de salir de sus labios, gracias al apretón de Hoseok en su muñeca que descolocó su interior. Intercambiaron una mirada silenciosa de advertencia, recordándose mutuamente que debían mantener la calma y la compostura, a pesar de la brusquedad de las palabras de Yoongi.
Con un gesto, Yoongi indicó a Taehyung que lo siguiera hacia un salón recreativo cercano, que sabía que estaba vacío en ese momento. Era un atajo conveniente para evitar pasar por la puerta principal y enfrentarse a los periodistas que esperaban afuera. Mientras caminaban hacia el salón, Taehyung podía sentir la tensión en el aire, dándose cuenta de que se avecinaba una conversación difícil...
O la más candente.
Rey Yoongi mood mientras se sentaba en su escritorio para escribir una carta más en estos últimos días:
A propósito, es mi carta más personal y que más dolió.
Espero que tengan un bonito día <3
ALEX.
IG: alex.moonlight_
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