10; Incomparable, tentador e intocable príncipe de Inglaterra.
Corea del sur, 18 de diciembre de 2022.
Querido nadie,
Permítame decirle que desde el día posterior al matrimonio de mi padre con Hyori, despertar por las mañanas y ser recibido por la quejosa —y chillona— voz de aquella mujer se convirtió en una cruel rutina para mí a lo largo de los años. Mis oídos, antes acariciados por el agradable sonido de la naturaleza que nos rodea por estos lares, o también por su inigualable voz, ahora están ensordecidos por el tormentoso chillido de una mujer, con las mejillas hirviendo de enfurecimiento.
Aunque entiendo sus preocupaciones por el destino de la Corona, francamente. Le preocupa nuestro futuro, un futuro que pende de un hilo bajo el peso de mi escudo de hostilidad ante mi cita con la primera candidata a mi futura reina, y debo confesar sin rodeos que mi posible esposa carece de la gracia necesaria...
Mi conclusión, tras un tedioso e incómodo primer encuentro, es simple: Hay personas destinadas a brillar con luz propia, a destacar sobre los demás, a conquistar el mundo si así lo desean... y luego está ella... opaca, sin destacar a primera vista (paréntesis para agregar que fue la cita más aburrida que he tenido en muchísimos años), sin aspiraciones a comerse el mundo con inteligencia, porque su padre es quien posee el poder para lograr tal sorprendente hazaña, ella no. Y mi mente, prisionera de comparaciones inevitables, no dejará de buscar su presencia entre las sombras, incluso en las citas forzadas que me aguardan. Sin embargo, ninguna imagen podrá eclipsar su esencia, su deslumbrante presencia que arrebata miradas con cada paso.
Permítame, una vez más, reconocer su singular encanto, tan atrayente como enigmático. Incluso un simple garabato ha adquirido, bajo su mirada —y bajo mis ojos también—, un significado conmovedor, al igual que sus vivencias tras su retorno a Inglaterra en la adolescencia. Sin embargo, de esos acontecimientos que usted plasmó sobre esos cuadros, quiero destacar su repentino insomnio, que invadió mis pensamientos durante toda esta tarde hasta que el sol asomó en el horizonte, anunciando la noche; persistente incluso al escribir esta carta. Querido nadie, su bienestar me inquieta más de lo que estoy dispuesto a admitir... como es costumbre desde que mis lágrimas, causadas por su inexplicable ausencia, se convirtieron en hielo, difícilmente rompible por cualquiera.
He observado sus gestos, cada uno cargado de una expresión que delata una lucha interna. ¿Qué angustia consume su ser? ¿Son acaso sus propios demonios o las heridas que yo mismo he infligido en nuestro tumultuoso encuentro en el lago? ¿Qué es? ¿Qué secreto oculta tras esos ojos que reflejan una sombra de preocupación y nerviosismo? ¿Usted supone que no podré descansar en la noche si no me lo confiesa al oído para mi propia apacibilidad? Lo conozco lo suficientemente bien como para notar con suma facilidad que no se encuentra cómodo, que algo lo hace perderse por momentos... Quizás no es consciente de su quijada baja, el jugueteo de sus manos, su cuerpo a veces encorvado y sin fuerzas, su constante mordida de labios, su seriedad irreconocible y poco habitual cuando no ha hecho más que sonreír por cada rincón de este palacio, aligerando el ambiente en ocasiones.
Kim Taehyung, confía en mí para enfrentar tus demonios, por numerosos que sean. Lucharé contra ellos en este —maldito— intrincado laberinto de protocolos que nos envuelve, aunque sea lo único que pueda hacer por ti en esta vida tejida de formalidades y sumisión a un objeto de oro y piedras preciosas.
En ocasiones, me encuentro a mí mismo sumido repetidas veces en una pregunta: ¿Será que el destino se divierte y recrea en nuestro sufrimiento al no permitirnos amarnos como anhelamos?
¿Usted qué piensa?
Atentamente y con un irremediable cariño y amor,
MYG.
En la penumbra de una noche que aparentaba ser calmada, pero que, en su lugar, transmitía temor y peligro, Taehyung se sumergió en un espacio, quizás un salón de los castillos pertenecientes a su familia por el característico diseño inglés clásico que databa de siglos anteriores. Por una ventana ingresaba la luz proporcionada por las estrellas y la mismísima luna, pero su visión desafortunadamente era limitada y avanzó hacia una puerta de madera color blanco y sus manos se aferraron al picaporte, volteando un momento para percatarse que se encontraba envuelto en absoluta tiniebla. Y Taehyung comenzó a ofuscarse.
Algo estaba mal.
Lleno de confusión y desesperación intentó forzar la cerradura que no respondió en todos sus esfuerzos, entonces decidió recorrer el salón, incapaz de encontrar una salida. En medio de la oscuridad, vio una figura que permanecía de pie y que era el único testigo en ese momento. Tragó saliva y avanzó hacia esa dirección y reconoció a Yoongi en pocos segundos, cuya anatomía fue alejándose lentamente, cada paso que daba alejándose más de Taehyung, hasta que desapareció en la distancia. Taehyung gritó su nombre con desesperación hasta que sus cuerdas vocales fallaron, sus súplicas resonando en el vacío, pero sus palabras parecían perderse en el aire.
“¿Hyung?”
“Taehyung...”
“¿Por qué te escondes de mí? Tengo miedo, ayúdame, hyung.”
“No estoy escondiéndome.”
Su cuerpo se removió, su rostro continuó ensuciándose en lágrimas que brotaban de sus ojos de manera infinita.
“Tú te escondes.” Le escuchó replicando. “Me abandonaste. Nos abandonaste.” Pudo escuchar después, temiendo por su propia integridad en el momento que unos dedos rozaron sobre sus hombros y brazos junto a una fuerza extraña que logró empujar su cuerpo hasta hacerlo retroceder lo suficiente para regresar hacia aquella puerta blanca que se encontraba bloqueada.
El corazón de Taehyung se llenó de un dolor punzante mientras observaba impotente cómo su amor se alejaba. Lágrimas llenaron sus ojos mientras corría hacia Yoongi, intentando alcanzarlo, pero sus pies parecían estar pegados al suelo.
“Taehyung...”
“¿Qué?”
“Son ellos.”
¿A quién estaba refiriéndose? ¿Por qué aún no lograba distinguir la figura de ese hombre cuando ha sido una tarea fácil para él durante toda su vida? ¿Todo era una especie de trampa o adivinanza?
“Son ellos.” Insistió y pudo observar su caminar en dirección suya. A su vez, o quizás comenzaba a enloquecer, distinguió la voz de sus padres y unos pasos fuertes.
Y Yoongi desapareció de su vista sin más, sin otorgarle el tiempo necesario para recobrar las fuerzas que desaparecieron inexplicablemente y así seguirle el paso.
“¡No me dejes, hyung! ¡Por favor, espérame!”, gritaba Taehyung, su voz quebrándose con la angustia. Quiso correr y cayó, lo arrastró y una vez más se encontró con aquella puerta. Las voces de sus padres se oían con mayor claridad en esa oportunidad. “¡Yoongi!”
Pero Yoongi seguía alejándose, indiferente a sus súplicas. Taehyung se sintió abandonado y solo, el miedo y la desesperación envolviéndolo como una manta fría en la noche. Gritó una y otra vez al mismo tiempo que sus padres lo ayudaron a colocarse de pie y aprovecharon la oportunidad de sostener sus brazos y de arrastrar su cuerpo lejos del salón; su voz estaba ahogada por el dolor y la tristeza.
“¡Déjenme aquí! ¡Suéltenme, por favor! ¡Déjenme con él!” Imploró a través de un llanto desgarrador que no inmutó a sus padres ni a su abuela, la Reina Madre, que también apareció por el corredor.
— ¡Déjenme aquí; quiero estar aquí! ¡No, no, no!
Su cuerpo se removió entre las sábanas y todavía podía mirar a su abuela a los ojos, notó que la curva de sus labios se elevó hacia arriba y, segundos después, Taehyung se despertó de su sueño agitado, su corazón golpeando con fuerza en su pecho y descansó su mano en aquella zona. Se sentó en la cama, respirando con dificultad mientras se refregaba los ojos para despejarse. Al pasar la mano por su rostro, sintió la humedad de las lágrimas que habían escapado mientras dormía. Una sensación de desorientación lo invadió, recordando vívidamente el sueño que lo había atormentado.
Desconcertado y con el corazón aún lleno de la tristeza de su sueño, Taehyung se quedó sentado en la cama por unos cuántos minutos más, contemplando el vacío frente a él y la luz lejana que ingresaba por las aberturas de las enormes cortinas que cubrían las ventanas. La sensación de pérdida seguía pesando sobre él, dejándolo con una sensación de vacío en el pecho que intentó ocultar en el momento que el servicio del palacio tocó su puerta e ingresó a su habitación con total libertinaje y con sonrisas que decoraban sus rostros. Se sintió en casa por aquellas sencillas acciones, a decir verdad.
—Su Alteza Real, buenos días —Una mujer de cabello corto que hacía lucir su pálido cuello, de estatura baja y repleta de líneas que contaban su historia, lo saludó con una sonrisa—. Le comento que la Reina ha planificado una reunión en el jardín para realizar un breve paseo y le ha sugerido que opte por prendas cómodas y abrigadas debido a las bajas temperaturas de esta mañana, ya que luego se dedicarán a la pintura al aire libre.
Taehyung asintió con su rostro perlado por el sudor y las lágrimas causadas por el reciente sueño que aún se reproducía en su cabeza, y expresión de vergüenza reflejada en sus ojos. Le echó un vistazo a la mujer de mediana edad, cuyos ojos estaban puestos en él reflejando interés por su aspecto terrible, y sin detenerse a explicar, murmuró disculpas apresuradas sin razón aparente y se precipitó hacia el baño contiguo a la cama. Allí, sin importarle el frío del invierno que se colaba por las ventanas recientemente abiertas por el personal que servía al Rey, se sumergió bajo el chorro de agua helada, deseando ahuyentar la incomodidad que lo invadía y los músculos tensos en su espalda y cuello que podrían motivar el origen de un fuerte dolor de cabeza que desencadenaría su malhumor.
Con movimientos rápidos, se secó y cambió su pijama de seda por un atuendo que procuraría no echar a perder al salpicarse pintura mientras finalice tal dichosa actividad recreativa junto a la Reina; se movió rápidamente, consciente de que no podía hacer esperar a Hyori, quien lo aguardaba para un encuentro en el jardín. En el fondo, anhelaba ese momento de charla y pintura mientras desayunan, después de una noche de inquietud y frustración por las nuevas noticias de su madre.
—Disculpe, ¿esto está bien o es demasiado llamativo? He traído conmigo muchísimos trajes y no deseo...
Hubo un silencio, dejó las palabras al aire, pretendiendo que la mujer mayor comprendiera su punto y sorprendentemente fue así.
—Es una actividad recreativa —Le recordó sonriente—. Discúlpeme el atrevimiento, Alteza, pero si me permitiera expresar mi opinión, considero que sería prudente evitar el uso de un traje que pudiera estar expuesto al riesgo de dañarse. No se preocupe, y sepa que la Reina ha elegido atuendos en tonos azules y grises para el encuentro que sostendrá con usted esta mañana.
—Oh, ya veo —Sonrió totalmente avergonzado—. ¿Ella está esperándome?
—No —Taehyung parpadeó y se echó una última mirada en el espejo de cuerpo completo puesto en una esquina de la enorme habitación, y enseguida la mujer aclaró—: Está en el salón de reuniones y, de hecho, sugirió que se encuentren allí para ir juntos al jardín. ¿Está listo?
—Sí.
—Perfecto. Sígame, Alteza.
Asintió y salió al encuentro con Jimin, quien aguardaba por él en el pasillo. Notó el semblante inexpresivo de su amigo, aunque este se desvaneció por un momento para dar paso a una mirada cálida y un guiño en su dirección. Taehyung le respondió con un gesto similar y comenzaron a caminar juntos, manteniendo una distancia considerada entre ambos.
Al entrar en la sala de reuniones, Taehyung se topó con la figura de Hoseok. La expresión apenas contenida del hombre dejaba entrever un dejo de diversión por acontecimientos nocturnos, algo que Taehyung comprendió de inmediato y que no le agradó en absoluto. Aunque se preguntaba en qué bando podría estar un hombre tan romántico, idealista, apasionado y comprometido como él, alguien cuya perspectiva del amor estaba moldeada por los cuentos de hadas. ¿Acaso no debería estar de su lado? El príncipe se sentía confundido y comenzaba a sospechar los posibles motivos, aunque le parecían razonables.
«Es su mejor amigo, ha estado con él cuando yo no pude, ha visto situaciones suyas que yo no he podido, ha intentado solucionar lo que mi repentina ausencia causó en él, o al menos lo ha intentado.» Reflexionó sobre esto y se dio cuenta de que quizás había más motivos detrás de todo esto de los que aún no era consciente.
El gesto divertido y apenas disimulado de Hoseok persistió, dirigido esta vez hacia el hombre encargado de la seguridad del príncipe. Jimin, frente a los ojos de su mejor amigo, insinuó con un gesto silencioso su disposición a tomar represalias en contra de Hoseok en cuanto tuviera la oportunidad. Taehyung frunció el ceño con desaprobación, negando con la cabeza ante la actitud de Hoseok, quien simplemente encogió los hombros con indiferencia ante su gesto de desagrado. Aunque esta situación solo sirvió para aumentar la indignación de Taehyung, optó por reservar sus comentarios para más tarde.
Cuando avanzó hacia la puerta, los hombres que custodiaban el acceso de repente bloquearon su camino.
—Lo lamentamos, príncipe Magnus —Uno de ellos lo miró con expresión impasible—, pero su Majestad se encuentra en la sala reunido con la Reina Hyori. Por favor, espere unos minutos.
—Lo entiendo, pero simplemente llámame príncipe Taehyung —respondió con la misma actitud serena.
«Quizás sea la primera y última vez que lo admita, pero esta mañana no deseo encontrarme con su rostro que claramente refleja su desagrado y molestia hacia mi o hacia su vida en general, dear Majesty.» Pensó con una mueca asomándose en su rostro, causada por las voces elevadas y el clima tenso que podía percibirse aún estando fuera de la gran habitación.
—Será a mi manera, Hyori, ¡esa fue la condición! —distinguió la voz de Yoongi y lamió sus labios, observando los movimientos impacientes de Hoseok ante la magnitud de escándalos que parecían formarse dentro de la sala de reuniones.
«Están teniendo una acalorada y poco grata discusión a primera hora de la mañana. Maravilloso. Bravo. Es impresionante cómo te has convertido en alguien tan desagradable y... y odioso.» Con un suspiro contenido, Taehyung se preparaba mentalmente para lo que venía al momento que gobernó el silencio y no oía más que su propia respiración. Las puertas se abrieron finalmente y, como si estuviera envuelto en una nube de ira, Yoongi salió de la sala con pasos rápidos y decididos y echando humo por las orejas. Hoseok le lanzó una mirada a Taehyung mientras perseguía con pasos acelerados a Yoongi.
Poco después, la Reina Hyori hizo aparición frente al príncipe con pasos igual de acelerados que Yoongi, pero se detuvo a su lado, transformando su expresión cansada en una sonrisa acogedora. Los dos intercambiaron un saludo reverencial.
—Buenos días, príncipe Taehyung. Discúlpeme el retraso, como seguramente observó, es una mañana agitada —La oyó exhalar, pero mantuvo su sonrisa—. Olvídelo. ¿Está listo, Alteza real?
—Por supuesto —Curvó la comisuras de sus labios y ofreció su brazo para que Hyori lo tomara y caminaran con más cercanía, notando cómo sus pómulos se teñían de un sutil color rojo—. ¿Cómo supo que me gusta la pintura? —Quiso saber al comenzar a caminar a la par. Ella le echó un vistazo a su perfil—. No recuerdo haberlo mencionado en alguna entrevista.
—De toda la vida, príncipe Taehyung —contestó mientras descendían los últimos escalones hacia las afueras del palacio. Luego, Hyori continuó relatando—: He de admitir que mi difunto esposo solía elogiar su increíble talento en el arte de la pintura en cada oportunidad. Además, aún mantengo comunicación con su madre, la Reina Seojeong, y quise confirmar aquello para estar completamente segura.
Taehyung asintió solemnemente, considerando agradable la compañía de Hyori hacia las vastas extensiones de los jardines que rodeaban el palacio, donde los rayos del sol matutino se filtraban entre las hojas de los árboles anunciando el agradable día que les aguardaba. Mientras caminaban, Taehyung compartió con ella las últimas noticias recibidas de su madre, las cuales le continuaban ocasionándole tensión muscular y jaqueca de sólo pensarlas y meditarlas con sumo cuidado.
—Mi madre me informó ayer que, gracias a la notable mejoría de mi padre, están planeando llegar a Corea un día antes del funeral del difunto rey Daehyun. Envía sus saludos, y espera ansiosa el reencuentro —comunicó con voz serena, percatándose de que había una mesa ya preparada con un abastecedor desayuno para los dos a tan solo metros de ellos.
—Sus palabras me conmueven, príncipe Taehyung. Será un momento de alegría volver a ver a su madre después de tanto tiempo —expresó con amabilidad a la par que tomaban distancia y se sentaban. Luego, Taehyung, con delicadeza, depositó la servilleta sobre sus piernas y tomó los palillos de metal.
— ¿Cómo ha estado afrontando todos estos acontecimientos, Reina Hyori? —inquirió sobre el estado emocional de la reina, puesto que reparó lo abrumada que parecía sentirse ante la situación del reino, de Yoongi, de su propio dolor—. No he tenido la oportunidad de preguntarle directamente, y ruego que no me vea entrometido por ello —dijo con respeto y vergüenza por aquellas últimas palabras.
Hyori reflexionó un instante antes de responder, su mirada perdida en el horizonte.
—Ha sido un desafío, príncipe Taehyung, pero trato de sostenerme en los bellos recuerdos de todos los años que compartí con mi esposo y también en la felicidad que me invade al pasar tiempo con el príncipe Geumjae —confesó con serenidad. Taehyung, atento, notó que la reina estaba llevando la carga de los preparativos del funeral prácticamente sola porque era indudable que Yoongi cargaba con menos responsabilidades esos días—. He observado que ha estado muy involucrada en los preparativos —señaló con tacto—. ¿o me equivoco?
Hyori negó, apreciando su observación.
—Así fue al principio —admitió con cierta resignación—. Hace unos días, Yoongi comenzó a delegar todas las responsabilidades relacionadas con los preparativos. Fue una decisión apresurada, es lo que personalmente creo, considerando el estado emocional por el que debe estar pasando en estos momentos —explicó con un deje de preocupación en su voz, aún cuando no recibía el mejor de los tratos de él, y a Taehyung le hirvió la sangre, porque, siendo franco, Hyori no le daba la impresión de ser una mujer malvada o aprovechada. Para nada.
—Quizás no lo fue. He visto a Su Majestad y no luce afectado, parece que ha dejado sus sentimientos de lado —opinó para continuar la conversación, aunque sintiera desde el fondo de su alma que las cosas tampoco eran así.
—Con el transcurso de los años, él se ha vuelto un profesional en ello. Seguramente debe tener el corazón destrozado, su padre y él eran inseparables. Su Majestad jamás perdió el respeto y la admiración por Daehyun, y eso me ha parecido maravilloso desde el día en el que lo conocí.
Taehyung bajó la mirada y asintió. El tema pesado colgó en el aire entre ellos mientras terminaban sus desayunos y dirigían la mirada de vez en cuando al área designada para la actividad de pintura.
Finalmente, Hyori rompió el silencio, a su vez, señaló hacia su costado derecho y se pusieron de pie.
—¿Cómo ha sido su vida en estos últimos años, príncipe? —Le preguntó, enseñando un interés genuino que conmovió a Taehyung—. Su regreso a Corea, según tengo entendido, marcó su primera aparición pública después de un largo tiempo —Se observaron al tomar asiento, pero esta vez frente a unos lienzos—. Lamento profundamente las intrusiones de los medios coreanos a su llegada a Incheon; son demasiado insensibles incluso para mis estándares.
Taehyung sonrió con amabilidad, tomando el pincel con determinación. La pintura era una actividad que siempre había disfrutado, especialmente durante la adolescencia. Nada fue sencillo cuando regresó a Inglaterra para quedarse eternamente allí sin previo aviso, y buscó en aquel tipo de arte un consuelo, una manera de expresar su sentir con sutilidad.
—Me recordó a Inglaterra, debo admitir —expresó, untando pintura blanca sobre la paleta de madera que se le fue entregada. Hyori imitó su acción—. Los medios de comunicación pueden ser igualmente intrusivos en cualquier parte del mundo. Sin embargo, no me preocupa. Y está en lo correcto, Corea del sur es el primer país que visito después de varios meses de inactividad.
—Habrá sido una decisión complicada de tomar, ¿estoy en lo cierto?
— ¿Regresar a los reflectores? —Hyori hizo un ruido con su boca para asentir—. La situación se vuelve complicada cuando eres una figura influyente y todos están expectantes ante tu próximo movimiento. Supongo que mi regreso a Corea fue una decisión difícil para mis padres, pero necesaria a mi forma de ver —confesó con sinceridad mientras sumergía el pincel en la paleta de colores.
Justo en ese instante, Yoongi atravesaba el esplendoroso paisaje acompañado de su asistente, enfrascado en asuntos de estado y la planificación tediosa de los eventos previos al funeral de Daehyun. Sin embargo, al divisar al par de pintores en la distancia, una parte de su mente se vio atraída por las palabras liberadas de una boca que alguna vez tuvo el placer de probar, y todo ello fue tejiendo un hilo de curiosidad que lo impulsó a acercarse.
— ¿Ah sí? —murmuró Hyori con interés.
—Padecía de insomnio con frecuencia en el pasado. Pero, a comienzos de este año, los síntomas de insomnio se intensificaron, supongo que esto fue debido a la presión habitual que siento en cada oportunidad en la que me veo obligado a representar adecuadamente a la familia real en diversos eventos —Yoongi cerró los ojos y apretó sus dientes—. Aún no lo sé con exactitud. La falta de sueño me dejaba exhausto, incapaz de concentrarme y funcionar con normalidad.
De sólo imaginar lo que Taehyung relataba, Yoongi comenzó a ser invadido sin permiso por una angustia que desordenó su mente, su calma, absolutamente todo.
—La situación se fue transformando en algo desesperante para mí —El pincel viajó de una esquina a otra mientras conversaba—, y eso me llevó al borde de la preocupación y la ansiedad constante que me imposibilitaba cumplir con mis obligaciones —Movió su pincel, parecía tener claro su objetivo sobre ese lienzo—. Finalmente, mis padres y yo decidimos que lo mejor era un cambio de ambiente, así que me enviaron a nuestra casa de campo en Escocia para buscar alivio y poder recuperarme.
La expresión de Hyori reflejaba comprensión y simpatía mientras escuchaba atentamente las palabras del príncipe.
Mientras tanto, Yoongi, intrigado por la conversación, decidió detener su paso por completo y dedicar su atención y oídos a lo que sucedía.
—Entonces, ¿qué sugiere hacer con...? —Su asistente lo miró y parpadeó ante la distracción del Rey—. Su Majestad —Lo llamó—, disculpe, ¿está prestándome atención? —preguntó el hombre, rompiendo momentáneamente la inmersión de Yoongi en sus pensamientos.
Con una leve inclinación de cabeza hacia su asistente, Yoongi le indicó que continuarían en un par de minutos en su oficina, con la excusa de que necesitaba conversar un asunto personal y urgente con Hyori. Luego, con pasos decididos, se dirigió hacia el lugar donde Taehyung y ella estaban pintando, su semblante se mostró sereno y sus ojos llenos de intriga.
—Espero no interrumpir —expresó Yoongi con cortesía al aproximarse, mostrando su interés hacia la actividad en la que estaban inmersos al igual que la conversación que sostenían.
Taehyung dio un salto sobre su lugar, casi teniendo que lamentar un desastre con el pincel que sostenía en la mano y que se encontraba paseando sobre el cuadro.
—Su Majestad... —Apenas logró decir mientras se recomponía.
— ¡Yoongi-ssi, qué alegría encontrarte por estos lares! —Sonrió hacia su hijastro, pero su sarcasmo era muy perceptible para el susodicho y para Taehyung, inclusive—. Un momento, ¿no deberías estar reunido con tu asistente, el señor Yang?
La mirada de fastidio de Yoongi fue inevitable.
—Hemos finalizado hace un momento —anunció Yoongi, aunque no fuera cierto.
—Qué rápido eres para resolver los asuntos de este reino —comentó Hyori, apartando la mirada de ella para volver a concentrarse en el paisaje que estaba intentando plasmar.
— ¿Eso es un halago? —inquirió Yoongi, mordiéndose el labio para controlar su lengua filosa.
—Tómalo como gustes —respondió Hyori encogiendo los hombros. Luego, señaló ambos lienzos—. ¿Qué te parecen?
Yoongi exhaló con fuerza y se inclinó para detallar ambas pinturas, notando las claras diferencias entre una y otra. Era innegable el talento que Taehyung poseía, al igual que su madrastra. Esta vez, el príncipe inglés recobró su valentía y levantó la mirada, encontrándose con los ojos repletos de profundidad e intensidad que le pertenecían al Rey. Su sonrojo no sorprendió a Hyori.
—Son buenos trabajos. Pero permítame elogiar a Su Alteza Real y su extraordinario talento natural, que me ha dejado impresionado y sin palabras —respondió Taehyung, correspondiendo al contacto visual—. No sabía que poseía tal habilidad.
—Oh, es usted muy amable, Su Majestad. Sin embargo, siendo sincero, creo que aún tengo mucho que demostrar en cuanto a mi talento. Podemos conversar sobre el asunto más tarde, si así lo desea —añadió, lamiendo sus labios y mirándolo con un toque indistinguible de coquetería.
«¿Es impresión mía o eso fue dicho con una doble intención?» Se preguntó en silencio entre tantos pensamientos. Segundos despues, reflexionó: «Quizás estoy hecho un completo tonto el día de hoy.» Lamió sus labios e inclinó su cabeza, observando el atuendo lleno de colores vivos que al parecer Taehyung decidió colocarse esa mañana y pensó inmediatamente: «No me importa. Mi respuesta es sí. Jodidamente sí.»
—Tal vez sea cierto —La comisura de su labio se elevó, enseñando una diminuta sonrisa ladeada.
Taehyung apretó los labios en un intento por contener la sonrisa provocada por esa inesperada interacción con el Rey. Después de mañanas ajetreadas, el Rey parecía reacio a entablar una conversación con él, a pesar de que el príncipe había interpretado su lenguaje corporal en cada oportunidad y sabía que esas no eran las intenciones de Yoongi. Carraspeó y formuló su pregunta:
— ¿Se encuentra ocupado?
—Un poco —respondió con aparente buen humor, desconcertando al príncipe, ya que hacía menos de una hora y media, mientras salía despavorido del salón de reuniones, Yoongi no lo había registrado con la mirada en ningún momento e ignoró su presencia como si fuera lo más habitual de él—. Pero siempre es bueno tomar un pequeño descanso para poder continuar con mis responsabilidades —Taehyung asintió de acuerdo, notando el interés particular de Yoongi hacia su lienzo—. Cuénteme qué ha inspirado su creatividad.
Taehyung lo meditó un momento antes de responder:
—Muchas cosas —Desvió la mirada para señalar los rincones del palacio y del jardín—, pero principalmente este bellísimo palacio.
Y, tras un par de segundos más, sus ojos, como dos imanes destinados a encontrarse, se buscaron y encontraron nuevamente en un juego de complicidad y anhelo que solo ellos comprendían.
A pesar de las restricciones que imponía su posición, ambos los hacían a un lado para poder consumir libremente el amor que ardía en sus corazones y que se perdía a través de sus pupilas. Cada mirada era como un susurro de confirmación silenciosa de que aquellos adolescentes enamorados aún sostenían su promesa de amor, demostrando con detalle una expresión de la magia que solo ellos conocían... y que a Hyori no le hacía ninguna gracia.
Yoongi luchaba por contener la intensidad de sus sentimientos, pero a veces, por breves segundos, permitía que su mirada se perdiera en la profundidad de los ojos de Taehyung, incapaz de resistirse al magnetismo de su presencia. Sus lunares que se hallaban repartidos en sectores tan... besables, sus labios húmedos de haberlos lamido con insistencia, su nariz fina y su mandíbula... podría abalanzarse y rozar sus dientes sobre ella.
Por su parte, Taehyung persistía en seguir mirando a Yoongi, desafiando ocultamente a una Reina que era testigo de aquel intercambio. Los ojos negros tan característicos de ese hombre, así como los describía de fríos, endurecidos por momentos, intensos e intimidantes, también en ellos encontraba consuelo y fuerza en el brillo reconfortante que exponía al Rey, sabiendo que allí residía un posible sentimiento de cariño y amor de un Yoongi más joven, que en su adultez se vio obligado a retener entre las sombras.
Durante todo ese tiempo, el mundo se detuvo y solo existieron ellos.
—¿Podrías dejarnos continuar, Yoongi-ssi? —preguntó Hyori, volteándolo a ver con una ceja alzada y expresión fatídica. Estaba tratando de cambiar el foco de la conversación y aliviar la tensión en el enorme jardín. Su voz era suave pero firme, y su mirada reflejaba una clara expectativa de que la pregunta trajera consigo un cambio de tono en la interacción entre los dos hombres. Más tarde, carraspeó fuerte y consiguió romper aquel escandaloso intercambio de miradas—. ¿Cómo está tu yegua Luna?
—No he tenido la oportunidad de visitar a Luna esta mañana, por lo que aún no lo sé —Se encogió de hombros y, tras un corto silencio que Yoongi utilizó exclusivamente para pelear en contra de sus propios deseos, comenzó a retroceder rendido a la situación que jamás podría controlar o siquiera cambiar a su beneficio y al de Taehyung—. Me retiro —Se inclinó con ambas manos escondidas detrás de su espalda, modificando su semblante, convirtiéndose en ese hombre que creó como escudo para enfrentar las responsabilidades de la Corona—. Por favor, continúen.
—Mañana debemos estar preparados para recibir a la corte, a los ministros y a nuestra familia para la ceremonia de presentación de respeto —Hyori le comunicó esto como si Yoongi no estuviera al tanto del evento, lo cual seguramente le acarrearía una migraña por la mañana.
—Lo sé —Limitó a contestar y no tuvo tiempo de agregar algo más, puesto que escuchó su nombre siendo pronunciado por la voz de un niño a quien conocía bien, y sin más se giró y lo atrapó imprevistamente entre sus brazos—. Geumjae, es domingo, ¿qué haces despierto tan temprano?
—Hyung, lo sé, pero Holly empapó mi ropa y mi cama con su orina. Es mi culpa, anoche olvidé por completo su paseo por el jardín para hacer sus necesidades. Creo que iré a dormir tan pronto mi habitación esté limpia, el tío Hobi dice que no tardarán demasiado en resolver el problema.
—Hum, ya veo. Entonces, acuéstate en mi habitación. Me llevaré a Holly para que puedas descansar sin interrupciones, ¿te parece bien? —Geumjae asintió—. Vamos a buscar al tío Hobi.
—Perdón, ¿quién es “Hobi”? —indagó Hyori, dejando su pintura de lado para girarse en su asiento y observar a sus hijastros.
—“Hobi” es Jung Hoseok, mi guardaespaldas. Geumjae y él mantienen una estrecha amistad —explicó.
— ¿Tu guardaespaldas? ¿No consideras que estás integrando demasiado a la familia al señor Jung? Entiendo que...
—Si comprendieras la situación, no harías tales comentarios. Hoseok es mi mano derecha y forma parte de esta familia, Reina Hyori —aclaró, su mirada volvió a endurecerse—, y esa situación no cambiará.
Hyori exhaló y asintió, volviendo a su actividad.
La oscuridad del pasillo parecía intensificarse a medida que caía la noche. Las luces bajaron su tonalidad mientras Hoseok avanzaba con determinación hacia su habitación después de un interminable día acompañando a Yoongi en sus compromisos. Sin embargo, su camino se cruzó con el hombre que siempre acompañaba a Taehyung, y notó, viéndolo de reojo, que ahora se atrevía a observar su andar con una sonrisa. Intentó pasar por alto tal encuentro casual, pero una tos seca proveniente de quien avanzaba hacia el lado contrario en el corredor parecía buscar su atención.
Avanzó a paso más apresurado, decidido a no darle el gusto. Sin embargo, Jimin, al no recibir respuesta, intensificó su tos, haciéndola más fuerte y frecuente, hasta que Hoseok apretó los ojos y su mandíbula con fuerza, conservando su paciencia en su lugar, pues sabía que la necesitaría. Finalmente, se volvió hacia él con un gesto de impaciencia, manteniendo sus manos escondidas detrás de su espalda.
—Vaya a ver a un médico —soltó Hoseok, sin prestar mayor atención a las posibles ofensas que sus palabras pudieran ocasionar—. No queremos que nos contagie sus gérmenes.
Jimin, sorprendido por la respuesta cortante, se acercó rápidamente a Hoseok, su rostro reflejando indignación.
— ¿Disculpe? Está ofendiéndome —Sus labios se estiraron hasta formar un puchero casi imperceptible y sus ojos se agrandaron—. Sólo es una picazón en mi garganta, señor Jung —replicó con vehemencia.
Hoseok mantuvo su compostura, respondiendo con frialdad.
—No era mi intención ofenderlo —mintió y fingió una expresión avergonzada, logrando que Jimin realmente se sintiera insultado y ofendido—, pero sería sensato que consultara a un médico para asegurarse de que todo esté bien y evitar así un posible resfriado.
Las palabras de Hoseok desataron una tormenta de emociones en Jimin, quien respondió con sarcasmo, acompañado de una sonrisa burlona y la mirada coqueta que siempre lo ha caracterizado:
—Eso suena a que se preocupa por mí. —Bloqueó su camino y elevó ambas cejas, dando varios pasos para llegar hasta el otro guardaespaldas y tocar su pecho con la yema del dedo.
Hoseok no reaccionó ante ello, se limitó a sostener su postura. A Jimin le pareció que se encontraba frente al hombre más imperturbable que había conocido en la vida.
—Solo fue sentido común.
Con ello sólo logró provocar menos esperanzas que Jimin poseía para poder conseguir un encuentro casual con él. Todo rastro de diversión se le esfumó del rostro.
—Ahora, si me disculpa, desearía retirarme a descansar —pidió e intentó retomar su camino, sin embargo, Jimin lo interceptó otra vez—. Apártese, ha sido un largo día.
—Voy a creerle porque nadie más que solo usted es capaz de sobrellevar un día completo al lado del rey y su carácter.
—Entiendo que no se encuentre en su nación, pero le pediré que respete a nuestro rey así como nosotros mostramos gratitud y respeto hacia el suyo.
La discusión parecía no tener fin, con Jimin lanzando acusaciones y Hoseok respondiendo con la misma frialdad con que venía tratándolo desde el principio. Sin embargo, detrás de sus palabras afiladas, se percibía una extraña tensión, una chispa de algo que Hoseok no estaba dispuesto a admitir o que, sencillamente, le restaba importancia porque no le llamaba la atención.
—Usted es malvado —comentó bajo la atenta mirada del otro.
—No me interesa lo que usted piense sobre mí —respondió y se lamió los labios, apoyando ambas manos sobre los brazos ajenos para apartar a un lado el cuerpo de Jimin y así continuar con los pocos pasos que aún le faltaban para llegar a su habitación. Aún así, el recuerdo de lo sucedido la noche anterior le invadió la mente y volteó, decidiendo añadir—: Ah, y una última petición: no vuelva a irrumpir a altas horas de la noche para solicitarme tonterías. Espero que haya aprendido la lección, señor Park.
—Debo admitir que fue ingenioso de su parte, y fue ese motivo por el cual lo llamé "malvado" —concedió Jimin entre risas y lo enfrentó una vez más, con una sonrisa irónica, llevando sus manos hacia atrás para copiar la postura ajena—. Pero veo que tiene un corazón blando, después de todo. Al fin y al cabo, el príncipe consiguió lo que quería por obra de usted. Y no se preocupe, estaré encantado de borrar su número de mis contactos.
Hoseok no dio muestras de alteración ante el comentario de Jimin, pero una pequeña parte de él disfrutaba de esa tensión entre ambos y del atrevimiento de esee hombre.
—Haga lo que quiera —respondió con indiferencia.
Las palabras de Hoseok parecieron encender una llama en Jimin, quien se acercó con determinación, tomando la muñeca de Hoseok y acorralándolo sobre la pared.
—Podría malinterpretar sus palabras —susurró, con una sonrisa desafiante.
Hoseok mantuvo la compostura, pero su mirada ardía de determinación.
—Suélteme —ordenó, con voz firme. Jimin negó con un movimiento de cabeza e implementó más fuerza en el agarre a sus muñecas.
Sin embargo, Jimin no parecía dispuesto a ceder. Hoseok suspiró, resignado, antes de darle un giro sorpresivo y susurrarle al oído:
—No lo volveré a repetir —le advirtió, pero Jimin no le prestó atención porque el repentino cambio de posiciones lo agarró desprevenido y sólo tenía lugar para una cosa: los ojos dilatados de aquel hombre—. Así que, aténgase a las consecuencias —Con un movimiento rápido, lo apartó de la pared y soltó, dejándolo caer al suelo con fuerza como si fuera un policía a punto de arrestar a un criminal.
«Y no me importaría implementar esposas, la verdad.» Pensó de inmediato.
—Qué descanse, señor Park. —Lo saludó y escuchó sus pasos alejándose.
Jimin, aún en el suelo y boca abajo, maldijo entre dientes, pero una sonrisa se asomaba en sus labios.
—Maldito. Me gusta —murmuró para sí mismo, antes de levantarse y alejarse.
Outfit del príncipe Taehyung:
Outfit de la Reina Hyori:
Qué tengan un bonito día 🫶🏻
ALEX.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro