Nunca te dije que el día que nos volvimos a ver y los demás después de ese, te evitaba.

Aunque te diste cuenta. Pero nunca te dije el motivo. 

Te vi en el pasillo del instituto con mochila en hombros, y cuando lo hice sentí un gran cosquilleo en mi estómago. Pensé que no me reconocerías, ya que me había cortado el cabello o tal vez porque no te acordabas de mí y de mis ojos avellana.

Pasé a tu lado y vi que volteaste a verme. Te ignoré e hice como si no sintiera tu mirada. Y los demás días hice lo mismo. 

Cuando te acercabas me volteaba y me iba hacia el otro lado donde tu no estuvieras. Cuando escuchaba tu voz llamándome, apresuraba mi paso mientras sentía mariposas en mi estómago.

Teníamos muchas clases juntos, y en todas ellas intentabas llamar mi atención. Una que otra vez te hablaba, pero nuestra conversación no era tan grande ya que daba una excusa y me iba.

Nunca te dije que tu voz se escuchaba tan bien diciendo mi nombre.

Nunca te dije que cuando me iba, deseaba que me siguieras. 

Nunca te dije que te veías tan hermoso con camisetas blancas, con tus chaquetas de Jeans, con tus pantalones negros desgastados, esos básicos solo podían lucir tan bien en ti, y como tenías tu mochila colgada en tu hombro derecho, junto a una hermosa pulsera rosa en tu muñeca.

Nunca te dije que escuchar tu risa por los pasillos o en las clases, era la cosa que calmaba mi alma.

Nunca te dije que te evitaba porque corría el riesgo de enamorarme de ti.