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Capítulo 8

Caminamos un poco mas, veía a YoonGi a cada rato, ya estaba oscureciendo y ni rastro del campamento

— YoonGi, ¿que pasa? — pregunté viéndolo.

— Creo que estamos perdidos — soltó así como así.

— ¿¡Qué!? — no lo puedo creer, estamos perdidos, solos, en medio de la nada y sin señal — ¿Ahora qué vamos a hacer? — sentí mi propia voz temblar.

— Está bien, ¿estás asustada por esta tontería? — volteó los ojos — Vamos a estar bien, solo tenemos que quedarnos aquí y acampar hasta mañana — dijo muy tranquilo.

— Perdona, ¿qué? — no estoy muy segura de que sea buena idea, tengo miedo.

— Ya quita esa cara, en serio todo está bien. Vamos, saca tu tienda de acampar — dijo quitándose su mochila.

— Yo no traje.

— ¿Como que no trajiste? ¿Con qué se supone que ibas a dormir? — ya lo veía alterado, demasiado.

— Iba a dormir con Chaeyoung, ella trajo la de ella — ahora que me pongo a pensar, estoy en graves problemas, ¿donde voy a dormir ahora? me voy a morir aquí.

Él se giró y comenzó a preparar la de él. En diez minutos terminó de montarla.

— Listo — dijo y entró dejándome a mi afuera, me dan ganas de golpearlo y golpearlo y no parar nunca — ¿Qué esperas? ¿A que te entre cargada? — lo escuché desde adentro de la tienda.

— ¿Qué? — me está diciendo que entre ¿Yo y él en un espacio tan cerrado? No creo que vaya a funcionar.

— Si te quedas ahí te vas a congelar, aunque no es mi problema — su voz sonó cínica, lo que hizo que explotara.

— ¿Que no es tu problema? — me paré y fui hacia él — ¿De quién es la culpa de que estemos aquí? — entré y estaba recostado con las manos en la nunca.

— ¡Tuya! — se levanto de golpe — ¿Quién fue la tonta que se calló por el acantilado y se salió del camino? — podía sentir su respiración sobre mi por lo cerca que estábamos — Y ahora cállate si no quieres que te eche — me miró fríamente.

Yo solo guardé silencio porque conociendo a este chico, es capaz de echarme de aquí y la verdad estar allá afuera me da miedo y frío.

Solo me quedé sentada mientras lo observaba dormir o bueno, eso pensaba yo porque tenía los ojos cerrados, se veía tan tranquilo, sereno, observé cada parte de su rostro dándome cuenta de que es bastante lindo, ojalá siempre fuera así.

— ¿Qué miras? — lo escuché hablar pero en ningún momento abrió los ojos — Lo sé, crees que soy guapo — se formó una sonrisa en sus labios.

Mi cara se puso roja como un tomate puedo asegurar, sentía como se calentaban mis mejillas. Lo único que hice fue cambiar la mirada.

— ¿Tienes algo de comer? Tengo hambre — frotó su estómago.

— Sí, creo que tengo algo por aquí — abrí mi mochila y saqué un paquete de papitas y una Coca Cola que me había dado mi mamá — Ten — le alcancé el paquete y él lo tomó.

— Gracias — dijo entre dientes, creo que hoy se caerá una estrella, de verdad dijo gracias.

— No hay de qué — reí y le alcancé la Coca Cola. Comimos en paz, no se escuchaba nada solo el sonido de las papitas partirse en nuestras bocas.

— ¿Y entonces qué? ¿No vas a hablar? — habló él rompiendo por fin el incómodo silencio.

— ¡Ja! — reí — Ahora si quieres que hable, ¿verdad? ¿Estás aburrido? — inflé mis mejillas.

— A mí me da igual, el silencio no me aburre, mejor para mi, así duermo en paz — se giró quedando de espaldas a mi.

— Vi que tenías un piano en tu cuarto, ¿sabes tocar? — esperé su respuesta.

— Sí — se giró hacia mi nuevamente. — Me gusta mucho tocar — sonrió tan lindo, es como si estuviera hablando de la cosa mas maravillosa del mundo, tal vez para él lo es, yo también sonreí.

— Pues a mi también me gusta un instrumento y soy muy buena tocando, ¿adivinas cual es?

— ¿La guitarra? — alzó una de sus cejas y yo negué — No sé.

— Que rápido te das por vencido. El violín — le dije y me miró.

— ¿De verdad? — sonrió — El violín suena muy bonito, algún día tendré que escucharte tocar. Bueno a dormir — se volvió a acostar.

Me acomodé y me acosté a su lado, estábamos muy pegados ya que el espacio era demasiado pequeño, me comencé a remover por la incomodidad, no puedo dormir así y también los nervios me estaban comiendo. Estoy aquí, acostada al lado de nada más y nada menos que de Min YoonGi, el chico más antisocial, arrogante, amargado, lindo y a la vez tierno del mundo, este último rasgo encontrado hoy.

— Ya basta — protestó — No puedo dormir si te estás moviendo tanto, ya quédate quieta — me miró con los ojos entrecerrados, al parecer ya había dormido un poco, tenía todo el cabello revolcado, se veía tan...

¡Ya basta SooJin! No pienses más en él.

— Pero es que estoy incómoda — lo miré con cara de perro abandonado — Lo siento — mordí mi labio inferior, estoy tratando de dar lástima, ojalá funcione.

— Está bien — bufó mientras se giraba hacia mi — Alza la cabeza — dijo y lo miré confundida.

— ¿Qué? — junté mis cejas.

— Que alces tu cabeza — no esperó a que yo reaccionara y él mismo tomó mi cabeza y pasó su brazo por debajo dejando que esta descansara sobre él.

Ahí de nuevo mi corazón comenzó a palpitar, ¿cuántas veces van ya en el día de hoy? Ya ni recuerdo.

Es molesto pero a la vez me gusta sentirme así. Él cerró sus ojos y yo los míos para quedar dormida profundamente. No sé que tiempo pasó, antes de escuchar a YoonGi, me levanté un poco y me acerqué a él más, definitivamente estaba hablando dormido.

— Mamá... — escuché su respiración, era acelerada y estaba sudando.

— YoonGi — lo llamé pero no me escuchó — YoonGi... — susurré moviéndolo un poco lo que hizo que se despertara de golpe.

— ¡No! : pegó un grito que heló toda mi piel, me miró aún con la respiración entrecortada —  ¿Qué pasó? — me preguntó.

— Creo que tuviste una pesadilla. ¿Estás bien? — acaricié su mejilla.

— Sí, estoy bien. Solo fue un mal sueño — quitó mi mano de su rostro y se volvió a acostar.


No podía escuchar bien pero juraba que alguien estaba gritando mi nombre, estaba tan sumergida en mi sueño que no me daba cuenta de que nos estaban buscando, que las voces que oía eran las de nuestro compañeros.

— ¡YoonGi! — me levanté rápido — Creo que nos encontraron —le dije removiéndolo y saliendo de la tienda — ¡Estamos aquí! — grité al ver al profesor, YoonGi salió de la Tienda.

— Soo por el amor de dios, ¿que pasó? — Baekhyun me había atrapado entre sus brazos abrazandome y besando mi cabeza.

— Estamos bien, solo nos perdimos un poco y decidimos quedarnos hasta la mañana — respondí a su pregunta.

— ¿Están bien? — preguntó él profesor.

— Todo está bien — dijo YoonGi — Todo fue mi culpa, confundí los caminos en el mapa.

Ví como Baek lo miraba con furia clavando sus ojos en él, aun no sé que pasa con ellos pero lo descubriré, estoy segura que tuvieron algo que ver en el pasado.

— Está bien chicos, lo importante es que están bien. Vamos al campamento, allá nos están esperando sus demás compañeros — terminó de hablar y comenzó a caminar.

Caminamos un poco y ahí tan cerca estaba el campamento, si tan sólo hubiésemos seguido hubiéramos llegado.

— ¡Soo! — Chaeyoung me abrazó, me besó y me golpeó — ¿Sabes el susto que me has dado? No sabes cuantos finales llegué tener en mi cabeza.

— No me golpees, además dejate de historias por favor, no me pasó nada, solo me duele la rodilla — hice puchero.

— ¿Te duele — me miró con lástima —Ven, vamos a la tienda para que descanses.

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