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Capítulo 6

Después de haber llegado muerta del cansancio me tiré en mi cama a descansar y mi madre vino a preguntarme como me había ido, entró por la puerta y se sentó a mi lado.

— ¿Como te fue? — me preguntó mientras cosía algo.

— Muy bien, no fue tan difícil, lo que pasa es que es muy grande — dije con voz suave.

— Bueno si estás cansada no vayas más, yo les diré que no puedo ir — se levantó para irse.

— ¡No! — dije rápido y la alcancé, me miró con cara rara — Digo, que no es tan cansado, puedo hacerlo.

— ¿Te pasó algo? — preguntó tocándome la frente — Que raro que quieras seguir trabajando — frunció el ceño.

— Mamá, ¿así le hablas a tu hija que te ayuda en todo? — hice puchero.

— Algo tramas... — rió y luego volvió a hablar — Duchate y baja a cenar.

(...)


Al llegar a la escuela me encuentro con la misma escena de todos los días, él ahí, solo ahí tirado como su nada existiera, ya me aburrí, ahora tiene unos auriculares nuevos más grandes que los otros y estos son de color azúl, los otros eran rojos, espera.

¿¡Qué!?

Tiene más y me armó todo ese problema por romper los otros, me acerqué a la mesa y como soy así de buena lo sigo saludando

— Buenos días — puse mi mochila con cuidado y como me lo esperaba, no dijo nada, lo odio, en serio lo odio.

Me senté y esperé a que los demás llegaran, pasaron más o menos quince minutos cuando comenzaron a llegar mas personas y el timbre sonó para ir a la clase de Educación Física, me levanté, tomé mi ropa y fui a cambiarme con Chaeyoung.

— Dicen que hoy dirán lo del campamento — dijo mientras nos caminábamos.

— ¿Por fin es cierto? — la miré.

— Si, ya es oficial o lo será en unas horas.

Terminamos de cambiarnos y nos dirigimos al áreade deporte. Ví a YoonGi, estaba cambiado de uniforme, ahora llevaba un short deportivo negro y un pullover negro, ahora si se veía blanco, se podía ver más su cuerpo, no tiene un cuerpo muy bien marcado pero aun así tiene lo suyo, entre my revisión del cuerpo del chico el profesor sonó el silbato para que fuéramos a formar, yo ni apurarme porque soy el último número de la lista, después de que todos formaran me puse yo y detrás mío Min YoonGi, ahora si me da vergüenza que esté detrás de mi.

El profesor nos mandó a correr, ahora tenemos que darle la vuelta completa al área, iba despacio y YoonGi también lo hacia pues ni remedio si va detrás de mi, no sé en qué momento ni porqué tropecé y caí al suelo lastimando mis manos y rodillas, no lo puedo creer. Alcé la vista y vi a YoonGi, parecía que se estaba burlando pero vi como extendió su mano para ayudarme a levantarme.

¿De verdad me va a ayudar?

En el momento que fui a extender mi mano llegó Baekhyun y me ayudó rápidamente, YoonGi recogió su mano y dio la vuelta.

— ¿Estás bien Soo? — preguntó un Baekhuyn muy asustado.

— Si, estoy bien — me ayudó a levantarme y sacudió mi ropa.

— Acompañala a la enfermería — mandó el profesor.

— Ok, la llevaré enseguida — acató la orden Baekhyun.

Baekhyun me llevó a enfermería y ahí curaron mis heridas, después me acompañó al salón. Cuando terminaron las clases nos reunieron a todos y nos contaron lo del campamento.

Vaya que bien, hace mucho tiempo que no voy a un campamento. Nos dejaron irnos y fui para mi casa para después ir para la casa de Min YoonGi.

Que raro se escucha eso.

Llegué a mi casa y mi mamá no estaba, me cambié y me fui. Al llegar había un chico afuera lavando un carro, me parece que es con el que YoonGi va a la escuela. Me acerqué y lo saludé.

— Hola, yo soy la empleada — sonreí.

— Hola, mi nombre es Seung, soy el chofer — dijo con una gran sonrisa.

— Mucho gusto — entonces cuando iba a entrar me volvió a hablar.

— Suerte — dijo y me volteé.

— ¿Suerte? ¿Por qué lo dices? — pregunté.

— Pues en el trabajo — siguió con lo de él.

Entré y no me encontré al chico por ningún lado, miré hacia arriba pero no me inmutaré ni a subir no vaya a ser que me cueste el trabajo, simplemente me puse a hacer las cosas. Al rato lo vi bajar y parase en las escaleras.

— ¿Ya terminaste? — preguntó con voz áspera detrás de mi.

Me giré

— Ya casi, ¿por qué?

— Necesito que subas a limpiar mi cuarto — cruzó los brazos.

— ¿En serio?

¿No me había dicho que no fuera a su cuarto?

— Me avisas cuando vayas a limpiarlo, para estar ahí — dijo volteandose.

— Está bien, vamos ahora — dije molesta, ni que me fuera a robar algo para que me esté vigilando.

Subí junto a él y entré a su cuarto. Luz oscura, cortinas oscuras, sabanas blancas y algo peculiar que resaltaba, un piano

— Es hermoso — dije en voz alta sin darme cuenta acercándome y pasando mi mano por el.

— No lo toques — dijo el chico tomando mi mano y quitándola de encima del piano.

— Está bien, no lo toco.

Comencé a limpiar y YoonGi se sentó en la cama con una revista. En el suelo había algo que brillaba pero no lo podía ver bien porque estaba debajo de la mesita, me agaché y lo tomé.

Se parece a mi pulsera.

— ¿De dónde sacaste esto? — se lo enseñé para que viera.

— ¿Por qué lo tienes en la mano? — me la quitó.

— Porque la recogí del suelo, además te hice una pregunta, ¿de dónde lo sacaste? — pregunté seria.

— A ti que te importa de donde lo saqué
Ees mía — me dio la espalda.

— Es que se parece a la mía, la perdí  hace poco así que por eso pregunté — fruncí él ceño.

— Que se parezca no significa que sea la tuya — me miró serio — Mejor termina rápido, ya me estoy aburriendo — se volvió sentar.

— ¿Irás al campamento? — traté de hablar con él para pasar el tiempo mientras limpiaba.

— No, es una estupidez — ojeó la revista.

— ¿Por qué estupidez? — le hice una mueca —  Será muy divertido — sonreí.

— Shh — bufó volteando los ojos en blanco.

— Terminé — dije entusiasmada.

— Que bien, ya puedes irte — me dijo levantándose y dirigiéndose a bajo, yo lo seguí.

— ¿No quieres que te haga algo de cenar antes de que me vaya? — me había dado cuenta de que no tenía comida.

— No, gracias — negó con la cabeza.

— Antes de irme, gracias por lo de hoy, aunque no llegaste a ayudarme — me quedé pensando, fue raro eso de parte de él.

— ¿Lo de hoy? ¿A qué te refieres? — sonó desconcertado.

— Ibas a ayudarme cuando me caí, ibas a ayudarme a levantarme — sonreí.

— No te iba a ayudar — dijo en tono seco y cerró la puerta.

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