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Capítulo 11

— ¿Alguna vez has dejado que la lluvia caiga sobre ti y te bañe? — me preguntó mirando hacia afuera.

— No sabes cuantas veces — contesté sarcástica refiriéndome a todas las veces que me había empapado bajo la lluvia por no llevar paraguas.

— No me refiero a eso — volteó lo ojos — Me refiero a quedarte bajo de esta, dejar que te empape completamente y que poco a poco vaya limpiando todo lo malo que haya en ti.

Fruncí el ceño y no contesté nada, todavía trato de comprender a este chico. A veces me parece que está loco o es bipolar.

¿Como una persona como él puede decir es Cuando lo vez parece un chico frío y vacío, pero cuando lo comienzas a conocer te das cuenta que no es tan así, que también puede ser cálido.

Lo que me sacó de mis pensamientos fue ver como salía de debajo del techo para enfrentarse a la fuerte lluvia.

— ¿Qué haces? ¡Te vas a resfriar! — le grité mientras él pasaba sus manos por su rostro quitando las gotas que caían sobre este — ¿Por qué te gusta tanto la lluvia?

— Porque sí — respondió mirándome fijamente, otra vez tan intensamente que hace que mi piel se erice.

De repente lo vi acercarse a mi y yo me quedé en mi lugar. Sonrió dulcemente como un niño pequeño.

Me encanta verlo sonreír.

Sentí sus manos recorrer toda mi espalda y sentir como me estrechaba en sus brazos, abrí mis ojos más grandes de lo normal ¿Por qué hace esto? ¿Qué es lo que le pasa? Sin pensarlo dos veces correspondí el abrazo y coloqué mis manos en su espalda apretándolo contra mi.

No sé que es lo que pasa, pero no quiero que termine. Quiero que se quede así por siempre y que no cambie, porque me gusta más este Min YoonGi.

Pasamos unos minutos así y mi ropa estaba completamente mojada gracias a él.

Una luz cegó mi vista e hizo que este se alejara de mi sin decir palabra alguna, ni mirarme siquiera. Los dos miramos para ver de donde provenía la luz y era de su auto, habían llegado por él.

— Vamos, te puedo llevar — me dice antes de entrar al auto.

— Está bien — sonreí y entré. Estaba temblando del frío, tanto que mis dientes chocaban entre ellos.

Me acurruqué en el asiento del auto tratando de obtener algún calor de este.

YoonGi se giró y sacó una manta de atrás del asiento. Me la extendió y yo me quedé como tonta mirándolo sin tomarla. Él al parecer se aburrió y solo la puso encima de mi. Me fijé en su labio, estaba roto, saqué una vendita de mi mochila y se la enseñé para que la tomara.

— No la necesito.

— Claro que si — me acerqué a él y tomé su rostro con mis manos.

— ¿Qué estás haciendo? — me empujó y frunció el ceño — ¿Estás loca?

— De tantas veces que me lo has dicho, creo que sí. Ya déjame ponerte la bendita venda — me miró fijo y se quedó quieto, me acerqué nuevamente y puse la venda suavemente en sus preciosos labios rosados — Listo — reí y él solo desvió la mirada.

En unas calles más ya estábamos frente a mi casa, le fui indicando el camino a Seung hasta que llegamos.

— Gracias — dije cuando me bajé del auto, YoonGi no dijo nada, el que habló fue Seung.

— De nada — me sonríe y enciende de nuevo el auto para irse.

Miré de nuevo a YoonGi y me encontré con su mirada la cual él desvió en cuanto vio la mía.

Ya no me puedes mentir, que dentro de ese pecho hay algo mas que un corazón frío y detrás de esa mirada vacía hay una luz brillante.

Cerré la puerta del auto y entré en mi casa.

(...)

— Hola, ¿cómo te fue hoy? — preguntó mi madre entrando a mi cuarto.

— Hola mami — recordé lo de la pelea y mordí mi labio. — Bien...

— Está bien — se sentó en la cama — Noto algo raro en ti, ¿qué es? — me mira entrecerrando los ojos y yo sonrío como tonta.

— Es que... — me daba pena contarle a mi madre que me estaba enamorando.

— Acaba de hablar SooJin, que me estás impacientando — su voz se alzo un poco y me miro con mas fijación.

— Me gusta un chico — dije rápido y ella al parecer no entendió nada por su expresión.

— ¿Qué? No sé como los chicos de hoy pueden hablar así, de verdad Soo que vas a tener que hablar más despacio y quitar tus manos de la boca haber si entiendo algo.

Quité las manos de mi boca y me acerqué mas a ella.

— Me gusta un chico — le dije — Estoy perdidamente enamorada de esos ojos oscuros y de ese rostro que nunca sabes que tiene o lo que pasa por la cabeza — sonreí de nuevo como tonta y bajé la cabeza.

— Ay mi niña enamorada — ríe — Estoy muy feliz por ti, estar enamorada es muy bonito. Pero dime, ¿y él, que piensa de ti?

— No sé — fue lo único que dije — Como ya te dije, es un chico que nunca sabes en qué está pensando. No si está feliz o triste, si le gusta o no le gusta algo — hice una pausa — Aunque si — sonreí — Cuando le gusta algo sonríe como niño pequeño, es una sonrisa tan linda — suspiré.

— Te trae loca ese chico — me hizo cosquillas — Me muero por conocerlo — se levantó — Tienes que presentármelo — me dio un beso.

(...)

— Vamos, no seas tan malo — le rogué, me he pasado el día entero pidiéndole de favor que me ayude a estudiar, pero no quiere.

— No

— Vamos, ¿qué te cuesta? — lo seguí molestando — Está bien, si no aprendo el  ejercicio y suspendo el año todo quedará en tu conciencia — me crucé de brazos y fruncí el ceño.

— No tengo conciencia — alza una parte de sus labios y suelta una risita — Mejor termina de limpiar y vete de mi casa, ya me tienes con dolor de cabeza.

Lo fulminé con la mirada y recogí las cosas de limpiar para terminar de una buena vez.

Escuché su celular sonar y él contestar al rato. Negaciones y advertencias se oían salir de su boca, al parecer diciéndole que no lo quería ver o que no viniera... ¿aquí? Terminó de hablar y se dirigió a mi.

— Voy a subir a mi cuarto, antes de irte me llamas — me dijo y se giró — Ah — volvió a acercarse — Y si de casualidad viene un chico con risa de hiena desenfrenada, no lo dejes entrar, ¿entendiste? — me señaló con su dedo.

— Sí

— Muy bien

Subió las escaleras y desapareció al entrar en su cuarto. Yo seguí con mi trabajo que ya me estaba agotando.

Terminé antes de las siete y media, dejé todas las cosas en su lugar y subí para decirle que me iba.

Hice dos toques en la puerta y él abrió al instante.

— Ya terminé, ¿qué querías? — le pregunté observando nuevamente la oscuridad que reinaba en su habitación.

— ¿Yo? Nada, solo quería que me avisaras y ya te puedes ir — señaló con su mano hacia abajo.

— ¿Acaso me estás molestando, o tratando de burlarte de mi “Suga”? — le dije ese nombre porque se que le molesta.

— Te dije que no me gusta que me llamen así — estaba serio.

— Y yo te dije que me ayudaras a estudiar y no quieres, así que tampoco quiero dejar de decirte Suga — alcé mis brazos.

— ¿Estás jugando conmigo niñita? — se acercó más a mi, ya estaba yo dentro de la habitación.

— ¿Yo? — reí — Claro que no, solo me divierto un poco y ya. Me gusta cuando te molestas así como un niño — de repente tomó mis brazos y al tratar de zafarme caí hacia delante junto con él. Caímos los dos sobre la cama.

Mis ojos se abrieron de par en par, nuestras respiraciones se cruzaron por lo cerca que estábamos y mi corazón palpitaba a millón. Lo miré y no tenía expresión alguna.

Se fue acercando a mis labios, por alguna extraña razón mis ojos se cerraron esperando sentir el beso. Lo único que sentí fue su risa.

— ¿Ahora quién juega con quien?

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