Único.
-De nuevo, tarde...
YeonJun suspira, mirando su teléfono. Las nueve en punto se marcan y su corazón se estruja dentro de su pecho mientras sus manos se dirigen hacia su cabeza, se dice a sí mismo que debe calmarse, se siente demasiado estresado e incluso baldado. El trabajo de medio tiempo que consiguió en un centro comercial cerca de ahí no es tan duro como el de SooBin, pero los problemas con los que tiene que cargar apenas llega a su casa son suficiente peso para que su salud se vea afectada.
Desde hace dos meses que SooBin empezó a llegar tarde a la casa que habían comprado juntos hace ocho años, mismo tiempo que llevan de casados. YeonJun cree que tal vez es porque habían empezado a tener un par (tal vez, muchas) peleas justo cuando se dio cuenta de que su pareja ya ni siquiera se tomaba el tiempo de darle un beso de buenas noches al llegar siempre dos horas tardes del trabajo.
Las primeras dos semanas quiso convencerse de que no había un problema mayor, pero cuando SooBin comenzó a llegar mucho más cansado e irritable que otras noches, la mente de YeonJun empezó a volar y las inseguridades que creyó enterradas y olvidadas desde hace mucho tiempo regresaron a ser un cruel acompañante durante las noches de insomnio. La desconfianza se coló por las grietas de su relación con tanta facilidad que ahora YeonJun no sabe qué más hacer para arreglar la situación. Las ganas de romper a llorar como un niño pequeño buscando consuelo son mucho más grandes que la determinación que comienza a quebrarse en él, al igual que su corazón.
Todo estaba bien antes de su octavo aniversario, antes de que YeonJun mencionara que quería poder adoptar a una bonita nena para darle felicidad, al menos, a una de todas esas fuertes personitas que buscaban amor fraternal. Justo ahora YeonJun se lamenta por haber revelado eso; nunca lo habían hablado antes, así que muy probablemente asustó a SooBin. Quizá, sus objetivos dentro de su relación no son los mismos y las razones para quedarse junto a YeonJun se han acabado poco a poco; mencionar el hecho de que quería ser padre seguramente logró hacer que SooBin se decida por terminar su relación.
Cuando YeonJun se sumerge sin remedio en la turbulencia de sus pensamientos, como ahora, piensa que, al menos, le gustaría que SooBin fuese un poco menos cobarde y afronte de manera madura el hecho de que su relación está llegando a su fin, y casi lo odia por optar por el camino fácil y refugiarse en los brazos de otra persona después de la decepción de una pelea más; sin embargo, no puede culparlo. Él mismo no es lo suficientemente valiente para enfrentar el problema directamente sin sentir que todo debajo de sus pies se derrumba.
«Él ya no quiere una vida conmigo».
«Se aburrirá de mí en algún momento».
«Me está engañando».
«Ya no me ama».
YeonJun parpadea rápido para ahuyentar las lágrimas de sus ojos. En su pecho se clavan dagas prendidas en fuego que queman su corazón, pero se esmera en ignorarlas; no puede permitirse llorar ahora, no cuando está oyendo la puerta principal ser abierta por fin.
El suspiro cansino de SooBin es perfectamente audible para YeonJun, quien se sienta correctamente en el sofá en un santiamén y se gira para verlo cuando llega a la sala de estar. Traga grueso. De pronto, se siente muy nervioso.
-Buenas noches, SooBin -tartamudea, odiando la debilidad delatora de su voz.
-Hola -responde sin más. No le regala ni siquiera una mirada mientras se encamina hacia las escaleras a paso perezoso.
YeonJun muerde su labio inferior para que el temblor de este no sea notorio, aunque no es necesario; SooBin no le está prestando atención.
Negándose a dejar de buscar una oportunidad para hablar con él, se apresura a subir las escaleras también. Lo alcanza en la habitación que comparten, viendo cómo quita su corbata con evidente hartazgo.
-¿Cómo... -Traga grueso, escondiendo las manos detrás de su espalda- te ha ido hoy?
-Como siempre.
-¿Hubo algo nuevo en tu día?
-Nada interesante.
YeonJun hace una mueca. Esperó que la respuesta de SooBin fuese más prolongada para poder sacar tema de conversación, pero parece que, otra vez, no está cooperando, así que, con la curiosidad y la desconfianza hincando su costado, pregunta de una vez por todas:
-¿Por qué tardaste tanto?
-Estaba trabajando, YeonJun -dice entre un suspiro.
Luce extrañamente afligido, sentándose en la cama para hacer lo mismo que YeonJun hace un momento, enterrar los dedos en su cabellera para retener un poco el estrés.
«Ja, como si él tuviese que preocuparse por tantas cosas. Solo trabaja y trabaja, ¿por qué podría estar triste?»>
-Pero tu turno termina a las siete, SooBin.
-Tengo reuniones importantes, ¿de acuerdo? -aclara alzando la voz, aún sin levantarse ni moverse.
YeonJun se sobresalta un poco, desconcertado por el cambio drástico en su actitud. SooBin jamás le había alzado la voz, ni siquiera cuando estaba enojado.
-¿Podrías hacer silencio un momento? Me duele la cabeza.
-SooBin -lamenta, tartamudeando, sintiendo que el nudo en su garganta se hace todavía más grande-, escucha, tú ya no estás tanto tiempo en casa como antes. -La determinación de YeonJun flaquea al ver que SooBin bufa y revuelve su cabello con exasperación, no quiere alterarlo más-. Piensa... Piensa en mí, por favor. Te extraño aquí y nunca estás...
-Ay, por favor, YeonJun -se queja, por fin levantándose, luciendo un poco enojado-, no seas exagerado.
-No soy exagerado -gruñe, también fastidiado por la defensiva estúpida de SooBin-, ni siquiera duermes conmigo cuando llegas; vas al cuarto de invitados.
-Pues perdóname por no querer incomodarte después de llegar tarde de un arduo día de trabajo.
-Yo también trabajo, SooBin. No es necesario que cubras tantas horas extras.
-No ganamos millones, YeonJun. Necesito ese dinero adicional, precisamente porque tengo que pagar todos los servicios que usas en esta casa.
-¿Lo ves? Inclusive tú sabes que solo yo estoy aquí la mayor parte del tiempo. Ni siquiera puedo verte en la mañana. ¿Por qué no te despides de mí?
-Perdón por no querer interrumpir tu sueño. -SooBin rueda los ojos con molestia.
-Eso no me importa, SooBin. No puedo verte un momento en la mañana. Y yo también tengo responsabilidades como tú, por eso quiero tenerte a mi lado en la noche, por lo menos, un rato. ¿Es que acaso tú no quieres eso también?
-Tú apenas trabajas medio día. Yo tengo que matarme trabajando todos los días, todo el turno, YeonJun. No es justo que nos compares así.
-¡Tampoco es justo que subestimes mi trabajo de esa manera, SooBin! Yo también me esfuerzo por aportar a la casa. El problema es que tú estás obsesionado con trabajar como loco para invertir en un futuro que ni siquiera hemos visualizado. Debes parar.
-Yo solo quiero lo mejor para ti, para nosotros, ¿es eso tan difícil de entender? -Sus dedos índice y pulgar se dirigen hacia el puente de su nariz para presionar e intentar que el dolor disminuya, al menos, un poco.
-Lo mejor para mí eres tú, SooBin... Yo te amo, por favor, entiéndeme -pide con voz baja, pero su ceño se frunce al ver que SooBin finge buscar algo en el cajón de la mesita de noche-. ¡Ahora me ignoras! Bien, haz lo que quieras. Necesito un baño; la cabeza me va a explotar.
YeonJun pasa su mano por su frente, sintiéndose físicamente cansado por todas las emociones que lo agobian justo ahora.
-Lo único que oigo al llegar aquí son quejas. Sólo haces que me duela más la cabeza. ¿Qué quieres que haga?
-¡Entonces, deja de fingir que quieres discutir conmigo y lárgate! ¡Nunca me escuchas!
-¡Esta también es mi casa -grita también, alterado, girándose hacia él con brusquedad-, no me iré a ningún lado!
YeonJun no responde, no porque no quiera, sino porque no puede. Siente que su lengua se vuelve de pesado acero con púas dentro de su boca. El nudo dentro de su garganta se vuelve una dura roca puntiaguda al ver eso que había estado esperando pero que jamás creyó que podría llegar a presenciar algún día: la señal de la infidelidad, una mancha de labial.
Se queda petrificado ahí de pie, mirando con horror la mancha roja en el cuello de la camisa de SooBin, tan escondida que no la habría notado de no ser porque él ya se había quitado la corbata y estiró la camisa. La admisión llega con crueldad a su mente para exterminar a las pocas esperanzas que le quedaban, y se siente como si miles de cuchillos envenenados se incrustaran en su piel sin descanso. Y cuánto duele...
YeonJun no es capaz de reaccionar, ni siquiera cuando SooBin lo mira con extrañeza y baja la cabeza para mirar la parte de su propio cuerpo donde él mira. Es ahí cuando YeonJun se permite al fin dejar ir las lágrimas que retuvo durante todo el día, demasiado decepcionado y ofendido como para seguir tratando de pretender que es fuerte.
SooBin parece entrar en pánico al darse cuenta de la situación e intenta acercarse a YeonJun mientras niega con la cabeza frenéticamente, aparentemente asustado, pero YeonJun retrocede todo lo que él avanza y lo único que se atreve a decir es un muy doloroso y cargado de rabia:
-Vete a la mierda, SooBin.
-YeonJun, no es lo que parece. Esto es...
Pero SooBin no puede terminar de hablar porque YeonJun corre a encerrarse en el baño de la habitación. El pestillo es colocado antes de que él pueda detenerlo.
-Maldición. YeonJun, abre la puerta.
YeonJun solo solloza y se cubre los oídos para no tener que escuchar su voz. No quiere escuchar ninguna excusa. Todo de SooBin pasa a causarle asco de un momento a otro. Siente como si el mundo se cayera con rapidez sobre él y no pudiese hacer nada para sostenerlo por un instante más. Su pecho se estruja cruelmente. Una verdad que no quiso creer cierta llega a pegarle un guantazo de conciencia, y duele aún más después de haber tratado de confiar, de proteger a su corazón del sufrimiento diciéndose a sí mismo que su SooBin no le haría eso jamás en la vida, que no es un ser tan descorazonado. Ahora cae en cuenta de que estuvo cegado por su amor durante todo ese tiempo, y los sollozos no paran de salir de su garganta lastimada.
-YeonJun, mi amor, abre, por favor...
-Vete -ruega con voz trémula, su cuerpo tiembla por entero, porque más verdades llegan a él cuando más piezas encajan en su mente y cada una es más dolorosa que la anterior-. Déjame solo...
SooBin lo engaña. Cayó tan bajo como para traicionarlo descaradamente, aun sabiendo que ese fue uno de sus miedos cuando empezaron a ser novios hace diez años. Eran tan solo unos jóvenes enamorados e inseguros que querían hallar el amor verdadero y creyeron haberlo hecho. ¡Dios! Cuánto duele sentirse insuficiente y reemplazado, como si fuese un simple juguete que se puede cambiar de un día para otro; cuánto duele amar a la persona que te hace tanto daño.
Sumido en su burbuja de suplicio, no oye el sonido tintineante de las llaves chocar entre sí, por lo que, antes de que pueda evitarlo, la puerta del baño es abierta y SooBin puede verlo ahí de pie, en medio del lugar, abrazándose a sí mismo como si tuviese frío, el cual realmente sentía.
-YeonJun...
-¿Por qué, SooBin? -pregunta en balbuceo, aunque en realidad no quiere saber la respuesta-, ¿por qué me haces esto?
-YeonJun, por favor, mírame.
YeonJun no puede evitarlo, la voz grave de su amado siempre tuvo ese efecto inmediato en él. Le obedece y gira el rostro, porque dentro de él también está el deseo de recibir explicaciones, de que le diga que nada de eso es cierto para que por fin pueda despertar de esa larga pesadilla de terror.
SooBin está sin camisa. Su ancho pecho y abdomen trabajados están a la vista, y eso lo alivia de alguna manera, así, no tendría que ver aquel pequeño detalle que le rompió el corazón; pero aun así YeonJun se altera un poco más, porque puede deducir sus intenciones, así que se gira para no tener que verlo de nuevo, esta vez cruzándose de brazos. La risita traviesa de SooBin a sus espaldas, sin embargo, sopla el cabello de su nuca con ligereza, causándole un escalofrío que YeonJun detesta por completo.
-Mi amor -susurra en cuanto rodea su cintura con sus brazos hasta que su fornido pecho se une a su espalda.
La sensación reconfortante del cuerpo caliente de SooBin contra el suyo frío causa un alivio que no se permite a sí mismo disfrutar, pese a que su piel se erice mientras deja de tiritar. Su voz penetra en él con facilidad, se mete en su cabeza y se instala como una segunda conciencia que lo confunde y apacigua a su mente con cautivadores susurros.
-YeonJunie -murmura con voz seductora justo antes de dejar un húmedo beso en su cuello.
YeonJun se estremece, en contra de su voluntad. Su cuello es una zona sensible, y ahora no sabe si odia o ama que SooBin lo sepa.
-¿Uhm? -contesta, más calmado y bajo los efectos de su seducción.
-Te amo.
-¿Cómo puedes decir eso cuando acabas de...? Ah -gime bajito cuando SooBin muerde su cuello con la suficiente fuerza para causar un poco de dolor y después pasa su lengua por la zona con la intención de hacerlo menguar.
Por su lado, SooBin no espera ni un segundo más para bajar sus manos hacia la cadera de YeonJun con firmeza y empujarlo con poca fuerza para que empiece a caminar hacia el lavabo, justo frente al gran espejo que le permite ver la expresión de placer y tormento combinados de su esposo.
YeonJun detesta que sus pies tomen vida propia y avancen al ritmo que SooBin impone. Y cuando siente que los besos de SooBin se vuelven más constantes en su nunca y que sus manos se cuelan por debajo de su camiseta para acariciar su cintura, sabe que está perdido, pues su toque vigorizante es suficiente para darle más temperatura a su cuerpo. De repente, qué tan incorrecto es lo que están haciendo pierde relevancia para él. Su vientre se calienta inevitablemente y, mientras siente cómo SooBin roza su hombría en su trasero cubierto con desvergüenza, aguanta lo mejor que puede los sonidos que tratan de salir por su boca, al tiempo que su propia erección se forma dentro de las restricciones de su pantalón de chándal.
Tener el toque de SooBin sobre su piel, inclusive si la ropa se interpone, lo envuelve dentro del manto helado de la nostalgia, al mismo tiempo que le brinda el calor que tanto había extrañado obtener de SooBin, y el bochorno que lo abruma interfiere en su voluntad con más rapidez de la que le gustaría admitir.
Enseguida las manos tibias de SooBin se meten a su pantalón y estrujan sus glúteos a su antojo, YeonJun gime, complacido, cuánto había extrañado esto, pese a que sabe que justo ahora debería estar sintiendo repulsión por la mera cercanía de SooBin.
-Me encanta que no uses ropa interior cuando vas a dormir, mi amor -comenta sobre su oído-. Es más fácil así.
El miembro de YeonJun se sacude, alegre por las cosquillas que recorren toda su anatomía gracias a su profunda voz entrando en sus oídos. Es como un remedio milagroso. Sus músculos se relajan y su mente trabajando a mil por hora se llena de una neblina densa que no le permite pensar en nada más que no sea SooBin y la forma en la que logra engatusarlo con tan poco.
SooBin, sin tardar, roza con un dedo su entrada apretada, como burlándose de la disposición que YeonJun le entrega con apenas un toque. Hace semanas que no estaba con SooBin y no había tenido cabeza para ni siquiera pensar en algo mínimamente semejante al libido, así que ahora no está tan acostumbrado a recibirlo como antes.
-SooBin -jadea sin alguna intención en específico al sentir su pantalón es deslizado lentamente hacia abajo y su duro empalme salta hasta chocar con su vientre.
-¿Me extrañaste, no es cierto? -cuestiona.
YeonJun gime de nuevo, esta vez más alto cuando su erección es rodeada con un apretado puño, un vaivén lento y torturantemente seco siendo el comienzo de la victoria de SooBin contra la dignidad de YeonJun, al tiempo que más besos son dejados en su cuello, esta vez con succiones para dejar marcas visibles, algo que le parece de lo más hipócrita a YeonJun.
-Veo que sí -habla SooBin de nuevo.
Para este punto, a YeonJun no le está importando perder el pudor al restregar el trasero contra el prominente bulto de SooBin. La vista de su reflejo en el espejo es de lo más vergonzosa, pero también demasiado erótica. Ver cómo SooBin lo masturba y lo marca como suyo de nuevo, después de ese lapso de sentir que lo perdía, lo hace tan feliz que quiere llorar de placer. Todo es tan confuso y erróneo que solo quiere olvidar por un momento para disfrutar de los dedos resbaladizos tanteando su entrada.
Sus piernas tiemblan mientras SooBin empieza a hacer tijeras dentro de él para prepararlo correctamente. No sabe de dónde SooBin sacó el lubricante, pero justo ahora no le importa, nada más está concentrado en retener los sonidos en su garganta para no ser tan ruidoso y así no darle a SooBin la satisfacción de oírlo; no obstante, le es imposible cuando un dedo alcanza su objetivo y hace que vea estrellas de colores detrás de sus párpados.
-¡SooBin! -chilla irremediablemente, sorprendido por el repentino estallido de placer.
SooBin, sin embargo, no le da tiempo para recomponerse y continúa con su trabajo, incluso un tanto más apresurado que antes, aunque ignorando a propósito el lugar más importante, lo cual tiene a YeonJun retorciéndose de necesidad en su sitio.
Cuando por fin son tres los dedos que están en su interior, estos empiezan a chocar una y otra vez con su punto dulce, que tanto rogaba atención. YeonJun se sostiene con fuerza de la losa y gimotea quedito:
-Más...
-¿Qué dijiste? -pregunta SooBin con ligera burla, acercando su oreja a rostro de YeonJun para supuestamente escuchar mejor, pese a que lo hizo perfectamente.
-Más... -exige, manteniendo su intensa mirada llena de deseo justo sobre su reflejo. Lo ha extrañado tanto que solo quiere obtener todo de él, que le muestre que sigue siendo suyo-. Dame más, SooBin.
Los ojos de SooBin se oscurecen. No quiere ni puede contenerse cuando, de pronto, está apartando su mano para tomar su hombría endurecida hasta el punto del dolor y alinearla contra el trasero de YeonJun, mientras que agarra con su otra mano su rostro para atraerlo hacia él y que sus gruesos labios fríos por su respiración acelerada se estrellen contra los propios.
-YeonJun -jadea, totalmente complacido, sus dos manos se ciñen a la fina cintura para tener un lugar del que sostenerse, además de que le gusta venerar la cintura de su amado-, dilo de nuevo.
-Hazme tuyo, SooBin -suplica esta vez con voz más aguda, sin saber si podría soportar por más tiempo la presión irregular que tienta a su entrada.
El color carmín pinta sus mejillas al verse tan desvergonzado frente al espejo. Se siente sucio de una manera tan excitante que únicamente arquea más la espalda para exponer su trasero aún más y tentar a SooBin para que no tarde, y es precisamente lo que logra. Pronto su garganta se siente desgarrada después del fuerte grito que sale de ella al sentir que su agujero es profanado con poca delicadeza y, al segundo siguiente, las rudas embestidas de SooBin lo desestabilizan.
-¡Ah, sí!
Sus ojos se cierran con fuerza ante la excesiva estimulación mientras su boca se abre y sus vagos intentos de callarse quedan atrás. Quiere complacer a SooBin; sabe que le gusta que sea ruidoso, le gusta sucio y rudo, justo como ahora. Quiere volver a sentir que él es suficiente para SooBin. Quiere volver al momento en el que no tenía que preocuparse por la probabilidad de ser comparado o reemplazado. Quiere volver a sentir que todo está bien.
-Abre los ojos, YeonJun -ordena en un gruñido.
La primera palmada lo hace gimotear. SooBin usa su mano para sostener su mandíbula y obligarlo a mantener su mirada al frente, donde puede ver a la perfección cuando SooBin estrella de nuevo su mano en su trasero respingón.
-Mira cómo te castigo por ser un atrevido.
-SooBin -se queja por el siguiente golpe, lloriqueando.
Sus piernas, de un momento a otro, pierden fuerza y dejan de sostenerlo de pie, pero el mencionado cierra su brazo debajo de su vientre y lo alza para mantenerlo en su lugar. YeonJun vuelve a gritar por la mejora del ángulo, extasiado. Lo único que puede hacer ahora es balbucear incoherencias.
-Yo... ¡Ah! Tú... Mierda, ¡SooBin!
Ya no siente su cuerpo caliente de pura ira quemante y tóxica que contamina su sangre y le hace ver todo rojo, sino de deseo ferviente que es saciado por un hombre que lo conoce por entero, pues dirige una de sus manos hacia su pecho para torturar con su dedo húmedo uno de sus erectos pezones necesitados de atención, lo que obstaculiza sus intentos de contener su orgasmo inminente.
-SooBin, voy a... ¡Uhm!
No tuvo tiempo para avisar porque SooBin lo interrumpió con mucha más velocidad, causando que, al segundo siguiente, las tiras de semen salgan de su miembro, que no recibió mucha estimulación pero que se sintió como si lo hubiese hecho. Se siente satisfecho y relajado mientras suelta toda su carga, y sabe que está mal. Mientras nada sin preocupaciones entre los estragos de su clímax, no puede evitar disfrutar de la sensación cálida de SooBin corriéndose en su interior y su esencia bajando por sus muslos, así como tampoco puede rehuir al gozo que siente cuando SooBin lo abraza con la delicadeza de un amante verdadero y lo guía hacia la ducha para darse un rápido baño.
Empero, YeonJun siente que la intimidad que habían alcanzado hace pocos minutos se desvanece rápidamente mientras el agua cae sobre ellos, y le duele el corazón al caer en cuenta de que lo que acaban de hacer no le devuelve la paz que había perdido antes de que un par de besos y toques lascivos lo hicieran olvidar, no le devuelve la relación sana que había construido con tanto esfuerzo por años, no le devuelve a su SooBin. El silencio reina entre ellos durante todo el proceso que atraviesan desde la ducha hacia la cama que comparten, y YeonJun no sabe si eso le gusta o no, pero también es consciente de que no podría decir ni una sola palabra sin que su voz revele lo roto que se siente.
Y cuando SooBin, acariciando su vientre y besando su hombro mientras mantiene su espalda contra su pecho en un abrazo apretado, habla en apenas un murmullo casi asustado, YeonJun todavía no se siente listo para enfrentar todo lo que la situación implica.
-Por favor, necesito que me escuches antes de asumir algo.
-No quiero hablar de eso...
-Pero debemos. Por favor. Si quieres, sólo hablo yo, pero escúchame.
YeonJun suspira, dándose la vuelta para demostrar que quiere cooperar, pese a que su voz no quiere hacerlo, pues no logra encontrarla en su pecho ni siquiera para quejarse.
-La mancha en mi camisa...
YeonJun se tensa de inmediato. Con solo eso reafirma que no está preparado para esto, así que está apunto de pedirle que simplemente no hable y le permita reunir los pedazos de su corazón en silencio, pero SooBin se apresura a aclarar:
-No es labial.
SooBin toma la camisa, que dejó debajo de su almohada para alcanzarla velozmente, y le muestra la mancha de supuesto labial.
-Tan solo es marcador rojo, pero se esparció porque lo tenía en mi mano mientras estaba distraído revisando los papeles de adopción en mi oficina.
YeonJun parpadea varias veces, perplejo. Aún no capta las últimas palabras de SooBin, por lo que toma la camisa y la revisa más de cerca, únicamente para darse cuenta de que, en efecto, es marcador rojo y que él sólo estaba tan enojado que no se detuvo a ver el detalle de que realmente no tenía la forma de una marca hecha por labios. Y ahora que es consciente de ello, recién procesa lo demás.
-Espera, ¿dijiste "papeles de adopción"?
-¡Sorpresa! -dice con ligero ánimo, sonriendo con suavidad
YeonJun no puede creerlo aún.
-Pero llegabas tarde y peleábamos...
-Me disculpo por eso. En serio, perdóname -ruega, besando su mejilla repetidas veces, avergonzado de sí mismo-. Estaba estresado porque no creí que hacer esto de la adopción llevaría tanto tiempo y trabajo. Mi plan era llevarte a ver a los pequeños cuando nos hubiesen dado pase libre para adoptar, por eso me estaba reuniendo con un abogado dos horas después del trabajo. Debí ser más sincero y no ser tan impulsivo. Por favor, perdóname, YeonJun.
YeonJun suspira, abrumado con la información que recibe y conmovido al ver el real arrepentimiento de SooBin. Al considerarlo, se siente automáticamente renovado, y es maravillosa la forma en la que su corazón se siente menos pesado de un momento a otro y el ambiente se vuelve más ligero a su alrededor; sin embargo, el arrepentimiento cae como balde de agua sobre su cabeza para arruinar su momento de felicidad.
-Lamento haber desconfiado de ti, SooBin -murmura, con la vergüenza explícita en sus palabras y expresión, pese a que SooBin no pueda verlo.
-Agua bajo el puente, mi amor. -Sonríe, acercándose para dejar un corto besito en sus labios, pero se queda ahí, uniendo sus narices en un tierno beso esquimal-. Tan solo hay que asegurarnos de ir a terapia de pareja, solo por si acaso.
YeonJun ríe un poco con alivio y sube su mano para acariciar el pecho de SooBin suavemente.
-Tendrás que dejar de trabajar tantas horas para eso...
-Lo haré. Haré todo por ti y por quien próximamente será nuestra hija, YeonJun. Lo prometo.
YeonJun sonríe y, por fin, después de dos meses de tormento, siente completa paz en su hogar.
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